ME TOMO POR SORPRESA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por toribioaca.
Yo tenía como 24 años, ya estaba casado y había tenido relaciones esporádicas con hombres, pero únicamente como activo.
Después de una noche de parranda, fuimos a dar en grupo a la casa de uno de mis amigos, Héctor, que yo sabía era gay.
Era ya de madrugada y sería difícil conseguir taxi a esa hora, por lo que decidimos todos aceptar la hospitalidad del dueño de la casa, que vivía solo.
Como no había muchas camas disponibles me invito a compartir su cama. Ya sabía yo que él… deseaba que lo follara y hacerlo me pareció una buena manera de terminar la farra.
Nos dimos una ducha y nos metimos a la cama. Se puso romántico, me estuvo acariciando, después me dio una rica mamada y luego se puso de modo para que lo penetrara, lo cual hice con gran placer. Después de ello nos dimos las buenas noches y nos dormimos placidos y satisfechos.
Horas después, cuando amanecía, sentí entre sueños caricias en mis nalgas, lo cual resulto agradable. Yo estaba de lado, dándole la espalda a él. Poco a poco las caricias fueron cada vez más atrevidas, pues ya rozaban muy suavemente mi ano, virgen.
Fui notando que aquello que me acariciaba estaba húmedo y frotaba la entrada de mi culo, mis nalgas estaban separadas por aquellas manos ávidas, por lo que deduje que lo que sentía en la puerta de mi colita era el pene de mi amigo.
Eso, desde luego que no estaba en el programa, pero era tan agradable y excitante, que lo deje continuar.
Sentía su aliento en mi nuca y con palabras dulces Héctor me decía: "ah, pillín, te está gustando"… Era muy cierto, lo estaba disfrutando; algo totalmente nuevo pero muy sabroso.
Poco a poco y con delicadeza fue introduciendo ese trozo de carne dura en mi interior, sentí un poco de dolor, pero la excitación era enorme,
cuando hubo entrado en mí un buen pedazo de aquel pene caliente, hizo una pausa… Dejo de moverse, lo cual me dio curiosidad. Era muy agradable estar ahí siendo penetrado, cuando el que penetraba era yo. Pensé que se había arrepentido de follarme sin mi consentimiento. Nada de eso, estaba dando oportunidad a que mi culo se acostumbrara. Poco después se inicio un movimiento suave pero rítmico y cada vez más adentro de mí. El dolor había cesado y en cambio me sentía entre las nubes, siendo poseído de esa manera. Sus manos recorrían todo mi cuerpo mientras sus labios y su lengua jugaban con mi cuello, orejas y mejillas.
¿Te gusta mi rey? Pregunto y al voltear la cara para responder que si, se adueño de mi boca en un beso húmedo y largo. Era extraño sentir su mejilla sin afeitar rozando la mía, pero me gustaba mucho aquello.
Su mano empezó a acariciar mi pene, luego mis huevos y así consecutivamente. Lo cual me excito mucho más.
Ahí estaba yo, el macho, mujeriego y que de vez en cuando penetraba a homosexuales, siendo penetrado…pensarlo me inquietaba, pero la verdad no me importaba mucho…
Era algo maravilloso tener dentro una verga de regular tamaño que entraba y salía de mi ano!!!
Estaba descubriendo un nuevo mundo. Un mundo de placer, ternura, pasión.
Ser penetrado era una gran experiencia.
Pensé en ese momento en la palabra "pasivo", que se refiere a quien es penetrado y me pareció muy estúpida.
En ese momento yo no era alguien que se deja usar pasivamente: estaba participando activamente, empujando para recibir aquella rica verga muy adentro de mí. Moviéndome para disfrutar más.
De repente, sentí una oleada caliente en mi interior: estaba recibiendo leche de hombre en mis entrañas por primera vez en mi vida. Yo creía, como dice la canción, que con tanta experiencia, ya conocía todo…
Sentir mi culo inundado en repetidos chorros, era algo nuevo, dulce y enloquecedor. En ese mismo instante yo también eyaculé en la mano de mi seductor.
Me abrazo, nos quedamos quietos un rato, exhaustos, reposando el placer.
Nos dormimos y al despertar nos besamos, nos acariciamos, nos abrazamos…
Luego, Héctor me sonrió y dijo:" ¿no que eras muy machito?, ya lo ves, te encanta la verga, igual que a mi…lo miré a la cara… y solté una carcajada.
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