Martincito, el niño gordito (9)
Martincito era más caliente de lo que yo había pensado .
Era un nuevo y radiante día, o era la alegría de haber pasado la noche de ayer cogiendo con Martincito? Cómo fuera, estaba de muy buen humor, tanto así que ese día no dudé en ir y continuar con la reparación del auto, levanté el portón y comencé a trabajar, esa vez no esperaba a Martincito, si no aparecía no había problema, estaba bien satisfecho sexualmente de momento, así que seguí en lo mío pero la alegría habría de multiplicarse cuando de pronto escuché una voz,
– Hola, ya vine a ayudarte- Era Martincito,
– Hey, hola, no pensé que fueras a venir- Le respondí, estaba yo abajo del auto y solo alcanzaba a ver sus pies, muslos y rodillas.
– Mi mamá casi no me dejaba, es que ayer dejaste las cosas que habías comprado en la mesa y les dije a mis papás que había ido rápido a la tienda – Me comentó, haciendo memoria recordé que tenía razón, se me había pasado ese pequeño detalle ayer que había estado en su casa.
– Perdón, no me acordé de eso- Le dije,
– Ni modo, mi mamá nomás me dijo que ya no me iba a dejar solo- Dijo, eso me hizo lamentar el haberme perdido de potenciales nuevas escapadas a coger con Martincito,
– Fué mi culpa-
– No pasa nada, siempre me dice lo mismo mi mamá y de todos modos me deja sólo a veces, aparte no conoce a nadie aquí que me cuide. Según este fin de semana irá a otra fiesta de grandes y me va a dejar solo, le hacemos como ayer y me culeas?- Dijo Martincito como si nada, yo solo me quedé sonriendo debajo del auto imaginando una segunda escapada con él y de solo pensarlo se me medio empezó a parar, Martincito pareció darse cuenta y me empezó a sobar la verga encima de la tela,
– Hey, no hagas eso- Le dije, más no hice nada por detenerlo y volví a la reparación del auto,
– Ya se te paró toda- Dijo Martincito con una risita,
– Ya, deja de hacer eso, que tal que viene alguien y nos ve- Yo seguía sin hacer nada por detenerlo, realmente era difícil que alguien viera algo, estaba bajo el auto del lado que no daba a la calle y además las cajas grandes ocultaban aún más. Martincito soltó mi pene y salió un momento de la cochera- Martincito?- Pregunté cuando sentí se había alejado, inmediatamente él regresó corriendo,
– No hay nadie en la calle- Dijo, y retomó el masaje que le estaba dando a mi verga, intencionalmente abrí las piernas para darle espacio de colocarse en medio y siguió apretando mi pene, yo trabajaba y a la ves disfrutaba la manoseada que Martincito me estaba dando, la tenía ya bien dura cuando Martincito se aventuró a más, tiró del elástico de mi short y sacó mi pene, sentí como lo tomaba con una mano y con la otra me sacaba los huevos y de nuevo empezó a masturbarme, una mano en la verga y otra en los huevos,
– La tienes bien grandota- Dijo, bajé la mirada a como pude y lo ví observando mi pene como si fuera desconocido para él, – No sé cómo me cupo toda por la cola- agregó Martincito y la siguió apretando, – Oye- Me dijo mientras me la seguía apretando
– Qué?-
– Ayer que te fuiste tardó mucho en que se me cerrara el culo, pensé que se me iba a quedar así-
– Como crees que se te iba a quedar así – Las palabras de Martincito me hacían reír,
– Pues es que no se me cerraba, yo pensaba que ya se me iba a quedar la cola así y se me iba a salir la caca- Automáticamente empecé a carcajear, – Pues sí, es que la tienes bien gorda- Dijo Martincito e hizo como aquellas primeras veces que me agarró el pene, lo envolvió en sus dedos y los deslizó afuera midiendo el ancho – Ve, así me quedó la cola- Dijo Martincito y yo volteé a ver cómo sostenía sus dedos en forma de O con la medida,
