Me sorprendió el afeminado…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por alexico.zar.
Hola otra vez.
Me llamo Alexis, actualmente tengo veinticinco años, vivo en Puebla, México; altura media, piel clara, cuerpo esbelto, nalgoncito y me considero adicto al sexo.
Pues bien, hace un tiempo solía salir con un tipo de nombre Yahir, realmente me gustaba ese chico, era de mi edad, más alto que yo, delgado, un poco afeminado; pero eso último no me importaba pues ya me había imaginado como me lo cogería.
Me lo presentaron por simple coincidencia y platicamos bastante de nuestros gustos y demás, previo a decidir que saldríamos a dar una vuelta.
Resulta que la tarde en qué quedamos de vernos, al estar esperándolo por eso de las seis de la tarde, me envía un mensaje que tuvo complicaciones para salir, pero que realmente quería verme y conocernos más; me molestó un poco pues sentí que era una grosería que no me avisara antes, pero opté por responder que cuando quisiera ahí iba a estar.
De inmediato respondió que había una alternativa, que aún nos podíamos ver ese mismo día, siempre que yo quisiera.
Me intrigó su mensaje, por lo que decidí llamarle y me terminó diciendo que podía ir a visitarlo a su casa, que estaban sus papás y su hermano, que platicaríamos en la banqueta mientras comíamos golosinas; no me pareció mala idea pues por la dirección que me había dado me quedaba cerca y se me hizo muy inocente que me invitara a platicar en la banqueta a comer chucherías.
En fin, terminé yendo a su casa, al llegar me recibió y nos fuimos directo a la tienda a comprar dulces, sabritas, refrescos y desde luego unos chocolates.
Pero al regresar a su casa me dijo que pasara, que estaríamos adentro para estar más cómodos, a lo que yo solo asentí y lo seguí, solo me limité a saludar a sus papás que estaban en la sala y continúe hacia la segunda planta donde estaba la habitación de Yahir.
Estando adentro, dejé las cosas sobre una pequeña mesa y de inmediato le cuestioné por qué estábamos ahí, que el plan era totalmente distinto al inicio, a lo que me dijo que si no me sentía a gusto podíamos salir, cosa que evité pues ya había pasado el incomodo momento de saludar a sus papás.
Comimos las golosinas mientras platicábamos de nuestras vidas y reíamos, estábamos sentados uno frente al otro en la alfombra, hasta que de la nada y sin ninguna platica o señal que indujera a eso, me beso fuertemente.
No me dio tiempo de reaccionar en ese momento, pero al segundo beso que quiso darme, le respondí tomándolo por la nuca y tratando de meter mi lengua lo mas que pude; de una cosa pasamos a otra, nos pusimos de pie y seguimos besándonos y tocándonos, toqué por encima de su pantalón sus nalgas bien paraditas, su pene que estaba muy duro, sus piernas y también su espalda, que por ser delgado, tomaba unas curvas deliciosas; él a mí también me tocó las nalgas, pene, brazos y se enfocaba en mi cintura.
Este tipo realmente sabía lo que hacía, en el momento justo en que me sentí caliente comenzó a besarme el cuello, con pequeños lengüetazos y mordiscos mientras frotaba mis nalgas, para luego girar alrededor de mí sin dejar de hacer lo suyo, yo solo me retorcía, hacía mi cuello hacia atrás para que él tuviera más espacio de donde seguir su faena.
Mientras sucedía eso, él ya me había desabrochado el cinturón, el botón de mi pantalón y me había bajado el cierre para dejarlo caer hasta el suelo; en un solo movimiento levantó mi playera para despojarla y de inmediato se incorporó para besar mi nuca e ir bajando poco a poco con besos en mi espalda, yo me volvía loco con lo que hacía.
Al llegar al elástico de mi ropa interior, solo bajó de un lado para lamer mi nalga izquierda, haciendo círculos con su lengua y pequeños chupetones, lo que hizo que yo suspirara de lo excitado que me encontraba y eso provocó que de un solo golpe bajara mi bóxer y sin perder tiempo abrió mis nalgas e introdujo su lengua hasta llegar a mi ano y comenzó a lamer como nunca antes nadie lo había hecho, yo no sabía de mí, solo atiné a jalarlo con mi mano derecha por su cabeza hacia mi culo, quería que llegara al fondo con su húmeda lengua.
Se apartó unos centímetros de mí, solo para girarme, me comenzó a chupar el pene, primero el glande, utilizando nuevamente su lengua para pasarla alrededor de la cabecita y poco a poco introducirlo completamente en su boca, para luego darme una mamada tremenda.
De vez en cuando, sin sacarse mi pene de su boca volteaba hacia arriba para verme disfrutar, y realmente estaba que moría… Me causaba tanta excitación verlo como disfrutaba comerse mi verga que le empecé a follar la boca.
Él por su parte, ya me había quitado los zapatos y retirado por completo el pantalón y bóxer mientras yo le cogía la boca; al apartarse de mí, de inmediato se quitó toda su ropa, incluidos sus tenis y los calcetines, por lo que yo rápidamente me los quite para estar en igual forma.
Me sorprendió que una vez desnudos los dos, me besó y de inmediato me guió hacia su pene, obviamente para mamársela; mientras iba camino a ella, me dije: “Este tipo es un maldito, sabe lo que hace”.
