METAMORFOSIS 102
Gustitos.
Los niños corrían desnudos por los troncos salientes al río, los penes se agitaban al correr, por su piel se escurría el agua, era una soleada tarde septembrina de en mediados del mes de 1948, de lejos se escuchaba la característica algarabía de los bañistas infantiles, entre ellos estaba Luis Alfonso de ocho y Teófilo de doce años con sus calzoncillos mojados bañándose alegremente, otros niños corrían desnudos por la arena, a veces el cielo se nublaba y en otras el sol aparecía en todo su esplendor, el tiempo transcurría y de a poco los niños se retiraban, a lo lejos estaba amarrado el caballo que los había transportado al lugar a Luis Alfonso y a Teófilo, ya solo quedaban ellos y otro niño en el río, jugaban persiguiéndose en el agua, Teófilo por ser el de más edad tenía siempre las de ganar, desde que llegaron al río a bañarse se manoseaban dentro del agua, hacían deslizar su calzoncillo pegándose a frote los penes, lo turbio del agua ocultaba el movimiento de las manos rozando la piel de los glúteos abriéndolos y pasándose el dedo topando con la yema la entrada del ano, eso los hacía gemir, tan pronto podían se abrazaban uniendo su frente al disimulo para que no lo notasen aquel niño que quedaba sentado jugando en la arena, ahora con solo un niño presente lo hacían más seguido, salían a acostarse a la arena y se miraban la punta del pene moldeada en la tela, se la tocaban a manera de juego, sus miradas se cruzaban con sonrisas cómplices, hacían luchitas dejándose Luis Alfonso cuyo cuerpo quedaba tendido en la arena recibiendo encimia del suyo al cuerpo de su amiguito que alzaba y bajaba las caderas, los brazos del pequeño Luis Alfonso estaban tendidos en la arena y sobre ellos estaban los de su amiguito que entrelezaba las manos, lentamente unian las frentes muy sonrientes y miraban hacia donde estaba aún sentado en la arena aquel nene, en una de esas acciones de correr dentro del agua y salir a la arena, Luis Alfonso y Teófilo se meten al monte, desde el lugar escondidos ven al niño que entra al agua a bañarse solo, caminan unos metros alejándose del río llegando a una especie de hueco en la arena producto de la erosión del río sobre la orilla donde estaban algunos árboles caídos, aún sus pieles estaban humedecidas, y se adentraron en ese hueco, sin esperar a más Teófilo fue el de la iniciativa de quitarse el calzoncillo, Luis Alfonso vio desnudarse y le siguió, con sus manitos unieron sus caderas frotándolas haciendo lo mismo con sus penes de ocho y doce años, sus manos estaban muy agarradas a la cintura, se apartaron para verse sus penes erectos sin soltarse de las caderas, rieron un poco, las manos comenzaron a deslizarse por sus pieles, se estiraron mutuamente los penes y volvieron a frotarse las caderas con los penes sin dejar de vérselos con el movimiento que hacían, lentamente Teófilo lo fue acostando a Luis Alfonso sobre el suelo, el niño abría sus piernas mostrándose el pene lampiño, sus pies rozaban la arena, sus manos extendidas en el suelo igual que sus brazos, desde donde estaba acostado miraba a Teófilo estirándose el pene estando ya estaba muy erecto, le habían salido unos pelitos alrededor de su pelvis y su voz desde hace poco se escuchaba como afónica, típico del púber en transformación, lentamente se inclinó e hizo que los penes se rocen, voluntariamente Luis Alfonso se dejaba manosear y llevar sus piernas a su pecho dejando descubierto su trasero y pene lampiño, el pene de Teófilo rozaba la entrada del ano de Luis Alfonso, así también sus testículos y toda la pelvis, alzando más sus caderas sentía el pene entrando apenas en su ano, Teófilo no podía ir más allá, aún su pene era virgen, pero le gustaba ese roce de piel con piel de penes, de pronto que los movimientos se hicieron rápidos, Teófilo sintió por primera vez un gustito de sensación rara que le pasaba desde la base del cerebro recorriendo la espina dorsal haciendo latir su pene, era un gustito indescriptible, así, en pocos segundos de su pene salió un liquido trasparente que recorría el pene de Luis Alfonso y parte de la piel de su pelvis, se detuvo, ambos mraron el glande de Teófilo, se quedaoron quietos viendo ese liquido, Teófilo se sorprendió apartándose del cuerpo desnudo de Luis Alfonso, se sentó mirándose el mojado pene de su primera eyaculación, Luis Alfonso se sentó junto a Teófilo limpiándose con la mano ese liquido que lo miraron con detenimiento, Luis Alfonso ya sabía de que se