METAMORFOSIS 110
Hermosa inocencia.
Los acontecimientos en la capital habían hecho que Noelia visitase con sus hijos más seguido a su padre que complacido el anciano veía más de cerca a su nieto favorito Carlos Augusto Rodolfo que le daba por jugar con los animales de granja, le atraían mayormente las aves, era la alegría de los residentes en las estancias, un niño de tres años muy carismático, contrastando con Gustavo Andrés de ocho años hijo de Leonor y del difunto Teodomiro, era una niño vivaz, con mucha inteligencia y sagacidad, algo distraído por la efusividad de su carácter, su madre lo notaba igual a su difunto padre, temía lo peor cuando creciera que se transformase en un aventurero, aquel niño de piel canela recorría a caballo la estancia, sus padres habían decidió vivir una temporada en la estancia de Noelia, allí Gustavito los visitaba en cada licencia que tenía, para el militar de veinte años le gustaba pasar momentos con su hermano y sobrino, iban al pueblo a los juegos donde eran la atracción ambos niños que llenaban de vida el ambiente, aquella era una hermosa inocencia, libre de prejuicios dejada solo a los adultos que se peleaban por tierras al fragor de las armas, las calles llenas de militares, a veces en patrullaje Gustavito había visto caer a sus compañeros, Carlos Felipe del Olmo al saberse padre de Gustavito usó su influencia para en los corrillos militares pudiera ascender de rango a fin de no estar cerca de la plebe combatiendo aunque era inevitable, a veces tocaba, sus meritos intelectuales y su pericia de estratega militar hacía salvar a sus compañeros, dentro de su círculo era el líder lo que ameritaba también ser elegido en alta categoría, su abuelo Rodolfo estaba orgulloso de su meteórica actividad militar, mientras tanto en contraste su nieto mayor Luis se debatía en las sombras de la indiferencia, Rodolfo solo tenía para su nieto primogénito la mayor de las frases autoritarias en relación a lo que estaba haciendo con su vida, exigía que sea firme con sus derechos hereditarios ante el Doctor Pérez, también sobre su vida romántica, no se le conocían novias, ese comentario irritaba a Luis que en silencio esperaba una pausa en la perorata de su abuelo para retirarse insolentemente, ese fue uno de aquellos días en los que tras las observaciones de su abuelo decidió acompañar a sus primos y sobrino al pueblo, Luis estaba triste sentado en el parque divisó a lo lejos a un jinete, era aquel hombre fornido, aquel campesino, su padre, sin que el mundo ni los de alrededor se enterasen, pero era su padre, ni el campesino ni Luis se habían dicho tal verdad guardada pero con su mirada era suficiente para sentirlo internamente, detrás iba sosteniéndose Eleuterio, el más pequeño de sus hijos, el hombre lentamente desmontó a su hijo pequeño, caminó en dirección a Luis, se sentó junto a él a conversar, fue un diálogo largo mientras miraban al niño jugar con otros, Luis cabizbajo asentía lo que escuchaba del hombre, repentinamente aparece Clodoveo sentado en la moto junto a su tío Dagoberto, al bajarse le informa que su madre lo está buscando para que le ayude a finiquitar una venta, el hombre toma su caballo en dirección al negocio, Clodoveo se queda jugando con su hermanito Eleuterio a vista de Luis quien se relaja en el espaldar, vio a Dagoberto dando vueltas en la moto y se dirige a las afueras del pueblo, en sentido contrario Emilio el yerno de Noelia Buonanote manejaba su auto completamente solo, entraba al pueblo, Luis pensó que se adhería a ellos en el parque pero su ruta fue diferente en dirección al negocio de Lucrecia donde se estacionó, el diálogo entre ambos como siempre respetuoso y cordial delante de su esposo, coincidentemente en una carreta llega Agripina con su hermano Luis Alfonso estacionándose detrás del auto, ella era atendida amablemente por Dagoberto, la muchacha fue sorprendida por un grupo de amigas que saludaron su presencia yendo a la fuente de sodas de enfrente, Luis Alfonso estaba con ellas, cortésmente al niño de nueve años le acariciaban el pelo halagandole su belleza de rostro, Dagoberto presenciaba aquella escena en las que ellas notaban un aire femenino en aquel niño, su hermana ya lo había