METAMORFOSIS 113
Visita.
El sol inclemente daba su apogeo en aquella hora cercana al mediodía d aquel noviembre de 1950, el agua corriendo por el arroyo brillaba con el esplendor de los rayos solares, los peones y campesinos hacían un alto en su peregrinar de faena para refrescarse, todo hacía suponer la tranquilidad del lugar, no así, rato después se escuchó un ruido de moto sierras ensordecedor, la tala de árboles continuaba por aquel sector, un hombre de edad avanzada miraba desde lo alto de una loma los trabajos, el bosque daba paso a la siembra de frutales y cacao, más, cerca de ahí se podía ver aún los extensos rezagados pastorales de ganado, junto al anciano un hombre vestido de militar observaba con mucha fijación tal actividad, la gente del campo ya estaba a punto del descanso, el militar junto con su abuelo pasaban haciéndoles calle de honor, Gustavito imponía respeto, autoridad, pero sobre todo, consideración, entre ellos murmuraban que era el favorito del anciano, que pese a haber perdido un considerable territorio de propiedad aún mantenía la integridad de autoridad moral en el pueblo, ambos se acercaron a un lujoso auto del año, el anciano con recelo se subió, en su interior se encontró con la figura de su hija y se dejó llevar por la sonrisa amplia de ver a su nietecito Carlos Augusto Rodolfo quien lo recibía con los brazos abiertos, durante todo el camino el anciano llevó en su regazo a su nieto, su cara era muy particular, tenía rasgos ancestrales que solo el anciano con fijación podía observar más que sus acompañantes, en aquellos rasgos faciales infantiles estaba el recuerdo de ella, aquella mujer que quiso, Elsa Peñalba, la madre de Carlos Felipe del Olmo, aquella mujer de amor prohibido pero de pasión desbordante, su nieto tenía los rasgos de aquella mujer, Noelia orgullosa sabiendo el amor que su padre prodigaba a su hijo reflejado en los repetidas caricias que le proporcionaba, desde el retrovisor un Gustavito sonriente sabía el motivo de aquellas caricias, el militar había escuchado oculto y en silencio el nombre de aquella mujer, Elsa, el militar recordaba que siendo niño acompañaba a su abuelo en la carreta y al regresar del pueblo se detenían en aquella tumba humilde donde pausadamente y con meditación dejaba en la grama un significativo ramo de flores, el niño con sus manitas recorría aquella grama y deslizaba por aquella cruz, ese niño no comprendía ese instinto de tristeza que sentía por ese cuerpo inerte pese a que su abuelo le había respondido ante su pregunta de quien era la persona enterrada ahí de que era una gran amiga, una gran amiga, Gustavo Adolfo, ahora daba sentido a aquellas visitas en los ocasos sobre aquel lugar, el joven militar volvió de su ensimismamiento reaccionando en su manejo del auto por aquella carretera, de un impulso se detuvo, salió del mismo caminando lentamente hacia aquel mausoleo ubicado debajo de samanes frondosos, antes tumbas humildes, Noelia y Rodolfo se miraban absortos mientras el niño jugaba con la camisa de su abuelo apoyando su carita en el pecho del anciano y que le pesaba sus manos por aquel suave y delicado pelo rubio infantil, el joven militar se detuvo frente al gran portón, sus manos a las caderas imponían respeto ante el lugar haciendo repetidas venias, dio unos pasos, quiso abrir el gran portón pero una serie de candados le impedían la entrada, suspiró, mientras tanto, dentro del auto, el niño quiso salir al ver a su hermano en aquel lugar, forcejeaba, hasta que finalmente el anciano Rodolfo decidió abrir la puerta, el niño corrió hasta donde estaba su hermano Gustavo, Noelia escuchó de labios de su padre cabizbajo con oos entreabiertos y que movía negatvamente la cabeza: “nada que hacer contra el instinto del llamado de la sangre”, padre e hija suspiraron profundamente, a fin de cuentas, Gustavo Adolfo y Carlos Augusto Rodolfo estaban frente a la tumba de sus abuelos paternos, Noelia se limitó a bajar su cara saliéndole una mueca de sonrisa forzada, ahí se los veía imponentes a los dos hermanos de padre y madre, Gustavo marcó a su hermanito y con brazo y mano estirada le mostraba el lugar señalado, aquel lugar que siendo niño lo había visitado con su abuelo Rodolfo Buonanote, caminaron cerca de ahí por los alrededores a la vista de padre e hija que estaban dentro del auto, en un barranco cercano al mausoleo consiguieron flores silvestres por los alredores de los samanes frondosos y bien cuidados, los hermanos llevaron muchas en sus manos, desde el auto padre e hija miraban la acción de los hermanos dejando aquellas flores silvestres en la entrada del mausoleo, la brisa del naciente atardecer llegaba con ímpetu moviéndoles los bien cuidados cabellos resaltando sus blancas pieles, el joven de meteorica carrera militar creyó que era el momento de retirarse, luego de persignarse y arrodillarse tomó camino en dirección al auto llevando de la mano a su hermanito, durante el tiempo de viaje solo hubo silencio entre los ocupantes del auto.
