ME COMÍ UN CULTO EN EL ASIENTO TRASERO DE UN TAXI
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
– Hola, que guapo se ve en su foto de perfil – decía aquel mensaje de Whassap.
– Jeje – escribí colocando al final la carita sonriente y con lágrimas saliendo de los ojos.
– Se ve como Presidente municipal.
– Nada más puse la manita de me gusta.
– Le confieso algo
– (Signo de interrogación)
– Soy vice de closet – escribió con aquella falta de ortografía típica de los jóvenes de hoy.
– ¿Si? Pues no tengo problemas con la orientación sexual de las personas – respondí.
– Que gran bulto se le nota bajo su pants.
Ha de tener una buena verga – escribió al parecer con más confianza, quizá debido a mi comentario anterior.
– ¿Esta casado?
– Si – contesta rápidamente y agregando luego: casado y feliz.
– Que bien.
Me alegro, un macho como usted ha de hacer feliz a cualquiera que se coma su vergota.
Definitivamente Alex, como se hacía llamar aquel chico que recién había conocido en el parque, estaba obsesionado con hablar de mi herramienta, que sin que yo pudiera evitarlo ya hacía una carpa bajo mi ropa interior.
Habíamos coincidido por azares del destino.
Venía pensando en que debía comer algo o comprar para llevar a mi casa.
Mi mujer a estas horas debía estar llegando a México por asuntos de negocio y regresaba hasta dentro de tres días.
Podría decirse que tenía vacaciones en lo que respecta al sexo, aunado a que hace una semana no follabamos por estar en sus días.
– Si usted quiere puede hacerme feliz cuando guste – decía este último mensaje en clara alusión a que Alex estaba disponible por si quería descremarme y echarle toda mi calentura en su culo.
– ¿Dónde estás? – pregunte un tanto nervioso como si el saber que estaba a punto de caer en pecado trastornara mis emociones.
– Acá donde me dejó – una carita triste adornada aquel mensaje como pidiéndome que fuera por él.
– Pasó por ti en cinco minutos
– Oki – ahora una carita con un corazón saliéndose de los ojos.
Le pedí al taxista que regresará al lugar donde me había recogido.
Aquel chico había despertado al pervertido que llevaba dentro, sólo imaginar que podía cogérmelo hizo que mi estómago sintiera sensaciones similares a cuando se espera a una fémina que no se ha follado nunca.
Serían las 8:30 de la noche, que importaba la hora, puesto que no había nadie en mi casa.
Nos detuvimos, Alex supo que había llegado su futuro marido.
Sonrió y abriendo la puerta se acomodó a mi lado.
A la pregunta del chofer de a donde nos llevaba, solo atine a decirle que condujera por ahí.
Vamos estar ocupados acá atrás – agregue ante la mirada cómplice y aquella sonrisa de alguien que quizá en más de alguna ocasión ha visto o ha sido testigo de algo similar.
Por mi no se preocupen – dijo para luego agregar que buscaría ir por donde nadie nos molestara.
Alex quizá entendió que aquello que debía hacerse no podía esperar más, que lo haríamos ahí mismo en el asiento trasero de un carro de alquiler.
Lo sentí titubear un poco, pero viendo como yo me reclinaba sobre al asiento, el mismo desató el cordón de mis pants para luego meter su mano y buscar mi bulto, ese que según su mensaje le había llamado su atención.
Su rostro era todo sorpresa cuando entre sus dedos pudo sacar mi verga casi en total erección, morada talvez por tanta sangre fluyendo por ella, gruesa y con aquella vena por la parte de abajo que le daba ese aspecto imponente, una gota de líquido preseminal en la trompa del glande.
– Que buena verga – dijo Alex casi sin emitir palabra y mirándome con esos ojos de agradecimiento mezclado con una pizca de lujuria.
