ME TRANSFORMÉ EN BUSCONA POR MAUROHOTXXX
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Maurohotxxx.
El recuerdo es demasiado fuerte y cada vez que llega a mi mente me erotiza al punto de desear ser penetrado, cogido, violado no por uno sino por cientos de machos exultantes y deseosos de clavarme, estacarme contra las paredes de los urinarios hasta que con voz quejumbrosa les pida piedad…
Pero eso no ha sido así. De mi garganta sólo sale el clamor que pide más. Eso los encoleriza al punto de provocarles una ciega decisión de romperme el culo con sus embates de macho cabrío. O ahogarme con sus disparos en mi boca. Lo he hecho todo y aún quiero más. Te quiero a ti, llegando silencioso en la noche y sepultando tu daga en mí a mansalva, con fuerza… Es el último deseo que pediría si fuera condenado a muerte.
Hoy decidí seguir una estrategia distinta. Debía recorrer cada paso que di cuando me cogiste y me hiciste saber qué debe sentir una putita caliente y promiscua como yo. Me encaminé al bar de Gerardo y Martín, mis amiguis. Llegué a la barra y después de los besos de bienvenida y de las confidencias que siempre nos hacemos las ‘locas’ como yo. Qué cómo estás – cuántos te has comido- cuántos litros de leche tomaste anoche- cómo te lo han pasado – En cruz. Para que no sea pecado… Cosas de maracos que nos gusta repetir, aunque muchas veces no sean sino fantasías y deseos no realizados.
La conversación giró en torno a las novedades que siempre van matizando una buena relación de amistad con sus clientes. La cosa de los agujeros en los baños ya había pasado de moda, aunque siempre había quienes los buscaban, pero dejó de ser la mayor atracción, porque se había copiado ya en muchos lugares y ellos son locas finas que les gusta sorprender a su clientela con sus excentricidades.
La innovación de esa oportunidad consistía en la transformación de un juego infantil, la gallinita ciega. En una sala, especialmente habilitada y calefaccionada, los participantes mantenían su identidad oculta frente a quien hacía de gallinita con los ojos vendados, y absolutamente desnudo o desnuda, porque el juego no era exclusivamente homosexual, sino bisexual.
El entusiasmo con que recibí la noticia, acarreó que me ofrecieran la oportunidad de probar. El protagonista debía cancelar los tragos de todos los participantes, puesto que era quien recibía el mayor deleite y el solo hecho de ser centro de atracción, era una fuerte motivación para cualquiera, ya que, aparte de su propia inclinación, le permitía probar el ‘otro’ lado: los heterosexuales experimentaban sus primeras experiencias homo y los homosexuales se probaban en la bisexualidad.
Una idea me asaltó y se la expuse a mis compinches. Les rogué, les supliqué que me dejaran llevarla a cabo. Al final, me lo permitieron. Gerardo se dispuso a grabar las escenas de mi orgía.
La música, que había empezado suave y cadenciosamente, fue subiendo de volumen y de ritmo. Estaba desnudo en medio de un círculo que me evidenciaba su presencia por su respiración y el olor de sus cuerpos.
El ambiente se cargó de sensualidad y mi instinto me llevó a hacer lo que siempre hago: provocar. Empecé a moverme al compás de los tambores. En esas ocasiones dejo salir la puta lasciva y caliente que en realidad soy.
Mis caderas se estremecían y mi culo desafiaba ser penetrado. De pronto siento que dos pares de robustos brazos me inmovilizan. Para mis adentros estoy feliz. He cazado dos machos y me darán parte de lo que busco. Una verga apuntó a mi culo, mientras la otra era deslizada al interior de mi garganta. Creí que me ahogaría y la inminencia de una muerte en plena faena erótica me hizo sentir más cachondo de lo que estaba.