Al estar arrodillado frente a él, tomé su pene totalmente erecto, de buen tamaño y bastante gruesa y sin circuncidar, hice su piel hacia atrás y lamí su cabeza que ya tenía mucho líquido pre seminal, lo lamía como si nunca lo hubiera hecho antes y poco a poco lo introduje todo en mi boca, me costó bastante introducirlo por completo pero lo logré, miré su cara y él estaba fascinado viéndome como me tragaba su tremenda polla y comenzó a cogerme por la boca, provocándome arcadas y él sosteniéndome con una sola mano la cabeza para lograrlo.
Él marcaba el ritmo y eso a mí me encantaba, yo solo lo tomaba por las nalgas para que me diera más fuerte, y en algún momento me relaje tanto que hasta cerré los ojos dejando que él hiciera su trabajo.
De pronto sentí húmedo mi ano nuevamente, eran sus dedos, los que ensalivó y llevó a mi culito, el que estaba al aire por la posición en que estaba, pues yo seguía mamando su deliciosa verga.
Con mucha saliva jugaba con mi hoyito, haciendo círculos e introduciendo uno a uno sus dedos y simulando una penetración, por alguna razón yo no podía dejar de mamar su vergota, era tal mi excitación que hasta inicié movimientos hacia atrás para que entraran mas sus dedos.
Estaba que moría, así que hice su pene a un lado, me puse de pie, nos besamos y le dije al oído “Métemela en seco”, y sin esperar respuesta solo me dirigí a la orilla de la cama para ponerme en cuatro, haciendo que mi cadera y espalda dieran tal forma que sabía luciría mi culo, el cual estaba ansioso por ser penetrado gracias a la calentada que me había puesto Yahir.
Veía el reflejo de todo gracias a la pantalla de televisión que estaba a un costado, así que noté como se acercó con su pene totalmente erecto, tenía una pequeña curva y lo tomó por la base para colocarlo en la entrada de mi colita, me hizo caso, pues en seco fue empujando su pene, yo solo aguantaba, era tal mi calentura que aun habiendo pequeño dolor, estaba en el cielo sintiendo ese trozo de carne como se introducía centímetro a centímetro.
Me tomó con ambas manos por la cadera e introdujo por completo su pene dentro de mí, yo sentí hermoso; pero mi sorpresa fue que abrió una nalga y se metió más, luego la otra nalga y empujó.
Ya no había forma de que llegara más al fondo, la tenía ahora sí TODA dentro de mí.
Yo solo apoyaba mi peso en mis manos, las que estaban puestas en el colchón, y él retiró su pene de mí, dejando únicamente su cabezota en mi interior y nuevamente metió su pene al fondo, pero en esta ocasión con más rapidez.
Hizo varias repeticiones hasta que mi culito y su verga dieron lo suficiente para lubricar la cogida que me estaba proporcionando; ya tenía un gran ritmo, me cogía con mucha fuerza y gemía fuerte.
Las embestidas eran únicas, nadie me había cogido así, me tenia sujeto de la cadera y además acariciaba mis nalgas y mi espalda, me abría mas las piernas para llegar hasta el fondo y de pronto la sacó por completo, yo tenía el culo abierto y él de inmediato se puso a lamer mi hoyo, su lengua la tenía dentro de mí y la movía como un profesional, yo veía estrellas y lo único que pude hacer fue abrir más mis nalgas y seguir disfrutando.
Se puso de pie nuevamente y metió su vergota de una sola vez, me tomó por los hombros y me cogía fuerte, me decía que tenía un culo muy rico y muy tragón, para tomarme otra vez por la cadera y sacar y meter su verga, noté que le gustaba sacarla completamente para ver mi culo abierto y dejarla ir al fondo sin piedad, yo giraba la cabeza para ver sus expresiones al hacerlo y veía su cara de lujuria al meterme su tronco.
Me encantaba sentir cada centímetro de su pene en mi culo, hasta chocar su pelvis con mis nalgotas; de pronto sentí que aceleró sus embestidas y supe que llegaría al orgasmo, por lo que comencé a hacer presión en su reata y de pronto sentí como me llenaba de semen.
Cayó en mi espalda jadeando, pero sin sacar su pene de mi culo que aún seguía duro y él continuaba moviéndose, diciendo que le fascinó cogerme, mientras me masturbaba, sus palabras eran excitantes y me hizo acabar, votando los chorros de leche en la sabana.
Se salió de mí, buscó papel higiénico y nos limpiamos.
Enseguida nos vestimos y sabía que era momento de salir de ese lugar, pues ya había oscurecido y me tenía que ir.
Le dije que me acompañara a la puerta y se acercó a mí, me besó mientras me apretaba mis nalgas y me dijo “Tú culo es el mejor que me he comido”; solo sonreí provocativamente y salimos de su habitación.
Nuestra sorpresa fue que al abrir la puerta de la habitación de Yahir, su hermano estaba recargado a un costado, se puso de pie, nos miró, movió la cabeza en desaprobación y dijo “Pinches putos”, se soltó a reír y se metió a su recamara, aunque no desaproveché para admirar su rico cuerpo.
No hicimos en ese momento comentario al respecto, solo me dejó en la calle, nos despedimos como solo conocidos y marché.
Al avanzar me dije: “Quien diría que ese afeminado me daría la cogida de mi vida”… Sin duda lo repetimos en muchas ocasiones, no dejaría ir tan fácil a un amante como él.
Comenten.
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