Me enseñaron bien…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Garupas.
En mi familia éramos 4, mis padres, mi hermana de 11 años y yo de 14, los mediodías en casa eran sagrados ya que tanto mi padre como mi madre trabajaban desde las 5 am y no se podía hacer ruido para nada, así que yo aprovechaba para juntarme con amigos a jugar al futbol o hacer travesuras, las que muchas veces terminaban en pelea.
Nunca me puse a pensar en que hacía mi hermana en esos ratos cuando no dormía la siesta, pero en general yo suponía que estaba junto a una vecina de su edad, así que yo tenía libertad de hacer y deshacer de 13 a 16 hs mas o menos.
Jugando al futbol conocí a Juan y Esteban, dos hermanos de 19 y 23 años que alquilaban una casa a una cuadra y media de la mía, ambos trabajaban y como nos llevábamos bien; al mediodía me iba a su casa a ver televisión y tomar un refrigerio (acá lo llamamos "tereré", un mate frío) mientras ellos almorzaban y se bañaban.
No tengo muy claro en qué momento pasó pero pasados unos meses la confianza era total, ya hablaban abiertamente de las chicas con las que estuvieron o estaban, las cosas que hacían y yo los oía embelesado imaginándome en su lugar y así me calentaba a más no poder poniéndome colorado de excitación, mas cuando ellos insistían en preguntar por mis experiencias las cuales eran absolutamente nulas, en principio mis inconfesables calenturas estaban dirigidas a mi hermana y después a toda mujer que haya visto, pero jamás podría confesarles eso a ellos.
Me limitaba a decir parte de "mi verdad", me mataba a pajas pensando en las amigas de mi hermana o conocidas del barrio. A ésta altura era cada vez más común verlos salir de la ducha toalla en mano, secándose hasta llegar a sus cuartos; recuerdo que quedaba impresionado viendo el tamaño de sus penes y muchas veces uno u otro de ellos me "agarraba" mirando sus miembros más de lo normal.
Una de esas veces Juan se perdía en su habitación y no pasó mucho tiempo para que Esteban me pregunte si me gustaba lo que veía, y yo desde mi estupidez e inocencia dije: "me pregunto si la tendré igual que ustedes cuando sea grande…", riéndose me dijo, "seguro que si!, quizás mas si tenés suerte, pero lo importante es saber usarla", claro dijo Juan uniéndose a nosotros, sí sabes usar la pija las minas no te dejan nunca y enseguida añadió, "si querés te enseñamos, así no pasas vergüenza después", yo imaginé unas "clases" teóricas del nivel que tenía con amigos de mi edad cuando acepté agradecido por el favor que me estaban haciendo; sin perder tiempo Esteban dijo que me enseñarían si yo aceptaba sus condiciones sin quejarme. Acepté, sin entender mucho.
Me "explicaron" que necesitaríamos a una mujer y como yo era quien aprendía me tocaba hacer "de nena", yo estaba totalmente excitado y ellos podían verlo, pero también la mezcla de miedo e incertidumbre eran evidentes, para decirlo claramente, estaba temblando.
Vamos a empezar a ver como se chupa una pija dijo Esteban parándose frente a mí y Juan que estábamos en un sofá, se bajó el short junto a sus calzoncillos y ví a 20 cm de mi cara su verga a medio parar, Juan me acariciaba la espalda subiendo su mano hacia mi cuello y empujando levemente mi cabeza hacia su hermano, apoyé mis manos sobre las caderas de Esteban y abriendo la boca probé esa pija blanca, surcada de venas en su tronco, se notaba mas gruesa en la parte media, en segundos sentí como se endurecía entre mis labios hasta alcanzar lo que supuse el tamaño máximo ya que no lograba meter mas de la mitad, no era una pija grande pero llegaba a los 17 cm que para mí era imposible tragarla entera.
Estaba aflojándome tratando de descifrar el sabor tan especial que me llenaba la boca, esa textura y suavidad incomparable me atrapó totalmente y me esmeraba poniendo en práctica los consejos de usar las manos, no morder, intentar tragarla entera, Juan; desde atrás me acariciaba poniendo énfasis en mis nalgas, apretándolas sobre mis shorts, jugando con un dedo a buscar mi culito. En un momento dejé de pensar, tenía mi boca llena de pija, la mano de Esteban presionaba mi cabeza hacia su pene, Juan tenía una mano acariciándome las caderas y la otra la metió en mis shorts y después de separarme un poco las piernas y acomodarse me agarró la verga y los huevos a la vez, dándome unos leves tirones de vez en cuando que me trasportaban a otro mundo.
