Memorias de un felador "El buen Samaritano"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Esta página ha sido desahogo perfecto para el centenar de aventuras que he tenido, soy moreno, cabello al rape, relleno, bajo (1.
65), aunque voy a gym regularmente, tengo pancita, pero el resto de mi cuerpo es fibroso.
Desde hace tiempo he desarrollado una fijación por hacerle sexo oral a desonocidos, es una sensación tan excitante.
Hace un año aproximadamente, fui a visitar a mi mamá en una ciudad dormitorio de Venezuela.
Aproveché de reencontrarme con amigos, nos pusimos a beber y divertirnos.
Llegada la media noche, se acabó el licor y todos nos fuimos.
De regreso a casa paso por una especie de terminal de buses que está en la urbanización, en uno de los bancos noto a un tipo de piel oscura (Mi debilidad), entrado en sus 50, fornido, de rostro varonil y atractivo para su edad.
Me llamó la atención que a esas horas de la noche ese señor estuviera allí, pues ninguna unidad de transporte llegaría sino hasta la mañana del día siguiente.
Pensé que estaba borracho o lo habían robado, así que me acerqué para averiguar, el tipo muy amable me contestó que era de la Guaira, había venido a visitar a un hermano de sorpresa, sin embargo; el sorprendido fue él porque el hermano estaba de viaje y no regresaría hasta dentro de una semana.
El hombre no conocía a más nadie y se le había hecho tarde para regresar.
Estuvimos conversando largo rato, a medida que lo detallaba me iba gustando más, tenía unos labios carnosos, manos gruesas, piernas fibrosas (el tipo estaba en bermudas), y aunque en principio mi intención no era sexual, mi morbo se iba prendiendo.
Transcurrida casi una hora, el hombre suelta que está sediento, como la casa de mi mamá no estaba lejos, le dije que me esperara, fui, agarré una jarra de agua fría y le preparé un sándwich, cuando regresé con el presente el tipo parecía que había visto a Dios.
Me agradeció enormemente, se me puso a la orden si algún día visitaba La Guaira, en fin.
Mientras se devoraba el aperitivo, yo me lo comía con la mirada, tan evidente fue, que al terminar, el tipo empezó a sobarse el bulto.
Yo acerqué mi mano hasta él y empecé a masajearlo, sentía como su miembro se ponía duro con el roce, él respiraba entrecortado, yo temblaba por la inyección de adrenalina que sentía al acariciar a ese desconocido, en la garganta se me hacía un nudo, mi boca salivaba como el perro de Pavlov.
Le bajé el cierre, lo desabotoné y dejó ver un interior (trusa) color blanco, con una gran mancha húmeda de líquido preseminal, le bajé el interior y un miembro venoso, de aproximadamente 15 centímetros se erigía como asta de bandera.
Su pelvis mostraba el nacimiento de unos vellos rasurados con anterioridad.
Pasé mi lengua por su glande chorreante de baba, besé su pelvis que olía a hombre, besé sus bolas, hasta que introduje su miembro en mi boca.
Por su tamaño pude jugar con él a mi antojo, mientras subía y bajaba con los labios, mi lengua lo rozaba por, el hombre gemía, me sobaba las orejas, "chupas güevo riquísimo"; dijo entrecortado, eso me prendió más y chupaba con más frenesí, lo metía todo hasta mi garganta, "rico, rico" "Me estas mamando ese güevo demasiado rico, quiero metértelo".
Yo estaba tan caliente, que a pesar que no disfruto mucho siendo pasivo, me vi tentando a dejar que ese hombre me poseyera, pues estaban tan excitado con su excitación, que mi culo pedía güevo, sin embargo; no tenía condones ni él tampoco, así que no accedí.
Yo seguía chupando, estar en un lugar público, acompañado con el aullido de los perros en la lejanía y el sonido de los grillos, aunado a la sensación de poder ser descubiertos, me tenía con el pene prensado, a punto de estallar en semen.
"Voy a acabar", esa es la frase que más me excita cuando hago sexo oral, porque soy de los que le encanta chupar con todas las fuerzas mientras el semen va saliendo, adoro verlos retorcerse de placer mientras mi lengua juguetea con su glande y uretra mientras sale la leche.
Este tipo no fue la excepción, mientras se venía, yo succionaba, los gemidos de placer del tipo eran impresionantes, su leche invadió toda mi boca, y yo seguía chupando, hasta que él me apartó la cabeza de su miembro.
Escupí el semen (me gusta que acaben en mi boca más no tragarlo), luego saqué mi verga (tamaño normal 15 cms, morena, muy venuda) y de lo excitado que estaba no bastaron más de dos sacudidas para eyacular cuatros chorros de leche.
"Verga, carajito, no me puedo quejar de esta noche, comida y una buena mamada de guevo.
Anota mi número para que me visites en La Guaira", debido a la inseguridad que reina en el país, no acostumbro a sacar el celular de noche, el tipo me lo dictó, yo intenté memorizarlo, pero cuando llegué a casa lo había olvidado.
No lo volví a ver.
pero estoy seguro que esa embarcada de su hermano nunca la olvidará.
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