Matías… Cuando nadie nos ve
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ElMarques.
La tarde del viernes estaba en casa de Alec. Había ido a buscarlo para ver si tenía ganas de ir al rio conmigo, pero él, estaba ocupado limpiando el patio de su casa, como no quería ir solo, me quede junto ahí con él, –incluso le ayude a barrer las hojas –. Esa tarde ya el sol estaba ausente, y la brisa otoñal soplaba con fuerza.
Aún seguía jodiendo en casa de Alec, pero ya estaba por irme a mi casa a bañarme, nos íbamos a ver más tarde en la calle para jugar con los demás muchachos del barrio. Despidiéndome ya de Alec, sale el hermano de él, al patio; iba con una toalla sujetada a la cintura, las gotas de aguas le caían por todo el torso desnudo, la piel amarilla brillaba con el resplandor del atardecer, los músculos de la espalda se le marcaban al caminar, (es flaco, pero ancho y alto). Cuando termina de tender su slips en la cuerda, gira y nos da el frente –me quede impactado –la toalla blanca estaba echa un nudo al lado de la cintura, en su cintura se marcaban dos líneas curvas que se perdían dentro de la toalla, el abdomen estaba un poco marcado por los músculos, y los pectorales, eran dos masa musculares muy marcado a la piel.
Me vio a los ojos y yo le vi a él, y antes de esquivar la mirada, note su expresión seria; esas cejas gruesas se acentuaban en su rostro blanco, me hicieron temblar. Baje la mirada y lo vi de nuevo, él ya iba entrando de nuevo a la casa, y se quedó viéndome por el rabillo del ojo, gire la mirada rápido y veo a Alec de nuevo.
Vale Alec nos vemos ahorita… me, me voy a bañar –le digo temblándome un poco la voz.
–Si vale, está bien –me responde.
Al terminar de hablar con Alec, este me acompaño hasta el frente de su casa, de nuevo le recordé; que después de bañarme, al rato volvía a salir a la calle.
A dos casas de la de Alec llegue a la mía. Vi a mi mamá que iba subiendo por las escaleras de los inquilinos, le grite para hacerle saber que ya estaba aquí, corrí para adentro de la casa y fui con rapidez a mi habitación. La respiración la sentía acelerada, note como mi estómago descendía en cada suspirar que daba, un cosquilleo sentía en mi entrepierna y un vahído en mi estómago me hacía sentir volcado. En la mente, no dejo de pensar en el hermano de Alec, lo tengo grabado y no tengo intención de sacarlo de mi mente, no puedo dejar de pensar en él, y verlo no hace poco, me hace sentir unos nervios incontrolables.
Lo tenía en mi mente, ya no le veía en el patio de la casa de Alec, sino en mi habitación, saliendo de mi baño; mojado, con el cabello empapado cayéndole un mechón de cabello oscuro sobre la frente, mirándome fijo con esa mirada seria y esos ojos color avellana. Me senté en la cama, sentía como mi corazón latía con fuerza, me acosté y me puse una mano en mi entrepierna; estaba empalmado y, con suavidad toque mí abultada erección en mi short, cerré los ojos e imagine: – ¿Cómo es que se llama? –recordé; << Diego… oh si Diego… >> me perdí en mis pensamientos, y lo vi ahí, lo vi frente de mí; con toalla blanca en la cintura, me lo imagine como es: flaco, alto, ancho y ese rostro… nariz grande, labios grandes, ojos claros y esa cejas densamente poblada, el cabello un poco largo hacia arriba (pero que en ese momento estaba aplacado por el agua). Lo tenía frente de mí, con mi imaginación, ya la erección quería reventar en mi short, y yo, ya estaba dándole libertad, dejándola descubierta.
