METAMORFOSIS 101
La violencia.
Los labios se deslizaban por la tibia piel del pene que lo iba ensalivado, después esos labios se unían cuando se alejaban del glande para volverse a abrir y abarcar todo el tronco del pene oliendo aquella piel sudorosa cuando el tronco estaba dentro de su boca cerca de la nariz, la mano cuarentona se deslizaba en la cabeza de la “niña” acariciándola, pasándola por las suaves mejillas infantiles, ella a ojos cerrados estaba concentrada en su acción mientras que el hombre con los ojos cerrados disfrutaba del hecho, la tarde juliana de mediados del mes estaba fresca, en contraste con el calor de los dos cuerpos desnudos sobre la cama, la “niña” hace un mes había cumplido siete años, su cuerpo, desarrollado para la edad que sustentaba, se movia suavemente en la cama, el hombre miraba el reloj, ya sería momento de abrir la abacería, la separó de su pene, el hombre se apresuró en acostarla de cara al colchón manchado y oloroso con evidencia de tanto uso en encuentros anteriores, a ella el pelo largo le cubría la cara, el cuarentón escupió el ano y metió por ahí su pene ensalivado haciéndola gemir, el pene entraba despacito, los testículos sonaban al choque con el trasero de la niña una vez que todo ese pene venoso y peludo estaba adento, eso le gustaba al cuarentón y también se lo estaba haciendo gustar a ella pues la sostenía con maña y ventaja de ser su iniciador, después la llevó suavemente a su cuerpo abrazandoa con ternura diciendoe al oído lo muy bella que era halagonda por “jugar” muy bien con él, luego ella sonriente se dejaba recostar en el cochón manchado, abriéndola bien de piernas y sentando las piernitas abiertas sobre sus muslos, así le pasó el pene erecto, ella encorvada miraba ese glande que rozaba su vaginita de siete años, se miraron en un alto que hizo en el movimiento de pene, ella fijamente no dejaba de ver el pene sobre su vagina, el hombre le preguntó si eso le gustaba y ella tiernamente respondía moviendo afirmativamente la cabeza, así continuaron sonriendo, lentamente la fue acostando en el colchón no sin dejar aiertas las piernas que rocedió a besarlas repetidamente diciéndole que l stenía bonitas, ella acostada se dejaba acariciar mirando sonriente el movimiento de esos labios que le hacían mañosamente cosquillas en su piel, miraba cómo le besaban sus pies descalzos mientras se pasaba las manos en su vaginita, ya estando bien pegados su pechos se besaban con lengua, le besó desde el cuello hasta la vaginita y fue así que acomodó el pene en la entrada de la vagina y a la vez que alzaba el cuerpo de la niña desde las caderas, la vagina se alzaba y bajaba de tal manera que el pene entraba y salía, ella se sujetaba con sus manitos en las caderas de su iniciador, reconocía que eso al principio le sorprendía y le incomodaba pero ya con el tiempo y con tantos encuentros en aquel colchón manchado de semen como testimonio de sus encuentros sexuales con el tiempo ahora ya le gustaba y lo demostraba su placer cerrando sus ojos sintiendo esas manos cayosas apretando sus glúteos, y eso a ella más le gustaba, se hicieron rápidos movimientos que el hombre con gusto la sentó con fuerza dejándole todo el pene dentro de la vagina, ella gemía al sentir la penetración total de quien tiempo despúes la había desvirgado, su iniciador en el sexo primerizo, estaba quieto y así eyaculaba, ella sentía el semen en su interior que el hombre adulto le dejaba, aquel hombre había iniciado a la “niña” en el sexo desde hace ya buen tiempo en el que actualmente ya estaba acostumbrada, lentamente fue sacando el pene aún tieso con gotas de semen de residuo, gotas que quedaban impregnadas en la tela del colchón que rozaba el glande latente, lentamente la fue separando de su cuerpo a esa preciosa nena, la vagina tenía semen en la entrada, ella sentada a pierna abierta sobre el colchón se pasaba un trapo por la vagina como siempre lo hacía luego de hacer “eso”, miraba a su iniciador reostado de perfil sobre el colchón con ese glande que se lo agitaba, luego de pasarse