MATEO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi madre había viajado al sur por asuntos familiares, y no quería que me ausentara en la escuela, entonces acordó con los padres de Luca, que me quedaría en su casa el tiempo necesario hasta su regreso. Yo feliz de la vida, solo podía pensar en con quien pasaría mis días, puesto que Luca no me interesaba mas que como amigo.
El problema era evidente, Mateo me ignoraba por completo, ni siquiera me dirigía la palabra. A pesar de que compartíamos el mismo cuarto, yo dormía junto a Luca en su cama y Mateo en la suya en el otro extremo, lo sentía tan distante y frío. Recuerdo que al principio se me hacía un chico raro al que no me quería ni cruzar, lo había visto en ocasiones anteriores cuando con Luca eramos más pequeños, se la pasaba leyendo en su cuarto, no le gustaban los deportes aunque iba al gimnasio con frecuencia, rara vez salía con sus amigos y Luca ya me había contado que según sus padres era un chico con problemas, tomaba pastillas para sentirse alegre, lo cual se me hacía gracioso porque nunca lo veía sonreír por nada. Pero con el tiempo fui notando cuan atractivo era, su rostro pálido y sonrosado en las mejillas, sus ojos increíblemente negros y serenos, su manera rara de ser, ordenado y limpio, nunca se desvestía delante nuestro ni dejaba al descubierto alguna parte de su cuerpo que me moría por contemplar; su torso, sus piernas, por no mencionar lo más intimo que anhelaba conocer. Era un chico muy bonito que pese a su edad aparentaba de mucho menos y yo moría por pasarme a su cama por las noches cuando por fin se dormía con el televisor prendido, que teníamos en el cuarto. Me conforme las primeras semanas con observarlo por las noches simulando dormir, y mientras tanto durante el día lograba sacarle alguna que otra información sobre Mateo, a mi amigo Luca.
Una de esas tardes de primavera, hojeando a escondidas una revista pornográfica que habíamos encontrado entre las cosas de su padre y la cual nos habíamos traído al cuarto, con Mateo ausente; yo le comentaba a Luca sorprendido que no podían ser reales los penes de esos sujetos en las fotografías, eran enormes y peludos, no podían ser tan diferentes a los nuestros, y él, que miraba más a las mujeres que cualquier otra cosa, me dijo sonriendo que era real, lo había visto en una película y además su hermano lo tenía de esa manera.
Entonces le pregunté cómo lo sabía, y él me contó que una vez cuando pensó que el baño se encontraba desocupado, entró apurado y vio a su hermano orinando, con el pene al descubierto obviamente, y aunque este se cubrió de inmediato, pudo ver que era similar a lo que estábamos viendo en las revistas.
Mis deseos se incrementaron a mil, no creí resistirlo más.
Esa noche esperé a que todos estuviesen dormidos, cuando Mateo llevaba largo rato con los ojos cerrados y el televisor encendido, golpeé con el codo a Luca y este no se movió, me levanté y lentamente me dirigí a la cama próxima, no podía dejar pasar otro segundo más.
Él tenía una remera negra que se le ajustaba a la perfección, corrí con delicadeza las sabanas que le cubrían hasta la cintura, llevaba unos calzoncillos a cuadros de color verde, ligeramente holgados.
Vi parte de su abdomen con vellos hasta el ombligo, pose mi mano en una sus piernas que estaban bien torneadas y con algo de vello, la deslicé hacia la abertura del calzoncillo y toqué sus testículos, me parecían enormes, estaba tocándolos cuando siento que su pene se mueve y se va hinchando, quité la mano enseguida pensando que estaba a punto de despertar, pero seguía durmiendo.
Me excitaba que fuese tan peludo en esa zona, a diferencia del resto de su cuerpo.
Sentí de repente un cosquilleo intenso en mi pene y cuando me toque tenía un líquido espeso y pegajoso en la parte superior, supuse que era lo mismo que les salía a los sujetos en las revistas pornográficas.
