Martincito, el niño gordito (7)
Martincito me dejó ir más lejos.
Había amanecido nublado, no quise meter mano al auto por ese día, había estado el anterior hasta tarde masturbándome recordando lo que había hecho con Martincito y quería dormir más, sin embargo eran ya pasadas las 9 y no lo lograba, así que bajé a desayunar. Comía lento y pensaba, era muy rico todo lo que hacía con Martincito, estaba mal, pero que rico había estado. Aún tenía el plato enfrente con cereal cuando tocaron a la puerta, a paso lento fuí y abrí y mi sorpresa fué encontrarme a la mamá de Martincito y el niño tomado de su mano,
– Buenos días vecino, Martincito me dijo que que te preguntó ayer si podía venir a quedarse aquí contigo un ratito y le dijiste que sí- Yo miré a Martincito a los ojos y él se rió con picardía,
– Ah, sí, dijo que iba a pedir que lo dejara aquí – Le respondí,
– Yo ya le dije que no sea tan enfadoso contigo, si te está molestando con lo que haces en tu carro yo me lo llevo- Dijo la señora,
– No, está bien, si me ayuda Martincito- Le dije con una sonrisa viendo al niño, – Solo que hoy no voy a estar arreglando el carro, pero igual se puede quedar aquí si quiere- La mamá de Martincito lo vió con cara de regaño amistoso,
– Bueno, vengo por ti para la comida, ok?- Le dijo,
– Si mamá – Le respondió Martincito
– Si se pone enfadoso me lo lleva a la casa, sale?-
– No sé preocupe – Le dije, y la señora se fué. Me resultaba curioso como la mamá de Martincito era tan confianzuda, parecía no ser una mamá muy atenta y era de esperarse si no había notado que habían estado violando a su hijo por semanas, o quizás meses.
Martincito pasó a mi casa y cerré la puerta, no pensaba en nada sexual en ese momento, solo pensaba en terminar el cereal que estaba desayunando,
– Qué haces?- Preguntó Martincito
– Estaba desayunando- Le dije, y regresé a la cocina y me senté, él me siguió y tomó sitio al otro lado de la barra,
– Ahh. Yo ya desayuné, mi mamá me hizo huevitos con salchicha- Dijo el niño con alegría,
– Si, a ti te encantan los huevos y la salchicha- Le dije, pero claro el no captó el chiste,
– Pues sí – Dijo simplemente, y me miraba comer, – A mí no me gusta ese cereal – Dijo, mientras yo me metía la cuchara llena a la boca.
– De cuál te gusta?-
– Chococrispis- Dijo, – Me gusta porque la leche se hace Chocomilk – Añadió, Martincito no tenía ni cinco minutos conmigo y ya me empezaba a molestar con su cantaleta, – Oye-
– Qué? – Le pregunté,
– Se puede hacer Chocomilk con la leche que me das?- La pregunta de Martincito casi me hizo ahogar,
– No- le dije, mientras tomaba leche para pasarme el bocado,
– Pero porqué? No dices que es leche?-
– Si, pero no es para hacer Chocomilk-
– Ay…- Dijo Martincito decepcionado, – Bueno, y me vas a dar?- Preguntó, «Que más quisiera que darte», pensé,
– Ya tan temprano quieres leche?- Le dije
– Si- Respondió riendo,
– A ver, pues – Le dije, me bajé la ropa y dejé salir mi verga y huevos -Ven y mamala- Le dije, Martincito dió la vuelta a la barra apurado, se encontró con mi erección y automáticamente una sonrisa se le dibujó, me vió a los ojos,
– Que gorda la tienes – Me dijo, y volvió a bajar la mirada hacia mi pene,
– Te gusta?- Yo seguía comiendo mi cereal mientras ese niño clavaba sus ojos en mi pene,
– Sí – Respondió Martincito al instante,