varias veces el trapo por la vaginia lentamente salió del cuarto y sin ser vista por los vecinos salió de lapuerta con rumbo a la letrina a limpiarse por completo, el hombre con satisfacción se congratulaba de haber hecho el amor con esa preciosa niña, seguía acostado a alta respiración viendo el reloj y manoseándose el pene, se sentó en la silla poniéndose la ropa y la miraba desde la ventana, lamentablemente para ella su padre falleció en la trifulca de abril, ella y su hermano quedaron huérfanos, y así para ganar dinero, la desesperada madre acudió al dueño de la abacería para que le diera trabajo y comida a su hijita, el dinero les hacía falta, al principio hipócritamente el hombre no quería aceptar por el qué dirán de la gentes, la madre le dijo que eso no sería problema si su otro hijo también trabajase con él, después de tanto meditar el hombre aceptó, la niña trabajaría después de llegada de la escuela, pero que también a primeras horas de la mañana realizaría la limpieza del local antes de irse a la escuela, la madre aceptó sin reparos, estaba endeudada y la mercadería no se vendía, así que ella había conseguido un trabajo de tiempo completo en una fábrica textil a doble tiempo, la tía en lo posible los cuidaría a los niños hasta que la madre llegase del trabajo a altas horas de la noche, inclusive por lo general en las madrugadas, eso le extrañaba mucho y empezó a sospechar que la madre de los niños iba por malos caminos, el hombre de buena gana aceptó, así la “niña” empezó a trabajar y comenzaron también a incrementarse los encuentros sexuales que tenían un premio adicional en moneda del más alto valor, el hombre le decía a la madre de la “niña” que se había ganado un dinero extra por su buen comportamiento en su adecuada labor, eso le daba más alegría y confianza de dejar a su hijos con aquel hombre, lejos estaba de pensar que por lo general los niños eran objeto de sexo, la tía de a poco iba descuidando el cuidado de sus sobrinos al notar la actitud de la madre; a distancia el hombre vio vestirse a la niña en la letrina, al regresar le dio una escoba para que limpie, al terminar la jornada le daba unos centavitos extras, al hermanito le daba un dulce que alcanzaba también su primito por ayudar en los arreglos de los estantes de la tienda cuando de vez en cuando los visitaba; ya se acercaba la noche, los niños con candiles jugaban en la calle a vista de sus padres, los juegos más comunes eran policías y ladrones, formaban un escuadrón y las armas eran los juguetes o trozos de madera que se asemejaban, Leandro era uno de los niños líderes, tenía nueve años y pronto cumpliría los diez, el gringo como cariñosamente le decían los vecinos daba órdenes en el ataque, a veces los muy traviesos salían de la vista de los adultos para esconderse en la oscuridad como demandaba la regla del juego, yéndose más allá de los solares baldíos, escondido en el tupido monte Leandro aguardaba a su presa de juego, de un salto logró atrapar al niño de cinco años primo de la niña, lo rodeó por detrás con sus brazos tapándole la boca y lentamente haciéndole caer al suelo, Leandro recordaba lo que meses atrás había visto hacer a ese niño y su primito con el dueño de la abacería, como pudo le deslizó la ropa, le abrió el traserito y lentamente lo olía, lo tenía bien sujeto, alzó sus caderas deslizándose la ropa hasta liberar su pene vestido erecto y se lo pasó por el traserito, el, niño se dejaba así nomás, sintió algo duro que le entraba por detrás, las caderas de Leandro se alzaban y se bajaban muy rápido, el niño ya entendía lo que se trataba con esos movimientos, se quedó tendido relajándose un poco ante las ordenes de Leandro el gringo, algo de gemidos emitía, los movimientos fueron interrumpidos por los ruidos de los niños ubicados por las cercanías del monte, escucharon que se aproximaban y de súbito se vistieron saliendo en carrera, Leandro llevando al niño tomado de la cintura simulando ser su prisionero, esos contactos entre ellos seguirían con frecuencia en los juegos estando a solas.
