Martín mi compañero de la segundaria
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por marcosmit.
Lo que les voy a contar fue mi primera vez con un hombre.
Mi nombre es Marcos, viví hasta los 19 en Tandil, una ciudad en el interior de Buenos Aires en donde hice el secundario en un colegio reconocido que era solo para hombres.
Tenía 3 mejores amigos con los que compartíamos todo, nuestro gusto por los hombres, casi todos los sábados por la noche, borracheras, pajas, e incluso nuestro gusto por Martin.
Él era la fantasía de cualquier gay, media 1,85, morrudo por ejercicio, jugaba al rugby, pelo oscuro enrulado, ojos verdes claros, piel bien blanca, cara perfecta.
lo recuerdo y me vuelvo a enamorar.
Más allá de lo físico, Martin era bueno, eso nos atraía más todavía.
A menudo recibíamos cargadas, empujones, chistes homofóbicos, etc.
Pero Martín no.
Él no era así.
Se vestía de una forma muy normal, no andaba mostrando su físico como el resto de sus compañeros de equipo.
Llegando diciembre del último año de la secundaría estaba feliz de no llevarme ninguna materia y cerrar con diez en matemática.
Esta materia era algo que me apasionaba y había elegido un profesorado en esta disciplina para seguir mis estudios.
Nos juntamos en el recreo con mis tres amigos y charlábamos de las boludeses habituales hasta que se acerca Martin y pide hablar conmigo a solas.
Si bien no teníamos mala onda, jamás habíamos entablado una conversación.
Mi corazón se aceleró y tartamudeando acepté hablar con él.
Todavía lo recuerdo, jean azul gastado, zapatillas topper comunes, remera celeste gastada también.
Todo le quedaba impecable.
Ya en el aula y saliendo de mi enamoramiento lo noté preocupado, hasta con los ojos llorosos.
-Mira Marcos, yo sé que no somos amigos, me siento re caradura, pero necesito pedirte un favor.
– Me dijo.
Sus ojos me miraban fijo, intimidante.
Podía notar mucha preocupación en ellos.
– Necesito tu ayuda.
Sos bueno en Matemática, todo el mundo lo sabe y yo me estoy llevando esta materia a final porque no entiendo una mierda.
–
Esto me pareció raro, Martín era de esos pibes que no puteaban ni decían malas palabras.
– Necesito aprobarla sinó no me van a aceptar en la facultad.
Estoy dispuesto a pagar por tu ayuda-
Automáticamente le respondí que no había problema.
Quedamos en reunirnos en mi casa todos los días a las 4 de la tarde.
Llego el primer día y lo esperé como se espera un novio, recién bañado, perfumado, peinado.
Él llegó con una remera negra, y un short de futbol blanco.
El short le quedaba pintado.
Realmente me gustaba mucho, no podía dejar de mirarlo y desearlo.
Me mataba la impotencia de verlo tan lindo y saber que nunca lo iba a poder tocar siquiera.
Teníamos 2 semanas para que él aprenda lo que se enseña en todo un año.
Si bien costaba, era duro en matemática, de a poco iba demostrando progresos.
A la cuarta clase antes de irse me da un sobre con $400 pesos.
Me dijo que su padre le había dicho que me pagara $100 por cada clase.
Le dije que no puedo aceptarlo con un tono enojado.
Que lo ayudaba de onda, en agradecimiento por los 5 años que compartimos y nunca me insultó ni molestó.
Martín me abrazó fuerte y me repetía gracias que soy un tipazo, que cuando aprueba me va a invitar una cerveza, etc.
etc.
Yo estaba concentrado en sentir ese abrazo, su pecho, sus brazotes, su olor.
Llegó el día de su final y aprobó con diez.
No podíamos creerlo, me abrazó fuerte haciéndome sonar toda la espalda, me dio un beso enorme en el cachete y me dijo preparate que esta noche te paso a buscar y vamos a tomar una cerveza.
La noche llegó y con ella una tormenta terrible.
Miraba por la ventana, pero Martín no llegaba.
Ya estaba pensando que me había dejado plantado, hasta que lo veo llegar corriendo con dos botellas en la mano.
Toca timbre y salgo corriendo a abrirle, lo hago pasar y se metió en el baño porque estaba empapado.
Por suerte era tarde y mis viejos ya estaban en su habitación.
Ya en el baño le dí una toalla y me dijo que lo perdone pero que con esta lluvia así no quedaba otra que quedarse en un lugar cerrado y no quería dejarme plantado.
Por eso compró dos cervezas para que aunque sea brindemos en mi casa y cuando mejore el tiempo salimos.
Su ropa estaba tan mojada que le dije que le iba a dar ropa mía para que se cambie.
Le di un short holgado ya que él era casi el doble de tamaño que mi cuerpo.
Una remera que también me iba grande y unas ojotas.
Salió del baño riéndose ya que la remera le quedaba mega ajustada y el short le ajustaba tanto que las piernas le iban a explotar.
Soy un ridículo me decía y yo lo miraba más enamorado que nunca.
No podía creer lo que estaba viendo.
Tartamudeando le dije que no se veía tan mal.
No pensé que eras tan peludo, le llegué a decir.
Tenía las piernas grandes, blancas y peludas.
Sus ojos resaltaban entre la palidez de su cara y el pelo mojado negro como la oscuridad misma.
