Me vendió por una botella de Whisky
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por leopoldodiga12.
El oxígeno puro y limpio de la Sierra Madre Occidental en México es sustituido por el dañino residuo volátil de los cigarrillos que se fuman los amigos de mi tío, andamos en una pedazo de chatarra vieja a la que ellos llaman automóvil, recorremos los solos y escabrosos caminos en medio de una solitaria oscuridad.
Desde el asiento trasero del auto trato de respirar la menos cantidad de "aire veneno", veo a través de la ventana tratando de escapar del la realidad en la que me encuentro, me siento fuera de lugar escuchar a un par de "borrachos" hablar de temas prescindibles: alcohol, mujeres, y drogas, a decir verdad estoy un poco incomodo, comienzo a sentirme un poco mal, el estomago parece estar de cabeza, es tan fuerte el aroma a alcohol y cigarrillos que temo ocurra un accidente.
-Sobrino, hágame un favor, sírvame un poco de hielo y aproveche para preparar una bebida para usted y no preocupe por mi que no le diré una sola palabra a la abuela- dice Octavio, mi tío.
No creo que sea buena idea el que siga tomando, apenas puede mantener el coche sobre el camino de tierra, pero soy nadie para prohibir, solo soy niño a su lado.
Le sirvo un par de cubos de hielo en el baso y se lo entrego.
quisiera no hacerlo pero como la lo mencioné ¿quién soy yo?.
-Podrías darme un poco de hielo, creo que se han derretido todos- dice Alfredo, el compadre de mi tío.
Asiento con la cabeza y de inmediato le sirvo lo que me pide.
-Buen chico- dice mientras me da un apretón en la pierna.
Me incomoda, es por el señor Alfredo el motivo de esta "fiesta ambulante", le acaban de otorgar libertad condicional en el centro de reclusos donde purgaba sentencia por robo a mano armada.
Lo conocía ya desde hace tiempo, es el mejor amigo de mi tío Octavio, recuerdo que cuando era mas pequeño, Alfredo visitaba con concurrencia la casa y me llevaba una paleta, de esas que son de malvavisco blanco cubierto de chocolate y gomitas de colores.
Los neumáticos del coche no paran de girar, cada árbol que pasamos me parece mas desconocido el lugar, los ojos brillantes de los animales campestres nos avisan que ya no estamos en la ciudad.
El auto se orilla y ellos se bajan a orinar, Alfredo me da a cuidar su vaso con whisky y abandona el auto, me sucede lo mismo, me dan ganas de orinar y aprovecho la parada, dejo el vaso sobre el asiento y salgo a buscar un lugar cómodo para hacer mis necesidades.
Camino un par de metros hasta un pequeño árbol y mirando hacia las estrellas comienzo a orinar, el cielo era digno de una postal, totalmente despejado, las estrellas brillaban como pequeños diamantes de joyería femenina, la luna con elegancia iluminaba las hectáreas enteras de pinos, en realidad era algo tan hermoso.
-Leo, date prisa- me llama mi tío, y de inmediato voy hacia él.
Abro la puerta del coche y me doy cuenta que se ha derramado el whisky sobre el asiento, asustado giro la mirada hacia mi tío esperando un buen regaño por el accidente pero él, gentilmente me sonríe.
-No te preocupes, hijo, fue solo un accidente, siéntate con nosotros (mi tío manejaba y a su lado estaba Pedro su otro amigo)- dice mientras comienza a pasar las botellas al asiento trasero.
-De ninguna manera, que se venga aquí conmigo, no tengo ningún problema en llevar al niño sobre mis piernas- menciona Alfredo al mismo tiempo que abre la otra puerta.
Me encuentro en una situación embarazosa, ya han pasado varios años desde que me senté en las piernas de mis padres, me da pena, no me gusta que me traten como a un niño.
¡ya tengo 13 años! Seguimos por el camino de tierra, hace tiempo que pasamos la última casa y mirando el reloj noto como los ojos se me cierran por el cansancio.