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La capital aún seguía turbada por los acontecimientos políticos, ificil de olvidar al caudillo asesinado, a través de la radio se escuchaba las acciones del pueblo y la represión de la milicia en contra de los desmanes, Estefanía escuchaba con atención las noticias del mediodía, había quedado al cuidado del pequeño Emilio José, de pronto que escucha sonidos fuertes en la cocina, de un impulso corrió al lugar, confirmó el desorden de trastes ocasionados por el pequeño al querer tomar del anaquel un bote de mermelada casera, el niño no paraba de llorar, no tanto por el golpe sino por el susto, se escucharon crujir los peldaños de la escalera de madera modelo victoriana, Estefanía y el niño vieron la presencia de Luis con expresión de susto, es que el ruido había sido fuerte, el niño se desprendió de la empleada y corrió a refugiarse entre los abrazos y caricias de su tío Luis, el primo de su mamá, Luis preguntó lo sucedido a lo que responde con detalles la empleada, lo sentó al niño sobre la mesa y aparte de un moretón por la cadera y pierna tenía un leve roce de herida en la piel de su brazo, Estefanía vio al tío y sobrino subiendo lentamente las escaleras, el niño no paraba de sollozar, su tío le pedía calma, entraron a la habitación y seguidamente también lo hizo Estefanía con los implementos de primeros auxilios, Luis pidió que lo deje solo al cuidado de su sobrino, esa actitud la puso de mal a la empleada sintiéndose con culpa por no cuidarle al niño y sobre todo ante recibir esa orden con mucha autoriad por parte del tío del pequeño, al cerrar la puerta entrelazó los dedos de las manos llevándoselos a la boca y con suplica en silencio rogaba no ser echada de su trabajo por aquel descuido, quedó por unos momentos arrimada a la puerta escuchando el sollozo del niño que poco a poco iba menguando, al quedar la habitación en silencio decidió seguir con sus actividades aunque tenía presente la angustia del llamado fuerte de atención que tendría por parte de los patrones si Luis les contaba el infortunado suceso, la joven empleada estaba lejos estaba de suponer lo que estaba ocurriendo dentro de la habitación en la que estaba Luis con Emilio José, aquel niño con su carita llena de lágrimas estaba parado frente a su tío que estaba sentado en la cama, lo sentó a su lado dándole caricias en el cuello y espalda, luego besos en la mejilla, cuello y frente, Luis vio los moretones y heridas no tan significativas en cuanto a gravedad, graciosamente le dijo que lo iba a curar besándole las partes afectadas, así lo hizo acariciándole el cuerpo, el niño miraba ser despojado de su ropa hasta quedar completamente desnudo y sentado en la cama, los ojos de Luis se centraron en mirar aquel penecito lampiño, que era movido por la manitos del niño, Luis acercó su cara para olerlo, el niño simplemente con sus espalda caída en el colchón dejo que su tío viéndole que le pase la lengua entre su pene y testículos al momento en que alzaba las piernitas, ambos vieron ese pene lampiño erecto, la yema de los dedos empezaron a recorrer la piel de aquel hermoso niño piel suave, los labios y lengua de Luis recorrían la piel de estómago y pecho del niño mientras se daba aquel silencio total en la habitación, si algo se podía escuchar levemente era la respiración de ambos, con sus labios llegó a las mejillas y frente del niño y así sus labios se unieron fugazmente, el niño aún sentía rareza de ser besado así por su tío Luis, pero conforme pasaban aquellos encuentros al niño le iba gustando creándose una metamorfosis significativa, la piel brillosa del niño debido a la salivación de Luis se notaba rozagante, para ese instante Luis vio los brazos estirados del niño posándose sobre la cama con mirada al techo y que no paraba de suspirar, no vio el instante en que Luis se deslizaba la ropa de la cintura hacia abajo pero el niño si vio el pene descubierto de Luis que ya rozaba el penecito, le dio vuelta, Luis vio ese traserito de piel suave que era todo suyo en ese momento, lo mordisqueó suavemente sacándole risas a Emilio José, mientras que las caderas del niño se agitaban