Me convertí en su perra
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Era mensajero y traía con frecuencia paquetes a mi oficina, era jovencito, manaba amulatado, delgado y afeminado. Recuerdo bien que era un miércoles cuando le querían llevar detenido sospechando de él y yo intervine para que lo dejen tranquilo. El siguiente viernes, era ya pasadas las 8 de la noche, estaba solo trabajando cuando llamaron a la puerta, al abrirla vi que era el.
Estaba nervioso, olía a recién bañado, pidió permiso para pasar y al hacerlo cerró la puerta. Yo algo molesto le dije que deseaba y me dijo que había venido a agradecerme. Le respondí que no hacía falta, pero de una manera ya estábamos en mi oficina.
Tengo 56 años, soy casado y con hijos grandes. He conocido varias mujeres y he vivido sus placeres de manera completa. Pero no sé por qué hubo algo que me intrigó y entonces le ofrecí un trago. Sentado en el sofá bebimos un ron con hielo, gaseosa y mucho limón como me gusta. Al segundo trago el comenzó a insinuarse, en un inicio pensé en mandarlo a la mierda, pero al me detuvo. Y un momento dado, el me soltó que yo le gustaba, me quedé sorprendido de oírlo y el audazmente colocó su mano sobre mi sexo y comenzó a acariciar mi verga.
Yo incrédulo y curioso lo dejé hacer, al poco rato mi verga comenzó a ponerse dura y el de una manera muy hábil introdujo su mano por mi bragueta, la cogió y comenzó a pajearme para al poquito tiempo empezar a darme una mamada increíble. Ninguna de las mujeres que me la habían chupado me la había mamado así, era increíble el placer que sentía mirando su boca golosa mamar, sus labios deslizarse sobre ella y sentir su lengua húmeda acariciar mi glande. A ratos la engullí toda y podía mirar en su cara el placer y la lujuria que sentía.
Sin poderlo evitar me desnudé de la cintura para arriba y el se dio modos para bajarme el pantalón y los calzoncillos y luego quitármelos. Yo comencé a moverme al ritmo de sus mamadas y un momento en que se sacó mi verga y mientras la masturbaba me mamaba los huevos, lamía mis escrotos, sentí que casi eyaculaba.
Le retiré mi falo de su boca y el aprovechó para quitarse la camisa y soltarse el cinturón y volver a introducirse mi verga, ahora me la mamaba despacio, saboreándola yo comencé a acariciar su cabeza, su espalda y a bajar mi mano hacia su trasero, metí mi mano debajo del pantalón y directamente fui a sus culo, sentí su raja y fianlmente su ano.
Un momento dado el dejó mi verga y comenzó a subir lamiendo mi piel, en mis tetillas se detubo lamiéndolas y besándolas y excitándome como loco y luego se pegó contra mi cuerpo y junto su vergota con la mía. Fue un estremecimiento de lujuria sentir su enorme falo, era tan grande y grueso, latía con la mía, y comenzó a restregarla contra mi verga. Yo sin poderme contener del deseo empecé a besarlo con lengua, besos húmedos, largos, ardientes, deliciosos, mientras mis manos acariciaban su piel desde la espalda hasta el trasero y el me agarraba con fuerza de mis glúteos. Era todo fantásticamente arrechante, todo mi cuerpo se estremecía del gusto y del deseo.
Más tarde, recostados medio de lado mi mano ávidamente descendió hasta alcanzar su verga y la cogí, temblé del deseo, era tan grande y gruesa y comencé a pajearlo ricamente sin dejar de besarlo y el me masturbaba a mí. Recorría mi mano a todo su largo explorando la textura de su piel, sus venas dilatadas, llegando hasta la base y subiendo hacia el glande, era una verga poderosa y me fascinaba acariciarle y a ratos bajas para masajear sus recios testículos. Toda mi piel y mi carne se estremcía al acariciar y masturbar su verga, era un estado de la más grande lujuria y en un momento todo mi cuerpo pedía tenerla en la boca, y descendí lamiendo su piel, saboreando el sudor salado hasta llegar a su pubis, sentí su vello, en mis mejillas en mis labios, lo besé ahí delicadamente y llegué por fin hasta la verga.
