Metamorfosis
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sirpepe.
Espero no aburrirlos con esta introducción.
Siempre me ha llamado la atención el arte, cualquier tipo de arte, pero en especial la literatura. El arte erótico es un punto esencial en la literatura, en donde el lector logra obtener imágenes muy fuertes y efectivas que no solo afectan la menta, sino el cuerpo instantáneamente. Es por eso que amo la literatura.
Espero disfruten de esta historia así como cuando yo disfrute al escribirla.
Con amor: Sir Pepe
Metamorfosis
¿Porque te vas, tú que apenas llegaste a mí como aquel que podía cambiar mi destino?
Yo saldría de vacaciones de invierno en este año y así fue, con las maletas listas partiría a una pequeña comunidad en la sierra tarahumara. Ahí Vivian unos tíos y sus familiares, y los familiares de sus familiares. En total eran como ocho acogedoras cabañas.
Al entrar a la zona boscosa el impresionante frio invernal hiso alarde de sus más poderosas armas, una de estas es la maravillosa precipitación de escamitas blancas de los cielos grisáceos.
Los milenarios arboles bloqueaban de los ojos curiosos lo que pareciese ser un pueblo perdido en medio de la nada. Rodeado de pinos revestidos de blanco, el pequeño pueblo era acogedor a la primera impresión. El humo emanaba de las chimeneas, blanco como la alfombra que la temporada marcaba en el suelo. Olía a tierra mojada.
Al bajar me tocaría hospedarme en la casa de la prima del tío de mi primo. Una casita al final del claro cuya fachada asemejaba un hogar de cuento de hadas. Celeste no estaría en casa durante un tiempo por diversas razones laborales, pero si su hijo. Oliver. Un muchacho de mi edad que conocería muy pronto, ya que tendría que compartir sus cosas con migo y viceversa.
Mis acompañantes saludaron a sus conocidos y sus conocidos a mis familiares, quienes eran mis acompañantes. Ahí fue en donde conocí a Ricardo, Manuel, Samanta, Toño, Alfonso, Ángel, Martina, Carmen y Oliver.
Manuel era como el patriarca de la familia, Samanta era su esposa, Ángel era la hija de Carmen, una hermosa muchacha de ojos celestes y cabellos dorados. Oliver era hijo de Celeste y Adrián. Adrián era padre ausente, así que Oliver vivía solo con su madre. Se acercó a mí, y me saludo.
-Hola, soy Oliver ¿cómo estás?- Oliver era de mi misma altura. Llevaba puesto un gorro tejido verde que cubría su cabello negro lacio, un chaleco naranja, sweater tejido gris, pantalones de mezclilla y tenis muy usados. Su piel era clara, sus labios rosados y su nariz algo grandecita pero le iba muy bien conforme a sus fracciones faciales. Lo que más me impacto de el en ese momento, fue ese par de gemas esmeraldas con las que miraba con ternura y sinceridad.
-Hola soy Pepe.- Le conteste.
Despues de pasado todo el momento de intercambios de saludos Carmen nos invitó a todos a comer en su casa. Aceptamos.
Dentro, en una pequeña mesa, hicimos lo que pudimos para acomodarnos. Junto a mi estaban Ángel y Oliver, ambos tenían algo especial que los diferenciaban de todos los hombres y todas las mujeres que he conocido. Uno era misterioso y tierno, y la otra era hermosa y jovial.
Ese día comimos estofado de carne de res con setas. Llego un punto en el que mi pierna se juntó a la de Oliver bajo la mesa. Él no se incomodaba y seguía comiendo sin ningún problema. En cambio yo sentía algo muy curioso en mi estómago, como una colonia de orugas.
Al terminar de comer toda la tarde me la pase con mi prima Rita, quien iba con nosotros de vacaciones. Una vez que empezó a oscurecer cada quien tenía que volver a sus respectivas casas. Bueno, eso ordeno don Manuel antes de que la comida concluyera.