notado antes pero trataba de ignorar, sus manos dobladas y sus gestos amanerados decían mucho de aquel niño que antes de morir su madre no se comportaba de esa manera y mucho más se incrementó su amaneramiento ante el abandono de su padre, aquel doctor Pérez candidato al senado y justo ese año eran las elecciones, el doctor sólo con su hija Justin salía en los eventos políticos, con su otro hijo no, seguramente guardaba el silencio ante lo que su madre le hizo al traicionarlo con Ricardo el capataz de la hacienda, aún así, las noticias vuelan, y ese fue el titulo de las comidillas de las muchachas, le preguntaron por su larga ausencia de visita al pueblo, Agripina cabizbaja se limitaba a sonreír, las miradas de sus amigas se centraron en las de Luis Alfonso quien hizo lo mismo que su hermana, al sentir el cálido ambiente el niño decidió salir a jugar al parque pero fue impedido por la orden de su hermana que se acerque a comprar los víveres solicitados por las empleadas que los cuidaban, Luis Alfonso obedeció viendo los ojos vidriosos de su hermana a punto de llorar, tenía en sus manos alista de comestibles, ambos hermanos sabían de su secreto, al instante de acercarse el niño, Emilio abre la puerta de su auto haciendo ingresar a Lucrecia y a su esposo, los llevaría a un lugar donde en cierto modo iniciarían una alianza de negocios proporcionándole tierras y maquinaria a cambio de que el campesino y Lucrecia hicieran producir la tierra, edificando además una pequeña embazadora, Emilio desde Europa había venido con ideas innovadoras fáciles de aplicar con mucha visión empresarial, los terrenos eran por la cercanía a la carreta interdepartamental construida hace poco, por esos terrenos cruzaba el arroyo y eran terrenos herencia de Josefina que ya le había cedido Noelia, el capital de Emilio tendría fuerza en la materialización, allá los esperaban Noelia y Josefina, Luis los vio irse perdiéndose en la salida del pueblo, Emilio transitó varios minutos, al bajar del auto el campesino estiró su mano temblorosa y fría a una sorprendida Noelia que no salía de su asombro viendo a aquel hombre que había sido amante de su hermana con la que había tenido un hijo, Luis, el silencio fue constante manejándose solo las miradas, Noelia contrariada sabía del secreto del origen de su sobrino con ese hombre, ella pensaba que él no lo sabía, su yerno notó el desagrado de la presencia de aquel campesino, intentó preguntarle pero discretamente a favor a cristalizar el negocio prefirió callar, de aquello no se dieron cuenta Lucrecia ni Josefina que se habían adentrado en la vegetación junto al arroyo a indicar implantaciones estratégicas del negocio, habían conocido de la fama de buen comerciantes de Lucrecia y su esposo por ellos fueron tomados en cuenta, de lejos Noelia observaba todo, se resignó a ver el estrechón de manos entre los cuatro, a fin de cuentas ella se consideraba sobrante en aquel acto de negocios, los trabajos empezarían esa misma semana, de esa forma aquella tercera semana de junio de 1950 comenzaba los trabajos de construcción de la primera envasadora de jugos y lácteos en el pueblo, en sus adentros Emilio se complacía de tener tan cerca a una socia a la que le atraía físicamente; a kilómetros de ahí, Luis Alfonso iba a medias en las compras, Dagoberto le hizo señas para que lo acompañase adentro, el niño de nueve años le hizo caso, Luis lo vio entrar, pasó un buen rato que Luis Alfonso salió cabizbajo y pensativo, algo alborotado su pelo lacio, se estiraba el trasero vestido sin dejar de doblar su mano al tomar la fruta que le faltaba comprar, Dagoberto estaba como pensativo, Luis observó a Dagoberto que al disimulo le hacía gestos obscenos a los que el niño correspondía de igual forma sin ser notados según ellos, Dagoberto le ayudó a subir las compras, Agripina seguía entretenida conversando con sus amigas, no se dio por enterada de que en súbito movimiento de caderas el pene abultado por la tela del pantalón de Dagoberto rozaba el trasero vestido del niño que se dejaba por unos segundos de ese movimiento sexual de caderas, a lo que Luis no quitó de vista, se estaba enterando de aquella relación sexual, tuvo la intención de acercarse para ver