Pegué mi cara contra ella, un olor fantástico, me inundó: olía a macho, a verga, a sexo, a placer, la sujeté con la mano y sacando mi lengua la comencé a lamer, fue la locura, sentir su sabor, sobre todo en la punta del glande en donde había un humedad, tenía un sabor salado, maravilloso y ya sin sentidos me la metí en la boca y comencé a mamarle. Su sabor me invadió, se apoderó de mí, era algo que no tengo palabras para describir. El mejor de los placeres chupar su enorme verga, mamarla, lactarla, lamerla dentro de mi boca, deteniéndome en el glande, debajo de el, recorrer por ella con mi lengua, intentar tragarla toda, besarla, volverla a lamer y volverla a mamar.
Y ya perdido de ganas a veces la saliva, brillante de saliva, hermosa, y mientras le masturbaba lamía y mamaba sus huevos, mientras Jonás gemía y se estremecía. Y ese deseo seguía creciendo, y pronto todo mi cuerpo la quería, mi culo comenzó a latir reclamándola, si la quería dentro de mí, quería que me la meta por el culo y lo colme y llene los deseos más oscuros y profundos, quería que me sodomice, me encule, me dilate, me posea. Quería que se apropie de mí, que me haga su perra.
Y se lo dije, el se acercó y me besó y luego dijo que me iba a culear riquísimamente y que me iba a convertir en su puta. Yo temblé del gusto al oírlo. Me colocó de espaldas del sofá, de esos que no tienen brazos, colocando mi trasero al filo, yo abrí las piernas y el me las dobló sobre mí y comenzó a lamer debajo de mis huevos y recorrer por la reja de mi culo, llegando al ano, volviéndome loco para nuevamente subir con su lengua por mi raja hasta que se quedó en el ano y me lo comenzó a lamer y a besar y a chupar. Yo sentí derretirme de la pasión, y el con su lengua húmeda y carnosa intentaba penetrarme mientras yo pedía su verga.
Luego el me hizo girar, de esa manera quedé arrodillado en el suelo mientras mi tórax se apoyó completamente en el sofá y mi pelvis en el filo, abrí mis piernas y con las manos separé mis nalgas ofreciéndole mi culo, el se acomodó detrás, sentí como me llenaba el ojete de saliva y luego como puso su glande gordo y amoratado en el ojo de mi culo, me recorrió une estremecimiento de lujuria y lascivia, y comenzó a empujar. Sentí como iba empujando, muy lentamente y como su grueso glande iba abriéndose paso por mi esfínter, comenzó a dolerme, y mucho. Traté de relajarme, deseaba que me encule, y el continuó, a ratos el dolor era muy grande, me ponía tenso, el sentí con su verga esa tensión y paraba, dejaba pasar un rato y comenzaba a realizar movimientos de mete y saca en que apenas si movía su verga y luego me penetraba un milímetro más. Volvía a incrementarse el dolor y el se detenía y otra vez repetía el proceso.
Un rato, cuando su verga había recorrido la mitad de mi esfínter, el dolor fue muy grande, tuve que morder el sofá para no gritar, pero sentí que era el precio que había que pagar para llegar al mayor de los placeres y deseos. Entonces Jonás, esperó unos momentos y me introdujo todo su glande de una, recorrió el resto de mi esfínter de un movimiento hasta penetrarme. No pude evitar un gemido de dolor. Ahí se detuvo, sin moverse, podía sentir todo, los latidos de su verga incluso me daban dolor. Unos instantes luego me la introdujo toda, en un solo movimiento, lento pero prolongado, me enculó su enorme verga. Gemí del profundo e intenso dolor, sentí como me colmó el culo y a su glande presionado contra mi pecho sin dejarme respirar. Creo que me desmayé por unos momentos.