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La violencia se incrementaba en las calles de la capital, parecía no tener solución, se estaba haciendo insostenible, Gustavito arrimado desde una amplia ventana observaba la corrida de la multitud confrontada con los miembros del orden, uno de los proyectiles impactó en los cristales de la ventana contigua, Carlos presuroso en compañía de otros se acercó al muchacho preocupado por el incidente, se calmó al verlo pasivo, los dos desde la ventana miraban salir desde la mansión a un grupo de seguridad que Carlos había contratado para disipar posibles actos de violencia y saqueos, la angustia les vino cuando el auto en que viajaba Noelia quedó cerca de casa rodeado por la multitud, la eficiente guardia contratada pudo sacarla a salvo, los dos corrieron presurosos bajando las amplias escaleras llegando al encuentro de Noelia apesadumbrada, tenía tomado de la mano al pequeño Carlos Augusto Rodolfo, la abrazaron llevándola lentamente a su alcoba, ella se sintió segura al tener el cuidado y cariño de los seres que amaba; transcurrieron un par de horas, el niño inocente de lo que había sucedido anteriormente en la calle estaba sentado jugando en la extensa alfombra de la amplia sala, estaba atento a los movimientos de un juguete de cuerda que días antes le había obsequiado un amigo de su padre, no escuchó a la sirvienta abrir la puerta, unos zapatos brillosos se pusieron junto al niño, una mano extendida acariciaba el pelo rubio infantil, el niño sonrió al levantar su carita extendiendo los brazos, el anciano se contuvo de la intención de marcarlo, alzó su mirada a la escalera por la que lentamente bajaba Gustavito muy alegre por la visita, bajó feliz abrazándolo largamente a su abuelo Rodolfo, entraron en la biblioteca a conversar, duró poco, en salida a la calle se cruzaron con Carlos en la puerta principal, manifestó que deberían tener cuidado, abuelo y nieto quedaron en silencio con una mirada sería y una gélida actitud de indiferencia, el muchacho respondió que estaban conscientes de lo que realizaban y aceleraron el paso, el muchacho iba abrazando a su abuelo, Carlos quedó parado estático viéndolos partir notando la gélida apariencia de nieto y abuelo, apretaba las manos en señal de desconsuelo, sintió que una de sus piernas era sujetada, vio hacia abajo, era su hijo que sonriente se sujetaba, lo marcó colmándolo de caricias paternas y juntos jugaron acostados en la alfombra, el niño gritaba fuerte, ante los ruidos llegaron los de seguridad, luego la servidumbre, a última instancia Noelia, de a poco los miraban y se retiraban ante falsa alarma, la mujer se unió a los juegos de su esposo e hijo, toda la tarde pasaron rodeados de juegos, ya entrada la noche abuelo y nieto llegaron, el anciano desde la entrada de la mansión se despedía de su nieto, Noelia y Carlos salieron a invitarlo al anciano, pero éste hizo un gesto negativo, Carlos Augusto Rodolfo se soltó de las manos de su madre y se agarró de la pierna de igual forma que momentos antes lo hizo con su padre, ahora lo hacía con el anciano quien con gestos cariñosos lo trataba de apartar, Noelia trataba de hacerlo, pero el niño se aferraba con chillidos, el anciano como pudo lo levantó tomándo de las axilas al niño alzándolo teniendo como fondo el ocaso, la mirada infantil llena de sonrisa impactó por segundos al anciano llenándolo de interna ternura, lo vio fijamente a los oos y notaba los rasgos faciales parcidos, lentamente se lo entregó a su madre, al girar sus talones para alejarse Gustavito lo tomó del brazo y lo abrazó diciéndole que lo acompañase al interior de la mansión, el anciano se limitó a golpearle con ternura las manos que lo sujetaban en señal de negación, su nieto lo comprendía y lo llevó al auto que lo esperaba, los presentes sintieron la arrogancia del anciano europeo y el desconsuelo ante la noticia recibida en aquel tormentoso mes de abril.
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Los violentos actos se extendían al campo, en aquellos días de ausencia de Rodolfo Buonanote algunos de los peones inconformes se declararon en rebeldía saqueando las cosechas, afortunadamente no hubo incendios ni asesinatos, contrario a lo que sucedía en la estancia Pérez donde había relativa calma, Agripina deseosa de un nuevo encuentro con Tiburcio decidió adentrarse por el espeso bosque cercano al pueblo distante donde ahora vivía aquel muchacho ahora a cargo del cuidado de su familia tras el asesinato de su padre el antes capataz muerto junto al cuerpo a la esposa del patrón, a ella no le importaba el tiempo empleado ni el cansancio, a sus quince años su esbeltez desarrollada era el centro de mira de los peones, era un tanto jovial, se veía a escondidas con Tiburcio, en el matorral sus cuerpos desnudos se transportaban al éxtasis, sus pieles adheridas a hojas secas y arena son un solo cuerpo tendido en el suelo fundido de pasión y deseo, Tiburcio siempre con la iniciativa, pasivamente ella con el deseo y cariño profesado le entregaba su cuerpo a plenitud, no importaba en ese momento pensar el idilio prohibido que sus padres habían tenido encontrándose desnudos sus cuerpos asesinados, el deseo de ella hacia a él la esclavizaba, ella notaba el