al sentir esa sensación Luis continuaba con cosquilleos, luego se iban aquietándose al sentir caricias de lengua y el pasar de las yemas de los dedos por su piel, se acercó su cara a la del niño y e dijo algo en el oído que el niño asintió tomándose con ambas manitos los glúteos abriéndoselos mientras la lengua de Luis rozaba la entrada del ano con la punta, a esas alturas poco perturbador era para el niño sentir las incidencias de aquellos golpes o moretones, ahora estaba sintiendo el latido de su ano por efecto de introducir el dedo ensalivado de Luis en aquel anito infantil, luego el roce del glande ensalivado entre los glúteos, la nariz de Luis se posaba sobre el pelo del niño oliéndole lo característico de su aroma de colonia del nene bien cuidado, el niño sintió dolor al experimentar algo extraño en su traserito es que el glande de Luis había entrado unos milímetros en ese potito precioso, en eso que se acerca tras la puerta la empleada y escucha unos gemidos, pues consideraba que la curación no había terminado pese al largo tiempo que ambos estaban en la habitación, lo que la empleada desconocía desde el otro lado de la puerta era que Luis estaba sodomizando a Emilio José, el pene milímetro a milímetro entraba más, el niño mordía los labios, sus manitos agarraban con fuerza las sábanas, en un impulso se detuvo Luis con su cometido, por el momento pensó dejarlo así, aún a esa edad era cerradito el culito del nene, la empleada al escuchar esos supuestos gemidos productos de la curación decidió retirarse, Luis volteó a su sobrino dejándole ver el roce de ambos penes, lo tuvo así diceindole que mire el pene grueso peludo que se deslizaba en ese pene lampiño infantil, luego de tanto roce ambos viern que del pene de luis iba saliendo semen que recorría la barriga infantil, el niño experimentaba otra faceta sexual, por vez primera vio el semen salido de ese glande adulto, con extrañea miraba el movimiento del pene de su tío que le rozaba con semen el tronco del penecito lampiño, posteriormente el tío Luis con papel le retiraba el semen de la piel del niño, quedaba algo entro del ombligo de Emilio José, y con trapo húmedo terminó de quitarle el semen, el tío del niño lentamente sacó una bacinilla debajo de la cama y en delante del niño orinaba, Emilio José miraba la cara sonriente y desafiante del tío que botaba orina salida de ese gland que antes le había hecho sentir su ano dilatado en parte, luego hacía lo propio Emilio José viendo orinar sobre la bacinilla, Luis vio al niño acostarse boca abajo en la cama pasándose los dedos entre los glúteos a la altura de la entrada de su ano, el tío del pequeño se fijaba enormemente en lo abultado de aquellos voluminosos glúteos y se acostó junto al niño diciéndole al oído que siguiera con el “jueguito”, el niño le dijo que le dolía, que ya no, Luis ante aquella negativa no quiso insistir, lo último que permitiese fue ponerlo en su contra con peligro de que este niño divulgase lo que le estaban haciendo, Luis le curó los moretones con cuidado, le pidió al niño que saliese a jugar no sin antes darle un par de monedas recordándole como siempre en aquellos encuentros que no dijese nada a los adultos ni a sus amiguitos, el niño asintió y salió con timidez y con paso lento por aquel pasillo, iba un poco pensativo aún latiéndole el ano, al bajar las escaleras con lentitud lo esperaba la empleada para darle de comer, ella pensaba que su estado de distracción era causa de golpes recibidos hace rato pero lejos estaba de pensar lo que había sucedido en aquel cuarto, rato después se sirvió la comida Luis, aún sus familiares no llegaban, decidió subir y acostarse en uno de los sofás amplios de la estancia, la empleada lo miraba con detenimiento, le había nacido un fuerte interés y una alegría cada vez que Luis llegaba de visita, era hora de la siesta para Luis como de costumbre heredada desde la infancia, la empleada lo vio profundamente dormido, se acercó prudentemente, los alargados dedos pasaron por los brazos de Luis, el corazón femenino palpitaba y se incrementaba la calentura de su piel, nada que discutir, la empleada se había enamorado de Luis.
