Martincito, el niño gordito (8)
Me aventuré por el culo de Martincito y valió totalmente la pena .
Los siguientes días se me hicieron algo pesados, después de haber tenido sexo con Martincito nada era igual, solo pensa en tener la oportunidad de poder volver a cogérmelo, volver a ver cómo ese agujerito se expandía con la punta de mi verga y se la comía, después de esa vez me la jalaba con esa imagen en mente de mi culeandome a mi vecinito gordito, sus gruesas piernas abiertas dejándome metérsela.
Miraba ansioso a la acera de enfrente esperando ver a Martincito, pero ya habían pasado dos días desde nuestro encuentro y no lo había vuelto a ver, temprano abría el portón de mi casa fingiendo moverle algo al auto viejo pero era todo una fachada esperando a que el niño llegara de nueva cuenta a mi casa y que tan siquiera me la mamara, pero nada de eso pasó. Así llegó el sábado y ya me había hecho a la idea de no ver a mi gordito, estaba por cerrar el portón de la casa e irme a encerrar en mi cuarto y matarme a pajas como lo venía haciendo los dos días anteriores, pero entonces escuché que alguien venía corriendo, volteé y ví a Martincito viniendo a prisa hacia mí y casi al instante se me empezó a parar la verga, una emoción muy grande me envolvió, haría a Martincito pasar, bajaría ahora sí el portón y me lo cogería, pensaba en dónde lo pondría para penetrarlo cuando llegó frente a mí y comenzó a hablar despacio,
– Hola- Dijo, tomando aire,
– Hola, ven, vamos adentro – Le dije, trataba de tomar un ángulo en que no se notara que la tenía parada,
– No, es que nomás vengo a decirte- Dijo, entonces una desilusión me llegó,
– Ah, qué me vas a decir?-
– Es que- Volteó hacia su casa y después regresó la vista a mí, – En la noche mi mamá y mi papá se van a ir a una boda.y me van a dejar solo- Decía en voz baja, – Y si vienes a la casa y me das lechita?- Dijo en voz aún más baja,
– No, como crees, se va a dar cuenta la gente – Le dije hablando igual de bajo que él,
– Mira, ves las flores rojas de mi mamá?- Me decía Martincito, entonces volteé a ver hacia su casa el arbusto alto con flores rojas que tenían en el jardín de enfrente.
– Ajá – Asentí,
– Bueno, pues atrás de esos hay una puertita que da al patio, te vas por ahí y yo te abro la puerta de atrás – Me decía Martincito, titubeé, no era tan mala idea pero si alguien me veía sería un problema grande, pues mi mamá le hablaba a casi todos los vecinos y ninguno dudaría en chismearle si me veían entrando a la casa de Martincito,
– Es que si me ven… No, mejor no- Le dije,
– Ándale, si te apuras no se darán cuenta porque va a ser de noche, es que quiero que me des de tu lechita- Dijo viendo a mi entrepierna. Solo de imaginarme a Martincito arrodillado mamándome la verga fué suficiente para convencerme,
– Bueno, pero estate listo sin hacer ruido para que no se den cuenta los vecinos- Le dije, a penas estaba terminando mi frase cuando la mamá de Martincito se asomó en su casa y yo levanté la mano saludándola, ella igual me saludó y Martincito volteó a verla sonriendo,
– Si, yo te espero, a las 10 se van mis papás- Dijo, y salió disparado corriendo sin dejarme decirle nada más mientras lo veía yendo a su casa, se detuvo un segundo en la puerta para sonreírme y entró junto a su mamá.