– Chúpala, es toda tuya- Le dije, y abrí las piernas para darle espacio, Martincito se acercó y tomó sitio entre mis piernas, la barra de la cocina tapaba la visión pero no la necesitaba para saber lo que debajo sucedía, sentí el calor del aliento de Martincito entre mis muslos y después la humedad y calorcito de su boca envolviendo mi glande, los chupetones que le daba a mi pene y como lamía la punta justo en el ojillo. Martincito tenía ya una mejor técnica mamando verga, me hacía dudar si era el primero a quién se lo había hecho o si también su abusador lo había hecho mamársela, después de todo si lo abusó tantas veces no me resultaba difícil de creer que no lo hubiera obligado a hacerlo. Me excitaba mucho estar terminando de desayunar y al mismo tiempo tener a un niño chupando mi verga y él también parecía encantarle porque no dejaba de mamar, – No sé te olviden los huevos – Le dije, Martincito no artículo palabra, solo sentí como dejaba de mamar mi verga y comenzaba a lamerme los huevos, era un niño realmente muy sumiso, sin embargo no por eso también yo lo obligaría a hacer algo que no quisiera y era claro que lo que estaba haciendo en ese momento lo hacía con gusto, pues movía muy rico mi huevo en su boca y hacía sonidos de placer, – Martincito, ya, levántate – Le pedí,
– Qué? No te gustó como te chupé tus huevotes?- Dijo Martincito poniéndose de pie y mirándome a los ojos,
– Sí, bebé, lo haces muy bien – La expresión de Martincito cambió al instante y de duda pasó a felicidad, me agarró el pene en su mano y comenzó a jugar con él,
– Entonces? Quiero que me des lechita- Una risita sátira se me escapó al escucharlo decir tal cosa,
– Espérate, quiero jugar primero?-
– Jugar? A qué?- Preguntó Martincito nuevamente con su mirada de curiosidad,
– Con esto- Le dije manoseando su entrepierna por encima de la ropa y apretando suavemente su pequeño pito, Martincito sonrió pícaramente,
– Qué me vas a hacer?- Me preguntó,
– Muchas cosas- Le respondí, me levanté del banco donde estaba, tomé a Martincito levantándalo del culo y lo senté encima de la barra de concreto de la cocina, quité todo lo que estaba en la barra y volví con Martincito, una sonrisa de oreja a oreja se dibujaba en su cara, me acerqué a él y me coloqué de frente, lo abracé y pasé mis manos por su espalda, bajé por ella y me fuí a sus piernas, sus muslos regordetes se sentían suaves y la tela de su pantalón deportivo lo hacía más rico de tocar, metí mi mano izquierda entre sus piernas y comencé a palpar sus partes privadas, su panza abultada me limitaba pero alcanzaba a sentir en mis dedos su levantado pajarito, – Me dejas quitarte el pantalón?- Le dije, él respondió que sí con la cabeza, me arrodillé para primero sacar sus sandalias, al ver sus pies gordos una rara fantasía de masturbarme con ellos me llegó, volví a ponerme de pie y tomé su pantalón del elástico y tiré de él, Martincito me ayudó y con cuidado para no caer, se lo fuí quitando, un calzoncito de color rojo con estampado de unos personajes que no conocía saltaron a la vista, me excitaba mucho, era tan tierno, difícil habría sido imaginar que ese niño ya sabía lo que era tener una verga adentro y se estaba dejando que le hiciera lo que yo quisiera, bajé más su pantalón y ví sus blancos y gorditos muslos, me fuí agachando a medida que seguía bajándole el pantalón y terminé de rodillas con sus pantalones en la mano y sus pantorrillas frente a mi cara, las miré un momento y después como hipnotizado acerqué mi boca a una de ellas y la comencé