Abrí los ojos y me mire hacia mi entrepierna, vi el glande rosado salir del capullo, e imagine de nuevo a Diego; dejando caer esa toalla de su cintura, dejando verle denudo, << imaginé que él, desnudo debe ser igual a otros hombre que había espiado desnudos >> lo vi de nuevo en mi habitación parado frente a mí; desnudo, con las piernas abierta dejando ver una mata de pelo en la ingle y su verga colgando junto con la bolas, –recordaba la mirada que me dio cuando iba entrando a la casa–, esa misma mirada, la imaginaba ahora mismo viéndome de esa manera. Empecé a jalar mi verga de arriba hacia abajo, la descubrí completo del capullo y, empecé a creer que Diego me acercaba su verga a mi boca, y yo, olía y sentía la verga erecta dentro de la boca. Tenía los ojos cerrados y estaba perdido en mis pensamientos sexuales, casi por seguro sentía engullirme la verga de Diego en mi garganta, imaginaba la mirada seria viéndome a los ojos mientras yo me atragantaba con su miembro viril, sin dejar de jalar con más fuerza mi verga erecta, sintiendo el cosquilleo en el glande, junto con todo lo demás; los nervios que me hacia estremecer acostado en la cama, la fiebre que tenía prendida en ese momento, me daba escalofrió, los pies los acurruque y acelere los movimientos de mi manos en mi verga. No dejaba de ver en mi mente a Diego, haciendo que me tragara todo su mástil grueso y duro, pegándome la nariz a los pelos y yo olerlos hasta no aguantar de tenerla dentro de mi garganta.
Sentía que ya me iba a correr, la tensión en mi cuerpo era dura y, los corrientosos espasmos no me dejaban estar quieto en la cama. En ese momento intenso, unos paso ruidosos se oían por el pasillo de los cuartos, abrí los ojos de golpe, y la tensión de mi cuerpo descendió tan rápido que ya en un momento estaba yo de pie, guardando mi verga hacia abajo junto con las bolas, me dolió por lo brusco que fui, y porque aún estaba dura mi verga. Me levanto de la cama, y me muevo en pasos cortos sin saber qué hacer; cuando oigo la puerta abrirse, me agacho rápido y finjo estar buscando algo debajo de la cama. Mi madre es la que ha entrado a la habitación, venía con una cesta de ropa lavada, me pregunta.
– ¿Matías que estás haciendo? –pone la cesta en la cama, y yo sin saber que responder le digo.
– Buscando… unos reales que se me cayeron.
Salgo debajo de la cama, y me quedo de rodilla en el piso, mi mamá me lanza una mirada mientras está doblando la ropa.
– ¿Lo conseguiste?
– Si ma’ ya los agarre –sonriéndole le miro a la cara y me levanto del piso.
Agarro la toalla y veo que mi madre está por ya terminar de guardar y doblar la ropa lavada en las gavetas. Entro al baño y me siento en la pocéta, espero a que cierre la puerta, para saber que ya ha salido del cuarto, cuando ya oigo cerrar la puerta, me, desnudo por completo, entro a la ducha y abro el grifo, el agua empieza a mojarme, –pero debe ser el frio, por mucho que lo intente no logre excitarme como hace poco–. Con rabia, termino de bañarme, salgo al cuarto y busco ropa para vestirme, al ya estar listo voy a la sala, busco a mi padre y le pido dinero.
Ya la tarde estaba oscureciendo, y el frio de la noche ya hacia espelucar mi piel. Me llego hasta donde están los muchachos, veo a Alec –e inmediatamente, recuerdo a Diego –pensé en preguntarle por él, pero me detuve, no vaya ser que lo haya extraño; yo preguntar por su hermano. Veo que están cuadrando para jugar futbol, y yo espero paciente, ver quien me llama para jugar en su equipo. Está Carlos eligiendo y me sorprende oír mi nombre cuando él me llama –los muchachos me toman “por malo” para jugar estos juegos –me muevo hacia donde está el parado y me paro al lado de Jonathan, Javier termina de elegir a Luis y así quedamos ya ambos equipos seleccionados.
Empezamos a jugar, me dejan cerca de la portería como defensa, y veo yo como los muchachos, (sobre todo Carlos que es más alto que nosotros) van detrás de la pelota cerca de la portería del equipo contrario, como jugador malo no me muevo en ir a jugar donde está la emoción, Jonathan esta de portero y empieza gritar, pero yo no le presto tanto atención, porque me he quedado embelesado con las carcajadas que oigo en la esquina de la calle; es Diego, el que se ríe juntos con sus amigos, me quedo viéndolo como un “lelo” y si no es porque Jonathan me pega un grito, no me giro y empiezo a defender la portería con los demás de mi equipo. La corredera y la emoción del momento me hicieron sudar de inmediato, volví a quedar solo con Jonathan en la portería y vuelvo a girar para ver a Diego en la esquina, pero ya no lo veo.