– Ah, y no te gustó?- Le dije tratando de sonar indiferente,
– Siii, se sentía bien rico cuando la metías toda- Mientras Martincito decía eso yo recordaba cómo se la había clavado entera gracias a un poco de paciencia y saliva, lo apretadito y calientito que sentía en mi pene dentro de su culo, fantaseaba con volvérselo a hacer cuando empecé a sentir humedad en mi pene que no era otra cosa que Martincito había empezado a chuparmela, cerré los ojos y lo dejé actuar, Martincito ya sabía bastante más como mamar, chupaba con fuerza y me acariciaba los huevos mientras metía y sacaba mi verga de su boca, se sentía rico pero debía guardar las apariencias así que regresé a meter mano a la maquinaria del auto mientras gozaba la mamada de Martincito,
– No se te olviden los huevos- Le dije y él al instante sacó mi pene de su boca para ahora chuparme uno de mis testículos, trataba de ver hacia afuera a como podía que nadie fuera a notar la situación, sin embargo no había a la vista nadie que pudiera remotamente divisar algo, ya tenía los huevos y la verga toda babeada cuando dejé de sentir las chupadas de Martincito y en su lugar de repente sentí otra sensación conocida, sorpresa que me llevé al voltear a ver abajo y ver el culo desnudo de Martincito, estaba de cuclillas viendo en dirección a mis pues y acomodándose mi verga entre las nalgas punteándose sólo, – Hey, que estás haciendo?- Le dije, sentía como el glande de mi pene se restregaba en su ano tiernito,
– Quiero que me la metas- Respondió, y continuó pasándose mi verga por las nalgas y tratando de metérsela por su hoyito, se sentía rico y era aún mejor pudiendo ver cómo trataba de ensartarse él solo, pero la cordura pudo más en esa ocasión,
– Espérate, alguien nos puede ver- Le dije, Martincito se levantó y yo rápidamente salí de abajo del auto alcanzando a ver cómo se subía la ropa, – No haga cosas así, que tal que alguien te ve tratando de meterte mi verga por la cola- Le reprendí, tratando de sonar lo más suave posible,
– Perdón, es que siento como comezón en la cola y me dan ganas que me la metas como ayer- Respondió bajando la mirada y mimando su voz,
– A poco tienes tantas ganas de que te coja ya tan pronto – Le dije, acariciando su culo con la ropa puesta,
– Sí, es que ayer cuando la metiste toda sentía bien rico en la panza – Dijo poniéndose una mano en el área de la panza dónde señalaba ayer que le gustaba,
– Yo también quiero, pero no podemos irnos para adentro y cerrar la cochera, la gente va a empezar a notar que siempre que vienes nos vamos para adentro y no quiero que empiecen a hablar – Le dije, y dejé de manosearlo, Martincito hizo cara de decepción pero pronto volvió a alzar la cabeza con alegría en el rostro,
– Vamos al bañito entonces y ahí me coges- Dijo como si hubiera tenido una idea revolucionaria,
– Es la misma – Le dije con una sonrisa para no destruir por completo su alegría,
– Ándale, vamos, no hay nadie en la calle, me la metes rápido y después volvemos a arreglar tu carro- Insistió con una sonrisa aún más grande, salí un momento a dar un vistazo a la calle y al ver que todo seguía tranquilo, regresé la vista a Martincito y él me miraba con sus ojos brillantes,
– Vamos, pues- Le dije y él al instante saltó y corrió al pequeño baño del fondo de la cochera donde nuestra experiencia sexual había iniciado.