-Mi niño ya tiene sueño- exclama el señor Alfredo y entonces me incorporo.
Alfredo me mira fijamente, es incomodo e innecesario, huyo a su mirada pero él trata de seguirme, el momento se vuelve mas incomodo aún cuando la mano de Alfredo me acaricia la pierna y su respiración la siento cerca de mi cuello, juega con el lobulillo de mi oigo y de pronto siento como una corriente eléctrica me atraviesa desde la cabeza hasta los pies, tenerlo tan cerca me perturba y entonces el auto se sacude violentamente.
-No te asustes, ya te tengo- susurra mientras sus manos me sujetan de la cintura y me llevan a su entre pierna.
Me quedo callado mientras los otros se ríen por el episodio de la carretera, comienzo a sentirme extraño mientras siento como su cálida respiración choca contra mi nuca, puedo sentir su respiración al igual que los latidos de su corazón, su piel arde como si se incendiara y como hoja seca me comienzo a arder.
Tengo miedo, puedo sentir que no está pasando algo bueno, es como esas veces que tu cerebro de grita "huye", pero no puedo, no esta vez.
Al fin se acaba el repertorio del reproductor de mi tío, la música de provincia se ha terminado al menos por ahora, Pedro toma la iniciativa y buscando un poco en la radio encuentra música Rap, en ingles por supuesto.
-¡Y que comience la fiesta!- exclama mi tío mientras apaga la luz interior del auto.
Vivo, siento y soy testigo del éxtasis que se vive dentro de la chatarra en la que viajamos, fuman, gritan y beben como si no hubiera un mañana, como si fuera la última noche y la angustia que se me ha clavado en el pecho no logro que me deje, el señor Alfredo, me acaricia desde la cintura hasta las piernas, la oscuridad ni la manera en que estoy me deja ver pero me es suficiente sentir como crece algo de entre las piernas de Alfredo, en ocasiones soy inocente pero nunca un tonto.
Me levanto de entre las piernas del señor Alfredo sin lograr alejarme, con rapidez sus manos me sujetan con fuerza llevándome de nuevo hasta su ya sólida entrepierna.
-Déjeme ir- susurro.
No me responde, toma mi mano y me la lleva hasta el costado del cinturón.
-Creo que sabes el motivo de mi ausencia, no me hagas recordarlo- recita mientras palpo una pequeña arma de fuego.
Trago saliva, las piernas me tiemblan mientras me siento totalmente derrotado, miro al retrovisor intentando cruzar miradas con mi tío o al menos con Pedro pero la oscuridad es densa y la música casi desquiciada, Alfredo con las manos a los lados de mi cintura, coge la pijama de franela y la comienza a deslizar hacia abajo, cierro los ojos tratando imaginar un episodio diferente pero, o puedo dejar de sentir como la sangre como lava me quema el cuerpo a su paso, intento ignorar los sentidos pero no puedo evitar estremecer mi cuerpo tras las caricias del señor Alfredo, la pijama la tengo a medios muslos, el elástico del pijama me hace mantener las piernas cerradas mientras las manos y los dedos gruesos de Alfredo se pasean por mis muslos, los acaricia con fuerza y a la vez los presiona, es como un juego, sus manos llegan a mis nalgas y el juego se repite mientras parece que vamos de regreso a casa, puedo ver por la ventana algunas luces del pueblo, en mi mente ruego por que llegue rápido a casa.
La respiración del señor Alfredo la noto agitada, escucho como lame sus dedos en repetidas ocasiones mientras con otra mano hurga entre mis nalgas, trato de pararme pero de nuevo me hace detener, y cuando lo hace siento como me introduce sin tapujos uno de sus dedos, gimo, y de pronto la mano de Alfredo lo ahoga, de nuevo siento como un rayo eléctrico me atraviesa, suspiro y gimo, lucho contra el sonido de la música pero debo admitir mi derrota, volteo hacia atrás buscando siquiera el brillo de sus ojos para asentir sumisamente mi destino.
