MARTÍN, MI SOBRINO. 1/2.
Soy o era un tipo normal y bastante centrado, hasta que mi hermana tiene que dejar a mi sobrino nalgón todo un fin de semana en mi casa.
HISTORIA CORTA DE DOS CAPÍTULOS, (espero la disfruten).
VIDA NORMAL – EL HIJO DE MI HERMANA. (1)
Abrí los ojos con ganas de seguir durmiendo, pero la mañana estaba espléndida, el sol entraba a raudales por los grandes ventanales del departamento situado en el décimo segundo piso de aquel moderno edificio e iluminaba toda mi habitación apurándome a levantarme y salir de la cama. El lugar tenía cuatro dormitorios, uno en suite, living-comedor amplio, cocina y baño de uso común, balcón terraza que abarcaba el living y el dormitorio y una vista fantástica a la plaza del pueblo, en realidad, aunque en algunos perduraba la mentalidad de pueblo, ya era una gran ciudad con más de doscientos mil habitantes.
La ciudad y su periferia abarcaba unos 9 kilómetros cuadrados, tenía el formato básico de los pueblos del interior de la Provincia de Buenos Aires, plaza grande, diez mil metros cuadrados y rodeada de las edificaciones más importantes, Catedral, Palacio Municipal, Escuela pública Nro.1, Edificio del Consejo Escolar, Biblioteca pública municipal, el Banco de la Provincia, pero en sus adyacencias se notaba un crecimiento más que importante. El Centro Comercial de veredas anchas y cómodas, plagado de negocios de toda índole se extendía, desde la plaza, unas doce cuadras para los cuatro puntos cardinales.
Claro que no todo era netamente comercial pues además de los comercios, pizzerías, restaurants, confiterías y los Bancos, estaba rodeada de Colegios públicos y privados, Primarios y Secundarios por dónde uno quisiera buscar, además de la Universidad homologada a nivel nacional y Academias de cualquier orden, para más, un Bingo inmenso, en síntesis, una densidad poblacional, de tránsito vehicular y de transportes públicos que la alejaba enormemente de su condición de “pueblo”.
Siempre había escuchado esa palabra, nací, crecí y me desarrollé en el lugar, a escasos quinientos metros de la plaza principal y más de una vez escuché preguntar a la gente mayor cuando tus pasos te encaminaban para el lado de la plaza, “¿vas para el pueblo?”. A mí y creo que, para muchos, ese era nuestro lugar en el Mundo, “nuestra ciudad”.
Como sea, soy Andrés, tengo veintiséis años, un metro ochenta y cinco de hombre bien plantado, practiqué Rugby y diversos deportes desde chico en el Polideportivo Municipal y lo que menos tuve fue trazas de alfeñique, pues “tablas” y músculos se hacen notar, tengo el cabello castaño claro, según dicen, ojos pícaros, “labia” no me falta y estoy a punto de recibirme de Contador Público. Desde chico o desde que tengo uso de razón, la pasé muy bien, mi padre comenzó como Concejal, tuvo dos períodos como tal y luego fue Intendente, lleva cuatro mandatos en el cargo y es una especie de “caudillo regional”.
De “Santo” no tiene nada y yo lo tengo muy claro, pero mientras a mí no me joda y él lo sabe bien, yo me aprovecho de eso, de hecho, mi departamento fue un “regalo” de la empresa constructora por la firma del Decreto de autorización para construir una serie de siete edificios en distintos puntos del Centro de la ciudad, es cierto que hubo algunos otros “regalos” más que se repartieron Concejales y mi padre, pero yo quedé conforme con lo recibido, lo mismo pasó con el auto que tengo y con la mensualidad que recibo que me permite vivir más que cómodo.
Tengo otras prerrogativas que trato de no utilizar, en eso mi padre me enseñó bien, porque, así como no es “Santo”, tampoco es tonto, “no acapares ni trates de “vivir de arriba” con pelotudeces o limosnas, eso le jode más a la gente que si te la llevás en carretillas”, -me dijo siempre-. Por eso mismo, desde que comencé a salir con amigos, fui uno más y el primero en pagar cuando la cosa era “a la romana”, tampoco aceptaba tragos gratis en los boliches bailables o en el consumo de tal o cual confitería y estuve siempre pronto para ayudar a quien, en ocasiones, lo necesitara, lógicamente alejado de “las pavadas” porque de “vivos” estamos llenos.
Todavía estoy soltero y sin ganas de concretar nada, ni siquiera novia o pareja, no me interesa, como estoy me encuentro más que bien y nada me urge. Bueno, lo de nada es un decir, si la fémina está buena y me da calce no me importan maridos, novios o amantes anteriores, por mi cama pasaron “veteranas” de muy buen ver, (MILF que le dicen), hasta “abuelas querendonas”, compañeras de estudios y ni hablar de las jovencitas que incursionan en la Política, parientes o no de otros referentes y en los cuadros de personal municipal, como sea, nunca pretendí lograr algo con ellas por ser “el hijo de…”, eso siempre lo dejé claro y ellas sabían que era sólo sexo, las que se equivocaron, llegaron “hasta ahí”. Según una “abuelita fifi” de casi sesenta años que me dio vuelta un fin de semana en la casa de la Costa, yo tenía “con qué”, buen físico, buena conversación y un “aparato” de 21 x 5,5 que sabía usar con técnica y esmero. Sin ninguna duda que estaba orgulloso de mi “atributo” y más de una vez, las “buenas mentas” sirvieron para que féminas que creía inalcanzables, se acercaran para saber cómo era “la historia”, nunca me dijeron lo contrario y estoy creído que, en la medida de lo que se dio, he logrado satisfacerlas.
Ese viernes en la mañana no había actividad municipal, se había decretado un feriado nacional largo y no tenía que ir a la oficina a hacer de Secretario del Intendente, pues eso era lo que era en la práctica, aunque no figurara en ningún Organigrama, ni siquiera tenía nombramiento de ningún tipo en la administración. Me resultaba mejor así, yo me la llevaba igual y nadie podía hablar de Nepotismo, eso sí, conocer, conocía todo lo que pasaba en todos los ámbitos de esa Municipalidad, “si te crees vivo o mirás de arriba, siempre aparece alguno más vivo que vos”, -decía mi padre y tenía razón-, por eso mismo, lo mío, era evitar de trascender y más de uno se dio contra la pared al creer que yo era un “tonto utilizable”.
