METAMORFOSIS 112
Alegre Baño.
Luis cabalgaba sobre el camino de herradura que era un atajo para llegar pronto a la estancia de su tía Noelia, se había enterado del negocio y quería conocer y si se podía aún invertir con ellos, ya la luz eléctrica estaba tendiéndose en red cerca del pueblo, eso hacía más interesante la fábrica que se deseaba montar, Luis había guardado todo este tiempo con mucha previsión su dinero herencia de su madre, su esperanza es también alcanzar algo de la herencia de su abuelo Rodolfo Buonanote, la gran casa se miraba ya a lejos muy imponente, el calor que hacía por entonces era abrazador, llegó a la caballeriza, un mozo le agarró el caballo, se estiró su pantalón de montura ajustado en el que se podía ver amoldado ese grueso pene que tenía, caminó por los alrededores de la gran casa, su tía la había remodelado, el tiempo del año la pasaba a medias entre la capital y aquel lugar que para Carlos Felipe era un poco incómodo pues representaba las posesiones del primer esposo de Noelia, el difunto Gustavo Pozzo, sus manos pasaban por la hiedra ornamental bien cortada sobre los pilares, se dio por enterado de gritos con algarabías infantiles, a lo lejos pudo observar sentada a una empleada pasándole jabón al engreído de su abuelo Rodolfo Buonanote, aquel niño rubito guapo llamado Carlos Augusto Rodolfo Del Olmo Buonanote, allí estaba ese precioso niño parado sobre una gran tina metálica muy amplia, sus piececitos dentro del agua, por su blanca piel se deslizaba la espuma de jabón junto con las delicadas manos de la mujer que le echaba agua, los bracitos del niño pegados a su cuerpito cerrando los ojitos para que el agua no afecte su vista, brincaba de gusto, se acuclillaba para lanzar agua a la muchacha que reía con la ocurrencia de aquel niño que se hacía querer por todo quien lo conocía, y allí se le veía el traserito moviéndose mucho, así que de inmediato se aparece el pequeño Emilio José puesta una toalla que le cubría, se sienta a esperar su turno de baño, Luis se acerca a saludarlos, ve al niñito que es cubierto su cuerpito desnudo por una toalla envuelta por la mujer que lo marca y lo lleva al interior de la casona, antes de eso la muchacha empleada le había dicho a Luis que su tía estaba en el terreno de la obra en construcción junto con su hija Josefina y su nieto Gustavo Andrés Teodomiro de ocho años, Luis vio su reloj, era más de mediodía, le dijo a la mujer que prefería esperarla, la mujer asintió con amabilidad y entró con el niño marcado en sus brazos cubierto su cuerpito totalmente por una toalla, Luis jaló una silla para verlo bañarse al otro niño que se deslizaba la toalla, estaba totalmente desnudo, Luis miraba las líneas del cuerpo infantil, los piecitos descalzos se introducían en la tina, lentamente se sentaba, sonreía viendo al tío, él también correspondía viéndole que estaba haciendo círculos en la tina con su cuerpo desplazado, los ojos de Luis se quedaron admirados viendo el cuerpito acostado manoseándose el pene descubierto en ele agua, Luis miraba emocionado aquellas piernitas gruesitas, aquellos deditos del pie bien alargaditos y bien formaditos alzados en cuyas piernas se deslizaba el líquido, Luis tragaba saliva de la emoción, la carita tocaba el espejo de agua viéndose el traserito brilloso de pie suave, alzaba y bajaba las acderas al bañarse en esa posición de cara al gua, luego salió para acuclillarse y tomar un balde con agua, allí se vio el penecito colgándose con los testículos lampiños, se podía ver aquellos tobillos hermosos al caminar que tenía ese precioso niño, dpositó el agua en la tina y se metió en ella sentándose a hecharse agua con el balde, Luis vio las piernas que las alzaba uniendo los pies en posición vertical, las separaba y las unía a las piernas por donde se deslizaba el agua nueva que había puesto el niño, su cuerpito estaba deslizándose por el agua, a ratos intercambiaban sonrisas, Luis en su silla abría las