METAMORFOSIS 106
Incertidumbre.
Las peleas se hacían constantes entre Sandra y Serafín por cualquier motivo que muchas veces se hacían por inmadurez de ambos y poco tino expresivo en las palabras pero aún así las reconciliaciones eran de lo mejor, solo que Sandra compartía la cama con los dos hermanos Serafín y Gustavo Adolfo sin que ellos lo supieran, así, un día él y otro día el otro, ella estaba más atraída por las finas líneas expresivas del bello rostro de Gustavo Adolfo, la pasión era desbordante; aquella caída de ocaso un auto del año de la época se estacionaba en una casa lujosa, la mujer regia salía a paso acelerado junto a su acompañante, eran Sandra y Squeo, son saludados por la empleada que estaba de salida a compras, en el interior de la casa, Sandra le contaba a su cómplice sobre el desarrollo de su relación de los dos hermanos consolidándose la venganza contra el padre de los muchachos, estaban planificando cómo hacerle daño, Squeo murmuró en el oído de la mujer quien con sonrisa amplia asentía lo que escuchaba, de pronto escucha el timbre de la puerta, la mujer en la puerta dialoga con Serafín que la invitaba a ver película en el teatro central, ella con sorna lo despide, el joven gira sobre sus talones cabizbajo mientras ella arrimada al marco de la puerta principal lo ve partir, ella entra en tono desafiante y victorioso, Squeo la toma de los brazos, con furia la lleva a su pecho, los besos apasionados no se hacían esperar, de impulso la lleva dentro de una habitación, la puerta se cierra, la empleada al pasar por el corredor escuchaba los gemidos de la patrona y los de ese hombre grotesco, se apegaba a la puerta escuchar de mejor modo y continuaba su camino con una mueca de risa muy expresiva lasciva, Serafín iba caminando por la calle tratando de comprender el inestable estado emocional de Sandra, su sorpresa fue grande cuando al levantar su cara ve acercarse de frente con paso rápido a Emérita llevando unos libros rodeándolos con los brazos, la detiene, caminan a sentarse en un banco del parque, conversan por largo rato, él percibe una sonrisa salida de la personalidad de la muchacha, le toma de las manos frotándoselas, se miran fijamente, lentamente sus caras se acercan dándose un beso tierno, un hombre de tercera edad que pasaba tosió en señal de desaprobación, los jóvenes rieron abrazándose, ella recordó aquellos momentos en que sola en la cama la pasaba pensando lo que había sucedido en el cuarto de Serafín donde le había dado su virginidad, se había entregado a él enteramente, Emérita recordaba las noches a solas en su cuarto en la que se acostaba desnuda pasándose la mano por su vagina pensando en el pene de su amado, los dedos simulaban aquel pene que se había quedado fijo en sus pensamientos, como aquella sangre salida de su vagina latiente, recordó los días siguientes de temor y recelo al verlo a Serafín que siempre la trataba con cortesía y ahora mucho más, los pensamientos de Emérita se diluyeron cuando sintió otro beso apasionado, lo abrazó con fuerza demostrándole su cariño al joven, Serafín miró aquellos pezones, sonrieron, se alejaron del parque abrazados, ella en verdad lo amaba, dudoso cariño en cambio por la parte del joven, mientras caminaban Serafín miraba a los lados, como si buscara algo, de pronto la llevó por un sendero apartado del amplio parque de la época, ya sin luz por el sector, la chica sintió temor, Serafín la arrimó a un frondoso árbol, no se escuchaba gente, solo los batracios y grillos, lentamente se fueron sacando la ropa mientras se besaban apasionadamente, los libros quedaron a un lado de la ropa de ella, la arrimó al árbol sujetándola de las caderas llevándose el pene dentro de la vagina de la muchacha que gemía fuerte, otra vez sintió aquella molestia pero ahora ante ello reinaba un indescriptible deseo de placer nacido de las embestidas de ese pene, la pierna de la muchacha alzada con la ayuda de la mano de Serafín llevándosela a la cadera, así más fácil le hacía la penetración, después lentamente la acostaba sobre el suelo lleno de hojas, puso las piernas femeninas sobre sus hombros masculinos, ella experimentaba otra vez esa postura sexual deliciosa, el pene entraba con más ahínco, ella no paraba de gemir pese a que sentía mucho placer, Serafín realmente recordaba a Sandra, se imaginaba que con