Martincito, el niño gordito (10)
Martincito ya era un adicto, y las situaciones favorecedoras llegarían solas..
Era sabado por la mañana, mi mamá había salido un momento a casa de mis tías y yo no tenía nada que hacer, simplemente vivía mi mañana con normalidad cuando de pronto llamaron a la puerta, atendí el llamado y cuando abrí la puerta una mezcla de miedo y sorpresa me llegó. Era la mamá de Martincito, traía puesto un conjunto deportivo que resaltaba sus curvas, era una mujer gordita, pero con unas chichis y culo que se le antojaban a cualquiera, pero yo no me detuve tanto a observarla, tenía miedo, acaso venía a reclamarme?
– Buenos días, vecino- Comenzó diciendo, sus pechos se meneaban al hablar y yo tenía que fingir que no lo notaba,
– Buenos días- Le respondí,
– Tiene algo que hacer hoy? Mi esposo y yo queremos ir a una fiesta pero no tenemos con quien dejar a Martincito, y como usted le cae bien, pues quería ver si me hacía el favor- Me sorprendía un poco como sin apenas conocerme quería dejarme al niño, con razón y habían estado abusando de él tanto tiempo,
-Ah… sí, yo lo puedo cuidar si quiere, pero quiere traerlo para acá o quiere que yo vaya a su casa?- Le respondí, por supuesto que me convenía mucho más ir yo para allá,
– Como gustes, es que Tavito ya se sabe cuidar solo, si quiere nada más estar yendo a ratos a revisar qué está haciendo y que no se salga de la casa- Me decía, y así nos pusimos de acuerdo en lo que tenía que hacer.
El día siguió su transcurso y yo emocionado pensaba en todo lo que Martincito y yo podríamos hacer, a cada rato andaba con la verga parada solo de pensar que lo tendría sólo para mí, y así llegó la hora, fui a su casa y el papá de Martincito me saludó, Martincito por su parte estaba sentado en el sofá sonriéndome mientras sonaba la televisión,
– Mirna, apúrate- Gritó el señor, – Mujeres- Añadió, viéndome, y yo solo le respondí que si con la cabeza, fingiendo una sonrisa,
– Ya, ya estoy lista- Dijo la señora, bajando por la escalera. Llevaba puesto un vestido negro escotado que dejaba lucir sus grandes pechos, – Si necesitas algo le preguntas a Martincito y si es algo urgente me llamas- Me dijo,
– Si, está bien- Le dije, y entonces pasaron de mí para salir de la casa. Por detras el culo de Mirna se veía descomunal, idéntico al de Martincito pero en tamaño familiar y se le notaba que traía puesta una tanga.
Tan pronto los papás de Martincito arrancaron en el auto, él se levantó de su sitio y caminó hacia mí, estaba terminando de cerrar la puerta cuando volteé y Martincito ya tenía la pijama abajo y una erección,
– Me vas a culiar?- Dijo, sonreía con malicia y se tocaba su duro pene
– Espérate, capaz que tus papás regresan- Le dije, aunque también a mí ya se me estaba parando
– No creo que vengan, a parte ya se te paró- Dijo con una risita mientras veía en dirección a mi entrepierna, – Te la chupo?
– Sí – Le respondí nervioso, Martincito se acercó a mí y me empezó a desabrochar el pantalón, estaba por terminar de bajar el boxer cuando se escuchó que se estacionaban fuera de su casa y alcancé a distinguir la voz de su mamá – Tú mamá!- Le dije sin levantar mucho la voz, Martincito saltó y se alejó acomodándose la ropa, yo rápidamente traté de ocultar mi erección mientras su mamá abría la puerta y apurada entraba sin voltear a vernos,
– Se me olvidaron los pases- Dijo, y pasó zumbando por enfrente de nosotros, le acomodé la pijama de la parte de atrás a Martincito dónde se la había colocado mal y pronto, su mamá regresó nuevamente a toda marcha, – Ahora si, nos vemos más tarde- Dijo sonriéndome y sin dar tiempo de responder salió de la casa y se escuchó cómo de nueva cuenta el auto daba marcha.
Sentía que me hormigueaban las piernas, si Martincito hubiera alcanzado a empezar a mamarmela tal vez nos hubiera descubierto, o quizás ni siquiera se habría dado cuenta con lo rápido que pasó, pero aún así el susto nadie me lo quitaba.
– Ya ves, tu mamá casi nos cacha- Le dije a Martincito
– Perdón – Dijo él, bajando la mirada
– Nada más no hay que ser tan atravancado, sale?- Le dije, él respondió que si con la cabeza
– Es que me gusta mucho tu vergota- Dijo apenado
– Hay que esperar tantito y ahorita cogemos, sale?-
– Mmm… Bueno- Contestó
– Hay que ver la tele un ratito- Le dije, él respondió que si con la cabeza, así que nos acostamos juntos en el sofá uno junto al otro.
Mirábamos cartoon network, llévabamos unos diez minutos de ver tele y tenía a Martincito con su cabeza en mi pecho abrazado, mi mano reposaba en su pancita pero yo ya quería sentir su piel, por lo que deslicé mi mano por el borde de su camiseta y empecé a acariciar delicadamente su gorda panza mientras reíamos por lo que salía en las caricaturas. Mi mano avanzó más arriba de su panza, llegando a su pecho y tomé uno entre mis dedos, eran realmente como los pechos de una niña en desarrollo, suave, con un aureola aterciopelada y un pezón que se erizó ante mis caricias, Martincito suspiraba mientras yo seguía pasando mi mano a través de la piel de su tronco y cómo ya no tenía que ocultar la lascivia en mis caricias, me fuí directamente contra el interior de sus piernas, con mi mano palpé por encima de la ropa sintiendo su firme pene,
– Se te paró el pajarito? – Le dije, tomando su pene en mis dedos cubierto por la ropa
– Si- Dijo él, – A ti también se te paró – Añadió moviendo la cola en contacto de mi ya bien marcada erección
– Me dejas agarrarlo?- Pregunté, sabía de sobra la respuesta pero quería jugar con él, Martincito solo dijo que si con la cabeza, así que mi mano se deslizó por el resorte de su pijama, su calzón fué un poco más difícil pero finalmente pasé también por debajo de él y sintiendo primero su ingle pachonsita llegué a su pene, una sonrisa llegó a mí, cuando conocí al niño no era nada de mi agrado y ahora quería tocarle sus partes íntimas por el puro placer de hacerlo, nunca había tenido atracción por la masculinidad de nadie pero ese niño se había convertido en mi placer culposo. Masturbaba a Martincito mientras ambos fingíamos que aún la atención estaba 100% en el televisor,
– Me dejas que te agarre el tuyo?- Dijo Martincito sin apartar la vista de la pantalla
– Sí, bebé- Le respondí, Martincito volvió la vista a mi cara y sonrió, después pasó el brazo por detrás y comenzó a buscar mi entrepierna, lo ayudé desabotonando mi pantalón y bajando el cierre, Martincito sin rodeos fué directo a mi pene y lo tomó en su mano apretándolo, yo regresé la mía a su posición para continuar acariciando el suyo, ninguno de los dos decía nada, solo disfrutábamos de la intimidad del otro, me sentía bien caliente y cómo la amenaza de que los papás de Martincito volvieran se había disipado, ya era hora de hacerlo,
– Quieres que te la meta?- Le dije al oído, Martincito dijo que si con la cabeza. Dejé de masturbar a Martincito y él igual dejó de hacérmelo, tomé su pijama del resorte y con todo y calzones se los bajé un poco, solo dejando su culito al descubierto, Martincito hizo ademán de seguir bajandose la ropa pero lo detuve, – Espera, todavía no te lo quites- Le dije sosteniendo su mano, él solo me vió a los ojos y regresó la vista al televisor, me saqué la verga y se la puse en medio de las nalgas, empujé mi cadera al frente y mi pene se perdió entre esas preciosas nalgas, esto hizo que viniera a mi mente de nuevo la imagen del gran culo de su mamá y me imaginaba como se sentiría semejante culote. Teníamos tiempo de sobra esta vez, jugar un rato haría más rico el momento, así que me movía masturbándome con las nalgas de Martincito y al mismo tiempo regresé a tocarle su verga y huevos, un poco de olor al culito de Martincito empezó a llegar a mi nariz y eso me encantaba, Martincito se dejaba hacer y callado seguía viendo la tele mientras yo le mojaba el surco de su cola con mis fluidos, dejé de tocarle entre las piernas y tomando su camiseta se la empecé a quitar, él ayudó a hacerlo y en un instante arrojé la prenda al piso de la sala para pasar a tocar de nueva cuenta sus pechos, dando pellisquitos a sus pezones y acariciándolo,
