METAMORFOSIS 105
Hermanos.
Aquella tarde sabatina a inicios del mes de abril de 1949 los niños del pueblo en su mayoría se daban un baño en la aguas del río, allí se encontraba Luis Alfonso puesto solo una trusa, Teófilo de lejos lo miraba arrimado a un árbol, al disimulo con una sonrisa característica Teófilo llamó la atención en la mirada de Luis Alfonso que vio deslizarse la tela del calzoncillo que llevaba puesto Teófilo mostrándole el pene a medias, al disimulo lo estiró, Luis Alfonso viendo esos movimientos sonrió y estaba a punto de acercarse para irse adentrando en el monte cuando escucharon el sonido de la motocicleta de Dagoberto, muchos niños fueron a su encuentro, dio varias vueltas por la playa llevando montado a su sobrino Clodoveo, a varios niños permitió pasearlos en la moto por los alrededores, algunos de ellos fueron Luis Alfonso y Teófilo, los tres recorrieron los alrededores del pueblo y entraron a la plaza pública allí habían unas norias y juegos de azar de feria, Teófilo se bajó a orinar, Luis Alfonso estaba feliz con el paseo de eso se aprovechó Dagoberto para decirle obscenidades en el oído mientras estaban sentados en la moto viendo micciar a Teófilo, el pequeño las aceptaba, la confianza volvía para ambos tras varios meses de distanciamiento, pues para ese tiempo luego de haber sido desvigado por Dagoberto el cuerpo de Luis Alfonso había pasado por Rómulo, Teófilo, Clodoveo y algunos otros niños de la estancia que siendo más pequeños que Luis Alfonso los llevaba a “jugar” por la caballeriza o a lugares distantes de la estancia Pérez, luego montó Teófilo y los tres retornaron al río, ya la tarde avanzaba, Dagoberto arreglaba su moto sentado en la orilla bajo un frondoso árbol donde miraba jugar a los nenes del pueblo en el agua, vio sonriente que a cierta distancia Teófilo se acostaba sobre el cuerpo de Luis Alfonso disimulando luchitas en la arena, allí le daba de movimientos de cadera, el niño sentía ese pene amoldado en la tela erecto sobre su traserito vestido, Luis Alfonso sentía delicioso, otro que había visto esos movimientos era Clodoveo que también jugaba a las luchitas con el niño y dentro del agua turbia lo abrazaba por detrás haciéndole sentir el roce de su pene agarrados de la cintura, después de un buen rato en que limpió la motocicleta Dagoberto se bañó y emprendió retorno con su sobrino Clodoveo, Luis Alfonso y Teófilo llegaron a la estancia Pérez, ambos fueron a ducharse con baldes, el agua estaba fría y tiritaban eso hizo que sus penes se pusieran erectos, se bajaron la ropa húmeda viéndoselos bien erectos, se agarraron de la cintura haciéndolos frotar, el pene lampiño rozaba el pene en el que se estaban formando pelitos, los dos hacían esos movimientos muy sonrientes, de inmediato se subieron la ropa, Teófilo esperó a su papá en las cercanías de la caballería, mientras que Luis Alfonso en su habitación se desvestía poniéndose el pijama, desde la ventana de su cuarto vio a su amigo, le hizo señas para que estuviera con él, Teófilo le vio que bajaba su pijama a los muslos agitándose el pene lampiño en señal de deseo sexual, Luis Alfonso no paraba de sonreír haciéndose esa estirada de su penecito, Teófilo sonrió cuando le vio al hijo del patrón que se ponía de espaldas encorvándose un poco mostrándole su vouminoso culito y en las que deslizaba el dedo en medio de la separación de los glúteos, ya estaba desnudo su medio cuerpo, así que al girarse a conocer de su acción Teófilo le respondía que iría al hijo del patrón muy sonriente metiéndose las manos dentro de su pantalón corto, en el suelo estaba el calzoncillo mojado escurrido producto del baño que había hecho en el río y en la letrina, el muchacho viendo a los lados emprendió en carrera sin ser visto por la escasa servidumbre subiendo las escaleras discretamente, la puerta de la habitación de Luis Alfonso estaba abierta pero al entrar se cerró con seguro, Luis Alfonso se deslizó el pijama a los tobillos acostándose de pecho en el colchón y el resto del cuerpo en el extremo de la cama, Teófilo se quitó el pantalón corto agitándose su pene llegando a ponerlo a deslizar sobre el traserito del niño, el glande hizo empuje en el ano haciéndolo gemir a Luis Alfonso mordiéndose los labios y saliéndole algo de saliva que delataba la sábana, después entró un poco más, vino el meter y sacar apenas en la entrada del ano para luego de hacer movimientos más rápidos hasta dejarle adentro todo el pene, ese pene que había sido desvirgado precisamente en ese culito, Teófilo con entrecortada voz le decía que erea su mujercita, su mujercita y que le gustaba ese potito, luego se quedaron quietos por segundos, para posteriormente continuar con la embestida de Teófilo en el ano de Luis Alfonso hasta que le dejó semen en la espalda, el muchacho estaba con agitación acelerada, posó su cara sobre el pelo del hijo del patrón, después lentamente se separó del cuerpo del niño, vio el semen brilloso en la piel de la espalda de Luis Alfonso, vio su pene goteando restos semen, lo apretó agitándolo para sacárselo, tomó su calzoncillo húmedo limpiándose el pene sacándose el semen de la piel, en lo que subía el pantalón corto se escucharon voces de afuera de la habitación, los pasos denotaban acercamiento, fugazmente Teófilo lanzó el calzoncillo debajo de la cama de Luis Alfonso y éste fue a abrir la puerta, ambos disimularon arreglar un roto juguete metálico, las miradas de la empleada y la hermana de Luis Alfonso se centraron en los movimientos pausados que hacían sobre el objeto, Agripina le dijo a su hermano de que trajera un encargo urgente llegado al pueblo con un par de peones, eso alegró a su hermano que estaba sentado sobre el piso del entablado, le tomaría ir a la feria a divertirse luego de hacer la tarea, al salir la hermana con la empleada, el niño se levantó, Teófilo hizo un comentario de la barriga abultada de la hermana del niño, Luis Alfonso solo bajó su mirada, meses atrás Luis Daniel Pérez, su padre, había sabido del embarazo de su hijastra Agripina, la perdonó con la condición de que aquel niño tendría otro futuro al esperado, la muchacha debido a su edad e inexperiencia de vida aceptó la condición, faltaban pocas semanas para dar nacimiento a aquella criatura.
