Me lo advirtieron
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por nastyjulio22.
Me lo advirtieron
En mi primer relato describí como pase de ser un niño serio y obediente a convertirme en el culito de Don pedro; a diferencia del segundo este relato es real.
2 meses habían pasado desde que me entregue a Don pedro, durante ese tiempo prácticamente me cogía de tres a cuatro veces por la semana, y aunque ya estaba en clases, siempre me daba el tiempo de escaparme uno o dos horas para que el señor disfrutara de mis generosas curvas de niño gordito.
Debo admitir que fue difícil siempre tener una excusa para no estar en casa y disimilar en ella mis pasos después de cada encuentro ya que aunque me gustaba, también me dolía la cola y el caminar se notaba hacerlo con las piernas abiertas.
Incluso un día mis padres preocupados por como andaba quisieron llevarme al medico a revisión creyendo que estaba sufriendo de algún mal en los huesos como consecuencia de mi gordura (ingenuos).
No obstante, quedo solo en eso.
En fin, llego el sábado, de esa semana, el martes me cogió Pedrito y yo ya quería verga; busque un pretexto para salir y aprovechando que un amigo mio me hablo mas temprano para ir a jugar fútbol, le dije a mis padres que iría, ellos no se opusieron y después de comer fui a ponerme mi ropa deportiva que constaba de una playera verde de nylon, una short blanco del mismo material, una licra negra debajo, medias blancas y tacos color negro: tome mi balón y salí rumbo al campo para despistar a mis padres.
Ya a mitad del camino, desvié mi rumbo, estaba tan caliente que lo menos que quería en ese momento era patear a mi “hermano” menor, el balón y jugar baseball con los huevos de Don Pedro.
Llegue al sitio, que como siempre, lucia desolado, llame por Don Pedro
Yo: Don Pedro! Ya vine
Silencio, nadie respondió
Yo: Don Pedro soy Rafita, ya sabe para que vine
Silencio, otra vez
Yo: Don Pedro? ¿Dónde está?
Nadie respondió, me acerque a la puerta improvisada y la abrí, él no estaba allí ni tampoco su costal con que siempre cargaba para recoger botes de aluminio y cartón.
De inmediato supuse que estaba en la bodega donde cogíamos, o bien masturbándose o cogiendo con una puta, pero me vino a la mente que eso no era posible ya que cuando eso pasaba no se llevaba su costal.
Deduje que simplemente fue a trabajar y andaría por la zona.
Salí en su buscarlo, pero con duda y miedo, no conocía el sitio del todo bien y cuando venia, me limitaba a los alrededores de la bodega y la casa de Pedro, pero eran tantas las ganas que emprendí la búsqueda.
El lugar era grande (sigue siéndolo ) de alrededor de 10 hectáreas donde solo hay casas, bodegas y fabricas abandonadas llenas de graffiis, basura y como mi mama me lo advirtió, malvivientes, borrachos y drogadictos; técnicamente la persona que buscaba era una de ellas y yo estúpidamente creí en ese instante que toda esa clase de gente serian tan buena onda como lo era Don Pedro conmigo.
El camino estaba lleno de maleza, condones usados y excremento, mas de una vez tuve que saltar para evitar ensuciarme, y al ser yo un niño de piel blanca y muy delicado, el roce de los arbustos me producía escozor y me enrojecía la piel.
Recorrí casi en totalidad el lugar sorprendentemente, a pesar de mi abultado cuerpo, pero no logré encontrar mi objetivo, era evidente que no estaba por el rumbo.
Me decepcione y a la vez me resigne a volver a mi casa sin mi premio; con mi balón debajo de mi axila empece mi camino de regreso por el lugar, en un punto tenia que girar en una esquina en lo que era una fabrica de tornillos, al dar la vuelta di de frente con un tipo delgado, rapado y tatuado de aspecto cholo.
Me sobresalte y quise rodearlo, pero para mi espanto me tomo del brazo de tal forma y con tanta fuerza que solté mi balón; quede mudo.
¿Qué haces por aquí gordo? A lo que acaté a responder tartamudeando que solo venia a dar la vuelta.
No, no sea mentiroso, y hable bien; ¿Vienes para que te cojan? Me dijo, Yo espantado y avergonzado negué su respuesta con la cabeza.
Como no! Si luego se ve que te gusta la verga, desde hace rato te vengo siguiendo y luego luego se te nota que eres putito.
No señor, yo solo vi….