Me pasé el día nervioso, en mi mente iba una y otra vez a casa de Martincito pero siempre en mis pensamientos la vecina más chismosa me miraba por la ventana haciéndome dudar si hacerlo o no, esto continúo hasta que faltando un poco para las diez me puse cerca de la ventana para ver cuándo el auto de los papás de Martincito saliera y efectivamente, faltando poquito para las diez el automóvil salió, yo estaba solo en casa, mis papás también habían salido con mis tíos como de costumbre en los fines de semana así que mi mayor enemigo ahora eran los nervios, tomé valor y salí de mi casa, pasé por enfrente de la casa de Martincito caminando lento, eché un vistazo al vecindario y parecía que nadie estaba fuera, solo la vecina chismosa que más miedo me daba, así que fingi ir a la tienda, pedí mis cosas y lentamente tomé camino de regreso, caminando muy despacio me percaté que la vecina ya no estaba afuera, disimuladamente ví alrededor, me daba miedo, estuve muy cerca de dar marcha atrás y solo masturbarme en mi cuarto, pero cuando estaba cerca de la casa de Martincito caminé rápido, me escabullí entre los arbustos altos de flores y andando a gatas llegué a la tela metálica dónde logré distinguir la pequeña puerta, la abrí muy despacio, un ligero rechinido salió de la puerta y rápido me metí, era un pasillo largo con flores y algunas plantas a los lados, atravesé agachado el pasillo oscuro hasta que llegué al fondo donde otra puerta de madera se encontraba, tal como Martincito me había dicho, toqué la puerta muy despacio pero nadie respondió, volví a tocar un poco más fuerte y rápido volví la vista hacia la calle, ya me iba a regresar a mi casa víctima del miedo cuando escuché pasos detrás de la puerta,
– Quién?- Preguntó Martincito,
– Soy yo- Le dije medio susurrando, entonces abrió,
– Ya pensaba que no ibas a venir – Dijo, y de inmediato entré a su casa, estábamos en la cocina, – Y eso?- Me dijo señalando las cosas que había comprado en la tienda,
– Fuí a la tienda para distraer a la vecina – Le respondí
– Ahh- Dijo Martincito,
– No hay nadie?- Le pregunté,
– No, mis papás se fueron como te dije y dijeron que iban a llegar tarde, que cenará y me durmiera y no le abriera a nadie- Decia Martincito, me sorprendía un poco que lo dejaran así nomás, pero parecía ser normal en ellos, – Oye-
– Qué?- Le dije
– En la tarde se te paró cuando estaba contigo, verdad?- Dijo Martincito con cierta burla en la voz,
– Si – Le respondí,
– Y porqué?-
– Porque pensé que ibas a la casa y te quería coger- Le respondí, Martincito sonrió con picardía,
– Ya se te paró otra vez- Dijo viéndome a la entrepierna con una sonrisa grande y estiró la mano para tocarla sobre el pantalón,
– A tí también se te paró- Le dije, y de la misma forma le empecé a tocar su penesito sobre el pantalón de pijama que llevaba puesto,
– Deja las cosas ahí, si quieres- Me indicó y dejé las papitas y el refresco que había comprado sobre un mueble de la cocina, – Ven, vamos para acá – Me dijo Martincito, lo seguí, los muebles de sus casa eran estilo clásico, se veían finos y que tenían ya varios años, debían ser herencia de generaciones, llegamos a su sala, la televisión estaba encendida y sintonizando cartoon network, Martincito tomó lugar en el sofá y yo me quedé viendo un poco el entorno, la familia de Martincito no vivía nada mal, tenía un plato con comida a medio terminar en la mesita de centro, me senté junto a él y lo observé, – Qué?- Me dijo con su característica sonrisa juguetona,
– No terminaste de cenar –
– Ya no quiero, se me antoja más tu lechita- Dijo, y me senté en el sofá junto a él,
– Quieres…- Me desabroché el pantalón y me saqué la verga bien erecta, Martincito sonrió más grande al verla fuera, – De esto- Le dije meneándomela con los dedos,
– Sí – Respondió él, sus ojos brillaban,
– Chúpala – Le dije abriéndome de piernas, él dió un saltito y se arrodilló bajo el sofá tomando lugar entre mis piernas, miraba con felicidad y deseo mi verga y después cruzó su mirada con la mía, me tenía ansioso por qué se la metiera a la boca, pero Martincito no se hizo esperar, observé detenidamente cómo se llevaba a la boca mi miembro haciéndome suspirado al instante, sentía que la verga se me iba a derretir, entre el calorcito de la boca de Martincito y su saliva me hacía gozar mucho como me la chupaba,