Martincito entró al baño y yo detrás de él, no sin antes echar un vistazo más a la calle por si se veía alguien pero no fué el caso, entré al baño y Martincito estaba ya con el short y calzones abajo y con el pene erecto, eso al instante me calentó y se me empezó a parar,
– Como quieres que me ponga?- Preguntó, yo me acerqué a él,
– Recárgate con la manos en la pared y para el culo- Le dije,
– Cómo? Así?- Preguntó, poniéndose nalgas hacia mí,
– Sí – Le respondí, teniendo un recuerdo fugaz de la última cogida que le había dado ayer y ahí estábamos los dos, yo bajándome la ropa mientras le miraba su rico culito infantil y él dándome las nalgas para que se la metiera, no se la podía meter solo así, Martincito no estaba listo, así que me arrodillé detrás de él y le empecé a comer el ano, con solo la primera lamida sentí que no estaba recién bañado como ayer, inclusive me dió la impresión que no se había bañado y podía sentir un saborcito que según yo era el semen seco que le había quedado en la cola pero eso no me limitó, le lamí el hoyito y traté de meterle la punta de la lengua, ya que lo tenía bien ensalibado le empecé a meter un dedo y después dos,
– Ya métemela- me dijo Martincito desesperado,
– Espérate tantito, sino te va a doler- Le dije, y seguí lamiéndo y dándole con los dedos, solo escuché como soltaba un sonido de resignación, mientras le chupaba el culo y le masturbaba su verguita con la otra mano, tan pronto sentí su hoyito relajado me puse de nuevo en pie,
– Ya me la vas a meter?- Preguntó,
– Chúpamela y ponme saliva- Le respondí, Martincito no dudó, rápido se giró y se arrodilló para chuparmela, soltó abundante saliva como le pedí llenando mi verga de lubricación, esta vez no se esmeró tanto en mamar, me puso saliva y de inmediato regresó a su posición anterior dándome el culo,
– Ya, métemela- Dijo, parando bien las nalgas. Martincito estaba bien ansioso por qué lo penetrara, doblé las rodillas para alcanzarlo y soltó un suspiro a penas se la puse en su entrada,
– Te va a doler, eh?- Le dije, Martincito podía estar todo lo caliente y deseoso de verga que quisiera, pero ni de lejos estaba tan dilatado como la noche anterior,
– Métela y si me duele te digo – Insistió, así que no me hice más del rogar, le dí un empujón y con eso la cabeza entró, Martincito se estremeció y flaqueó un poco de las rodillas,
– Te dolió? – Le dije quedándome quieto,
– Sí, espérame tantito – Dijo, yo me quedé ahí con mi glande dentro de él y pasé mis manos al frente para masturbarlo y acariciarle uno de sus pezones,
– Relaja el culito, deja que se te vaya metiendo –
– Ya… Ya métela más – Me dijo tomando un respiro hondo, yo por mi parte se la saqué, me puse otra vez saliva y de nuevo volví a empujar, otro tramo de verga le entró a Martincito y de nuevo me quedé ahí quieto acariciándole el pecho y los huevos, me esperé un momentito más y entonces me empecé a mover, cogiéndolo con solo la puntita, se sentía algo seco el culo de Martincito pero podía cogerlo con más o menos soltura,
– Chúpamela otra vez para que me pongas saliva- Le dije sacándosela, Martincito no pronunció palabra, solo se giró y arrodillándose se llevó mi verga la boca y la empezó a mamar. Al principio cuando nos conocimos, Martincito no quería meterse mi pene a la boca después de habérselo puesto entre las nalgas porque decía que le daba asco y ahora que literalmente se la acababa de sacar del culo me la mamaba sin reparos, así de caliente estaba el pequeño, me la llenó de saliva y de prisa se acomodó de nuevo parando el culo,
– Ya, métela, pues- Martincito estaba bien desesperado, no me imaginaba las ganas que tenía por qué se la metiera toda y yo no pude más que cumplirle, le escupí una cantidad considerable de saliva en el hoyo y doblando de nuevo las rodillas le volví a atravesar el ano, el empujón fué fuerte, media verga se fué en ese movimiento, Martincito apretó y soltó un bufido,
– Te dolió?- Le pregunté, lo tenía agarrado de las nalgas y se las separaba viendo como la mitad de mi polla yacía dentro de él,
– Sí… Ay…- Martincito tomaba aire pero no me decía ni hacía nada por detener la clavada, – Falta mucho?- Trataba de verme desde atrás,
– La mitad-
– Métela –
– Seguro? Te va a doler –
– Si, si me duele pero me gusta- Dijo.
Con mis manos en sus caderas me lo empecé a coger, de tanto en tanto le empujaba más hasta que faltaban unos centímetros por entrar,
– Ay… Ay… Ay…- Decía Martincito,
– Quieres que te la saqué?- Le dije bajando la velocidad al mínimo,
– No!- Su voz fué prácticamente un regaño, – Si me duele poquito pero siento bien rico- Me dijo,
– Que bueno, porque ya te la metí toda- Mientras Martincito hablaba lento le empujé los últimos centímetros que faltaban y ahora toda mi verga la tenía adentro,
– Si?- Pasó la mano entre sus piernas y avanzó hasta su culo encontrándose con mis huevos en sus nalgas, – Ay, es cierto, que rico se siente – Dijo acariciando mis bolas.