trataba, antes lo había hecho con Dagoberto su iniciador, Teófilo había hecho su metamorfosis con Luis Alfonso, el muchacho aquella tarde nunca la olvidará, aún inquieto por el deseo, Luis Alfonso se puso en posición perrito con la intención de que Teófilo le siguiera rozando el pene por su ano, Teófilo muy asombrado decidió no seguir y vio ante su negativa que Luis Alfonso se metía un dedo por el ano hasta el cansancio; después de ver que Teófilo no quería seguir Luis Alfonso se puso el calzoncillo y corrió dejando a su amigo en aquel lugar, al llegar al río se dio cuenta que aquel niño no estaba, de repente por detrás vio a aquel niño que estaba sonriente con mirada de acusación sealandole con el dedo de una mano mientras con la otra se estrujaba el pene vestido, le dijo que lo había visto todo, aquel niño le dijo con seguridad a Luis Alfonso que con detalles había visto lo que hizo con Teófilo allá en ese hueco, Luis Alfonso bajó la mirada como aceptando sentándose sobre la arena, de vergüenza Luis Alfonso no miraba la cara de aquel niño que seguía insistiendo en que lo había visto, Luis Alfonso no quería seguir escuchando y se metió en el agua, el niño lo siguió abrazándole detrás para no soltarle y luego lo agarró de frente agarrándose de las caderas haciendo el acostumbrado roce de penes dentro del agua, Luis Alfonso resignado se dejaba hacer esos movimientos en el agua, lo lleva al monte y alí dentro de la amlea con súbita violencia lo acostaba al pequeño Luis Alfonso de cara al suelo, le sacó el calzoncillo y él se sacó el suyo, rápidamente se acostó sobre el pequeño Luis Alfonso y puso a mover el pene por los glúteos hasta escuchar la vo suplicante pidiéndole que ya no más porque podrían ser vistos, el niño se apartó poniéndose el calzoncillo, lentamente el pequeño Luis Alfonso se puso en pie y fue a ponerse el calzoncillo, tomados de la mano entraron al agua, el pequeño Luis Alfonso conocía a ese niño, en eso que llega Teófilo y los ve jugar abarzados en el agua, los niños se apartan de súbito, el baño duró poco, el pequeño Luis Alfonso estaba cabizbajo ante la burlona mirada inquisidora de aquel niño, Teófilo que desconocía lo que aquel niño sabía acomodó la montura del caballo y subió a Luis Alfonso que miraba con recelo y con prudencia, se apartaron del lugar, dejando en soledad a Clodoveo Aristófulo, hijo de Lucrecia y de aquel campesino, sobrino de Dagoberto, que pronto cumpliría los once años.
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Crujía la madera de aquella antigua mecedora, ante el movimiento del anciano usuario, las arrugadas manos se movían aceleradamente sobre el manubrio, la mirada del anciano fija como perdida en el espacio, tragaba saliva cual deseo de decir algo de inmediato, pero de inmediato sus manos se hacían puños, miraba al reloj de pared obsequio de su gran amigo el comendatore, escuchó pasos, su cara se transformó en avidez, giró para ver al presente, era su nieto Luis, su cara se vistió de decepción, Luis notó aquello, le hizo un corto diálogo a su abuelo y como de costumbre se alejó, Luis sabía que su abuelo esperaba a su primo Gustavo Adolfo, que de cariño le decía Gustavito, el anciano estaba al borde de la impaciencia por la tardanza de su nieto, pero su paciencia tuvo su premio, ahí en su delante se presentaba su nieto, el más querido, su favorito, la mirada del anciano recorría cada detalle físico del rostro del joven militar de diecinueve años, buscaba un aparecido en sí, aquel joven, su nieto predilecto, estaba al llamado de su abuelo, le hizo sentar en un sillón que para ambos era su favorito, ahí conversaban de muchas cosas, ahora sería algo muy importante para la vida del joven, desde hace buen tiempo ya don Rodolfo Buonanote fue preparando el camino psicológico emocional de manipulación a su antojo ratificando la inquina que le tenía a Carlos Felipe del Olmo, Gustavito se identificó con las palabras de su abuelo manifestando su concordancia, agregando el valor que sentía por su difunto padre Gustavo Pozzo del que se sentía orgulloso de ser su hijo, ante aquellas palabras contundentes el anciano hizo una pausa, abrazó con fuerza indescriptible a su nieto, acción que Gustavo Adolfo correspondió de la misma forma ratificando su alianza y lealtad de nieto, al apartarse vio a su abuelo que lloraba como un niño, le vino la preocupación a su nieto ante tamaña actitud haciéndolo reaccionar, las manos del anciano recorrían el lozano rostro del joven, mirándolo