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Serafín hacía bocanadas de humo aquella mañana centellante de sol, tenía puesto solo el calzoncillo de mangas largas que por el embotonado salía su pene erecto, la noche anterior tuvo un disgusto con Sandra, inexplicablemente lo estaba apartando de su vida, él sentía que aquello se estaba dando por las formas despóticas de la mujer, Serafín no quería terminar la relación, tendría que verla esta noche para arreglar su situación de relación, en sí que la deseaba, y mucho, lo hacía sentir un verdadero macho, agarró el tronco de su pene y lo apretó tanto haciéndole cambiar el color de su piel, escuchó unos pasos que se acercaban, como pudo quiso disimular estar dormido metiéndose rápido el pene dentro de la tela para cubrirlo, pero fue tarde, la mirada de aquella chiquilla de casi dieciséis años le ganó a los movimientos, inevitable era que no pudiera ver ese pene erecto, ella con disimulo siguió sus pasos al baño de ese cuarto a realizar el aseo como de costumbre, la humilde y cándida Emérita, la hija de Casilda, la empleada de la casa, estaba refregando las paredes, de lejos podía ver a Serafín aún acostado bosteando, quería salir de la habitación, estaba inquieta con la presencia de aquel joven de casi veinte años, le dio tranquilidad ver al joven ponerse la bata y salir de la habitación, Serafín bajaba descalzo por el frio mármol de aquella mansión, desde lo alto pudo apreciar la soledad del lugar, recordaba que su madrastra Noelia había llevado a su medio hermano al hospital para chequeo médico pues tuvo un pequeño quebranto de salud en los dos últimos días, bajó a la cocina, se dio cuenta que tampoco estaba Casilda, vio unos cartones amarrados, Serafín recordó que en próximas semanas llegado el fin de mes Casilda dejaría el empleo actual por un negocio de comercio que había logrado establecer con sus ahorros y en los que su hija le ayudaría con la mercadería, Noelia y Carlos apenados por aquello se resignaron y le pidieron hasta fin de mes para conseguir su reemplazo, Casilda era una buena mujer que se había ganado el cariño y respeto de los patrones igual de los hijos; Serafín prendió otro cigarrillo, dio un fuerte bostezo mientras se estiraba el cuerpo y el pene, aún quedaba algo de la resaca de la trasnochada día anterior, de nuevo fue visto por ella que como siempre tenía una mirada tímida, pasó muy cerca de él tanto que rozó su pene por la cadera de la muchacha, vio aquellas manos de piel morena clara que se deslizaban con un trapo limpiando el polvo de la mesa, pudo observar el trasero abultado de la muchacha tanto para su edad que llamaba la atención, tenía puesta una falda y una blusa escotada algo ajustada a su cuerpo, el joven con sus ojos entreabierto y timbre suave de voz le pidió a la muchacha que le subiera un jugo de fruta fresca muy helado a su habitación, ella con mirada extraña y timidez reflejada en su rostro miraba al suelo llena de recelo asintió de inmediato, Serafín subió lentamente las escaleras, su madrastra tardaría varias horas, inclusive el chófer no estaba, en esa gran mansión solo estaba él y ella, cuando ella tocó la puerta escucho una voz autoritaria que le decía que ingrese, ella lentamente dejó el vaso con jugo en el velador y quiso salir rauda de la habitación pero las manos de Serafín la tomaron de los brazos haciéndola sentar en la cama, hablaron de sus actividades, de sus cosas, entre ellas el amor, le preguntó si tenía novio y ella tímidamente negó con la cabeza sin decir palabra, las manos de Serafín recorrieron las piernas de la muchacha que quiso incorporarse pero de nuevo fue retenida por los brazos de Serafín volviéndola a sentar, las mejillas de Serafín rozaban las de Emérita, ambos cerraban los ojos sintiéndose piel a piel, Serafín le decía de palabras dulces en el oído, ella sonreía tímidamente, le recordaba aquellos momentos en que hacían ese “jueguito” hace mucho tiempo ya siendo niños diciéndole que notaba que le gustaba, de a poco metió su mano entre la falda llegando al interior, con el dedo rozaba la vagina vestida, ella miraba esa mano en su entrepierna moviendo las caderas como evitándola por aquello que la estaba haciendo sentir, Serafín notó lo caliente de la piel de Emérita, lentamente la fue acostando, ya en su plenitud de estar acostada Serafín la fue manoseando deslizándole la ropa que al principio fue de negación y leve forcejeo hasta finalmente dejarla semidesnuda a la muchacha después de decirle tantos te quiero, sí, dio cuenta que lo amaba, Serafín por su parte se quitó la bata y el calzoncillo mostrándose frente a ella completamente desnudo, los ojos expresivos de admiración de la muchacha se centraron en aquel grueso pene alargado, Serafín le decía que nunca había olvidado ese “jueguito”, lentamente se fue acostando sobre el cuerpo de Emérita, así, lentamente fue puesto a rozar la vagina de la muchacha que cerraba los ojos estática de sorpresa, los besos no se hicieron esperar, la muchacha ya sentía aquello experimentado