– Ya te va a salir la leche?- Preguntó sacándosela de la boca y jalandomela con su manita,
– Todavía no, síguele – Le dije,
– Te chupo los huevos?- Dijo, instantáneamente sentí que me hormigueban de solo pensarlo,
– Sí – Le respondí, Martincito de nueva cuenta no dudó, levantó mi verga con sus dedos y enterró la cara más abajo, sentí como acercaba la boca y se metía mi huevo derecho entre los labios. Igual como había sentido en el pene, ahora sentía en el huevo que Martincito me chupaba, seguía siendo un poco brusco, pero igual se gozaba tener a ese niño mamando mis arrugados huevos. Martincito pasó de la bola derecha a la izquierda y repitió, sentía el escroto bañado en saliva y bailaba en mi asiento disfrutando las chupadas de Martincito,
– Y la leche? No te sale- Dijo Martincito con cara de aburrimiento,
– Ya casi sale, mira, ven- Le dije, Martincito se puso de pie y yo me lo empecé a comer con la mirada, Martincito traía puesta una pijama de algodón, de esas que quedan pegaditas al cuerpo, tenía estampado de toy story y sacaba a relucir la pancita y piernas gorditas, lo hice acercarse más a mí y lo empecé a manosear por todo el cuerpo, sus muslos, sus pantorrillas, su espalda, lo pegué a mí y lo olí, – Te acabas de bañar?- Olia a jabón y se sentía fresco,
– Sí – Dijo,
– Hueles rico- Le dije, y seguí pasando mis manos por su cuerpecito, continúe entre sus piernas, espalda y pantorrillas, metí mis manos bajo su camiseta y sentí su pancita calientita, subí más mi mano y le toqué una tetilla, su pezoncito suave y sedoso, regresé las manos a su espalda y bajé hasta su culo apretándolo, – No traes calzones – Sentía su culito muy bien en la pijama, Martincito soltó una risita,
– No me puse- Dijo, eso me hizo calentar aún más y más fuerte le empecé a apretar el culo hasta que no aguanté y le comencé a bajar el pantalón, ese pantalón de pijama le quedaba prácticamente como leggins, se lo deslicé abajo hasta dejarlo a las rodillas, ahora tenía a Martincito ahí de frente con su verguita y huevos a la vista, su penecito pálido bien parado,
– Abre las piernas – Martincito hizo lo que le dije y estiré mi mano, le empecé a manosear la verga y los huevos con la mano izquierda y por atrás con la mano derecha le manoseaba el culo, era como si mis manos tuvieran vida propia, la derecha hacia círculos en su ano y la izquierda le estrujaba los huevos, Martincito permanecía de pie frente a mí con los ojos cerrados y las piernas abiertas dejándome hacer con sus partes íntimas lo que me daba la gana, – Te gusta?- Le pregunté, Martincito abrió los ojos y solo dijo que sí con la cabeza, con mi dedo medio trataba de empezar a perforarle el ano, pero debido a la sequedad se me dificultaba, – Quieres que te meta el dedo en la colita?- Solo alcance a escuchar un bajito «ujum» de Martincito, entonces saqué la mano de entre sus nalgas y la llevé a mi boca para poner saliva, mojé mis dedos medio e índice y volví a dirigirlos a su culito, Martincito se estremeció cuándo la punta de mi dedo medio atravesó su orificio anal, lo masturbaba y a la vez le estimulaba su culito haciendo que Martincito meneara la cadera, – Así te gusta más?- Pregunté
– Sí…- Martincito abría y cerraba la boca ahogando gemidos, ya le tenía casi todo el dedo adentro cuando sin previo aviso tanto su hoyito cómo su verguita empezaron a palpitar irregularmente en un orgasmo, le temblaron las piernitas a Martincito y movió el culo en contracciones mientras seguía con mi dedo adentro, pasaron unos diez segundos aproximadamente para que pasara su éxtasis, – Que rico se sintió – Dijo, sacándome una sonrisa,
– Ya no vas a querer leche entonces?-
– Sí, vamos a mi cuarto para que me la des- Dijo con energía,
– Vamos- Le respondí, y en un movimiento me levanté del sofá y lo tomé echándomelo al hombro,
– Ayy- Dijo Martincito con una risa fuerte, su culito desnudo me quedó junto a la cara y con mi mano lo sostenía,
– Dónde es?- Pregunté,