fijamente don Rodolfo Buonanote le dijo a su nieto Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote que no era hijo de Gustavo Pozzo, el joven de un impulso se puso en pie alzando la voz increpando a su abuelo por haber emitido tamaña blasfemia, le pidió calma absoluta pero costó mantenerlo en quietud, en realidad, le dijo el anciano pausadamente, que su verdadero padre es Carlos Felipe del Olmo; con ojos desorbitados, boca abierta y un acelerado pulso con manos hechas puño el joven tuvo reacción a emitir un gesto y grito desgarrador de negación cayendo desfallecido en el mueble cubriéndose el rostro con sus manos en señal de impotencia y verguenza, Luis que todo lo había escuchado escondido detrás de la puerta quiso intervenir pero e abstuvo pues podría delatarse por su imprudencia y prefirió seguir en el sitio donde estaba escuchando, el anciano buscaba abrazar a su nieto pero éste respondía con gestos de alejamiento llegando a al ventana de la gran casona de principios de siglo XX, Gustavo Adolfo lloraba desconsoladamente, tomado su cabeza de las manos agarrándose los cabellos moviendo negativamente el rostro lleno de lágrimas preguntó el por qué, el anciano con diplomacia autoritaria, le dijo a su nieto que era fruto de la traición de su madre a su prestante esposo, que su madre había sido presa fácil de las veleidades de aquel hombre, de sus engaños, de sus comentarios mordazes, de los celos y envidias que le tenía al esposo de Noelia, que por él, por Carlos Felipe del Olmo su hija fue infeliz en su matrimonio, Gustavito seguía con atención el relato conveniente y deformado de la realidad por parte de su abuelo, transmitiéndole a su nieto el odio hacia Carlos Felipe del Olmo, Luis, que había sido testigo siendo niño de las aventuras de su tía con ese hombre movía negativamente su cabeza, su abuelo estaba deformando la verdad, Luis los había visto en otro plano, el de un amor verdadero, de una entrega envidiable ente aquellos que se aman en aquel río dond vio hacer el amor a aquellos cuerpos desnudos de su tía y Carlos Felipe del Olmo, el anciano le decía a su nieto que su padre biológico no lo quería, que no acepte ahora su cara lavada de culpa, en definitiva, con Noelia habían perdido a un niño y allí estaba la irresponsabilidad, le dijo que recordase cuando Gustavo Pozzo perdonó a Noelia, que recuerde siempre la nobleza y el amor de aquel hombre, que recuerd el asesinato de Gustavo Pozzo, que seguramente si no hubiese existido Carlos Felipe del Olmo en la vida de Noelia, otra hubiese sido la felicidad de la familia, un muy perturbado Gustavo Adolfo salió de la gran sala victoriana con la idea fija de hacerle preguntas a su madre y a aquel hombre que según su abuelo había sido un miserable que siempre se burlaba de Noelia, entretanto, Luis se alejó para no ser visto, a fin de cuentas él y su primo habían tenido una vida casi paralela de paternidad, ahora emitía de su rostro una risa de mueca irónica, el y su primo eran iguales de identidad, sonrió y fue a su cuarto a seguir meditando por lo que escuchó; tiempo Gustavito viajaba pensativo en el tren, quería llegar en la noche a la capital, quería entender a su madre y sus motivos, pese a su iracunda forma de pensar envenenado por su abuelo todavía perduraba en el alma de Gustavo Adolfo que era el amor profesado a su madre, al llegar vio en la sala a Carlos Felipe jugando con el pequeño Carlos Augusto Rodolfo, su madre estaba sentada de espaldas en un amplio sillón que en esos momentos con mucha atención estaba bordando, a su lado la nana Dulce que estaba de visita, Carlos se incorporó a saludarlo pero Gustavito con frialdad lo ignoró empujándole del hombro caminando hacia donde estaba sentada su madre, no pudo aguantar más y desató su llanto de muchacho mimado cuando algo le incomoda, Noelia fue con la intención de abrazarlo pero el joven no quiso aquello, Carlos se acercó tocándole un hombro preguntándole por el motivo de aquella iracunda actitud y el muchacho de diecinueve años se apartó diciéndole palabras contundentes gruesas muy ofensivas a su madre y a Carlos Felipe quien no aguantó más e hizo un gesto de levantar la mano abofeteando a Gustavo Adolfo, el muchacho quedó tirado en el piso ante el fuerte impacto, se levantó con la intención de irse de puños, Serafín que en ese momento entraba alcanzó a interceptar el movimiento de Gustavo Adolfo cayendo los dos al piso, los dos hermanos forcejeaban en el piso, Carlos Felipe los separó