años antes en su niñez cuando Serafín le pasaba el pene por su vagina, desde niña tenía un acercamiento y deseo especial por Serafín pues fue su iniciador en los roces de pene en su vagina y de aquellos hermosos besos salidos de su deliciosa boca, entrelazaron las manos mientras continuaban besándose, piel con piel se sentía lo ardiente del deseo y la pasión, puso su pene en la entrada de la vagina rozando el glande con los labios vaginales, la muchacha gemía, estaba deslumbrada por el tamaño del pene de Serafín, la muchacha sintió un pequeño dolor, es que Serafín la estaba penetrando despacito con amor delicado, otro empujó más y otro grito de ella que trataba de zafarse de las manos que la tenían entrelazada y sujeta, luego otro y otro más fuerte, ella gritó tanto que una mano de Serafín tuvo que taparle la boca, luego siguió penetrándola, se animó salvajemente viendo su ensangrentado pene que instantes antes le había roto el himen de la muchacha, la había desvirgado, fue el primero en su vida, ella sollozaba debajo del cuerpo desfallecido de Serafín que la cubría dejándole después semen dentro de la vagina, su pene seguía adentro y conforme se hacía flácido lo fue sacando, Serafín se apartó lentamente del cuerpo de Emérita que le había dado su virginidad con una mezcla de extrañeza y a la vez de amor correspondido, vio el cuerpo de la muchacha acostado aún con las piernas abiertas, estática miraba la sangre salida de su vagina, parte de la ropa estaba en los tobillos y sus senos descubiertos ya que instantes antes habían sido lamidos ensalivados por Serafín, el joven se vio el pene ensangrentado con semen y fue al baño a lavarse y a ducharse, acostada desde la cama inmóvil Emérita miraba sin dejar de sollozar a su iniciador bañarse, ella se sentía otra persona en ese momento, parecía no estar allí sino en otro lugar, se sentía rara, todo había pasado tan rápido que de la entrega por amor que ella había ofrecido vino ese dolor en sus entrañas y ese experimentar por primera vez sexualmente en su vagina, si, todo había ocurrido tan rápido, algo ya tan natural y cotidiano para Serafín pero muy significativo mentalmente para Emérita que aún no salía de la sorpresa, lentamente deslizó su mano por la vagina, se sentó sin dejar de abrir las piernas, vio el liquido sanguinolento con semen que salía de su vagina manchando la sábana y llegando al colchón, le vino de nuevo la pena incontrolable junto con la vergüenza y el sollozo, su vagina latía descontroladamente, estaba experimentando los efectos de haber sido desvirgada, pero a su vez veía el cuerpo totalmente desnudo de aquel hombre que la había hecho sentir mujer casi a sus dieciséis años, estaba ahí desnuda junto a él que se sentó a su lado, él la miró algo preocupado, se podía notar en su expresión facial, como de arrepentido por lo que había hecho, sin embrago desde sus movimientos de manos le dio ternura en su rostro con las yemas de los dedos, le dio un beso en la frente y la acostó lentamente abrazándola, quizá si la quería un poco y ese acto no sería solamente de una atracción carnal, quedaron acostados abrazados por unos instantes, luego la condujo al baño para que se limpiase, ambos vieron la sangre fluir por la vagina y deslizarse por las piernas de la muchacha además recorriendo la tina lujosa de baño de porcelana blanca que matizaba con el semen y lo rojizo del liquido, él le pasó lentamente jabón por su cuerpo, la ducha refrescó un poco, las manos enjabonosas masculinas hacían el efecto de relajación en la muchacha pero aún le dolía la vagina, el vientre, miraba ese cuerpo desnudo y juntos se abrazaban viéndose el roce d elos genitales, los senos unidos a los pectorales masculinos y el agua que se escurría por su piel, la besaba bajo la ducha y ella correspondía, no había dudas que se gustaban mutuamente, ella con más fijación en el pene, le tomó una mano llevándosela a tocar y a rozar en su muslo, la arazó or detrás, el agua de la ducha caía en sus cuerpos, ahora ella sentía el roce del pene en su trasero, lentamente la encorvó dejándose mostrar su traserito voluminoso de eil suave, le besaba repetidamente la espalda y los glúteos, ella sentía ese pasar de lengua cerrando bien los ojos, el agua caía en la espalda, Serafín se complacía vien el glande rozando entre los glúteos de Emérita que levente gemía y se hacía hacia adelante al sentir el glande en su potito, continuó luego abrazándola, lamiedo las orejas, ella se dejaba manosear la vagina, los pezones y el trasero, unieron las frentes, él la invitaba a sonreir, se miraron fijamente, solo que la mano de Serafin toma el pene rozándolo en la entrada d ela vagina, el agua escurría por el pene y vagina, no perdia de mirarse a los ojos mientras el pene entraba de a poco en la vagina, ella se dejó arrimar a la pared con cerámica, apretó su cuerpo al de ella, hizo un gesto de abrir los ojos y la boca al unisono, ella sorprendida mostraba en su rostro esa inquietud de sentir de nuevo el glande entrando en su vagina, el tieso