– Sube la escalera – Martincito empezó a guiarme, en el camino le seguía manoseando el culo y le metía el dedo, – Aquí – Dijo cuando llegamos a su cuarto, abrí la puerta y entré con él aún en brazos, su habitación era grande, algo que entendía bien al también ser hijo único, estaba todo muy bien ordenado y su cama individual lucía cómoda, cerré la puerta detrás y me acerqué a la cama donde arrojé a Martincito y él reía, le quité las sandalias con Velcro que usaba y sin más preámbulos le terminé de sacar el pantalón de pijama que ya llevaba a medio bajar, Martincito seguía riendo hasta que vió como con desespero me saqué los tenis, calcetines, pantalón y boxer y quedé igual que él con la verga bien hinchada y escurriendo líquido, sus ojos abiertos de par en par observaban mi pene, ninguno de los dos dijo nada, solo me subí en la cama encima de él y abriendo las piernas poniéndolas a los costados de su cara le arrimé mi pene a la boca, Martincito ya sabía que hacer, tomó mi verga en sus labios y la empezó a mamar, por mi lado yo empecé a hacer lo mismo con la suya y comenzó un circo de mamadas, le chupé la verga como loco hambriento, subía y bajaba por esa verguita lampiña devorándola mientras él de la misma manera mamaba la mía como becerrito, los papás de Martincito estarían en su fiesta sin imaginar en la de mamadas de vergas en la que estaba involucrado su hijo, por ambos lados se escuchaba el chupar de nuestras bocas ocupadas en los huevos y pene del otro, Martincito iba mejorando en el arte de chupar huevos, y comenzaba a lastimar menos, con ricura mamaba una de mis bolas y con la mano jalaba mi verga, por mi parte yo le tenía la entrepierna llena de saliva, me llevaba a la boca verga y huevos a la vez y se los chupaba mientras le seguía metiendo los dedos por el culo, le tenía abiertas y levantadas las piernas a Martincito lo que me daba libertad de hacerle lo que quisiera en el culo y en la entrepierna, le lamía y besaba las nalgas por momentos y observaba su ano ya bien lubricado y un poco dilatado, se la quería meter entera, ponerlo a cuatro patas y enterrarle la verga hasta que su fofitas nalgas pegaran en mí, correrme en sus entrañas y repetir, estaba tan alucinado que sin darme cuenta me empecé a venir, Martincito le daba una larga mamada a mi verga y mi leche empezó a salir, los chorros de semen salieron de mi pene directo a la boquita de Martincito, y se sentía tan bien, sentí que los huevos se me desinflaban mientras Martincito dió un gran trago pasándose el semen que le acababa de dar y después se sacó la verga de la boca,
– Ahora si te salió mucha leche- Dijo, yo me empecé a levantar de encima de él, le pasé mi pene por toda la cara en el trayecto y me acosté junto a él, a penas y cabíamos los dos en la cama uno al lado del otro, – Porqué ahora te salió tanta leche?- Preguntó, su aliento olía a pene y semen,
– Es que tenía muchas ganas de estar contigo – Le dije,
– Casi me ahogo- Dijo Martincito con una sonrisa,
– Pero te gustó?-
– Sí, me vas a dar más?- Preguntó, y empezó a apretarme el pene que estaba entre parado y dormido ,
– Sí, te voy a dar más – Le dije, acariciando su pechito,
– Te la chupo otra vez?- Martincito me acariciaba los huevos con su manita,
– No- Le dije, deslizando mi mano por su cuerpo desde su pecho y bajando hasta su verguita,
– Entonces?-
– Sácamela con tu culito- Le respondí, Martincito volteó a verme al instante con duda en su mirar,
– Cómo?-
– Déjame metértela como el otro día – Le dije, mi verga ya estaba dura y se la tenía en medio de las nalgas. Martincito guardó silencio un momento,
– Pero métela poquito, eh? Como el otro día, así poquito no me dolió que me la metieras- Respondió,
– Sí, te la voy a meter poquito – Le respondí, ya le estaba restregando la cabecita de mi verga por el ano,
– Bueno- Respondió.
Le comencé a pasar mi verga por su pajarito y huevitos, le rebatía los huevos con la punta de mi pene y luego juntaba su pene y el mío. Me escupí en los dedos y me apliqué la saliva en la cabeza de la verga, después regresé a puntearlo dando golpecitos contra su ano, se sentía muy bien el solo contacto contra su hoyito, pero yo quería más, le tomé la pierna con la mano y lo hice levantarla, estábamos de cucharita verga a culo y en un empujón más fuerte logré penetrarlo,
– Ay! Ay! Me dolió, no! Ya no me metas tu verga, ay!- Dijo Martincito alejándose de mí,
– No! Martincito, perdóneme, ven, ya no te va a doler – Le dije atrayendolo hacia mí con mi brazo,
– No, me duele, déjame! – Martincito no dejaba de patalear.
