Me entrego solo por amor
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por morochouruguayo.
Ha pasado una semana desde aquel beso que selló el inicio de la relación de Luis y Daniel, sin embargo no habían tenido sexo aun pese a las proposiciones de Luis para unirse en cuerpo y alma, Daniel no estaba seguro de dar ese gran paso, sentía miedo ante lo desconocido y se escudaba en que era muy pronto para avanzar tan rápido en su noviazgo, ya le era difícil asimilar su nueva identidad sexual como para seguir adentrándose en un mundo completamente nuevo para él.
A pesar de sincerarse entre ellos, su noviazgo era secreto , solo lo sabían sus amigos mas cercanos, por lo que no daban muestras de afecto en la universidad, pero a puerta cerrada se devoraban los labios y solo se tocaban un poco por encima de la ropa tras el manto de abrazos. Marcelo estaba molesto por esto, ya que era un fuerte contratiempo en su afán de poseer a Daniel, solo podía permanecer alerta a cualquier oportunidad y saciar su sed sexual con Christian y Roberto, quien seguía sin dirigirle la palabra a su hermano y por supuesto ninguno de los dos conocía la nueva condición homosexual del otro.
Esa tarde Daniel llegó temprano al apartamento de Luis, habían quedado para hacer un trabajo de la universidad, sin embargo sabía que a la mínima oportunidad se devorarían los labios y tal vez se podía ir un poco mas allá, pero él estaba firme en su posición de no hacer el amor hasta quemar esta etapa de los besos y que se acostumbrara a estar con un hombre como pareja. Luis quería lo contrario, tenía sus deseos sexuales al máximo, tenía planeado usar ropa muy sensual para ver si convencía a Daniel, pero al llegar este mas temprano no pudo cambiarse la ropa de ir a estudiar, solo se quitó un poco de ropa, se quedó descalzo, con los pantalones de gabardina y con la remera blanca que usa normalmente debajo de la camisa. Para su sorpresa Daniel si vino más cómodo: zapatos deportivos, medias a los tobillos, short azul algo corto, remera blanca. Luis no desaprovechó la oportunidad de empezar a calentar la atmósfera.
Luis: vaya, te ves hermoso, tenía tiempo que no veía esas deliciosas piernas, desde aquella vez que estábamos solo en la azotea…y si no recuerdo mal, esa vez no usabas ropa interior, ¿aun mantienes esa costumbre?
Daniel: je jeje, esa vez era porque hacía mucho calor…hoy es un día fresco.
Luis: ¿y es que no sientes calor? Yo estoy ardiendo por dentro de solo verte.
Luis fue guiando a Daniel hasta el mueble, ya sentados ahí comenzó a masajear la pierna derecha de Daniel de forma sensual. Este para evitar que llegara más lejos le dio un beso ardiente en la boca y tomaba con sus manos aquellas inquietas manos que querían subir por sus piernas.
Daniel: aun no estoy preparado, no insistas.
Luis: ¿realmente no estas preparado’, yo creo que lo que sientes es miedo a liberarte, pero tranquilo, relájate.
Luis tomó las piernas de su novio y delicadamente las subió al mueble, acostando a David en aquellos suaves almohadones. Con sensualidad le quitó los zapatos y las medias para darle un masaje reconfortante en los pies. Daniel se dejaba hacer, solo vio a Luis quitarse la remera y se dirigió a sus labios para besarlo por un buen rato.
Luis: anda, tócame, tengo el torso desnudo para ti.
Tímidamente Daniel palpó aquel abdomen plano, esos pechos suaves, le gustaba tocar ese cuerpo. Luis seguía besando ese rostro cada vez más suyo, tanto como el resto del cuerpo, sus manos se deslizaban por debajo de la remera para tocar todo el torso. Ya en este punto ambos jugaban con el cuerpo de su amado, Daniel impulsado por el calor del momento iba dejando a un lado sus prejuicios y seguía el placer que Luis suministraba con sus manos y boca.