piernas y el niño con su carita desde el filo la tina podía notar que su tío Luis, primo de su mamá Josefina, se deslizaba los dedos de las manos acariciándose el bulto de pene que se formaba en la tela de su ajustado pantalón, el niño con su boca hacía burbujas en el agua sin dejar e verle esos movimientos de los dedos, luego salía para poner más agua en la tina, Luis miraba con detenimiento los pasos lentos del niño, las pisadas de aquellos hermosos pies sobre la grama de aquel amplio patio dejando esas huellas húmedas, volvía a maravillarse viendo aquellas hermosas piernas que escurrían agua, aquel traserito que se movía a los lados, aquellos bracitos y manitos bien arregladas las uñas, el pelito pegado, sus labios soplaban el agua que deslizaba por su carita, la concentración de Luis fue interrumpida por la empleada que extendiendo su brazo le daba un fresco jugo de naranja, la sonrisa de Luis fue para la empleada por aquella cortesía, la miró fijamente y le preguntó su nombre, ella respondió: Estefanía, el diálogo de ambos fue fluido, sin embargo la mayor atención la daba el niño que se deslizaba por la tina mostrándose ese traserito con glúteos bien formados, aquellos glúteos que para Luis semanas atrás habían sido recorridos por su pene, la piel de los glúteos brillaba por el escurrimiento del agua, a veces el niño se paraba tomando un balde pequeño alzándolo y lanzándose agua desde su cabeza, su movimiento era muy corto y ajustado notándose las caderas y parte de sus glúteos, al acostarse se podía ver el traserito del niño muy brilloso, en partes le interesaba aquel diálogo con Estefanía, lo poco de lo que pudo conocer fue que ella tenía meses trabajando con los patrones, había nacido en la capital, Luis asentía cuando supo que tenía diecisiete años de edad, el niño continuaba jugando en el agua, el pequeño Carlos Augusto Rodolfo hijo de Noelia Buonanote y Carlos Felipe del Olmo se acercó a Estefanía y Luis, el niño bostezaba, era señal de hambre o sueño, por las dudas, la empleada pidió permiso para llevar al niño al comedor, le comentó a Luis que ella estaba en la estancia únicamente con los niños, Luis se limitó a sonreír y asentir, antes de entrar la empleada le pidió que saliera de la tina para comer a Emilio José que recientemente el 7 de septiembre de 1950 había cumplido ya sus cinco años, era el hijo de Josefina Pozzo Buonanote y del hombre de negro, pero el niño inquieto no quería salir, se encontraba bien así, la insistencia de la empleada en pedirle que saliera no daba resultado, Luis se acercó diciéndole algo al oído, fue tanta así la expresión del mensaje recibido que los ojos del niño de cinco años recién cumplidos se ampliaron saliendo rápido de la tina a puro salto, la empleada sonrió asombrada, ambos vieron al inquieto niño desnudo subir las escaleras, sin que la empleada le pregunte Luis sacó de su bolsillo unas monedas de fracciones, haciéndolas mover con los dedos de su mano, la empleada asintió en señal de comprender, Luis dejó el vaso sobre la mesita de la sala, el pequeño Carlos Augusto Rodolfo estaba siendo conducido a su cuarto en la planta alta de la casa pues continuaba bostezando y era preciso cambiarle de ropa, al lado se encontraba el cuarto del pequeño Emilio José y su hermano mayor Gustavo Andrés Teodomiro que antes había sido de su tío el teniente Gustavo Adolfo PozzoBuonanote, la empleada terminó de perfumar y vestir al pequeño Carlos Augusto Rodolfo, tomó al niño de la mano yendo al otro cuarto pero la puerta de aquel cuarto estaba cerrada, Estefanía quiso insistir en abrir pero el inquieto Emilio José no obedecía, se encogió de hombros diciéndole que se vistiera solo entonces, fue a la sala a donde Luis seguía esperando por su tía Noelia, vio bajar al niño vestidito de pantalón y camisa blanca con detalles de marinerito y unos lindos zapatos brillosos, en verlo vestir al niño se notaba la opulencia de sus padres, algo de envidia le vino