La situación encendió la hoguera de la lujuria y empezamos quemarnos en el dantesco infierno de los deseos sexuales. Alrededor sentía quejidos, suspiros, bramidos… La clásica respiración agitada que produce la masturbación… Un chorro de semen caliente golpeó mi espalda. Una o varias lenguas lo esparcieron por mi cuerpo. Una boca deseosa aprisionó mi pene. Mi culo ya está empalado y otro intenta acoplarse… Inicio una serie de movimientos para abrir mi culo y recibir el otro pene. Ya están los dos juntos. Mi paraíso está lleno de hombres vergudos que me siguen y me acosan, me persiguen y huyo de ellos, hasta que soy atrapado y sometido a la deliciosa tortura de ser penetrado. Una y otra vez, hasta que el placer y el dolor se funden y quedo en un estado de inconsciencia…
¿Es posible gozar más? Solo el dolor más agudo proporciona el placer extremo. Y el sexo se redobla en sensaciones cuando la situación se vuelve más y más arriesgada.
La noche esa volví a casa envuelta en las brumas del alcohol, la cannabis y la lujuria apenas aplacada… Mi ser se había desprendido de la tortura de cobijar una mujer en el cuerpo de un hombre y quedaba lo que era en realidad: una hembra, una puta… Y más aún una que buscaba al macho que la había cogido en la oscuridad del estacionamiento, pero que no se había dejado ver sino solamente sentir en los pliegues de su culo.
Me dirigí al ascensor. Apreté el número de mi departamento -que no doy por razones de estricta seguridad. Me descalcé. Los zapatos de tacón alto me hacían doler los pies después de tanta acción. Fue un alivio. Me desprendí de mi vestido y solamente quedé en ropa interior; me dispuse a introducir la llave en la cerradura de mi puerta. Eran tres. Cuando estaba ya en la última, siento que me toman por la espalda, me tapan la boca y me empujan dentro, después de abrir la puerta. Una voz ronca…Irreconocible. Dio las órdenes…
Tirada, semidesnuda, permanecí sin moverme en el piso. Mi corazón se encabritó, pero luego se calmó. Mi búsqueda había terminado? Sí, era él. El desconocido que me había cogido dos veces en circunstancias similares. Un escalofrío me recorrió al recordar su pene ingresando sin apuro en mi interior, abriéndose paso, desgarrando, tomando posesión de mi cuerpo… Y decidí aguardar sumisamente lo que haría ahora… Siento que se acerca. Me ordenó no levantar la vista. No lo haré. Quiero ser penetrada de nuevo por su glorioso pene… Ser sometida y reducida a lo que soy: una puta que se entrega al mejor postor. Y la postura mínima era su verga dura, monstruosa…
Siento su lengua deslizarse por mi culito que se dilata antes de que sus manos rústicas abran la entrada…
No puedo más. Quiero gritar: ¡Métemela de una vez! ¡Para esta tortura!
Pero él sigue a sabiendas de que no puedo soportar la suave humedad de su lengua que me acaricia y me viola… Decido esperar. Dejar que continúe el ritual sin hacer nada para que se detenga… Ya vendrá el momento en que la punta de su pichula se sitúe en la entrada de mi rajita y le dé curso a la lujuria acumulada…
No puedo evitar tener un orgasmo intenso al ser reprimido. Afortunadamente no puedo eyacular. En mi interior, disfruto de él y espero…espero… Me siento la trotona que mueve su cartera aguardando clientes.
Se ha detenido. Siento como prepara su arma de ataque. No me ha pedido que lo mame. Ya lo hará después y será el paraíso rendir honores a su estoque mojado. Por fin ha llegado al punto más intenso. Su glande toca mi culo que, en vez de replegarse como haría un molusco, se abre como una flor ante el colibrí… Todo está en el punto sin retorno. Me dispongo a disfrutar: el dolor sublime, la tortura ha concluido. Una estocada a fondo y no puedo evitar un suspiro que sale de lo hondo de mí… Me ha desgarrado. Siento un hilillo correr. La excitación se hace más fuerte. Me ha roto el culo. Mi macho. Mi amo. Mi hombre… Me ha vuelto a hacer su perra. Y…lo disfruto a pesar del intenso dolor…
No sé cuánto tiempo ha pasado, pero me regala un río de leche espesa y caliente que cicatriza mis heridas y enciende la hoguera del deseo en que me consumo…
Más, más, más… Más vergaaaaaa.
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