– Ya, bebé, ven- Esas palabras parecieron tener resultado porque Martincito dejó de forcejear, – Ya, ya no te la voy a meter si no quieres – Le dije acariciandolo nuevamente con delicadeza,
– Si quiero que me la metas- Hizo una pausa larga en la que yo solo lo acariciaba en la pancita y pecho, – Pero métela despacito porque me dolió la cola- Dijo,
– Si bebé – Le dije, aprovechando que a Martincito le parecía gustar que le hablara con más cariño, lo volví a tomar de la pierna, lo hice levantarla y de nueva cuenta me puse saliva en los dedos pero está vez lo penetré con ellos, dedo índice y medio fueron a parar dentro del culo de Martincito y se los hundí hasta el fondo, Martincito dió un brinquito pero está vez no lloró ni se quiso safar, empecé a meter y sacar los dedos por su culo y no paré hasta sentirlo bien dilatado, – Ya te voy a meter la verga- Le dije al oído, él solo respondió que sí con la cabeza, repetí el proceso de la saliva y me acomodé de nuevo en posición para penetrarlo, una, dos, tres… Siete, ocho, nueve punteadas, quince, dieciséis, perdí el número de veces que la punta de mi pene chocó con su ano, lo único que sabía es que cada vez estaba más cerca de metérselo cuando de pronto en uno de esos interminables roces de verga y culo, el glande de mi pene entró en Martincito haciéndolo apretar un poco. Me quedé quieto con la punta de mi verga incrustada en el ano del niño y le empecé a besar la nuca mientras le acariciaba una tetilla con la punta de mis dedos, le olía el cabello y le acariciaba la panza jugando con su ombligo, pasaron minutos hasta que sentí al niño más relajado, entonces comencé el vaivén lentamente mientras le acariciaba el muslo, carnoso, gordo, delicioso, a Martincito le gustaba porque levantaba más alto la pierna dándome acceso al nacimiento de su muslo entre los huevos y la ingle y lo empecé a masturbar al ritmo en que lo penetraba, le pasaba la mano por toda la entrepierna y luego bajaba sintiendo como la punta de mi verga no estaba, se había perdido adentro de él, me excitaba tanto! Estaba adentro de él! Su calientito, apretadito y tiernito culo, me lo estaba cogiendo otra vez,
– Te gusta?- Pregunté, ya me movía más rápido y sentía como su anito envolvía rico mi glande cada que se lo sacaba y volvía a meter,
– Sí – Respondió Martincito y justo entonces se le salió un pequeño gemido,
– Me dejas metértela más?- Martincito se quedó serio por un tiempo en el que bajé la velocidad de las penetraciones,
– Pero poquito – Dijo finalmente con un leve tono de niño mimado. Me levanté rápido y enseguida estaba ya con la cara entre las nalgas de Martincito, se las separé con mi mano izquierda y la puse un buen escupitajo en su ya dilatado ano, rápido volví a mi posición detrás de él y regresando a tomarle la pierna se la metí, mi pene entonces entró facil y comencé de nueva cuenta a cogerlo pero ahora hacía más pronunciadas las clavadas, empujaba con un poquito más de fuerza y constantemente llevaba mi mano a mi pene para asegurarme de que tanto le había entrado, estaba tan feliz, tan caliente, tan desesperado, me daban ganas de darle un empujón fuerte y terminar de metérsela toda, pero me conformé con la mitad, sentí en mis dedos cómo media verga se encontraba ya dentro del culo de ese niño caliente y estaba que no me la creía, estaba culeándome a mi vecinito de diez años en su casa, en su propia cama, lo tenía ensartado con media verga adentro, si no hubiera sido por la riquísima sensación de su culo apretándome hubiera jurado que era un sueño,
– Así te duele?- Le pregunté sin dejar de darle,
– No… Si quieres… Métela más- Respondió. Sus palabras fueron música para mis oídos, empecé a marcar aún mas el movimiento de cadera y seguí empujándole, sentía que se me derretía el pene, ya quedaban a penas un par de centímetros fuera, estaba en la gloria, no dejaba de gemir y gozar todo lo que ese culito me hacía sentir, – Ay…- Soltó de pronto Martincito haciéndome abrir los ojos de golpe,
– Te dolió?- Pregunté y me hice un poco para atrás para sacarle un poco el pene,
– No… Es que… Se siente rico así – Me dijo, entonces dí marcha atrás y otra vez se la volví a empujar a la misma profundidad de como lo tenía cinco segundos antes, – Ay, ahí, así, se siente rico en la pancita- Me dijo, entonces entendí, le estaba estimulando la próstata a Martincito con mi verga adentro,
– Entonces, te gusta así – Le dije, empezando a moverme más rápido,
– Ah… Sí, así me gusta –
Martincito ni cuenta se dió, pero yo sí, sus nalguitas ya estaban pagando contra mi pubis, lo había logrado, penetración completa a mi vecinito de 10 años.