Madre no tengo, falleció cuando yo tenía catorce años y mi padre jamás se volvió a casar, aunque mujeres nunca le faltaron, tengo una hermana tres años mayor, una belleza de mujer con la que hicimos nuestros primeros “pininos” en eso de las caricias, besos y penetraciones. Ella tenía ganas de averiguar lo que hablaban con las compañeras del colegio y su timidez sólo la dejaba acercarse a su hermano. Cierta tarde en que creí que estaba solo en la casa, me bañé con la puerta abierta, mi padre, sólo a veces, venía a dormir y entendí que mi hermana había salido, el hecho es que entró al baño y me vio desnudo, de ahí a querer tomar mi verga con la mano fue solamente un detalle, luego vino todo lo demás.
Tiempo para estar solos en la casa nos sobraba, las ganas abundaban y nos desvirgamos juntos, menos mal que ella tenía más conocimientos que yo en el tema y sabía cómo cuidarse y a mí me convino bastante porque su culito parado, gordito y duro aprendió hasta a hablar con mi verga en su interior. No quedó nada por practicar y aprender, mi lengua adquirió una ejercitación inusitada, ella solía quedarse disfónica por sus gritos de placer y aguantarme para hacerla disfrutar más se convirtió en una constante.
Su carácter apocado había cambiado sustancialmente, un buen día me dijo que se había puesto de novia con un conocido en común y la relación se enfrió totalmente, cada cual pasó a hacer su vida y me aparte de ella, le hablaba sólo lo necesario. Al poco tiempo se casó embarazada de su único hijo y se fue a vivir a otra casa con el marido, aclaro que mi cuñado no es mal tipo y nos llevamos bien, pero, muchas veces, al ver a mi hermana moviendo el culo dentro de sus jeans entallado, me importa tres mierdas lo buen tipo que pueda ser mi cuñado.
Luego de darme un regio baño me puse a preparar el desayuno, café con leche, jugo de naranjas y tostadas con dulce de arándanos, estaba delicioso. Aproveché también para ver las últimas noticias del país y nada mejor para eso que ponerme a ver mi tablet, entrando on line en cada uno de los portales de los canales de noticias. Se avecinaban las elecciones generales y, a nivel nacional, las cosas no estaban nada cómodas para el oficialismo nacional, como pasaba casi siempre, el Gobierno actual no había hecho las cosas bien y el que pudiera hacerse cargo no la iba a encontrar fácil.
A nivel local eso no nos preocupaba tanto, mi padre había hecho las alianzas necesarias para mantenerse en el cargo y, en “nuestra” ciudad, la del Intendente era casi una elección aparte, había todavía un alto porcentaje que estaba a favor de lo que se había hecho y votaban independientes de lo que se proponía en lo partidario, aunque, a decir verdad, siempre había tiempo para cambiarse al bando más conveniente. Elucubraba todo lo escuchado y sonó mi celular, miré la pantalla antes de contestar y aparecía allí el nombre de mi hermana.
- Hola buen día, ¿qué pasó?, ¿hubo algún terremoto o se murió alguien cercano?, dinero no tengo, -dije y pregunté sin darle tiempo a contestar-.
- No seas malo hermanito, tengo un problema grave y me tenés que ayudar.
- ¡Qué raro que aparezcas cuando necesitás algo!, ¿qué es lo que te anda pasando?
- El jefe de mi marido se casa nuevamente y nos invitó a pasarlo en su Estancia pues hace tres días de fiesta.
- Me parece bien, son lujos que puede darse (era un empresario muy importante de la carne y mi cuñado formaba parte de la Junta Directiva), espero que la pasen bien, pero, ¿qué pito toco yo en eso?, ni siquiera lo conozco.
- El problema es que la fiesta y la “juntada” anterior y posterior es sin chicos, no podemos faltar y no tengo con quien dejar a Martín.
- Ahh, claro y pensaste en tu querido hermanito, pero, me podés decir que hago yo con mi sobrino todo un fin de semana en mi casa.
- Dale, no seas así, sos el único que nos podés salvar y Martín se porta de maravillas.
- Nada de “nos podés”, de última te salvo a vos y me la voy a cobrar haciéndote morder la almohada, una de cal y otra de arena.
- Sos igual que papá, siempre tenés que obtener alguna ventaja.
- ¿No me digas que con papá también…? Sos terrible hermanita, jajaja, no te enojes, yo pensé que te gustaría recordar tiempos idos, yo los tengo siempre presentes.
- No, estúpido, con papá nada de nada y sí, yo también pienso en esos momentos, más que nada en “ese”, está bien, vos cuidámelo a Martín y a mi vuelta charlamos.
- Es que yo no quiero “charlar” nada, ¿cómo te lo explico?, jajaja. Imagino que el nene se irá a portar bien, ¿no?, no deseo andar haciéndome mala sangre.
- Nada que ver, ya tiene casi nueve años y en casa se lo tiene “cortito”, si se pone caprichoso en algo dale cuatro gritos y levántalo de los pelos, enseguida te obedece.
- Pobre chico, parecen padres torturadores ustedes, ¿cuándo tienen que irse?
- Prácticamente estamos saliendo, pensábamos salir después de dejarte a Martín.
- ¡Linda yunta ustedes dos!, traémelo antes de almorzar porque pensaba ir a la parrilla y lo llevo conmigo.
- Gracias hermanito, te quiero.
- Yo también te quiero, atada en una cama y toda desnuda, te quiero.
- Jajaja, nunca lo hicimos así, me voy a quedar pensando en eso, en un rato pasamos por tu casa, chau besos.
Lo que mi hermana me pedía no era tan dramático, tendría que hacer de “tío bueno” parte del viernes, todo el sábado y casi todo el domingo, en lo único que me jodía era en el “emboque”, estaba claro que no podría llevar a ninguna de mis amigas de viernes o sábado en la noche, pero, viéndolo de forma positiva, me permitía recuperar fuerzas para el domingo a la noche y la semana venidera, de hecho, la hija de dieciocho años de un Puntero Político de un barrio cercano andaba un tanto alborotada conmigo y no tardaría en quedar ensartada con mi “aparatito”.
Como fuere, me puse a preparar una de las habitaciones, hice la cama pensando en que hacía como un año que no lo veía al “pendejito”, nuestra familia estaba compuesta por mi padre que andaba siempre en “la de él”, mi hermana donde tampoco había familiares de parte de mi cuñado y yo, ninguno era muy amigo de las reuniones familiares. Salvando esto, en las pocas ocasiones en que los había visitado por algún cumpleaños o las fiestas de fin de año, el “gordito” de cabello rubio y facciones aniñadas parecidas a las de mi hermana, había actuado muy dado con su “tío preferido”, según decía él, al margen de que otro no tenía y yo le llevaba muy lindos regalos.