a besar, a lamer, a pasar mis labios por encima y después en la otra, me iba levantando poco a poco conforme las cubría de besos, llegué a sus rodillas, le dí un beso a cada una y después llegué al interior de sus muslos, ahí fué donde me perdí más, besándolos, chupándolos, mordiendo suavemente su carne, todo esto hasta que sin darme cuenta llegué a su entrepierna dónde comencé a olerlo, sentía su pene en mi nariz, sus huevitos en mi boca y mis manos acariciaban sus piernas, levanté un momento la mirada y vi a Martincito a la cara, estaba inclinado hacia atrás sosteniéndose en sus manos y su mirada dejaba en evidencia toda su excitación, – Acuéstate – Le dije, nuevamente no artículo palabra, solo siguió la orden y terminó de reposar su cuerpecito en la barra, con mis manos separé sus piernas y volví a poner mi cara sobre sus partes privadas, no dejaba de acariciar sus piernas y de oler su entrepierna, le empecé a dar besos sobre la ropa interior, primero en los huevitos, luego en su pajarito, puse mis labios en la punta de su pene como si lo besara y después pasé mi boca al interior de su muslo derecho, esa parte olía tan rico, un olor suave y delicioso, le corrí un poquitito su calzón a un lado sin llegar a verle la piel del escroto y de la misma forma lo olí, estaba ya prácticamente encima de sus huevos, un par de milímetros solamente eran lo que me separaba de ellos y lo empecé a lamer sintiendo el canal de entre su pierna y sus bolitas, sentía en mi lengua el sabor a su aroma, me gustaba tanto ese sabor, con mis ojos cerrados lo seguía lamiendo hasta que no pude más, corrí más su calzoncito a un lado y su par de huevitos rosados salieron a darme la bienvenida, a ellos no les di rodeos, sencillamente empecé a lamerlos, la sensación de ese par de huevitos en mi lengua era maravillosa y su ligero sabor también, minutos antes estaba desayunando cereal con leche, ahora le estaba chupando los huevos a un niño. Martincito levantó la cabeza y me vió mientras yo tenía su huevos en la boca, estaba muy excitado, sus ojos lo decían todo, me saqué sus huevos de la boca dejándolos todos ensalivados y di mi siguiente movimiento, tomé el calzón de Martincito del borde, él sabía que hacer, cerró las piernas y me dejó quitárselo, un movimiento y ya estaba Martincito desnudo de la cintura para abajo, yo no sé lo pedí, él solito volvió a abrir las piernas para mí, ofreciéndome su intimidad, como un perro hambriento sumergí de nuevo el rostro entre las piernas de ese niño, su pene me rozaba la nariz y mi boca de nueva cuenta acabó sobre sus testículos, no era un sueño, era real, tan real que podía oler el residual aroma a pipí en la punta de su pene, le lamí el tallo de su verguita y lo observé, la piel que cubría su glande me daba curiosidad, la quería sentir, con mi lengua la empecé a tocar, se sentía muy suave y delicada, tan solo me hacía querer probar más así que tiré hacía abajo del prepucio y la rosa claro cabecita del pene de Martincito apareció, tan bella y radiante, una sonrisa se formó en mi rostro y le dí una lamida,
– Ay- Soltó Martincito y le temblaron las piernas, pero no le dí tiempo de reaccionar ya que me metí su pene en la boca y lo empecé a chupar, sentía en mi lengua la piel de su pene con el movimiento de arriba a abajo y Martincito suspiraba, ocasionalmente levantaba mi vista para ver su expresión de gusto y seguía mamando su diminuta verguita, le acariciaba los huevitos durante el proceso y en una de esa le separé más las piernas y me alejé para mirar, su ano rosita cuál relleno de galleta de crema lucía delicioso, haciendo conjunto con sus huevitos del mismo tono rosado, Martincito me observaba esperando mi siguiente movimiento y yo no dejaba de ver ese hoyito que me iba a comer,