– Te gusta?-
– Si…- Respondió en un suspiro, yo le respiraba en su cabello mientras seguía con mi verga en su trasero, – Que no me la ibas a meter?- Dijo
– Que cosa?- Pregunté haciéndome el tonto
– Pues tu vergota- Su voz sonaba agitada y tierna
– Ahh, quieres que te la meta en la colita?- Acomodé mi glande directo en su ano y seguí meneándome
– Sí, métela- Martincito empujó más sus culo contra mí, su ano hacía presión contra mí verga. No dije nada más, simplemente me saqué rápido la ropa baja y los tenis y rápidamente volví a mi posición, le puse la cabecita de mi verga en el ano y dando un empujón lo penetré, Martincito dió un salto y sentí su ano apretándome haciendo que se le saliera mi verga, – Auhh…- Soltó, pero no fué un «Auhh» de dolor solamente, sino dolor rico, o así lo tomé yo, porque volví a apuntar a su culo y otra vez en un empujoncito la cabeza de mi verga le entró, me quedé un momento así para que lo asimilara y despacio me lo empecé a coger, una y otra y otra vez mi cabeza entraba y salía del ano del niño y la rica sensación me hacía soltar líquido.
Estuvimos así unos cinco minutos, el hoyito del niño se sentía más relajado así que nuevamente no le avisé a Martincito, simplemente lo hice y en un nuevo empujón le metí la mitad, él dió un salto pero yo lo sujeté con mi brazo, hice que se acostara encima de mi y buscando su ropa con mi mano se la empecé a sacar, Martincito cooperó y finalmente su short y ropa interior quedaron fuera de la jugada, lo tomé de las piernas y lo hice abrirlas, me acomodé un poquito más agusto y nuevamente empujé, el resto de mi verga terminó de entrar,
– Ay… – Se quejó, está vez con un deje de dolor, pero no lo permití terminar de quejarse cuándo me empecé a mover, se la sacaba casi toda y se la volvía a meter, sentía el recto de Martincito ensachandose y apretando mi pene con cada movimiento y él respiraba por la boca con resueno cada que se la volvía a meter,
– Te duele?- Le pregunté mientras bufaba
– Ujum- Respondió él
– Te la saco?- Le dije, dejando de moverme
– No- Dijo, y sentí que me apretaba intencionalmente con su culo, – Me gusta – Añadió aflojando nuevamente
– Ok- Le dije, y ahora como mayor seguridad volví a la carga, iniciando un poco más suave pero después de un par de minutos subiendo la intensidad y Martincito ya no se quejaba, ahora gemía despacio, le apretaba los muslos y le acompañaba en sus gemidos con los míos, respiraba su nuca y alcanzando también a oler el aroma de su culo y sexo que empezaba a perfumar el aire a nuestro alrededor, – Te gusta?- Pregunté mientras se la enterraba hasta los huevos pegando bien a mí sus nalgas
– Sí, se siente bien rico tu verga- Me contestó con voz caliente
– Tu culo también se siente rico- Le respondí con el mismo tono de voz y lo tomé de las nalgas separándolas
– Siento que me voy a hacer pipí – Dijo
– Es porque ya te vas a venir- Le dije, y seguí dándole
– No, es que si quiero ir al baño-
Su respuesta me hizo parar en seco, no podía dejar que Martincito se orinara ahí encima de mí en el sofá, así que sujetándolo con fuerza de las piernas me senté con él aún ensartado en mi verga,
– Agárrate a mi cuello- le dije
– Qué?- Preguntó con sorpresa haciendo lo que le pedí
– Pues vamos al baño – Le dije
– Así?-
– Sí- Respondí, y con cautela me levanté sin que se perdiera la penetración
– En esa puerta – Dijo apuntado con la mano que le quedaba libre a una puerta que estaba junto a la escalera que conducía a la parte superior de la casa. Caminé con Martincito en brazos hacia ahí, costó un poco de trabajo abrir la puerta y aún más encender la luz, pero sin dejar que mi pene se saliera de su interior logramos al fin entrar en el pequeño baño, había un lavamanos y un retrete en un espacio bastante comedido que nos dificultaba un poco estar ambos ahí, unidos verga a culo, eso sumado al peso de Martincito y que mis brazos se empezaban a cansar, pero el morbo era más fuerte, me coloqué con Martincito aún en brazos y tratando de apuntar su pene en dirección al retrete
– Haz pipí, pues- Le dije, Martincito no podía procesar aún lo que estábamos haciendo, pero finalmente sentí su ano apretando un poco y después el chorrito de orina empezó a salir de su pequeño pene mientras yo lo sostenía y por algún motivo me excitaba mucho la situación, tanto así que volví a la carga culeándolo despacio mientras orinaba, ponía atención en el chorro de pipí de Martincito saliendo de la puntita de su pene y cómo caía haciendo contacto con el agua del excusado mientras me lo cogía. En cuanto terminó de orinar sentí que me apretaba de nuevo la verga con la cola y otro mini chorrito de pipí le salió. Estaba fascinado con el momento y tan excitado que me lo empecé a coger rápido aún en mis brazos, sentía mis huevos mecer en el aire y le respiraba de forma pesada al oído, el niño por su parte tan solo hacía sonidos como de entre un sollozo y un gemido mientras le daba por su culito. En un momento hice un movimiento con el brazo derecho, estiré mi mano hasta alcanzar la verguita dura de Martincito y empecé a masturbarlo como si me lo hiciera a mí mismo, teníamos sexo y al mismo tiempo le pajeaba su pequeño y erecto pene hasta que empecé a sentir en mi verga y mi mano que el niño llegaba al orgasmo, su verguita palpitaba y unas gotitas de líquido me mojaron los dedos mientras abajo su culo daba unas sacudidas deliciosas, no sé si fué la masturbada o la cojida lo que lo hizo acabar, lo que sí sabía perfectamente es que era muy satisfactorio también para mí. Cuando el climax de Martincito se empezó a disipar, bajé la tapa plástica del retrete y lo tendí en ella aún sin sacársela, quedando Martincito con el culo levantado, tuve que doblar las rodillas, era incómodo debido al espacio pero eso no me importaba, el impulso era tan grande que me lo empecé a coger con todo, el Paz-Paz-Paz de sus nalgas chocando contra mí rebotaba en las reducidas paredes y yo estaba vuelto una fiera, miraba como sus glúteos y flacidez temblaban rítmicamente con cada clavada que le daba,
– Ah … que rico culo, que rico… que rico culo- Decía idiotizado y le empecé a nalguear, sus regordetas nalgas temblaban al ser alcanzadas por mi palma y se tornaban en un tono colorado, mi verga iba y venía por su ano con una fluidez exquisita y mis huevos golpeteaban sus nalgas con avidez, tomado de su cintura, de su llantita, me dejé ir con todo cogiéndolo de la manera más dura que lo habíamos hecho pero el ritmo era insostenible para mí, los muslos resentían el cansancio y con una última y bien profunda metida le empecé a empujar por su recto los chorros de leche caliente, las enrojecidas nalgas de Martincito envolvían mi verga morena y yo permanecía atento a ellas hasta que sentí que le terminaba de depositar el semen adentro.