– Ya sentiste?- Le dije
– Qué?…-
Tomé su mano y la llevé abajo a mis huevos,
– Me la metiste toda!- Dijo impresionado y tratando de ver abajo, – Y no me dolió!- Añadió
– Te gusta?-
– Sí, se siente bien rico aquí – Dijo, tocándose en el vientre,
– Ahora vas a sentir más rico- Le dije, y con un poco de dificultad por su peso y el tamaño de la cama, sin sacársela me lo eché encima boca arriba, lo hice abrirse de piernas y empecé a cogérmelo rápido, pronto el sonido de aplausos comenzó a resonar y los gemidos de Martincito a aumentar. Ya no le tenía mas piedad, me estaba cogiendo a Martincito como me lo había imaginado la primera vez que empecé a verlo con ojos de perversión, mis huevos se balanceaban por el aire y azotaban contra sus nalgas, a estas alturas ambos ya gemíamos fuerte y Martincito apretaba el culo ocasionalmente soltando un gemido cohibido, bajé las manos de sus piernas a sus nalgas y de ahí lo empecé a sujetar mientras me lo cogía, se las apretaba y separaba mientras sentía cómo toda mi verga se le iba por el ano, – Que rico se siente tu culo- Le decía, ahora le había comenzado a acariciar sus huevos y verguita, era tan rica sensación que simplemente no pude más, se la metí hasta el fondo y ahí me quedé, gozando mi orgasmo y echándole todos los mecos en el culo a Martincito,
– Tu verga hace así – Dijo Martincito haciendo y gesto de palpitaciones con su mano,
– Es que ya me salió la leche – Respondí, sintiendo salir el último chorrito de semen, entonces Martincito comenzó a reírse, – Qué?- Le pregunté,
– Es que ahora me comí tu leche con la cola- Dijo, me fué imposible no reír junto con él,
– Y le gustó mi leche a tu colita?-
– Sí, quiero que me des más leche por la cola – Respondió Martincito y comenzó él mismo a moverse cogiéndose sólo,
– Espérame tantito, dónde está el baño?- Le pregunté, Martincito se bajó de encima de mi, fué una sensación rica como se le salía toda mi verga del culo, era toda una delicia verlo desnudo de la cintura para abajo y saber que me lo acababa de coger. Martincito bajó de la cama, hice lo mismo y lo seguí, me sentía raro de andar desnudo en una casa completamente ajena, pero eso no era limitante en ese momento, Martincito me guío hasta la puerta del fondo del pasillo,
– Aquí – Dijo, entonces yo abrí la puerta y entré, Martincito seguía parado afuera,
– Ahorita voy- Le dije, él pareció entender que quería un momento de privacidad y regresó a su cuarto, rápido cerré la puerta y me puse a mear, el baño de la casa de Martincito olía al jabón al que olía su piel y era extrañamente acogedor, me sentía como si ya hubiera estado ahí, terminé de orinar y me ví el pene, estaba un poquito rojizo y tenía un poco de caca, había un paquete de toallitas húmedas a la vista y con las que me limpié, me limpié todo el pene y me ví en el espejo, Martincito me estaba esperando en el cuarto para seguir cogiendo, una sonrisa se formó en mi rostro y salí decidido del baño, para cuando abrí de nuevo la puerta del cuarto de Martincito ya se me había parado la verga nuevamente, entré y observé a Martincito, estaba acostado en su cama aún desnudo, su pene ya no estaba erecto, su mirada bajó de mi cara y se clavó en mi entrepierna, caminé cómo lobo hambriento hacia un filete de carne, me trepé en la cama y tomé la camiseta de Martincito por los lados, él alzó los brazos y se la quité, mi mirada al instante se posó en sus pechos gordos, mi boca buscó uno de sus pezones y comencé a mamarlo mientras con una mano le apretaba el otro pecho, gracias al sobrepeso chupar las tetas de Martincito era como comerse las de una pequeña preadolescente, eran suaves, con una aureola rosada y un pezón pequeñito, me pasaba de teta en teta y Martincito gemía, mi mano bajó el interior de sus piernas y comprobé como ya de nuevo estaba duro como yo, tomé mi pene con el suyo y empecé a acariciarlos ambos a la vez, mi pene empezaba a soltar jugos y yo los untaba en la verguita del niño,