Martincito me tenía asombrado, había aguantado como campeón con tal de que le metiera toda la verga y claro que yo también me dedicaría a gozarlo, así que empecé a cogérmelo nuevamente, con la mezcla del calor que hacía en ese baño tan pequeño y nuestra propia calentura combinada, estábamos ya sudados, el sonido sofocado de nuestras pieles transpiradas rebotaba en las paredes con un estrepitoso plam-plam-plam, el culito caliente de Martincito estaba ya a punto de mantequilla y se bebía toda mi verga como si nada,
– Para más el culo- Le dije, poniendo mi mano en su espalda, él se arqueó más dejando la cola bien levantada, me acomodé un poco más cómodo y me lo empecé a coger con fuerza, la nalguitas sudadas de Martincito temblaban con el golpeteo, me lo estaba culeando con todo, ni el hecho de que me miraba el pene un poco sucio de mierda me hacía querer parar,
– Ay… Ay… Ay…- Volvió a comenzar Martincito, pero está vez no eran quejidos de dolor, eran de puro gusto,
– Te gusta?- Le separaba las nalgas para verle el hoyo tragando verga, Martincito solo hizo un sonido afirmativo. Se sentía bien rico, suavecito y apretado al mismo tiempo, y más apretadito se empezó a sentir cuando de pronto el culo de Martincito empezó a latir, era una mar de sensaciones en mi pene, tanto que ya no podía resistirlo y también me comencé a venir, las contracciones del recto de Martincito y de mi pene se extrapolaban y mi semen salía disparado bien dentro de la cola del niño mientras él gemía despacio, dejé que se me pasara el delicioso climax y se la saqué quedando el ano de Martincito abierto al grosor de mi pene,
– Listo – Le dije dandole una nalgada y tomé un poco de papel de baño para limpiarme, Martincito dejó la posición que tenía, aún tenía el pene erecto y la cara parecía reflejar más alegría, – Te gustó?-
– Sí, todavía siento como si trajera tu verga adentro de la cola- Dijo sonriendo maliciosamente,
– Límpiate para que no se te vaya a manchar el calzón de leche –
– Sí – Dijo, y salí del baño dejándolo para que se limpiara,
De regreso en la cochera seguí con lo que estaba haciendo, en la calle nada había cambiado, dí un vistazo por si acaso pero nada de que preocuparse, Martincito regresó conmigo ya con la ropa en su sitio y con una sonrisa de oreja a oreja y me estuvo ayudando , teníamos ya unos 20 minutos cuando Martincito se empezó a pegar a mí, yo estaba con la cabeza debajo del capó y Martincito me rosaba la pierna con la mano según él sin que me diera cuenta, hasta que su rosamiento se empezó a acercar a mi pene e instintivamente se me empezó a parar, cuando se dió cuenta Martincito soltó una risita,
– Ya se te volvió a parar- Y me seguía rozando con su mano casi en la entrepierna mientras yo me hacía el tonto , – Oye ..- Dijo
– Qué?-
– Y si me la metes otra vez?- Automáticamente volteé a verlo, Martincito dejó de rozar con su mano y directamente me empezó a apretar el pene,
– Ya quieres otra vez?- Le pregunté con impresión, no sabía si Martincito solo estaba jugando o era encerio que ya quería que se la metiera de nuevo,
– Si quiero- Dijo agachando la mirada apenado, – Pero si no quieres no- Añadió,
– Vamos adentro – Le dije, entonces sonrió,
– Sí –
Entramos a la casa, pensaba dónde era buen sitio para hacerlo, no quería tardar mucho así que pensé en hacerlo en la sala, Martincito me siguió hasta el sofá,
– Como me pongo?- Dijo,
Era que Martincito se estaba convirtiendo en una especie de niño ninfómano? Era muy en serio que el chiquillo estaba que reventaba por qué me lo volviera a coger,
– Ponme saliva primero – Le dije, sacándome la verga, él la vió y sonrió de nuevo, no dijo nada más, solo se arrodilló y se la llevó a la boca, «increíble que este mismo niño hace no mucho le daba asco mamarmela y ahora ni se lo piensa con tal de que se la meta», pensé. Martincito me agarraba de los huevos mientras me la chupaba y soltaba saliva en mi verga,
– Ya- Dijo cuando mi pene estaba bien colocado en saliva,