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Las actividades del negocio se iban consolidando, Lucrecia y el hombre de negro solidificaban su amistad y sobre todo aumentaba su confianza, de ello se daba cuenta Noelia al presenciar leves coqueteos mutuos, callaba para no crear dudas que puedan lesionar la relación de su hija con aquel hombre, ya se les veía más unidos en las charlas y decisiones a la ambos se secundaban por sobre los demás, poco a poco se iba acabando la prudencia, ambos iban de viaje de negocios acompañándoles Dagoberto el hermano de Lucrecia, éste intuyó muy bien la relación de ambos convirtiéndose en cómplice de su amor clandestino, a cambio del silencio Dagoberto extorsionaba a su hermana pidiéndole favores y regalos, el idilio se incrementó en cada viaje y no era afectado pese a que en ocasiones Josefina y Andres Teodomiro acompañaba a Emilio el yerno de Noelia, aquel hombre de negro, fornido, de buen talante y presencia era lo que a Lucrecia le gustaba como figura viril, la consumación de su relación la hacían en los moteles de la capital, por ahí donde no eran muy conocidos, venían al pueblo con insumos y maquinarias, pero también cargados de regocijante sexo y placer, eso incidió en el cuidado poco prolijo de Lucrecia hacia sus dos hijos, su marido el modesto campesino la sentía cada vez más lejana pero aquel campesino estuvo muy feliz de que Luis se uniera al negocio, ese era el motivo fuerte para tener voluntad en la empresa; las reuniones que desarrollaban tenían un fuerte apego entre ambos, estando a solas era difícil contenerse y en muchas de las ocasiones desarrollaban el sexo en la oficina sobre el escritorio donde Emilio con rapidez y habilidad la sometía a su pasión y ella dejándose llevar le correspondía, aquellas cortas y disimuladas caminatas de campo eran pretexto para desviarse del grupo y hacer el amor en sus citas en las que solo un gesto era suficiente para el encuentro, Emilio el hombre de negro y Lucrecia estaban en el apogeo de pasión en la que únicamente Dagoberto era testigo provechoso y ventajista.
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Noviembre de 1950, el vigésimo quinto día, el último sábado para ser precisos, Valentín se encontraba ordenando unos papeles en la oficina de don Oliver, padre de Jonathan, estaba solo, muy atento a su tarea, el señor de treinta y cinco años lo estimaba mucho, se notaba que la estimación era mayor respecto al cariño que le brindaba a solas a espaldas de Jonathan, su soledad terminó al sentir la presencia de doña Isabelle de treinta y tres años, la mujer rápidamente tomó un documento mostrándole cortesía al pequeño de diez años que continuaba entre cajas y cartones ordenando documentos, la mujer se acercó para acariciarle el pelo diciéndole que era un buen niño, Valentín vio el rostro triste de la mujer, estaba desencajada, temblorosa, su estado de nervios era precario, en las últimas semanas había bajado bastante de peso, notaba sufrimiento, Valentín pensó que se debía a las últimas semanas tras ella haber discutido fuertemente con su esposo, era inusual aquello de pelearse pues ambos siempre mostraban rigidez, compostura y respeto, solo que esta vez la discusión salió e control, el hombre salió e mansión llegando a altas horas de la madrugada, borracho, iba a la ahabitación de Valentín que vivía en esa lujosa mansión tras la desgracia ocurrida, el hombre mareado le pedía discúlpas por haber permitido lo que le pasó al niño con el chófer, aquella violación en su cuarto tras la fiesta de hombres prestantes del país, el hombre mareado le acariciaba el pelo, y le prometía siempre que su estadía y estudio sería costeado por la pareja de esposos padres de Jonathan que ya había cumplido los catorce años, el hombre borracho acariciaba paternalemente al niño huésped, se correspondían con un abarzo, le acariciaba tiernamente el pelo de Valentín diciéndole lo orgulloso de tenerlo viviendo en su casa, que haría de él un buen hombre, un buen ciudadano, Valentín sonreía y descansaba tiernamente; en esta ocasión, la mujer estaba con un sobresalto, como si estuviese en estado de