METAMORFOSIS 119
Rudeza.
La fría noche hizo que aquella “niña” abra sus ojos, la necesidad fisiológica hacía levantar de su cama, vio luz de luna entrando por la ventana abierta de su cuarto pobre, al lado la cama de su hermanito de cinco años y en el piso su primito de siete años, ambos dormidos profundamente, se tomaba los hombros frotándose con la manos calentándose la piel fría, se acuclilló para sacar la bacinilla de porcelana que estaba debajo de su cama, alzó su raído camisón de dormir y se sentó sobre ella, entrecerró los ojos sintiendo placer al expulsar la orina, suspiraba profundamente a ojos entreabiertos, el sonido de orina expulsaba se escuchaba en el golpeteo sobre el metal, las manitos agarraban los dedos de los pies, su carita estaba apoyada en sus rodillas, allí estuvo sentada por un instante entreabriendo los ojos y presa del deseo de seguir durmiendo, la bacinilla fue agarrada de sus manos, caminó descalza por el cuarto, escuchó unos leves sonidos venidos del dormitorio de su madre, continuó su recorrido a paso lento, abrió la puerta que daba al patio yéndose a la letrina a botar la orina contenida en la bacinilla, regresó a paso lento pese al frío ambiente, pasó por el cuarto de su madre y se escuchaba los gemidos ahora más fuertes en esa madrugada fría, la niña abrió apenas la puerta, por la hendija abierta pudo ver al amante encima del cuerpo de su madre, ese grueso pene estaba haciendo estragos en el ano de la mujer, borrosamente miraba al hombre sometiendo sexualmente a la mujer, vio el movimiento de caderas del hombre luego agitándose el pene, así, lo agitaba sobre la piel de los testículos con la lengua de la mujer, la “niña” estaba inquieta viendo esa postura de kamasutra, el hombre acostó a la mujer abriéndola de piernas totalmente, la cara de él completamente en la entrepierna, rozando, lamiendo y ensalivando el clítoris que la hacía gemir a la mujer que pedía que se lo metiera, la madre de la “niña” estaba deseosa de sexo, el hombre sonriente satisfecho se ensalivó el pene y las manos de la mujer ayudaron a ponerlo en la entrada de la vagina, el hombre lo que hizo fue empujar metiendo y sacándo luego, las manos entrelazaban al ritmo sexual de deliciosa postura, la cama sonaba en sus resortes debido al fuerte movimiento, luego la calma y el intercambio de respiración acelerada fruto del esfuerzo sexual, el hombre sacó el pene, lo agitó con la mano y la niña vio salir semen erecto, las manos del hombre o masturbaban y de ese pene salió aquel liquido que caía en los pezones de la mujer y en la barriga, los dos amantes se acostaron de frente en perfil abrazándose y besándose con manoseos en la espalda y brazos, la “niña” apegó lentamente la puerta, la “niña” iba con mucha inquietud, ese semen salido del glande ese hombre le recordaba el semen del dueño de la abacería, caminaba pensativa en dirección a su cuarto, sus pasos lentos eran a causa de su deseo naciente por sexo, sonreía a lo que miró, iba pensativa y ya escuchaba el cantar de los gallos, sentía que el alba se aproximaba a plenitud, al entrar en su cuarto se sorprendió cuando vio sentado a su primito, al verla le estiró la mano deseando presurosamente la bacinilla para orinar, el niño con discreción puso la bacinilla en un rincón, rápidamente se deslizó el pijama y la trusa que tenía puesta llegando a los tobillos, con una mano se tomó el pene apuntando la orina a la bacinilla, su otra mano manoseaba sus glúteos complementando el placer de micciar parado, la niña se acercó a verle el pene, el niño de siete años tímidamente se dejaba mostrar el pene que luego de micciar lo agitaba, su primita de nueve años evitó que su primito se subiera la trusa y el pijama, sonrieron al ver el penecito descubierto, la “niña” manoseó delicadamente el penecito, se arrodilló delante de su primito que estaba en pie y pasó su nariz oliéndoselo, lo agitó cerciorándose que no tenía orina, se lo metió en la boca, el niño al sentir esa sensación algo se inclinó con sus manitos sobre los hombros de su primita que seguía lentamente chupando y lamiendo el pene, ya viéndolo ensalivado se puso en pie la niña y lo abrazó a su primito de la cintura, el niño vio en su delante que su prima se quitaba toda la ropa, ella lo tomó de las manos haciéndolo caminar lentamente y mientras eso sucedía la ropa del niño se iba quedando en el piso, ella se acostó sobre el colchón en el piso donde su primito dormía, esos días había quedado al cuidado de la tía pues sus madre y padrastro habían salido lejos de la ciudad, la niña se acostó y puso sobre su cuerpo el de su primito, le ayudó a ponerse en posición para que el penecito del niño frotase la vaginita, el niño alzaba y bajaba sus caderas y el penecito rozaba la entrada de su vagina, la mano de la “niña” puso al penecito en la entrada de su vagina desvirgada, ella estaba excitada por lo que había visto, agarró con ímpetu ese penecito y se lo hizo meter, el niño sintió deslizarse su prepucio con incomodidad, era el niño quien gemía ahora, el penecito tratando de entrar totalmente en la vaginita, la “niña” agarrando los glúteos del niño hacía que continuase con su leve penetración, los dos niños de nueve y siete años seguían con los movimientos, ella trataba de decirle que hiciera silencio porque gemía mucho, siguieron así en esa postura, ella lo tenía abrazado diciéndole que siguiese el niño tenía apoyada su carita en el pecho de la niña, en eso escuchan un leve chillido de puerta, la “niña” vio el rostro sonriente del amante de su madre, aquel hombre vio los cuerpos