Me pervirtieron desde niño
Les contaré las experiencias que me llevaron a ser adicto al sexo.
Desde pequeño se aprovecharon sexualmente de mí muchas veces, y creo que eso definió la persona que soy hoy en día. Tengo 25 años y suelo tener la líbido muy alta, soy bisexual y hasta exhibicionista. Tengo una novia que también es mente abierta y con ella he hecho tríos y cuartetos, también me deja tener sexo con otras personas aunque ella no esté y vice versa. Toda esta perversión empezó cuando yo era niño, y aquí les contaré varias de esas experiencias, aunque no en orden cronológico ya que no sé decirles exactamente cuándo pasaron, sólo puedo asegurar que en todas tenía menos de 13 años.
Tengo un primo con el cual era muy unido aunque él fuera unos 4 años mayor que yo. Tal vez en ese momento yo tendría unos 8 años y él tendría unos 12, tal vez. Estando de visita en su casa junto con mi mamá, ella salió un momento a comprar unas cosas con mis tíos, mientras que yo me quedé en casa con mi primo (que llamaremos Simón) y mi prima, su hermana mayor de unos 15 años tal vez (que llamaremos Samanta). No recuerdo bien cómo ocurrió, pero cuando mi mamá salió con mis tíos, Simón me tomó de la mano y me llevó a una habitación donde se bajó los pantalones y me hizo chupar su verga.
Recuerdo que me parecía gigante, y no me cabía completa en la boca, pero aún así se la chupé un rato. Luego él me desnudó y me la chupo a mí, se sentía muy rico pero yo tenía miedo de que nos vieran ya que sabía que eso estaba mal. Simón me pidió que me pusiera «como un perrito» y yo hice caso. Me puse en 4 patas y Simón me lamió el culo, y eso me encantó. Así estuvo unos minutos hasta que de nuevo me puso a mamarle su verga hasta que empezó a eyacular en mi boca, yo no sabía que era eso así que saqué su verga de mi boca y parte de su semen cayó en mi cara, imagen que supongo que Simón no olvidará nunca. Recuerdo que al salir de la habitación Samanta nos veía extraño, y supongo que sospechaba algo pero nunca dijo nada al respecto.
Meses después, Simón, Samanta y sus papás se quedaron en mi casa todo un fin de semana, y Simón dormía conmigo en mi habitación. Durante esos tres días, cada noche antes de dormir Simón y yo nos besábamos y nos hacíamos sexo oral hasta que él acababa en mi boca, y yo me acostumbré a tragarme su semen. Me hizo su putita tragaleche y yo sólo tenía 8 años.
Esa experiencia con mi primo fue el inicio de todo. Recuerdo que en el edificio donde vivía, teníamos de vecinos a una familia bastante amigable, tanto que a veces organizaban cenas bastante elaboradas y nos invitaban a comer con ellos. Eran una familia numerosa, con una pareja de abuelos, la madre la cual estaba separada de su ex pareja, y su hija, la cual llamaremos Bianca. Bianca era mayor que yo, y para el momento de esta historia yo probablemente tendría unos 10 años, y ella tendría unos 13.
Al ser su familia muy amiga de mi mamá, muchas veces mi mamá iba a su apartamento y me dejaba en casa, y Bianca siempre le preguntaba si podía venir a jugar conmigo (recuerdo que decía que yo era un niño tierno jajaja) a lo que mi mamá siempre aceptaba. Los juegos de Bianca eran, básicamente, aprovecharse de mí. Como mi mamá no estaba, Bianca me invitaba a jugar a esconderse, y cuando yo me escondía y ella me encontraba, el reto era darle un beso. Y esos besos cada vez eran más intensos, hasta el punto en que cuando ella llegaba a mi casa ni siquiera nos escondíamos, sólo nos empezábamos a besar con mucha lengua, ella hacía que yo le besara el cuello, yo instintivamente agarraba su culo y un día ella misma puso mi mano bajo su pantalón para que tocara sus nalgas desnudas. Una vez me bajó el pantalón y me mamo la verga un rato, otro par de veces yo chupé sus pequeñas tetas en crecimiento, era así cada vez que mi mamá visitaba a su familia (cosa que era muy seguido) hasta que se mudaron y cuando nos volvimos a ver ya habían pasado varios años y actuamos como si nada hubiera pasado.
Paralelamente a eso, por esas mismas fechas, tenía dos vecinos con los cuales también hacía cosas. Omar tenía mi edad, mientras que Arturo era un año mayor que yo. Omar y yo eramos amigos desde aún más niños, y siempre jugábamos juntos a la Play cuando él iba a mi casa. Una tarde yo me estaba bañando y escucho que tocan la puerta, mi mamá abre y era Omar que había ido a jugar conmigo, mi mamá lo hizo pasar y se acercó al baño para decirme: «Hijo, aquí está Omar, te está esperando en la sala, yo voy a comprar unas cosas y vengo en un rato». Mi mamá siempre me dió esa confianza de dejarme solo en casa desde que cumplí 10, aunque no durante mucho tiempo. Cuando ella iba de compras se demoraba más o menos una hora.