a Luis por su suerte de infante hace ya muchos años, la supo disimular con decoro siendo cordial con la mujer quien le dijo que el travieso Emilio José se había encerrado como de costumbre en su habitación y mosraba su preocupación pues porque ya era hora que los niños comiesen, Luis de un impulso se puso en pie deando atrás el sillón, tenía expresión de contrariado, le dijo a la empleada que esperase en la sala y sirviese cuando él baje con el niño, que tuviera paciencia porque el sermón sería muy largo, Estefanía asintió complacida con una mirada que iba más allá de una simple manera de respeto, la mirada de ella era fija en aquel hombre que subía las escaleras, al perderse por el pasillo ella suspiró abrazando con fuerza al niño dándole de besos en pelo y mejillas imaginándose que fuese Luis, había generado en ella una gran atracción, sin lugar a dudas que fue un flechazo, los pasos presurosos de Luis lo llevaron al cuarto de Emilio José dando unas cuantos golpes suaves a la puerta que casi al instante se abrió al escuchar la voz de su tío Luis, el niño había cumplido con lo que su tío le había dicho en el oído mientras se bañaba, que lo esperaba sentado con la puerta con seguro, que no le abriese a la empleda, que ya llegaría para tocarle la puerta y que lo deje ingresar al cuarto, que le daría un juguete y golosinas, las que él quisiera, todo eso Emilio José lo había escuchado en sus oídos y lo había aceptado d buena gana, aún el niño tenía puesta la toalla, las manos de Luis con firmeza deslizaron el seguro de la puerta, no podía ser mejor vista que aquella en la que se notaba al niño con su pelo aún alborotado y mojado, su piel estaba levemente seca, vio restos de mojado como huella de su traserito impregnada en una silla de cuero, seguramente allí estaba el niño sentado esperando a este momento, el niño se sentó sobre esa silla, sus manitos entrelazadas descansaban sobre los muslos, aún tenía puesta la toalla, Emilio José vio a Luis acostarse rápidamente sobre la cama, le hizo que le niño se acercase, los piecitos de piel suave del niño se desplazaban sobre el entablado algo haciendo crujir la madera, se puso parado en su delante, acostado desde la cama Luis le pidió que le quitase las botas, el niño obediente lo hizo pausadamente aún sosteniendo la toalla, Luis miraba aquellos deditos alargados con sus uñas bien cortaditas que hacían deslizar la cremallera de las botas y posteriormente hacían fuerza para sacar las botas, luego fueron los calcetines, fue en ese momento que la toalla cayó al piso, ya los dedos de los pies de Luis estaba liberados y empezaron a moverse, le vio desnudo y le pidió a Emilio José que se acerque al filo de la cama, Luis seguía acostado con sus manos juntas detrás en donde posaba su cabeza, los dedos de los pies de Luis se deslizaban por los muslos del niño, de a poco se deslizaban por aquellas hermosas caderitas de piel suave y también por ese penecito lampiño, sonrieron cuando los pies rozaban a la altura de los muslos infantiles, el pie rozaba el penecito así que instintivamente las manos de Emilio José ya estiraba su penecito, para es momento el cuerpo de Luis que sentaba en el filo de la cama diciéndole al niño que se acerque para manosearle el pene y testículos con delicadeza, notaba ene el rostro del niño su extrañea pero también su gusto, luego Luis se arrodillaba sobre la cama llevándose a la boa y chupándolo con sutileza el penecito de Emilio José , los ojos del niño se cerraban ajustando los labios, sus manitos se deslizaban sobre el pelo lacio de su tío, se vio aquel penecito bien ensalivado, las manos de Luis se ajustaban a las caderas de a la boca chupándolo con sutileza , así lo lamió y chupó por un instante largo, a la boca chupándolo con sutileza pudo ver que Luis se quitó la ropa totalmente y sobre el colchón se puso en posición perrito, el niño pudo ver ese ano peludo siendo abierto por las propias manos de su tío que le hizo