Llegaron a mi casa apenas pasadas las doce del mediodía. Mi cuñado de jeans, pero siempre muy formal, mi hermana en cambio vestía de remera ajustada, sandalias de yute y un shorcito de jeans que hacía notar sus piernas y su culo redondo, parado y duro, para mejor, si siempre lo tuvo admirable, yo sabía qué hacía ejercicios para mantener sus nalgas de muy buen ver, de su cara, su cabello totalmente rubio y lacio y sus tetas mejor no digo nada, corro el riesgo de babear el teclado. Mi sobrino Martín se había estilizado bastante, ya no era “gordito” su físico, aunque menudo se veía bien armado.
Arrastraba un bolso que parecía más grande que él y tuve que poner mi mejor cara de póker cuando se agachó para meterlo dentro del departamento. Jamás se me había cruzado por la cabeza algún tipo de pensamiento sexual respecto de mi sobrino, pero no pude dejar de ver el culito que portaba, era espectacular, sus dos nalgas estaban bien marcadas y el shorcito, también de jeans recortado “a mano”, dejaba ver parte de sus nalgas al igual que lo llevaba su madre. No bien dejó el bolso se trepó de un salto para abrazarme y besarme.
- Hola tío, gracias por cuidarme, ya le dije a mis papis que me voy a portar bien y te voy a hacer caso en todo, -dijo cruzando sus piernas en mi cintura a la par que me daba besos en las mejillas-.
- Ya sabe que, si no se porta bien y no te hace caso, se las tendrá que ver conmigo, -agregó serio el padre-.
- Quedate tranquilo que conmigo no va a joder, -dije dándole la espalda como si jugara con el nene, pero yo sabía que lo había hecho para que no me vieran apretarle las nalgas, asombrosamente duras-.
- No lo dejes usar demasiado la computadora y que se duerma temprano porque si lo dejás es capaz de amanecer jugando sus juegos, no pude hacer que los dejara y los trae en el bolso, -dijo mi hermana mientras mi sobrino se movía sutilmente como si le gustara que sus nalgas fueran acariciadas-.
- Listo, a dormir temprano entonces, Martín andá a la habitación que te preparé a dejar tus cosas, -lo bajé para que lo hiciera y le pregunté a mi hermana si tenía alguna maña rara para comer o algo para destacar-.
- Pónganse de acuerdo, yo voy bajando, gracias de nuevo cuñado, -expresó el marido de mi hermana yendo hacia el ascensor-.
- No, no tiene ningún problema, cualquier cosa me llamás y, por las dudas, andá preparando las sogas, lo de estar atada a la cama mientras “esto” me entra, me encantaría, -acotó tocándome el bulto que se endureció en el acto-.
- Que no te quepan dudas que voy a estar preparado, chau, pásenla lindo, -le dije dándole un beso en la mejilla mientras mi mano se perdía entre sus piernas-.
Luego de que se fueron cerré la puerta y me fui para la habitación de mi sobrino acomodándome el bulto porque por la posición me había dolido al erectarse y, aunque no estaba a un 100%, el bulto se notaba. Entré y vi que había sacado su PlayStation y estaba acomodando su ropa, lo hacía con método y paciencia y noté que tenía todo separado por bolsas de nylon.
- Nos vamos a ir a comer a la parrilla, a menos que quieras comer alguna otra cosa, entonces tenemos que elegir otro restaurant.
- Está bien tío, ¿vos decís de comer en esos lugares donde te atienden y te traen la comida a la mesa?, mi papá nunca nos lleva a comer afuera y mi mamá le dice que es un miserable.
- Bueno, no importa, ahora estás conmigo y te propongo algo, vos me decís lo que te gusta y trataré de satisfacerte, eso sí, sin mentiras, no me gusta que me mientan.
- Yo no miento tío, mi mamá me dice que no hay que mentir y que no es lo mismo que guardar secretos.
- Me parece muy bien, otra cosa más, vas a tener que cambiarte el shorcito porque con la colita que tenés más de uno te la va a querer tocar, -ni sé porque se lo dije, lo miré y me salió, eso derivó en todo lo demás-.
- Muchos compañeros de la escuela dicen que les gusta mi cola y a mí no me importa, sólo dejo que me la toquen los que me gustan, hasta el profe de Educación Física me la toca a veces.
- A ver, a ver, contame cómo es eso, ¿tus padres saben de esto?
- No tío, mi papá ni siquiera me deja tener amigos y no quiere que venga ninguno a mi casa, si se entera que me dejo tocar la cola, me da una paliza, ese es un secreto mío.
- ¿Por qué me contás a mí?
- Porque una vez mi mamá le dijo a mi papá que vos sos alguien en quien se puede confiar y que no contás los secretos y si te cuento los míos no los vas a decir porque son secretos.
- Eso es cierto, lo que me vas a contar ni tu madre lo sabrá porque yo también sé guardar secretos, es más, en mi casa, cuando viene gente me pongo ropa, sino ando en calzoncillos o desnudo, ese es mi secreto, -le dije porque me encantaría verlo moverse en libertad con su culito al aire-.
- Eso me gusta, si vos querés también puedo andar así, pero en secreto.
- Listo, es un trato, pero si estás desnudo me pueden dar ganas de tocarte el culito, -le dije dándome cuenta que me gustaría muchísimo poder, no ya tocar, sino acariciar esas nalgas paradas y duras-.
- Con vos no hay problemas tío, sos de los que me gustan, hace un rato me las tocaste y yo no dije nada, además también me podés contar de algunas cosas que vi en la compu.
- ¿Qué fue lo que viste?, -pregunté pensando que ese fin de semana sería un tanto duro de sobrellevar, o no, ya veríamos-.
- En la que tengo en mi cuarto no porque mi papá le puso un código, pero una vez vi en la de mi papá cuando él miraba una película en que dos hombres desnudos se metían el pito del otro en la boca.
- ¿Te pusiste a mirar esos videos con tu papá?
- Nooo, pero mamá había salido y papá miraba la compu con la luz apagada y se estiraba su propio pito, yo lo vi desde la puerta de mi cuarto porque me despertaron los ruidos que él hacía y los de la película, pero te juro que miré y después me metí en mi habitación, si él se enteraba que había visto me iba a dar una paliza.
- Bueno, ya está, ya pasó, después te voy a dejar mirar en mi compu y te explico lo que quieras, ahora cambiate el shorcito y nos vamos a almorzar, -le dije pensando en que mi cuñado se masturbaba mirando videos de gays en acción, tendría que averiguar sus gustos-.
- ¿Me pongo otro short o un jeans largo?, -preguntó Martín mientras se sacaba el que tenía puesto y me dejaba ver sus nalgas llenas y pulposas tapadas por un slip con dibujitos que no podía contener a las dos esferas de carne-.
- Ponete el largo y apurá que tengo hambre, -le dije y salí rápido de la habitación-.
