Me fascina que me hagan sentir mujer
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Arcami.
En mis comienzos solo frecuentaba hombres profesionales que buscaba en las páginas de acompañantes para preservar mi secreto. Con el tiempo conocí a algunos amigos que me confesaron su gusto por tener sexo con varones y estuve con ellos, siempre en forma separada, uno de ellos una vez me confesó que me amaba y quiso que formemos pareja, lo que desde luego rechacé. No obstante, con una persona que trabajaba en la misma empresa que yo, tuvimos una relación estable de poco más de un año. Él venía cada dos semanas a mi ciudad y le habían asignado un departamento donde yo me travestía para él y lo consentía como si fuera mi marido cada vez que teníamos un encuentro. Finalmente cambió de empleo y se trasladó al interior del país y ya no pudimos vernos nunca más. Así que volví a la contratación de profesionales del sexo para satisfacer mi deseo de que me hagan sentir mujer por un rato.
Vamos al relato que me gustaría que conozcan.
Busqué en una página y elegí a un muchacho llamado Mauro. No me gustan los hombres exageradamente musculosos o con miembros descomunales. Prefiero siempre a un hombre normal, delgado de ser posible y Mauro cumple con ese requisito. Lo llamé, telefónicamente me pareció agradable por lo que coordiné la visita y fui a verlo.
Me recibió normalmente, nos pusimos de acuerdo en el precio y el tipo de servicio que consiste básicamente en que me trate como a una mujer, sin violencia ni agresiones, que me hable en femenino y que sea tierno conmigo.
Bueno bonita, empezamos?, me dijo. A lo que respondí: – Sí, papi haceme tuya.
Con la habilidad de los profesionales, se acercó a mi y comenzó a abrazarme y besarme dulcemente en los labios, yo repetía cada una de sus acciones y así cuando introducía su lengua en mi boca yo respondía de la misma forma, si acariciaba mis nalgas yo las de él y así fuimos avanzando, sacándonos la ropa y tocándonos con dulzura y cada vez más pasión. Ya desnudos me recostó boca arriba en la cama y ahí dejé de imitarlo y me entregué a él. Besaba mis labios, mi cuello, mis hombros y bajó hasta mis pequeños pezoncitos donde lo dejé que se explayara el tiempo que él quisiera y ahí sí empecé a gemir y a jadear. Mis tetillas son mi debilidad, él se dio cuenta de esto y le dedicó varios minutos a hacerme gozar lamiéndolas y mordisqueándolas, yo sostenía su cabeza sobre ellas para disfrutar. Me decía:- Te gusta bonita?, querés que me coma tus tetitas? yo le respondía:- Si papi, comeme las tetas, chupámelas, mordelas.
Mientras tanto, sentía su miembro erecto rozándose por mis piernas y sus manos recorrían mi cuerpo, tocándome y apretando mis nalgas. Mi excitación estaba llegando al límite. Dejó mis pechos y bajó hasta mi miembro, lo chupó apenas un poco y levanto mis piernas y comenzó a lamerme el ano. Yo temblaba de placer, soltaba gemidos fuertes y jadeaba. Le pedí que se diera vuelta y me deje chuparle su verga. Dura como una piedra, la introduje en mi boca y me la comí hasta el fondo, él seguía chupando mi agujero y metiéndome sus dedos mientras me cogía la boca. Yo ya estaba lista, extasiada le pedí que me hiciera suya:- Por favor, ya cogeme, no aguanto más las ganas de sentirte adentro mío.
No lo dudó, me pidió que me pusiera en perrita y me tomó de la cintura, apoyó la cabeza de su miembro en mí entrada y lentamente pero sin detenerse me introdujo todo su miembro. Sentí su abdomen apoyado en mis nalgas, se quedó un instante quieto y me preguntó: -Está todo bien, linda? – Sí mi cielo, por favor no dejes de cogerme, le respondí. Con toda su carne dentro de mi esfínter yo estaba en la gloria, todo mi canal estaba lleno de su hermosa y dura verga. Comenzó a moverse, hacia atrás y adelante, yo lo acompañaba con un movimiento rítmico de mis caderas. Lo sentía entrar y salir de mi cuerpo hasta que en un momento se quedó quieto y me dijo: -Ahora movete vos, princesa. Yo le hice caso y empecé a avanzar y retroceder haciendo que su tronco se deslizara en mi interior. Yo me sentía tocando el cielo con las manos, jadeaba, transpiraba, gemía…
Me pidió que me ponga de costado, se recostó detrás de mí y volvió a penetrarme levantando mi pierna derecha, de modo que pudiera ver el espectáculo de su miembro entrando y saliendo reflejado en el espejo de la pared. Besaba mi cuello y con su mano derecha me pellizcaba las tetillas mientras bombeaba su herramienta en mi cuerpo. Yo sentía que ya iba a correrme y se lo dije. Me pidió que espere y me recostó otra vez boca arriba, apoyó mis tobillos en sus hombros y nuevamente me introdujo su miembro, mientras me decía: -Quiero ver tu carita de mujer gozando. Y eso era lo que realmente pasaba, yo gozaba como casi nunca en la vida, me retorcía de placer y después de un rato acabé sin siquiera tocarme. Esto lo debe haber excitado más porque él también se corrió en el condón dentro de mí en unos estertores sublimes, clavando hasta el fondo su verga en cada eyaculación.
Nos quedamos unos minutos, así, recomponiendo nuestros alientos. Me levanté de su cama, fui al baño a ducharme, me vestí y me fui satisfecha. Me saludó con un beso tierno y me dijo espero verte de nuevo. Lo saludé sin responderle.
-Seguramente, pensé.
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