señas para que se acerque, el niño puso un pie sobre la cama, sin dejar de mirar aquel ano se estiraba el pene, ya algo erecto se impulsó con ese pie para arrodillarse detrás y luego ponerse en pie agarrándose d elas caderas de su tío Luis así fue que sentía gusto al tomar su penecito y restregarlo por el trasero de su tío Luis que le pedía que se lo meta, que se lo meta, esos roces a ambos gustaban, lo tomó de la cintura para que tratase de metérselo bien adentro, Luis se complacía teniendo en parte de su cuerpo aquel penecito suave, luego de aquello, no logró penetrale pues su pene era virgen, tan sólo provocaba roces que pese a todo eso a Luis le gustaba, luego acostó al niño de espaldas a la cama, el niño vio las manos de su tío que agarraban sus piernitas llevándolas a su pecho, lamió el ano infantil con mordidas que electrizaban al niño extrañándose por ese nuevo gusto, la saliva recorría la piel de los alrededores del ano, la punta de la lengua se desplazaba en esa corta abertura color a chocolate, el dedo ensalivado de Luis lubricaba con su punta la entrada de ese anito virgen, las caderas infantiles se retorcían ante esa nueva sensación, Luis vio la sorprendida carita del niño, de pronto Emilio José observa el pene de su tío restregar el ano infantil, el glande se deslizaba a la vez que Luis le preguntaba si le estaba gustando, el pensativo niño asentía pausadamente con la mirada al infinito, había sentido algo de molestia en aquella lubricación, acomodó bien el cuerpito infantil, puso los muslos bien abiertos pegados al pecho del niño, las caderas firmes de Luis con el glande que iba entrando en ese anito abierto por los dedos, el niño apretaba los dientes, sus labios eran rígidos, sus manos agarradas a los brazos de Luis que con ello lo emocionaba esa actitud, despacio lo iba metiendo, reaccionó en sus intenciones, pese a que era un niño de corta edad podía sufrir desgarre fuerte, se contuvo, hizo deslizar por un buen rato el pene por los testículos del niño, el glande rozaba el ano y los testículos repetidamente hasta que el niño vio de ese movimiento que salía un liquido blanco, era el semen de su tío Luis que había terminado de hacer sexo, el liquido quedó mojando la barriga del niño, los dedos alargados de Luis apartaron el semen de la piel del niño cayendo al entablado con olor a gasóleo y con los minutos cambiando de color hasta quedar una manchita, lentamente lo puso en pie al niño, le limpió con su pañuelo sacado e su bolsillo, Emilio José miraba el pasar de las manos de su tió por su piel, ambos se vieron los penes desproporcionados de acuerdo a su edad, lo abrazó marcándole e hizo que ahí se rozasen los penes, le hizo dar vueltas así marcado, las manos del niño agarradas a la cintura de su tío, su barbilla al pecho viéndose fijamente, les dio por sonreír, Luis besó el pelo de su sobrino mientras giraban, se miraban al vestirse, Luis tomó la mano del niño estirándola y abriéndola, sacó de su bolsillo unas monedas y las puso en aquellas manitos, con voz firme y decidida le dijo que tendría más de aquello y hasta un juguete del modelo que quisiera si a cambio guardase silencio acerca de lo ocurro, que no dijese nada a los adultos de esta casa ni a nadie pues este era un secreto, el niño asintió contento de tener esas monedas, se arrodillo estirando los brazos debajo de la cama sacando una alcancía metiendo ahí las monedas, le dijo a su tío que estaba guardando para una bicicleta, Luis sentenció diciendo que si se portaba bien en no decir nada a nadie y si le hacía caso en todo lo que le pidiese, muy pronto tendría su bicicleta, que él se la daría, el niño brincó muy contento, saltó sobre el entablado abrazando a su tío muy feliz, bajaron las escaleras ambos con sonrisas amplias, la empleada que todo ese tiempo había estado sentada esperando a que bajen fue a servir la comida, tiempo después la empleada realiza el lavado de ropa, Luis y los dos pequeños suben al