– Quieres que te chupe el culito?- Le dije, él de nueva cuenta respondió que sí con la cabeza y yo como león al ataque me fuí a lamerle ese culo, mi lengua bailaba sobre las arrugas de su dulce agujero, con una mano lo masturbaba a él y con la otra a mí, los gemidos de Martincito ahora eran más fuertes y se movía un poco ante mi lengua que recorría su ano, huevos y verga, el horror que hubiera sentido mi mamá si hubiera visto cómo en su preciada barra de la cocina le chupaba el culo a un niño. Cuando ya el hoyo de Martincito estaba escurriendo de mi baba empecé a meterle los dedos, primero con uno y segundos más tarde con dos de ellos, debía estar haciendo muy buen trabajo con mis dedos, porque el hoyito de Martincito estaba en su punto, los dedos se le iban suave y yo lo quería sentir con otras partes de mi cuerpo, aunque fuera solo rosar con mi verga ese culito pero poderlo sentir con mi babeante cabeza del pene,
– No te la voy a meter- Le dije, y jalando a Martincito tomándolo en brazos lo puse boca abajo apoyando su pecho en el banco donde había estado yo sentado,
– Qué?- Preguntó, tratando de ver hacia atrás,
– No te la voy a meter- Le repetí, y doblando las rodillas le acomodé mi verga entre las nalgas y la dirigí a su ano, fué una satisfacción inmensa cuando lo sentí con mi glande, cerré los ojos y gemí en voz alta, me daban unas ganas tremendas de empujar, atravesar esa colita y cogérmelo hasta dejarle escurriendo mi leche por el culo, pero debía ser fiel a mi palabra, no se la iba a meter, en su lugar empecé a bombearle suavemente, gozando como chocaba una y otra vez la cabeza de mi pene con su ano y el recorrido entre sus nalgas, trataba de imaginarme mi hinchada cabezona contra su rosado agujerito hasta que caí en cuenta que no era necesario, abrí los ojos y ahí lo tenía frente a mi, ese rico culito blanco con mi morena verga surcando sus nalgas, mis manos en la llantita de su cintura y viendo su nuca de cabello color avellana. Martincito soltaba la respiración de forma suave, el niño lo estaba disfrutando y el viscoso sonido de mis fluidos al encontrarse mi pene y su anito hacía juego con nuestros sonidos de gusto. Lo tomé de las nalgas y las separé un poco para poder ver cómo su ano rebosante de líquido transparente era impactado una y otra vez por mi punta de carne, me hacía saborear con la idea de empujar un poco más fuerte y ver la cabeza de mi verga desapareciendo dentro de ese culito, – Te gusta, Martincito? – Le pregunté,
– Sí…- Respondió, y un gemido se le escapó, – Si… Si quieres…-
– Qué?-
– Si quieres métela… – En cuánto escuché a Martincito decir eso me quedé en shock, agarrado a su cintura y con mi pene aún entre sus nalgas,
– No, Martincito, no quiero lastimarte y que llores como ayer- Le dije,
– Ayer no me dolió, nada más métela poquito y no me duele- Dijo,
– Pero ayer dijiste que no querías – Toda esa conversación la teníamos aún con Martincito reposado en el banco conmigo atrás aún teniéndole la verga entre las nalgas,
– Es que me daba miedo que me fuera a doler como cuando me lo hacía Chuy, pero ayer que me metiste poquito no me dolió- Dijo,
