Me cogió un hetero borracho en una licorería
Me sacó el guebo de golpe y sentí el culo frío y abierto. Se sentó en la poceta y me senté encima de él. Se sentía rico así. De esa manera me daba como a perra. .
Al salir de trabajar, decidí ir con mi mejor amigo a tomarnos unas cervezas aquí en Valencia. Él me pasó buscando en su carro y cuando pasamos por una licorería le dije que nos detuviéramos. La idea era que yo comprara unas 4 cervezas e irnos enseguida, pero mientras hacía la cola para pagar estaba un chamo bello viéndome como que mucho. Como buena putica, le hice seña a mi amigo para que mejor nos tomáramos las cervezas ahí mismo. Se bajó del carro y enseguida le comenté del chamo que me estaba viendo. Mi amigo no creía que pasaría nada.
— ¿Estás loco? Ese bicho es hetero, qué bolas te va a estar parando, gafo.
— No me des tanto ánimo.
Como nos quedamos a tomarnos las cervezas estuvimos parados todo el tiempo. Se hizo de noche y todavía estábamos en el lugar. Obviamente ya no eran 4 cervezas sino muchas más, y al rato dejé de hablar del tipo. Mi amigo y yo dejamos el tema hasta ahí y hablábamos de cualquier vaina. Pero de mi cabeza no salía el carajo que tenia rato viéndome. Él era blanco, sin mucho cuerpo, tenia gorra hacia atrás, franela negra y recuerdo que tenía un reloj. No eran bajo, de hecho, era más alto que yo. Pueden ver más o menos mi estatura en mi perfil de instagram / @alfrestrada / .Tenía pantalones ajustados, lo cual lo hacía ver más hombrecito sexual.
Lo que me intrigaba era por qué me veía tanto. Cuando llegué al lugar, normal, me vio como me pudo ver cualquier otra persona. Él estaba con dos tipos más, y una chama. Él era como el más jovencito. Después de un rato ahí, no podía dejar de observarlo; se agarraba el guebo a cada rato. El paquete, quiero decir. Pero se lo agarraba más de lo normal. Y era ahí cuando me veía y me veía. Al principio hasta me dio pena, no fuese a ser cosa que me fuese a decir algo. Una grosería o qué sé yo. Pero no. Y afortunadamente nos encontramos a dos panas más y mi amigo estaba hablando con ellos. Al rato, veo que el carajo va hacia al baño y yo dije: “Nada, o es ahora o nunca”. Y salí a la caza.
—Voy al baño, ya vengo. —le dije a mis amigos, y casi ni lo notaron, después de todo, ya mi amigo había olvidado el tema.
Cuando entré al baño, casi no había nadie. Al final del baño estaba el flaco orinando. Me vio. Me acerqué a “orinar”. Y mientras lo tenía a mi lado me estaba poniendo nervioso. Me di cuenta que tenía una cerveza en su mano. Lo vi reírse. De repente habló:
—Esas curdas dan demasiadas ganas de miar, ¿cierto?
*Curdas: Cervezas / Miar: orinar.
—Sisa, cierto.
*Sisa: sí.
—Y también da parazón de guebo.
—¿Tú dices?
—Sisa, mano.
—Bueno, sí. —Fue lo único que pude decir. ¡Lo único que pude decir!
Hubo un segundo en el que supe que obvio se iba a dejar mamar el guebo. No sé cómo explicarlo, es como un sexto sentido que tenemos para saber cuando algo va a pasar o no, ¿no les pasa? /dejen comentarios/. Y lo confirmé cuando habló de nuevo:
—Habla claro, que tú estás es pendiente e los tipos. ¿Eres capaz o qué?
—¿Capaz de qué? —Todavía me daba el tupé de dármelas del desentendido.
—De mamarlo pues —Dijo, alejándose del urinario y mostrándome el guebo, el cual casi no podía ver por lo oscuro del lugar. Aun así, se veía rico.
—Claro que sí —respondí y no tardó un segundo en agarrarme por el pelo y meternos en un cubículo. Me lanzó al piso de un jalón.
—Destácate pues. —Fue lo único que dijo.
