ME QUITO A MI ESPOSA Y ME HIZO SUYO
Me rompió la camisa y me comenzó a lamer las tetillas mientras me decía que me iba a coger como se cogía a mi mujer.
Me casé muy enamorado de mi mujer, y pensé que ella también lo estaba de mí. Cuando nos instalamos a vivir en un nuevo barrio todo era maravilloso, ella no quería tener hijos todavía deseaba disfrutar de nuestro amor. Al mes de comenzar a vivir en ese barrio comenzaron los problemas íntimos, yo, debo reconocer, no era muy bueno en la cama, duraba poco y sentía que mi pene era muy pequeño, aunque sabía que estaba en el promedio. Creía que satisfacía a mi esposa, pero la verdad era otra, una noche después de hacer el amor sólo una vez y aunque ella me pidió seguir yo le dije que estaba cansado porque había tenido mucho trabajo, me di vuelta hacia la pared y me dormí. No sé bien por qué pero me desperté, era de madrugada y mi esposa no estaba en la cama. Me levanté y vi que la luz del baño estaba encendida, por la puerta entreabierta pude ver a mi mujer dándose placer con un consolador, no tenía idea que mi esposa tenía un aparato de esos, me sentí deprimido, pero me sentí incapaz de interrumpir, vi como gozaba, se hundía el consolador en la vagina, luego lo sacaba, lo llevaba a su boca y lo chupaba con pasión mientras se metía sus dedos y jugaba con su clítoris, luego se amasaba las tetas, gemía como desesperada y pronto vi caer al piso sus jugos, se había corrido, pensé que todo acabaría ahí, pero no, mi mujer comenzó a meterse el consolador en su culo, se sentó en una silla sobre el consolador y se movía mientras apretaba sus pezones y su concha hasta que volvió a correrse. No miré más y me fui a dormir, la verdad es que yo no era tan pasional, era más bien frío en el sexo, me bastaba con meter el pene en su vagina una vez, moverme un poco, correrme y listo, nunca le propuse sexo oral o chupar sus pechos.
Mi esposa trataba de hacer como que nada era diferente, pero yo sabía que estaba insatisfecha, la espiaba, a veces me iba a trabajar, pero volvía y entraba por la puerta trasera sin que lo notara y la veía en la cama gozar una y otra vez . Un día fuimos juntos a ver un partido de futbol que gente del barrio, queríamos integrarnos un poco, me aburrió, pero mi mujer estaba encantada, pude observar como miraba a los jugadores, sus piernas, su paquete, trataba de disimular, pero ya conocía su cara de caliente, se mordía los labios, se ponía roja, en determinado momento me dijo que iba al baño y volvía, cuando volvió estaba serena y relajada, le tomé las manos y me llevé sus dedos para besarlos, en realidad era para cerciorarme que había ido al baño a masturbarse, tenía sus dedos impregnados de olor a concha y todavía resbalosos de sus jugos. Cuando terminó el partido nos acercamos a los jugadores y ahí conocí a Omar, un hombrón con un cuerpo varonil lleno de pelos, se notaba que hacía mucho ejercicio, me quedé mirándolo un rato disimuladamente, algo había ocurrido en mí. Mi mujer estaba encantada, no podía disimular lo que había provocado en ella Omar, se miraban, se recorrían con sus ojos, mi mujer provocadoramente se ajustaba la blusa, él se la comía. Cuando nos despedimos Omar atrajo a mi mujer hacia él y le dio un beso en la mejilla que duró más de la cuenta y mi mujer apoyó deliberadamente sus pechos contra él.
Pasaron unos días y una noche yo quería tener sexo, pero ella me dijo que estaba cansada y se dio vuelta para dormir, yo pensé estará cansada de masturbarse tanto cuando está sola. Decidí volver a espiarla y un día hice como que me iba al trabajo, y me escondía en la otra habitación como una hora después sentí ruido, salí de mi escondite para mirar hacia nuestra habitación, pero los ruidos no provenían de la habitación sino que era el sonido de una puerta que se abría y cerraba, entonces desde donde estaba pude ver como mi esposa completamente desnuda entraba a nuestra habitación con Omar, no dudó un segundo en dejar completamente desnudo al macho que yo podía ver completo desde mi escondite, Omar era hermoso, un culo grande peludo producto de mucho gimnasio, unas piernas gruesas musculadas. Pude ver como mi mujer se comportaba como una prostituta con ese macho, gemía, chupaba su miembro que era una maravillosa escultura venosa y empapada en líquido preseminal. No me había calentado durante las tantas veces que veía a mi mujer masturbarse, pero ahora que estaba con aquel monumento de hombre sentí una gran calentura, mi mujer se tragaba todo ese pedazo de carne y luego lo sacaba y lo besaba como perra en celo. Se tiró en la cama y abrió las piernas, Omar le enterró su palo hasta el fondo, escuché a mi mujer suplicar por verga, la quería toda dentro, nunca había escuchado a mi mujer hablar de esa forma, le pedía que la partiera, que la tratara como a una zorra que le diera leche por todas partes. Sentí que me corrí abundantemente en mi calzoncillo.
Mi mujer me dijo que quería el divorcio, que había encontrado otra persona, entonces discutimos y estuve a punto de golpearla, pero reaccioné a tiempo, le dije que sabía todo, que la había visto coger como una vil prostituta con Omar en nuestra propia cama. Salí de casa, a pesar de que yo había visto todo lo que pasaba con mi mujer y disfrutar cada vez que se encerraba con Omar, mi hombría salió de repente y no soporté la idea que me dejara por otro. Fui hasta la casa de Omar y lo encaré, él se reía, me dijo que mi mujer no era importante para él, era otra más de tantas que habían pasado por sus manos en el barrio, me dijo que mi mujer le contó lo malo que yo era en el sexo. Me sentí humillado, hice amago de golpearlo, pero él se movió con más rapidez, me tomó por la espalda rudamente y me dijo al oído que conocía a los tipos como yo, no funcionaban con las mujeres porque en el fondo lo que querían era verga, luego me soltó y me echó de su casa.
Finalmente mi mujer se fue de la casa aunque no a la casa de Omar porque no la recibió así se fue con una amiga, me quedé sólo, se me hacía enorme la casa vacía. Una noche salí a emborracharme quería olvidar por un momento mi soledad y mi mala suerte en el amor. Volví a casa cerca de la madrugada, no estaba del todo borracho, aunque tampoco completamente sobrio. Estaba por entrar a mi casa cuando veo a Omar despedirse de unos amigos, él me vio y cuando sus amigos se marcharon vino hasta mí, yo no le hablaba nada, entré a la casa, pero la puerta quedó abierta, él entró cerrando la puerta tras de sí, quedamos frente a frente, nos miramos y por primera vez sentí que me embriagaba su olor a macho, a hombre, en un segundo él me rompió la camisa diciéndome te voy a coger como me cogí a tu mujer…. CONTINUARÁ
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