Me dedicaba a darme el gusto de usar ropa femenina, cuando me descubrieron.
Un tipo que le encanta usar ropa femenina cae en una crisis cuando es descubierto por otros dos hombres, los que se aprovechan y lo sodomizan, además de ponerlo a mamar..
Soy técnico de equipos digitales y computadoras electrónicas, por lo que ocasionalmente, debo ir a darle mantenimiento mensualmente, y en ocasiones hasta dos veces al mes, a la estación de una compañía, que se encuentra dentro de un edificio de oficinas.
A dicha estación, llevo además de mis herramientas y sensores, también llevo todo un ajuar completo de ropa femenina, desde las más lindas pantis hechos de encaje, hasta atrevidos vestidos, incluyendo calzado, maquillaje, perfume, sarcillos y pulseras.
Ya que cada vez que voy a darle mantenimiento a la estación, después de que terminaba, me dedicaba a satisfacer mi gusto por usar ropa femenina.
Como durante el proceso de mantenimiento de la estación, debía desconectar el sistema eléctrico, y dejarla funcionando a baterías por unas cuantas horas, y luego volver a conectarla, y ver que las baterías se volvieran a cargar, lo que me llevaba de un día para otro.
El resto del tiempo disfrutaba vistiéndome completamente de mujer, ya que, al estar solo en esa estación, estaba más que seguro que nadie nunca me descubría.
Así que lo primero que hacía era desnudarme completamente, y observar todo mi cuerpo desnudo, después de desnudarme, me doy un baño, ya que la estación tiene esa facilidad, aparte de una pequeña cama en la que acostumbro a dormir usando la ropa, que a mi tanto me gusta ponerme.
Ya me había maquillado, perfumado, y puesto un lindo vestido, con un lindo y atrevido conjunto de mini falda, y chaquetilla, me dediqué a seguir haciendo mis labores, hasta que llegó la hora en que me fuera a dormir, por lo que nuevamente me bañé, y me cambié de ropa, poniéndome un lindo set de pantis, liguero, medias, sostén, y una corta bata semitransparente, hechos en encaje de color negro.
Me sentía completamente realizado, casi bailando, mientras me quitaba los sarcillos de presión que acostumbro a usar cuando estoy trabajando en ese lugar, ya que me aterra abrirme los lóbulos de mis orejas.
Yo estaba de lo más inspirado, recién y había apagado las luces, cuando de momento se abrió la puerta de la estación completamente, y asustado vi la sombra de un par de hombres.
Se pueden imaginar como yo me sentí, estando vestido así, una gran vergüenza me envolvió de inmediato, una de esas personas de inmediato prendió las luces, y mi vergüenza fue mayor, no sabía dónde meterme, ni que hacer, me había quedado paralizado, a medio sentarme en la cama.
Era el encargado de la limpieza y el guardia de seguridad, a los que ocasionalmente veía en la entrada de planta baja del edificio, y que no esperaba verlos jamás rondando por el piso en el que me encontraba, ya que su puesto queda en la entrada.
“Así que eso es a lo que se dedica cuando viene para aquí.” fue lo que le escuché decir al guardia de seguridad decirle al encargado de la limpieza, mientras que yo tartamudeando, y con la voz bien quebrada, y fina, trataba de explicar lo inexplicable.
Las palabras no me salían, me desesperé tanto que por la gran frustración que sentía, hasta me puse a llorar, el guardia era de estatura baja, delgado como un fideo, y por su rostro seguramente era como de mi edad, mientras que el encargado de la limpieza era un poco mayor, algo grueso y más alto que yo.
Mientras yo seguía llorando sin poder articular palabra, el guardia se me fue acercando, hasta que llegó a sentarse a mi lado en la pequeña cama.
De inmediato escuché al de la limpieza decirle al otro. “Te dije que cada vez que él viene, deja esto oliendo a perfume de mujer”.
Al verlos a mi lado tratando de ocultar mi cara, por la gran vergüenza que sentía, me tiré a seguir llorando sobre la almohada, dándole la espalda al guardia, de momento le escuché preguntarme, con una calmada voz. “¿Por qué lloras?”
Yo aun no salía del susto, cuando sentí una de sus manos sobre mis hombros, diciéndome. “No te preocupes, no le vamos a contar a nadie lo que tú haces.” pero al mismo tiempo que me fue diciendo eso, sentí su mano que se fue deslizando por mi espalda, hasta llegar a mis nalgas.