cuarto, el pequeño niño rubito estaba acuclillado empujando su autito de juguete en un rincón apartado de la sala muy distante del comedor y la cocina quedando debajo de la escalera, el niño de piel suave se arrodilló detrás de aquel niño rubio tomándolo de los hombros haciéndole movimientos con la cadera y con el pene para adelante y para atrás sin que aquel niño blanco se diera cuenta de lo sucedido limitándose por su inocencia a pensar que era un juego, más si estaba su tío Luis a su lado, la mirada de Emilio José buscaba aprobación y la tuvo de la mirada cómplice de su tío añadiendo una sonrisa haciéndole gestos para que continuase, Emilio José lo acostó boca abajo a Carlos Augusto acostándose encima alzando y bajando las caderas a ritmo sexual, rápidamente Luis le deslizó el pantaloncito y el interior hasta quedar a medias descubierto ese traserito de piel blanca luego Gustavo Andrés se deslizó el pantaloncito hasta quedar su penecito al descubierto, los roces eran rápidos, desde lejos viendo ese movimiento en la mente de Luis se complacía de pensar que se estaba vengando de la suerte de sus otros familiares que habían tenido una mejor forma de vida que la que él tuvo siendo desplazado principalmente por su abuelo con el que ahora residía, Luis hizo señas que se vistieran que pronto llegaría Estefanía, y así fue, minutos después aparecía la empleada llevando a los niños a pasear como de costumbre a esas horas de la tarde, durante e camino Luis la acompañó, las miradas de ella hacia él no se hicieron esperar, Luis notó aquel interés y correspondió creyendo en el estricto sentido de la amistad, luego aparece su tía, la cordialidad primaba entre los presentes, el yerno el hombre e negro pidió disculpas en su retiro a darse un baño, su prima Josefina junto con su tía Noelia escuchaban las inquietudes de Luis con respecto a la sociedad en aquel negocio, ambas casi al unísono aceptaron que Luis forme parte, se estrecharon las manos, familia es familia, manifestaron, reconfortado con la idea de ser un miembro más en aquel negocio partió en dirección a la estancia de su abuelo, no sin antes ver al pequeño Emilio José jugando sobre la arena empujando un autito de hojalata, se acercó acariciándole el pelo y con mirada segura recordaba su deber de hacer silencio, guardando así el secreto de ambos.
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Melquiades pasaba atento desde el portal de su casa esperando al paso de aquel niño ropavejero que ya días no transitaba por el lugar, de pronto vio a un señor de edad madura montado en bicicleta haciendo una peligrosa maniobra cayendo muy cerca de donde estaba, rápidamente el muchacho auxilió junto con otros transeúntes que pasaban por el sector, aquel hombre estaba desfallecido en la acera, una samaritana trajo sales pasándole por la nariz, aquel hombre al abrir los ojos al primero que vio fue a Melquiades, lo llevaron a un cuarto vecino y ya poco alentado quiso tomar rumbo con su bicicleta pero carecía aún de estabilidad en su cuerpo, se notaba que tenía buena presencia, era metódico al hablar, parecía de buena familia y no se equivocaron de pensar así los presentes pues rato después llegaba un elegante auto del año de época, de ahí se bajó una angustiada anciana y un desencajado hombre de edad madura , ambos bien vestidos, la anciana se acercó al desafortunado brindándole mimos y atenciones suplicante de los acompañase, el accidentado lo negaba, fue ahí que intervino la voz rígida del adulto con tono autoritario mostrando su voluntad en el orden exigiendo ser obedecido, el chófer sin miramientos ayudó al accidentado conduciéndolo al auto nuevo, los familiares agradecieron a los presentes por la atención prestada, la cajuela del auto se alzaba colocando dentro la bicicleta, Melquiades vio partir aquel auto, sintió pena por aquel desafortunado, encogió los hombros y se sentó a la espera de aquel niño en aquel día no transitaría por el lugar.