Me dirigí a la última cabaña del lugar. Me dio un poco de miedo el camino debido a que era la más separada y alejada del resto, además habia que pasar por una parte del bosque, que hacía que la cabaña no se viera con facilidad. La encontré, el humo que emanaba de su chimenea y una luz en la ventana me indico que Oliver aún no estaba dormido. Al entrar me encontré con un acogedor hogar: Una cama, una mesa con dos sillas, estufa de leña, y una puerta que daba al baño, además de otros muebles. Cabe mencionar que la casa no tenía luz eléctrica, solo la casa de Don Manuel tenia.
-¿Te gusta?- Era la voz de Oliver quien emergió de no sé dónde mientras miraba su pequeña y rustica casa.
-Es muy acogedora, podría quedarme aquí bastante tiempo.-Le dije, el sonrió.
– Ponte cómodo, si quieres quítate los zapatos.- Me indico, yo obedecí. Peto de pronto me impacte al ver como el chico comenzaba a sacarse la ropa sin que le molestara mi presencia. Termino con solo un calzón verde pegado. Debo admitir que me incomodaba su indiferencia al estar semi desnudo frente a mí. Lo mire rápidamente y le escanee su cuerpo de arriba a abajo lo mejor que pude: Espalda ancha y fuerte, brazos muy bien trabajados ya con vellos negros bajo estos, pecho firme pero no marcado, pezones pequeños rosados como los labios, abdomen plano, piernas gordas, nalgas redondas y muy infladas y un bulto muy notorio enfrente.
-Me voy a bañar, puedes hacer lo que gustes, tengo unos libros y una baraja en los cajones de la cama.
– Ok.- me resigne a contestarle.
-¿Cómo perdón?- No conocía la expresión.
-Está bien.- le dije sonriendo, el me regreso la sonrisa y se metió al baño.
-Fregada burra no hay agua otra vez.- Lo escuche quejarse.- Eh Pepe, ¿podrías hacerme un favor?-
-¿Como que?- Le conteste.
-Necesito que me hagas de tira aguas, ¿podrías?- Ahora yo no entendí la expresión.
-¿Qué es eso?-
-Tu pásale yo te explico por acá.- Me dijo, yo estaba algo confundido por eso, no sé si excitado o me sentía como un citadino facebookero tratando de arriar una mula. Entre al baño y ahí está el con las manos en la cintura, aun con el verdor de sus calzoncillos censurándolo. Que decepción.
-¿Qué debo hacer?- Pregunte.
– Esta fácil, nomás tienes que chorrearme con el agua de los botes de allá. Para yo bañarme mientras tú haces de regadera.- Me dijo señalando unas cubetas llenas de agua en la esquina del lugar.
-Es como le hacemos aquí cuando no sube la agua, a veces yo tengo que hacerle de tira aguas para el don Manuel y Alfonso, ellos también me ayudan a veces.- Me dijo al ver que no entendía bien sus instrucciones.
Yo fui por una cubeta y me dispuse a hacerle de "tira aguas. Oliver se colocó derecho y me dijo que comenzara. Así lo hice y comencé a vaciar lentamente un chorrito de agua sobre su cabellera azabache. El tomo un jabón muy grande y comenzó a enjabonarse rápidamente la cabeza. Cuando termino me dijo que le echara de golpe todo el contenido, yo lo hice y hasta a mí me llego el agua. Tome la segunda cubeta y comencé a vaciársela. Colocando el brazo tras la nuca note muy de cerca su axila velluda, me dio mucho morbo pero logre contenerme, él se enjabonaba y enjuagaba la axila, así siguió con la otra y luego paso a su pecho. Paso sus dedos sobre sus pezones ya muy erectos por el frio y despues bajo a su abdomen. Como pudo se enjabono también la espalda. Yo quería ayudarlo con la espalda, pero no me atreví. Para ese entonces solo quedaba un par de cunetas. Inesperadamente se quitó el calzón verde ya muy húmedo y lo lanzo a un rincón. ¡Ah pero que guapo en chavalo! Tenía un culito apretado y grande, un par de bolas reducidas por el frio cubiertas con algunos pelitos negros, y un descomunal roble rosado sin circuncidar coronado por una jungla negra. Verlo así desnudo, y totalmente carente de cualquier cosa sexual ante mí, Hizo que mis orugas formaran crisálidas en mi estómago. ¿Cómo era posible que fuera tan grande y tan inocente, acaso no se masturbaba, acaso no le daba pena mostrarse tal como Dios lo trajo al mundo? Masturbarse si, pena no. Al menos no con alguien de su mismo sexo.