No desaprovechó la oportunidad, su boca golosa se metió tanto como pudo, su lengua caliente empezó a hacer su trabajo, se movía sobre mi polla como si quisiera degustar cada milímetro, su cabeza moviéndose ante mis ojos era el mejor espectáculo que pudiera tener al final de un día tan ajetreado como el de hoy.
Adelante el chofer disimulada no estarnos viendo, aunque había visto su rostro nervioso reflejarse en el espejo retrovisor, era claro que los jadeos de gusto que escuchaba atrás no habían pasado desapercibidos a sus oídos.
Por un instante pensé que quizá podríamos invitarlo a unirse y hacer un trío, pero esa idea salió rápidamente de mi cabeza.
Lo gozaría únicamente yo aunque pecara de egoísta.
Alex me tenía al límite con la mamada que me estaba dando, podía sentir como mi verga venga le llegaba hasta la garganta y luego la sacaba para centímetro a centímetro ir chupando la vena de la parte baja hasta llegar a los huevos.
Con total sutileza se metía las dos bolas y las apretaba en su boca haciéndome sentir escalofríos en todo mi cuerpo.
Con su mano izquierda el mismo me bajo los pants hasta dejarlos en mis talones, eso me daba total libertad para que pudiera abrir mis piernas y aquel chaval que no pasaba de los 20 años se gozará a plenitud mis 18 centímetros de carne maciza.
Patrón – dijo el taxista girando su cabeza hacia nosotros.
¿Si quiere me estaciono aquí para que puedan estar más a gusto?
Pude ver el morbo en sus mirada, quizá ciertamente sólo quisiera ser servicial, pero sus ojos no se despegaban de aquel mozalbete que una y otra vez bajaba engullendo mi tranca.
Mi forma asesina de verlo talvez lo obligó a girar su rostro al volante al tiempo que nos avisaba que el se bajaría a fumar un cigarro.
Para que estén más en privado mascullo entre dientes y efectivamente se bajo del taxi y se fue a parar a unos metros más allá.
El lugar era un parque en una colonia que parecía desierta, poca luz, no tuve más que agradecer el gesto de mi buen servicial taxista.
Sabiéndonos solos, fue ahora cuando le desabroche los pantalones a Alex.
Se los baje dejándome ver un rico culito bien formado y también su verga como de unos 15 cm algo gruesa.
La tenia a medio parar, era claro que aquel chico follaba y lo follaban.
Estas caliente bebe – le dije mientras le deslizaba el dedo medio por la raja de sus nalgas en dirección a su ano.
Quiero que me la meta papi.
Quiero sentir ese moustro en mi culo – hablo casi a manera de súplica.
Por respuesta le quite mi verga de su boca y saliéndome del coche lo dejé hincado de perro sobre el asiento.
Quise lamerle su entrada antes de darle lo que me había pedido.
Le sabía rico.
Le olía rico, un tanto a sudor, pero era excitante horadarle el botón del culo.
Desde Mi posición podía ver su pene meciéndose de lado a lado, sus huevos balanceándose en sus bolsas como trapecistas.
Creí oportuno darle polla como me había pedido.
Mis pants seguían en mis talones, mi herramienta al aire totalmente parada, mentalmente otra vez le agradecí a nuestro chofer haber escogido aquel lugar donde las personas parecían haber desaparecido.
Él Seguía fumando, si la cuenta no me fallaba este era su tercer cigarro que fumaba.
Me coloqué detrás de Alex, quien había abierto sus piernas para dejarme espacio.
Con mi mano derecha tomé mi verga y se la puse en la entrada no sin antes rosársela entre medio de la raja.
Fue el mismo Alex quien se escupió la mano para luego ponerse la saliva a manera de lubricante.
Supe que estaba listo y empuje logrando que el glande entrara de una vez aunque el intenso gemido de aquel chico vice de closet me dijo que por el momento debía parar.
Aferrado a su cintura espere unos segundos, un empujón más y otros centímetros adentro, un nuevo gemido, su cabeza hundiéndose en el asiento.
