Me Primera Vez. 3a parte.
Nuevamente veraneando en el camping. .
Cuando llegamos al camping vi a mis tíos ya instalados, habían llegado primero.
Después de los saludos y abrazos correspondientes, nos pusimos a armar nuestras carpas. Me sorprendió la estatura de mi primo, estaba mucho más alto que el año anterior, ahora, con 14 años se veía más como adolescente que como niño, como yo que con mis 12 años seguía siendo niño.
Armada la carpa con mi primo, nos metimos a poner nuestras cosas.
– Me voy a poner pantalón de baño – le dije.
– Yo te ayudo – respondió.
Como la carpa era baja, teníamos que acostarnos para cambiarnos ropa. Él me sacó las zapatillas mientras desabrochaba mis jeans y bajaba el cierre. Tiró de mis pantalones junto con mis slip dejando mi erección al descubierto. No me había dado cuenta de que tenía una erección, seguramente por el nerviosismo del momento, de estar nuevamente con él en la carpa.
– Está rico – dijo tomando y moviendo mi miembro, pequeño de poco más de 10 cm. calculo yo, en ésa época.
Apoyado en mis codos y semi sentado, veía mi desnudez y la mano de mi primo acariándome.
– Y tú? – le pregunté con un hilo de voz mirándolo a los ojos.
Sin decir palabra, de rodillas como estaba, bajó su traje de baño dejándome ver su erección de 15 cm.
Sorprendido y más nervioso aún, mi mano se fue directo a él tomándolo, acarciandolo y masturbanadolo. Sentía su firmeza, su calor, humedad, suavidad, todo me hacía estremecer.
– Te gusta? – preguntó en un susurro.
Asentí con la cabeza, no podía decir palabra.
– Chúpalo – fue más una insinuación que una orden.
Apoyado en un codo y de espaldas como estaba, lo puse en mi boca y se lo chupé con delicadeza.
– Qué rico, te gusta así? – en susurro.
Nuevamente asentí sin sacarlo de mi boca.
– Quieres que te lo meta? – lo saqué de mi boca y me acosté boca abajo.
– Están listos! – se escuchó la voz de mi prima que gritaba de afuera.
– Ya vamos! – dijo mi primo en voz alta subiendo sus shorts de baño. Rápidamente me puse los míos y salimos de la carpa con mi gran pesar.
– A la noche – me susurró antes de salir.
El día había estado lindo, nos bañamos, tomamos sol en nuestras toallas y por fin se venía la noche, tan esperada por mí.
– Ya niños, acostarse que ya es tarde – dijo mi mamá.
Si era tarde porque en verano se oscurecía tarde, muy tarde. Nos metimos a la carpa y nos desnudamos. Primero las caricias recíprocas a los miembros y después de rodillas entre sus piernas lo metí en mi boca saboreando lo que había quedado pendiente.
– Ahora siéntate – me susurró. Lo saqué de mi boca con mucha saliba pegajosa, seguramente por su líquido preseminal, lo puse en mi ano y me senté lentamente. Resbaló, seguramente por mi nerviosismo y su tamaño. Lo intenté nuevamente, con más cuidado y firmeza.
Sentía su calor, su suavidad, su dureza, como mi ano se dilataba para dejarlo entrar, pero un dolor agudo me detuvo, lo saqué, respiré hondo y lo intenté de nuevo.
– Relájate – dijo acariando mis muslos.
Ahora el dolor no fue tanto y me fui sentando lentamente hasta descansar mis glúteos en su pelvis. Estaba con los ojos cerrados, con mi barbilla contra mi pecho, sintiendo toda su dureza que me empalaba hasta lo más profundo.
– Estás bien? – me preguntó. Abrí mis ojos y le sonreí.
– Muy bien, no sabes cuanto deseaba esto – dije en su oído reclinado contra su pecho. Sentía sus muslos contra mis nalgas mientras que con sus rodillas dobladas hacia presión contra mí empujándolo profundamente.
Que delicia sentirlo entrar y salir suavemente, del dolor no quedaba nada, sólo el placer de sentir como me hacía el amor. Con una mano tapaba mi boca para ahogar los quejidos de placer. No sé cuánto tiempo estuvimos así antes de llenarme con sus chorros calientes.