Continúe con mi trabajo intentando ver el momento igual que él. Como lo más natural del mundo. Puede que en parte si lo sea…
¿Porque tenemos que ocultar nuestros cuerpos?, si la desnudes fuera algo marciano naceríamos con ropa puesta.
Se tallaba se enjuagaba, pasaba sus manos por su raya y por su herramienta de hombre. Como si nada. Me daban ganas de abrasarlo y dejarme coger por él, pero no. No con él, con el no. Era algo más que solo sexo, yo sentía admiración por él, respeto por su valor y más que nada amor.
Cuando termino de bañarse, me agradeció con unas palmaditas en la espalda que yo le correspondí y se dispuso a secarse.
-Tengo ya preparados unos frijoles, si quieres caliéntalos en el calentón, yo ahorita voy.- Me dijo mientras se secaba en cabello. Así lo hice.
Calenté la cena, unos frijoles enteros muy caldosos y los serví en unos pequeños platos. Solo eso cenamos ese día, pero no tenía hambre puesto que el estofado de la tarde habia sido muy saciador debido a las setas. En cambio Oliver si se comió como dos platos.
Mientras cenábamos platicábamos de nuestras respectivas vidas, fueron unos momentos muy cálidos y tranquilos. Ahí fue en donde me entre que se dedicaba a la carpintería en un pueblo cercano (por eso siempre olía a madera) y se habia salido de la preparatoria por motivos económicos, y por qué no le gustaba mucho estudiar, además de que le quedaba demasiado lejos.
Al terminar de cenar nos fuimos a dormir, yo con mi pijama y el sin camisa y con unos bóxer guango de cuadros. Ahí también platicamos bastante, pero cuando callamos Oliver se quedó dormido bastante pronto.
Ahí estaba yo, débil ante su belleza superior, su carácter cálido y amigable. Lo miraba que no sentía frio a pesar de ser invierno, totalmente destapado. Las llamas de la chimenea iluminaban su espalda coloreándola de tonos otoñales. Quería besarlo, pero no podía, él era heterosexual y un gran amigo que conocí en un solo día. No quería que el sentimiento se esfumara. Pero con solo recordar la escena de la regadera, las imágenes de su cuerpo humedecido, su sonrisa. No podría resistir más, tenía que acariciarlo, se lo merecía, su belleza lo merecía. No solo mis caricias, sino la de todas las mujeres que él quisiera.
Al estar dormido boca abajo, no pude contener la sensación de acariciar sus montañas traseras. Con cuidado pose una mano sobre sus nalgas y sentí su calor. Comencé a masturbarme.
Yo frotaba mi mano por su trasero con suavidad tratando de no despertarlo, varias veces intente adivinar la posición de su compuerta trasera al presionar varias zonas de su raya. Pero esta era tan profunda que era imposible descubrir su entrada triunfal. Pero tenía que verlo, tenía que verle ese agujero virgen. Con cuidado le fui bajando el bóxer, mire su piel blanca aparecer tras el paso del elástico. Se lo deje casi hasta el comienzo de sus muslos pues ya no se podía más. Acaricie con cuidado su fina piel. Suave, tersa y limpia. Me acerque mas a sus nalgas y me llego su aroma corporal, como a pino. Le deposite un beso en su nalga derecha y continúe mi expedición. Necesite de ambas manos para abrirle la raya, pero lo encontré. Un pequeño orificio rosado con algunos pelitos a sus alrededores. Me acerque a su agujero y le deposite un beso muy cerca de él, luego otro y otro, y una lamida y un chupetón. Pero solo por alrededor de su agujerito. Sentí un movimiento, apretó su trasero. Yo me regrese a mi lugar rápidamente y fingí estar dormido.