No aguanté dos pedidas y me lo metí en la boca de una. No me cupo todo, pero sí la mayoría. Era grueso, y con venas. Lo que noté es que botaba precum, lo que me chupé enseguida. No tardó en agarrarme por el pelo con una mano para marcar su ritmo. En su otra mano, tenía una cerveza a la cual le daba sorbos de momentos. Se lo chupaba lo mejor que podía pero todo estaba sucediendo muy rápido. Me lo sacaba de la boca, lo babeaba, luego le chupaba la cabeza un rato y después me atragantaba con todo. De pronto dijo algo que me dejó sin palabras:
—Abre la boca
Así lo hice y le dio un trago a su cerveza, la cual seguidamente escupió a mi boca, y sin dejarme siquiera tragar, me metió el guebo hasta la garganta. Luego lanzó la botella en la papelera y siguió dándome guebo por la boca.
—Uff, así es que me gustan que sean; perritas mamonas.
—¿Así? —preguntaba yo, mientras lo lamía de arriba abajo para luego tragármelo y recibir un “ahhh” suyo.
Pensé que todo acabaría ahí, pero me paró de coñazo /de golpe, rápido/ y me dio la vuelta. No tardó cinco segundos en bajarme el pantalón y enseguida comenzó a mamarme el culo. De una solté un gemido de complacencia.
—Ahhh
—¿Te gusta, putica?
—Siii, no pares. Por favor.
—Qué zorrita eres. Ahora me vas a dar ese culo.
Estaba tan ebrio que cedí sin poner peros. Todo era muy rápido. Y aunque él también estaba ebrio, creo que no perdía tiempo porque al igual que yo, sabía que nuestros amigos pronto se darían cuenta de nuestra falta. A estas alturas, no teníamos cinco minutos ahí. Así de rápido le di el culo a un hetero borracho; en menos de cinco minutos.
Sentir cuando me entraba la cabeza me trajo de vuelta a lo que estábamos haciendo.
—Ay, ay. Me duele. Está seco.
—Cállate, que así se va a quedar. Aguanta como las putas.
No dije más nada porque en cuestión de segundos ya el dolor me había pasado. Seguidamente el placer llegaba.
—Ah, ah, ah. Así. —Decía yo.
—¿Cómo? ¿Así? —Preguntaba él, dándome una embestida. Y otra. Y otra más.
—Sí, así. Así. Ay, ay.
—Pídeme guebo.
—¿Qué? —preguntaba yo, entre los movimientos bruscos que estábamos teniendo.
—Que me pidas guebo, pues. Como las puticas.
—Dame.
—¿Dame qué?
—Dame guebo papi. Métemelo más. —Dije.
—¿Más?
—Sí. Sí. Dame más duro. Dale, dale.
—¿Te gusta así? —Me preguntó mientras aceleraba el ritmo.
—Ay, ay, ay, sí, sí, así. Dame así. Siento que voy a acabar sin tocarme.
—No. Todavía no acabes. Siéntate.
Me sacó el guebo de golpe y sentí el culo frío y abierto. Se sentó en la poceta y me senté encima de él. Se sentía rico así. De esa manera me daba como a perra. Me nalgueaba, me apretaba las nalgas con sus manos y mientras, yo subía y bajaba. Ya no aguantaba las ganas de acabar, y afortunadamente él tampoco. De pronto comenzó a respirar más rápido, como un toro. Ya sabía yo que iba a acabar. Cuando empecé a sentir que su guebo palpitaba en mi culo, me moví más rápido.
—Ahí voy, ahí voy. —Decía mientras me abrazaba y me mordía el cuello.
A todas estas, no había notado que ni un beso me había dado. Daba igual, yo ya estaba acabando por poco. Me levanté y acabé de pie. Entonces llamaron en la puerta.
—Eduardo, ¿estás cagando es?
—Ahí voy, mano. Estaba vomitando.
Se acomodó en un segundo y antes de salir me preguntó dónde me podía comunicar
—¿Tienes instagram?
—Sí. Dame para seguirte.
—Soy @alfrestrada. Escríbeme por ahí.
Sentí que su amigo no le creyó mucho. Al menos su tono de voz era de duda.
Yo me acomodé. Al minuto salí. Cuando entré al carro de mi mejor amigo, me pidió que le contara todo. Era mi mejor amigo, sabía lo que estaba haciendo. Al final nos reímos de todo mientras nos fumamos un cigarro. Todo esto no duró más de 15 minutos. Pero fue rico. ¿Ustedes qué piensan? Déjenmelo en los comentarios o escríbanme por instagram. Además, yo también tengo un blog al que pueden entrar / alfrestrada.blogspot.com / si les da curiosidad, entren.
¡Saludos!
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