Un ultimo empujón y ahí lo tenía totalmente ensartado con mi cuerpo pegado a sus nalgas.
Podía sentir que su culo no tenía mas espacio, podía escuchar su respiración agitada, su espalda ligeramente arqueada.
Mis manos lo sostenían fuertemente de la cintura, los segundos pasaron, supe que era momento de culearlo y así lo hice.
Se la saque casi por completo y otra vez se la dejé ir sin ningún reparo, hasta el fondo, hasta que únicamente quedaron afuera mis huevos en su bolsa meciéndose.
Alex aún daba signos de no haber asimilado mi garrote adentro, a cada enculada gemía sonoramente.
Ufff ufff Que gruesa papi, que vergota papi.
Deme más suavecito amor, quiero gozarla Mmmm mmmmm mmmmm ougt que vergudo está mi amor, que rico coge.
El chofer continuaba fumando, el quinto cigarro creo.
Más de una vez había girado su cabeza hacia donde estábamos, quizá no tuviera el ángulo adecuado pero de que nos veía no cabía duda.
Papi déjeme bajarme – escuche decir a Alex.
Quiero que me la meta hasta el fondo.
Más – pensé soltándolo de la cintura para que hiciera lo que me pedía.
Con gran cuidado de que no se le fuera salir la verga quitó sus rodillas del asiento y bajo los pies al piso, quedó parado sobre la calle, siempre en 4 pero ahora de pie sosteniéndose con sus manos en el mismo asiento donde antes había estado.
La verdad podía metérsela más fácilmente, moverme con mayor libertad.
Mis manos siempre sujetas a su cintura, fallándolo como a una auténtica perra.
Supe que le gustaba que lo penetrara de abajo hacia arriba, podía sentir que le tocaba un músculo que debía tener en dirección a donde le empezaba las nalgas, era ahí donde más pujaba y contorsionaba su espalda, más gemía, más decía que era yo el hombre más vergudo del planeta.
Alex parecía estar al borde de la razón.
Difícil era saber cuando llevábamos cogiendo, pero el taxista al parecer se había fumado hasta el último cigarro que tenía.
Caminaba cono si los nervios lo traicionaran, como si estuviera en pasillo de hospital esperando a su mujer después del parto.
Aunque estaba a una distancia considerable por un momento creí ver un bulto en sus pantalones a la altura de su polla.
Otra vez pensé que seguía siendo buena opción el que hiciéramos un trío, pero de nuevo deseche la idea.
Estaba demasiado rico aquel culo para compartirlo, que por cierto ya estaba relajado al máximo, goloso.
Una y otra vez recibía mis embestidas tragándose hasta el último centímetro.
Alex parecía gozarlo al máximo, el mismo mantenía aquel ritmo, movía sus caderas ricamente, sus gemidos ahora eran ahora de gozo puro.
Ahh ahhh ahhh ahhhh papasote, ahhh ahhhh ahhhh ahhhh que rico demela todaaa, metamela ufff ufff.
La verga lo había transformado, lo gozaba.
Sin dejar de recibirme en su culo había empezado a pajearse, se la estaba jalando y eso despertó mi lujuria.
Lo culie con todas las fuerzas posibles, duro hasta hacer escuchar nuestros cuerpos chocar uno contra otro, nuestro taxista ahora nos miraba descaradamente.
Que importaba si lo estamos pasando de lo lindo.
Bastaron minutos, minutos de éxtasis, de sexo duró, salvaje.
Alex prácticamente siendo levantado hacía hacia arriba a cada embestida, los dos gimiendo, los dos bufando, al menos yo cerré los ojos para disfrutar más mi orgasmo.
Fueron descargas electicas corriendo por todo mi cuerpo, mis músculos se tensaron, algo caliente bajo por mi columna vertebral hasta llegar a mis huevos.
Mi verga se hincho como si quisiera dar paso a algo grande, le di una última culeaba y sintiendo el semen a punto de salir se la saque para echárselo sobre su culo.
