Me convertí en el sustituto de su mujer.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por nastyjulio22.
En 6 meses cambie radicalmente, hasta antes de ese tiempo yo no era mas que el niño gordito que es blanco de chistes y malas bromas y quien de su cuerpo todos no dejan de burlarse, para ser ya en secreto, el culito de dos hombres quienes me disfrutaban a placer y a quienes con el mismo cuerpo, atraía mis curvas.
Hoy lo digo sin temor a equivocarme, la actividad sexual cambia la fisonomía y al menos en mi caso, mis caderas se ensancharon y mis tetas crecieron; yo lo atribuyo a tener la fortuna que quienes eran mis dueños en ese tiempo, tenían con que dar, y dar bien y siendo esto así, era normal que mi cuerpo tratase de adaptarse a las exigencias que ellos demandaban, agrandar el espacio para tenerlos dentro, sin tomar en cuanta que mis chichis eran sus juguetes preferidos cuando me cogían, y tal vez, la constante succión ayudo a que crecieran, considerando también, que esta comprobado recientemente que la grasa corporal en los hombres los hace adquirir caracteres masculinos, pues es un hecho que la grasa acumulada produce estrógenos, hormona femenina encargada del crecimiento de los senos y las nalgas, así como del engrosamiento de las caderas.
Volviendo al tema, me sentía muy bien con mi cuerpo y me gustaba presumirlo, constantemente me gustaba usar pans y shorts entallados en casa, no solo porque se me veían bien, sino porque me gustaba en cierta forma que cuando mi mama me mandaba por las tortillas o los refrescos, los albañiles me hicieran señas y gestos.
No eran raros los comentarios del tipo: “hey, gordito, ven! ¿no quieres que te compre una papas? ven a platicar con nosotros!… “hey tu, niño, te enseño un regalito, te va a gustar” o ya de plano, comentario explícitos como: “¿Quieres que te la meta?, “ven acá un ratito gordis, para cocharte”… me gustaba que me piropiaran y no los culpo, con con excepción del gran detalle de tener un pene en vez de vagina, yo contaba con todos los atributos de una preadolescente gordita mostrando al mundo la lucidez de sus hormonas y con el añadido, de que, a diferencia de una muchachita, yo no podía quedar embarazado… era normal que ellos quisieran aprovecharse de eso y ver en mi, un cuerpo en donde podían correrse sin tener que lidiar con un hijo no deseado.
Pero yo solo los ignoraba, el que me gustara y que tuviera ya experiencia en el sexo, no significaba que dejaría que me cogieran todos cuantos quisieran.
Pienso que mis papas ya sospechaban de mis preferencias,eran bastantes obvias, ya con 12 años, otros niños ya resaltaban bigote y voz gruesa, en cambio yo me mantenía delicado y sensible a pesar de mi vida sexual.
En fin, un buen día, yo estando en mi cuarto en la planta alta mi mama me manda llamar:
-Mama: Rafita, ven
Yo: Voy
-Mama: ¿Te gustaría ganar algo de dinero?
-Yo: Si, ¿Pero haciendo qué?
-Mama: Mira, la señora Chuy me dijo que está ocupando que cuiden a la señora panchita, ya que su esposo no puede, como ya están muy viejitos, necesitan a alguien que los cuide y les prepare de comer
-Yo: Me parece bien
-Mama: Bueno, entonces deja ir a hablar con ella para ponernos de acuerdo
Para ser sinceros, no se como es que mi mama pensó en mi para hacerme cargo de los señores, si bien es cierto que yo sabia cocinarme, no era el trabajo para un niño; eso abono mas al hecho de pensar que mis padres sabían de mis “gustos” por así decirlo.
Luego de ir a hablar con la sra.
Chuy quien era la encargada de los señores y quien pagaba a quienes los cuidaban de parte de los hijos, que vivían en EE.
UU.