– Ok, pero si te duele me dices- Le dije, y se la saqué de entre las nalgas,
– Qué? No me la vas a meter?- Preguntó Martincito levantándose de su sitio,
– Si, pero vamos a mi cuarto para estar más agusto – Le dije,
– Bueno- Respondió, entonces me acomodé la ropa para poder caminar y Martincito tomó la suya para ponérsela,
– Para qué te la pones? Así vente- Le dije, él solo sonrió y se puso las sandalias quedando aún desnudo de la cintura para abajo, – Ve tu adelante- Le dije, él de nuevo sonrió, Martincito parecía estar mucho más apenado que nunca, debía ser la idea de que me lo iba a coger lo que lo ponía ansioso, él iba enfrente y yo detrás, cuando comenzó a subir las escaleras lo dejé tomar más distancia para verle el culo saboreándome, llegamos a la puerta de mi cuarto y tomó la perilla deteniéndose un momento,
– Si me duele me la vas a sacar, verdad?- Me preguntó con un tono serio,
– Sí- Le comenté con mi mano en su hombro, – Yo no te voy a lastimar – Agregué, él se giró a verme y sonrió, tenía las mejillas rojas y un poco de miedo en la mirada, abrió la puerta y entramos ambos a mí habitación,
– Quieres que me ponga de perrito como ahorita o qué me suba encima de ti – Preguntó, alejando la mirada,
– No, porqué?- Le dije con duda de que supiera que la pose en que lo tenía era de perrito,
– Así era como le gustaba más a Chuy cuando me lo hacía – Respondió, de nuevo el tono melancólico en su voz reinó,
– No, olvídate de Chuy, ya te dije que yo nunca te voy a lastimar – Le dije, y tomándolo de la barbilla le robé un beso rápido, Martincito se sonrojó, sonrió enormemente y me abrazó,
– Sí – Respondió, aferrado a mí,
– Vamos a la cama- Le dije, y lo tomé de la mano mientras nos acercábamos a la cama, tomé su camiseta de la parte baja y él lavantó los brazos para podérsela quitar, me deshice de mi camiseta y Martincito comenzó a observar mi cuerpo,
– Tienes muchos pelitos- Dijo viendo el bello de mi abdomen,
– Tambien aquí tengo pelos- Le dije agarrándome la entrepierna,
– Ya sé- Dijo con una risita, y también con una risa en mi rostro me saqué la verga y huevos, lo tomé de la nuca y jalé su cabeza hacia mi duro pene, Martincito no puso ninguna resistencia, se dejó llevar inclinándose y engulló mi verga,
– Ponme saliva, así te va a entrar más fácil – Le dije, solo alcancé a escuchar un «ujum» mientras Martincito tenía adentro de la boca mi poronga. Tal como le había pedido Martincito soltó mucha saliva mientras me la chupaba, pronto me empezó a escurrir hasta las bolas,
– Así?- Preguntó Martincito sacándosela de la boca un momento,
– Sí, ya acuéstate, vamos a hacerlo – Le dije, mientras me terminaba de quitar la ropa y la arrojaba al suelo.
Martincito se trepó a la cama boca arriba y yo me acomodé abajo con mi cara en medio de sus piernas, primero le chupe un poco su verguita, se la mamé con todo y huevos para luego levantarle las piernas y continuar chupando su culo,
– Si me duele me la vas a sacar, verdad?- Preguntó Martincito mientras lo tenía piernas arriba chupándole el hoyito,
– Si no quieres o te da miedo mejor no lo hacemos – Le dije tratando de sonar lo más comprensible posible,
– No, si quiero que me la metas, nada más no quiero que me duela mucho – Respondió,
– Ya te dije, si te duele me dices y ya no lo hacemos, sale?- Le dije sonriendo, él sonrió con un poco de pena y dijo que sí con la cabeza.