más de cerca pero fueron vanos sus esfuerzos pues ya Agripina se despedía y tomaba riendas de sus caballos alejándose del lugar con su hermano que sentado sentía molestia en su trasero, es que minutos antes Dagoberto a furia y rapidez había penetrado con su pene en el ano del niño dejándole algo de semen y limpiándole el traserito le había dejado ratros de papel, Luis fue llamado por su primo para montar a caballo y regresar a la estancia de su abuelo Rodolfo Buonanote, al llegar Luis no pudo olvidar esa escena que había visto entre Luis Alfonso y Dagoberto, subió las escaleras y de súbito entró a su cuarto, se acostó a descansar, quedó sólo en calzoncillo, por entre la abotonadura sacó su pene estirándoselo y manoseándolo con suavidad, la puerta quedó entreabierta, unos deditos tomaron el filo de la puerta empujándola algo y por donde en ese espacio le permitió avocar la presencia de una carita infantil, sus ojitos en silencio vieron a Luis que se estaba masturbándose, el niño con sorpresa ingenuamente entró a la habitación, le preguntó por lo que estaba haciendo, la expresión de Luis fue al principio de sorpresa pero luego fue de naturalidad al ver la figura infantil que le preguntaba inocente de aquel acto, Luis le dijo que era un “juego” pero que debería silenciar, es decir, no decir a nadie de aquello porque caso contrario habría problemas y le castigarían, Luis le pidió silencio y el niño obediente asintió, caminó por el cuarto y sus manitas pusieron a deslizar el seguro de la puerta luego retornó sonriente a ver lo que Luis seguía haciendo, era que su pene estaba ya algo amoratado de tanto manoseo, puso al niño acostado en la cama con sus pies unidos, lentamente los dedos de Luis iban deslizando la cremallera, hasta sacarle el penecito que con leve frote se puso erecto, Luis lo olió y lamió, ese acto al niño le sorprendió, más cuando sintió que se lo chupaba, instantes después el niño miraba su pene descubierto tras haber sido desabotonado y sacado su pantaloncito corto, Luis olía el sudor característico del niño en su pelvis, la lengua lamía los testículos, Luis dejándose ver desnudo ante el niño le preguntaba si le gustaba eso que le estaba haciendo y que sentía y el niño respondía que sí aunque se sentía un poco raro, Luis sonrió y continuó lamiéndole, ya para eso Luis estaba caliente e hizo que el niño se acostase boca abajo, el pantaloncito quedaba en el suelo, el niño estaba completamente acostado en la cama, las manos de Luis pasaron por varios minutos manoseando la piel del traserito del niño, tomó su pene poniéndolo entre los glúteos, el niño dijo que “eso” que estaba sobre su potito lo sentía caliente y le preguntaba el por qué o hacía, Luis sonrió, le dijo que era parte del jueguito, el pequeño sintió lamidos ensalivados detrás en su cuello y mejillas, Luis le dijo que este jueguito no se lo contase a nadie, el niño relajado se limitaba a asentir graciosamente, por varias ocasiones tras de darle besos en la espalda le repetía aquello más aún cuando el niño sintió que algo nuevamente le pasaba entre los glúteos por su piel, le preguntaba a Luis el por qué le pasaba “eso”, de nuevo le repetía que era parte del “juego”, se podía notar el contraste de sus pieles, Luis se dio cuenta que el tiempo transcurría así que se esforzó por rozarle más seguido el pene, en una de esas el niño sintió molestia que se tradujo en puje y gemido, Luis trataba de penetrarle en algo ese traserito bien formado, se detuvo a continuar pues le ganó el venirse con semen sobre el traserito del niño, lentamente se apartó de la humanidad infantil diciéndole que se quedase quietecito, por unos segundos vio aquel cuerpito acostado en la cama, estaba complacido con aquella vez primera que había hecho el amor sin pensarlo ni planearlo siquiera, pero así se había dado, mientras lo limpiaba le rogaba que guardase el secreto de lo que habían hecho, le vino a Luis un sentimiento de culpa, vio al niño vestido que se alejaba de la cama sus manitos deslizaban el seguro, se despidió sonriente forzado y algo pensativo, Luis quedó con la expectativa y el temor que el niño divulgase lo sucedido pero a su vez confiaba con la discreción y aspiraba a que eso se cumpliera.