Le saqué la verga a Martincito dejandole el hoyito bien abierto y rojizo, le observé unos segundos más su rico culito y después me limpié un poco con papel mientras Martincito seguía en su sitio con el culo levantado,
– Te gustó?- Le dije apretándole una nalga
– Siiii….- Dijo él enérgicamente para después comenzar a levantarse, – Todavía la siento en la cola- Dijo tocándose el trasero sacándome una risita.
Salimos del baño y con los penes ya flácidos regresamos a la sala, Martincito se puso nuevamente la ropa y yo hice lo propio con la mía,
– Ya hay que cenar- Le dije,
– Sí, ya tengo hambre- Respondió, ambos fuimos a la cocina y nos servimos de la comida que su mamá nos había preparado, regresamos a la sala y comenzamos a cenar en la mesita de centro, sentados en el piso,
– Oye- Dijo Martincito de repente
– Qué?-
– Te acuerdas que el otro día te pregunté si podía comer cereal con tu leche- Martincito tenía una sonrisa grande en la cara.
– Ajá – Respondí, sabiendo ya perfectamente a lo que venía su pregunta
– Ahora sí me das?-
La sola idea me comenzó a excitar, ese niño no paraba de pensar en maneras de que le diera leche, y yo iba listo para dársela toda la noche,
– Bueno, ve por el cereal- Le respondí, Martincito saltó al instante y corrió a la cocina, lo ví sacando un plato hondo y después vertiendo cereal de chocolate en él, – No agarres mucho- Le dije desde mi sitio,
– Sí – Respondió y unos segundos más tarde regresó listo con su tazón y un poco de cereal, una sonrisa grande se dibujaba en su rostro y miraba ansioso mi entrepierna, – Cómo le hacemos?- Dijo mientras se volvía a sentar en el piso junto a mí
– Chúpamela- Le respondí mientras me la sacaba, ya bien parada,
– Pero que te salga rápido, eh – Respondió acercando su rostro a mi erección, yo me eché un poco hacia atrás para mirarlo y él sin reparos se la metió a la boca,
– Mientras mejor me la chupes más rápido va a salir – Le dije, él solo respondió con un «Ujum» sin sacarse mi poronga de la boca. Martincito la chupaba con fuerza, se metía cerca de la mitad y le daba chupetones, – Acaríciame los huevos- Le dije, entonces con su mano derecha tomó mis bolas pasando sus deditos acariciándolas, – Así, y métetela más adentro- Martincito seguía mis indicaciones al pie de la letra y pronto estaba dándome la mejor mamada que me había hecho hasta el momento,
– Te falta mucho?-
– No, ya casi- Le respondí
– Es que ya me dolió la boca- Decía Martincito aún con mi verga en la mano
– No, síguemela chupando, ya casi sale- Le dije tomándolo de la nuca para que volviera a metérsela a la boca
– Me avisas cuando te vaya a salir la leche para que la eches en el cereal, eh?- Dijo,
– Sí – Respondí con nerviosismo, entonces Martincito volvió a tomar mi pene en su boca, con una mano me acariciaba los huevos y con la otra noté se apretaba su pene entre la ropa, no pasó mucho cuando la mamada de Martincito dió resultado y empecé a sentir que ya me venía la corrida, – Ya! Ya, Martincito!- Le dije, él apurado tomó el plato con cereal y lo puso frente a la punta de mi verga, yo me empecé a masturbar a centímetros de la cara y plato del niño y en unos pocos jalones mi verga empezó a soltar los chorros de espesa leche directo sobre el chocolatoso cereal, Martincito sonreía con maravilla y excitación y cuando vió que dejaba de salir el semen tomó mi pene de la base y lo apretó hacía afuera haciendo que una última gota saliera y cayera en su cereal, – Tómate lo que quedó- le dije arrimándole la verga a la boca, él simplemente la engulló y le dió otras cuantas mamadas,
– Ya- dijo, y tomando la cuchara que había traído tomó una grande cantidad de cereal con semen y se lo llevó a la boca, la bizarra imágen me gustaba, Martincito sonreía mientras comía, pequeñas manchas de semen mezclado con chocolate le quedaban en los labios y yo excitado lo observaba y me masturbaba lento,
– Está rico?- Le pregunté, el respondió enérgicamente que sí con la cabeza
– Ves? Te dije que si se podía hacer cereal con tu leche- Dijo, y después se metió otra cucharada grande a la boca, cuando terminó de masticar batió el contenido del plato con la cuchara y volteó a verme- Ya se acabó la leche, pero todavía me quedó cereal- Dijo viéndome
– Ya sabes qué hacer- Le respondí meneándome la verga, entonces sonrió
– Si te va a salir más?- Dijo, tomando otra vez sitio entre mis piernas,
– Si la mamas rico, si- Le respondí,
– Bueno- Dijo, y volvió a la carga mamando mi miembro. Pasaron solo un par de minutos de Martincito chupándomela cuando de pronto dejó de hacerlo y se giró rápidamente dándome la espalda,
– Qué pasó?- Le dije sin entender lo que sucedía, entonces Martincito tomó su ropa del elástico y tiró hacia abajo dejando su culo al descubierto para después apoyarse con las manos en la mesita de centro,
– Te saco más rápido la leche con la cola que con la boca- Respondió, entonces entendí, sonriendo me coloqué detrás de él y sujetando mi verga con la mano lo penetré, aún tenía el culito estimulado después de la cogida que le dí en el baño, así que no fué complicado que le diera toda mi verga de un tirón. Martincito gimió y apretó cuando se la puse toda adentro, se la saqué para ponerle un buen escupitajo y entonces agarrándolo de la cintura me lo empecé a coger, pronto el golpeteo de mi pelvis y sus nalgas se hizo reconocer y ahí estábamos cogiendo otra vez,
– Sepárate las nalgas- Le dije mientras me movía rápido, Martincito se tendió de pecho en la mesita de centro y pasó las manos por atrás tomándose el mismo del trasero y separando sus pompis,
– Ahh… Así?- Preguntó
– Sí….- Le respondí, mientras miraba excitado el culito que me estaba cogiendo. Me encantaba demasiado poder ver así Martincito, ese culo que por momentos imaginaba que era el de su mamá, toda su gordura meneándose al golpear sus nalgas con mi cuerpo, su hoyito tragando mi verga enterita y él gimiendo de gusto, el aroma a sexo que habíamos dejado en el baño ahora también perfumaba su sala. Estaba hecho una furia y le daba duro a ese culo, Martincito me quería sacar la leche más rápido y lo estaba logrando, se veía y se sentía tan bien que yo gemía fuerte, mis gemidos rebotaban en las paredes combinado con los aplausos que su culo y mi cuerpo hacían, eso combinado con los sonidos de gusto del niño y los sonidos de la televisión que aún sintonizaba cartoon network.