pene entraba en las entrañas de Emérita por segunda vez, ahora Serafín lo hacía más lento, le decía que la cogía con amor, ella se aferró a los hombros de su amante al sentir que todo el pene entraba en su vagina, un poco la encorvó para hacerla sentir más la presencia del órgano viril en sus entrañas, ella gemía y bufaba un poco, él con precisio y sendos movimientos d ecadera dibujaba en su cuerpo la acción d epostura sexual con la que le estaba sometiendo, luego el meter y sacar se hizo rápido, él no la soltaba y ella se aferraba con sus brazos al cuerpo de su inicador en el sexo, le dolía pero instintivamente esa molestia pasaba a ser un gusto indescriptible entre satisfacción e inquietud, por esa época de abril del año 1949 aún primaba la candidez y la honra, y también el amor verdadero incondicional que de ello Emérita estaba segura ante Srafín, su amor en silencio ahora exploaba de júbilo al ser finalmente de é como lo soñaba en sus lecturas de novelas del corazón, ella cerraba los ojos dejándose embestir del pene de su amante, hsta el cansancio así parado le hacía el meter y sacar, luego lentamente se aprtó de ella no sin dejarle de mostrar su agitado pene erecto, ella se miraba su vagina cuya agua caída en la ducha delimitaba sus labios vaginales de los que ya no salía sangre alguna, cerró la ducha, la abrazó por detrás dejándose roar el pene en su culito, le ebsaba a la ltura del hombr, cuello y cabello, salieron d el ducha, la secó rodeándola con una toalla y la llevó a acostarse de nuevo en la cama quedando completamente desnuda, no emitieron palabras en esos instantes solo sus cuerpos hablaban con movimientos, ella acostada de perfil y él por detrás acariciándola y abrazándola colmándola de besos, así los dos cuerpos desnudos ccomo que si fuesen unos solo, ella algo de seguridad sintió teniendo aquel cuerpo desnudo por detrás, los minutos pasaban, él le preguntaba si el dolor había pasado y ella respondía que un poco, vio que de una gaverta el hombre sacaba un bote de crema y se lo pasó por la vagina, la colmó de besos y caricias y la acostó en la cama sutilmente sobre las almohadas, sorprendida vio que las manos de Serafín llevaban crema a su glande, luego vio sus piernas yendo al hombro, se dejaba quieta hacer eso, luego vio el pene entrando despacio, sí, muy depsacio en su vagina, ella abría la boca y los ojos ampliamente, sentía un poco de dolor, quería zafarse instintivamente del cuerpo de su iniciador, pero no podía aunque quisiera algo indescriptible en sus adentros de forma instintiva le decía que se estuviese quieta, se miraban mutuamente a los ojos, él mordía los labios y a al vez cerraba los ojos al sentir que la penetraba, que su pene entraba y ella gemía ampliamente, ahora era más delicioso ese desliz del tronco de venoso pene, los movimientos de cadera se incrementaron, el pene entraba y salía, la encorvó como pudo sin sacarle el pene de adentro, unieron los pechos levemente, él la besaba apasionadamente y ella le correspondía pese a la incomodidad del momento, de pronto sintió de nuevo el semen de su amante iniciador, se relajó sintiendo en sus adentros el semen que Serafín le dejaba, los pies de la muchacha lentamente se posaron sobre la cama, ella miraba el pene lleno de semen, con un poco visible hilillo de sangre, ella se pasaba la amo por vagina sin de jar de mirar ese pene que le había hecho efecto hasta muy dentro de sus entrañas, por segunda vez en esa misma tarde de abril le había entregado su pudor, era suya, le pertenecía, se acercó sentándose juntoa ella diciendoe que era muy bonita, le dio varios sentidos besos a los que ella correspondía, se abrazaron y lentamente quedaron acostados en la cama, ella se aferraba a ese cuerpo viril que la había desvirgado, él sentía la entrega de la muchacha, acostados continuaron besándose apasioadamente, lo que la pobre muchacha ignoraba es que Serafín al hacerle el amor había pensado en Sandra, su amante, lentamente se vistieron y salieron a sentarse en la amplia sala, ella con dificultad hacía los quehaceres, se podía ver en el rostro la incomodidad venida de su vientre, él no le perdía de vista en cada movimiento que realizaba, seguía sintiendo asombro ante aquella entrega, tenía la idea de que sus sentimientos estaban encontrados, de un impulso se acercóa ella y le rogó que no divulgase lo que había sucedido en aquella habitación, ella desilucionada entendió inocentemente aquella actitud egoísta de Serafín, pese a todo asintió sumisa, dentro de su alma amaba a Serafín desde niña, desde que hicieron ese “jueguito” sexual que aprendió de él y que ahora se había consumado, Emérita caminaba con dificultad, el dolor le vino de nuevo, él le dijo que mejor se recostase, muy solicito la acompañó a un sillón ubicado en la cocina, allí se recostó, su semblante era otro, lentamente sus ojos se iban cerrando, pese a todo nunca olvidará aquel día en que se entregó al mismo tiempo dos veces por amor a un hombre, para ella, en ese tiempo, aquel hombre era inalcanzable.
