Memorias de un corazón desahuciado Part. 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Caballerogris.
Sus manos estaban sobre las mías, apretándolas, como si quisiera presumirme su fuerza,
 pero sentí como si estuviese encadenándome a él, como si nunca quisiera dejarme
 escapar, esas manos que entrelazaban mis dedos, eran las manos que me cargaron
 cuando solo era un bebe. 
 Mis piernas estaban alrededor de las suyas, para
 pegarlo más a mí y mis manos yacían en su espalda, la cual recorrí una y otra
 vez, para admirar su musculatura, nuestros labios se juntaban cada vez que
 podían, como si no nos permitiéramos decir nada que pudiese arruinar ese
 encuentro, su lengua era tan áspera y suave a la vez, parecía que su punta era
 eléctrica cuando la pasaba por mi pecho, por el filo de mi rostro y por mis
 oídos, sus dientes eran demasiado traviesos, mordían en lugares donde yo jamás
 había experimentado ninguna sensación, su pelvis se movía una y otra vez contra
 mí, como si quisiera quedarse dentro, era magnifico, placentero e increíble,
 nunca había pensado lo bien que se sentiría una penetración, primero todo
 comenzaba con dolor, pero después de un rato, el dolor se volvía unas
 cosquillas que se regaban por todo el cuerpo, mi entrepierna parecía que picara
 y al mismo tiempo ardiera, era una sensación que creo jamás podré describir,
 solo sentir sus jadeos eran lo mejor del asunto, esa respiración
 agitada que tenía al  envestirme cada vez
 con más rapidez, sus muecas, sus gestos, lo estaba apretando demasiado porque
 era mi primera vez y eso a él le encantaba, lo volvía loco, cuando mi
 eyaculación me hizo contraerme, su mirada se perdió con un segundo y un gruñido
 se ahogó en mi pecho, para después recibir su néctar, dentro de mí, ya no
 sabíamos que más gritar, que más hacer para liberarnos de nuestro placer
 acumulado, como si estuviese dentro de nosotros y necesitara salir, pero ya no
 se nos ocurría de que otra manera hacerlo
 Después de haber terminado y estar cansados, agotados y con
 diez kilos de culpa sobre nosotros, decidimos estar completamente callados ¿Qué
 se podría decir en un momento así? ¿Pedir perdón? O actuar como si nada hubiese
 pasado, yo estaba desnudo al igual que él, cubiertos por nuestra colcha, me
 daba miedo verlo, me aterraba cualquier reacción aunque para ese momento ya
 todo estaba claro, lo habíamos hecho, habíamos hecho el amor, tenido sexo,
 cogido, como quieran llamarle, pero lo habíamos hecho, un tío con su
 sobrino/hijo, puede que para muchos no sea nada de que sorprenderse pero sí
 para mí, en un momento me armé de valor para voltear y poder verlo, lo miré
 directo a los ojos, para que pasara lo que tuviese que pasar y entonces nos
 vimos, yo sorprendido y el satisfecho, me rodeó con su brazo para abrazar y
 besarme en la frente, parecía que no estaba molesto, al contrario, que le había
 gustado, entonces pensé ¿Desde cuándo él también quería hacer esto?
 — ¿Te pasa algo?— Preguntó sin vergüenza</span>— 
 Bueno es que,
 acabamos de hacerlo y no sé, me siento extraño— Dije apenado— No tienes de que
 sentirte mal, el sexo es natural, hay quienes lo practican diariamente— Se
 excusó riendo— Sí pero, tú eres mi tío— Dije con esa culpa sobre mí— Sí, y tú
 eres mi sobrino, pero ese no es motivo para quererte demasiado— Dijo respirando
 en mi cuello con cariño, en un segundo mi erección volvió, aun con más fuerza— ¿Qué
 vamos a hacer después de esto?— Pregunté con un poco más de libertad— No va a
 pasar nada, no se lo diremos a nadie, no lo hablaremos fuera de esta habitación,
 no lo daremos a entender en ninguna manera y solo lo haremos hasta que tú
 quieras— Dijo claramente con esa autoridad que yo siempre respeté, estaba más
 que claro que no iba a involucrar sentimientos, me quería, me procuraba pero
 jamás me amaría pues estaba casado, felizmente casado, también era obvio que ya
 no me vería como a un hijo nunca más y no sabía cómo sentirme al respecto por
 eso.
