Memorias de un pajero – Chapter 1
Primer relato de mis inicios en la paja con amigos para luego pasar a pajas cruzadas.
Hola, soy un chico Argentino de Buenos Aires de unos 30 y pico, hetero, 1.75 mts, 70 Kg, 18 cm de verga y orgullosamente pajero.
Me calienta mucho la lectura y ahora es momento de compartirles mis experiencias desde mis inicios en una serie de 4 relatos; (1: lo que hacíamos con los compañeritos de escuela, 2: Hago nuevos amigos en Berazategui, 3: pajas entre primos, 4: comenzando la adolescencia) que iré subiendo para que la historia no se haga tan larga y aburrida. De hecho, ésta será la más corta y aburrida, así que si vos también sos un pajero y has compartido pajas con amigos, te invito a leer los próximos relatos y dejes tu comentario con alguna situación que recuerdes.
Todo lo que escriba será real, aunque con poco detalle, porque ha pasado mucho tiempo, pero si al menos un recuento de los pajeros que fue conociendo a lo largo de mi vida.
Aunque suene raro, tuve una primera experiencia con un compañerito, si bien no recuerdo los detalles por el paso del tiempo, le gustaba mostrarme su pitito y tocar el mio. Ya en ese momento sabia que no estaba bien y lo que más me ponía nervioso era que la maestra se diera cuenta, ya que al otro pibito le apasionaba el tema del toqueteo, haciéndose cada vez más frecuentes, tanto en el baño como en la misma aula.
El próximo recuerdo que tengo es a los 8 o 9 añitos, conocía a un vecinito 2 o 3 años menor, jugando en frente de mi casa, en donde había una plaza. Supongo que habrá comenzado como curiosidad, la cuestión es que cuando estábamos, nos la mostrábamos. Lo que más recuerdo, es que la suya era más pequeña, obvio, pero la peculiaridad era que medio pito era de un color y la otra mita de un color más claro.
En ese momento ambos desconocíamos el arte de la paja, así que después de mostrárnosla varias veces, el pibito me enseño una nueva técnica y era la de frotarnos en círculos con la palma de la mano la cabecita de la chota, cosa que causaba un rico cosquilleo. No sé de donde habrá aprendido eso el pendejito (luego de pensarlo de adulto, este nene tenia como 12 hermanos, algunos estaban presos… alguno le habrá enseñado algo???)
Esa misma técnica es la que utilizaba cuando estaba solo en casa 🙂
Tenía otro amigo, J el chico de la esquina que era 1 o 2 años mayor. Un día, estando en su casa, me preguntó si sabía lo que era la paja, creo que le dije que si, pero no tenía ni idea. Cuestión que seguimos hablando, se me super paró y le pregunté si me la quería ver.
Recuerdo que estábamos los 2 sentados, cuando me dijo que «si» me puse de rodillas y la saqué, la tenía bien dura, le pelé la cabecita para que la viera bien y me respondió que era grande, la guardé esperando que él haga lo mismo, pero no hizo nada.
Con el tiempo, si nos la mostramos algunas veces, más que nada para compararlas y pero nada más.
Finalmente y para ir cerrando con esta introducción, también L, el hijo de una pareja amiga de mis padres. El niño tenia unos 3 años menos y nos veíamos cuando nuestros padres se juntaban a cenar.
Una tarde en mi casa, hablando de nuestros pititos le muestro una enciclopedia en donde se veía el cuerpo humano (jajajajaja que bizarro, pero si, en esa época sin internet, ver una teta era difícil), cuestión que con esa enciclopedia, abierta en la página del cuerpo femenino, esos dos pendejos se empezaban a excitar y eventualmente mostrarse sus partecitas. Creo que era esa curiosidad de verle el pito a otro y que vea el mio a escondidas, sabíamos que eso no se hacía y creo que era lo más excitante.
Hasta aquí la primera parte introductoria. Una de las cosas que me sorprende, después de hacer memoria y cuentas para sacar las edades, desde bien chiquito ya tenemos curiosidades sexuales, es increíble.
Una vez publicado este relato, les cuento las cosas que hacíamos con los compañeritos de clase…
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