Me cogí al sastre.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando tenía 17 años terminé mis estudios de secundaria, y como siempre he sido muy quisquilloso con la ropa que uso, decidí ir a un sastre para que hiciera el traje de graduación según mis exigencias. Mi madre llamó al sastre que había hecho un traje para mi hermana, le preguntó cuando podría yo pasar por su taller para que me tomara las medidas, elegir las telas y todos esos detalles. Le dijo que estaba libre el sábado de esa semana.
El sábado tomé la dirección y fui al centro comercial donde estaba el taller de “Alexander”, llegué puntual a las 10 de la mañana, me hizo pasar y sentar en la sala de espera porque él estaba ocupado atendiendo a una señora, lo que me hizo molestar porque tuve que esperar alrededor de 20 ó 25 minutos, pero ni modo. Al salir la señora la despidió con un beso y un abrazo, aprovechando yo ese momento para detallarlo, y la verdad es que era un hombre bastante normal, lo único llamativo que tiene es la sonrisa, de resto muy común, menos de 1.70m, delgado, blanco, cabello corto marrón y ojos también marrones, llevaba un pantalón negro y una franela blanca. Luego cerró la puerta, se acercó y se volvió a presentar, me preguntó por mi madre y bla bla bla. Luego comenzó a decir que la señora que acababa de irse era una cliente difícil que siempre quería cambiar detalles y no lo dejaba tranquilo, a mi no me importaba un bledo esa señora yo lo que quería era hacer lo que tenía que hacer e irme porque luego iba a la playa con unos amigos y no quería llegar tarde (aunque con la media hora que tuve que esperar tuve que avisar que ya iba tarde).
Comenzamos a hablar del traje, le dije que yo soy de gustos normales, que lo quería negro, pero que había ido con él porque quería que estuviera hecho perfectamente a mi medida, me mostró unas revistas y unos modelos de trajes y me dijo que debía ir otro día a seleccionar la tela porque en ese momento no tenía las muestras. Luego me dijo que pasara al taller para tomarme las medidas, me tomó las medidas del cuello, espalda, brazo, muñeca, etc… pero al llegar a las medidas del pantalón comenzó a medir sobre el pantalón, lo cual es normal si se tiene ropa ajustada o no muy ancha, pero como yo llevaba puesto un pantalón demasiado grueso y ancho porque ese es mi estilo y además debajo tenía un short porque luego iba a la playa, le pregunté si era mejor que me quitara el pantalón porque así el traje iba a quedar mal hecho con medidas que no eran.
Dijo que sí, que era mejor porque en la medida de la entrepierna el pantalón tenía el no se qué muy abajo (que tenía mucha tela entendí yo que de eso no sé nada), y pasé a un probador, no sé para qué si igual me iba a ver cuando saliera, y me quité el pantalón y también el short, porque consideré que mientras menos ropa mejor, así que salí en bóxer. Al tomar la medida nuevamente había reducido como 6cm. Y pensé que fue buena idea quitarme también el short, lo cual no hice con malicia, porque lo que me preocupaba en ese momento era que no se me hiciera más tarde para ir a la playa y de paso tenía que comprar trago para llevar.
Prosiguió el hombre midiendo, pasó la cinta métrica por el detrás midiendo la cadera y como que me rozó sin querer la verga, no le hice mucho caso porque ni se me había ocurrido nada de eso, ya que se veía muy profesional y de paso era conocido de mi madre, así que más vale prevenir. Luego toma el largo de la pierna, me vuelve a medir la cadera, y de nuevo otro roce, de verdad estaba yo en el limbo que no me lo tomé con malicia, sino como que no fue adrede.
Me dijo que iba a tomar la última medida, pasó la cinta métrica entre mis piernas, me preguntó qué tan bajo quería el pantalón, le señalé la altura y comenzó a decir que era muy abajo y bueno, así estuvo un rato arrodillado y yo con la cinta entre las piernas. Siguió como si tomar una medida fuera algo de vida o muerte (igual luego podía ajustarla).
De repente, como si fuera algo normal, me metió la mano dentro del bóxer, me agarró la verga y me la acomodó de frente, porque yo la tenía de lado, y me dijo que tenía que tomar la medida así porque luego iba a quedar mal. Yo todavía de iluso, pensé que era cierto lo que decía, y como quería que el traje quedara perfecto, pensé más en la medida que en lo que acababa de hacer el sastre. Y también me tragué el cuento porque se me nota un paquete grande que siempre resalta (por eso prefiero la ropa ancha) y pensé que si la medida estaba mal me iba a ver como excitado el día de la graduación, así que lo dejé pasar como si nada.