Alex había llegado al final junto conmigo, lo vi retorcer su cuerpo, aullar del gusto.
Se corrió al mismo tiempo que yo, su ano había quedado desflorado.
Podía vérsele un hoyo más grande que el de una señal de OK hecha con una mano grande.
Le eche tanta leche que perdí la cuenta de cuantos chorros me habían salido.
Hoy andaba despistado, por una lado, nunca estuve seguro de cuantos cigarros se había fumado el taxista.
Por el otro, perdí la cuenta de cuantas veces vomito semen mi verga, pero debieron ser muchas porque las nalgas y parte de la espalda de Alex estaban empapadas.
La luz de un carro viniendo en dirección a nosotros nos volvió a la realidad de que estábamos en La calle, Alex se metió tan rápido como pudo al taxi, desnudo.
Como pude le pase sus ropas.
Yo me subí los pants y me quedé disimulando como si estuviera orinando.
Nuestro chofer se pasó la calle y rápidamente tomo el volante, justo cuando el carro pasaba junto a nosotros.
Debía ser algún residente del lugar ¿A dónde los llevo patrón? – pregunto el chofer mirando hacia atrás donde todavía Alex continuaba vistiéndose.
Pude saber que aquel hombre tenía pensamientos lujuriosos con él.
Al mismo lugar donde nos recogiste – dije.
¿Está bien? – pregunte a mi acompañante.
Por mi donde quiera, aunque si puede llevarme a mi casa estaría mejor.
Fue cuestión de ponernos de acuerdo, a mi me llevaría a donde conocí a aquel chico de culito tragón, a el lo llevaría a donde le había indicado.
Bastaron minutos y de nuevo regresaba al lugar donde había empezado todo.
Son 400 pesos Sr – dijo el taxista haciéndome pensar que se aprovechaba, pero la neta había valido la pena.
¿Cómo cree? – dijo Alex viendo que yo iba a pagar.
Yo pago papi.
De todos modos a mi me llevará al último.
Se negó a que yo pagará y no iba a hacer un show por eso a media calle.
Me despedí de Alex prometiéndole que lo llamaría luego, le di las gracias al taxista quien pareció aliviado de que por fin yo me fuera.
O me equivocaba, pero supuse que aquel tipo trataría de pedalear mi bicicleta.
Total – pensé.
Hace unas horas Alex ni siquiera era parte de mi vida.
Nos habíamos topado por azares de la vida.
El llegó a donde yo descansaba en la banca del parque, entablamos conversación porque supuestamente me había visto en una capacitación que alguna vez fui a dar a su pueblo.
Deme su número Profe – me había dicho al despedirnos.
Era así como había comenzado todo, su mensaje de Whassap y cuanto habíamos hecho.
Ya en casa a punto de dormir sonó mi cel.
Era Alex, me enviaba mensaje: Hola papi ke rico me hiciste sentir con tu vergota.
Papi después de ti me fui a comer otra, más chica pero también estaba rica.
Un nuevo mensaje.
Una imagen, Alex sentado sobre un hombre al volante, Alex totalmente enculado con las piernas sobre el tablero.
Era una selfie, ambos desnudos totalmente.
Era el taxista, se le veía feliz atrás de aquel mozalbete que yo sabía disfrutaba de la verga.
Tanto que había tenido la cortesía de mostrarme como lo tenían con el pito hasta el tronco, sentado como si todo hubiera comenzado con una clase de manejo.
POR MI FUE UN GUSTO COGERTE.
ESTAS SABRROSO – escribí.
No me respondió, quizá aún siguiera disfrutando al taxista.
Por un no se que, entre al baño y me masturbe a la salud de ese chico de apenas 20.
Era verdad lo que le decía en mi mensaje, me había gustado cogerlo.
Quizá no lo volvería a ver, pero lo recordaría siempre.
Con esa idea me quedé dormido.
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