Fue tan increíble que por unos segundos olvidé lo que estaba haciendo y cuando reaccioné vi a Mateo sentado en la cama mirándome fijamente, me agarró del brazo dándome vuelta y me sujeto ambos con fuerza, no podía gritar.
Me preguntó qué estaba haciendo, no respondí, me acercó más hacia él y me preguntó por qué lo estaba tocando, no respondí.
Me acostó en la cama sin dejar de sujetarme los brazos, yo dándole la espalda y con lado izquierdo de mi rostro hundido en el colchón seguí sin pronunciar palabra.
Me bajo los calzoncillos dejando al desnudo mi culo y con su mano me toco con fuerza hasta sentir su pene caliente sobre mis nalgas, lo dejó ahí, caliente sobre mí.
Me dijo muy cerca al oído; si va a ser, será a mi manera.
A continuación me quitó la remera, me levantó con fuerza y yo no podía intuir que iba a hacer conmigo.
Para mi sorpresa y horror, me llevo a la cama de Luca, me bajó con fuerza al costado de la cama y bajó mis calzoncillos, quedé entonces de rodillas a un extremo de donde dormía con Luca minutos previos, con la parte superior y boca abajo sobre el colchón, mirando siempre a Luca rogando que no despertase.
Sentí el calor de su torso en mi espalda y al oído me dijo que si gritaba Luca se despertaría y todo se iba a la mierda.
Metió su pene con fuerza dentro mio, sin contemplaciones, grité en silencio y Luca no se movió pese al brusco movimiento, Mateo no se detuvo, sacaba y metía una y otra vez su grueso fierro caliente, la cama se movía aunque no hacía ruido, sentí un líquido de fuego en mi culo, exploté en mil sensaciones y pedí que no parase.
me levantó una vez más, me llevó a su cama, Luca seguía durmiendo.
Mateo me arrodilló junto a su cama y dijo sin vacilar: vas a besar mis pies e irás subiendo lentamente a medida que te lo indique hasta llegar a mis pelotas.
Busque sus pies, primero el derecho y lo besé, pasando mi lengua desde el talón a los dedos, eran perfectos, pies delgados, dedos largos y prolijos, los besé con amor.
Me dijo que subiera, besé sus piernas, llegué con entusiasmo a sus huevos peludos, ese olor particular me volvía loco, era el de un hombre.
Su pene duro y grueso se humedeció en mis labios, ya no era violento, me dejaba ser.
Tome con una de mis manos el pene mientras se ponía mas duro y se movía bruscamente de un momento a otro.
El olor era intenso, sus huevos se hinchaban y yo los tocaba suavemente con mis dedos, a la vez que mi lengua lo recorría todo.
Mi nariz, mis labios en continuo contacto con sus risos y por momentos mis mejillas también, sus risos suaves y en abundancia, esa cálida sensación que nunca olvidaré.
Era real al fin y al cabo, su pene se me hacía cada vez más enorme dentro de la boca, su liquido sabroso, su olor reconfortante y placentero, sus abundantes risos me erizaban por completo.
Y yo seguía lamiendo su glande en llamas y a punto de explotarme en los labios, y sí! Explotó en mis labios y lo bebí y él se estremeció, sus pies se fruncían, sus piernas temblaron débilmente y cerró sus ojos, mientras se mordía el labio inferior.
Lo tenía ahí, en la soñada posición, sentado en su cama, con las piernas abiertas, dejando al descubierto su pene aún duro, húmedo y sudoroso, sus risos revueltos dándole ese porte varonil.
Se quitó la remera, me extendió su mano, la cual tomé y me dirigió hacia él.
Me senté sobre su pene semiduro, mi culo se estremecía al calor su miembro y la suavidad de sus risos, mientras me miraba fijamente.
Nos acostamos ahí mismo, me atrajo lo más cerca posible, me giré y apoyé con fuerza mi culo en sus genitales, su pene latía, y me susurró que todavía no estaba rendido.
Luego de unos minutos sentí su fuerza contra mis nalgas, su piernas entrelazándose junto a las mías.
Lo amé tanto, y lo seguiré amando siempre.
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