– Quieres seguir culeando?- Le dije al oído sin soltar su verga y la mía,
– Ajá – Respondió a voz baja,
– Si?-
– Sí- Dijo, yo le pasaba el pene por las piernas,
– A ver, dí que quieres que te la meta- Le dije,
– Quiero… Quiero que me la metas- Dijo Martincito, yo le había vuelto a chupar una teta,
– Mmm, no sé, como que no se te oyen muchas ganas – Le dije,
– Sí, si quiero, quiero que me metas la verga por la cola- Dijo finalmente, escucharlo decir esas palabras fueron todo lo que necesité,
– Ponte de perrito- Le dije al oído y me levanté dándole espacio, Martincito se quedó quieto, pensé que tal vez no había entendido el mensaje, pero después de un par de segundos se dió la vuelta y se acomodó dándome el culo,
– Así?- Preguntó,
– Sí…- Le respondí con malicia, era todo un manjar tener a mi vecinito así, dándome el culo en toda regla, sus nalgas gordas blanquitas, su ano dilatado y abajo sus huevitos, sus pálidos y carnosos muslos y su espalda que dejaba bien en evidencia la llantita de su cintura. No perdí tiempo, tomé mi sitio y apunté mi verga al ano de Martincito, empecé a metérsela, observé a detalle como mi glade se iba por ese pequeño agujero y no paré hasta que sus nalgas quedaron pegadas a mí,
– Ay…- Exclamó Martincito tan pronto terminé de penetrarlo,
– Te dolió?- Pregunté, y comencé a sobarle un poco su penesito para tratar de apasiguarlo,
– Poquito, pero se siente rico- Dijo. No le dí oportunidad de decir más, lo tomé de ambos lados de su cadera agarrando su llantita y empecé a cogérmelo, no tardó mucho tiempo en volver a sonar el plam-plam de sus nalgas chocando con mi cuerpo, Martincito ya estaba bien dilatado y lubricado así que le empecé a dar sin piedad, rápido y con fuerza, era un gustazo verle las nalgas temblando con cada metida de verga que le daba, sentía mis huevos como se balanceaban en el aire y gemía con más fuerza, bajaba mis manos de la cadera de Martincito a su panza y se la acariciaba, por algún motivo me gustaba sentir su gordura, sentir como se le movía con cada clavada, de su panza me fuí a sus pechos, le pellizcaba los pezones y Martincito gemía, no tardó mucho más cuando de nueva cuenta le empezó a temblar el interior, su culo daba espasmos y apretaba más fuerte mi pene, pero yo no me detuve, con más fuerza me lo cogí, Martincito se dejó caer al frente y me daba una aún mejor vista de su culo en popa dejándome poseerlo, su ano comiendo mi verga hasta el tallo y yo gozando a manos llenas, empecé yo también a correrme en su culo, bajé al mínimo la velocidad de mis clavadas pero tan pronto se me pasó el estremecimiento del orgasmo volví a la carga y a empezar a coger otra vez, era un sueño hecho realidad y lo debía aprovechar al máximo,
– Ay…- Volvió a soltar Martincito,
– Otra vez te dolió?- Le pregunté bajando la velocidad,
– No… Es que se siente bien rico – Dijo. Sentí cómo Martincito había pasado su mano por debajo y comenzaba a acariciar mis huevos, estábamos ambos al mil, se la metía tan hondo y fuerte que hacía a Martincito balancearse al frente, no fué mucho más lo que duramos así, Martincito se empezó a venir de nuevo y un par de segundos más yo le seguí, ya no arrojé mucha leche después de tanta venida, así que se la saqué solo para verle el ano pulsando totalmente abierto y brillante de fluidos, me quedé viéndolo hasta que su ano se tranquilizó, Martincito siguió en su posición recuperándose y yo mentalmente también lo hacía, la cogida que le había puesto a Martincito jamás la olvidaría en toda mi vida y estaba seguro que tampoco él.