Se llego a un acuerdo, mi mama me dejo con ella, y ella misma me llevo a casa de los ancianos, que yo ya conocía según referencias de mi mama.
Se trataban de una señora ya mayor quien había sufrido de una embolia y tenia demencia, por lo que prácticamente ya no respondía a nada y ya estaba en estado vegetativo y permanecía o en la cama o en silla de ruedas y el señor, quien aun podía caminar, pero con ayuda de un bastón; fue con él que la señora me presentó y me asignó la tareas, las cuales eran “sencillas”, mantener el lugar limpio, hacer la comida y tenerla lista los dias en que el sr.
salia a vigilar sus cosechas, y lo mas difícil, bañar y limpiar las necesidades de la señora.
Era un trabajo asqueroso, pero pagaban bien y por lo que decidí quedarme.
Aunque no lo representaban, porque la casa no era para nada lujosa, el señor tenia dinero, tierras y propiedades, ademas de que casados habían tenido 17 hijos, 3 de los cuales fallecieron.
La primera semana fue difícil por el trabajo antes mencionado, la segunda ya fue lo normal.
A pesar de su discapacidad, la señora no me causaba mayor problema dentro de lo que cabe, y el señor muy atento, trataba de ayudarme con los quehaceres del hogar cuando podía y siempre cuando su cuerpo se lo permitía.
Él se llamaba Teodoro, pero de cariño en el lugar le decían Don Teo.
Físicamente era delgado, de tez morena clara, de cejas pobladas, calvo y con un abundante bigote.
Debo decir que con el paso de las semanas, le fui tomando cariño porque me recordaba a mi abuelo en su sentido, era muy amable conmigo, se podría decir que él también me empezó a tomar cariño, pero no en el aspecto sexual, mas bien el de un hijo o nieto.
Él tenia la costumbre salir al patio a leer cuando no salia a sus deberes; patio que por cierto era bastante grande, lleno de plantas y arboles pequeños, y después de terminar de realizar el trabajo de la casa y cuando la señora se encontraba dormida, me gustaba sentarme a su lado a escuchar sus historias acerca de su juventud, rara vez tocaba temas que no fueran historias de terror, leyendas del pueblo y asuntos políticos, sin embargo un día resaltó el tema sexual.
Me relató que desde que su esposa enfermara, no había cogido y que solo trataba de jalarsela, pero como ya no se le paraba, mejor se consolaba con recordar sus mejores tiempos.
Después de echarse a reír, con su risa bonachona, me vio por un tiempo y se disculpo conmigo avergonzado por lo que dijo.
Don Teo: -Disculpa rafita, tu todavía estas muy chico y no debes saber de esas cosas
Yo: -No se preocupe Don Teo, ya me he enterado de ello por la escuela
Don Teo: -De todos modos, que pena, mejor te leo este capitulo
Me resultaba gracioso que me dijera tal cosa, pues yo de inocencia no tenia nada.
Pero irónicamente su comentario no despertó en mi interés alguno en la posibilidad tener algún contacto sexual con él, al contrario, me causo ternura.
Un día todo eso cambio, salí al patio a tender una de las sabanas que la señora había orinado, pero no alcance a divisar a Don Teo por ningún lado, se me hizo extraño, pero me dirigir al fondo del patio para tenderla, cerca de un tejaban donde guardaban cosas, y antes de llegar, pude verlo con el pantalón a las rodillas masturbándose frente a la foto de una mujer posando en un auto desnuda; sin que se diera cuenta pude ver su pene, y quede fascinado por lo que mis ojos contemplaban, su pene, aunque flácido porque no se erectaba del todo, era enorme y venudo! Él solo pujaba y balbuceaba cosas que no lograba entender, y antes de que pudiera verme, me metí a la casa sorprendido por lo que había visto.
Yo continué con lo mio como si nada, y los 20 minutos entro preguntando si yo deseaba que me ayudara, busque en su mirada algún indicio de pena ante el hecho de describirlo, pero fue en vano, de plano sabia disimularlo o de plano no se dio cuenta.