– Ya te va a salir la leche?- Dijo Martincito de manera entrecortada
– No. Quieres que te la saqué?- Le pregunté
– No- Respondió de forma apresurada, – Nomás que no se te olvide echarla en el plato… Ay…- Soltó un suspiro y acto seguido su recto comenzó a apretar y aflojar mientras Martincito gemía y movía el culo, momento en que yo se la saqué para ver cómo su ano abierto se contraía y me masturbaba mientras lo miraba, era muy excitante de ver cómo el hoyito del niño palpitaba y saber que era por mí. Justo cuando su ano dejaba de contraer se la volví a meter y me lo empecé a coger de nuevo, no fué mucho tiempo, pues pronto sentí que me iba a correr
– Ya, Martincito, pásame el plato- Le dije, él reaccionó y pasando sus manos por detrás me dió el plato con el cereal, rápidamente lo tomé y apuntando mi pene empecé a botarle el semen en él, me aseguré que la leche cubriera la mayor cantidad de cereal posible, incluso me apreté el pene para que unas últimas gotas cayeran el la «cena» de Martincito. El niño finalmente se levantó, aún con los pantalones abajo se sobaba su parado pajarito y con una sonrisa pícara me miraba,
– Ya?- Preguntó,
– Sí – Le dije, entonces él se subió la ropa y sentándose en el piso junto a mí empezó a comer su cereal, la verga ya se me había bajado y miraba con morbo al niño comiendo cereal con mi semen, con una sonrisa comía mientras me veía y yo le sonreía igual, pronto Martincito terminó y dejó el plato a un lado,
– Si sabe bueno el cereal con tu leche – Dijo,
– Si? Y cómo te gusta más sacármela, con la boca o con el culo?- Le pregunté mientras me acomodaba la ropa.
– Mmm… Con la cola, me gusta cuando me la metes y cómo te hace así cuando te va a salir la leche- Me decía, haciendo un movimiento como de palpitos con su mano, – Aparte que te sale más rápido la leche cuando me la metes por la cola- Concluyó
– A tí también te hace así la cola cuando te culeo- Le dije, repitiendo el gesto que había hecho él con la mano
– Si?-
– Sí, si quieres para la otra te grabo para que veas- Le respondí
– Sí – Respondió
– Bueno, dijo tu mamá que te bañaras, quieres que yo te bañe?- Le dije, insinuante
– No ocupo que me bañes, yo me baño solito- Respondió, «pobre niño inocente» pensé.
– Ah, bueno, iba a ver qué te lavaras bien la cola, pero mejor báñate solo…-
– No! Mejor sí, bañarme tú – Me interrumpió rápidamente, me gustaba tanto que Martincito fuera tan caliente.
No perdimos mucho más tiempo, recogimos los platos, arreglamos un poco el alboroto en la sala y apagamos el televisor, lavé los platos rápido y entonces miré a Martincito fijamente, él nuevamente me sonrió y yo no hacía más que pensar de qué manera lo volvería a hacer mío? cómo lo iba a penetrar? en qué posición? Lo pondría a mamarmela de nuevo o directamente se la metería? Tantas opciones, aún teníamos tiempo para follar y no lo iba a desaprovechar.
– Vamos a que me bañes, pues- Dijo Martincito interrumpiendo mi fantasía.
– Vamos- Le dije, y lo tomé en mis brazos levantándolo haciéndolo reír, subimos la escalera y me lo llevé a su cuarto, mientras él buscaba ropa me fué inevitable poner atención a su habitación, hacía no mucho que yo había estado ahí, ahí fué donde tomé la virginidad del pequeño, había sido muy arriesgado pero había valido totalmente la pena, ahora tenía al niño en mis manos y enamorado de mi verga. Había juguetes desperdigados, entre ellos una figura fálica de pickle Rick que me hacía imaginar metiéndosela por el culo,
– Cuál me pongo?- Preguntó de pronto Martincito haciéndome apartar la vista de sus juguetes, tenía calzoncillos en las manos y un boxer, me acerqué a verlos, el calzón era un tipo bikini de bob esponja,
– Este- Le dije, entonces regresó el boxer al cajón
– Vamos- me invitó, y lo seguí al baño, entramos, encendió la luz e inmediatamente después comenzó a sacarse la ropa, ya lo había visto semidesnudo minutos antes en más de una ocasión ese día, pero inevitablemente me seguía exitando verlo como se desnudaba, cuando tomó el resorte de su ropa baja lo interrumpí y fuí yo quien lo bajó desde atrás descubriendo su colita, Martincito levantó el pie derecho para terminar de sacar su ropa y después hizo lo mismo con el izquierdo, tomó la ropa y la echó en un cesto que había en el rincón para después girarse viéndome sonriente,
– Sigues tú – Me dijo, tardé un momento en entender que se refería a la ropa, entonces comencé a quitarme mi camiseta, Martincito me veía aún sonriente y me daba algo de pena, irónico, a decir verdad, pero seguí con los tenis y después con los jeans, quise alargar un poco el gusto para Martincito y me dejé el boxer para el final,
– Me ayudas?- Le pedí, él me vió a los ojos y enérgicamente dijo que si con la cabeza, se acercó y tomó mi boxer por los lados y dió un tirón largo, dejándome a la mitad,
– Ay, tu vergota siempre- Dijo, y después metiendo la mano tomó mi pene y lo sacó, se le quedó viendo un momento y después siguió bajándome la ropa, le ayude levantando los pies y entonces Martincito se quedó con mi boxer en mano, los ojos le brillaban aún más, entonces en un movimiento me dió un abrazo, yo me quedé inmóvil, después le correspondí el abrazo,
– Gracias por cuidarme- Dijo,
– De nada- le dije, mi pene perdió erección, el momento era muy dulce como para solo pensar en sexo, – Yo te voy a cuidar siempre – Le añadí, entonces Martincito me apretó más fuerte y yo a él. – Ya, hay que bañarse- le dije después de un momento
– Sí- respondió él.