Luis guió sus labios hacia el ombligo de Daniel, ahí lamió toda la zona abdominal, blanca y suave, no tan plana como su abdomen, pero con una textura increíble; aprovechó el momento de gran placer para pasar sus manos a la espalda de Daniel, masajear aquella cintura pequeña y en el momento indicado despojó de un solo movimiento, el short y el boxer que apresaban un pene de unos 19 cm, palpitante contra una de las caras internas de sus muslos, sin embargo ese no era el objeto de deseo de Alejandro, deslizó su mano hasta tocar suavemente la línea divisoria de las nalgas de Daniel, quien asustado se levantó y tapándose como podía con su franela se apartó del mueble.
Daniel: creo que hasta aquí es suficiente.
Luis sonrió, se dirigió hacia Daniel y lo tomó con fuerza, lo puso contra una columna dejando ese rosado trasero para sí. Su lengua lamió el cuello de Daniel antes de entrar en su oído y juguetear ahí dentro, a la vez que con sus manos masajeaba esas nalgas redondas, de vez en cuando le daba unas nalgadas para aflojarlas de tanta tensión. Después de un rato de estar ahí contra la columna, Daniel cedió por completo, levantó sus brazos y no opuso resistencia a que le quitaran la remera, quedando completamente desnudo y listo para lo inevitable.
Luis se apresuró a desnudarse, al quedar al igual que su amado, lo abrazó por la espalda y lo llevó hasta un escritorio en la sala, tiró al suelo los libros que ahí había y puso el torso de Daniel contra la tabla dejando de frente su trasero. Luis se agachó apartando con sus manos aquellas nalgas sustanciosas, metió su lengua en el ano de Daniel, primero lentamente, ensalivando bien aquel orificio, luego si la introducía hasta lo mas que podía.
Las piernas de Daniel se estremecían ante tanto placer, gemía suavemente, cerró los ojos y espero paciente la entrada de un primer dedo inquieto, estuvo un rato dentro hasta que salió, Daniel estaba esperando un segundo dedo cuando entró todo aquel grueso miembro de unos 18 cm; dio un gran grito de dolor y placer, Luis solo puso su mano sobre el cuello y la deslizó por toda aquella espalda sudorosa hasta llegar abajo donde sujetó con fuerza la cintura de Daniel y comenzar con un mete y saca que cada vez aumentaba de velocidad. Daniel buscaba asirse de algo pero lo que hacía era tumbar todo del escritorio al piso, resistió embestidas constantes por unos 10 minutos hasta que por fin Luis se detuvo.
Un pequeño respiro, los novios se sonrieron, Luis recuperó fuerzas y puso a Daniel en el suelo, le levantó las piernas hasta colocarlas sobre sus hombros y volvió a meter su pene en aquel dilatado agujero. Daniel gemía con fuerza, todo su cuerpo se movía cada vez que lo penetraban; de vez en cuando no aguantaba tanto placer y se estremecía sobre el suelo.
Cambiaron de posición de nuevo, esta vez Luis puso a Daniel en cuatro patas y embistió con fuerza, sin detenerse hasta llegar al máximo, un chorro caliente de semen entró en Daniel quien con un último suspiro se dejó caer a un lado. Ambos estaban agotados, solo se miraron, una gran sonrisa se dibujó en sus rostros juveniles.
Daniel: me habría gustado que mi primera vez hubiese sido más romántica.
Luis: lo lamento, ¿pero qué puedo hacer?, así soy yo, salvaje como la vida y desenfrenado como el amor.
Daniel: lo sé, me encantó todo
Luis: bueno, ya tendremos tiempo para más.
Daniel: hoy me ha quedado claro algo…ya sé con certeza que Te Amo, te amo con todas mis fuerzas.
Luis sonrió, sin embargo no pudo evitar reflejar en sus ojos algo de miedo ante esas palabras de Daniel.
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