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Un auto del año transitaba por los polvorientos campos en dirección al cementerio del pueblo, se cruzó el ocupante con una carruaje de principios de siglo, iba conduciéndola un peón detrás iba Rodolfo Buonanote algo pensativo que no se fijó que el ocupante del auto era su yerno, el auto se estacionó en la entrada del cementerio, Carlos llevaba dos ramos de flores, había viajado mucho rato desde la capital y lo primero que hizo fue llegar a donde estaba un soberbio mausoleo junto a un altivo y frondoso samán, fue su sorpresa observar unas flores frescas recién puestas en el jarrón de su madre y otra en el recipiente de su hermano fallecido, le vino la inquietud, a la vez, la nostalgia, presenciaba las lápidas de mármol con letras en baño de oro de sus padres, se sentó a meditar y a agradecer por lo que ahora representaba, se lamentaba que sus padres no viviesen este momento, le brotaron unas lágrimas pensando en su hijo Gustavo Adolfo, estaba preocupado ante su indiferencia, no comprendía aquel militar que tanto él como Carlos hace tiempo reciente se habían enterado de la verdad, una mano con guante acarició el hombro de aquel hombre, era su hijo quien lo había acompañado desde la capital, lo vio y sonrió pese a las lágrimas, era Serafín, Carlos Felipe del Olmo con seguridad lo sentía suyo, su hijo, su primogénito igual que Gustavo Adolfo, irónicamente ambos hijos varones habían nacido a la misma hora en el mismo día, el hombre se levantó y se abrazó a su hijo siendo conducido al auto, al llegar a la estancia de Noelia un niño rubito hermoso corría entre los gansos a saludar a los recién llegados, Noelia y el resto de la familia se unieron al abrazo pero Carlos Felipe ansiaba el abrazo de otro miembro que en ese momento aparecía desde lejos montado a caballo ahora vestido de civil, al bajarse se acerco a darle fríamente la mano, Noelia presa del júbilo le dijo que lo abrace, Gustavito con mirada cortante e indiferente se limitó a ver a su madre y con soberbia propia se acercó un tanto a Carlos Felipe para brindarle una solemne venia, Carlos se dijo en sus adentros que confiaba en el tiempo y en el destino para que su hijo lo sienta como su verdadero padre, la tensión fue cortada por las ocurrencia del inquieto Andrés, los peones y campesinos saludaron a Carlos muchos de ellos amigos de la infancia, Emilio llevó a Carlos para que presencie los trabajos realizados pues ese era el motivo principal de la invitación, Carlos había sido invitado a ser accionista con gusto aceptando pues así se daba más trabajo en el sector para aquellas familias pobres, se pensó también en edificar una mejor escuela con las futuras ganancias, ese comentario se corrió como polvorín en el pueblo tomando de buena forma lo que los patrones ahora estaban haciendo, Carlos estableció trabajo con Lucrecia y su esposo los otros miembros del negocio, el recelo de Noelia ante aquel hombre persistía, también observaba con detenimiento las galanterías de los hombres ante la insinuante forma de ser de Lucrecia, combinaba bien su donaire en la forma de hacer negocios con el liderazgo corporativo, al pasar los días ya se veía construcción de obra avanzada, los niños correteaban por el lugar, Dagoberto con su moto fue pieza clave de comunicación entre ellos, así que podía tener acceso libre a la obra en construcción, Serafín era el más inquieto en las preguntas, los presentes observaban con detenimiento las aseveraciones, se notaba que tendría buen futuro en los negocios, solo que la relación clandestina con Sandra seguía aleatoriamente y eso lo ponía de mal humor que a veces su padre no entendía el motivo de su malestar, lejos estaba Serafín de sospechar que su medio hermano vestido de civil también frecuentaba a Sandra que se complacía de tener ambas relaciones.