y cuando de nuevo Gustavito trató de irse a los puños su madre se interpuso diciéndole que no podía pegarle a su verdadero padre, el gesto de Gustavo fue de risa irónica viendo con mirada acusadora punzante manifestando que ya lo sabía, que despreciaba a ese hombre como padre y que a pesar de él seguía siendo un Pozzo, Noelia se sentó en llanto, Carlos y Serafín quedaron estáticos por las fuertes palabras, después de todo comprendían su estado de insatisfacción, creer lo que no eres es muy decepcionante y se tiende a la violencia, pero la que reaccionó de manera inusitada fue la nana Dulce quien lo tomó del brazo agitándolo para que reaccionase, sus grandes manos morochas hacían efecto en las mejillas del muchacho, por vez primera lo azotaba, quedaron marcadas en su piel de Gustavo el efecto de sus acciones, todo hacía suponer que se venía un conflicto, pero no, vino la calma, la anciana de color con voz firme y contundente le narró el amor que su madre y su verdadero padre habían tenido desde niños y del que ella fue testigo, sí un verdadero amor desde la infancia, no luego del amtrimonio con Gustavo Pozzo como le habían informado malévolamente, que fueron sus abuelos los de la idea de que su madre se case a la fuerza y sin amor con Gustavo Pozzo, pero el destino quiso que se reencuentren y en esas citas clandestinas, él, Gustavito, naciera, fruto del verdadero amor de sus verdaderos padres, nana Dulce le dijo que él era fruto del amor verdadero, que su madre por vergüenza no quiso decirle nunca la verdad ni a él ni a Carlos Felipe, ni a nadie, que ese árbol contiguo a la casa era el sitio de meitación y espiación, ese era el sitio del desfogue, la anciana morocha quiso seguir pero su corazón la estaba traicionando y desfalleció, de inmediato fue llevada a un hospital, se hicieron presentes sus familiares entre ellos su bisnieta Sara Guillermina, Gustavito con un poco de vergüenza estaba en un rincón apartado, en la noche con satisfacción se notificó de parte del médico que la noble anciana se encontraba de mejor estado.
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La escoba se deslizaba por el piso, las manos de la “niña” hacían el movimiento ante la mirada del cuarentón, sin ser visto, el hermanito de la niña había agarrado un dulce y como de costumbre se escondía a comérselo por los rincones de la bodega contigua a la abaería, pero en esta ocasión corrió a esconderse debajo de la cama del cuarentón donde se deleitaba degustando de la golosina, la niña se inclina a agarrar el bote de basura y es ahí que se aprovecha el cuarentón dueño de la abacería para sujetarla de la cintura haciéndole movimientos de pene vestido por detrás, ella estando inclinada se dejaba de esos movimientos y sintió ese bulto sin poder alejarse, el hombre lentamente la condujo a su habitación, el niño desde su escondite vio las sandalias de su hermana que quedaban el piso de entablado con sus pies descalzos, luego vio junto a las sandalias el calzón de su hermana y luego vio encima la ropa del hombre, vio las piernas de su hermana que sobresalían del colchón quedando al aire los pies descalzos y vio las piernas de aquel hombre encima de las piernas de su hermana, escuchó gemidos y palabras soeces de aquel hombre, la cama se movía y después se detuvo en su movimiento, el peso hizo que los resortes afectaran el físico del niño de tres años que al rato empezó a moverse, la “niña” y el hombre se dieron cuenta apartándose de la cama, el “niño” salió viendo ambos cuerpos desnudos, su hermana se acuclilló tapándose su vaginita que su hermanito instantes anteriores había visto que por la vaginita se deslizaba el semen llegando a sus muslos, el cuarentón con autoridad le dijo a la “niña” que saliera a asearse en la letrina, ella obedece tímidamente, recoge la ropa y sale de la habitación, el hombre miraba ese traserito y esas piernitas por donde se deslizaba parte del semen salido de la vagina, el hombre totalmente desnudo cerró la puerta quedándose con el “niño” sentándose en la cama, el “niño” miraba el pene flácido del hombre en cuyo glande tenía restos de semen recién eyaculado, el cuarentón le dijo que si obedecía en todo le daría el chocolate que más le gustase, el “niño” con amplia sonrisa asentía brincando con inocencia inusitada, el cuarentón le ordenó que se arrodille en su delante y ya teniéndolo en esa postura le hizo abrir la boca para que su glande fuera lamido, abrió lo que más pudo su boca para chupar el pene del