Por segunda vez me volvió a meter la mano en el bóxer y me puso el güebo para el otro lado, ya esta vez entendí que la primera vez lo hizo para ver mi reacción y como no hice nada lo siguió haciendo con la intención de excitarme. Cuando pensé en eso comencé a pensar con la cabeza, pero con la cabeza de abajo, y a la tercera vez que me lo acomodó de frente ya se estaba poniendo grande. Me dio pena, pero a los pocos segundos ya tenía el güebo duro.
Ya no había que disimular, él me lo sacó sin mirarme y se lo metió en la boca, comenzó a mamarme el güebo, me dijo que lo tenía grande, que así le gustaban a él los hombres. Yo tenía novia y ya había tirado con varias chamas, pero con hombres sólo había dejado que me mamaran el güebo un primito y un vecino, y todos menores que yo. Alexander tenía 32 años (luego me contó), y lo mamaba como nadie me lo había hecho, pensé que tenía mucha experiencia, y era obvio que sí. Así que me quité el bóxer y me senté en una mesa que había allí para que siguiera con la mamada de pinga que me estaba dando, casi se metía todo el güebo en la boca, y mi novia no llegaba ni a la mitad.
Después de tanto mamar y no queriendo yo acabar le dije que me tenía que ir, él se levantó se desnudó y se volvió a arrodillar a mamar, hizo como si yo no hubiese dicho nada. Se levantó buscó unos condones y lubricante y me dijo que quería que me lo cogiera ahí mismo, que no me preocupara porque llegara alguien porque los empleados no trabajaban los fines de semana y no tenía más clientes ese día. De verdad que logró excitarme que jode y entonces fue cuando se levantó, me agarró el guebo y comenzó a pasarse la punta por el culo dicendo que quería guebo, que quería que me lo cogiera, que le partiera el culo, que ese culo era mío para que yo hicera con él lo que quisiera, pero que por favor le diera leche, que si quería le acabara en la boca que él se iba a tragar mi leche.
Dicho esto agarré el condom me lo puse en un santiamén se lo iba a meter de una pero ni saliva le había echado así que entró la punta y le dolió, le dije que aguantara porque él quería guebo y yo se lo iba a dar. Le eché lubricante en el culo y listo lo agarré por los hombros y se lo metí lento pero sin pararme por sus quejas, que de verdad se quejó mucho. Que sensación tan de pinga cogerse a un tipo, lo lancé para el mueble y lo puse en cuatro, le di con todas mis ganas, sin importarme si le dolía, lo traté como a una puta, lo halé por el pelo, se lo sacaba y se lo metía de una hasta el fondo y él se quejaba, lo cual me excitaba más.
Como él es pequeño para mí, que mido 1.82 y debo pesar como 20 kg más que él, lo agarré como una pluma lo levanté y lo pegué durísimo contra una pared, le mordí la espalda y mientras teniendo el guebo adentro le metí un dedo, y se quejó, le dije que si se negaba a lo que yo quisera me iba y listo. Se quedó tranquilo, y seguí dándole por el culo. Pasé uno de sus brazos por mi hombro y lo levanté quedando completamente clavado, después lo volví a pegar contra la pared y le metí un dedo teniendo el guebo adentro, sentí que el ano se le iba a reventar pero le metí otro dedo, me gustaba que se quejara, y me lo cogí un rato con los dedos adentro estirándole el culo, sintiendo mi guebo como se deslizada y sientiendo como se resistía su ano.
Cuando saco los dedos veo que tengo sangre, le había roto el culo de verdad, y era bastante sangre. En medio de la excitación lo acosté en el mueble (para que no viera la sangre) seguí montado encima y le mordí y chupé el cuello hasta que acabé con todo el gusto del mundo. Me provocaba quedarme un rato con el guebo adentro de él, pero en vista de la sangre era mejor sacarlo e ir a limpiarme, además cuando acabó el placer si me dio miedo y volví a pensar que él era conocido de mi madre y de paso fui una bestia cogiéndomelo y sentí algo de culpa.
Se quedó acostado un rato en el mueble y al notar que tenía sangre simplemente me dijo “de verdad que rompiste el culo”, le pedí disculpas pero me dijo que no me preocupara, que él no solía tener muchas relaciones y que siempre debía diltarse muy bien para evitar que eso ocurriera. No le creí mucho eso de no tener muchas relaciones por lo lanzado que fue y por el lubricate que tenía en el taller, pero ese es su problema.
Me lavé en su baño y me fui a la playa… Llegué bastante tarde por cierto, pero valió la pena.
Dejo mi correo para el que quiera escribir: dlx11@hotmail.com
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