apego de sus cuerpos, en cada roce, en cada caricia, ese día estaba decidida a hacerlo más feliz, más complaciente, más suya, más entregada a sus deseos viriles, el pene hacía estragos en la vagina de Agripina, el semen y el liquido de ella se confundían, ella se sentía feliz entregándose, lo de Tiburcio era simplemente rutina sexual, la esperaba se convenían el encuentro en próxima cita, ella sentada aún desnuda lo observaba parado vistiéndose para irse rápido como de costumbre, pero esta vez ella lo retuvo sujetándolo de las manos, con amplia sonrisa le pidió que se siente junto a ella, el hombre de veintiún años le pidió que fuese puntual al hablar ya que estaba llena de rodeos, en definitiva le dijo que esperaba un hijo suyo, Tiburcio se levantó de un impulso impactante, ella quiso sujetarlo para que siguiese sentado pero él la rechazaba, hizo gestos de reproche culpándola por lo que había sucedido, para ella esa declaración fue algo inusitado, le dijo que no estaba en condiciones de tener ese hijo y que con astucia le decía tamaña noticia, que no era posible pues ellos eran hijos de padres con pecado y más aún ante la sociedad eso sería incómodo de vivir, Tiburcio negó ser padre del hijo que Agripina llevaba en las entrañas, ella cayó en llanto depresivo, le vino la histeria, Tiburcio miraba esos descontrolados gestos con irascibilidad, luego simplemente se limitó a correr montándose en su corcel, el galope fue intenso tanto así que casi se cae, Agripina quedó desfallecida tendida en el suelo con su cuerpo completamente desnudo impregnada su piel de hojas y arena, vio la silueta del hombre montado a caballo que se alejaba, los ojos llenos de lágrimas ponían borrosa la escena, sus manos hicieron puño a la arena combinada con hojas secas del lugar, daba golpes de puños seguidos, se levantó tiempo después, la angustia y la desesperación hicieron presa en ella, tenía guardado un secreto de maternidad, al llegar a la estancia vio las habitaciones, vio hacia la habitación principal, tenía miedo de que su padrastro el doctor Pérez piense y actuase de peor forma al enterarse, mejor decidió que el tiempo planteara las cosas; lejos de ahí estaba Luis Alfonso tendido en el extremo de la cama con pies al aire moviendo sus caderas, tenía su pijama a los tobillos en su detrás estaba el descubierto pene de Teófilo de doce años que le rozaba la piel, Luis Alfonso quieto recibía ese movimiento de caderas impulsándolo adelante y retrayéndolo hacia atrás, hacia leves pujes y gemidos con sus ojos entreabiertos, luego se hicieron movimientos rápidos, tenían las manos entrelazadas con sus brazos estirados apoyados en el colchón, el pene de Teófilo entraba a medias en el ano desvirgado de Luis Alfonso, ambos se gustaban en lo que estaban haciendo, la cama sonaba en sus resortes oxidados pues el cuerpo de Teófilo estaba sobre el cuepo del hijo del patrón, se apartartaron al escuchar unos pasos y una voz que le llamaba a Luis Alfonso, Teófilo se metió debajo de la cama, Luis Alfonso descalzo fue a abrir la puerta, desde debajo de la cama Teófilo vio esos pies descalzos bien formados, luego vio los zapatos femeninos de la empleada del hijo del patrón, luego vio retirarse cerrándose la puerta, quedaron a vista los pies descalzos del pequeño Luis Alfonso, desde debajo d ela cama el amiguito reía viendo que el pijama caía a los talones, lentamente alzaba los pies para apartarlo, vio que los pies descalzos daban unos pasos a la puerta y se escuchaba el sonido del seguro, vio que unas manitos alzaban el cubrecama, aparecía el rostro sonriente del pequeño Luis Alfonso que le decía a su amiguito con señas que la mujer se había ido, el amiguito salió debajo de la cama, lo abrazó por detrás y así lentamente Luis Alfonso voluntariamente se acostó en el suelo, Teófilo notaba el deseo de su amiguito por “jugar a eso” y le siguió acostándose encima de su cuerpo, de nuevo el pene lampiño frotaba la separación de los glúteos, al pequeño Luis Alfonso eso le gustaba mucho, lo tuvo así por un momento, alzaba y bajaba la cadera, luego lo subía a la cama y así encorvabo a filo de cama se acostaba sobre él rozándose pene con pene, se miraban sonrientes al sentir ese alzar y bajar de caderas, luego se vistieron saliendo cautelosamente de la habitación, Luis Alfonso se sentó en la escalera viendo súbitamente pasar llorando a su hermana siguiéndola para tratar de enterarse del motivo de su llanto, ella se limitó a ignorarlo y a entrar en su habitación, el niño se acomodaba su pijama, tenía una leve gripa, extrañaba a su madre, su padre lo visitaba un par de veces por mes, los hechos acontecidos en la capital no le permitían estar cerca de su padre, solo tenía la protección de los empleados y el de su hermana mayor que era lo único que le quedaba de parentesco por su difunta madre, Justín su medio hermana lo era en cambio por su padre el doctor Perez, se mortificaba siempre al no tener un hermano varón, se lamentaba por la muerte de su hermano, el pequeño Luis Alfonso había quedado afectado de los carentes cuidados maternales, la muerte de su madre fue de impacto para el pequeño, el tiempo describirá las consecuencias.
FIN DEL CENTÉSIMO PRIMER EPISODIO
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