Me cogío un cadete de soldado
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Había decidido acompañar a mi hija a la graduación de su esposo, del ejercito de los E. U., en uno de los estados de esa nación américana, en una base militar, la cual me reservaré el nombre. Engendré esa hija muy jovéncito, al punto que nos preguntan si somos hermanos y yo me río y me pongo orgulloso de eso. Mi esposa no podía acompañarnos al viaje por su trabajo. Pues desde mi país hicimos los arreglos pertinetes y alquilamos las habitaciones para pernóctar los días que estubieramos allí. Como es natural, hicimos las reservaciones de una habitación para ella y su esposo, mas una para mi solito, cosa que ella y su esposo (mi yerno) tuvieran privacidad, pues llevaban meses separados por el traning de él.
Llegó el día y el acto de graduación fue muy organizado y precioso. Habían tantos jóvenes hermosos y fuertes, cadetes que luego de par de días partirían a diferentes Bases Militares de los Estados Unidos. Al finalizar el acto nos reunimos y nos llevaron a almorzar a todos, cadetes y sus familiares. Es cuando mi yerno (cambiaré los nombres por respeto y privacidad) José, nos presentó a un cadete amigo de él, llamado Edrick quien estaba solo porque su familia no pudo viajar. A José le daba sentimiento, que Edrick por estar solo, no le permitieran salir de la Base, esos dos días y me suplicó que yo lo reclamara, para que le permitieran estar con nosotros de un día para otro, que era cuando nos despediríamos y se irían a sus respectivos destinos. El muchacho me cayó muy simpático y acepté, llevándolo con nosotros al Motel dónde nos quedaríamos.
Todo ocurrío tan rápido y tan inesperadamente, que a veces me la paso divagando y recordando ese divino y esfímero encuentro. Luego de pasear e ir de compras los cuatro nos regresamos al Motel para asearnos, descansar y luego salir por la noche a cenar. Notaba a mi yerno loco de ansiedad por estár con mi hija a solas y lo comprendía. Tan pronto la puerta de mi habitación se cerró tras de Edrick y yo entrar a ella, comenzamos a charlar y a desnudarnos quedando ambos en boxer. Reímos y nos contamos cosas de nuestras vidas cotidianas etc. Me dijo que él tambien estaba casado, que su esposa no pudo asistir y las razones, pero sobre todo que estaba muy deseoso, de tener sexo con ella y que envidiaba a José y a mi hija que podían estar juntos. A mi ese chico me fascinó, desde que lo vi y muy coquétamente le dije que eramos, dos y nuestras miradas se cruzaron… en que momento fue… no lo se, pero de repente nos fuimos acercando y nos abrazamos frenéticamente uniendo nuestras bocas en un caliente y descontrolado beso, dónde nuestras lenguas se comían una a la otra, mientras nuestras eréctas vergas pujaban por salir de los boxers. Nos apretabamos las nalgas uno al otro, los jadeos y gemidos no se hicieron esperar. No hablabamos, no decíamos nada, ni si me gusta, si si soy o no así…solo nuestros cuerpos se atacaban con deseo y lujúria. Los boxer cayeron al suelo y nos los jalábamos él a mi y yo a él. Entonces yo intenrumpí y le pedí bañarnos para estar limpiecitos, juntos lo hicimos y eso fue exquísito, bajo la regadera nos la mamamos uno al otro y nuestros hoyitos fueron lamidos por nuestras hambrientas lenguas. Nos fuimos a la cama a dar rienda suelta a aquella pasión nacida de la soledad momentánea de dos hombres y de nuestra necesidad natural de sexo.
Me penetró ardientemente, llavandóme a ver la gloria y haciéndome gemir como gata en celo, recibiendo lo que pedía, mi caliente hoyuelo. Era barbáro el deseo contenido de aquel cadete, me daba y me daba, besando mi cuello y diciéndome obsenidades al oído que hacían hervir mi sangre de lujúria y placer, me la metío en cuanta posición hay, yo lo complacía y le pedía mas y más. Con mis piernas alrededor de las suyas y mis manos masajeando su espalda, mientras nos besabamos salvajemente, me la metía y me la sacaba vigorósamente, hasta me que llenó todo de su caliente y rico néctar, de esa leche acumulada por tantos día, según él. A él no lo pude penetrar, nunca lo había echo y le dolía demasiado, pero me vine en su culo en un raspar de arriba a bajo entre sus nalgas, que el movía como una machina, probocándome una terrible venida en ese virgen culo.
Demás está decir que esa noche al regresar de cenar, nos cogió el amanecer, metiendo, haciendo el amor como nunca lo había echo con otro hombre… en su juvenil vigor y calentura me juraba que me amaba. Te amo, te amo me repetía cuando descargaba en mi, su semén.
Cuando al otro día los fuimos a llevar a su base, nos despedimos con tristeza, pero a la vez, con mucha alegría por nuestro encuentro. Mi hija iba muy feliz y yo más. De esa amistad, nos hablamos unas cuantas veces por télefono, pero no nos hemos vuelto a encontrar, yo espero que un día de estos, él vuelva a mi vida a darme ese placer, que nadie más me ha sabido dar.
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