Me hace ponerme de pie, me sostengo del asiento de frente mientras él casi por accidente me lame el culo, toma mi cintura entre sus manos de nuevo y me hace sentarme en su entrepierna, se ha bajado la cremallera, me doy cuenta por la suavidad en la que descanso mis nalgas ahora, la suavidad de su vello púbico me acaricia por error pero con dulzura mientras la virilidad del señor Alfredo hace roce entre mis nalgas, escucho como escupe saliva en su mano y la lleva a la punta de su solido palo, me toma de nuevo de la cintura y con gran cuidado me comienza a bajar, ¡por Dios! esto es tan doloroso, siento como la de su trozo de carne comienza a abrirse paso mientras noto como el culo se me parte en dos, trato de no gemir pero es casi imposible, y de pronto el auto se sacude violentamente haciendo introducir cada centímetro del grueso mástil humano en mi culo, sin poder evitar, gimo con todas mis fuerzas, sin importar nada, se me ha introducido una gran verga y no puedo disimular.
-¿Hijo, estás bien?- pregunta mi tío mientras baja el volumen de la radio.
Asiento solo con la cabeza, trato de parecer normal e intento ahogar estas ganas de gemir que tengo, mi tío sube el volumen de nuevo y entonces aprovecho solo para susurrar un gemido, siento que moriré, Alfredo me toma de las nalgas y me hace elevar un poco solo para dejarme caer con la fuerza de la gravedad, me vuelvo loco, no sé que hacer con tantas sensaciones que me atacan al mismo tiempo, me eleva de nuevo y sin siquiera poder tomar un respiro me deja car con fuerza, quiero salir corriendo y a la vez dar la vuelta y dejar que me coma por completo hasta que las estrellas dejen de reflejar su luz en nuestras pupilas.
Soy un trozo de mantequilla sobre leña ardiendo, así me siento mientras Alfredo me apuñala el culo, mientras sus manos y uñas laceran mis tetillas, subo y bajo dejando introducir la majestuosidad humana dentro de mi.
Me elevo y dejo caer mis nalgas contra su pene, gimo, subo y vuelvo a caer, Alfredo lastima mis tetillas como un animal, y de pronto me toma de la cintura y me aprisiona con su verga dentro mientras sus dientes se clavan en mi cuello como cualquier felino y siento como sus fluidos se liberan en medio de una explosión de placenteros y dolorosas percepciones.
Minutos después siento como me deja, me siento libre y con un poco e trabajo trato de volver en sí, me subo la pijama y aprovecho la parada al baño para salir corriendo, camino hacia un arbusto tratando de asimilar lo que ha ocurrido, camino sintiendo lo diferente que soy y de pronto siento perder el piso, abro los ojos y estoy sobre la tierra.
-El compadre tenia razón, eres toda una "putita"- dice Pedro mientras intenta quitarme el pijama.
Resignación es la palabra que usaría en este momento, dejo de luchar y es así como una segunda verga despedaza por completo mi esfinter, y esta vez no pongo resistencia, me limito a cerrar los ojos y dejar que logre lo que busca, follarme, follarme duro y sin consideración, hacerme suyo sin alguna consideración, así es como lo logra.
No dura mucho, un par de envestidas y ya estoy fungiendo como recipiente de semen.
Gime un par de veces y al final me despide con un escupitajo en mi cara.
Me levanto como puedo, con las piernas y el cuerpo lacerado, camino hacia el auto, he dejado mi dignidad atrás , he dejado la inocencia pero con el culo deseoso de más.
*****
Gracias por llegar a leer este relato, saben que es un gusto escribir para ustedes y por eso me gustaría leerles, espero su calificación.
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Deja tu comentario, amo leerte.
Un saludo de tu amigo mexicano Leopoldo Diga.
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