Los siguientes días, me apenaba mirarlo a los ojos y que me echara en cara el haberlo visto, pero nada en absoluto, como si aquello no hubiese pasado en realidad, poco a poco fui olvidando el tema, y aquel evento, no cambio en nada mi relación con él, pienso yo en gran parte a la fatiga que me causaba la escuela, el ir a ayudarlos y los esporádicos encuentros con Don Pedro cada semana.
Pasados dos meses de estar trabajando en esa casa, ya aclimatado, Doña Chuy, me propuso pagarme 400 pesos mas por quedarme a dormir ahí los fines de semana, debido a que necesitaba que vigilara a los viejitos por las noches al menos esos días, yo acepte no si antes consultárselo a mi mama, quien no se opuso y me dio visto bueno.
Un sábado, llegue tarde a la casa de los señores por culpa de las tareas de la escuela, tenia mucho quehacer y la casa estaba hecha un asco, pero como pasaría la noche ahí, al menos tenia tiempo de sobra, empece por fregar los platos de la comida que antes ya había preparado, acomodar las camas, bañar a la señora, barrer y trapear.
Ya pasaban de las 7 de la tarde cuando muy a penas me ponía a trapear, y debo decirlo, bajo aquellas circunstancias, ser gordo me molestaba, pues me impedía moverme con mayor agilidad; salí al patio a enjuagar el trapeador en el lavadero para dar la última coleada y ya estaba sudando como nunca antes en mi vida y ya renegaba, mientras Don Teo, como de costumbre, reposaba en su silla.
Él me observaba como batallaba con el trabajo y me lanzaba miradas burlescas por el esfuerzo que hacia.
-Don Teo: Rafita!… mira no mas como andas, ya deja eso, descansa un ratito
Yo: Gracias, ya casi termino
-Don Teo: No que!… deja eso, ven para acá a tomar el aire
Me dije, que un descanso no me haría daño y le hice caso, sacudí el trapeador, lo recargue sobre la pared y me fue a sentar al lado de Don Teo.
-Don Teo: Andas en friega como si no hubiera un mañana, tu te vas a acabar y el quehacer igual todos lo días.
-Yo: Po’s si es cierto.
-Don Teo: Ya ves, ya mañana terminas con calma.
-Yo: Si, tiene razón, ya mañana terminare.
-Don Teo: -Pero mira nada mas, estas todo sudado, tienes la camisa todo empapada, quítatela y tiendela en el tendedero para que se seque.
Cuando me dijo lo anterior, yo me resistí, a decir verdad, me daba pena que él viera mi gordura, como dije antes, yo tenía en él una figura paterna y me daba vergüenza.
, así que me negué a hacerlo.
-Don Teo: ¿Luego?… no seas ranchero ¿Te da vergüenza?
-Yo: Si, un poquito
-Don Teo: ¿Quieres andar todo sudado por la casa?
-Yo: No, pues no.
-Don Teo: Quitatela entonces
Me levante y me la quite, después le puse en el tendedero y volví a su lado.
-Don Teo: Estas muy sudado Rafita, deja te seco.
Saco un paño del su bolsillo trasero del pantalón, lo sacudió, lo extendió en dos partes y empezó a secar mi espalda cuidadosamente.
Me sentía tan raro en aquella escena, con él detrás mio, tocando mi piel que sin darme cuenta, empece a tener una mini erección.
Después de unos minutos, me dijo que ya el paño estaba muy húmedo y sucedió lo inesperado.
-Don Teo: Mira no mas, sudaste mucho, ya el trapo está muy mojado, y todavía te falta la pancita.
-Yo: Así esta bien, con el viento se seca
-Don Teo: No que, ahorita te secamos
Me hizo pasar mi brazo sobre su cuello y de pronto con su lengua me empezó a lamer el sudor de los pliegues de mis lonjas tan suavemente y de forma tan magistral que me quede mudo ante lo que estaba viviendo.