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Era un segundo domingo, el calendario lo marcaba como el décimo día del mes de septiembre del año 1950, sentado en una pileta meditaba cabizbajo el pequeño Valentín, aún no se sabía de la existencia su protector Robinson, desde hace ya mucho tiempo que había salido para el medio oriente conflictivo, le dijo al pequeño que pronto volvería, se lo dijo también a su novia, pero no regresaba, suspiró profundamente viendo el paisaje en su delante, ya habían pasado tres años desde aquella despedida, ni rastro de su benefactor, durante ese tiempo la vida le había sido muy dura, Valentín suspiraba intensamente mientras pensaba alrededor de la brisa que golpeaba su rotro y alteraba su pelo lacio, sus labios rosáceos mostraban la rigida expresión que iba con su rostro de desesperación, lentamente se recostó en el césped del lugar, seguía suspirando intensamente, sus ojos parpaeaban seguidamente, se le vino un rictus al rostro y exhaló largamente abriendo lentamente los labios, le vinieron los recuerdos, Valentín recordaba aquella salida de la escuela en la que iba d ela mano de la novia de su protector, se iterceptaron con el vehículo en el que iba Jonathan, aceptaron su invitación a subir en el auto, así fue que seguidamente se realizaba hasta que fue una costumbre en la que la amistad del chófer se incrementaba con la mujer, fueron mucas las veces que la mujer fue invitada por Jonathan a comer n su lujosa mansión, la mujer estaba deslumbrada por los lujos maravillosos que podía notar en cada visita, el matrimonio dueño de casa hizo una amistad con la mujer y el niño, mientras los adultos tomaban el té en aquellas tardes Valentín y Jonathan la pasaban jugando en el amplio césped, le mostraba los juguetes de avanzada tecnología a lo que Valentín se sentía fascinado, en muchas de las ocasiones eran vigilados a prudente distancia del chófer, Valentín y la novia de Robinson eran constantemente invitados a las recepciones que realizaba la pareja y ambos ayudaban de alguna forma, se les consideraban por su situación precaria, el padre de Jonathan le brindó un mejor empleo a la mujer mientras crecia el aprecio de la madre Jonathan con el pequeño Valentín que en ese entonces más de siete años, se crecía un poco de celo; Valentín suspiraba recordando esos días vividos con los padres de Jonathan, Valentín suspiraba recordando aquella noche en la que se realizaba una recepción a un prestante miembro comisionado del congreso de la unión, la mansión era el centro de atención de la prensa especializada, había que atender a mucha gente importante en su elegancia, la mujer y Valentín estaban al pendiente, ya las horas pasaban y como e costumbre se les avisaba a la mujer y al niño que dormirían en el cuarto reservado de siempre en un ala lejana de la mansión; Valentín seguía suspirando ahora intensamente ese aire fresco recordando su travesura de beber ese liquido suave y dulce que era el champagne, hasta que de pronto tuvo un ligero mareo de tanto beber que la mjer dio cuenta y se limitaba a sonreírle acariciándole el pelo, Valentín continuaba bebeiendo desde un rincón donde fue visto por Jonathan que le daba más de ese líquido para que beba, discretamente fue llevado de la mano de Jonathan, subieron las escaleras cruzándose con la madre del muchacho apesadumbrada de ver al niño algo mareado por la travesura de beber copiosamente, la mujer sonrió acariciándole el pelo, su hijo le informaba que lo llevaba al baño para eanimarlo, la mujer asintió tiernamente acariciándole el pelo a ambos y siguió su camino a la gran sala donde estaban bailano los adultos invitados, Jonathan lo abraza