Me quedé descansando y recuperando el aliento sobre su pecho. Su dureza se mantenía y eso me gustaba mucho. Después de unos minutos, comencé a moverme lentamente, con mucha suavidad, lo sacaba casi entero y me volvía a sentar, que delicioso, en un momento se salió y rápidamente lo puse en su lugar y me senté nuevamente, comencé a cabalgar mientras el masturbaba mi miembro que subía y bajaba, de pronto comencé a descargarme en su estómago. Hacía pocos meses atrás que había comenzado a eyacular.
– Que rico – susurró él mientras esparcia mi leche con sus dedos sobre su estómago.
– Toma – dijo metiendo dos dedos a mi boca, los que previamente había untado en mis jugos. Chupé sus dedos, nunca había probado el sabor de mis jugos, no había mucha diferencia con los de él, que si me los había tragado el año pasado.
– Está rico – dijo untando sus dedos nuevamente y llevándolos a su boca. Después vino su segunda eyaculacion con más fuerza y más cantidad de sus jugos.
Después vino la calma, mi pecho contra su pecho, sus manos acariciaban mis glúteos suavemente.
Toma – pasándome un trozo de papel higiénico que enrrollé y lo puse en mi ano al momento de levantarme, él se limpió con otro trozo y me paso el rollo de papel. Me seguí limpiando a medida que me iba saliendo su leche.
– Tenias harto – le dije.
– Si, no dejaba de pensar en ti, en este momento – dijo con una sonrisa.
– Estuvo muy rico, más de lo que esperaba. Ahora me dió sueño – dije.
– Si, a mi también, date vuelta – me di vuelta y me puse en posición fetal. El me abrazó y sentí su miembro entre mis nalgas, no estaba duro pero tenía la firmeza suficiente para acomodarme y ponerlo contra mi ano, me gustaba dormirme así, me daba seguridad que me abrazara, yo era suyo y podía hacer conmigo lo que quisiera. Estaba quedándome dormido cuando sentí que su miembro se deslizaba dentro de mi, me pegué más a él y me quedé quieto. No recuerdo nada más esa noche, en la mañana desperté con su dureza dentro, que rico despertar, no sabía si estaba despierto o durmiendo, lentamente comencé a moverme y a disfrutar de su miembro, después de unos minutos y varias entradas y salidas, su mano me tomó de la cadera y comenzó a empujar con muchas ganas, una y otra vez, hasta que sentí como un crujido en mi oído y sus chorros llenándome otra vez.
Después nos levantamos y fuimos a las duchas, era temprano, todos dormían, nos bañamos y jabonamos mutuamente.
– Te duele? – preguntó jabonando mi ano.
– No, lo tengo un poco delicado si – sacó sus dedos y puso su erección que había tenido en mis manos. Apoyé las palmas contra la pared y me incliné, lo metió de una hasta el fondo, lo que arrancó un pequeño quejido, salió y volvió a entrar, una y otra vez. Sentimos voces que se acercaban. Rápidamente terminamos de ducharnos y nos secamos. Por suerte eran mujeres que iban al otro baño, nos pusimos los shorts de baño y tapanos nuestras erecciones con la toalla.
Y ustedes? Tan temprano en pie y duchados? – preguntó mi tía.
– Si, es que tenemos hambre – el sol ya estaba empezando a tomar fuerza.
– Despierten a las niñas para que se levanten – abrimos la capa de ellas y estaban durmiendo. Me acosté detrás de mi hermana, la abracé y le hice cariño. Mi primo hizo lo mismo con mi prima.
Mi hermana se despertó y se estiró, después me miró y sonrió. No sintió mi erección porque estaba dentro del saco de dormir, pero no era la primera vez que la abrazaba así y sin sacó de por medio, sólo sus bragas.
– Despierten flojas para que tomemos desayuno – dijo mi primo.
Mi hermana tiró del cierre y yo lo abrí hasta abajo. Ella estaba con un pijama blanco y mi prima con uno amarillo. Salimos de la carpa de ellas y fuimos a ayudar con el desayuno.
Y así fue la primera vez de esas esperadas vacaciones, el primer día y nos esperaban 14 noches, aveces de día si había la oportunidad, y las hubieron.
Gran relato… Como sigue??
Como sigue?
Que rico 😋 menuda excitación tengo encima 🫦 me encanta el relato.
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