ella estaba haciendo el amor, así, los movimientos fueron más intensos, se le escapaban unos te amos lo que la hacían pensar a la dulce Emérita que eran para ella, y se dejaba llevar por la impetuosidad sexual de Serafín a tal punto que el joven sintió mojado todo su pene, ella le había dado lo suyo, el hizo movimientos acelerados, fueron tantos, que luego cayo desfallecido sobre el cuerpo de ella dejándole semen dentro de su vagina, su calentura era grande que no tuvo reparos, la besó alocada y apasionadamente, Emérita con el pasar del tiempo se hizo adicta al cuerpo de Serafín, era el momento de vestirse, Serafín la acompañó unas cuantas cuadras separándose de ella luego de conocer la dirección de su nueva casa, la muchacha lo vio alejarse por la calle, esta entrega de amor había sido mejor que las dos primeras anteriores, mas impetuosa y a la vez mucho más deliciosa demostración de sexo a plenitud, no importaba el lugar para ella sino la entrega de aquel hombre que le había dicho esa noche muchos te amos, al llegar a su casa se dio un baño quedándose con su ligero camisón de dormir juvenil, al acostarse recordó a Serafín y todo cuanto habían hecho, de entre las hojas de su libro colegial sacó la fotografía del hombre que actualmente significaba mucho en su vida, besó repetidamente la fotografía, para dentro de sí, prometió no contar a nadie de lo sucedido, ella estaba bien enamorada de Serafín.
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En aquella fresca mañana el humo se hacía disperso a causa de las bocanadas de tabaco de tal manera que hacía poco legible la lectura de Carlos Felipe del Olmo que a través de la prensa se enteraba que su amigo y compadre Luis Daniel Pérez se lanzaría a la política, sonrió diciéndole a Noelia que en estos tormentosos tiempos era mejor otra cosa, pero en fin, ya su compadre le había comentado meses antes su intención de postularse en los comicios, temía que su compadre sufra una descalabro cuando los electores se enterasen de lo sucedido de su esposa con el capaz encontrados asesinados en estado de dsnudez, sin embargo en la capital las noticias tardaban y Luis Daniel tenía buena opción de llegar al Senado de la República, inclusive muchos amigos pidieron también la postulación de Carlos que era más popular que su compadre, pero él prefirió estar detrás, Noelia en su sillón bordaba un chal, la nana contratada mecía la cuna donde estaba un inquieto Carlos Augusto que se negaba a dormir, el padre hizo a un lado el periódico e hizo señas a la nana para que se lo ponga en su regazo, el niño precioso estiraba sus brazos queriendo con sus manos agarrar las orejas de su padre mientras le hacía mimos haciéndolo sonreír, Noelia alegre miraba la escena, la corbata de Carlos quedó desarreglada por los movimientos de manos del niño, el ruido de los tacos de las botas del chófer recién contratado hicieron mover la cabeza de Carlos al escucharle decir que un hombre preguntaba por el patrón, Carlos le dijo que lo hiciera pasar, al abrirse la puerta el visitante miraba a Carlos arrodillado en el piso jugando con su hijito, levantó la cara con una amplia sonrisa, Carlos y Noelia quedaron en pie viendo al visitante, era Gumersindo, el amigo entrañable que alguna vez le había salvado la vida a Carlos, se dieron un fuerte abrazo, la alegría en la cara de Gumersindo que estaba inicialmente se diluyó al decirle a Carlos que habían novedades en las estancias del campo, se necesitaba la presencia de los patrones allá en ese lugar, se trataba de un alzado de armas de ciertos campesinos pidiendo tierras y un elevado estado de colaboración con los terratenientes, Carlos dispuso al chófer la partida de inmediato, Noelia quiso acompañarlo pero Carlos decidió que mejor que no viaje pues el escenario era peligroso, se despidió de su esposa y de su hijo, en el camino Gumersindo le confesó que en donde estaba más difícil el problema era en los terrenos de Rodolfo Buonanote, la mayoría de sus peones conspiraron e invadieron a la fuerza grandes cantidades de tierras, al escuchar aquello Carlos agradeció no habérselo contado a su esposa Noelia lo de su suegro, durante todo el viaje Carlos iba pensativo, pasó por un par de sus negocios llevando a sus empleados armados a la estancia, la incertidumbre era grande y no se imaginaba con lo que se encontraría.