 — Pero…— Traté de decir pero no sabía con exactitud que— ¿Qué
 pasa?— Preguntó el con toda la calma del mundo— Nada, no pasa nada— Respondí
 con una sonrisa porque después de todo mi fantasía se había cumplido
 Después de haber estado tanto tiempo en silencio, en calma,
 creo que nos habíamos quedado con ganas de más, se hincó en la cama para ver mi
 torso descubierto, con sus manos comenzó a recorrerme con lentitud, una vez
 más, me acariciaba como si fuese la piel de un felino, con delicadeza y con
 gracia, se puso cerca de mi ingle, como si fuese a penetrarme otra vez, yo no podía
 más, otra penetración terminaría por matarme. Se acercó a mi pecho el cual
 acarició con dulzura y a la vez con pasión, le divertía ver mi reacción cuando
 me erizaba la piel, mi vientre lo besaba hasta llegar a mis piernas, juntó
 nuestros penes para acariciarlos al mismo tiempo, él era mucho más grande que
 yo, pero eso no me impedía disfrutar, los juntó y con sus manos calientes jugó
 con ellos, nos masturbaba, aquello era sensacional, tenía tantos trucos y técnicas
 que yo jamás imaginé, solo me hacía gemir en voz baja porque tampoco tenía más
 fuerzas para gritar, me tocaba de tal manera que se me olvidaba hasta mi
 nombre, se me olvidaba el momento y el lugar, me hacía perderme en sus caricias
 y en su mirada para ser uno con él, mi corazón me decía que iba a dejar de
 latir en cualquier momento pero que se aferraba a la vida para vivir el
 momento, mi tío no lo resistió más y volvió a penetrarme sin dejar de tocarme,
 me masturbaba como yo nunca lo había hecho y no digo que nunca lo hice, es solo
 que, nunca nadie me había tocado así y estoy seguro de que nadie volverá a
 hacerlo.
 Me envestía despacio, llegando hasta mis profundidades, por ratos dándome
 besos, yo me retorcía en la cama de una lado a otro como si estuviese tratando
 de escapar pero no quería, su miembro dentro de mí se sentía maravilloso,
 palpitaba, su lubricación estaba en las paredes de mi ser, cuando se salía con
 lentitud y entraba con rapidez, cuando sus labios buscaban mis pezones y mi
 vientre, nuestros delirios y nuestras expresiones, parecía como si estuviésemos
 destinados a terminar así, como si nadie nunca más nos hubiese dado el sexo que
 nos dimos
 En el fondo no quería detenerme, pude haberme convertido en
 un ninfómano solo por mi tío o por cualquiera porque debo confesar que el sexo
 se volvió una adicción para mí, una adicción que he reprimido mucho tiempo por
 miedo a no caer con la persona equivocada, sea con un hombre o una mujer, a
 veces sentía que no era suficiente para nadie, que todos merecían algo mejor,
 pero después me di cuenta que era un complejo por nunca haber experimentado, he
 tenido sexo con algunas chicas y con mi tío, pero aun así no encuentro como
 definirme ya que la belleza es algo que me atrae, dicen que soy pansexual pero
 yo creo que solo soy un chico en busca de alguien que logre satisfacerlo, en
 fin, mi tío y yo lo hicimos hasta que terminó dentro de mí y yo por culpa de la
 masturbación que me estaba practicando, se dejó caer sobre mí para besarme
 hasta que le sueño nos venció y al amanecer ya no estaba, era sábado, no tenía
 que ir a la escuela así que me quedé en casa pensando en lo de la noche
 anterior, le busque los pros y los contra, me masturbe seis veces recordando
 las caricias de mi tío y admiré en mi cuerpo las mordidas que me había dejado, tenía
 que repetirse esa noche, no sabía como pero quería que alguien me cogiera en
 ese momento, me había fascinado, incluso pensé en salir a la calle a buscar a
 alguien que me sacara de mi apuro pero me contuve, tenía que espera a mi tío
 Marcelo por cualquier cosa que pasara, me quede viendo la tele y haciendo mis
 tarea, necesitaba mejorar mi promedio escolar para no volver a defraudar a mi tío
 pero sobre todo porque no quería otra pelea, independientemente de nuestro amorío,
 él seguía siendo el que mandaba
 Esperé a que llegara a eso de las diez de la noche, mi tía
 Laura lo hizo como a eso de las ocho, me daba mucha vergüenza verla porque a
 pesar de que no sabía nada, sentía mucha culpa al verla a los ojos, mi tío
 Marcelo llegó como siempre, besó a mi tía en los labios y le confirmó su amor
 hasta la muerte, a mí me saludo y me abrazó como si nada, era cierto, estaba tomándose
 muy en serio su papel pues no se permitía ni verme a los ojos, cuando llegó la
 noche y era hora de irnos a dormir, nuestros cuartos estaban alejados y la única
 forma de cruzarnos era cuando se iba a lavar los dientes, me metí al baño para
 hacerle una pregunta, antes de que saliera— ¿Debo cerrar mi puerta con seguro
 esta noche?— Pregunté en sentido de broma y queriendo abrazarlo, mi tío se
 apartó y secándose la boca y preparándose para salir me respondió— Déjala con
 seguro, esta noche debo quedarme con mi esposa— Respondió tajantemente haciéndome
 tragar saliva y haciéndome sentir incomodo— Pero yo…— Dije pero me interrumpió—
 Las cosas no siempre serán como tú quieres Leoncito, ahora es hora de irse a dormir—
 Dijo y después se fue a su habitación para pasar la noche con mi tía…


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