Las dos cosas las fue repitiendo una y otra vez, hasta que sentí que su mano finalmente se detuvo sobre mis nalgas.
En mi vida jamás ni nunca había dejado que otro hombre me tocase, y menos donde, y como él lo estaba haciendo, en mi vida nunca había mantenido relaciones sexuales con otro hombre, a pesar de mi gusto de vestirme de mujer, era algo que jamás había contemplado que me llegase a pasar.
Me sentía de lo más extraño con todo lo que estaba sucediéndome, el guardia no dejaba de decirme que no me preocupase, que él me entendía, al mismo tiempo, el otro hombre permanecía en silencio observándome, mientras que yo, aunque había dejado de llorar, la vergüenza que sentía era tal que no me permitía sacar mi cara de entre la almohada.
Imagínense un hombre vestido con ropa íntima de mujer, dejando que ese guardia me estuviera toqueteando mis nalgas, como lo estaba haciendo ese guardia en esos momentos.
Algo muy dentro de mí, me impedía que me parase, y le pusiera fin a todo eso, mientras que él continuaba acariciando ya casi todo mi cuerpo, me fue diciendo. “Yo te comprendo y te aseguro que nosotros dos te vamos hacer sentir muy feliz, solo tienes que relajarte.”
Por unos momentos dejó de pasar sus callosas manos sobre mis nalgas y muslos, y sentí que se estaba quitando la ropa, luego sin que yo pudiera, o me atreviera a ofrecerle resistencia alguna, acomodó mis piernas sobre la cama, y de inmediato se dedicó a ir bajándome los pantis que yo estaba usando, con mucha calma, mientras que el de la limpieza se fue colocando frente a mi cara, al tiempo que fue sacando su verga del pantalón.
Por una parte, yo quería que se detuvieran, pero cuando el guardia dejó de tratarme como si yo fuera un hombre, y me comenzó a decir lo linda que me veía con ese conjunto de encaje negro, me sentí muy raro, y así continuó el guardia, alabando mi cuerpo, como si fuera el de una mujer.
Él separó mis piernas, y sentí sus ensalivados dedos pasar sobre mi esfínter, mientras que yo le decía, con fina voz que no continuara, pero sin ofrecer resistencia alguna, quedándome tendido bocabajo sobre la cama con mis piernas abiertas, al tiempo que me preguntaba, cuando había sido la última vez que había tenido sexo.
Cuando apenas con un fino hilo de voz, le respondí que nunca, de inmediato me dijo así que eres virgen, y seguidamente yo le respondí que sí, pero continuaba pidiéndole que no me hiciera eso, sus dedos con mucha más saliva los fue enterrando uno a uno dentro de mi culo, hasta el punto que quizás ya me había introducido por lo menos cuatro de sus cinco dedos.
Los que empujaba con suavidad entre mis nalgas, sin dejar de decirme lo lindo que me quedaba el color negro de la ropa íntima que llevaba puesta, a su vez el de la limpieza, colocó la cabeza de su verga frente a mi boca, mientras que con su otra mano levantó mi barbilla.
A pesar de estar diciéndole constantemente que no continuaran, me fui soltando poco a poco, y para ser la primera vez que otro hombre me tocaba así, la manera en que sus dedos entraban, y salían de entre mis nalgas, fue algo que comencé a disfrutar.
De momento retiró sus dedos de mi culo diciéndome. “Linda si te mantienes relajada, no te dolerá.” y lentamente comencé a sentir su cuerpo sobre el mío, al mismo tiempo que yo le pedía, y le rogaba que no me hiciera eso.
Poco a poco su duro y caliente miembro se fue abriendo camino dentro de mis nalgas, lo cierto es que, si me dolió un poco, pero fue un raro dolor, un dolor satisfactorio, algo que comencé a disfrutar a pesar del dolor, desde el mismo instante en que la cabeza de su verga comenzó a penetrarme.
A medida que su verga me fue penetrando, yo le pedía que se detuviese, pero también comencé a gemir de placer, a pesar de que hasta un par de lágrimas se me salieron por el dolor.
Una vez que sentí todo su cuerpo sobre el mío, y él comenzó salvajemente a meter, y sacar su verga de mi recién desvirgado culo, al mismo tiempo su compañero introdujo la cabeza de su verga dentro de mi boca.