Tomé posición encima de Martincito, así como lo tenía patas arriba me acerqué a él sosteniendo mi verga en mano, el moreno de mi pene hacía contraste con el rosita de su colita, contraste que se hizo aún más evidente cuando se la puse entre las nalgas y toqué su ano con mi hinchado glande, estaba que me derretía del calor que sentía, miré su cara y él tenía la vista fija abajo tratando de mirar más allá de su gran panza, solté un escupitajo que le cayó en el nacimiento de sus nalgas abajito de los huevos y le escurrió hasta llegar a su agujerito rosado, restregué la punta de mi verga en su hoyito untando bien la saliva y comencé a presionar, con la vista fija en mi glande y su ano empecé a moverme empujando suavemente hasta que esté comenzó a ceder, atónito observé cómo mi verga empezaba a entrar en Martincito y sentía maravillas en mi glande, me seguí moviendo metiendo y sacando aquella fracción de mi pene del culo de Martincito y en un empujón deliberadamente más fuerte toda mi cabecita se perdió dentro del agujero del niño, martincito echó la cabeza para atrás y yo me detuve un momento, debía tener más tacto si quería seguir cogiéndomelo,
– Te dolió?- Le pregunté, aún con la mirada en la unión de su ano y mi pene,
– Poquito- Respondió sin levantar de nuevo la vista,
– Quieres que siga?-
– Si- Respondió sin más. Comencé el mete y saca suavemente, observaba con atención como mi glande salía y se volvía perder dentro del hermoso anito rosa de Martincito, pasados unos minutos su hoyo se había adaptado a mi punta y era fácil ir y venir por su interior, se sentía bien rico, Martincito apretaba los ojos y se dejaba coger, su verguita y huevos se movían a mí compás cada que se la metía y sacaba, así que bajé mi trozo quedando encima de él y empecé a darle con más velocidad, mi cama comenzó a rechinar un poco con el movimiento y Martincito respiraba con mayor profundidad,
– Que rico tu culo, te gusta?- Le pregunté al oído a Martincito,
– Ujum… – Martincito se ocupaba más en respirar profundo,
– Te voy a llenar el culito de leche, la quieres? O quieres la lechita en la boca?- El sonido de viscosidad que producían nuestras partes era más grande,
– En el culito- Respondió Martincito y justo entonces me abrazó fuerte soltando un gemido,
– Te está gustando mi verga, Martincito?-
– Me duele…- Dijo, y al instante mi excitación bajó de golpe, – Me duele pero se siente rico en mi cola- Completó Martincito su oración,
– Si quieres ya no seguimos, para que no te duela – Le comenté deteniendo la cogida,
– No, si quiero, se siente rico tu verga- Me dijo, estirando su mano y apretándo el pedazo de verga que le quedaba fuera. Acerqué mi boca a su oído y le dije,
– Tu culito también se siente muy rico- Le dije, y sonreí, él también sonrió con una muy tierna pena en su mirar y prefirió ver a un lado. Volví a comenzar el movimiento, sentía a Martincito más relajado, su hoyito dejaba con mayor facilidad ir y venir la punta de mi pene, ya lo había lubricado bien por dentro gracias a mi preseminal, – Que rico tu culo- Le decía a Martincito con mi voz muy pesada, él solo suspiraba mientras yo me lo seguía cogiendo y con mi mano derecha le apretaba su pecho derecho, era suave, principalmente en la parte de la aureola y el pezón.