– Ven, te vas a poner aquí- Le dije señalando el reposabrazos del sofá,
– Así?- Dijo, colocándose con la panza en el reposabrazos y dándome la espalda y dejando caer el resto del cuerpo en el sofá
– No, volteate- Le decía guiándolo con mis manos, lo hice ponerse de frente a mí y me arrodillé para quitarle la ropa, le bajé el short y boxer a la vez quedando su verguita en frente de mi cara y seguí bajando su ropa, – Levanta el pie- Le dije, él hizo lo que le pedí y le saqué por completo la ropa de una pierna, hicimos lo mismo con la otra y ya Martincito estaba desnudo de la cintura para abajo, lo cargué para sentarlo en el reposabrazos del sofá, – Acuéstate – Le dije, agarrándolo de la mano lo ayudé a qué bajará hasta que su cabeza quedó en el cojín del sofá y su espalda en diagonal, lo tomé de los tobillos y los alcé separando sus piernas, acomodé a Martincito de manera que su culo sobresaliera más al borde y de nuevo me arrodillé, su verguita se veía tan preciosa que no me podía quedar sin probar, se la pelé en mi boca y se la empecé a mamar, el pene de Martincito era tan suave y terzo que me agradaba bastante chuparlo,
– Métemela, pues – Dijo Martincito sacándome de mi burbuja, lo ví a los ojos aún con su pene en mi boca y entonces me lo saqué, desvíe la mirada abajo y le vi el ano, le separé las nalgas con las manos y acerqué mi boca a su hoyito, le puse saliva y me volví a parar, Martincito esperaba con las piernas abiertas, se lamió los labios al ver que me sujetaba la verga acercándosela al culo, con la mano izquierda tomó su pene y se lo pegó al vientre, en su posición tenía vista plena, quería ver cuándo se la metiera y así lo hice, tomé posición doblando un poco las rodillas y le empujé la verga por el ano, sentí el recto de Martincito expandiéndose y no paré hasta que sentí que mis huevos se encontraron con sus nalgas, Martincito cerró los y lanzó la cabeza atrás en un quejido,
– Te duele?-
– Sí…- Dijo sin abrir los ojos, me quedé quieto pensando si era mejor sacarla, -… Pero se siente rico- Levantó la vista y me miró directo a los ojos y sonrió – Ya- Dijo, y en automático empecé el mete y saca. Martincito abría y cerraba un poco la boca con cada meneada, le miraba su verguita parada y lo masturbaba mientras le daba, pronto empecé a cogérmelo con todo, el tiempo lo precisaba, lo tenía de los tobillos abierto de patas y miraba su cuerpo meneándose al ritmo de mis clavadas, la gordura de su cuerpo rebotaba, sus pechos, su lonja, sus huevitos y verga, era muy rico de cogerse a ese niño, me encantaba sentir mis huevos chocando con sus nalgas mientras él gemía,
– Métemela toda- Dijo de pronto
– Qué?- Le pregunté sin dejar de darle
– Que me la metas toda- Repitió apuntando con su dedo, bajé la mirada y me percaté que una pequeña fracción de verga quedaba fuera de Martincito, el muy goloso no quería que ni un centímetro quedará fuera de su culito por lo que lo tomé de la nalgas y lo atraje hacia mí hudiéndole el pedacito de verga que faltaba y que tanto quería y haciendo que sus nalgas quedarán aún más pegadas a mí cuerpo, regresé la vista a sus ojos y Martincito de nueva cuenta sonrió,
– Así?-
– Ajá – Dijo, y otra vez me lo empecé a coger con fuerza, la verguita de Martincito bailaba con el movimiento, la tomé entre mis dedos y lo empecé a masturbar al mismo tiempo que le daba por el culo, Martincito apretaba los ojos y el ano gimiendo despacio, debía de ser una locura para él ser estimulado por los dos lados y a mí me regalaba unos muy ricos apretones de verga, sentía que ya casi me venía así que le empecé a dar a tope, – Ay… Ay…- Decía Martincito con los ojos cerrados acompañando el ruido sordo de mi pubis golpeando sus nalgas y entonces sentí cómo la leche me empezaba a subir, le saqué la verga del culo a Martincito y este abrió al instante los ojos para ver cómo le arrimaba la verga a su cara, abrió la boca justo en el momento que yo llegaba a ella con mi verga y los chorros de leche me empezaban a salir, pronto el interior de la boca de Martincito se llenó de mi semen y lo empezó a saborear, se lo pasó un poco por la boca hasta que finalmente tragó y sonrió,