Creo que de manera involuntaria, comencé a mover mis caderas, al mismo tiempo que me decía a mí mismo como era posible que eso me estuviera sucediendo, pero el placer que el guardia de seguridad me estaba proporcionando, era algo único e inigualable, al mismo tiempo que con más fuerza comencé a mamar la verga de el de la limpieza.
En mi vida me había sentido más mujer que en esos instantes, por un largo, y delicioso rato uno me estuvo enterrando por mi culo toda su verga como le dio gusto, y gana, mientras que al otro yo le mamaba la suya para mi mayor satisfacción.
Cuando extrajeron sus vergas de mi culo, y de mi boca, pensé que todo había terminado, me quedé recostado sobre la cama, con mi culo bien abierto, al tiempo que ambos se fueron a orinar.
Fue cuando vi los pedazos de vergas que me habían enterrado tan divinamente dentro de mi culo y por mi boca, aun ya en reposo eran un poco más grandes y gruesas que la mía propia.
Después que orinaron escuché como se lavaban sus miembros, y después regresaron a la pequeña cama, al tiempo que uno de ellos dos me dio una suave nalgada diciendome vete a lavar.
Yo sumisa y obedientemente me levanté para asearme, y después que, en el pequeño baño, expulsé de mi cuerpo todo el semen que me había dejado dentro de mi culo, terminé de lavarme, y retorné a la cama, donde los encontré manoseando sus vergas.
Muerto de vergüenza, y sin saber qué hacer, me preguntaba a mí mismo como era posible que hubiera dejado que esos tipos me hicieran todo eso sin que yo le ofreciera resistencia alguna.
Cuando el guardia, viéndome fijamente a los ojos, me hizo una seña con su boca, al tiempo que su mirada se fijaba en su miembro, era como si me hubiera dicho, que me pusiera a mamar su verga prácticamente.
Mientras que el de la limpieza se colocó tras de mi y sin más ni más me penetró divinamente, con su enorme verga.
Yo me incliné frente al guardia, y cerrando mis ojos, comencé a lamer su glande, a los pocos segundos, ya su aun semidormido miembro se encontraba dentro de mi boca, y en un abrir y cerrar de ojos, ya se le había vuelto a poner duro.
Mientras que yo seguía mama que mama, y él diciéndome lo linda que me veía mamando su verga así vestida.
De momento me agarró por mis orejas, y así me mantuvo mamando por un buen rato hasta que eventualmente se vino dentro de mi boca, prácticamente obligándome a tragar todo el semen que había expulsado de su tiesa verga.
Después de eso tanto el guardia como el de la limpieza, siguieron haciendo conmigo lo que les vino en gana, yo me quedé tirado en el suelo, hasta que él en un tono bastante autoritario, uno de ellos dos me ordenó que me pusiera nuevamente los pantis y me acostase en la cama, cosa que yo hice al pie de la letra.
Después de eso, me abrazó por la espalda, y sentí que me pasó una de sus piernas sobre mí, yo me quedé sin moverme, mientras que él al poco rato, comenzó nuevamente a tocar mis nalgas, y decirme un sinfín de cosas, sobre mi cuerpo, y lo bonito que me quedaba todo lo que me había puesto.
En la mañana al despertarme, sentí nuevamente un caliente miembro contra mis nalgas, y al levantarse me ordenó que me quitase el panti, que abriese las piernas, mientras que me sujetaba por los tobillos, en cosa de segundos lo vi, y sentí como me enterraba nuevamente toda su verga entre mis nalgas, a los pocos segundos también el otro me colocó su verga dentro de mi boca nuevamente.
Yo ya no les decía que no, es más hasta disfrutaba que me dijesen que yo era su mujer en esos momentos, fue tanta mi excitación, que al tiempo que me continuaban penetrando tanto por mi boca como por mi culo, salvajemente, yo comencé a masturbarme.
Después de todo eso, al ellos dos marcharse, me di un buen baño, recogí todo, me vestí de hombrecito, y regresé a la ciudad, no sin antes quedar con mis dos amantes en que nos veríamos dentro de un mes más o menos, la realidad es que no pude aguantar tanto, ya que a las dos semanas me encontraba de regreso a la estación con la excusa de que le hacía falta unos ajustes.
Y desde esa fecha, cada vez que puedo o tengo oportunidad voy a darle el mantenimiento adecuado a la estación, y a recibir el mantenimiento que ellos dos me da.
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