con fuerza, ingresan al baño lujoso pero bruscamente lo saca del lugar llevándole a la salida d ela casona, caminaron por un largo rato hasta llegar a ese apartado lugar donde jugaban en esa apartada cochecra, era una noche clara de luz luna que al abrir ese cuarto se notaba algo del interior sobre todo aquella cama, Valentin recuerda que Jonathan lentamente lo acuesta, le venía el sueño pero vio con sus ojos entreabiertos que las manos de Jonathan deslizaban su pantalón y calzoncillo, luego sintió el peso del cuerpo del muchacho sobre su humanidad, sintió los besos, las caricias que el muchacho le daba, poco a poco la música de la fiesta venida de la lejana mansión se diluia en la percepción de sus oídos, caía en sueño por el mareo etílico de la bebida, Valentín desfallecía sintiendo que su pene era lamido por los labos del muchacho, luego recuerda que estuvo de cara a la sábana, que un liquido quedaba sobre su espalda y sentía alivió al notar el cuerpo apartado del muchacho, el sueño lo venció quedando profundamente dormido, al rato sintió que una mano agitaba su hombro para despertarle, aún mareado por tanto beber escuchó una voz poco audible y entrecortada de un adulto que era difícilmente de identificar, Valentín solo escuchaba la voz que le decía que bebiese ese vaso con champagne, así lo hizo sin lograr ver el rostro de aquella persona, bebió el primer medio vaso, luego bebió el segundo vaso entero con dificultad, se recostó tranquilo, un profundo sueño invadió su sistema nervioso, entre sueños sentía dolor, cada vez se hacía más intenso, era sodomizado, era desvirgado por aquel adulto, quiso despertar pero una fuerte mano con fuerza le tapaba la boca y la otra los ojos, el traserito le latía, no podía zafarse, estaba sedado, el calvario terminó y apenas pudo sentir que un liquido quedaba dentro de su potito; Valentín suspiraba de solo recordar aquello con intensidad, hasta ahora no salía de la imprensión siquiera al saber el rostro de aquella persona incognita que le dio de beber, eso pensaba, pero al amanecer dio cuenta que había sido desvirgado, la sabana ensangrentada, aquel adulto al lado de cama tirado en el piso con una herida cortpunzante en el corazón, Valentín se había preguntado quién habrá sido, quién, el asesino del chófer que estaba tirado con su cuerpo bañado en sangre, cuando llegaron los testigos del hecho marcaron al niño llevándolo al hospital donde comprobaron que ese mal hombre asesinado había violado al pequeño Valentín, eso se mostró en el reporte, esconociendo el autor del crimen, pero para los hechos eso sirvió para justificar el hecho de su asesinato por el execrable hecho cometido por ese chófer, muy apenado el dueño de la mansión hizo cuanto pudo por reparar los daños en el infante, hubo reconocimeinto económico y mejor estatus de vida para el pequeño, pero eso no bastaba para menguar la vergüenza y el deshonor ocasionada por el chófer cuya familia recogió el cuerpo llevándoselo al interior del apís de donde era originario, la madre de Jonathan condolida por el hecho perpretado en su propiedad trató en lo posible de que la prense no diera mucha cuenta con el hecho sucitado, invitó a pasar a vivir al niño en su mansión junto con la mujer que lo pprotegía, ambos aceptaron, ahora Valentín de algún modo vivía una situación en la que todo era condicionado por la voluntad de Jonathan al estar a solas, su metamorfosis se había consolidado en estos últimos tiempos, Valentin abrió repentinamente los ojos ante la voz del llamado de la dueña de la mansión, le esperaba otra tarea que realizar.
FIN DEL CENTÉSIMO DÉCIMO SEGUNDO EPISODIO
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