Estuvimos así unos minutos y ya me dolía la mandíbula, les dije y convinieron en cambiar de lugar, Juan se recostó en el sofá sacándose los pantalones y abrió las piernas, me ubicaron arrodillado entre sus piernas, ciertamente me encontré mas cómodo pero la molestia en la boca no pasaba, y a Esteban le quedaron mis nalgas a mano. La pija de Juan no se parecía a la de su hermano, se notaba que era más larga unos centímetros y mas pareja, además; al verla totalmente parada y dura se coronaba con una línea de color azul/violeta alrededor del glande, la tomé del tronco y jugaba con la lengua mientras se me pasaba la molestia, Juan me pidió que meta sus huevos en la boca, la saliva se me escurría incesantemente y parecía gustarle mucho eso a Juan, jugaba con sus bolas en mi boca hasta que me pidió tomar una y darle leves chuponcitos, lo que yo acataba inmediatamente.
Mientras tanto Esteban me bajó los shorts y recorría mi raja de un lado a otro, me golpeaba con su pija en las nalgas y volvía a pasarme la cabeza por todo lo largo de la cola, cada vez que pasaba por el ano la apretaba un poco y yo sentía que me gustaba cada vez más, esa sensación de suavidad que colmaba mi ano al pasar, cuando podía me movía tratando de ubicármela yo mismo, no sabría explicar que me pasaba en ese momento, más que aceptar que hervía de calentura y no me importaba absolutamente nada, sabía que estaba mal, siendo católico entendía la situación pero me dominaba ese no-sé-qué que no podía escapar de allí. Aquí empezaba el sentimiento de culpa, pero nunca imaginé que ese mismo hecho pudiera ser a la vez tan, pero tan placentero; inmediatamente me di cuenta que hacer eso tan "prohibido" era fuente de algo mas…
-"Ahora vamos a lo mejor de ésto", dijo Esteban mientras yo retomaba la velocidad metiendo y sacando el pene de Juan de mi boca, yo tratando de apartarme un poco y él con sus manos en mi cabeza hundiéndome su verga hasta la garganta, literalmente yo despedía lagrimas en cada estocada que llegaba a mi garganta, al mismo tiempo Esteban me despojó de mis shorts y con sus dedos jugaba en mi ano punteándolo, haciendo círculos tratando de introducirlos, se levantó un momento y volvió con un pote (que después ví que era vaselina en pasta) que me embarró con abundancia desprendiéndose de cualquier obstáculo que impedía meterme, ahora fácilmente; dos dedos en el culo, fue como sentir un latigazo, unas puntadas en la zona e inmediatamente empezó a recorrerme el interior palpándolo, dilatándome; sentía perfectamente a esos intrusos y naturalmente mis esfínteres se contraían con intención de expulsarlos, eso le daba gracia a Esteban ya que riéndose me pedía que me afloje, que no haga fuerza mientras yo respondía que no lo hacía conscientemente, que sentía ganas de ir al baño, él me explicaba que eso era normal y que haga lo que me pedía.
En un momento sentí que me puso el dedo mayor y el índice hasta hacer tope, giró la mano, dobló sus dedos en mi interior como enganchándome y con su pulgar sobre mi cadera me daba pequeños tirones hacia arriba, Juan ya no aguantaba mas y se descargaba en mi boca dándome a probar mi primera leche, me pareció muy extraña, hacia mucho yo tomaba mi propio semen y no podía compararla, apenas terminó se levantó y parándose al lado del hermano le dijo, "bueno, a ver, dale", yo seguía de rodillas cuando Esteban acomodó su verga en mi culo y empujo entrando casi sin resistencia, el me decía, "empuja como si estuvieses defecando" y con tal de no sentir dolor yo lo hacía, pero no bastaba para dejar entrar una pija aun, los músculos de mi ano se sentían uno por uno, solo con la cabeza de esa pija sentía como se soltaban en mi interior, así hasta que un empujón terminó por vencerme y creí que me abrió de par en par, solté un grito y me quedé quieto; él también se detuvo con la verga enterrada en su totalidad en mis entrañas, la sentía empujando mi estómago, yo trataba de recomponerme y respirar profundo, siguiendo sus consejos; y cuando se me pasó un poco Esteban empezó a entrar y salir cada vez con más velocidad, era la pija mas chica de los dos y sin embargo me parecía interminable, sentía que me quemaba, Juan me pidió que me masturbe, apenas me agarré la pija sentí que Esteban me llenaba el culo de leche, eso me hizo sentir alivio en el ardor y las molestias que sentía en mi recién estrenado culo. No puedo negar que los últimos bombeos que me daba Esteban con mi ano lubricado en su leche, valían la pena otro sufrimiento igual, me encantó!!
Ese día llegaron tarde a trabajar, yo no podía caminar bien así que me quedé unas horas, recostado en el sofá después de darme una ducha, me ardía el ojete como nunca pero también esa noche dormí como nunca antes.