Me fui a lavar la cara, no entendía lo que me pasaba, el culito de mi sobrino me había hecho calentar lo indecible, creo que si permanecía un rato más a su lado iba a intentar penetrarlo a como diera lugar. Para colmo de males, el pendejo quería averiguar todo lo referido a la sexualidad y en cualquier momento alguno de sus compañeros más grandes se lo cogerían en el colegio, sin contar que podría hacerlo algún profesor más avispado, sin dudas que era un culito para ser ensartado. El culo duro que parecía el de una nena latina adolescente sumado a la inocencia de sus actos lo convertían en una presa fácil y apetecible. Cuando me avisó que ya estaba listo me encontró pensando en si podría penetrarlo con mi verga sin lastimarlo o si tendría que dilatarlo con algunos de los plug anales o consoladores que tenía guardados para usar con mis amigas, lo cual me dejaba en claro que tenía que intentarlo, era preferible el tío a cualquier otro.
Martín me llegaba un poco más arriba de la cintura y caminé con él hasta mi auto ubicado en el estacionamiento del edificio, le pasaba una mano detrás del cuello, mis dedos lo acariciaban sutilmente y él posaba su cabeza en mí aceptando caricias que, era evidente, el padre no le daba, lo que no sabía es que yo tenía otros planes y mi mano bajaba también a su pecho para acariciarlo y apretarle los pezoncillos endurecidos, lo cual le provocaba estremecimientos que no podía disimular.
“¿No querés ir a almorzar a un restaurant que tiene juegos para los chicos?”, -le pregunté recordando que había uno nuevo en que los chicos se entretenían antes o después de comer allí con sus familias-. Me dijo que sí y se le notó la alegría por experimentar algo que no conocía. En el lugar nos atendieron muy bien, comimos mejor y Martín aprovechó a jugar en los toboganes, en los sube y baja y aquellos de caños en los que se avanzaba sostenidos por las manos, pero lo mejor fue que departió con otros chicos. De regreso a casa se acurrucó feliz a mi lado colocando su cabeza junto a mis muslos.
- ¿Me dejás que te toque el culito?, me gusta mucho y tengo ganas, -le dije tocando su espalda y cruzando los dedos para que no lo tomara a mal-.
- Bueno tío, pero con el jeans no vas a poder tocarlo bien, -contestó sin ninguna connotación rara y siguió-, ¿Querés que me lo saque?
- Ahora no, mejor nos sacamos la ropa los dos cuando estemos en casa y vemos las películas que querés ver, -me salió decirle, además allí lo podría tocar a gusto-.
- Dale tío, como quieras, tío, ¿este bulto que tenés es porque se te puso duro el pito?, -preguntó tocándome-.
- Sí, cuando los hombres ven un culito tan lindo como el tuyo se excitan y se les para el pene o la verga, no es pito, -le dije jugado-.
- Eso es para coger, ¿no?, ¿vos sabés coger?, -preguntó y se me pararon hasta los pelos de la nuca-.
- Sí, yo sé coger, pero, ¿cómo sabés vos de eso?
- Porque un chico repetidor de sexto me pidió que le tocara el pene duro por sobre el pantalón y me dijo que me iba a coger con eso y que me lo metería en el culito porque yo era un putito. Yo no quiero ser putito, pero me daban “cosas” en la panza cuando pensaba que me la metía por el agujerito, ese chico es uno de los que me gustan.
- Si querés te enseño como se hace, pero a mí no me gustaría que andes entregándole el culito a cualquier chico.
- Bueno tío, yo quiero aprender, aunque me parece que tu pene o verga es muy grande para entrar en mi colita, igual, si me enseñás te prometo que vas a ser el único que me la toque, -me dijo con una voz cargada de inocencia, que hasta pensé que me estaba sobrando y ya conocía de esa historia de vergas y culito roto-.
- Podemos hacerlo despacio y con una cremita que tengo para que no te duela casi nada, luego lo vemos en casa, eso sí, ya sabés que, a tu padre, a tu madre y a tus amigos…
- Ya lo sé, será un secreto absoluto de nosotros.
El resto del camino lo hice en silencio, es decir, no hablé, pero tenía una lucha interna tremenda en la cabeza, de hecho, tuve que aguantarme para no acabar llenando mi bóxer de leche. La calentura que me agarré era extrema, me imaginaba entrando en ese culito espectacular y ya no me importó si era virgen o se lo habían cogido a mansalva y disimulaba conmigo, como fuere, tenía que tomarme mis tiempos a fin de que resultara placentero para los dos, estaba convencido que, si lo hacía bien y con calma, me pasaría el final del viernes, el sábado y parte del domingo cogiendo el culito de mi sobrino a lo pavote. “Comerse” mi verga por ese conducto estrecho no era algo para tomar a la ligera, más de una había gritado desesperada pidiendo que se la sacara y habían llorado como criaturas cuando tomaba posesión de sus culos, claro que habían terminado gozando y queriendo repetir, sin dudas, eso era algo que tenía que lograr en ese culito chiquito y prometedor.
Cuando íbamos en el ascensor me preguntó si yo estaba enojado con él porque no le había hablado más y le contesté que no lo estaba, lo que sucedía es que no sabía si a él le iba a gustar o no que lo cogiera. “No lo sé tío, nunca lo hice, pero vos me dijiste que sabías y quiero aprender”, -dijo abrazándose a mi pierna derecha-. No bien entramos al departamento corrí las cortinas de todas las ventanas y lo miré cuando se sacaba la ropa, ya no había vuelta atrás, cuando su culito quedó expuesto nuevamente mi verga dejó de entender de razonamientos.
Me quedé en bóxer, aún tenía un poco de pruritos para dejar mi verga al descubierto delante de él, pero mi sobrino no se privó de observar en detalle el bulto que se notaba claramente debajo de mis interiores. Le dije de irnos a la cama y allí veríamos los videos mientras le enseñaba como era eso de coger. Lo llevé cargado en mis brazos y con mis manos, como no podría ser de otra manera, abarcando cada una de sus nalgas, algo que no le pareció nada descabellado y que, por la cara que ponía, le causaba gran placer.
- Tío, yo te dejo que me toques la colita tío, pero vos me tenés que dejar que te toque el pene o verga, dale, dejame.
- Bueno, yo te voy a mostrar, eso sí, como vos sos el que tenés que aprender tenés que hacer todo lo que te diga y sin quejarte porque si no, no te enseño nada.
- Sí tío, te lo prometo, también me vas a dejar ver videos, ¿no?
- Ya los tengo preparados, son dos, no son muy largos, pero se ve cuando se cogen a nenes de tu edad, a ellos les gusta mamarlos a los hombres y después les piden que se la metan en el culito.