No me dejo terminar y grito, cállate, ¿Crees que no se como son los putitos como tu? Si hace rato que andas contoneado el culo, piche marrano.
Se le juro señor, suélteme, por favor, me quiero ir a mi casa.
Me miro fijamente con sus ojos enrojecidos (seguramente por los efectos la marihuana o alguna otra droga) Ah! Ya se quien eres tu, tú eres el gordito que Pedro se ando cogiendo, por eso andas por acá buscándolo.
Me quede frio, alguien mas sabia mi secreto y enmudecí por un unos segundos, pe, pero ¿Cómo lo sabe señor? Le pregunte, A parte de puto, pendejo!, todos los que andamos por aquí sabemos que te viene cogiendo de hace tiempo porque Don Pedro nos lo presume; No saben, me ando chingando al hijo de la señora Rosa, tiene un cuerpo y culote que no se imaginan! Nos ha dicho a todos! Yo empece a llorar por la vergüenza y la decepción de saber que Don Pedro me mintió respecto a guardar el secreto.
¿Para que chillas, no chille, ya ves como si eres puto? Lo mire con rencor y le grite, que me soltara, lo hizo, apenas di dos pasos para irme, olvidando mi balón, pero me haló del pelo y al oído me dijo: ¿Crees que no voy a provechar ahorita que tengo tu culito a mi disposición? Yo también te voy a culiar y si no obedeces hasta aquí llegaste cerdito! Estaba espantado, en shock que solo acaté a obedecerlo; aun tomado del pelo me dirigió dentro de la fabrica entre empujones y patadas.
Rápido! Rápido mueve el culo cerdito! Ya dentro, entramos a un cuarto que parecía una antigua oficina muy sucia por cierto, estando ahí de un empujón me arrojó al piso cayendo yo con el culo arriba.
No mames, que culote, con razón Pedro anda tan contento! Pero ahorita me las vas a dar a mi, me dijo; le respondí suplicándole que no lo hiciera, que solo era un niño, que tuviera piedad, pero callo mis palabras burlándose; ¿niño? Pero bien que pujas cuando Pedro te echa los mecos en la cola ¿Verdad? Era cierto, no podía negalo, al estar con él, me comportaba como una mujer en celo.
De la otra esquina tomo un cartón, lo desarmo y lo colocó en el piso, acto seguido me dijo: ahorita cerdito, te vas a comer la verga de El Meño (ese era su apodo), ven acá cabrón y encuerate, me ordeno.
Me coloqué sobre el cartón y comencé a quitarme la ropa de manera frenética.
Meño: Así no! Despacito, te quiero saborear
Obedecí, pero el miedo me impidió hacerlo de la forma correcta, o al menos como el quería;
Meño: Ah como eres pendejo! To te voy a encuerar
En ese momento ya no tenia los zapatos ni los calcetines, y de un empujón me recostó de plano sobre el piso boca arriba, enseguida me bajo el short muy despacio; mira nomas que piernotas, y que culo te cargas, con razón.
Al terminar de quitarlo, siguió con mi licra, (yo no llevaba calzones) y dejo a su merced mis exuberantes nalgotas rosadas y mi oyito que los últimos meses servia de deposito de los mecos de Don Pedro.
Yo lloriqueaba como una nena por el miedo y el espanto de estar en ese momento a punto de ser violado por un drogadicto, Por favor, por favor, no me haga daño! Le decía inútilmente, yo ya estaba a su disposición ya eses instancias, no desaprovecharía la oportunidad de cogerme, ya era suyo y no podía evitarlo.
En ese instante, hundió su cara en medio de mi culo y comenzó a chuparme el agujero! Huy, que rico! (Dije para mi ser) se sentía; Don Pedro nunca me había hecho un beso negro, que se sentía tan rico con su barba raspando mi ano, de tal que tuve una erección en un instante, pero como mi pito era pequeño, ni se notaba.