persecución, acarició el pelo del niño diciéndole que si su esposo preguntaba por ella que vendría en la noche, el niño asintió al recibir la información y continuó con su tarea, su mirada estaba puesta en los documentos, de pronto se escucha el rugir de un motor, era la señora de casa que salía, Valentín corrió a apoyarse en los vidrios de la amplia ventana, se despidieron agitándose las manos con una franca sonrisa, regresó a su actividad, continuaba con su tarea, eran pasados el mediodía, se extrañaba el por qué la señora no esperaba el almuerzo para salir, ya pronto vendría don Oliver y saldrían a pasear como de costumbre en aquellas horas vespertinas de los sábados en los que se entregaba a su familia por entero, don Oliver era un hombre psaivo y muy comprensivo, del mismo modo que su esposa mostrando ese rostro de unión familiar estable a la sociedad y a los círculos políticos gubernamentales, como siempre llegaría a media tarde, para ese momento Valentín ya tendría listo el encargo ordenado, el pequeño de diez años ya tenía casi listo antes de tiempo el arreglo de los documentos, estaba feliz concentrado su tarea que no dio cuenta la presencia de un personaje que golpeó la puerta al cerrar, Valentín algo asustao vio la presencia de Jonathan con su amplia sonrisa en su rostro, el muchacho de catorce años venía andando por corredores rascándose la parte intima vestida y ahora lo hacía más frecuente al momento de verse a solas con Valentín, se acercó para ayudarle a terminar la tarea, Valentín así acuclillado le era tocado el culito por parte d elas manos de Jonathan, ambos intercambiaban sonrisas cómplices, ya habían terminado de archivar y poner los documentos en sus sitio del escritorio cuando el muchacho lo abarzó y le dijo al oído que en este lugar no lo habían “hecho”, cabizbajo Valentín recibía las caricias en el pelo y mejillas siendo convencido para hacerlo allí en las alfombras detrás del escritorio, en aquel rincón que el hijo del patrón le señalaba al niño huésped, Valentín notaba la seguridad y convicción prepotente de Jonathan, le recordó al niño que sólo en casa estaba la cocinera, el ama de llaves estaba de mandado, le dijo a Valentín que era el momento de hacerlo antes de que llegue su padre don Oliver, tímidamente asintió entre cerrando los ojos, cerraron ventanas y cortinas quedando la habitación semi oscura tras ajustar el seguro a la puerta, Valentín fue llevado de la mano de Jonatan al rincón, no se dejaba de restregar su pene vestido mostrándose deseoso de sexo, el pequeño de diez años vio que las manos de Jonathan desabotonaban y bajaban la cremallera de su pantalón corto que se deslizaba por sus piernas saliendo sus mangas por entre sus pies con las sandalias que tenía puestas con calcetines, vio su calzoncillo que se deslizaba por sus piernas y lentamente lo acostó sobre la alfombra, de inmediato procedio a abrir la boca y a lamer el pene de Valentín, ese pene se deslizaba por las mejillas del hijo de los patrones dueños de casa, estaba rozagante siendo bien esalivado de labios de Jonathan, se apartó el muchacho para rápidamente quitarse el pantalón de fina tela y el calzoncillo que llevaba puesto, los minutos pasaban, Jonathan miraba sobre ese gran reloj de pared que anunciaban las 2 de la tarde, faltaba poco para que puntualmente llegue su padre a las 3 de la tarde, así que rápidamente abrió sus glúteos mostrándose su ano desvirgado por ese chófer de nombre Jack, lo había sodomizado por vez primera cuando Jonathan apenas tenía cinco años, en aquel túnel que estaba ubicado debajo de la mansión, paradójicamente el difunto asesinado Jack les había desvirgado el ano, ahora Jonathan se disponía con su culo abierto a sentarse sobre el ensalivado ano de Valentín, este último sentía molestia, apretaba los labios y gemía, mientras Jonathan se relajaba sintiendo ese pene entrar en su ano, se apoyaba en las caderas y muslos de Valentin para alzarse y levantarse, hacía pausa para colocarse bien ese pene de Valentín para luego sentarse y sentir de nuevo que era penetrado su culo por el pene de Valentín, se sentía en la gloria, tiempo atrás así le había