Sin darme cuenta de lo sucedido; los muchachos han hecho un “stop” al juego y, veo que Jonathan se acerca al bululú a discutir en el bullido que han armado los demás. Yo me salgo del campo de juego y salgo a la orilla de la carretera para intentar de ver; por donde se habrá ido Diego. Carlos me grita desde el campo, yo volteo y le veo con ojos idos, hasta que no me repite de nuevo no le prestó atención a lo que decía.
–Ven acércate –me dice Carlos, haciéndome seña con la mano.
Voy y me llego hasta donde están mi equipo, armamos un círculos, yo quedando al lado de Carlos, él me pone el brazo encima de mi cuello –ese contacto, me hace sentir nervios –pero ignoro para prestar atención a lo que él dice. Al terminar de decirnos la estrategia de juego que él, ha armado, volvemos a jugar; esta vez quedo en el centro del juego, estoy al lado de Carlos que me pasa la pelota y, yo sin espéramelo, pateo la pelota y casualidad que anoto el primer gol.
Yo no me lo esperaba, ni mucho menos los muchachos (que me creen “delicado”) pero la emoción del momento les hizo rodearme, el primero que me llego por la espalda fue Carlos, el me alzo, agarrándome del estómago, me levanto hacia arriba, pegando su cuerpo al mío –fue inevitable, no sentir su bulto en mis nalgas –cuándo se nos acercaron los demás; nos cayeron encima, cayendo de espalda Carlos y yo encima de él, el momento de los gritos y la risas, caían encimas de nosotros, presionando mi peso, con el cuerpo de Carlos, –esta vez no pude ignorar, el bulto de Carlos en mis nalgas –riéndome y asfixiado, me lleve una mano a mi entrepierna para cubrir mi recién elevada erección, tuve miedo que los demás sintiera que se me había parado la verga, por estar arriba de Carlos.
Ya nos levantamos todo del suelo, sacudiéndonos el polvo y el monte de la ropa, yo me vi a la entrepierna, para asegurarme, que no se notaba erección alguna. Seguimos jugando un rato más y terminamos la partida: 1 a 0, a favor de nosotros, Javier que era el líder del otro equipo termino un poco molesto, al finalizar el juego. Estaba retando a otra partida, pero Carlos le hablo de una, y le dijo; –no, que va, ya es tarde–
Esa noche Javier se fue molesto, y nosotros riéndonos de él. Al rato nos sentamos donde (casi todas las noche) nos sentábamos, para hablar de todo un poco. Yo me acerco a Alec, y me siento a su lado, disimulando un poco mi interés; le hablo del hermano, le digo:
–A diego le vi hace un rato en la esquina – al terminar de decirle, Alec me ve con indiferencia (como si no le importase, lo que le he dicho)
–Tu hermano ya bebe ¿no? – le pregunto intentado de nuevo conversar.
–Ha… ni idea… ¡Matías déjame oír a Carlos! – Me responde sin siquiera verme a la cara –por eso a veces le saco el culo a Alec –
Le dejo quieto y pongo atención a Carlos que está hablando. No presto atención por mucho que lo intente –no dejo de pensar en Diego –pero viéndole hablar a Carlos, recuerdo la presión de su entrepierna en mis nalgas, me pregunto; ¿lo hizo con intención? << No deberías darle importancia… él una vez te llamo ¡marica!>> me digo en mi mente, recordando esa vez.
Al rato de tanto cuentos que hablaban los muchachos, nos cansamos, y empieza a irse Luis a su casa, Alec se levanta y dice que también él ya se va ir, yo me levanto y le digo para irme junto con él, me hace seña para irnos y juntos los dos nos vamos camino abajo hasta la cuadra donde vivimos.
Dejamos atrás los que quedaban sentados y nos despedimos hasta mañana. Antes irnos, Carlos se me había acercado, me hablo al oído; alagando el gol que había metido, pero al estar cerca de mí, con rapidez y en forma “juego” me ha agarrado una nalga. Por eso no iba tan pendiente de la conversación con Alec, –estaba desconcertado por Carlos –. Alec me dejo en el frente de mi casa, yo estando en la entrada, espere que el llegara a la de él, cuando ya el entro hizo seña con la mano y yo también le devolví la seña entrando a casa.