Introdujo su lengua en mi culo, que con aquellas arremetidas de su boca ya estaba dilatado y listo para recibir su tranca, se metió cuanto pudo y yo trataba de fingir que no me gustaba, no era correcto, disfrutar de ser violado, porque ese era lo que estaba haciéndome, me estaba violando, pero para que mentir, sentía una placer enorme, que de plano me corrí sobre el suelo acompañado de un Si!… él se dio cuenta de mi orgasmo y siguió insultándome, Ya ves como eres re puto, con solo lamerte la puchita ya te hice temblar, nada mas que te haga mi putita y no vas a querer que te saque la verga, Me hizo darme la vuelta, vio mi mis mecos sobre mis piernas sucias, y exclamo; Ya traes ganas de que te le meta!… así mi gusta mi porky, yo solo me mordía los labios mientras me hablaba y con cortesía le pedí que me dejaran chuparle la verga: dejame mamártela papi, le dije, el excitadisimo se puso de rodillas de frente a mi y vaya sorpresa, su verga era enorme, no menos de 20 centímetros, venuda y babosa, tragatela me ordeno, y como pude me metí esa cosota en mi infantil boca como pude, no podía tragarla todo solo la cabeza, porque ademas de larga era muy gruesa, y me impedía hacerle; me ayudaba con las dos manos para sostener la tranca, y ni aun así, mis dos manos alcanzaba para cubrir su fertilidad.
Mientras sorbía los jugos para no dejar escapar ninguno al piso, el me insultaba: -Pinche puto, marica, mira nada mas como tragas por eso estas así de panzón, si se ve que te encanta estar así de marrano, puto, pero ahora mismo te voy a chingar para dejarte mas panzón de lo que ya estas, te voy a hacer unos marranitos para que que tengas a quien criar.
Terminado de decir eso, me abofeteo de tal forma que caí boca arriba y tan pronto como lo hice se abalanzo sobre mi mordiendo cruelmente las tetas que me hacia gritar de dolor, eso le excitaba mas y cuando supe ya tenia las piernas sobre sus hombros y con la verga apuntando a mi ya experimentada puchita (como el le decía) ingenuamente creí que no me dolería, pues Don Pedro ya me había cogida ha placer, no podía estar mas equivocado, en un momento y de golpe me dejo ir sus 24 centímetros de hombría en mi femenino ano que yo solo acate a pegar un grito, que fácil se escucho a 200 metros a la redonda, el dolor era de muerte; mi cuerpo trataba de protegerme cerrando mi ano, pero eso solo lo estimulaba mas y me decía; que rico aprietas putito! Así me gusta….
No podía mas, fueron los minutos mas dolorosos de mi vida, sin embargo, ahora puedo decir que no los puedo cambiar por los momentos de placer que vinieron después de ellos.
De alguna forma, mi entrañas encontraron la forma de recerbar un lugar para que él trabajara dentro de mi y cuando paso, yo ya no fui el mismo, el placer era como estar en el cielo, sentir las venas de su verga raspando mi ombligo mientras entraba, era estar en la gloria; no podía hablar, solo balbuceaba cosas como, asi, asi, pa, pa-pi, dame ve, ve, verga… mientras nos mirábamos de frente y su sudor me bañaba la cara; Te gusta? Te gusta putito, mira nada mas como te tengo ensartado y pujando como nena, me gritaba… Hay papi!… hazme lo que quieras pero sígueme cogiendo.
Acto seguido me lo saco de un jalón, dejando mi culo tan abierto que pude sentir en mis intestinos la brisa del lugar, me giro de perrito y sin mesura se metió de nuevo.
Su peso y su violencia eran tal, que por un momento sentí que quería partirme en dos, pero era lo que yo deseaba, entre mas adentro mejor, pensaba y el hacerlo me provoco otra orgasmo con otra corrida abundante sobre el moho del lugar, me convulsione de una forma que trataba de empujar mi redondo culo contra su humanidad.
Le grite! Dame, dame, dame! Es todo lo que tienes? Dame papi, que no ves que soy tuyo, tu putito deme lo que quiero!… ¿Quieres mas? Me grito, Si, le dije… ¿Quieres que te deje mas panzón? ¿Quieres que ser madre de cerditos como tu?!… Si, si, hazme madre me respondí….
Frenéticamente entraba y salia de mi y con un golpe contra mis lonjas, convulsiono esparciendo en lo mas profundo sus espermas.
Ahí están tus cerditos, putito! Ya te embarace… Lo mire tímidamente, y apenas hablando le agradecí, el solo se rio de mi y se vistió; cuando volví la mirada ya se había ido dejándome con el culo al aire, con dolor me puse de pie, me vestí y salí del lugar no sin antes buscar mi balón.
En mis adentros me sentía sucio, degenerado y pensaba en lo dicho por mi madre sobre no acercarme a esos lugares, pero ya no podía hacer nada, yo ya era un putito y como muestra de ello era que en mi llevaba las semillas de dos hombres distintos a los que me entregue por placer, un placer que obligaría a regresar por ellos y a ser deposito de las semillas de muchos hombres mas.
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