A los dos días regresé pero todavía no podía recibir otra cogida así entonces me hacían mamarles la pija y tomar la leche, a Juan le gustaba tirármela en la cara o la frente, a la semana ya no sentía molestias así que se turnaban para cogerme y Juan terminó de desvirgarme con sus 19 cm de verga, pasaron unos 3 meses así, con una o dos cogidas a la semana o dos o tres chupadas de pija, siempre fui tratado de esa manera y así me acostumbré, no puedo decir que había amor o algo así, quizás un poco de cariño, solo me gustaba (y buscaba) que me den pija y ya, sin besos ni nada, me seguían calentando las mujeres hasta que un día Juan me dijo que vaya a la casa un domingo a la mañana, fue fácil encontrar excusa así que llegué temprano creyendo que me iban a coger otra vez pero nó, Juan me pidió que entre en una habitación y que vea escondido como ellos atendían a sus invitadas, yo ya conocía a algunas de sus noviecitas y ellos nunca mezclaban las cosas así que me extrañó tanto preparativo, a la media hora de esperar oí movimientos, risas y saludos, haciendo énfasis en la voces femeninas las reconocí inmediatamente, me paré detrás de la puerta que dejé entreabierta así que por la rendija del marco me daba una vista directa al sofá en que tantas veces me penetraron, era evidente que estaban apurados y escuché perfectamente lo que decían:
Esteban (a mi hermana): "Le contaste a tu hermano que vienen acá, o a alguien más?"
Laura (mi hermana): "NO! no dijimos nada a nadie!!"
Esteban: "Está bien, a tu hermano podes decirle, no hay problema nena"
Clara (la amiga y vecina): "No, es que nos dá mucha vergüenza"
Juan: "Bueno, dá igual. Cuánto tiempo tienen?"
Laura: "En una hora empieza la misa…"
Juan: "Bueno, apuremos entonces.!"
Las veía de espaldas, las 2 sentadas en el sofá viendo como Esteban y Juan sacaban sus pijas del pantalón y se las arrimaban a la boca una a cada una, Clara la de Esteban y Laura la de Juan, ellas se miraron y después de una risita cómplice entre ellas se pusieron a chuparles la pija con unas ganas increíbles, me parecía increíble ver eso, me puse celoso primero, caliente después y con esos sentimientos tan encontrados, finalmente me encontré masturbándome viendo como chuparon esas vergas por unos minutos, luego las besaron en la boca y las manosearon un rato mientras se quitaban las bombachas, quedaron arrodilladas sobre el sofá con sus manos sobre el respaldo, Esteban escupió su pija y se la acomodó a Clara entrando en su vagina como si tal cosa, empezó un golpeteo fuerte que se escuchaba muy excitante cada vez que hacía tope, mientras tanto Juan se agachó detrás de mi hermana y le metía lengua a mas no dar, sus gemidos se perdían entre los ruidos de Esteban y Clara, sin mucho mas Juan se preparó y mirando hacia donde yo estaba la penetró de un golpe, ella lanzó un grito contenido junto a un par de quejidos e inmediatamente la vi mordiéndose los labios disfrutándolo.
Ellos las cogían con fuerza diciendo cosas como: "que putitas son…", "te gusta así?…" y muchos insultos mas que se mesclaban entre sí, yo ya había acabado con la primera y me estaba haciendo otra paja terrible, me sobrepasaba la situación y no lograba entender bien que hacía yo allí, aunque me importaba poco.
Si presté atención cuando Juan les dijo claramente: "Se vé que les gustan las pijas que se come tu hermano, eh Laurita?", haciéndome saber que ya ellas sabían lo que yo venía practicando con ellos, la escena era impactante, ellas se mantenían como podían con sus ojos cerrados recibiendo desde atrás el constante bombeo de esos hombres mientras yo levantaba la vista únicamente para ver como disfrutaban las dos, yo estaba llegando al clímax cuando sentí que Clara lograba un largo orgasmo, me frené y ví que Esteban aceleró el ritmo para llenarle la conchita de leche, él la mantenía penetrada cuando me llamó por mi nombre sorprendiéndolas, justo Laura también era presa de un orgasmo y se retorcía en su lugar viendo como yo me acercaba a ellos.
Esteban me dijo, arrodillate acá y no dejes caer mi semen de esta conchita; me agaché cuando él empezó a sacarle la verga lentamente a Clara dejando una conchita con los labios rosados abiertos, ella respiraba agitada mientras yo recogía el semen que brotaba desde su interior lamiendo desde abajo hacia arriba, cuando ya no salía mas Esteban la animaba a hacer fuerza y yo hurgaba con mi lengua hasta donde alcanzaba, disfrutaba mucho lamiéndola cuando me dí cuenta que era la primera vagina que chupaba pero casi no tuve tiempo porque Juan me agarró de los cabellos y me dirigió a la concha de mi hermana, esa me impresionó aun mas, estaba enrojecida por la cogida pero se notaba rosada adentro y afuera, el hueco abandonado por el pene de Juan era considerable, me hacía pensar en cómo aguantaban tanto? lamía sin descanso recorriendo sus labios menores y mayores, me calenté tanto que recorría desde su ano a su clítoris sin dejar pasar un lugar, chupé y tragué todo lo que pude, me interrumpió Esteban diciéndoles que se vistan y vayan a misa, en menos de un minuto se estaban yendo apuradas sin decir una palabra.
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