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El corredor del hospital se hacía bien transitado, Noelia junto con su hijo de casi tres años y su empleada Casilda observaban con detenimiento ese accionar de médicos y enfermeras, la situación de alzamiento en la capital continuaba y se había extendido a los rincones más alejados del país, sobre todo en el campo virgen, muchos heridos desfilaban por su costado donde estaban sentadas esperando su turno de consulta, su médico de cabecera de confianza había salido de viaje al exterior, de pronto ingresa en una camilla un muchacho de trece años con grandes gritos, Noelia sorprendida se dio cuenta que era aquel muchacho de la otra vez que dialogó en el cementerio y que había jugado tiernamente con su pequeño Carlos Augusto Rodolfo, pero mayor fue la sorpresa de ver a su ex cuñado Guillermo Izaguirre junto con el muchacho rubio que había sufrido una quebradura en su brazo izquierdo, no hubo tiempo para diálogo el hombre sin palabras se puso cabizbajo y siguió la ruta de la camilla que lo transportaba al muchacho al quirófano, a Noelia le vino una gran angustia de ver a Pedro Artemio gritar del dolor al ser topada su quebradura, abrazó a su hijo Carlos Augusto como quien mengua su angustia por lo visto, de inmediato fue llamada a consulta, algo dentro de sí en ella la motivaba por impulso a ir donde estaba su ex cuñado, la empleada le recordó su labor de visita para auscultar a su hijo Carlos Augusto, dio señas afirmativas en el rostro y entró a entrevistarse con el médico de turno, la gripa del niño estaba pasando su efecto viral, y ya no padecía de fiebre como días anteriores, se le notaba buen ánimo a aquel niño rubio hermoso, Noelia seguía con el pendiente de ir a ver como estaba el muchacho, pero qué podía hacer, seguramente no sería adecuado entrevistarse con su ex cuñado que aún guardaba rencor por los Buonanote, tomó a su hijito y salió del hospital acompañado de su empleada que pocas semanas estaría trabajando con ella.
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Jugando acostados en la cama de la “niña” estaban su hermanito el “niño” de cuatro años y su primo hermano de seis años, la niña había salido con su madre a pedir ropa para lavado a los vecinos, la situación se estaba poniendo difícil económicamente tras los disturbios en las ciudades, la brecha social se abría más y más caoticamente, el pobre se hacía más pobre con estos hechos políticos, así que demandaba un mayor trabajo para obtener más dinero, los niños estaban cubiertos con las sábanas, solo tenían puesto un interior con huecos en la tela, a medias remendados, ajustados a sus pieles, mostrando lo abultado de sus penecitos y las formas de las curvas de sus glúteos, estaban frotándose las piernas con los pies, se cubrieron sus cuerpos con la sábana remendada, se miraron brindándose risas comprometedoras y cómplices, sus manitos se agarraban a las caderas que estaban acostadas de perfil frente a frente sin dejarse de sobar las piernas con los pies descalzos, el primito dio con su mirada a la entrepierna del “niño”, eso hizo que el “niño” de cuatro mire la mano de su primo que se deslizaba el interior sacándoselo por completo sin levantar la sábana que aún los cubría totalmente, luego el “niño” le siguió en el movimiento, se tocaron los penes lampiños, muy suavemente, el manoseo se hacía más seguido, no paraban de reír al manoseárselos y al estirárselos, hasta que vieron que se pusieron erectos y los tocaban con mas delicadeza, ambos sintieron la necesidad de estar más cerca, dándose placer, unieron los penes junto con sus barrigas, los frotaron al movimiento lento de caderas, se tomaron con las manos de los glúteos haciéndose movimientos sexuales, estaban acostado de perfil con la sábana cubierta que la levantaban jocosamente para verse los penes que se rozaban entre sí, los penes erectos se frotaban piel a piel, su aliento chocaba entre sí, unieron sus pechos y frentes, luego de nuevo vieron sus penes que se frotaban, sin dejarse destapar por la sábana el primito de seis años le pidió al niñito de cuatro años que se acueste boca abajo, así lo hizo y el primito se le acostó encima rozándole el pene lampiño por la piel de los glúteos, en eso tocan la puerta, los niños hacen un lado la sábana tocando a medias el piso, los niños se sientan para subirse los interiores, el niño más grande que aún tenía el pene erecto ve por la ventana que Leandro estaba tocando la puerta, le pregunta que deseaba, Leandro desea que le abran para dejar un encargo de su madre, el niño va a abrirle y en eso que le abren la puerta Leandro ve al niño puesto a medias su interior ajustado a la piel, ve el pene erecto sobresalido en la tela, levanta su mirada de ojos claros y mira más adentro la presencia del otro niño de cuatro años, el primito, ve que se estira el penecito arrimado a la pared, aquel niñito en su inocencia se mete el dedo entre los glúteos y se los lleva a la nariz, Leandro sonriente les dice que han