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Los días calurosos pasaban dejando mella en los habitantes de la capital, la fresca agua lluvia compensaba el ardiente calor, los habitantes bebían agua en exceso, se podía ver a ciertos adolescentes jugar en las calles mojándose, es que se avecinaban los carnavales, la gente se mojaba y el pretexto era el agudo calor, aquel hombre cuarentón miraba sentado desde el mostrador a través de la puerta entreabierta a un grupo de niños jugando con agua, ya muchos de ellos estaban llenos de lodo parte de su cuerpo y ropa, entre ellos se distinguía Leandro de diez años cumplidos, estaba correteando a los más pequeños, a uno de ellos lo lleva a un rincón apartado y lo hace caer en el suelo, se le acuesta encima haciendo movimientos de cadera en forma sexual, el cuarentón se levantó de su sitio de descanso y corrió a la ventana de su cuarto donde se podía apreciar de mejor manera lo que estaba haciendo Leandro con ese amiguito, miraba con detenimiento aquellos movimientos de Leandro, sobre todo cuando las manos del niño de diez años deslizaba la ropa de su amiguito hasta dejarle descubierto los glúteos y él se paraba y se deslizaba la ropa dejándose ver su penecito descubierto para luego acostarse sobre el pequeño poniendo su pene lampiño sobre ese suave potito, ahora los movimientos eran más rápidos alzando y bajando las caderas hasta que de pronto se detenían y se subían la ropa corriendo a donde estaban los demás amiguitos, al rato nuevamente Leandro llevaba a otro niño al mismo rincón apartado para hacerle lo mismo, el cuarentón al ver eso ya estaba caliente, su calzoncillo estaba estirado por efecto de su pene erecto, lo sacó de la tela y lo apretaba con delicadeza dándose placer, seguía mirando a aquel niño rubio precioso que andaba descalzo teniendo puesta una playerita y un pantaloncito corto, los niños se echaron agua dl grifo público para quitarse el lodo del cuerpo y parte de la ropa, después siguieron con los juegos acostumbrados de pelota, el gringo, como le decían de cariño a Leandro, se sentó solo en la acera que quedaba junto a la abacería, vio la puerta entreabierta señal de la época que no se atendía sino en un caso de emergencia por aquellos disturbios de ese año turbulento, sin embargo decidió entrar, llamó al propietario con el deseo de comprar una gaseosa, de entre las cortinas aparece el hombre cuarentón disimulando haber salido de una siesta de mediodía, tenía puesto solo su amplio calzoncillo, deliberadamente saca su pene mostrándoselo al niño de diez años, se lo rascaba, lo apretaba mostrándoselo muy erecto, lentamente el niño se acercó a verlo mejor mostrando su acostumbrada sonrisa, el hombre lo abrazó sujetándolo de la cintura hasta que rocen sus cuerpos diciéndole algo al oído, Leandro se dejó cargar por el hombre cuarentón dueño de la abacería yendo a un cuartito detrás de la abacería, lo acostó sobre unos cartones, Leandro miraba acercarse el cuerpo de aquel hombre sobre su cuerpo, tiempo después voluntariamente se iban quitando la ropa fundiéndose los dos cuerpos en uno, el hombre besaba cada rincón de piel de Leandro, desde hace más de tres años hacían el amor, aquel hombre lo había terminado de sodomizar, se puso complacido viendo el cuerpo del “gringuito” de diez años acostado boca abajo sobre el cartón teniendo su carita recostada en el suelo y los brazos con manos estiradas, el cuarentón lo disfrutaba viendo así desnudo a su complacencia dejándose llevar, lo besó por repetidas ocasiones en el pelo, cuello, mejillas, espina dorsal, coxis, enloqueciéndose con besos en los glúteos, Leandro el gringo significaba