Memorias de un felador "El indigente"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
No sé porqué, ni desde cuando, lo cierto es que he adquirido un fetiche por hacerle sexo oral a desconocidos.
En una noche, mi deseo de chupar verga era enorme, ninguno de mis amigos sexuales estaba cerca, por lo que decidí ir a una tasca cerca de mi casa a beber unas cervezas para aplacar las ganas.
Entre birra y birra mi deseo sexual fue aumentando (El alcohol siempre me pone puta), el local estaba prácticamente vacío, por lo que no había candidatos para satisfacer las ganas.
Llegada la medianoche decidí dar una vuelta, debido a la inseguridad que reina en Caracas, después de cierta hora las calles están desiertas y esa no era la excepción, ni siquiera las prostitutas de la esquina se veían.
Llevaba como media hora caminando sin rumbo, entre calles oscuras, la frustración se asomaba en mi cuerpo, cuando a lo lejos visibilizo un tipo hurgando en la basura, me acerco poco a poco y me paro cerca de él, simulando esperar a alguien, de reojo detallaba al tipo, no era para nada agraciado, cabello rebelde y largo, sin embargo; su color de piel negro (me encantan) me atrapó.
El hombre se me acercó, mi corazón empezó a acelerarse en una mezcla de miedo y adrenalina.
– ¿Qué es lo qué menor? ¿Qué haces por ahí? – preguntó con una voz ronca por el abuso del alcohol.
– ¡Estoy esperando a una prima que viene en un taxi! – Mentí, intentando disimular el nerviosismo que sentía.
– ¡Mentiroso! ¡Tú estás buscando güevo (así le decimos al pene)! – Rió burlón.
Yo quedé pasmado con esa respuesta, supongo que su andar por las calles le ha dado el don para identificar a las personas y sus intenciones.
– ¿Quieres güevo sí o no?
Esa pregunta me puso a millón, al fin cumpliría mi fantasía, el tipo no era guapo, pero la situación me prendía enormemente.
– ¡Sí!
– ¿Cuánto me vas a dar?
Ahí mis ganas se frenaron un poco, nunca me ha gustado pagar por sexo, pero no iba a perder la oportunidad , saqué unos billetes que tenía en el bolsillo y se los ofrecí.
El tipo aceptó, me condujo a una callejuela oscura y se bajo el pantalón, ahí vi un pene de unos 17 cms, gordo, velludo.
Tenía un olor muy fuerte que me perturbó al principio, pero cuando empecé a saborearlo, lo pasé por alto.
El glande lo tenía suavecito, a medida que me acostumbraba al sabor lo chupaba con más esmero, me lo disfrutaba, y el tipo también "chúpalo así, papi" "Me encanta como me mamas el güevo", él estaba excitado y yo también, Sentía sus manos callosas y ásperas rozando mis orejas, la nuca.
Él estaba muy excitado, lo sé porque el precum me inundaba el paladar.
En medio de su excitación me dijo: "¡Te quiero coger! ¡Dame ese culo!", yo desestí la petición arguyendo que no tenía condones, (pero en realidad no disfruto mucho que me hagan sexo anal).
Aumente la intensidad de las chupadas, hasta que me sentí desbordado por un chorro de semen de sabor agrio, rancio, escupí al piso, el tipo sonrió.
"Lo mamas divino" y se fue.
Estuvo bueno deberías contar mas