No me dijo nada más, se lo notaba excitado por lo que desconocía y se colocó boca abajo mirando hacia la cabecera de la cama porque le puse la tablet sobre las almohadas, yo lo acaricié desde la nuca hasta los pies, disfruté cuando se le escaparon unos gemidos, índice evidente de que le gustaban las caricias y lo dejé mirando los videos. Preparé un plug anal no muy grande y un consolador mediano junto al gel lubricante, luego me senté a su lado.
- Tío, ese nene se mete el pene o verga en la boca y parece que se ahogara y al otro nene le meten la verga por el culito, parece que les gusta y a mí me dan “cosas” en la panza y se me pone duro mi pitito, ¿está mal eso?
- No, está bien, eso quiere decir que te gustaría que te hagan igual, pero primero hay que aprender otras cosas, tenés que aprender a dar besos y caricias, no sólo recibirlas, -le dije mientras se retorcía y su culito se movía incentivando todo mi morbo-.
- Dale, enseñame porque yo creía que esos penes no les iban a entrar en el culito a los nenes, ¿no les duele?, -preguntó girando el cuerpo y me dejó ver su pitito que parecía un maní endurecido-.
- Al principio les duele un poco, pero después les gusta mucho, ya te vas a dar cuenta, ¿querés que siga?
- Sí tío, seguí, pero ¿me vas a enseñar tu pene?, -preguntó dejando de ver el video-.
Tal como venía la mano era al pedo seguir dando vueltas con esa historia, mi sobrino quería ver y sentir una verga y yo estaba dando un montón de vueltas. Cerré la tablet y me puse parado al costado de la cama para pedirle que me sacara el bóxer, entonces se arrodilló en la cama y lo hizo, la cara de sorpresa fue tremenda cuando vio mi verga erecta que saltó frente a su cara, “es muy grande tío y no tenés pelos, cuando lo vi a mi papá tenía muchos pelos”, -dijo con cara de asombro-. Le expliqué que me depilaba porque era más aseado y le pedí que la besara.
La tomó con sus dos manos y besó el glande degustando el líquido que emanaba de éste, por lógica preguntó si eso era la leche y también le expliqué lo que era. Le pedí luego que se la metiera en la boca y chupara todo lo que podía sin usar los dientes. Ni pizca de algún retobo Martín hacía todo lo que yo le pedía, pero su boca desentrenada y chiquita no podía albergar más que el glande. Se cansaba con esto y subí a la cama pidiéndole que se colocara de manera que pudiera preparar su culito.
- ¿Después me vas a meter todo esto en mi culito?, no va entrar o me va a doler mucho tío, tenés una verga muy grande, -dijo sin ocultar su miedo-.
- Por eso tengo que poner crema y comenzar de a poco usando los dedos, después te voy a meter un aparatito que tengo para estirar el agujerito y recién al final te meteré la verga.
Iba a tomar la crema para embadurnarle el culito y decidí que primero tenía que degustarlo, eso me encantaba y a él no le iba a desagradar, entonces lo hice poner boca abajo y acerqué mi cara a la zanja que separaba las nalgas. Frente a mis ojos la imagen fue espectacular, su culo era una manzana que tentaba para morderla y el asterisco rosado y cerrado demasiado tentador, las acaricié escuchando que mi sobrino gemía de satisfacción, las abrí con mis dedos y me mandé con toda la boca sin que me importara el sabor a transpiración y un cierto tufillo a mierda.
Mi lengua se movía lamiendo y tratando de perforar el hueco cerrado, mi mano había pasado por debajo de su cadera y acariciaba su pitito y huevitos diminutos, Martín, preso de una excitación inesperada levantaba el culito ahogando grititos de placer en la almohada, “¿qué me hacés tío?, ¿qué me hacés?, me gusta mucho y mi pitito parece que va a reventar”, -decía moviendo la cara- y le pedí que dejara que su pene chiquito explotara, que eso lo haría sentir mejor, no me contestó, sus temblores y la contracción que experimentó en todo su cuerpo me decían de su orgasmo seco.
Yo estaba a reventar y había un único modo de llevar las cosas con calma y penetrar su culito con dedicación y calma, tenía que descargar mis huevos que me pedían a gritos un alivio y me moví para acercar mi miembro a su cara, le metí el glande en la boca haciendo que éste calzara bien, le tomé la cabeza con mis manos y le dije que no debía perder ni una gota. La primera descarga lo ahogó, pero no pudo moverse y siguió aguantando las tres o cuatro descargas restantes, tragaba apurado con los ojos llenos de lágrimas y con la nariz chorreando semen, pero a mí me vino bien.
- Eso que me hiciste tragar era la leche, ¿no?, -preguntó mientras le limpiaba la nariz y le metía un dedo en la boca con el resto que no había podido tragar.
- Sí, era mi leche y en lo sucesivo te la vas a tomar con ganas hasta que te guste, -le contesté esperando que me dijera que no le había agradado-.
- Está bien tío, está salada, pero me gustó, no es fea, -dijo dejando expeler un aroma a semen de su boca-. ¿Vas a seguir con tu lengua en mi culito, eso me gusta mucho, -agregó-.
- No, voy a usar la crema con mis dedos y después te voy a meter este “juguete”, -le dije mostrándole el plug anal-.
- ¿Eso es para agrandar el agujerito y que no me duela cuando me metas tu verga?
- Sí y no te quiero escuchar quejarte, vos querías que te enseñara a coger y esto es parte de eso, igual vas a ver que lo vas a disfrutar.
- Bueno tío, metelo, yo me voy a aguantar, pero hacelo despacito, eso también es grande y mi agujerito es muy chiquito, yo ni me puedo meter los dedos.
- Ahh, sos un pillo, ya lo intentaste.
- Sí, porque quería saber cómo sería cuando mi amigo de sexto grado me metiera su pene.
Eso que me decía me daba la pauta que Martín era tan caliente como lo había sido su madre y ganas no le faltaban para gozar de una verga en sus entrañas, claro que el primer desvirgador sería su tío adorado y que luego se fuera olvidando de coger con otros, aunque para hacerle la cabeza con eso había tiempo. Regresé a mi posición anterior, pero en este caso usé las manos y la crema, puse bastante crema sobre su hueco y comencé a trabajar en él con mi dedo medio, no forcé su entrada, lo unté despacio y fui metiendo el dedo y más crema a medida que se relajaba.
“Ay tío, ayyy tío, me duele un poquito, pero me gusta que me metas tu dedo en mi culito, me da “cosas” en el pitito y en la panza”, -decía moviendo las nalgas y buscando más penetración. Mi otra mano acariciaba su nuca y su espalda y pronto tuve todo el dedo incrustado en su interior, apenas si Martín había amagado con un quejido, su esfínter apretaba mi dedo y lo saqué para ponerle más crema e intentar con dos. Estando de costado lo podía “manejar” bien y moví los dedos cogiéndolo con ellos, él subía y bajaba sus caderas y se quejó cuando intenté con tres, pero debe haber recordado que no debía quejarse porque se calló y aceptó la intromisión.