– Vamos a limpiarnos – Le dije,
– Ya no me vas a coger?- Respondió Martincito aún patas abiertas en el sofá, yo me quedé sorprendido, habíamos cogido dos veces en esa mañana y el niño quería más. La pregunta de Martincito me excitó mucho, me hacía ver lo muy caliente que ese niño era, y yo siendo joven no me quedaba atrás, así que lo tomé como muñeco levantándolo del sofá y lo tumbé en el medio de mi sala boca abajo, me monté en él y volví a penetrarlo, – Ay…- Exclamó Martincito,
– Quieres más verga, no?- Le dije, y empecé a metérsela bien fuerte, se la sacaba y volvió a metérsela hasta el fondo,
– Sí… Pero me dolió- Respondió,
– Entonces porqué paras el culo?- Le pregunté, pues Martincito tenía el culito levantado dejándome cogérmelo,
– Es que… Me gusta mucho tu verga- Dijo y soltó un gemido. Esas palabras de Martincito me hicieron sentir muy bien, pues me confirmaban que ese niño se había enamorado de mi verga. Tanto Martincito cómo yo estábamos transpirados, sentía la humedad del sudor hasta en los huevos y el sonido del choque de cuerpos se había tornado más agudo, está de más decir que ya el culo de Martincito estaba bien húmedo y estimulado, mi verga se introducía cómo si nada a través de su ano y los dos lo dejábamos en evidencia con nuestros gemidos,
– Te gusta?- Le pregunté,
– Sí- Dijo él y sentí que me daba un apretoncito con el culo,
– Te voy a volver a llenar el culito de leche- Le dije a Martincito viéndole el cabello de la nuca,
– Mi culito si quiere toda la lechita de tu verga- Me respondió viéndome de lado con un ojo, se podía notar en su mirada todo lo caliente que estaba el niño,
– Ahí te va, trágatela toda- Le respondí y en un último y profundo empujón le solté toda la leche adentro, sentía que las fuerzas se me iban con cada chorro que mi verga largaba y sentía bien caliente mi pene aprisionado en el trasero de Martincito, era la venida mas rica que había tenido en mi joven vida y todo gracias a ese niño gordito caliente que había venido con su insaciable culito a cambiarme la vida. Terminé de correrme y abrí los ojos, Martincito seguía debajo de mí y de reojo me miraba, – Me comí tu leche con la cola- Dijo, sonriendo,
– Que rico culo tienes, niño- Le dije, y le dí un beso en la mejilla, – Ya, fué mucha cogedera, hay que salir- Le dije mientras se la sacaba y me ponía en pie,
– Bueno, aunque si me dan ganas de que me vuelvas a coger- Respondió Martincito y yo solo pude mirarlo con incredulidad, – Pero ya no, ya sé- Dijo mientras se ponía en pie, – De todas formas todavía siento el culo como si trajera tu verga adentro- Dijo con una risita mientras recogía su ropa.
Regresé a la cochera a continuar con el auto y mandé a Tavito al baño a que volviera a limpiarse, está de más decir que ya no volvimos a tener sexo ese día aunque sabía que si por él hubiera sido nos habríamos pasado un tiempo más pegados. Pasó un rato más hasta que la mamá de Martincito lo llamó, yo la saludé con la mano y ella me sonrió, Martincito tomó camino y antes de salir de mi cochera volteó y me vió,
– Voy a decirle a mi mamá que también me dejé venir mañana- Dijo y salió corriendo, yo no pude más que quedarme impresionado, tenía una fuente de sexo casi infinita viviendo a unos metros de mi casa.
Como sigue??
Excelente relato… Como sigue??
Uufff… Que rico de verdad!!! Menuda excitación me has provocado 💦🔥
No sabes como extrañaba que subieras otra parte… Me encanta esta historia de verdad!! 🤤😋
Que gran relato…. Ojala nunca dejes de escribir, ya que estoy enganchado a todas tus historias.
Me encanta la relación que has creado con martincito, necesito seguir leyendo mas de vuestra historia.
Como sigue? Necesito mas.
Me encanta como va evolucionando esta historia… Cada vez esta mas morbosa y caliente 🤤🫦
Excelente relato… Como sigue??
Como me encantan los relatos de martincito