estado haciendo seguramente el “jueguito”, los niños con su inocencia característica de la época simplemente se ponen cabizbajos, Leandro de casi diez años cierra la puerta con seguro, deja el encargo sobre la mesa, saca de sus bolsillos y les muestra unos juguetes, los niños emocionados los tocan y se sientan a jugar en el piso con él, al pasar el tiempo Leandro ve esos traseritos ajustados por la tela, ya desde hace rato tenía el pene erecto, se les montaba por detrás a los dos niños, Leandro le hizo señas al niño de seis años para ir al cuarto, corrieron la cortina de la entrada y se sentaron en la cama y sin esperar a más luego lo recostó sobre la cama deslizándole el interior mostrándose el traserito bien descubierto, el niño miraba por sus hombros que Leandro se quitaba los tirantes y el pantalón fino obsequio de Rodolfo Buonanote, acerca el pene a rozar la piel del traserito del niño, lentamente se acuesta sobre el niño, sintió calentura de piel, las manos blancas recorrían los brazos del niño de piel morena clara, se notaba el contraste de aquella piel blanca sobre la otra un poco más oscura, empezaron los movimientos, el niño recibía los roces del pene, sintió que le abrían los glúteos y la punta del pene de Leandro lo hacía gemir al niño, desde la cama estaban acostados viendo por si llegaba el “niño”, Leandro aún estaba montado sobre el niño, los dos vieron arrimado a la cortin del marco de la puerta al “niño” de cuatro años que tenía metida la mano dentro de la tela del interior haciendo estirar su pene con movimientos de adelante y de atrás, la otra mano la tenía en su traserito, se rascaba los glúteos, lentamente el “niño” se deslizó por la pared quedando sentado en el piso, seguía mirando esos movimientos que Leandro estaba haciéndole acostado sobre el cuerpo de su primo, el niño sentado tenía las piernas abiertas y los pies descalzos con mugre, su pelo negro lacio estaba alborotado igual que el de su primito, Leandro se apartó del cuerpo del niño, fue por el otro, jocosamente le sostuvo la cabeza y le pasó el glande por los labios, el otro niño seguía inmóvil acostado en la cama viendo cómo Leandro le pasaba el glande ahora por las mejillas, lo levantó deslizándole el interior que llevaba puesto el niño, le estiró el pene delicadamente hasta verlo erecto en algo, luego lo levantó llevándolo de la mano junto a donde estaba su primito, lo acostó sobre él y le hizo que moviera las caderas, el pene erecto se deslizaba sobre el traserito infantil, Leandro miraba eso estirándose el pene, después de unos instantes lo quitó al niño y siguió Leandro ahora pasándole el pene al niño de seis años, los movimientos eran tan fuertes y acelerados que la cama sonaba, Leandro se detuvo, tuvo necesidad de ir a orinar, fue a la letrina, en instantes junto a él está el “niño” de cuatro años, Leandro mira que se está estirando el pene, seguramente vino para que le hiciera lo mismo que a su primito, aquel delicioso jueguito, sonrieron mientras Leandro le quitaba el interior, el “niño” se dejaba llevar quedando desnudo, Leandro lo puso acostado en el piso, le abrió el traserito de los glúteos, el glande del niño de diez años surcaba entre los glúteos, Leandro vio la cara de complacencia que tenía el “niño” de cuatro al sentir ese roce, se dio cuenta que mucho le gustaba, Leandro miraba su pene deslizarse por ese traserito alzando y bajando las caderas, mientras le hacía eso le dijo que no contase a nadie lo que estaban haciendo, el “niño” dócilmente asintió, sin perder la expresión de gusto que tenía en la cara, sus manitos juntas apoyándose su carita en ellas, sus piernitas algo abiertas, Leandro se aparto del “niño” y se sentó mostrándole el pene erecto, le dijo al “niño” que se levante y se acerque, su carita recibió los movimientos del pene de Leandro, le hizo que abra la boca metiéndole a medias el pene luego que lo chupe, Leandro decidió que era el momento de salir por temor a ser descubiertos a esa hora, el otro niño miraba por la ventana cuando salían Leandro y su amiguito de cuatro años de aquella letrina, Leandro estuvo un rato más jugando con los dos niños y luego se despidió, los niños se pararon sobre un sillón raído arrimado a la pared junto a la ventana, vieron por aquella ventana que Leandro se alejaba de la casa, los dos corrieron al cuarto a meterse entre las sábanas completamente desnudos a hacer ese “jueguito”, el “niño” de cuatro años voluntariamente se puso arrimado al extremo de la cama en posición perrito abriéndose los glúteos con las manos mientras que su primito acercaba su pene para rozarle y hacerle sentir su roce en la entrada de su ano, eso al “niño” le estaba gustando cada vez más reforzándose su metamorfosis, luego se metieron en las sábanas, allí abrazaditos se movieran los pies deslizándoselos por las piernas viéndose el roce de sus penes, acostados de perfil notaban el movimiento de sus manos en parte de sus caderas acariciándose sus cuerpos, su relación intima se había incrementado.