Martincito finalmente se acostó y yo junto a él abrazados, ninguno de los dos hablaba y solo permanecíamos quietos aspirando el aroma a sexo que revoloteaba en el aire, ambos seguíamos desnudos pero nuestras vergas flácidas evidenciaban que ya habían tenido suficiente,
– Me gustó mucho- Soltó Martincito de pronto,
– Sí? A mí también –
– Sí, no me dolió nada y eso que me la metiste toda-
– Que bueno que te gustó – Le dije y le dí un beso en la cabeza,
– Chuy también me la metía toda, me decía que a mí me gustaba mucho la verga y que por eso mi culo se abría para que me la metiera- Martincito hablaba de eso pero ahora no había miedo ni tristeza en su voz,
– Pero yo no soy como él, yo si quiero que a tí también te guste- Le dije, no sabía muy bien como llevar esa conversación,
– A veces cuando él me culiaba si me gustaba, pero me lo hacía bien fuerte y me dolía y le decía que me la sacara, pero no me hacía caso- Martincito seguía contando y me daba coraje de escuchar como lo habían usado de esa forma pero también me era inevitable sentirme mal por también aprovecharme de él, – También cuando me la metía me dolía mucho, no me chupaba la cola ni me metía el dedo como tú, nomás me bajaba el calzón y me la metía y me dolía mucho o a veces me decía que me pusiera de perrito y así me la metía, por eso sabía como ponerme cuando me dijiste que me pusiera de perrito, a Chuy le gustaba mucho culiarme así y de ladito- Me seguía contando Martincito y yo solo permanecía en silencio y le seguía acariciando la cabeza y pancita, – Tenia mucho miedo que me doliera si me la metías así como me dolía con Chuy, pero contigo me gustó mucho – Terminó,
– Yo no voy a lastimarte, si ya no quieres que te la meta ni que hagamos nada entonces no lo hacemos, pero yo no voy a hacer que te duela nada nunca- Le dije, me sentía triste de tener esa conversación, una parte de mí me gritaba que estaba mal, que estaba muy mal, pero otra parte me decía que siguiera cogiéndome a Martincito todo lo que pudiera. Martincito se dió la vuelta y me vió a la cara con los ojos llorosos,
– Gracias – Dijo y hundió la cara en mi pecho abrazándome en un arrebato de ternura, yo lo apreté contra mí y nos quedamos unos minutos así, – Tengo que ir al baño, se me está saliendo la leche de la cola- Dijo Martincito y con saltitos salió de la cama, yo me quedé observándolo viéndole el culo, un hilillo transparente le salía de las nalgas y le bajaba por la pierna. Me quedé observando el techo del cuarto de Martincito, había sido una noche muy loca, me había escabullido a la casa de uno de mis vecinos, me había metido hasta su cuarto y habíamos cogido de lo lindo, sentía en la piel de los huevos y verga la pagajosidad característica después del sexo, aún tenía en la lengua un poco del sabor del ano del pequeño y lo esperaba a que se limpiará del culo la leche que le había echado dentro, era cómo un sueño, pero como todo sueño debía de terminar, Martincito volvió del baño y para cuando regresó yo ya me había puesto la ropa de vuelta,
– Ya te vas a ir?- Me preguntó, yo le dije que sí, me abrazó nuevamente, ahora de pie y le dije que lo quería mucho, – Yo también – Me dijo él con una sonrisa y antes de irme le dije que me dejara ponerle la pijama. Acaricié y observé su cuerpo a detalle una vez más, le dí un beso en los huevitos y en el pene, le dije se diera la vuelta y también le besé cada una de sus nalgas, le di una ojeada a su ano y finalmente una nalgada a la que respondió riendo y después le puse la pijama. Martincito me acompañó abajo de regreso a la puerta trasera de su casa,
– Adiós- Le dije, y le dí un beso en la frente para entonces darme la vuelta,
– Adiós- Dijo Martincito, y salí de su casa cerrando la puerta detrás mío. Me escabullí con mucho cuidado por el callejón del patio de Martincito y me ví en la necesidad de esperar cerca de 10 minutos para poder salir, todo porque la vecina chismosa estaba platicando con otra de mis vecinas en la calle, ya me dolían los muslos de estar agachado pero después de la larga espera salí disparado en cuanto ví una oportunidad, cuando llegué a en frente de mi casa dí un vistazo atrás, nadie me había visto, ya era tarde, me disponía a entrar pero no sin antes de nuevo echar una ojeada a la casa de Martincito.
Había tomado su tiempo pero había valido totalmente la pena para poder tener ese culito ensartado en mi verga, «ese culito es mío», pensé, y con una sonrisa entré a mi casa.
Ya echaba de menos esta historia. Me encanta que hayas regresado con todas las historias.
Asi da gusto masturbarse 🤤 que fantasía de relato, me tienes enganchado a todas tus historias.
con ganas de leer la siguiente parte
Excelente relato…. Me fascina como escribes.
Despues de leer esta parte tengo muchísimas ganas de leer mas. Me dejaste muy caliente.
Como sigue?? Necesito mas.
Que mobo me da esta historia, me encanta tu forma de narrar las cosas. como sigue?
Gran relato, como sigue?
Uufff… Tus relatos son una pasada… Siempre que subes una parte de alguna historia, me masturbo y disfruto como nunca.
Excelente relato… Me encanta la relación entre estos dos 😋 y me encanta como se esta desarrollando la historia.
Estaba deseando de seguir leyendo esta historia… Y ha merecido la pena la espera. Menudo calentón y que rico ha estado el capitulo 🔥🔥
Me encanta la relación que tenéis Martincito y tú… Y la forma que tienes de tratarlo y de preocuparte por el. Es muy morbosa y tierna a la vez 😉🔥