Sentía su lengua húmeda y caliente tocando mi piel, mis estriás, que me hacia estremecer con cada lenguetazo.
Mi pezones se erectaron ante su miraba en señal clara de aprobación por lo que me hacia.
Él miro mis tetas, y sin decir nada tomo mi chichi derecha y la introdujo dentro de su boca, succionado de él mi estupor, mi sorpresa!… luego de unos minutos chupando sin mediar palabras mas que nuestra miraba lujuriosa, me soltó y frente suyo me bajo el short y mis truzas mostrando mi obesidad infantil.
-Don Teo: Rafita, que cuerpazo tienes! desde el día que llegaste a esta casa, vi tu cuerpo y sabia que debe ser mio.
Tu debes atendeme en todo Rafita
-Yo: Don Teo, esto no esta bien
-Don Teo: Pero yo te quiero para mi, mi mujer ya no cumple y tu tienes con que hacerlo.
Años que no se me paraba la verga y mira no mas como me la pusiste
Efectivamente, de su ziper ya abierto, su verga otoñal apuntaba a mi cara, palpitando y con su glande al rojo vivo que parecía estar llena de sangre.
Aunque era morena y muy peluda, era enorme, tan ancha cual larga, reuniendo en ella los mejores atributos de mis dos hombres anteriores.
-Yo: Pero su señora esta allá adentro
-Don Teo: Ella no es mas consciente que el ropero.
Pero si te entregas a mi y aceptas ser mi mujer mientras estés en esta casa, te comprare todo lo que quieras, pero solo di que si.
-Yo: Esta bien, Don Teo, no puedo negar que se antoja de a madre su pito, seré su mujer y lo atenderé como tal.
-Don Teo: Gracias rafita! Que gusto en verdad me da escucharte, pero quiero que te entregues a mi en la cama matrimonial ante los ojos de Dios (tenían un crucifijo muy grande en su cuarto y él era muy religioso)
Se levanto de la silla, se quitó el pantalón y la camisa, su calzón mostrando su desnudes hirsuta, me tomo de la mano y nos metimos en la casa, pasamos la cocina, el pasillo y entramos a su cuarto.
Ahí estaba su esposa en la silla de ruedas Le propuse llevarla a la habitación contigua, pero sin preocupación me dijo que ella no diría nada y que ademas quería que estuviera presente cuando me cogiera como señal de que no la estaba engañando estando ella de testigo y Dios mismo.
Me coloco en la cama que yo recién había tendido en sabanas blancas, me dí la vuelta en posición de perrito ofreciéndole mi frondosas nalgas, y con sus dos manos temblorosas las tomo chocandolas entre ellas; de reojo podía ver como se relamía el bigote y hacia muecas extrañas que me calentaban mas.
Mientras eso pasaba, fije mi mirada en la señora, que sin inmutarse, nos veía, pero de un modo como si no estuviera ahí.
Me resultaba muy erótico saber que ella seria testigo de ver como un niño ocupara su lugar en el lecho matrimonial, mientras pensaba en eso ya con mi pene al cien.
-Don Teo: Te voy a chupar tu panochita!
-Yo: Ay si, que rico, chúpeme el culito
Abrió mis nalgas y empezó a lamer mi esfinter sudado en forma circular pausadamente, hasta llegar al centro con su lengua y ayudado con sus dedos, se fue metiendo en mi ano, yo estrujaba las sabanas, las mordía tratando de no correrme, pues sentía muchas ganas de eyacular; él era un maestro haciendo de mi, disfrutar al máximo.
Que rica carne, que curvas, replicaba, yo solo atendía con pucheros y pujidos.
En seguida, después de nalguearme varias veces, me hizo dar la vuelta y con él parado junto a la cama, y yo a la altura de su pene, sin decir nada lo metí en mi boca como pude, era muy grueso, tanto que una sola de mis manos no cubría ni una cuarta parte de su falo, por lo que solo podía meter su cabeza.