desflorado el pene a Valentín, ahora ensalivado lubricaba el culo de Jonathan que se lo daba a Valentín, luego se sentaron sobre la alfombra eallí estaban sentados esos culos desnudos, ahora Jonathan se recostaba en la alfombra, se abría de piernas agitándose el pene desflorado por Jack en su culo desvirgado, así como Jonathan se lo hizo a Valentín, la cara del pequeño de diez años se puso entre las piernas del muchacho de catorce, las oreas rozaban los muslos hasta que la boca de Valentín rozaba el pene de Jonathan, éste le agitaba el pene golpeándole los labios, mejillas y frente, ambos ante esta acción no paraban de sonreír, hasta que los labios del pequeño rozaban el pene metiendoselo en la cavidad bucal sacándolo luego con mucha saliva, se corría el prepucio para metérselo en la boca saliendo con saliva, después Jonathan miraba el relój, le dio unas palamadas en los brazos extendidos del pequeño diciéndole que se ponga a espaldas de él aculillándose encima del pene ensalivado de Jonathan que recibía ese culito de Valentín también ensalivado a dos dedos, Jontahan vio satisfecho de cómo su glande entraba en el potito de su amiguito posante, le hacía gemir, era redondo y cabezón, Valentín pujaba al sentir que lo penetraba, sus caderas eran sujetas por las manos del muchacho que le ayudaban a subir y a bajar armónicamente, en cada bajada se notaba el rictus de puje del pequeño, el otro muchacho estaba compaciente viendo como entraba y salía su pene que lo acomodaba para seguir metiéndose, Valentín pujaba, las manos de Jonathan masturbaban el penecito de Valentín, del pene de Valentín salió un liquido que chocaba en el ombligo y piel del vientre de Jonathan, sonrieron viéndose eso, continuaron con el ritmo de penetración en el que estaban, sus manitos estaban apoyadas en los muslos de Jonathan, de pronto, se sintió semen por el tronco del pene de Jonathan, se había venido, estaba excitado, le había dejado semen en las entrañas a Valentín, lentamente se lo fue sacando, el tronco del pene tenía rastros de excremento, sonrió de ver su pene afuera del culo del nene, lo agitó, le hizo un ademán para que fuese a ver papel en el escritorio, acostado en la alfombra vio los pies bien formaditos con dedos alargados del pequeño de diez años, notaba que sus rellenitas piernas y voluminos trasero humedecido de semen pertenecían a un niño de buena raza, no era un niño cualquiera, se notaba su aire marcial seguramente dscendiente de buena familia, lo vio venir viéndole los pies con dedos alargados que se aproximaban, le alcanzó el papel, Jonathan lo tomó, vio que Valentín se acuclillaba pasandos el papel en el traserito y muslos quitándose los rastros de semen, Jonathan sonrió ampliamente, vio el reloj de pared, aún había tiempo para algo, pensó, así quue lo llamó y le acostó sobre la alfombra, le hizo abrir de piernas, se encorvó en su delante poniendo las piernas de Valentín en sus hombros, aún su humedecido pene con semen era agitado y golpeba la entrada del ano, se inclinó un poco, el glande de catorce años entraba en el ano de diez años, Valentín abría ojos y boca, sentía la penetración a fondo de ese glande cabezón y grueso tronco de pene, las embestidas eran fuertes y contundentes, se sentía mejor cogerse mutuamente así, le decía al niño que era su mujer, que siempre recuerde esos momentos vividos, que le pertenecía ese culito que lo estaba penetrando, así, así, así lo tuvo por unos momentos, el pasivo Valentín se dejaba, su metamorfosis estaba ya desarrollada, se resignaba a sentir ese pene, era el único en esa casa que le penetraba, era su amo, no había nadie más, en la escuela lo cuidaba mucho, notaba que a Valentín ya le atraían los penes de otros chicos menores y mayores de su edad cuando iba a los urinarios, siempre le sorprendía, y cuando llegaban a casa Jonathan buscaba la forma de estar a solas con él en su cuarto en la mayoría de ocasiones en la que le hacía el amor diciéndole que sólo su pene podía entrar en ese ano, el de nadie más o lo lanzaría a la calle, valentin temeroso le obedecía como ahora que se dejaba penetrar hasta el cansancio, ya era hora de que Oliver