La ducha era a su vez una tina, jamás me había bañado en una, Martincito se metió en la tina y me vió invitándome a unirme a él, el tacto frío del fondo de la tina me hizo estremecer y entonces de nueva cuenta quedamos uno junto al otro, Martincito abrió la llave del agua y esta empezó a correr, su cabello se empapó y miraba como el agua corría desde su cuello a la espalda y se perdía en el canal de su culo,
– Ven- Me dijo, entonces me acerqué entrando al agua junto a él, ambos sonreímos, jamás me había bañado con alguien más después de mi niñez, era algo nuevo también para mí. Una vez que mi cuerpo quedó completamente mojado cerré la llave del agua,
– Te tallo y tú me tallas a mí?- Le pregunté tomando una esponja y jabón
– Si!- Dijo emocionado y tomó te igual manera una esponja poniéndole jabón.
Tomé la iniciativa y comencé tallando el cuello y hombros de Martincito, seguí con su pecho y un poco más abajo, lo llené bien de espuma en su torso y él hacía lo mismo tratando de puntitas de alcanzarme así que lo ayudé agachándome para quedar a su altura, Martincito tallaba mi cuerpo con atención, parecía maravillado con cada parte de mi ser mientras yo le llenaba de espuma la espalda,
– Tienes muchos pelitos- Comentó viendo mi pecho, – Tienes en la axilas, en la panza, en el pecho – Decía, jugando con los rulos de mi pecho lleno de espuma- Hasta en la cola tienes- Dijo, riendo mientras me tocaba en el borde de mi pierna casi llegando al trasero haciéndome reír, – Y en los huevotes- Añadió, dándome un agarrón de huevos
– Pues sí, así también te van a salir a tí – Le dije
– Mmm…- Dijo Martincito, y siguió tallando mi torso con la esponja.
Claramente a Martincito le faltaba ese tipo de interacción, la forma en que observaba mi cuerpo hacía ver qué su papá y probablemente su mamá no le daban mucha atención, esa curiosidad tan marcada que el niño desbordaba conmigo. Por mi parte yo también tallaba su piel, me gustaba demasiado como lo sedoso de su cuerpo se intensificaba con el agua y el jabón, había dejado de usar la esponja y directamente con mis manos lo acariciaba, sus axilas, sus pechos abundantes, su pancita, también a mí me llenaba de curiosidad su tierno cuerpecito, mis manos pasaban y regresaban de su espalda a su pecho pero nunca bajando del torso,
– Oyes- Dijo Martincito de pronto
– Qué?-
– Dijiste que ibas a ver que me lavara bien la cola, pero no me la haz lavado- Dijo
– Es cierto- Le dije, entonces mis manos bajaron de su espalda a sus nalgas, primero las froté en el exterior, mis manos hacían círculos en sus marcados glúteos y se los apretaba
– Quieres… Que te limpie yo a ti?- Dijo
– Sí- Le respondí, Martincito pasó sus manos por detrás de mí y sentí como me tallaba el trasero con la esponja y ambos nos tocábamos el culo, Martincito había dejado también la esponja a un lado y con su manos me tocaba directamente, fué él quien primero comenzó a tocarme el ano con una risita, – Qué?- Le pregunté,
– Tienes pelitos- Dijo, y siguió tallándome el ano con una risita mientras también yo reía
– A ver tu- Le dije y comencé a hacerle circulitos con mis dedos en su hoyito
– Yo no tengo – Comentó con risita,
– Y acá?- Le dije, pasando mi otra mano a tocarle sus huevitos y verguita
– Nooo…- Dijo riendo, entonces él hizo lo mismo manoseando mi entrepierna, – Tu si tienes muchos pelos en tus huevotes y tu vergota, – Dijo, tocándome a dos manos. Ambos nos estábamos manoseando a mansalva, el ano de Martincito seguía un poco dilatado después de la última cogida, así que meter y sacar mis dedos fué algo que sin problemas pude comenzar a hacer, él apretaba mi pene y huevos y me dejaba jugar con los suyos mientras le daba dedos a su culito,
– Ya, hay que enjuagarnos el jabón- Le dije, puesto que la espuma en mi piel ya se estaba secando
– Si – Dijo él con su voz más cálida, abrí la llave y de nueva cuenta el agua comenzó a fluir sobre nuestra piel, le quité el jabón con mis manos a Martincito pasando por todo su cuerpo y él trataba de hacer lo mismo conmigo poniendo especial atención en mi pene,
– Ya no tiene jabón – Le dije con risa,
– Sí- Dijo él con una risita,
– Shampoo?- Le pregunté, tomando el envase en mi mano,
– Sí – Dijo, me puse un poco en mi mano para aplicarme a mi mismo y froté haciendo espuma, después dejé caer un chorrito de champú en su cabeza y de igual forma comencé a hacer frotarlo
– Cierra los ojos para que no te entre espuma- Le dije, él apretó los ojos mientras yo le masajeaba la cabeza y lentamente comencé a agacharme hasta alcanzar su entrepierna con mi cara, miré su pene a centímetros de mi y sin dudarlo me lo metí a la boca,
– Ay…- Dijo Martincito dando un brinquito y riendo mientras su pene se empezaba a parar en mi boca y le daba una buena mamada, pasé una mano por detrás y con dos dedos le empecé a picar el culo nuevamente, pronto la intensidad subió y le daba rápido con mis dedos mientras le chupaba la verga y huevos a la vez, levanté la vista y ví que Martincito apretaba los ojos y la espuma se le empezaba a correr a la cara, así que tuve que detenerme y abrir de nuevo el paso del agua para quitarnos el jabón, tan pronto cayó la espuma Martincito abrió los ojos y me vió sonriente, bajó la vista a mi pene y lo tomó masturbándome, – Si me habrás dejado bien limpia la cola?- Dijo
– No sé, date la vuelta para ver- Le dije mientras cerraba la llave del agua, Martincito se giró dándome la espalda y yo me puse de rodillas, – Inclínate- Le pedí, él se inclinó sosteniéndose con sus manos del borde de la tina, entonces tomé sus nalgas con mis manos y las separé viéndole el ano, limpio, lustroso, aún un poco abierto, le pasé la lengua probando el agua en él, haciendo gemir a Martincito y repetí lamiendo su hoyito varias veces para después meterle un dedo. Un solo dedo entró muy fácil así que le metí los dos índices a la vez y los separaba dentro, Martincito permanecía con el culito levantado gimiendo en voz baja, – Parece que está limpio – Le dije, entonces me levanté, – Vamos a revisar más adentro- Doblé mis rodillas para alcanzarlo, me puse saliva en la verga y poniendo atención detenidamente le empujé mi glande por el ano viendo cómo este se abría recibiendome,
– Ay…- Soltó Martincito en un suspiro,
– Qué? Ya no quieres que te revise la cola?- Le dije, siguiendo el juego.