Tenia que disfrutar de ese manjar que Dios (ahí presente) tenia a mi disposición, afortunadamente, mi experiencia ayudo, y con movimiendos suaves de mi boca, mi lengua y una succión constante, en cuestión de minutos lo tenia vuelto loco.
Como tragas Rafita!, que rico mamas, me gritaba.
Le sonreía aun con su pene dentro, el cual tenia un sabor muy amargo, con un olor a orines y a macho, que me excitaba aun mas.
Despumes se recostó en la cama, y de frente, nos empezamos a besar, entre tanto sus manos callosas recorrían todo mi cuerpo provocando en mi un escalofrió nunca antes sentido.
-Don Teo: Te voy a coger con la firmeza con la que me cogía a esa vieja guanga
-Yo: Si, si, quiero que me posea y sea mi dueño
-Don Teo: En esta cama me vas a cumplir como mujer, cada vez que vegas Rafita, en esta cama donde mi vieja y yo procreamos a nuestros hijos
-Yo: Si, yo acepto y quiero que imaginemos que usted y yo podemos tenerlos.
-Don Teo: ¿Quieres que te haga un hijo?
-Yo: Si, quiero tener un hijo suyo Don Teo
En ese momento, me acomode de espalda, abriendo mis piernas y ayudado con mis manos le ofrecí mi cuerpo para que lo tomara.
Él se puso frente a mi, con su verga en su mano derecha al full apuntando a la entrada, se escupió la otra mano, lubrico con dos de sus dedos y lentamente fue entrando.
Yo no me preocupe por el dolor, creí que mi experiencia sexual me ayudaría a aguantar su animalote, pero no.
no fue así, su pito era muy grueso y grande, en cuando su grande apenas se abría paso para el resto, yo sentí que no podía mas y grite, Ahhh me esta partiendo en dos Don Teo, despacito por favor!… él, me miro, y se detuvo, me volvió a besar, diciéndome al oído, como si no quisiera que nadie lo escuchara, que lo haría lento, pero que tenia que poseerme como yo se lo había prometido.
Volvió a su posición, y arqueando su espalda, de forma pausada dejo caer su cuerpo sin remedio para meterse por completo.
Yo grite, nooooo! Pero a medio entrar, quede afónico, no podía hablar, estaba mudo, cuando por fin sentí sus huevos en la entrada de mi ano, perdí el conocimiento por unos segundos y gire mis ojos hacia arriba, como buscando dentro de mi craneo el alivio al dolor, cuando volví, ya daba inicio el mete y saca que me reconforto, pero por momentos dolía, giraba mi cabeza en forma de negación, pero al cabo de unos minutos, todo fue placer, mi culo acepto a su dueño ya sin reparo.
El sentir como su pedazo de hombría batía mis entrañas, me causaba escalofrió, mis pezones se hincharon y se ennegrecieron por el rubor de la sangre, empujaba mi cadera contra su pelvis tan frenéticamente que la cama rechinaba, en eso, sin querer me tope con la miraba de la señora que me veía a mi con una miraba perpleja, y mientras él trabajaba, yo la miraba a ella y observaba las fotos de la habitación, su boda, el bautizo de sus hijos, las fotos con sus nietos y las de sus bodas de plata y todo aquellos me calentó mas, pues me sentía realmente una mujer; le sonreí y mire a mi hombre a la cara, quien en franco acto, me sonreía en éxtasis, yo le correspondía juntando con mis manos mis senos ofreciendocelos, estos se mecían en cada embestida, los besaba, me mordía me decía cosas lindas al oído.
Se podía decir que no solo cogíamos, me estaba haciendo el amor.