Luego, el inmóvil, toda su fabulosa tranca metida en mi culo, hus recios huevos contra mis nalgas, su respiración jadeante, sentí un gran dolor pero lo habí logrado, la tenía dentro de mí. Esperó un rato y entonces comenzó a realizar movimientos de mete y saca desplazando muy poco su verga, se incrementaba el dolor y se detenía y así avrios minutos, cunado el nivel del dolor bajó el me enculaba despacio pero ahora desplazando bastante su verga y deteniéndose cuando la tensión en mi culo le indicaba dolor y así con mucha paciencia y sabiduría me fue culeando, me fue haciendo su perra y haciéndome feliz. Un determinada momento el dolor desapareció, solo había la sensación de tener el culo lleno de su ansiada verga y entonces comenzó a cabalgarme de verdad.
Era increíble la fuerza de su pelvis, la fuerza de sus embestidas, pese a ser tan delgado y joven me clavaba la verga de una manera potente, incluso moviendo el sofá, sujetado a mis caderas era un fantástico movimiento de mete y saca que yo trataba de responder reculando y acoplándome a su ritmo, todo mi cuerpo era un torbellino de pasión, de placer , de la más exquisita lujuria, me sentía la puta más puta como una perra en celo gimoteando por mi macho, por su verga que me sodomizaba, me rompía el culo y me hacía inmensamente feliz.
De cada uno de mis poros, de cada centímetro de mi piel, de cada partícula de mi ser se derramaba el placer, la lascivia, era lo más fabuloso que hubiera imaginado y sentir a mi macho taladrándome el culo me enloquecía, el gemía y me llamaba entre jadeos, puta perra, zorra y eso me encantaba me emocionaba. A veces caía sobre mi espalda el sudor de Jonás, todo yo transpiraba como cerdo de lo contento que estaba y de lo excitado y ya sin poder aguantar más comencé a eyacular de una manera fantástica, y al hacerlo mi dilatado culo se contrajo convulsivamente sobre la vergota de mi macho.
El sentir esa eyaculación la idea de mamar su semen me envolvió, la gana, el ansia de mamar su masculinidad me enloqueció y estaba para pedirle su leche en mi boca, cuando el dijo: Ahora perra me la vas a mamar completa, me vas a mamar la leche, y la sacó de mi culo. Sentí un vació en mi interior, sentí un hueco por el que entraba el aire, sabía que solo una verga podría calmar y colmar mi culo, me empujó sobre el sofá, para sentarme, el se colocó de pié y a horcajadas de mí, se quitó el condón, yo le dije: Dame tu puto semen, quiero mamarte. El me la metió en mi ambienta boca que ávidamente comenzó a mamar y el a cabalgar.
Mientras deslizaba mis labios sobre su verga le masturba al mismo tiempo, quería su semen, quería que eyacule dentro de mi boca y de pronto sentí como su glande se hinchaba y un potente chorro de semen salio contra mi garganta y comencé a tragar esa ricura, cuanto le salía a mi macho lechero, yo tragaba tragaba loco de pasión y deseo, que rico era mamar su masculina leche y en cada trago además de más excitación sentir que me convertía más y más en su maricona, en su perra. Era tanto el semen que se escurría entre mis labios y su verga e hilos de leche resbalaban por mis mejilla y chorreaban sobre mi pecho.
Cuando disparó el último chorro seguí mamando y lamiendo hasta la última gota de espeso, salobre y caliente semen, luego el se cogió la verga y con el glande recogió los restos de mis pechos, de mis mejillas y me daba a lamer. Al final tragué todo, mamé alta la última gota. Luego solo recuerdo que cerré los ojos para permitir que mi corazón se calme, su cuerpo satisfecho se deslizó junto al mío, luego me dio un largo beso húmedo en señal de gratitud, de pasión y de posesión.
Más tarde, cuando le llevaba a su casa, vivía en la Tola, en una callejuela completamente oscura, me dijo, que si yo era su perra: Le dije que claro y entonces sacó su verga y me la dio a mamar, cosa que hice de mil amores y luego, me pidió el culo, yo feliz me quité los pantalones y calzoncillo y me coloqué ahorcajadas de el, y cuando asentando mi trasero contacte con su glande el elevando con fuerza su pelvis me la clavó de una haciéndome estremecer y allí en el auto me volvió a culear como caballo a su yegua, que gusto y que placer me dio. Luego se bajó del auto y se despidió.
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