– No, revisame bien- Dijo
– A ver, entonces levanta más el culito-
– Así?- Preguntó, que delicia que era tenerlo por tercera vez en la noche ensartado en mi verga,
– Sí, vamos a ver que esta colita esté bien limpia- Le dije, entonces lo tomé de la cintura y empecé despacio a meterla y sacarla, algunas gotas de agua resbalaban por la espalda de Martincito, miraba desde atrás su cabello empapado y la humedad en su cuerpo hacía que la luz se reflejara en su gorda silueta que se meneaba con cada clavada y el sonido de los golpes que nuestros cuerpos ocasionaban era más estridente y Martincito gemía soltando el aire de forma pesada.
– Ya me dolieron las piernas – Dijo de pronto Martincito, yo que había estado en piloto automático cogiendomelo me percaté que también estaba entumecido,
– A mí también,- le respondí, entonces le saqué el pene y me lo enjuagué, Martincito se giró hacia mí, tenía su verguita parada, pero me llamó más la atención sus pechos, estaban húmedos con algunas gotas de agua resaltando el rosado de sus aureolas, me puse de rodillas y me metí uno de sus pezones a la boca, estaba fresco por el agua y se sentía demasiado suave, mientras le chupaba el pecho, con mis manos recorría su espalda, la gordura de Martincito combinada con la frescura del agua hacían que se sintiera su piel muy suave, rico, incluso me parecía sentir un leve sabor dulce en su piel, así me pasé a su pecho derecho donde repetí la dinámica chupándolo y tocándole el izquierdo con miamo derecha, me imaginaba que era una niña pequeña en desarrollo, con sus apenas crecientes pechos, pero en su lugar era ese niño caliente que suspiraba mientras yo le chupaba las tetillas,
– Acuéstate- Le pedí, Martincito, sin articular palabra, se recostó en la tina, era incómodo, pero yo quería seguir probando su cuerpo mojado, bajé con mis labios lamiendo y besando su pecho y me detuve en la panza, también se sentía suavecita y fresca, pero bajando más llegué a la zona más suave de todas, su entrepierna. Le lamí la ingle evitando el pene y los testículos, lo hice esperar, mi lengua pasó olímpicamente de su escroto y en su lugar le lamí entre la pierna y el borde de los huevos, una mirada rápida arriba fué suficiente para captar como Martincito con los labios separados disfrutaba como le comía su intimidad y como si nada, sorbí ambos de sus huevos cuál espaguetis y empecé a chupárselos,
– Ay…- Suspiró Martincito mientras le mamaba sus testículos, jugaba con esas bolitas en mi boca y al mismo tiempo seguía estimulándole los pezones, estuve un ratito así y finalmente me pasé a su verguita, Martincito se retorció un poco cuando comencé a darle sexo oral, ahora mis manos las tenía ocupadas a sus piernas, se las acariciaba gozando su gordura y por momentos avanzaba hasta sus nalgas, Martincito se movía y gemía ante mis estímulos, y yo por mi parte, sentía ya como una gorda gota de líquido se me había acumulado en la punta de la verga. Dejé de mamarle el pene a Martincito, este levantó la cabeza al instante mirándome con sus regordetes cachetitos colorados,
– Ya?- Preguntó,
– No- Le respondí, y me levanté, me puse de pie sobre él que seguía tendido en la bañera, Martincito desde abajo miraba mi pene y se estaba tocando el suyo, recargué la pierna derecha sobre el filo de la bañera dándole a Martincito espacio, – Mamalo- Le dije, el niño se sentó en la bañera quedando a la altura perfecta para llevarse mi pene a la boca, pero justo cuando estaba por metérselo hice un movimiento de cadera embarrándole el líquido seminal en la nariz y los labios, Martincito ni se tomó la molestia de limpiarse, solo buscó con su boca mi verga y empezó a mamarla, se miraba divino con el cristalino brillo de mi líquido en su rostro mientras me regresaba el favor con una mamada riquísima, sus gorditas mejillas se le contraían al darle mamadas fuertes a mi polla, y yo, con una mano en su nuca lo guiaba, a veces haciendo que se la llevara más profundo o a veces meneando yo la cadera, cogiéndole la boca. Pronto Martincito me tenía agarrado de los huevos mientras degustaba carne en barra, gemía mientras seguía succionando mi verga y hasta ponía los ojos en blanco. Ese gordito era todo un caliente, estaba disfrutando tanto o más que yo el chupar mi pene.