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Las discusiones se ponían a punto álgido entre Griselda y Raúl, en medio la presencia de sus hijos viendo tamaño grotesco espectáculo, sólo se calmaban ante la presencia de nana Dulce o la madre de Raúl, ahora sus salidas eran más constantes y las noches sin dormir con Griselda se hacían tenues, cada vez el espacio de comunicación se tornaba en indiferencia, aquella mujer absorbía toda la atención de su esposo, Raúl se encontraba atrapado en las redes sensuales de aquella mujer madre de pareja de niños, Raúl estaba prendado de la belleza de aquel cuerpo femenino sensual con gran desarrollo en la cama, todo eso hizo que hubiera un descontrol familiar ante la observación que le hicieron los hijos al padre pues ya lo habían visto varias veces con esa mujer, el hombre cegado por la ira daba de golpes sin distingo de sexo a sus hijos, Griselda se interponía, cada vez que llegaba borracho se acordaba de aquel incidente y armaba bronca, ya su hijo Juan Asdrúbal poco lo respetaba pese a tener sus trece años cumplidos, no así Sara, la joven de mayoría de edad que se hacía indiferente pero no rencorosa como su hermano, Griselda envejecía del dolor ante el desamor de su esposo, la vejaba constantemente, hubo un momento de cólera desenfrenada en que si no fuese por la intervención de su hija hubiese ocurrido lo peor, en contraste, el amor llegó a las puertas de Sara, su hermano la molestaba pues últimamente se encontraba distraída y por rumores de sus amigos se enteró que su hermana estaba de enamorada de un sujeto.
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Ya restablecido de su quebradura en el brazo, Pedro Artemio hacía sus actividades cotidianas de deporte, gustaba mucho del fútbol, era muy habilidoso, a sus catorces años ya daba señales de habilidad adecuada con el balón, se inscribió en un club grande de la capital con la intención de probarse, pronto lograría su objetivo deseado, sin embargo, acudía al cementerio a dejar flores en la tumba de su bienhechora, aquel muchacho rubio tenía un goce pleno por la vida, aquella tarde de viernes se encontró con Noelia, fue circunstancial, ella caminaba con su travieso nieto que le hizo caer un ramo de las flores que llevaba al panteón, el muchacho le ayudó a llevar los ramos, al llegar a la tumba preguntó por los que la ocupaban, Noelia dijo que allí se encontraban los restos de su hija Leonor, la mayor, y de sus tres nietos que sufrieron un accidente de tránsito, el pequeño Gustavo Andrés se unió a las preguntas de Pedro Artemio y Noelia las contestaba, de pronto nana Dulce que se acerca con un ramo de flores, las deposita sin dejar de mirar la cara de aquel muchacho, la mujer de color crispaba los ojos, saludaba sonriente, mientras el muchacho describía su nombre y su dirección a petición de Noelia nana Dulce lo miraba con detenimiento podría ella estar en un error en lo que pensaba fisonómicamente pero se detenía de seguir su juicio, le atraía mucho esos rasgos de aquel muchacho alto de buen porte, bien parecido, rubio, al despedirse el muchacho la nana preguntó en más detalles de aquel muchacho que ahora a unos pasos de distancia depositaba un ramo sobre la tumba, Noelia le contó que lo había visto antes ya varias veces en el cementerio, aquí lo conoció, para sorpresa de la nana Dulce escuchó de labios de Noelia que aquel muchacho llamado Pedro Artemio era hijo de su ex cuñado Guillermo Izaguirre, se abrieron más aquellos ojos sorprendidos de la mujer de color al escuchar aquello, el resto del tiempo mientras estaban en el cementerio la pasó meditando, asociando ideas, entre ellas relacionaba al muchacho con su nieta Griselda, madre de su bisnieta Sara Guillermina, posiblemente aquel muchacho fuese su medio hermano, la angustia hizo que la nana fuese a donde el chico rogándole que le diese su dirección, el atento muchacho le indicó donde vivía, la nana agradecida le dio un cordial abrazo, en el pequeño pedazo de papel estaría la llave de conocer más y se propuso en tiempo futuro estar allí.