Me puse con manos apoyadas a los lados de Martincito, entonces quedábamos casi cara a cara, Martincito me vió a los ojos, parecía distante, miraba sus ojos mientras ponía atención en el ruido que hacia mi verga al entrar por su cola,
– Te gusta?- Le volví a preguntar,
– Ajá – Respondió, entonces le di un beso de piquito,
– Date la vuelta, quiera verte el culito- Le pedí, y me levanté para darle espacio, Martincito rodó en su lugar sin decir nada, me gustaba que debido a su gordura su culito quedaba levantado, era una ricura de ver, las nalguitas gordas, sus carnozos muslos, incluso sus pantorrillas gorditas, era un festín de carne que cómo lobo hambriento iba a devorar, empecé dándole besitos desde sus tobillos, avanzando con calma por sus pantorrillas, una lamida en el interior de sus rodillas y después suavemente fuí besando y lamiéndo sus piernas, continué despacio hasta llegar al nacimiento de sus nalgas y ahí me detuve, alcanzaba a oler mi aroma dentro de ese rico par de masas de carne,
– Abrete las nalgas con las manos- Le dije, Martincito de nueva cuenta no dijo nada, pasó sus manos por detrás e hizo exactamente lo que le pedí, separó sus carnosas nalgas dejando ver su ano en todo su esplendor, rosita, hermoso, brillante de líquidos seminales y ligeramente abierto y rojizo, era digno de una foto, un culo precioso, un culo que me invitaba a metérsela, acerqué mi cara a él y lo comencé a lamer, en cuanto la punta de mi lengua se metió ligeramente él dió un brinquito sin dejar de detenerse las nalgas con las manos y dejándome seguir comiéndome esa parte tan privada de su cuerpo. Era la primera vez que sentía el sabor a mí propio miembro, el sabor a mi propio semen mezclado con el dulce sabor al culito de Martín, me tenía bien exitado, no aguantaba más, debía juntar nuestros cuerpos así que no me hice esperar, me acomodé sobre él y apunte a su agujerito, Martincito aún permanecía con sus nalgas abiertas para mí por lo que pude ver a detalle cuando mi verga irrumpió entre sus nalgas y posteriormente atravesó su ano perdiéndose de vista, un gemido fuerte se me escapó, apreté los ojos mientras disfrutaba tan rica sensación, recobré el aliento y regresé la vista abajo viendo con orgullo mi glande adentro del ano de ese niño, despacito empecé a moverme sin sacar la vista del culo de Martincito que se comía la puntita de mi verga, la sensación era maravillosa, entendía en medida porque ese otro chico disfrutaba tanto violando a Martincito, Martincito era un niño bien caliente y de seguro no puso resistencia cuando comenzó a tocarlo y cuando menos se dió cuenta ya la tenía bien adentro a la fuerza.
Hice a Martincito quitar sus manos de sus nalgas y en su lugar fuí yo quién tomó posesión en sus palmas de tremendos pedazos de carne, le sacaba toda la cabecita de mi verga y se la volvía a meter por su hoyito, ya lo tenía otra vez bien lubricado y lustroso de líquido, era puro placer, o al menos para mí lo era, me balanceaba sobre él cogiéndolo gozando su culito y Martincito solo respiraba suave y profundo, continúe al mismo ritmo sin parar hasta que no pude más y me empecé a regar dentro del precioso agujero de Martincito con un fuerte gruñido de placer, me quedé viendo mi verga incrustada en el culo del niño, palpitando mientras botaba su jugo, hasta que el último sobresalto de mi orgasmo pasó se la saqué y del ano de Martincito comenzó a salir mi semen, me recosté junto a él completamente y satisfecho,
– Ya?- Preguntó Martincito mientras me miraba aún recostado boca abajo,
– Ya- Le respondí con una sonrisa,
– Me echaste la leche adentro en la cola, verdad?- Dijo Martincito llevándose a la mano atrás a su trasero,
– Sí – Le dije, Martincito regresó su mano observando el semen que había tomado en sus dedos,
– Entonces…-
– Qué?- Pregunté,
– Entonces lo que Chuy me echaba el la cola era su leche – Dedujo Martincito dándose cuenta de qué era lo que aquél abusador le hacía,
-… Sí – Le respondí, hubo una larga pausa de silencio en la que Martincito se acomodó de lado viendo en mi dirección,
– Gracias – Dijo Martincito repentinamente,
– Por qué?- Pregunté sorprendido,
– Porque contigo no me dolió – Dijo, y me abrazó, poniendo su carita en mi cuello, yo le acaricié el cabello mientras pensaba en lo afortunado que era, y ahora ese niño me daba las gracias por habermelo cogido, una locura.