Había llegado tarde, mi madre hizo un intento de regañarme, pero como soy el consentido; lo que hizo fue servirme la cena. Al terminar de cenar, me fui a mi habitación, oía las canciones de los vecinos –era viernes… eso era parranda – me llamo la atención que hoy en mi casa no haya alboroto, si casi todos los fines de semana hay rumba en mi casa. Ya me estaba acostando cuando oigo ruidos en el patio de la casa, como en la habitación tengo ventana hacia el patio; me asomo y veo, que es un inquilino, está llegando y entrando por el portón, me le quedo viendo (y como es relativamente nuevo) le detallo para ver cómo es; lo miro y es alto, joven y delgado. En ese momento por ver al inquilino, recuerdo:
Una noche… cuando el primo de Alec, Joan… vivió un tiempo aquí, alquilado. Esa noche llego borracho (perdía el conocimiento) se llegó tambaleando como pudo a la habitación, yo aún no dormía y me di cuenta cuando el llego, curioso y para reírme de él, salgo por la puerta de atrás de la casa, y le sigo hasta subir a la habitación que el rentaba –todo lo hacía por juego, o eso creía–, me reía y me escondía para que él no me viera, en eso, le veo que está luchando por abrir la puerta, cuando logra meter la llave; abre la puerta y el entra balbuceando palabras que no se entendía para nada. Aquella noche, ya sería como las 12:00, (o tal vez, ya eran de madrugada, como las 1:30 de la mañana) tal vez, pero recuerdo que esa noche, era oscura y hacia una brisa fuerte, –debí tener miedo, pero en el fondo un cosquilleo corría en mi estómago hasta mi entrepierna (y simulaba yo; que era “por juego” que yo lo hacía) –. Cuando Joan ya entro a la habitación, dejo la puerta abierta, yo con nervios encontrados en mi estómago salgo caminado y llego hasta la a habitación de él. Estoy frente de la puerta abierta, el frio me hace temblar junto con los nervios que sentía, y una emoción jamás experimentada en mí, me hacía querer ir más lejos. Tenía frente a mí, pura oscuridad en el cuarto, vi alrededor de mí, hacia los lados del pasillo, (viendo a ver si no había nadie más) y con el miedo latente en mi corazón y estómago, adentre a la habitación.
Cuando ya estoy adentro sentí el cambio de temperatura, –se sentía el calor–, la oscuridad invade mis ojos, –no veo nada –y hasta no, adaptarse mi visión a la oscuridad, no me moví para ver bien donde pisaba; logre ver la silueta acostada a la mitad del colchón que tenía tirado Joan en el piso, oí el ronquido que hacía, y pausadamente fui dando pasos para ir acercándome, hasta donde él estaba. << Me preguntaba ¿hasta dónde iba llegar yo? >> –pero, me engañaba a mí mismo; “que todo era para molestarlo”–. Gire hacia atrás para ver hacia la puerta, la brisa silbaba afuera, y la luz de la luna, alumbraba escasamente el cuarto; vuelvo a mirar hacia Joan, y empiezo a verle mejor: esta acostado de largo, con las piernas abiertas, pero aun con ropa puesta, los ronquidos que emitía se hacían cada vez más ruidoso, sentí miedo, pero ese ronquido me hizo pensar; << este está, dormido >> cubriéndome una risita en los labios con la mano, me agacho para acercarme mucho más al colchón. Voy tocando por la orilla del colchón, tratando de no hundirlo tanto con mi peso, pero veo que era imposible, me levanto de nuevo y camino alrededor del colchón hasta llegar, donde él tiene ubicada la cabeza; me agacho de nuevo y huelo el olor a alcohol que me embriaga, el sonido del ronquido lo oigo más fuerte, y viéndole con la poca luz que entra a la habitación; le veo el rostro dormido, de piel morena, cabello corto, facciones fuerte y siendo un militar, Joan… –siempre le había visto atractivo desde que llego aquí al pueblo–.
Acerco mi cara a la de él, tambaleo al estar tan cerca, la respiración chocaba con la mía, y el olor a cerveza, me hacía latir fuertemente el corazón, estaba apoyado con rodillas en el piso, y las manos sobre el colchón de modo inverso al cabeza de él, y sin medir las consecuencia o el peligro, motivado por un deseo (inconsciente) tenía los labios míos tan cerca de los de Joan, que casi ya estaba a punto de besarle. Pero el, se removió en la cama, y corto el ronquido al tragar saliva, asustado levante mi cara, creyendo que él iba abrir los ojos, –pero no fue así– el corazón me latía, la fiebre que sentía en el cuerpo, pareció bajar, haciéndome sudar de un momento a otro, el frio en los pies los sentía, hasta no sentirlos, me quede helado sin moverme para nada esperando que el volviese a roncar.