llegase a la mansión, lentamente le fue sacando el pene, pero cuando ya creía estar afuera Valentín sentía que se lo volvía a meter todo adentro y así segundo se lo dejaba adentro uniendo los peho viéndole la sonriente cara de mucha complacencia a Jonathan, ya cuando se lo sacaba de inmediato se acostaba detrás del niño abrazándole sutilemente diciéndole al oído lo mucho que él significa, Valentín sentía el roce del pene e Jonathan en su trasero, lo agitaba dándole de suaves impactos del tronco del pene en los glúteos, se pusieron en pie, el pene de Jonathan era limpiado por las manos con papel, lentamente se pusieron la ropa, fueron a abrir las cortinas, tiempo después a través de ellas se vio la llegada al garaje del auto lujoso de don Oliver como cariñosamente le decía Valentín, el hombre al bajarse del auto acarició a su hijo llevandol abrazado de un hombro, pasó cerca de Valentín accariciandole las mejillas y el pelo, les dijo que se iba a pegar un baño, a almorzar y a salir como siempre a pasear, preguntó por Isabelle su esposa y su hijo le dijo que había salido antes de mediodía y que regresaba en la noche, el hombre quedó pensativo, se puso tembloroso cerrando los ojos, para Valentín que lo miraba fijamente esa actitud del adulto no pasó por desapercibido pero sí para Jonathan que una vez avisado el paradero de su madre salió de la oficina en direcióna asu cuarto a asearse para no dejar rastros de semen en al ropa, el hombre vio arreglados los documentos y archivos, le dio una caricia en mejillas y pelo abarazandole con ternura, se acuclilló en su delante diciéndole a los ojos que sería un buen ciudadano, que de ello él se ocuparía, Valentín sonrió asintiendo, veía a don Oliver como ese padre perdido en la guerra, como a ese militar Robinson perdido en el medio oriente hostíl, con el tiempo el cariño y la admiración hacia don Oliver se incrementaba, pidió permiso para retirarse, don Oliver le dijo que fuese a su cuarto a esperar ser llamado a almorzar, ya saliendo de paseo miraba por el cristal la ciudad, las avenidas y arboledas, los autos lujosos de postguerra, los cines, entraorona uno de ellos a ver películas de vaqueros, luego a comer las acostumbradas hamburguesas por entonces muy de moda, de pronto dos patrullas se colocan junto al auto estacionado, le informan del paradero infortunado de su esposa en una carretera interestatal, por versiones de un testigo que es ornitólogo, vio desde lo alto de la tupida montaña en el instante en que un auto había sido interceptado por un par de delincuentes que venían en un camión, el guardaespaldas de la esposa Anabelle fue asesinado en el acto de dos tiros en la cabeza, ella fue golpeada y luego le dispararon con dos tiros en el pecho y uno en la frente, además fue lanzada al interior del auto y lanzada al precipicio donde el auto explotó incndiandose, los dos hombres tomaron esos documentos y salieron en precipitada carrera de ese apartado lugar, Oliver quiso de inmediato hablar con el testigo presencial, a lo que la policía le informó que por descuido logró escabullirse entrada la noche, no daban crédito a al actitud del informante, creen que también formaba parte de la banda de asesinos, sólo lograron rescatar un papel del suelo que con guantes en lmano el policía le mostraba en el que tembloroso lo leyó el padre de Jonathan: “eres el próximo, Oliver” con ira y rabieta estrujó el papel, pidió ser conducido a ver a su esposa en la morgue, un policía conducía el auto del prestante funcionario de gobierno que llevaba en los asientos posteriores a un Valentín que consolaba a un tembloroso e inconsolable Jonathan, los funerales fueron casi como de estado, no se podía concebir la idea del asesinato de un miembro del cuerpo de gobierno de la nación, el acaudalado Oliver pasó mucho tiempo encerrado en su oficina, paradójicamente recibía consuelo de Valentín, las muchas ocasiones en que estaban juntos Oliver se sentía bien, sólo quedaba esperar los resultados de las investigaciones de la policía y servicio secreto de la nación.
FIN DEL CENTÉSIMO DÉCIMO TERCER EPISODIO
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