Luego de 10 minutos en esa posición, se coloco a la orilla de la cama con sus pies colgando y me pidió que lo montara, pude ver que las sabanas estaban ensangrentadas y sucias con un poco de excremento; me paré sobre el colchón y sin mas, desde esa altura, procurado atinar, me deje caer, clavándome en su masculinidad, Uff!, que rico sentir como me raspaba las columna, esa era la posición en la que podía tenerlo lo mas dentro posible.
Recosté mis tronco suave y adiposo en su pecho peludo, y lo empece a culiar, él pellizca mis lonjas, y me abría las nalgas para ayudare, me mordía la papada, succionaba pis pezones; estando así y sin poder ya aguantar me corrí en su ombligo con un orgasmo que me hizo convulsionar, restregando mi semen en su torso.
Aun temblando, sin soltarme y sin salir de mi, me dio la vuelta en la posición inicial, se dejo caer, pero ahora con una penetración mas intensa y ya con mi culo muy dilatado la cama parecía que se desarmaría.
-Don Teo: Si, si que chabocho gordo!
-Yo: Aja, ay! Ay!… humm
-Don Teo: Cuanta vida, cuanta carne.
Si, si, me voy a correr ¿Los quieres dentro?
-Yo: Aja, si, Aja!…
-Don Teo: -Ay!… aquí te van mis hijos
Mordiendo mi cuello, mientras lo decía, se impulso lo mas pudo contra mi, y su semen maduro, con chorros grumosos y espesos se depositaron en los espacios que había abierto.
Mas de cuarenta segundos estuvo convulsionado y parecía que no tenia fin, supongo que por los años que no eyaculo.
-Don Teo: Mi amor, son todo tuyos, eres ya mi mujer
-Yo: Aja, si papito, que rico
Saco su pene ya flácido, y al hacerlo mi ano exploto expulsando una gran cantidad de mecos sanguinolentos que al ser tantos, mi cuerno no podía retener.
Me miraba asombrado y en cuestión de un minuto la tenia erecta, por lo que presuroso se la volvía a mamar.
Era insaciable, ya comprendía porque había tenido tantos hijos; me hizo recostar poniendo su pito entre mis tetas, seguí mamando, enseguida se corrió dentro de mi boca, y al igual que la vez anterior, la cantidad era irreal, pero yo decidido a no desperdiciar ni una gota, trague cada unos de los mas de 15 chorros dentro de mi garganta.
Saco se pene y lo paseo y choco contra mis aureolas y pezones, ya por último eructe, y me dijo; prevecho!, yo le agradecí.
Me beso y se acostó a mi lado, hablamos de cosas muy cachondas, lo que lo despertó dos veces mas durante la noche, repitiéndolo.
Ya cansado, nos quedamos dormidos desnudos.
Ya en la mañana, me levanté, él aún dormía, la señora en la silla también y así desnudo, preparé el desayuno.
Cuando estaba cocinado, él llego por detrás y me beso en la mejilla.
-Don Teo: ¿Cómo amaneciste mi amor?
-Yo: Muy bien, estoy muy feliz, gracias Teo
Le di de comer a la señora, volví a la mesa y entre charla y charla, Don Teo me pidió que usara ropa de mujer mientras estuviera en casa, yo le dije que no tenia y me propuso usar la ropa que la señora no usaba a fin que ella antes de enfermar, fue gordita, era probable que algo me quedara.
Cuando terminamos, revisamos su guardarropa y tome lo que me agrado, blusas, vestidos, faldas, pantyes y sostenes.
Los modele frente a él y ya excitado me volvió a coger.
Debo decir, que después de eso, los fines de semana era llegar, vestirme con su ropa y hacer los quehaceres, atendiendo entre los deberes las necesidades de mi nuevo hombre, que para él, ya era mi esposo.
Si estaba barriendo con mi mandil y él me mandaba llamar y me pedía que se la mamara, de prisa y sin quitarme la ropa me hincaba para satisfacer sus necesidades de hombre, días que culminabas copulando en su cama matrimonial frente a su esposa.
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