Cuando volvió a roncar, me tranquilicé, veo de nuevo la puerta abierta y pienso en ir a cerrarla (o al menos ajustarla) le echo una mirada rápida y me levanto con avidez, camino hasta la puerta y con suavidad la voy ajustando, pero la brisa me la volvía abrir, ojeo al piso, para ver que encuentro, consigo unas botas de él, al lado de una mesita de noche, agarro una y la utilizo para sujetar la puerta. Me devuelvo a oscura hacia donde esta Joan, –por suerte no tropecé con nada– trato de ubicarme de nuevo como estaba ahorita, me quedo sentado encima de mis pies, y espero adaptarme de nuevo a la oscuridad, cuando logro ver mejor, me llego, a la cabeza de Joan, acerco de nuevo mi cara, –con los nervios de punta– , sin pensarlo y sin dudar, pongo mis labios en la abertura abierta de los labios de su boca, sentí el frio de su dientes, y el ronquido casi que soplaba mi boca, él no se movió, ni hizo nada, seguía roncado como si nada. La erección apretada en mi ropa interior, era fuerte, me dolía de tanto estar presionada con la tela, aun con el morbo en mi cuerpo me acerco de nuevo a los labios de él, esta vez, me quedo pegado por más tiempo, –imaginando que le daba un beso de verdad –no me percate que había dejado de roncar, cuando siento la presión de su mano afincando mi cabeza a la suya, abrió los labios y dejo entrar su lengua en mi boca, –yo me quede pasmado del miedo y sin moverme–, mientras el movía los labios y abría los míos, inundando mi boca con la lengua, que se movía a todos lados y jugaba con la mía, me chupo la lengua y yo solo abrí la boca dejándola sacar, sentí un dolor leve, pero la excitación en mi cuerpo aumentaba que no le paraba bolas a dolor que pudiese sentir. Pensé que nunca me iba dejar de besar, aun me tenía presionado con la mano, chupaba y apretaba mis labios con los de él, y yo empezaba a gemir, en eso oigo su voz pesada decir;
–oh Ana… sssh, que rico Ana– casi me privo de la risa, al saber que él me estaba confundiendo con una tal Ana, (como si hubiese tomado confianza) me animo y empiezo a besar y cruzar mi lengua junto con la de el –como si tuviese acostumbrado o, si supiese besar – pero así como empezó de repente, sin esperármelo dejo de besarme, solo balbuceaba palabras muy bajito que no entendía. Se quedó quieto de nuevo y al momento volvió a roncar, de nuevo sentí que la fiebre bajaba de temperatura de mi cuerpo (pero al menos esta vez no tenía miedo) más bien quería hacer mucho más, –estaba muy excitado –por un momento me detuve a pensar en las consecuencias, y me di cuenta que ya tenía rato fuera de mi habitación << ¿y si mamá o papá se dan cuenta que no estoy en el cuarto? O ¿ven que la puerta del patio esta es ajustada? >> Otras preguntas más pasaron por mi cabeza, pero el morbo que sentía en ese momento era muy fuerte, ignore por completo las consecuencias.
Empecé a tocarlo suavemente sobre los hombros llegando a los pectorales, lo sentí duro y como la respiración ascendía y decencia, mientras lo tocaba, sentía la lubricación de mi verga erecta mojar mi slips, al estar tan excitado y notar que él, no se movía ni dejaba de roncar por mi tocamientos en su pecho, me aventure, por ir más lejos; me levante, y camine por alrededor del colchón llegando hasta los pies de él, que salían del colchón (ni si quiera se había quitado los zapatos) cuando fui tocado por ese extremo lo que sentí primero fueron los zapatos deportivos que tenía puesto, como tenía las piernas abiertas, fui tocado por el medio de ella, toque la tela del Jeans gruesa y, sobando levemente, me fui metiendo en medio de la piernas hasta llegar a la entrepierna. Me detuve y calmando la tembladera por la excitación, fui poniendo la mano muy cerca de su bulto –me iba guiando por el tacto –cuándo llegue hasta abultada erección al tocar su falo, puesto a un lado dentro del slips, su verga pulso en mis dedos, estaba dura como una piedra, el hormigueo en mi cuerpo aumento, y poseído por el morbo, apreté con fuerza el falo duro de Joan, volvió a pulsar con fuerza en mis manos; deje mi mano arropando todo el bulto formado en el Jeans, –como si ya lo hubiese hecho antes –acerque mi boca y la pose encima de la abultada erección: abrí la boca lo que más pude, sintiendo la textura de la tela, el falo volvió a palpitar esta vez en mi boca, ya estaba totalmente desinhibido, no me importo nada y, con las manos temblorosa empecé a quitar la correa, luego baje el cierre, al bajarlo metí la mano y sentí el calor dentro de su slips, toque por encima de la suave tela de la ropa interior, la erección atrapada, volví a poner mi boca encima de la verga, –y sentí no solo lo dura que estaba–, sino hasta la textura de las venas en el miembro grueso y viril de Joan.