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Gustavo Adolfo en aquella semana de licencia militar decidió viajar con su madre y hermano a revisar como iba la marcha de la estancia de su madre, Noelia estaba preocupada por los ingresos y egresos quedándose a revisar los libros de contabilidad mientras Gustavo Adolfo llevaba sobre su caballo a su hermano Carlos Augusto Rodolfo, galopaba pausadamente por muchos minutos, de pronto desde lejos divisó un jinete sentado sobre su caballo debajo de un árbol, el jinete se apea igual lo hace Gustavito y el niño, a su lado el río, el jinete se arrodilla con sus botas sobre la arena con los brazos abiertos, el niño corre hacia el jinete por mandato de Gustavo Adolfo, el niño con una amplia sonrisa se acerca al jinete que con algo de dificultad lo abraza plenamente, lo levanta y se lo lleva la pecho aún levantado para colmarlo de besos, le hace mimos, lo toma de la mano llevándolo hacia el caballo, del morral saca una caña de pescar y pone un anzuelo, lo lleva de la mano a la saliente de la orilla del río y juntos se sientan a contemplar el movimiento de la caña de pescar, Gustavito desde cierta distancia aprecia la escena enternecedora, de repente pica un pez, el niño salta de júbilo al ser sacado a la superficie, luego de un rato saldrían dos más, Gustavito mira la puesta del sol, ya sería hora de almorzar, toma al niño de la mano montándolo sobre el caballo, el jinete le dice que lleve la pesca porque le pertenece al niño, muy jovial Gustavito acepta y se va galopando en dirección a casa de su madre, el jinete queda entristecido, ya habrá algún momento de poderse encontrar de nuevo; pero no fue tanto el tiempo de espera que se corrió la noticia que el niño de Noelia y Carlos Felipe había sufrido un quebranto en su salud, el niño precioso estaba a punto de ser trasladado cuando se escuchan voces de peones y sobremanera una voz autoritaria pidiendo el paso, Carlos junto a su amigo Gumersindo quedaron muy impresionados quedándose los dos perplejos viendo las manos agitadas iracundas al ser alzadas dentro de la entrada de la estancia de Noelia exigiendo el paso, Carlos dio una señal de aprobación quedándose cabizbajo, el tono de voz cambió en el visitante que raudo y veloz fue a la habitación del niño, una sorprendida Noelia recibía al visitante quien se sentó en la cama sobándole los bracitos y manitos de aquel niño que tenía entreabiertos los ojos, pero al sentir las suaves manos del visitante los abrió completamente saliendo una amplia sonrisa de sus labios, como pudo lentamente lo arrimó al niño al espaldar de la amplia cama, la mujer que estaba con el visitante se acercó al niño luego de la mirada de aprobación de Noelia, tomó un vaso de vidrio, una moneda y una vela y se lo pasó por el vientre del niño, luego lo acostó boca abajo e hizo lo mismo, el visitante pasaba la mano con ternura por el pelo lacio rubio del niño, la mujer estaba muy atenta en su obra de sanación, Carlos Felipe muy atento a esos movimientos, estaba contrariado, el médico a su lado no daba crédito a lo que estaba viendo, Carlos quiso actuar pero su esposa lo llevó a un rincón apartado de la casa junto al jardín, Noelia lo abrazó tiernamente, le dijo que permitiera aquella obra de sanación que quien estaba adentro jamás permitiría que le pase algo malo a su hijo, Carlos bajó su cara mirando al piso, hizo puño con las manos, abrazó fuertemente a su esposa que en ese año en navidad cumpliría sus cuarenta años, dentro de la habitación nana Dulce cooperaba, desde un rincón con prudencia Gustavo Adolfo observaba los movimientos de manos, cerró los ojos para recordar aquel instante en el que estaba jugando en el amplio jardín de la mansión en la capital con su hermanito Carlos Augusto Rodolfo, el joven acostado de cara al sol y el niño sentado en su pecho, le hacía mimos a aquel hermoso niñito rubio por aquel entonces cumplidos sus dos añitos de vida, lo abrazaba tanto que luego lo colmaba de caricias mimosas, Gustavo lo quería mucho a su hermanito, de entre el cerramiento de tupidas plantas la cara del anciano miraba la escena, Gustavito presuroso fue a su encuentro junto a su hermanito llevado en brazos, el anciano quiso alejarse pero la voz suplicante de su nieto favorito le pidió detenerse, así lo hizo quedando de espaldas, Gustavito lo rodeó poniéndose