dueño de la abacería, cerraba los ojos y se notaba el rozagante pene rozando las mejillas y labios del “niño” de su boca abierta por donde lentamente le iba introduciendo el pene, los vellos púbicos rozaban la piel de su rostro, lamía el pene con su lengua que hacía la delicia del adulto dueño de la abacería, después de un rato lo hizo detener, vio que su pene estaba ensalivado, el semen lo había escupido el niño en cada pausa de embiste bucal, le puso en pie, el “niño” estaba descalzo le hizo levantar los brazos al niño alzándole su remerita remendada, de igual forma le deslizó la trusa que llevaba puesta quedando desnudo el “niño”, le acostó en el extremo de la cama y en esa postura de cara al colchón le abrió el traserito para olerle la entrada del ano, le pasó la lengua, el niño se estremecía moviendo la cadera a los lados al sentir ese gustito de sensación sexual, de solo hacerle eso su penecito se puso bien erecto estando sobre el cochón donde instintivamente alzaba y bajaba la cadera, le hizo dar vueltas y al ver ese penecito erecto el hombre lo lamió y lo chupó en seguidas ocasiones con mucha facilidad y gusto, el “niño” hacía puños en las sábanas con sus brazos tendidos sobre el colchón, le volvió a poner de cara al colchón y ahora mordia suavemente los glúteos haciéndole reír de gusto, la lengua se deslizaba por los glúteos dejando la estela de brillo de su saliva, con el ano ya muy ensalivado, y el glande del mismo modo, el hombre empezó a hacer movimientos lentos de penetración en la entrada del ano haciendo que el niño gimiera fuertemente, apenas entraba el glande y el niño movía su culito dando gemidos fuertes, le hizo dar vuelta, puso sus piecitos a la altura del pecho, las piernitas rodeaban las caderas del hombre, ahora amos penes estaban rozándose, le decía al “niño” que mire esos movimientos de pene, el hombre vio detenidamente la cara de ese “niño”, en realidad era precioso, su pelo suave y piel tersa lo excitaban más, se complacía viendo su pene entre los glúteos empujándolo cuando estaban abiertas las piernas del “niño” en esa postura, entrelazaron las manos, el hombre dio un inusual impulso mas de lo acostumbrado para un ano de esa edad que hizo gritar al niño, comprobó que su pene había entrado un poco más pues el “niño” abrió la boca y su expresión facial mostraba extrañeza, lo dejó al “niño” así tendido en la cama llevándose sus manitos a su culito, el hombre se dio cuenta que aún de ese ano virgen no salía sangre, lo vistió y juntos fueron a ver el chocolate que más le gustaba, el hombre se percató que en el bote de la vitrina faltaba uno, el “niño” tímidamente se sonrojó al ser descubierto, pero no importaba, el cuarentón extendió el chocolate y se lo dio para que lo disfrutase, a la “niña” le daría un obsequio especial, la gaseosa que más le gustaba.
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Melquiades estaba pensativo en el parque, había tenido otra discusión con su padre borracho, se le salieron las lágrimas al recordar tremendas palabrotas recibidas hace rato, de pronto sintió que por su hombro una mano se deslizaba, pensó que sería una broma más de su amigo Wilson, así que frotó su mano en aquella que seguía rozando su hombro, la llevó a sus mejillas limpiando sus lágrimas, pero al voltearse su sorpresa fue mayor al ver que el tipo no era Wilson sino Contardo hijo de Squeo, tenía veinticinco años, se alejó de la silla y del tipo, quiso correr pero fue interceptado por otro hombre corpulento que le tapó la boca, un segundo corpulento se apareció entre las sombras levantando en peso al muchacho de trece años, atravesaron la capital llegando a un sitio apartado, allí lo desnudaron y fue Contardo el primero en penetrarlo dejándole el semen dentro del ano luego le siguieron los dos corpulentos hombres, el muchacho quedaba tendido en el suelo desnudo con su ropa a un lado de su cuerpo, quiso levantarse pero recibió una paliza dejándole moreteada la cara, sobre su cuerpo quedaron unos billetes de alta denominación los tres hombres se fueron al sonido del motor y el chirriar de los neumáticos, el muchacho se vistió y caminó como pudo, Elena se preocupó del estado de su hijo, pero el muchacho buscaba asearse, su hermanito de casi cuatro años estaba junto a él, al principio quiso rechazarlo pero aceptó su presencia, mientras se aseaba juró que algún día se vengaría de aquel hombre.
FIN DEL CENTÉSIMO SEGUNDO EPISODIO
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