Mis tres dedos se movían en su culo y yo los giraba a la vez que los metía, “me gusta tío, ¿falta mucho para que me metas tu verga?”, -preguntó impaciente-, le dije que aún faltaba, a la vez, puse un poco de gel en mi miembro erecto y estiré su brazo hacia atrás para que su mano la recorriera y apretara, “la siento grande en la mano, ¿estás seguro que va a entrar en mi culito?”, -dijo mientras me acariciaba y apretaba el tronco-. ¿Qué le iba a decir?, se lo afirmé diciéndole que sólo le dolería un poquito y embadurné el plug para comenzar a cogerlo con él.
La punta entró sin problemas, pero comenzó a quejarse cuando la parte gorda comenzó a abrirle el ano, “agggg, eso me duele tío, es muy grande, pará, pará, no te apures”, -dijo levantando la voz al quejarse-, fue instantáneo, ni siquiera lo pensé y la palma de la mano cayó con fuerza sobre una de sus nalgas, “¿en qué quedamos?, no quiero escuchar que te quejes, ¿entendiste?”, -expresé con cierta voz de mando-. “No te enojes tío, te juro que no me quejo más, pero no me pegues”, -pidió casi sollozando y entendí que el padre lo tenía acobardado a golpes ante cualquier desobediencia-. Se mordió los labios o mordió la almohada, el hecho es que ya no se quejó tan abiertamente y continuó con sus movimientos manuales a mi verga erecta. El plug entraba y salía sin problemas, su culito lo recibía con cierto agrado y podía observar que su esfínter quedaba dilatado cuando lo sacaba todo, era el momento de probar con el consolador más grande y le puse gel a la par que lo encendía.
Martín se quejó y se calló abruptamente cuando más de la mitad del falo de plástico entró vibrando en su culito, “se me abre todo tío, está frio, me gusta, tocame el pito, está muy duro, pero creo que me voy a hacer pis y caca”, -dijo con algo de desesperación-. Ya me había dado cuenta con el plug que debía tener los intestinos cargados y, sin sacarle el consolador del culo, lo llevé al baño, apenas si tuve tiempo de sacarle el consolador antes de sentarlo en el inodoro y descargó sus tripas con cara de alivio.
El vibrador parecía haberle aflojado los intestinos y, mirándome con cara de bobo, me dijo que lo iba a tener que limpiar, luego se llevó el glande de mi verga morcillona a la boca, el “chupete” parecía gustarle, se la metió hasta la mitad antes de toser y sacarla de la boca, tenía su papel incorporado de “putito virgen” e iba a insistir para dejar de serlo, sus ganas de ser cogido no habían disminuido, pero me aparté de él y abrí las canillas de la ducha tomando una pera de goma del neceser que había en el lugar, después lo cargué y lo metí en la bañera, “vamos a bañarnos y te voy a limpiar bien ese culito”, -le dije al ponerlo bajo el agua tibia-.
Por dos veces inundé sus tripas por medio de la pera de goma y, en medio de gemidos y temblores, al grito de que le encantaba sentir el agua, logré que sus tripas quedaran limpias, después le pedí que aprendiera a hacerlo solo porque cada vez que quisiera estar conmigo tenía que tener el culito muy limpio. Lo aceptó enseguida y quiso volver a mamarme, pero sus labios llenitos me gustaron más y le dije de enseñarle a besar, en realidad, yo lo besé a él, le “comí” la boca con ganas y tuvo que abrirla para que mi lengua la profanara, tampoco fue que le costó mucho devolverme los besos y jugar con su propia lengua.
Le enseñé como debía obtener placer por medio de la masturbación, luego nos secamos bien y lo cargué nuevamente para llevarlo a la cama. Martín se aferraba a mi cuello, me lo besaba y gemía dejando que mis manos hurgaran por su culito limpio, “¿ahora me vas a meter la verga?”, -volvió a preguntar y le dije que sí-, lo que él no sabía es que no perdería el tiempo como antes. Los ojos le brillaban por la experiencia que viviría y lo coloqué boca abajo para usar nuevamente la crema en su ano, los dedos entraron sin problemas y era momento de “ensartarlo”.
Lo hice girar para que quedara boca arriba y con las piernas elevadas y mirándolo a la cara, busqué su huequito virgen, el glande palpitaba cuando entró en su conducto y sus ojos se abrieron desmesuradamente, “no grites o te tapo la boca y te la meto de golpe”, -le dije ordenándole-… “Me duele tío, me duele mucho, es muy grande, por favor, sacala, mi culito es muy chiquito”, -pidió con las lágrimas a punto de explotar desde sus ojos-. La saqué y su cara de alivio se notó, pero fue solamente para ponerme más crema y volví a insistir con mi glande en su agujerito que parecía palpitar. Esa vez fue sin mucha espera y media verga se instaló en sus tripas hasta que detuve el empuje, Martín no aguantó, gritó desesperado de dolor y se movió como para salirse, algo que era imposible porque mi cuerpo, prácticamente lo tapaba escondiéndolo debajo. Sólo lo miré serio y dejó de gritar, pero seguía quejándose, eso no me molestaba, al contrario, me incentivaba y comencé a entrar y salir, aunque sin avanzar demasiado.
Mi hermana también había reaccionado igual cuando le rompí el culito hasta que comenzó a aflojarse como en ese momento lo hacía mi sobrino. Estuve un rato bombeando en su interior y al comenzar a gemir estimé que era el momento de pasar a la segunda etapa. Mi hermana había vuelto a gritar cuando apreté sus pezones y Martín hizo lo mismo, pero eso me ayudó a clavarlo totalmente, me pareció que algo forzaba el ariete en su interior, aunque el morbo de la situación no me daba para elucubraciones y pegué mi pelvis a sus nalgas, allí me quedé quieto viéndolo llorar y no era por la pérdida de ninguna virginidad, se la había “comido” entera y el dolor se hacía sentir.
Su conducto me apretaba como nunca nadie y me moví para besarlo y acariciar su piel tersa y transpirada. No había dudas que los besos y las caricias le hacían mucha falta y respondió tal como esperaba. “Ya no me duele tanto tío, pero parece que tuviera un tronco que me llega a la panza por adentro del culito”, -dijo tragando sus mocos-. “No te apures, tu culito se tiene que acostumbrar al grosor y después podés comenzar a moverte despacio”, -le dije porque, en definitiva, yo ya había logrado lo que quería-, le había roto el culito a mi sobrinito de nalgas prodigiosas, era delicioso estar dentro de su culito y ahora le tocaba gozar.