Note que se dio vuelta boca arriba y continuo su sueño. Deje pasar algo de tiempo. Cuando me percaté de que dormía profundamente volví a apreciarlo. Sus finos cabellos caían en ondas sobre su frente, su pecho subía y bajaba haciendo alarde de sus tetillas erectas, su vientre plano. Note que a causa de haberle bajado el bóxer por detrás, por delante no estaba muy arriba que digamos, se le notaba la típica V que indica hacia donde se encontraba su portento de raíz macha, todos sus vellos negros estaban de fuera, esos guardianes revueltos que se amontonaban justo sobre su masculinidad.
No me quise precipitar. Con una mano comencé a acariciarlo. Toque sus bíceps y todo el brazo en sí, inclusive sus axilas que me despertaban el morbo. Pase si mano por su pecho, era grande y tibio, juguetee con sus pezones con movimientos circulares y de arriba- abajo de mi dedo, pase por su vientre y llegue hasta sus vellos del pubis, mis dedos se perdieron peinando la maleza de esa zona. Luego, le comencé a bajar más el bóxer. Ahí estaba su hombría, flácida y bella reposando hacia la derecha mostrando los acolchonados huevos en los que descansaba. Lo volteo a ver y le esbozo una sonrisa como si me fuera a responder.
Con cuidado tomo su verga con los dedos y siento su piel. Comienzo a darle una paja muy suave para evitar despertarlo, siento como se empieza a poner dura su herramienta hasta el punto que asemejaba un tronco de árbol. Me acerque lentamente hacia su pene, su olor penetrante era un perfume de mil flores. De pronto, note como despertaba.
Me miro intrigado, yo no reaccionaba, el tampoco. Sentí que nuestra amistad explotaba en mil pedazos. Pero me lanzo una sonrisa picaresca.
-¿Continuo?- Le pregunte, el solo confirmo con la cabeza. Tome su pene muy erecto con la mano y se empecé a bombear, cuando note que emergía bastante pre semen me dispuse a darle la primera y la mejor mamada de su vida.
Cuando le pase mi lengua, Oliver se sobresaltó y gimió levemente. Sus partes eran muy sensibles y nunca habia experimentado algo así. Me miro con inocencia y algo asustado.
-¿Qué pasa?-Le pregunte.
-Sentí como que calambritos en todo el cuerpo cuando me chupaste el pito.- Me dijo. Yo sonreí.
-¿Y te molesto?
-No, la verdad es que me gusto.- Entonces me sonrió y acercó su verga a mi cara. Yo entendí su intención y me metí toda su herramienta de golpe. Oliver gimió bastante fuerte y se retorció hacia mí sujetando mi cabeza. Le envolvía el tronco con mis labios, subía y bajaba haciéndolo gemir y retorcerse cada vez más. Hacia sonidos que parecía que estaba enchilado cuando succionaba la punta de su herramienta.
Su sabor salado era un manjar. Tomo mi cabeza y comenzó a manejarla como si fuera un juguete sexual, comencé a mamarlo más frenéticamente. Cuando note que quería terminar deje de mamarlo y me dedique solo a acariciar su cuerpo y chupar sus bolas. Cuando note que el peligro habia pasado continúe.
Yo seguí con una mamada muy leve, pero a pesar de eso, su excitación era tal que se chorreo en mi boca. Chorros de su tibia leche de varón cayeron en mi boca dejándome su sabor impregnado. Yo los escupí al suelo porque sinceramente me daría asco tragármelos. Oliver se desplomó hacia atrás, jadeando y tratando de recuperarse. Yo aprovecho y levanto sus piernas dejando a la vista su culito virgen. El me mira con ojos de confusión.
-¿Qué haces?- Me dice.
Yo no le contesto, solo le sonrió y le doy una lamida con toda mi lengua a su entradita. Él se retuerce, gime y se acomoda de forma que evita que siga con mi plan. – No ahí no.- Me dice. Aleja su culo de mí y lo oculta de mi vista. Nota mi rostro de decepción.
– Perdón por eso.-Le digo.- Es que yo te amo Oliver.- Despues de que le digo eso, Oliver con la boca abierta y los ojos pelones como platos me dice.
