Me hice niña: inicio
Un mariquita descubre que le encanta la verga, y con ello inicia un gran camino hacia la homosexualidad. .
Desde muy chico supe que me atraían los varones. En la primaria veía con envidia a las niñas. Ellas podan usar faldas, pulseras, incluso algunas en esa edad usaban maquillaje. En cambio yo estaba condenado a usar ropa de varón, por tener pene (que por cierto, es muy chico jeje).
En la secundaria mi homosexualidad creció. No paraba de ver a todos los hombres. Había de todos colores, y eso me calentaba. Recuerdo a varios, entre ellos a un morenazo, que a pesar de ser chaparro, tenía unos brazos muy desarrollados para ser de secundaria. Siempre imaginaba verle la verga negra, y esas riquísimas bolas llenas de leche.
Igualmente había un güerillo más alto que yo. Cuando lo veía se me venía a la cabeza un sin fin de fantasías. En todas y cada una yo era la niña, vestida con faldita y aquel puberto el macho vergon.
Todos los hombres que me gustaban, por alguna razón, eran muy viriles y masculinos. Todos jugaban fútbol. Yo desde lejos, en la gradas, me imaginaba ser la novia de todos esos machitos, además que siempre hablaban con groserías, cosa que yo considero es mejor jeje.
Toda mi adolescencia me la pasé viendo porno gay. Ver a maricas afeminados delgados y pequeños siendo follados por hombres grandes y fuertes me producía mucho morbo. Con el tiempo descubrí una nueva categoría. No solo eran maricas, sino que éstos estaban vestidos de mujer. Aquellos muerde-almohadas llevaban puesto faldas, tanguitas, tacones, blusas tipo crop top. Realmente parecían auténticas niñas. Y lo que más me llamaba la atención; machos alfas, con boxers a punto de estallar, vergas gordas y venudas, voz muy gruesa y masculinidad a tope.
Todos los videos que veía en mi adolescencia siempre había un marica afeminado, gustoso de ser una puta, y un macho sumamente morboso, con ganas de romper un culo.
Mi obsesión fue tan grande que inconscientemente empecé a usar conmigo el género femenino. Me di cuenta que eso me excitaba mucho. Ya no decía «estoy solo», sino «estoy sola», y más cosas por el estilo.
Después de todo eso, empecé a explorar mi cuerpo de marica. Especialmente mi culito, más que mi verguita. A medida que veía porno gay, los pensamientos más homosexuales llegaban a mi cabeza. Por ello, es que decidí dar un gran salto; meterme algo en mi culito.
No podía aguantar más, mi culito necesitaba algo dentro ¡YA! Un día, en pleno celo, mi calentura era demasiada que lo primero que vi fue lo que mi anito se comió.
Agarré plastilina para moldear un GRAN dildo, lo más largo y grueso posible. A pesar que estaba loca por metermelo, tenía cerebro, por tal decidí no metermelo así, sin nada.
Busqué un condón (de esos que regalan en la escuela) y de manera muy cuidadosa se lo coloqué a mi dildo. Eso era apenas el inicio de mucho placer anal.
Como si fuese un ritual gay, hice a un lado mi juguetito y empecé a quitarme toda la ropa. Estaba sola, así que no había problema. Me quité mi camisa, short y boxer. Todo lo sustituí por una tanguita, una minifalda, una blusa muy corta y unos tacones que le robé a mi prima. La diversión estaba empezando.
Me paré frente al espejo y dejé de ver a un maricon de clóset. Empecé a mirar a una putita muy caliente, una zorra con ganas de un buen «estate quieto». Una auténtica niña. La falda me quedaba muy bien por mi gran culo. La blusa era pequeña, y en combinación con mi cintura, lucía espectacular. En ese momento dije que tenía que usar el nombre de una mujercita; elegí ser Carolina.
Pensé que ese nombre le quedaba muy buen a una ramera. Así que lo adopté como mi segundo nombre.
Agarré mi teléfono y me tomé muchas fotos. Las más que pude, en todas posiciones. Aunque en mi morbo por posar frente a un espejo vestida como zorra, se me estaba olvidando algo: mi dildo improvisado.
Así que dejé el celular y tomé aquel objeto grueso y largo. Como buena niña, caminé coquetamente hacia mi cama, me subí en ello y me puse en cuatro. Mi verguita estaba muy dura por lo que venía puesto. Alcé mi faldita, hice a un lado mi tanguita y me introje aquella cosa gorda.
