Me lo trago
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
No le conozco de nada.
Probablemente no vuelva a verlo en la vida.
Me da igual, lo único que necesito es un rabo para mamar, unos huevos a los que sacar toda la leche.
Estoy en la calle, nervioso, esperando en frente del bar que me ha dicho.
Su coche es un Golf rojo, es lo único que sé.
Espero impaciente dudando de si vendrá o no.
Pero sí, viene a la hora convenida.
Detiene su coche junto a mí.
Abro la puerta y paso dentro, le saludo con un apretón de manos.
Es más viejo de lo que decía, más gordo, más feo.
Pero me da igual.
Intenta entablar conversación y contesto apenas con monosílabos, sin dejar de mirarle el paquete.
Conduce a la zona que me ha dicho que conoce, un sitio tranquilo.
Aprovecho que hay poco tráfico y no nos pueden ver y pongo mi mano en su paquete, sobándoselo por encima del pantalón.
Me sonríe mientras noto su miembro ponerse duro bajo mi mano.
Llegamos al descampado que conocía.
Efectivamente, es un picadero en toda regla.
Hay coches aparcados a los lados, con y sin luces.
Buscamos un hueco y aparcamos.
– ¿Nos vamos detrás?- me pregunta.
Acepto y nos cambiamos de asiento.
Se pone cómodo, ligeramente echado hacia atrás, para facilitarme el acceso a su paquete.
Le ayudo a quitarse los zapatos, los calcetines, los pantalones y, por fin, los calzoncillos.
Y ahí está lo que deseo: una polla.
No es enorme, es un rabo normal y corriente, descapullado, tamaño medio.
Pero es una polla.
– ¿Me avisas cuando te vayas a correr, vale?- le digo.
Me dice que sí, que no me preocupe.
Me encanta, me hace sentir más puta.
Que piensen que voy a parar, pero luego, cuando llegue el momento.
Agarro su polla con la mano, escupo un poco en la punta de su polla y empiezo a masturbarle con una mano, mientras con la otra le acaricio los huevos.
Miro su polla con deseo y luego lo miro a él.
– Joder, me pillas con unas ganas de comer polla.
Ya ni me acuerdo de la última vez- le digo para que se vaya preparando.
– ¿Ah, sí? Pues qué bien, come, come.
– Me dice él mientras me anima.
Y lo hago, me pongo a comer.
Primero me meto solo el capullo en la boca, juego con mi lengua en él, haciendo círculos, bajando bien la piel para que le guste más.
Lo lamo todo a lo largo, desde los huevos hasta la punta y, cuando llego ahí, me la meto en la boca.
Primero lo hago más o menos hasta la mitad.
Aprieto bien los labios para darle bien de gusto.
Con la lengua le lamo la punta dentro de mi boca.
Bajo y subo unas cuantas veces.
Escucho sus gemidos y me dice que qué bien se la chupo.
No sabe que eso no es nada.
– ¿Te gusta?- le pregunto
– Sí, tío, la mamas muy bien- me dice él.
El mejor cumplido que puedo recibir.
– Oye.
No quiero que intentes durar.
Córrete cuando te apetezca, ¿vale?- le digo
– Tú chupa.
– me ruega de nuevo.
Ahora sí, voy a por todas.
Quito la mano que sostiene su polla y solo con la boca me la meto entera.
Hasta el fondo, hasta la garganta, apretando bien los labios, notando como me roza la garganta.
Ahí me quedo unos segundos mientras le escucho gemir de gusto.
Me la saco de la boca y vuelvo a metérmela enterita, hasta que mi nariz roza su vientre.
– Joder, tío.
– Eso es lo que quiero, darle tanto gusto como pueda.
Vuelvo a metérmela entera en la boca, esta vez saco un poco la lengua para lamerle los huevos cuando tengo toda su polla en la boca.
Toda, entera, en mi boca, hasta la garganta.
Estoy lleno de polla como yo quería.
Dura, caliente, en mi boca.
Repito los movimientos varias veces, despacio, casi la saco entera de mi boca, y la vuelvo a meter hasta el fondo.
Se me saltan las lágrimas de metérmela tan adentro.
– Come polla, así, entera.
Joder, qué mamada, cabrón- me dice cachondo perdido.
Está gozando con mi boca.
Eso es lo que quiero, ser su puta, darle gusto, el mío da igual, lo importante es que él goce.
Respiro unos segundos para recuperarme mientras le masturbo.
Tiene la polla llena de mis babas y eso facilita la paja.
Le lamo los huevos sin dejar de pajearle, paso la lengua por su punta.
Vuelvo a metérmela entera y vuelvo a mamar.
Afuera, adentro, afuera, adentro.
Follo mi boca mientras se retuerce de gusto.
Sin dejar de mamar agarro una de sus manos.
Me la llevo a la nuca.
Fuérzame, cabrón, hazme que coma polla, dame rabo, fóllame la boca, pienso.
Entiende lo que quiere.
Agarra mi nuca, arquea la espalda para levantar el culo y hace fuerza en mi cabeza.
Me mete la polla más adentro aún.
Me folla la boca, hasta el fondo.
– Mmmmmm- gimo de gusto para que sepa que eso es lo que quiero, que siga, que me utilice como a una puta.
Acelera el movimiento.
No se preocupa de si me ahogo, de si me hago daño, nada.
Me usa, como a mí me gusta.
Gime, acelera la respiración.
Su polla se hincha aún más.
Retira la mano y me dice:
– Me corro, quita, quita, que me corro- Y yo no me quito.
Al contrario, ya no necesito su mano.
Yo mismo me auto-follo la boca.
Me meto su polla todo lo profundo que puedo, hasta hacerme daño en la garganta.
– Que me corro, ostiaaaa, me corroooo- me grita.
"Sí", pienso, "córrete en mi boca, dame leche, por favor, dame tu leche, toda, me la quiero tragar toda".
Mamo, mamo y mamo hasta recibir chorros en mi boca, en mi garganta.
Leche, amarga, fuerte, espesa, con grumos.
Su leche, toda, toda en mi boca.
Trago a medida que la suelta.
No sé quién gime más, si él al correrse o yo al tragar toda la corrida, al recibirla en la boca.
Sigo mamando, no paro, no hasta que él lo pida, no hasta que le saque hasta la última gota.
Así sigo, disfrutando del sabor a leche de su polla, de su rabo duro, absorbo, no quiero que se le quede dentro ni una gota.
Por fin me hace un gesto para que pare, sus contracciones son enormes.
Con pena retiro la cabeza y la boca, dejando que su pene, ya más flácido, se salga de mi boca.
Tengo su sabor por toda la boca, los labios pegajosos.
Me relamo.
– ¿Qué tal, te ha gustado?- le pregunto, deseando oir su respuesta.
– Mucho, joder cómo la mamas.
– me dice mientras se va vistiendo.
– Cuando quieras rabo, dímelo-continúa.
– No.
Mejor al revés, llámame tú cuando quieras que te la mame.
Yo vengo, te la chupo, me das la leche y me voy.
Porque eso es lo que quiero y lo que me gusta.
Dar placer a un macho, que me regale su leche por haber mamado bien.
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