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La pequeña Victoria de cinco años corría alegre por el corredor de aquella casa de alto construida de madera, los pasos del entablado chirriaban con sus pasos firmes, detrás la perseguía su tío Nicolás de veintitrés años, algo afeminado al andar ya que con su gesto era la comidilla en voz baja de los habitantes de la casa, ambos se detuvieron ante la iracunda orden de aquel señor de setenta años que exigía silencio, se trataba de un hombre bien erguido pese a su edad, de ideales conservadores, estaba tratando de realizar su siesta, Nicolás con tono afeminado le pidió disculpas, la niña por su inocencia se limitaba a reír fuertemente, en eso llega su madre que la lleva a sus brazos colmándola de besos, la mujer le pedía a su padre un poco de mesura, es solo un juego que ambos estaban haciendo, Nicolás quería mucho a aquella niña, los tres se retiraron dejando solo al anciano, al salir al verde césped tupido se encontraron con rayos de sol contrastados con la fría tarde de aquel día, Victoria y Nicolás siguieron jugando animosamente en el amplio jardín, en la puerta principal se escucha el claxon de un viejo auto, de él desciende la abuela de Nicolás, la niña y el joven se acercan a abrazar a la anciana que caminaba con dificultad con el pasar de los años, la acompañaron a la entrada de la casa donde la recibía la mamá de Victoria, las mujeres entraron, Nicolás dio unos pasos fijándose en aquel hombre de más de cuarenta años arrimado a un árbol que daba a la calle, llevaba un bulto, aquel hombre al verlo le sonreía, Nicolás hizo puños de furia y entró presuroso a la casa, sin embargo oculto desde un margen de la ventana podía ver a aquel hombre que junto con el difunto Melesio quien fuera en el monte su iniciador y quien también lo había sodomizado; ellos habían sido referentes sexuales en su vida, corrió desaforado a su cuarto, desde ahí lo vio mejor pero ahora ya caminaba lento alejándose del lugar, Nicolás desde hace mucho tiempo que no había visto a aquel hombre, los recuerdos perturbaban su mente, se acostó sobre la cama a pensar, le dio coraje haber intuitivamente actuado así, debió afrontarlo, decirle tantas cosas, se limitó a fumar en silencio y a meditar con sus recuerdos de infancia, al rato, escuchó el fuerte sonido de un motor, era un auto, de él se bajo un hombre bien vestido, junto a él iba acompañado de un joven, caminaron al salón donde los esperaba el anciano, la risas fueron ensordecedoras, el joven pasó al jardín a caminar, su padre le prometió que sería corta la entrevista con el anciano, desde lo alto de la ventana, Nicolás miraba al joven, de su boca salió un hálito mencionando el nombre de Contardo, su amigo, su amante desde la infancia, se contuvo de buscarlo se lo había tildado de culpabilidad hace tiempo, pero viéndolo así lo deseaba, al rato vio a Squeo en la puerta de entrada de la casa, su abuelo lo despedía afectuosamente, con amaneramiento Nicolás corrió las ventanas, no pudo ver más desde afuera pues su sobrinita lo abrazaba cálidamente, escuchó el motor del auto alejarse, su corazón aceleró de pálpito al sentir alejarse a Contardo, aquel día tuvo dos referentes del pasado que pasaron por su vida, difíciles de borrar.
FIN DEL CENTÉSIMO DÉCIMO EPISODIO
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