Baje la pretina del slips y el trozo de carne salió rebotando, pegando el glande en mi nariz, las viscosidad de su glande, choco en mi cara, si pensarlo lo saboree con la lengua, y el olor que emanaba su verga, me baño la nariz hasta extasiarme, aspire hondo y abrí la boca, puse mis labios encima del glande y en la primera bajada que di, baje el prepucio hasta al fondo, tragando yo hasta chocar el glande en mi garganta. –Fue el primer sabor de una verga que probaba yo, (¿o al menos eso creo?) la primera arcada me hizo sacarla de la boca, pero inmediato la engullí de nuevo hasta al fondo, explayaba mi lengua para sentir la textura de la piel del falo, y para saborear el rico sabor que tenía, ya estaba sintiendo las lágrimas caer por mis mejillas –yo mismo me ahogaba con ella –me la trague toda, hasta chocar mi nariz en sus pelos hechos unos rollitos, y aspire profundo para embriagarme con el olor que soltaba en esa zona de pelos encrespados y, hasta no poder más, la saque completamente babeada de mi garganta, la mamaba de un lado, me la metía, la chupaba, pasaba la legua en la rajita del glande (ahí sentía el sabor a orín, y me gustaba) también sentía que cuando metía la legua en la rajita, él se estremecía y pujaba.
Estaba disfrutando lo que hacía, cuando siento la mano de él, apoyando mi cabeza, siento, un susto pero a la vez, mamo su verga con más delicia y empiezo a gimotear, cierro los ojos y muevo frenéticamente la cabeza hacia arriba y hacia abajo, presionando con los labios el troco del falo, el me jala de los cabellos, y en un movimiento rápido, se voltea conmigo yo metido en su entrepierna, quedando el boca abajo y yo bajo de él, con la boca tapada por el trozo de carne gruesa. Me sobresalte por el movimiento brusco que hizo, y sentía que me ahogaba al estar así atrapado, el empieza a moverse con rapidez; su cintura se movía al compás que me penetraba la boca, los ruidos guturales de su boca, eran fuerte, y dando tres presionada encima de mi cabeza con su verga metida en mi boca. Dejo salir los trallazos de leche espesa en la profundidad de mi garganta. Sentí las pulsaciones en cada acabada en mi boca, el glande se hinchaba en mi garganta, el trallazo de semen golpeo mi campanilla, ahogándome y probando por primera vez; el sabor del semen de un hombre adulto. Al terminar de acabar en mi boca, –tuve que tragarme todo – él se hizo a un lado dejando caer su cuerpo de nuevo a la posición que estaba, sin más que hacer, balbuceando volvió a roncar como si nada hubiese pasado.
Yo quede como si también hubiese acabado, sabía que hasta aquí había llegado todo. Me levante aun saboreando ese sabor tenuemente amargo en mi garganta, sin dejarle de mirar para ver si el me veía, (cosa que no fue así) Salí del cuarto, asustado al ver lo que había hecho, ya el morbo me había pasado y ahora sabía que estaba jugando con fuego –empecé a medir las consecuencias del hecho –vi lo oscuro que estaba y la brisa aún seguía soplando con fuerza, me pareció que; había pasado mucho tiempo metido ahí dentro de la habitación de Joan. Camine rápidamente, baje la escaleras, camine al patio (y por suerte), conseguí la puerta todavía ajustada, entre y camine a mi habitación, no lo podía creer aun; que había entrado sin llamar la atención.
Haber recordado lo que hice con el primo de Alec, me puso empalmado. Ya el inquilino había subido a su habitación, me quede pensado y me dije;
–el vecino iba como que… ¿borracho?…. ¿y si me llego a la habitación de él?
Continuara….
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