Cuando salí del baño, con la toalla por la cintura, fui a la sala a saludar a Omar y le dije que pasara al cuarto y fuera poniendo el juego en la Play, cosa que hizo. Ya en ese momento yo era un poquito pervertido, y se me ocurrió quitarme la toalla enfrente de él sólo para ver su reacción, y así lo hice. Entramos a mi habitación y él se sentó en mi cama, y justo enfrente de él yo me quité la toalla y la tiré en la cama. Sus ojos se abrieron como platos y se clavaron en mi pequeña verga, y su boca abierta empezó a transformarse en sonrisa. Yo también empecé a sonreír y me voltee para buscar la ropa que me iba a poner, dejándole una vista perfecta a mi culito. Cuando giré nuevamente, me percaté que la toalla ya no estaba, asi que pregunté: «¿Y mi toalla?»
– «La escondí» – respondió Omar con una sonrisa de oreja a oreja.
Yo reí y me senté a su lado: «Bueno no importa, es cómodo estar desnudo» le dije.
– «¿Sí?» – me preguntó.
– «Sí, es cómodo. Hazlo tú para que veas» – lo invité, y Omar sonriendo me hizo caso. Se desnudó totalmente enfrente de mí y ambos empezamos a reír, nos parecía un juego, aunque yo me sentía ya excitado. Yo tuve una erección en cuanto ví su pequeña verga, y cuando se sentó nuevamente a mi lado se la agarré con mi mano y la empecé a masturbar. Ambos reíamos como si estuviéramos haciendo una travesura, y llevado por el deseo me lancé hacia su boca y nos empezamos a besar apasionadamente. Mientras nos besábamos y lo masturbaba noté que su verga se puso dura, y en ese momento me separé de su boca para irme a mamar su verga.
– «¿Qué haces? Se siente rico» – me dijo. Yo no respondí, sólo seguí mamando, hasta que luego de unos minutos le pedí que me hiciera lo mismo y de nuevo me hizo caso. Me la empezó a mamar y me hacía sentir súper rico, le cabía completito en la boca y eso se sentía increíble. Después de un rato nos volvimos a besar y nos vestimos ya que sabíamos que mi mamá podía llegar en cualquier momento.
Con Arturo pasó algo parecido, pero fue en su casa. Él también tenía una Play y una noche jugando en su habitación me dijo que tenía algo que enseñarme. Salió del cuarto y cuando volvió tenía una revista «Playboy» que era de su hermano mayor (Arturo era el menor de 3 hermanos y una hermana). Me la mostró y ambos empezamos a lanzar comentarios muy subidos de tono sobre las modelos que aparecían desnudas en la revista. Arturo no aguantó y sacó su verga y empezó a masturbarse (ya yo tenía 11 y él unos 12 años).
– «¿No me quieres mamar la verga?» – me preguntó directamente.
– «¿Qué? ¿En serio?» – le pregunté.
– «Sí, en serio, estoy muy excitado» – me respondió.
– «No vale, ¿qué te pasa?» – le reclamé. La verdad no me molestaba la idea pero no tenía tanta confianza con él como para hacerlo.
– «Anda, mamamela un rato» – me volvió a insistir, mientras con su mano tomaba mi cabeza y la llevaba a su verga. Yo hice un poco de fuerza pero tampoco quería hacer un escándalo en su casa, y entre dudas pues cedí y empecé a mamarsela ahí en su habitación. Se la mamé durante un rato muy largo hasta que él decidió que era suficiente y seguimos jugando a la Play. El momento se sentía un poco incómodo pero no tocamos más el tema.
A la noche siguiente fue a buscarme para volver a jugar a la Play, y yo acepté y fui. Mientras jugábamos nuevamente me pidió que se la mamara, y esta vez acepté sin quejas. De nuevo se la mamé durante un rato largo pero esta vez él eyaculó en mi boca y yo me tragué todo el semen sin quejarme. Esto se volvió nuestra rutina casi diaria durante casi un año: yo iba a su casa a «jugar a la Play» y terminaba mamando su verga hasta hacerlo acabar.
Una vez propuso cogerme, y un poco dudoso igual acepté. Me puse en cuatro patas y él se colocó detrás de mí, y luego de echarse saliva en la verga empezó a metermela lentamente. Me dolía mucho, pero lo aguanté. En esos momentos yo no sabía si me iba a gustar, ni siquiera tenía ganas de probar qué se sentía que me cogieran por el culo, no fue mi idea, pero por alguna razón que desconozco acepté y dejé que hiciera conmigo lo que quisiera. Arturo la metió completa en mi culo y yo aguantaba el dolor, dolor que fue pasando poco a poco mientras Arturo iniciaba su movimiento de mete y saca. Duró pocos minutos, tal vez unos 3, hasta que empezó a eyacular en mi culito. Cuando largó su último chorro de semen dentro de mí, él fue al baño y yo simplemente me subí mi pantalón y me acosté en la cama. Arturo volvió con un vaso con agua, lo tomé y decidí irme a mi casa.
Ya en casa recuerdo que fui a bañarme y noté todo mi boxer manchado con semen que salió de mi culo, así que lo lavé como pude ahí en la ducha y luego cuando salí del baño lo puse junto con la ropa sucia. Dos días después Arturo me volvió a invitar a su casa, y volví a aceptar. Ya yo esperaba que me pusiera a mamar y así lo hacía siempre, sin falta, y a mí me encantaba.
Tengo más experiencias que pasaron en mi niñez y principios de mi adolescencia, pero se las contaré en una segunda parte. Si quieren pueden seguirme en X/Twitter: @100prebellaco siempre estoy subiendo fotos y videos por ahí.
com ganas de leer la parte 2
Hola como va?? tenes tg ?? te dejo el mio soy re morboso @facuzoo