frente a frente, el anciano no pudo evitar ver la cara y el cuerpito de ese niñito rubio precioso, Gustavito le dijo que conociera su nieto, se llamaba Carlos Augusto Rodolfo, llevaba su nombre, el anciano sorprendido abrió más sus ojos, sonrió irónicamente, quiso dar unos pasos pero Gustavo lo detuvo, el niño estiró los brazos en señal que el anciano lo cargue, pasaron unos instantes de dubitación, Gustavito se lo puso en el pecho, el anciano marcó por vez primera a su nieto, hubo ternura, preguntó por la madre del niño, Gustavito respondió que había salido con el esposo, mejor así, dijo el anciano quien rodeaba el cuerpo de aquel niñito con sus manos, las manitos blancas y suaves se agarraron a los dedos del anciano quien le sonreía, se impactó al ver el rostro del niño, era muy parecido a René, su supuesto sobrino, pero en realidad su verdadero hijo al que no pudo alcanzar a decirle la verdad debido al asesinato sufrido en el campo y del que aún no se sabe el nombre del asesino, nana Dulce alejada del lugar desde lo alto de un ventanal miraba al prestante Rodolfo Buonanote marcando a su último nieto, la mujer de color hizo plegaria agradeciendo al santísimo lo que estaba viendo, se alegró tanto que las lagrimas recorrían las mejillas, el anciano regresó al niño a su hermano, pero Carlos Augusto quería estar con el anciano, para ello estiraba sus brazos queriendo que lo abrace y lo marque aquel anciano, fueron varios minutos que pasaron sentados arrullando al pequeño, ya una vez dormido el anciano le dio un prolongado beso en la frente al niño, le pasó las manos por su carita hermosa y suave, los ojos del anciano quedaron brillosos al despedirse de su nieto favorito, estiró un brazo poniéndolo en el hombro de un joven diciéndole que se sentía agradecido por el hermoso gesto que había tenido para con él, lentamente caminó pausadamente en dirección al auto que lo esperaba; Gustavito abrió los ojos, los tenía humedecidos tras la salida de las lágrimas, miraba en su delante a su abuelo Rodolfo Buonanote con su incondicional Amacilia atendiendo al niño con la ayuda de la nana Dulce, el estado de ánimo del niño mejoró, el doctor con prudencia abandonó la estancia comprendiendo las disculpas de los esposos por la repentina intervención de Rodolfo Buonanote al estar con su nieto, el anciano pidió quedarse a solas con el niño que ahora dormía plácidamente, Noelia, Carlos Felipe, Gustavo Adolfo y muchos otras personas caminaban con expectativa viendo la puerta del cuarto del niño, adentro solo estaba Rodolfo, Amacilia y la nana Dulce que se habían unido luego, Noelia no resistió más la angustia por ya el pasar de un par de horas y entró al cuarto, su esposo la siguió, los demás esperaron fuera, al entrar vieron con alegría al niño recostado en el espaldar con amplia sonrisa pasándole las manitos por la cabellera lacia con canas de su abuelito quien se había quedado dormido, las dos mujeres ocupaban el borde de la cama donde estaban sentadas viendo al niño más alentado, los esposos comprobaron la afectividad del anciano con su nieto y viceversa, ya tocaba de despedirse, al despertar Rodolfo Buonanote abrazó tiernamente a su nieto colmándole de besos, Noelia en pocas ocasiones había visto llorar tan sentidamente a su padre, aquel niño los volvía a unir afectivamente otra vez seguramente, altivamente el prestante anciano hizo camino junto a Amacilia saliendo de la estancia sin articular palabras pero haciendo venias a los presentes, le dio un abrazo y un beso en la frente a su nieto favorito Gustavo Adolfo, mientras que desde lejos Carlos Felipe del Olmo y su amigo Gumersindo miraban al anciano subir a su auto junto a su leal Amacilia, la nana Dulce quedó al cuidado del niño y se le sumaba Noelia, el auto se desplazaba por la pedregosa vía de acceso a la estancia de Noelia, las manos del anciano golpeaban acariciando sutilmente las manos de su fiel compañera dándole besos y agradeciéndole por lo que había hecho, alguna vez Amacilia salvó de la vida de René y ahora lo había hecho con Carlos Augusto Rodolfo, el anciano manifestó que el niño era físicamente parecido al difunto René cuando era un niño, y confesó que tenía un cariño especial por aquel niño, al que ya lo consideraba su nieto.
FIN DEL CENTÉSIMO QUINTO EPISODIO
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