Más estrategias
Otra estrategia que uso, para que me den por el culo..
Cada vez que viajo a la ciudad me quedo a dormir en el apartamento de Paco. Otra de mis estrategias, que he usado, aunque no con mucha regularidad, aparte de las apuestas y las borracheras, es la de los masajes.
Recién había adquirido un nuevo apartamento, por lo que decidí que antes de mudarme al mismo debía pintarlo. Pero entendí que sí lo hacía yo solo, tardaría mucho tiempo. Por lo que decidí contratar a un ayudante, mi intención en principio era que me ayudase a pintar únicamente, fui a la plaza del mercado y observé varios de los tipos que se dedican a realizar trabajos por arreglo.
Finalmente escogí a un señor como de unos cuarenta y tantos años, bien dispuesto, de nombre Ramón. A la hora de la verdad fue él quien realizó casi todo el trabajo, ya que me llamaron de la compañía para aclarar unos gastos.
Cuando regresé ya mi apartamento se encontraba casi listo. Pero, de todas maneras, me cambié de ropa, y también me puse a pintar. A los pocos momentos sería por la falta de costumbre, sentí un fuerte dolor en la espalda, a tal grado que me paralizó por unos instantes.
Ramón se dio cuenta de ello y me recomendó que me acostase en el suelo, él terminó de hacer lo que faltaba, y a la hora de irle a pagar, me di cuenta de que la cartera la había dejado en mi otro apartamento, por suerte era en el mismo edificio, unos pisos más abajo. Por lo que le pedí que me acompañase, para pagarle.
Durante el corto trayecto a mi otro apartamento, mientras íbamos bajando en el ascensor, noté por el reflejo del espejo que él me miraba de manera insistente mis nalgas, quizás fuera por el pequeño pantalón corto que yo usaba en esos momentos, de inmediato se me ocurrió usar el pequeño dolor como parte de mi estrategia para llevarlo a mi cama.
Ya en mi viejo apartamento, inmediatamente después de pagarle, me volví a quejar de un falso dolor de espalda en esos momentos. Hasta le pedí que me ayudase a caminar, hasta mi cama, sentí sus gruesas manos que me rodeaban por la cintura y buscando apoyo en su cuerpo me ayudó a llegar hasta mi cama.
Su olor a hombre sudado después de haber estado trabajando casi todo el día, me embriagó por unos instantes y me motivó a seguir adelante con mi plan. Antes de que pensara marcharse, después de haber cobrado, me preguntó si podía hacer algo por mí.
De inmediato le pregunté sí sabía dar masajes, a lo que de manera honrada me respondió que no. Yo como quien busca alivio a su dolor, le dije. Realmente no es nada difícil, solamente debes seguir mis instrucciones, y te aseguro que te lo agradeceré de corazón, es que este dolor es a consecuencia de una vieja lesión que recibí hace años cuando jugaba para la selección nacional de baloncesto.
Lo que era del todo falso, pero no creo que Ramón se haya dado cuenta de que era una mentira, no es del tipo que sepa mucho de deportes. Tras decirle eso, Ramón accedió a ayudarme para que se me calmase el dolor. Lo primero que hice mientras le daba la espalda, fue quitarme toda la ropa, luego tomé una muy pequeña toalla y me la coloqué alrededor de mi cintura.
Tras lo cual me acosté boca abajo en mi cama. Le indiqué que en mi gaveta de noche había un frasco con aceite de oliva, que según era lo mejor para ese tipo de masajes. A todas estas podía ver en el espejo de mi habitación la cara que ponía Ramón a medida que yo le hablaba.
Ramón tomó asiento a mi lado, y tras embadurnarse las manos con el aceite, comenzó a aplicarlo en la parte baja de mi espalda. Al principio de manera bastante tímida, pude sentir sus gruesas manos, pero poco a poco como que fue tomando mayor confianza.
Al mismo tiempo comencé a preguntarle sobre su familia, me dijo que se había divorciado de su mujer y en tono de broma me comentó que ya llevaba buen tiempo pasando un largo y ardiente verano, manteniendo únicamente de manera ocasional, relaciones con Manuela la viuda de los cinco hijos.
Seguimos charlando y de cuando en cuando yo tocaba el tema del sexo. Lo que en Ramón era evidente causaba cierto efecto, lo sé, por la manera en que me pasaba con mayor fuerza sus manos, por sobre la parte baja de mi espalda.
En cierto momento le indiqué que era necesario, el que me diera un buen masaje en la parte superior de mis muslos, ya saben por lo lastimada que yo tenía mi ciática.
En esos instantes la pequeña toalla se convirtió en un pequeño estorbo, por lo que de manera practica la retiró colocándola sobre la mesa de noche. Los masajes continuaron, de la parte baja de mi espalda a la parte superior de mis muslos, en su voz podía notar que Ramón se encontraba algo nerviosito, por lo que aproveche el momento para que el proceso de masaje fuera más íntimo.
Por lo que le dije que lo mejor sería que él se colocase tras de mí, y de esa manera no se cansaría tanto y él no se lastimaría la espalda.
Justo cuando lo pensaba hacer me comentó, que su pantalón se mancharía con el aceite, por lo que le indiqué que lo más práctico era que se lo quitase. Por unos momentos como que dudó el seguir esa instrucción, pero al yo abrir un poco mis piernas de inmediato se quitó su pantalón y hasta su camiseta.
Se subió a mi cama y colocándose tras de mí siguió dándome esos sabrosos masajes, a medida que su cuerpo se pegaba un poco al mío, yo abría un poco más mis piernas, y hasta en cierta manera gemía al sentir como sus dedos casi rozaban mi esfínter.
De momento comienzo a sentir una cosa dura y caliente, directamente sobre mi culo. Ya a esa altura de las circunstancias, aunque yo quisiera no lo podía detener. Me tomó por las caderas y sin decir palabra su miembro embadurnado en el mismo aceite me lo ha introducido por completo dentro de mi culo.
La satisfacción de sentirlo fue tal que hasta un ligero grito de alegría se me escapo. A partir de ese instante Ramón comenzó a cabalgar sobre mis nalgas, metiendo y sacando toda su divina verga de mi hambriento culo, que me la tragaba con ese gusto, que hasta de la alegría lloré.
O mejor dicho se me salieron par de lágrimas, los fuertes brazos de Ramón me apretaban de manera tal, que me hacía sentir hasta lo más íntimo de mí ser.
Por un buen rato mantuvimos esa misma posición, hasta que se me ocurrió pedirle que cambiásemos, casi de inmediato le tuve que aclarar que era de posición, no que él se fuera a poner en mi lugar y yo en el de él.
Al parecer se asustó cuando escuchó las primeras palabras de la frase, pero al aclararle la idea continuó dándome verga divinamente, diciéndome que prefería seguir, así como estábamos.
Después de eso mi relación con Ramón ha proseguido a lo largo del tiempo, de pobre desempleado callejero, hoy se encuentra a cargo de una de las fincas que administro.
Hasta se puso a vivir con una mujer, pero cuando me encuentro por la finca se dedica solo a mi persona.
Bueno como verán esas son algunas de las estrategias que he usado cuando deseo tener sexo con otro hombre.
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