– Te gustó?- Le dije al oído,
– Sí, tu verga está bien gorda, pero no me duele si me la metes así poquito, siento rico en la cola- Me respondió
– Que bueno, a mí también me gustó mucho – Le dije, la suave piel de Martincito aún haciendo contacto en mi cuerpo me daba una sensación de paz,
– Entonces así se culea de verdad? –
– Sí, ya te culié de verdad- Le respondí,
– Entonces Chuy me culiaba todos los días – Martincito había llegado a una nueva deducción,
– No, no es igual, porque yo no te voy a lastimar nunca, si quieres que te la siga metiendo y te coja lo vamos a seguir haciendo, pero si te duele y no quieres entonces no vamos a hacer nada que te lastime- Le respondí, con la voz más cariñosa que pude, casi como si no estuviera hablando con un niño acerca de seguírmelo cogiendo y lo abracé fuertemente, me pareció escuchar a Martincito sollozando, entonces me lo aparté un poco de mi pecho y vi sus ojitos llorosos, – Qué tienes?- Le dije,
– Nada- Dijo Martincito y se limpió los ojos con su manita,
– Dime que tienes – Insistí ayudándolo a limpiar las lágrimas,
– Es que me gusta como me tratas tú, si quiero que se sigas metiendo la verga y que me cojas- Dijo con tanta dulzura que me hizo enternecer, tomé a Martincito nuevamente entre mis brazos y lo abracé tendiéndolo sobre mí.
Estuvimos unos diez minutos así, desnudos, abrazados y oliendo a sexo hasta que nos levantamos, Martincito me pidió pasar al baño para limpiarse, dejó un pequeño charco de semen en las sábanas y el aroma a su culito por todo mi cuarto, para cuando regresó del baño ya se había puesto su ropa y yo igual, así que bajamos a la sala y estuvimos viendo tele un rato hasta que llegó su mamá por él, me dió las gracias por cuidarlo y yo le dije que no había porqué, que Martincito era para mí cómo un hermanito, esa mujer por supuesto no se imaginaba que momentos antes había hecho mío el culito de su hijo.
Por fin, espere mucho para leer esta continuación. Sería genial que Martincito contara más anécdotas secretas con Chuy, también explicitas, son muy excitantes, y también siendo vistos por el hermano de Chuy, me encantó leer que no hiciera nada para ayudar a Martin. Y me gustaría que pusieras escenas menos románticas el joven mecánico y el niño, una escena con un buen rompimiento de culo estaría brutal
Uuff… que delicia de verdad!!! Me encanta que Martincito por fin te haya dejado probar su culito.
Que maravilla de relato… Me excita mucho tu relación con Martincito, ya que tenéis una conexión y una complicidad muy excitante. Estoy deseando que subas mas de ella para seguir disfrutándola.
Me fascina y me excita mucho tu forma de escribir, como sigue…?
Que delicia de verdad!!! No sabes lo cachondo que me he puesto y como he disfrutado de una buena paja, al ver que por fin Martincito confió en ti y te entrego su culito.
Como siempre un 10… Ojala todos tuviéramos la suerte que tienen los protagonistas de tus relatos 💦😋
Como sigue?
Muy buen relato, me encanta la forma que tienes de escribir.
Como te he dicho en el otro relato, es una autentica delicia masturbarse con tus relatos. Estoy ansioso por seguir leyendo tus relatos.
¿Cómo sigue?
Excelente relato como siempre… Espero con ganas la próxima parte.
Uff… Muy buen relato… a partir de ahora Martincito podrá disfrutar de tu verga sin ningún miedo y conocer lo que es tener una buena verga domando su culito.
Como sigue? Necesito mas..
Que rico… Me encanta la relación que estáis formando y como tratas a Martincito… Ojalá que a partir de ahora, El pequeño pueda disfrutar de un buen sexo contigo y que le metas la verga entera
Que rico relato me encantó quiero saber que más siguió
Me siento muy identificado con el relato. Aunque se trate de sexo, siempre debe ser con respeto y sin obligar ni dañar a nadie.
Me encantó tu relato espero con ansias la siguiente parte