Martincito había perdido ya todo rastro de miedo y asco que le tenía a la verga cuando lo conocí, ni le debía pasar por la cabeza el hecho de que hacía pocos minutos esa misma verga que estaba chupando la había tenido bien metida en el culo, y ni hablar del miedo que tenía al principio por que se la fuera a meter, ahora estaba disfrutando a tope las sensaciones que una verga le podía dar, solo había sido necesario que alguien lo tratara con cariño y ahora él mismo era quién pedía verga, me la estuvo mamando por un rato prolongado hasta que se pasó a los huevos, yo no podía más que agradecer haberme cruzado en el camino con semejante niño curioso y culo caliente, no se cansaba de recibir miembro ese niño, era rico como me chupaba los huevos, pero ya quería volver a cogermelo, así que me miré en la penosa necesidad de alejarlo de mi entrepierna, pero tan pronto le arrebaté los huevos de sus labios, se abalanzó a de nuevo succionar mi pene,
– Martincito, ya, no quieres mejor seguir culeando?- Le pregunté, apenas así Martincito se sacó mi verga de la boca,
– Sí, cómo me pongo?- Respondió, pero aún miraba fijamente a mi rojizo glande a centímetros de su cara,
– Ven- Le dije, saliendo de la bañera y tendiéndole la mano, Martincito me acompañó, pero aún seguía con la vista fija en su ansiado rabo de hombre, – Acuéstate- Le pedí,
– Aquí? En el piso?-
– Sí-
– Mmm, bueno- Dijo, y acto seguido se recostó, no parecía el sitio más cómodo, pero es que quería penetrarlo ya, así que yo también me comencé a tender en el piso encima de él, Martincito se abrió de piernas y entonces de manera suave le coloqué mi glande en el ano, se sintió muy rico el solo contacto con su hoyito, así que simplemente empujé y fuí sintiendo como me iba recibiendo, primero el glande y luego de la misma forma, con fluidez, todo mi pene terminó de entrar en él, – Ay…- Soltó Martincito al tenerme de nuevo adentro,
– Te gusta?- Pregunté, pero era más que obvia la respuesta,
– Sí…- Dijo él y sus mejillas aún seguían coloradas,
– Porqué?-
– Tu verga, me gusta mucho tu verga- Me Respondió y entonces despacio me empecé a mover, sus nalgas y mis huevos fresquitos aún por la humedad, hacían contacto el uno con el otro y los pechos de Martincito se meneaban con cada metida de verga que le daba,
– A mí también me gusta mucho tu culo- Le dije, acercándome a su oído y comencé a cogermelo más duro, el espacio pequeño y la humedad en el aire hacían que los golpes de cuerpos se escucharan secos, se podía percibir bastante bien el sonido de mis huevos azotando en las nalgas de Martincito y él respiraba profundo dejándose llevar, flojito, abierto de patas, con los ojos cerrados y el culito bien relajado, como si nada se le iba mi verga por su suave y apretadito recto, con tanta lubricación se escuchaba ya también el viscoso ruidito de nuestro sexo, y todo en conjunto se sentía muy bien. Jamás me podría cansar de cogerme a Martincito y lo mejor de todo es que poco tenía que preocuparme porque él ya no fuera a querer que me lo culeara, él estaba fascinado con todo eso, no dejaba la más mínima duda de que le gustaba demasiado, gemía y contraía el culo cada que se la volvía a sacar, como buscando contener mi pene adentro e inevitablemente gemía yo también. Ese culo se sentía increíble, tan suave, tan calientito, era la funda perfecta para mí joven y duro pene, meterlo en ese hambriento ano se sentía sencillamente increíble, cada milímetro encajaba a la perfección en ese agujerito que suavemente envolvía mi miembro y con la misma delicadeza, mis huevos encontraban refugio sobre las nalgas gordas y pachoncitas de Martincito, y de parte de él no había mucho que decir, a Martincito sencillamente le encantaba, todo su regordete cuerpo se meneaba al compás en que me lo cogía, desde su muslos, su panza abultada, sus chichis y sus cachetitos colorados, todo le temblaba con cada metida de verga acompañado de un leve gemido,
– Ay… Ay… – Dijo de pronto, abriendo los ojos y viéndome, bajó la mano izquierda y comenzó a tocarse el pene,
– Te gusta?- Martincito respondió que sí con un movimiento de cabeza bastante marcado e inmediatamente después sentí como le temblaba el recto y abrió grande la boca, gimiendo y tomando aire al mismo tiempo. Sentía rico en el pene las contracciones de Martincito y a la vez observaba sus reacciones, su pequeño pene rosita palpitando al mismo tiempo que su culo, su cuerpo relajado y su cara reflejando el placer que estaba sintiendo, le saqué la verga para verle el hoyo a tope de dilatado y Martincito ni me prestaba atención, él seguía recuperando el aliento cuando volví a tomar posición, lo penetré de una y me acerqué a su oreja,
– Ahora me toca a mi- Le dije, y empecé a culearlo rápidamente, otra vez mis huevos chocaban en sus nalgas, ahora sonando más fuerte, «Lo mandas a bañarse», me pidió la mamá de Martincito, seguramente jamás pasó por su cabeza que no solo me aseguraría que su hijo se bañara bien, si no que me aseguraría que su culo quedara más limpio que nunca, y mucho menos se imaginaría que era para usarlo a mi antojo, para meterle la verga entera a Martincito y saliera solo manchada de mis propios fluidos, de esa ligera espuma densa que se había formado en el rosado ano de su caliente hijo. Sí, me había asegurado de que Martincito tomara su baño, pero también le estaba poniendo un culeadón de campeonato, estando encima de él como un león cuidando su presa, con todo su cuerpecito envuelto por el mío, le daba fuertemente mi verga, hasta el último milímetro por ese culito, «es que usted la cae bien a Martincito», me dijo su mamá en la mañana, poco podía saber ella de que si a Martincito le gustaba estar conmigo, era porque le encantaba mi verga y que me lo culeara, por eso estábamos ahí aún teniendo sexo, por eso seguía él aún con las piernitas abiertas dejándome hacérselo, mirándome a los ojos mientras también yo lo veía, me excitaba mucho ver qué le gustaba, los gestos que hacía al entrar y salir mi pene de su interior, gemía despacito de vez en cuando y de pronto sonrió,
– Ya te salió la leche- Me dijo, sonriendo con orgullo, yo no le dije nada, solo me dejé disfrutar mi corrida. Martincito otra vez lo había conseguido, nuevamente me había sacado la leche con el culo, mi masculinidad se expandía y contraía dentro del recto del niño y él parecía ordeñarme, me parecía sentir que apretaba mi verga con sus paredes rectales mientras los últimos chorritos de semen salían y finalmente se la saqué, Martincito se quedó un rato más echado en el piso y yo junto a él viéndole su agujerito abierto, lo suficiente para ver cuando el semen le comenzaba a salir escurriendo por su ano. Me parecía surreal que me había cogido a ese niño tres veces ese día y todo con pleno permiso de sus padres para yo estar ahí en su casa, claro que la parte de culearme a su hijo no estaba en el trato, pero ahí estaba yo con su pequeño tendido en el piso, recién cogido y escurriendo mecos por el culo, pero no podíamos seguir simplemente así, tuve que pedirle a Martincito que se levantara y terminarnos de bañar. Habiendo terminado ahora sí de asearnos, me lo llevé envuelto en una toalla y lo tendí en la cama, Martincito reía fuerte y sin pudor alguno se tendió de patas abiertas en la cama dejándome ver nuevamente su entrepierna,
– Si me quedó limpia la cola?- Me dijo, y tomándose de las nalgas me mostró el ano, aún lo tenía un poco dilatado y se le miraba precioso, rosita y poquito enrojecido,
– Sí, si hasta por dentro te la tallé- Le dije, continuando el juego,
– Sí, pero con tu vergota- Me dijo,