“Ahora me duele sólo poquito”, -me dijo y movió su cuerpo como tanteando el dolor que sentiría al hacerlo, no debió ser mucho porque, aun cuando no podía meter más verga dentro de su cuerpo, él parecía querer más y me pidió que me moviera yo. Volvió a quejarse cuando entré y salí aumentando el ritmo de las penetraciones, pero, poco a poco, su cara se fue transformando. Me llevó su tiempo hasta que tembló y su pitito duro arrojó unos chorritos de orina, “perdoname, perdoname tío, no me pude contener”, -acotó al mancharme la pelvis, pero le dije que me había encantado-.
Era superlativo estar machacando su culito y le hice cambiar de posición, estando en cuatro me permitía entrar y salir con más ganas, mi verga y todos mis sentidos estaban eufóricos con eso y él ya se animaba a pedir más, pero su cuerpo se vencía porque estaba cansado y le llené las tripas de leche, “me echaste la lechita, me di cuenta porque está caliente”, -dijo dejándose caer de bruces-. La verga se salió haciendo un “plop” que me supo a gloria y Martín se quejó, miré su culo abierto como nunca y lo dejé que se hiciera chiquito debajo de mi torso.
- Tío, al principio me dolió mucho cuando me la metiste, pero después me gustó, quiero que me des besos y me sigas cogiendo todo lo que quieras y que me des la leche en la boca y…
- Pará, pará, desacelerá un poco, yo te voy a seguir cogiendo, pero que ni se te ocurra darle más bola a ninguno de tus amiguitos, si alguien más te coge me voy a enojar mucho.
- No, tío, te prometo que nadie más me va a coger y que no voy a dejar que nadie me toque la cola, sólo vos, ¿voy a poder venir a visitarte para coger?
- Sí, vas a poder venir y quedarte alguna noche, tengo que amoldar bien tu culito a mi verga.
- Me va a quedar el agujerito muy grande y no quiero que mi mamá o mi papá se den cuenta.
- Vas a ver que cuando te laves bien con agua fría se te achica y parece que nunca te hubieran cogido, eso sí, secreto total.
- Sí, secreto total, pero de los dos, vos tampoco digas nada.
- Prometido, vamos a darnos una ducha porque se hizo tarde, ya es de noche y tenemos que cenar.
- ¿Podemos comer hamburguesas de McDonald?, mi papá nunca me compra, dice que es comida chata.
- Habrá dicho que es comida “chatarra”, pero nosotros la vamos a comer, voy a pedir que nos la manden a casa, ¿querés?
- Sí tío, es mejor, todavía me duele un poquito el culito al caminar, jijiji, -se rio pícaramente como para sí-.
- ¿Qué es lo que te causa gracia?
- Te voy a contar un secreto, yo quería que me cogieran y cuando mi mamá me dijo que vendría a pasar unos días acá, se me antojó que fueras vos porque te quiero mucho.
- Qué pillo resultaste, ni cuenta me di…
Al rato nos trajeron la comida, quiso comerla sentado entre medio de mis piernas y, como estábamos desnudos, él mismo se encargó de poner mi verga semi dormida entre sus nalgas para luego de eso moverse sutilmente. Le dije que se me iba a parar de nuevo y si la iba a volver a meter, “yo quiero tío, la cremita que me pusiste hizo que no me doliera más”, -dijo moviéndose con más ganas-. Con eso hizo referencia a una pomada antiinflamatoria y analgésica que siempre tenía preparada para las “visitas” y que le había colocado hasta en el interior del conducto-.
Recibí un par de llamados telefónicos de amigas para salir esa noche, pero tuve que inventar excusas, lógicamente no les podría decir que pensaba coger con mi sobrino hasta que la verga dijera basta y no me interesaban otros culos. Hasta mi padre llamó para que lo acompañara a una reunión política y tuve que negarme, a él si le dije el motivo, claro que, obviando el tema de las cogidas, pero supo que mi hermana me había dejado a Martín y no podía andar “haciendo Política” con el nene a cuestas, “traelo mañana por mi casa, vamos a comer un asado”, -expresó y luego mandó besos antes de cortar la comunicación-.
Esa noche, antes de irnos a la cama, fue inusual para mí, en la cama también, pero antes de volver a tener el culito de Martín a disposición, lo dejé jugar con su Play en su habitación y yo me puse a ver una película en el televisor del living. Había pasado una hora y, al no sentir ruidos fui para su cuarto, Mi sobrino estaba dormido, boca abajo y dejando su culito al aire, pero me dio no sé qué despertarlo y lo tapé con la sábana, apagué el televisor y, viendo que no habría cogida, me fui a acostar, por lo menos aprovecharía las horas de sueño, sin embargo… Una mirada a mi celular me hizo saber que eran las dos y media de la mañana cuando me desperté por los movimientos que hacía Martín con más de media verga en su boca.
- No me podía dormir tío, me despertaron los ruidos de los autos y los colectivos y me dio miedo estar solo, -dijo al dejar de mamar-. Eso era algo lógico, él vivía en un barrio privado y allí no había ruidos raros que te despertaran.
- Bueno, ya pasó, ahora voy al baño, tomá, ponete la crema vos solo pues ahora vas a aprender otra forma de coger.
- Yo quería tomar tu leche tío, ¿podré?
- Está bien, pero todavía no podrás sacármela con la boca, a mí me gusta que la tragues hasta la garganta y aún no aprendiste.
- Decime como hago tío, -dijo y lo dejé para ir al baño, al regresar ya tenía el culito lubricado-.
- Vení a chuparla para que se pare bien y después te vas a sentar arriba, te vas a coger vos solo.
Se esmeró con la mamada, pero por más que intentaba, no pasaba de la mitad, su propia boca chica no lo permitía, luego hice que me la embadurnara con crema y le pedí que se sentara dándome la espalda dirigiendo el glande con su mano, yo disfrutaría viendo como el ariete se perdía dentro de sus nalgas mientras su culito se iba abriendo, daba por descontado que lo escucharía quejarse, pero el movimiento de sus caderas a posteriori y sus entradas y salidas mientras yo lo mantenía de sus caderas sería un espectáculo aparte.
Los quejidos iban in crescendo porque no le resultó tan fácil como creía, su culito había dejado de ser virgen hacia unas pocas horas y todavía faltaba que se acostumbrara. Yo lo incentivaba diciéndole que lo estaba haciendo muy bien, que me causaba mucho placer y que me pasaría horas “haciéndole la cola”. Finalmente, parando y reanudando la penetración, emitiendo quejidos y tragando algunos mocos por los sollozos que se aguantaba, se sentó en mi pelvis, mi verga había desaparecido dentro de su culito duro y moví mis caderas levantando su peso ínfimo para mí.