mucho para ese hombre más allá de haberlo terminado de sodomizar, por eso continuó con sus besos, lo dio de vuelta, cara a cara, frente a frente unidas, se dieron besos de lengua, apasionados por parte del hombre, aceptados por parte de Leandro, sus labios recorrieron el mentón, el cuello, abdomen, llegando a lamer los glúteos y el penecito lampiño erecto, lo sostuvo sobre su cintura poniendo las piernas del niño sobre su pecho infantil de tal forma que quedaba el ano amplio, rozagante, lampiño, descubierto, sus deditos lo rozaban, los dedos gruesos del hombre se introducían ensalivados, los dedos de los pies de Leandro se movían apretujados del sentir, el hombre con el glande ensalivado empezó a meterlo en el ano, empujaba despacio, despacio empujaba, el hombre miraba la carita del gringo, lo estaba disfrutando, expresaba satisfacción y a la vez gemidos, solo de recordar lo que había visto anteriormente le hizo empujar con violencia el pene dentro del ano haciéndolo gemir más al niño, satisfecho estaba viendo salir y entrar el pene en ese ano, le decía lo hermoso que era ese culito, lo tuvo así en ese movimiento por mucho tiempo, sus cuerpos estaban sudorosos por aquel calor, las gotas de sudor corrían en sus pieles, las manos de Leandro apretujaban las del cuarentón, el niño abría y cerraba la boca mordiéndose los labios ante las embestidas propinadas por el pene del cuarentón, entrelazaron las manos, despacio el hombre se fue acostando sobre el cuerpo del niño que pujaba ante su peso, quedaron acostados de perfil viéndose cara a cara, bajaron su mirada viéndose juntos los penes, la pierna del hombre se colocó sobre la cintura de Leandro, lo atrajo más a su cuerpo, se sintieron sus pieles sudorosas, el hombre se sentó sobre unas cajas de madera de mercaderías acomodadas, su pene estaba como lanza apuntando al techo, lo hizo venir de espaldas al niño sujetándolo de la cintura haciéndolo sentar sobre sus piernas, lo alzó de las caderas, colocó su pene a la entrada del ano y lentamente lo hizo descender al niño precioso rubito, la espalda del niño de diez años se pegaba al pecho del cuarentón, puso su mentón sobre el hombro del niño lamiéndole las orejas, el pene entraba en el ano debido al peso descendido, ambos gemían al sentir aquel roce de piel de pene y trasero, Leandro soportó varios instantes con esa postura, de pronto sintió el semen dentro de su ano, lentamente se levantó del cuerpo del cuarentón que cayó rendido en el suelo, tomó papel y se limpió el trasero, el hombre seguía acostado en el suelo viéndolo al gringo acuclillado sacándose el semen con papel, el hombre le dijo que tomase gratuitamente lo que quería, Leandro asintió feliz, tomó unas galletas y gaseosa sentándose a comer en el mostrador, tiempo después sin decir palabra se despidió del hombre, vio la silueta del niño rubio de diez años que se alejaba, su caminar le recordaba a un niño especial que fue en su vida en determinado momento, como flashes se le venían a la mente aquellas sonrisas y aquellas caricias que se daban, asimismo aquella desagradable escena, ante eso, prefirió no recordar, exclamaba con respiración entrecortada: ninguno como él, fue en búsqueda de un cigarrillo y vaso con ron que lo puso a la mitad y se bebió el contenido del líquido, al mismo tiempo que hacía bocanadas de humo y se preguntaba en donde estaría en este mismo rato aquel niño ya hombre ahora.
FIN DEL CENTÉSIMO SEXTO EPISODIO
Wow amigo como siempre tus relatos muy buenos me apaciona leerlos en especial a luis estoy enamorado de el jejeje y dale estare esperando los demas y seguir las lecturas de tus relatos saludos amigo….. 🙂 😉 🙂 😉 🙂 😉