– Bueno, pues para la otra te lo lavas tu solo- Le dije, y me quité la toalla para que me viera nuevamente la verga,
– No, ya nada más quiero que me laves la cola con esa vergota que tienes- Me dijo, y con la punta del dedo se tocaba el hoyito, – Auh…- Soltó mientras se tocaba el ano,
– Qué? Te duele?- Le pregunté,
– Me arde poquito, voy a ponerme crema para lo rosado, el otro día que me culeaste en tu casa también me tuve que poner, porque me ardía-
– Si quieres yo te la pongo, ya para que te duermas-
– Bueno, tráela, está ahí- Me dijo Martincito, yo me giré en dirección a su buró, inmediatamente distinguí el frasco de crema para las rozaduras y otra vez ví la figura del pickle Rick junto a otros juguetes, así que tomé el frasco y volví a la cama con él, Martincito me dió espacio y tomando un poco de crema en mi índice, lo dirigí a su ano, Martincito volvió a abrirse de piernas para darme acceso y delicadamente esparcí el producto en su agujerito, hasta me resultaba raro ponerle algo en el ano a Martincito que no fuera mi semen,
– Ponme más, adentro- Me dijo, yo bien obediente, volví a tomar crema en mi índice y regrese mi mano al interior de las piernas de Tavito, esta vez fuí directo a insertar mi dedo por su ano y me gustó mucho la sensación, internamente se sentía suave, pero diferente, estaba inflamado, eso no me detuvo a jugar metiendo y sacando mi dedo, le metía casi el dedo entero por el ano a Martincito y él solo respiraba suavemente, lo miré a la cara y tenía los ojos cerrados, pero además tenía el pene medio erecto, lo seguía mirando mientras jugaba con su culo cuando escuché un reloj sonar, mire en mi celular y me di cuenta que eran ya las 10, así que dejé el jueguito sexual con Martincito y le saqué el dedo del culo,
– Qué?- Me preguntó,
– Ya es hora de que te duermas- Le dije y comencé a vestirme,
– Mmmm, bueno- Dijo, y también comenzó a ponerse la ropa, apenas se terminó de poner el calzón me quedé embobado viéndolo, se miraba muy rico con esa trusita, le quedaba muy justo y el dibujo de bob esponja solo hacía que se me antojara más,
– Qué?- Me dijo Martincito cuando se dió cuenta de como lo miraba, yo no le respondí nada, solo lo hice regresar a la cama, esta vez fuí yo quien lo abrió de patas y comencé a tocar lascivamente su entrepierna, miraba como el dibujo comenzaba a deformarse con mis caricias hasta que el pene erecto de Martincito se comenzó a marcar justo en la nariz del bob esponja en su calzón, otra vez me sentía bien caliente, tocaba esos órganos sexuales micro desarrollados que me hacían sentir muy excitado hasta que no me aguanté más, le corrí un poco el calzón a Martincito, lo suficiente para que su pene y testículos quedaran fuera, los observé unos segundos más mientras los acariciaba ahora directamente, y como si esas pequeñeces me llamaran, me metí el pene a la boca, sabía rico aún sin tener un sabor real (despues del baño) pero principalmente se sentía muy bien, se lo empecé a mamar apresurado y Martincito no podía más que retorcerse, tocaba su cabecita con mi lengua y lo chupaba, le estaba dando una mamada de infarto a Martincito y más pronto que tarde, añadí sus huevos a la jugada, le mamé las bolitas y la verga un rato para después ir solo a los huevitos y así empezar a turnarme entre huevos y verga, yo no me consideraba gay, para nada, pero esas partes tan tiernas se sentían de maravilla, Martincito a tan temprana edad estaba recibiendo un excelente sexo oral, no cabía duda porque un par de minutos después ya se estaba viniendo, su penesito palpitaba en mi boca y yo aún seguía chupándolo como a un caramelo, se controló un poco y entonces me lo saqué de la boca, ya entonces su pene había vuelto a bajarse, se lo pelé con la punta de mis dedos y le di un beso en el glande para después volver a guardar sus delicadas partes privadas. Regresé a ponerme la ropa y unos segundos después como que Martincito retomó la conciencia y también comenzó a ponerse la suya, se puso su pijama y se volvió a acostar,
– Duérmete- Le dije y le di un besito en la frente,
– Sí- Dijo él y prendió la luz de su mesita, yo me levanté y apagué la luz principal,
– Ya me voy- Le dije, y me disponía a salir de la habitación,
– Espérate!- Me interrumpió Martincito, -Me das leche antes de dormirme?- me preguntó,
– Sí- Le dije y ahora me disponía a ir a la cocina,
– Hey, no. De tu leche- Me dijo y al instante me di cuenta, esta vez había sido yo quien pequé de inocente. Me acerqué de regreso a su cama, Martincito se hizo a un ladito y mientras me acomodaba me fui sacando la verga, un par de jaloncitos fueron suficientes para que se me parara y acomodándome como si fuera a darle biberón, le acerqué a la boca mi badajo de carne a Martincito quién tiernamente, bajo la luz tenue de la lámpara de noche comenzó a chupar mi hombría. Al igual que yo, Martincito disfrutaba mamando mi verga, con los ojitos cerrados se la comía, movía la cabeza y chupaba con sonidos de bebé mamando, con la ligera diferencia en que este bebé tenía 10 años y lo que mamaba buscando leche era una verga, una verga adulta y bien parada. Yo le acariciaba la cabeza a Martincito, de verdad parecía que lo estaba amamantando, y él, con delicadeza, continuaba succionando mi miembro, tenía la mano izquierda dentro de su pantalón, claramente tocándose su pene, y la derecha la tenía ocupada sosteniendo el mío de la base, así continuó, haciéndome una felación tranquila pero satisfactoria, bajó un poco la manita para agarrarme de los huevos jugando con ellos, y después interrumpió el tratamiento a mi pene para hacer lo propio con mis testículos, inició lamiendo mi escroto y besándome los huevos para pasar pronto a chuparlos mientras me tenía ahora agarrado de la verga, como si no quisiera que se le fuera a ir de alguna manera mi entrepierna del alcance, con los ojitos cerrados siguió mamando mis huevos hasta que lo tomé del mentón, me miró aún con mi testículo derecho en su boca y pareció entender lo que le dije con la mirada, se sacó mi testículo y engulló profundo mi verga, se sintió tan bien que me sacó un gemido hondo que hasta me hizo echar la cabeza para atrás y de nuevo lo dejé hacerme ese rico sexo oral de que alguna forma Martincito había comenzado a dominar tan pronto, volví con mi mano a detenerle de la nuca y la derecha la delicé por su pantalón de pijama, no fui a tocarle el ano, ya sabía que le ardía y no quería que empeorara, así que sólo le tocaba las nalgas, me imaginaba que su boquita chupando mi verga era su ano, me imaginaba que su suave lengua eran las paredes rectales aprisionando mi dureza y me imaginaba que sus pequeñas manos acariciando mis huevos eran sus nalgas, no pude resistirlo mucho más, la última corrida de la noche terminó íntegramente en la boca de Martincito y él se esforzó bastante en que así fuera, porque me lo mamó duro, eso y con unos apretoncitos de huevos, no quedaba duda de que Martincito había succionado hasta la última gota de mi leche. Le continúe acariciando el cabello y Martincito seguía con mi verga en la boca, se la saqué con cuidado y él se quedó ahí, viéndome con aún los labios separados, tierno, jamás nadie se habría imaginado que ese niño me acababa de dar una de las mejores mamadas de mi vida, me daban incluso unas ganas de tremendas de cogermelo otra vez, aprovechar esa crema en su culo como lubricante y darle otra buena ración de verga, pero no quería lastimarlo, además que se miraba cansado, continúe un poco más acariciando su cabello, me guardé el pene y pronto Martincito cayó presa del sueño.



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