Experimentó un par de veces sus “cosquillas”, sus músculos me apretaron como nunca y decía que le gustaba que lo cogiera así, máxime cuando comenzó a coordinar sus movimientos, subiendo y bajando por el tronco para auto penetrarse repetidas veces. Su cuerpito y su piel me tenían loco, ni hablar de su predisposición. Estuvimos un rato largo así y le pregunté si se iba a tomar la leche o se la dejaba dentro del culito, “damela en la boca tío, quiero tomármela toda”, -contestó sin dudar y le pedí que saliera-.
Se dio cuenta que, no tendría que apurarse para sacarse mi verga del culito cuando ésta estaba erecta, pero además de la queja por el dolor repentino, se giró y se tragó el glande y un poco más. Me daban ganas de forzarle la boca, aunque me contuve, eso sí, tomé su cabeza y no lo dejé moverse, algo más se la hice entrar y acabé con ganas lanzando un pequeño grito mientras Martín se esmeraba y desesperaba por tragar todo lo que dejaba en su boca, esa segunda vez fue mejor, no tosió ni perdió nada, se notaba que le gustaba y pensé que, en lo sucesivo, aprendería mejor y serían varias las acabadas que se tragaría.
Luego del “polvo” madrugador, nos volvimos a dormir, esa vez con Martín abrazado a mí y con su mano en mi verga dormida. Nos despertamos como a las nueve de la mañana y la bañera nos recibió para el baño matutino, lo llevé alzado hasta allí y su risa de nene complacido se hacía escuchar en el cuarto. Lógicamente, entre enjabonadas, caricias y besos, usando jabón líquido, lo volví a ensartar haciéndole apoyar las manos sobre el borde de la bañera. Los sollozos seguían existiendo, los quejidos también, pero era sólo al principio, después lo disfrutaba haciéndome sentir muy bien.
Desayunamos riendo porque él decía que su culito se estaba acostumbrando a tener mi verga adentro, pero que todavía le dolía y tenía sus piernas flojas. Él mismo dijo que se pondría el jeans para que nadie le viera el culito con los shorcitos y a las once de la mañana estábamos entrando en la quinta que usaba mi padre como casa para vivir. Vi que había tres coches más estacionados allí, pertenecían al Jefe de los Concejales propios y al Jefe de los Concejales contrarios, el otro pertenecía a un Concejal de la oposición más de Izquierda, seguramente se estaría tratando algún “negociado” y necesitaría los votos de la mayoría, no era la primera vez que se hacía, para la “gilada” y la Prensa se mostraba una posición de antagonismo que, en la realidad no era tal, los intereses espurios siempre los “hermanaban” y eso mi padre lo “manejaba” como nadie.
Martín salió corriendo cuando lo vio al abuelo y, al grito de “hola abu”, se le colgó de los hombros para darle un beso en la mejilla, recién allí me enteré que mi hermana lo visitaba con su familia bastante seguido a mi padre, habiendo un nieto de por medio era lógico y eso no me molestó, lo que si me molestó fue ver a las cinco chicas jovencitas que pululaban por el lugar vestidas de remeras y shorcitos que dejaban casi todas sus nalgas al descubierto, sabía que formaban parte de los “postres” para convencer a los que pudieran ponerse remisos, pero no era para que allí estuviera Martín.
- Me hubieses avisado “viejo”, de saber que tenías reunión y habías traído “chicas”, me evitaba de traerlo a Martín.
- Se “invitaron” anoche después de que se hizo la reunión y no podía dejar pasar la oportunidad, está el tema de las obras de canalización del arroyo y lo del puente bajo nivel, de última ustedes comen algo y se van rápido, mientras esté el nene se van a portar todos bien.
- Ni en pedo, prefiero llevarlo a comer al restaurant del Polideportivo.
- Bueno, creo que es mejor, me evito el problema de andar disimulando, de pedo no las encontraste desnudas a estas enloquecidas.
Convencerlo a Martín de que el abuelo tenía una reunión e íbamos a ir a comer a un restaurant muy bonito al lado de las pistas de remo no costó nada. El día mostraba un sol maravilloso y el nene estaba excitadísimo por estar sentado almorzando mientras miraba pasar a los remeros que practicaban o a particulares que usaban sus motos de agua. Le pregunté si lo estaba pasando bien y me contestó bajando la voz…
- Lo estoy pasando genial tío, mejor que nunca, pero apenas terminemos nos tenemos que ir al departamento.
- ¿Por qué?, ¿qué te pasa, te sentís bien?, -pregunté un tanto preocupado-.
- No tío, estoy bien, pero quiero que me vuelvas a coger, ¿no me dijiste que tenías que amoldar mi culito a tu verga, -agregó con toda la picardía en la mirada-.
No pude menos que reírme a carcajadas, la gente de la cercanía me miro sin entender que, la posesión sobre el culito de ese nene había despertado a un “monstruito putito” y que sus nalgas me exigían con ganas de sentir mi “pedazo” colmando su interior.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
De verdad me super aburriste con tu «relato» aburre mucho leer qué describes casi casi de que color era cada perro o cada edificio y uno solo viene a leer algo rico, no vengo a leer tus descripciones de cada casa qué hay en tu pueblo, qué aburrido relato, de verdad 👎👎👎👎👎
Está bien, si te resultan aburridos es lógico que no los leas, de todos modos, yo no escribo para los que tienen las neuronas en la punta del pene. Tu crítica es muy de mediocre y si escribieras algo alguna vez te darías cuenta que los relatos se componen de detalles y no del «bomba-bomba» que únicamente parece interesarte. Claro que explicarte esto está más allá de mis posibilidades, no porque yo no pudiera hacerlo, es porque claramente no podrías entenderlo.
Me gustan estos relatos, la gracia de los buenos relatos está en los detalles que este autor se destaca mucho, si no te gusta lee el montón de otros que son 10 párrafos que dicen «soy tal, la conocí, la cogi y ya»
Excelente 💦💦💦 que buen comienzo…
Gracias. Siempre trato de hacer lo mejor, aunque haya algunos que no puedan entenderlo, sé que hay otros que saben leer y discernir.
Hola. Me gusta la idea del relato en si y que haya detalles pero en algunos casos son excesivos en la cantidad. El detalle sirve para ayudar a la imaginación del lector. Te lo digo como editor que fui. Espero seguir leyendo más de otra historia porque ya digo lo que haces es de calidad comparando lo que se encuentra acá. Saludos desde Baires.
Este igual está muy bueno, de verdad tienes talento autor-san jajaja