Empezamos a tomar las cervezas y luego de la primera ya estábamos charlando como si fuésemos amigos de toda la vida.
Entre tantas cosas me dijo que sus compañeros de rugby le dijeron que si me pedía ayuda me iba a tener que pagar con su cuerpo, y reía fuerte como si fuese un chiste increíble.
Yo también reía, pero avergonzado.
En eso me pongo serio y le dije: No sé por qué todos piensas que por ser gay uno le quiere dar a todos, yo no soy así, yo también me quiero enamorar, quiero tener un novio, y ser respetado.
Sí, claro.
Me dijo.
Te lo merecés Marcos.
Son boludeces de boludos.
No les des pelota.
-Y vos que hubieses hecho si yo te pedía pija como pago? Le pregunté enojado.
Mi pregunta lo descolocó.
Se puso nervioso, empezó a tartamudear.
Le pedí que me diga la verdad.
-La verdad que no se, estaba desesperado, si no entraba en la facultad iba a tener problemas con mi papá, vos sabes como es mi viejo, todo el mundo lo sabe.
Me dijo.
Es decir, que hubieses tenido sexo conmigo.
-Le dije.
Su mirada fue al piso y se achico de hombros, la situación era caliente.
Sentado sus piernas se veían mas grandes todavía, su pelo se empezaba a secar y se veía súper despeinado, cosa que me encantaba.
Su cara de preocupación, sus ojos verdes mostrando pena.
y por mi parte mostraba cara de enojado, ofendido.
Si, Marcos, hubiese hecho lo que sea necesario.
Sus palabras fueron lapidarias.
Me cayó muy mal que me diga eso.
-Mira Martín, sos el chabón con el que cualquier gay quisiese estar, no te voy a negar que me hubiese encantado tener sexo con vos, desde primer año que me gustas, pero sé que sos inalcanzable.
Y prefiero seguir pensando que sos inalcanzable a que tengamos sexo por obligación.
-No, no te sientas mal.
De hecho, no era por obligación.
Agustín (un compañero suyo de equipo) me había comentado que Sergio (uno de mis mejores amigos) le chupaba la pija de vez en cuando y que le parecía que no hay como él para una mamada.
Que los gays la chupan mejor que las mujeres y que disfrutaba muchísimo ser mamado por Sergio.
Ya a mí me llamó la atención, asi que supuse que si me pedías sexo no iba a ser algo malo.
Mi cara cambió por completo.
Lo miré fijo y le dije: quieres probar?
Su cara pálida pasó a roja en segundos y titubeaba: Emm, bueno, no, mira, yo quiero, vos, no.
Me arrodillé a sus pies y le empecé a tocar las piernas, el cerró los ojos y se dejó hacer.
Pude notar su erección en ese pantalón diminuto que tenía puesto.
Su piel estaba fría, mis manos subían y bajaban por los muslos, esos muslos que me calentaban tanto.
Tomé el elástico del pantalón e intenté bajárselo.
Se tuvo que parar y ayudarme a bajarlos de lo ajustado que le iba, Quedó desnudo de la cintura para abajo.
Su pija era blanca como el resto de su cuerpo, su pubis tenía pelo recortado negro, sus huevos eran bastantes grandes.
era la primera vez que tenía una pija a la altura de mi boca.
El permanecía con los ojos cerrados dejándose hacer.
De a poco mis manos pasaron de sus muslos hacia el tronco de su pija.
Martín gemía, su cara mostraba placer, el glande estaba rojo y babeado.
Su respiración se volvió agitada….
Yo me acercaba y la olía, lo pajeaba de a poco, muy lento.
Me animo y le beso la cabeza, su respiración se hizo más agitada todavía.
Lo miro y abre los ojos.
Su cara se había transformado.
Te gusta, le pregunto.
Asiente con la cabeza, los labios estaban mojados y los ojos lujuriosos.
Me la meto de lleno adentro de la boca.
Su sabor me calentaba.
Estaba al borde de lo que se puede aguantar de calentura.
Sentía que estaba por acabar.
Me bajo el pantalón y el bóxer y me empiezo a pajear mientras se la chupaba.
Primero empecé despacio, luego más rápido y después se la devoraba.
El me agarraba de los pelos, respiraba muy agitado, y solo decía “si, si, por dios”.
Sus piernas se contraían, su respiración se hizo profunda y de repente me dijo con vos ahogada “Marcos…”, entendí que era la señal de que estaba por acabar.
Apuré mi paja y seguí chupando.
Empiezo a largar leche y el empieza a gritar en forma ahogada.
Su pija se empezó a hinchar y yo seguía chupando.
Toda su leche estaba siendo derramada en mi boca, arqueaba su columna y me agarraba la cabeza metiendo su pija cada vez más adentro.
Me fue imposible no tragarla.
La saboreaba, la seguía chupando a pesar de sus espasmos.
Me aparta la cabeza de su pija y me hace parar.
Me abraza fuerte y me dice que nadie nunca lo había hecho acabar así.
Y me da un pico.
Entro al baño casi corriendo y me lavo los dientes, sentía que tenía la boca llena de su leche.
No podía creer lo que había hecho.
Le había chupado la pija al chabón de mis sueños.
Salgo del baño y Martín me dice: che falta la otra cerveza.
ya se había subido el pantalón, pero se había sacado la remera.
…
La próxima les comento como siguió.
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