-No te preocupes, nadie lo sabrá nunca.- Yo no puedo contenerme más y me lanzo a abrasarlo. El me corresponde el abraso. -También te amo Pepe, pero que sea nuestro secreto, no sé qué pasaría con migo si alguien me descubre. Probablemente me despidan de la carpintería y Don Manuel me dé una madrina.- Yo noto su preocupación real y solo lo abraso más fuerte. Siento mis brazos por debajo de los suyos, su desnudes pegada a mí, su aliento en mi cuello, su olor a pino, sus lágrimas.
-No podemos hacer esto.- Me susurra entre sollozos. -Es malo… Concluye y me mira a los ojos con sus ojos verdes empapados de lágrimas que ruedan despues por sus mejillas. Lo detengo en seco, le sonrió sutilmente y lo beso. No fue un beso sexos, ni para calentar los aires, fue real, piadoso, de consuelo, de amor. Dicen que no hay fuerza en la tierra que se compare al amor. Espero que sea cierto…
Nos quedamos dormidos juntos, yo abrazado de el por la espalda. El gallo canta, ambos despertamos ya como a eso de las diez. Él se pone boca arriba y coloca sus brazos tras la cabeza. Me sonríe. Yo pongo mi cabeza sobre uno de sus brazos a la altura del bícep, muy cerca de su rostro y con la mano apoyada en su pecho desnudo.
-Buenos días.- Me dice sonriendo.
-Buenos días.- Le respondo.
-Respecto a lo de ayer. Me gustaría que terminaras de hacer lo que fuera que ibas a hacer con migo.
Yo sonrió y le digo. -¿¡De verdad!?
-Si. Pero espera a que regrese de la carpintería como a eso de las seis de la tarde.
-Claro que te esperare.- El me sonríe y luego se levanta, se sienta en la cama y luego se para frente mí. Aunque esta todo desnudo, no siento más pasión loca por su cuerpo, sino más bien un deseo amoroso incomparable. Se comienza a vestir y luego se marcha de la casa. Yo aun con las imágenes de anoche no dudo en darme una buena jalada.
Tomo la ropa interior que uso anoche y la huelo con suavidad, olía a una combinación de pino, sudor y semen. Ese olor me éxito y comienzo con la mejor paja de mi vida. Al final termino lanzando mi carga sobre sus calzoncillos.
Me alisto de forma decente, puesto que escucho a mi prima Rita gritar.
-Pepe te estamos esperando para desayunar, solo faltas tú apurare que ya es tarde.
Salgo de la cabaña y llego a la casa de don Manuel. Su esposa preparo desayuno para todo los invitados: Huevos recién sacados del gallinero y frijoles refritos.
Al terminar de desayunar me dirijo a la cabaña de Oliver para hacerme otra paja (Estaba demasiado caliente aun) pero me frena la voz melodiosa de Ángel.
-Buenos días, ¿no te gustaría una galleta?- Me dice mostrando una cesta con algunas galletas. Yo tomo una y me la como.
-Están bastante buenas, ¿de qué son?- Ángel me sonríe de la forma más hermosa que haya visto y me contesta.
-Son de leche con canela y pasas. Qué bueno que te gustaron.
-Pues es que están muy buenas.- Le digo tomando otra galleta.
-Me gustas Pepe.- Al escuchar esto de su voz me detengo en seco. Por alguna razón no puedo pensar con claridad y mi corazón se acelera.
Ángel se acerca a mí y me da un beso celestial. Me pierdo en su belleza y sus encantos y le correspondo abrazándola, ella hace lo mismo mientras cierra los ojos azules. En ese momento miro de reojo hacia un lado mío. Ahí estaba Oliver, mirándome a mí y a Ángel. Por alguna razón cierro los ojos y me pierdo por completo del mundo, lo único que quiero es estar con Ángel. Siento como los capullos de mi estómago revientan y de ellos emergen hermosas mariposas
Sufrí una hermosa metamorfosis.
La historia es real totalmente a diferencia de otras mías que son ficticias. Aquí no termina la historia, puedo contarles el resto pero eso ya depende de ustedes mis queridos lectores.
Recuerda que el amor a veces da giros inesperados, siempre para bien de ambos amantes.
FIN
Los quiere: Sir. Pepe
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