Mi culo ardió demasiado, sin duda estaba intentando meterme un gran dildo en mi culo virgen y sin dilatar.
Tras varios intentos y no poder, no me di por vencida. Agarré un bote de cremita y son eso embaburné mi colita, de igual forma le puse a esa plastilina con forma de verga.
Antes de volver a intentar, me metí unos dedos. Sin duda la cremita hacia gran labor de lubricación.
Cuando sentí que estaba lista, volví a agarrar mi dildo y…. Oh por Dios. Que gran dolor sentí. Mi colita estaba siendo abierta por aquel objeto fálico. Empecé a chillar como una zorra cuando la están desflorando.
Mi hoyo ardía mucho, con todo eso, me sentía muy putona. Estaba excitada.
Decidí que el dolor no me iba a impedir ser nena, por eso es que aguanté estar en esa posición por varios minutos, hasta que finalmente mi culito logro tragarse los 20 CM de dildo y los 6 CM de grosor.
Senti que mi verguita expulsaba leche, pero no lo permiti. Yo solita me estaba desflornado y lo iba a gozar como nunca. Mis gemidos eran intensos.
El dolor pasó, y el placer anal llegó.
No quería sacarlo de mi culito, así que me paré de la cama y, como si no tuviera nada, empecé a caminar. Sí, caminé por toda mi casa con aquello dentro. Claro, entre más caminaba, aquél dildo se salía de mi anito. Así que cuando sentía que estaba por salir, lo volvia a meter jeje. No me gustaba sentir el culo vacío.
Después de varios minutos caminando, volví a mi cama. y de la nada empecé a sentir como si un líquido saliece de mi anito. Pensé que era la crema, pero no. La crema ya se había secado. Me di cuenta que mi culito estaba lubricando.
No lo podría creer. Era mi primera vez con algo dentro y mi hueco empezaba a lubricar. Éste fue el primer instante en donde me convencí plenamente que en verdad era una niña. Tenía todo para serlo.
Apenas sentí eso y agarré mi verguita. No esperé más y me corrí como nunca lo había hecho. Tiré demasiada leche, haciendo que mi culito se contrajera, apretado el dildo, provocando un gran orgasmo.
No dudo que en toda mi casa se podían escuchar mis gemidos. Quizá un vecino lo escuchó jeje.
Cuando terminé de gemir y eyacular volví a la realidad.
Vi a un maricon vestido con un falda y una la tanga manchada de semen, el culo muy rojo y abierto, cagando un lubricante natural. El cuarto tenía olor a semen, con restos de sangre y caquita jeje.
Así que decidí arreglar mi cuarto, para que nadie sospeche que aquí estuvo un marica.
Lo primero que hice fue sacarme el dildo. Cuando eso sucedió, mmmmmm, casi vuelvo a correrme. Fue muy placentero.
Lo agarro le quito el condón que lo cubre, para después tirar el plástico y guardar mi nuevo juguete anal.
Me paro de la cama y empiezo a limpiar la corrida. Me quité la falda y la tanguita llenas de leche. Las tuve que lavar.
Después de ellos, me deshice complemente del condón. No queria que nadie viera eso en mi casa. Seguro mis padres se escandalizarian.
Puse los tacones en su lugar y limpié mi cuarto.
Al terminar, me llegó a la cabeza el recuerdo de todo lo que había hecho hace unos minutos. Mi verguita se volvió a parar y me tuve que masturbar.
A partir de ese momento, siempre que estoy sola, le robo la ropa a mi prima, agarro mi lindo dildo y me lo meto hasta correrme y gemir como zorra.
Todo iba bien, hasta que un día, me confíe de estar completamente sola y … Ups.
Mi primo mayor me cachó con tremendo dildo muy metido en mi culo.
Si quieren, les cuento qué pasó después jeje.
Está bueno el relato, pero coloca las edades y sigue contando que pasó con tu primo, no olvides las edades.
Ummmm que rico relato, cuando tu culito prueba por primera vez halgo, no dejará de pedirte más, y queda en la imaginación de complacerlo.
Claro jeje. Me toma a mí satisfacer mis necesidades de nena. Tener a un macho que me dé una buena follada, y si no hay macho, una buena paja anal
Ojalá hayas audio una gran putita en el colegio y sigas contando cuántos te usaron
Muy lindo relato, me gustaria estar llena de leche la cara y la cola