desnudos de esos niños haciendo el amor, complacido al ver eso se manoseaba el pene desnudo, aquel hombre estaba un tanto borracho, se limitó a callar y salir del cuarto, la “niña” asumió la vergüenza mientras su primito iba por su ropa a vestirse y acostarse entre las sábanas luego de ser increpado por hacer bulla con sus gemidos, su posición estaba de perfil con su mano metida en la trusa manoseándose el pene sintiendo un poco de malestar producto del roce de ambos órganos genitales infantiles, la mañana aparece a plenitud en aquel sábado, la “niña” se despierta por voz de su madre, vio a su primito y a su hermanito vestidos pues los niños iban de viaje al pueblo cercano de la capital, la madre le dijo a la hija que llegaría por la tarde y que se hiciera la comida y lavara cierta ropa ajena, la niña asintió y los vio partir, su padrastro había salido, ella quedaba sola en la casa, al pasar de las horas la niña estaba lavando la ropa en un lavadero ubicado cerca de la letrina, en eso observa la presencia de su padrastro arrimado en el marco de la puerta que daba al patio, el hombre sonreía saludando irónicamente, la niña `por vez primera sintió sus manoseos llenos de morbo, el hombre la miraba de pies a cabeza, le hizo un breve comentario de lo visto anteriormente, ella bajó su cara y se ruborizó, sintió las caricias en sus mejillas, y dio unos pasos cerca de la letrina, a propósito se deslizó la cremallera sacándose el pene para que la niña lo viera orinar, el hombre sonreía y ella fijamente observaba el pene peludo, el hombre se acomodó la ropa diciéndole a la “niña” algo en el oído al pasar, ella quedó temblorosa de emoción, el hombre entró en el cuarto y momentos después la “niña” también hizo lo mismo, continuó su camino hacia el dormitorio de su madre, ahí en la cama vio al hombre completamente desnudo con sus dos manos manoseando el pene, la niña vio ese glande grueso, se acercó a oler el pene peludo, la nariz pasaba despacio con pausa mientras el hombre complaciente cerraba los ojos, abrió su boca infantil y como pudo se introducía el pene, los labios firmes por la piel del pene se deslizaba con rastros de saliva, la niña llegó a toser debido al tamaño del pene y la prisa del deslizamiento en su cavidad bucal, los lamidos y las chupadas duraron mucho tiempo, el hombre le quitó la ropa a la niña y la acostó en la cama abriéndole de piernas, la lengua estaba lamiéndole y chupándole el clítoris haciéndola gemir, le metió un dedo que entró sin dar resistencia por esa vagina, luego dos dedos, el hombre se dio cuenta de algo y sonrió, la niña interpretó aquello, si, era verdad, el hombre movió la cabeza negativamente sin dejar de sonreír irónicamente, con rapidez manoseó el pene hasta ponerlo totalmente erecto, mientras que e decía que no le iba a decir a su madre de su situación si ella mantenía silencio de lo que ibana a hacer, le preguntó si estaba de acuerdo y ella acostada en la cama con su cabeza en el colchón asentía, el hombre sonrió satisfecho, el pene se introdujo en esa vagina y le hizo un mete y saca repetido, estaba tan caliente que le dejó el semen dentro de la vagina, la niña sintió más gusto que hacerlo con el cuarentón dueño de la abacería, este pene era mejor, más grueso y firme aunque también era de un cuarentón, el hombre vio su pene sobre la vagina de la niña, lo rozó, simplemente le dijo nuevamente que lo hecho ahora su madre no debe saberlo, la niña aceptó asintiendo con timidez, sacó de su bolsillo un billete de baja denominación y salió del cuarto de arriendo rumbo a la calle silbando y diciendo que madre e hija les pertenecían, el idilio del hombre ahora ya no sólo sería con la madre sino también con la niña, el destino tendría algo dramático preparado.
* * * * * * *
Todo hacía suponer que aquella noche calurosa tendría un fresco en la imprevista venida de lluvia, tal así que goteaba por el techo de aquella cabaña rústica, algunas gotas caían deslizándose sobre el pie del niño que estaba dormido profundamente sin saber lo que le estaba ocurriendo, solo un mechero iluminaba la habitación de aquella cabaña, la mujer estaba recostada esperando en la llegada de su esposo, la lluvia se estaba haciendo más intensa, sintió unos cortos gemidos perezosos, era el niño que se había levantado, algo adormitado que se iba frotando los ojos acostándose sobre el regazo de su madre, los minutos pasaban y su esposo no se acercaba, estaba ya muy angustiada, sabía su historia de vida, pensaba lo peor, triste sintió que había llegado aquel mal momento, de pronto, se escucha el galope de un caballo, los rayos y truenos dibujan la figura del jinete mojado, el caballo transitaba pausadamente a galope, de súbito se levantó con su hijo marcado que seguía profundamente dormido, se dieron de caricias, el hombre se sentó a esperar a que su mujer acomode al niño sobre su catre y a servirle los alimentos, se rascaba la cabeza, ella se limitó a atenderlo de buena forma, el pan con queso y arroz con cilantro junto al colado café era el alimento de repetida comida, ella le acariciaba el pelo y con un trapo lo secaba, el hombre preguntó si su hija estaba, pero no esperó a la respuesta de su esposa que podría haber sido de inmediato pues al girar su cara vio la cama vacía donde ella dormía, el hombre contrajo los músculos de la cara con severidad, era el tercer fin de semana consecutivo que su hija no llegaba a visitarlos como antes de costumbre, los rumores que a sus oídos habían llegado del romance de su hija con aquel militar se consolidaba, decidió ir a visitarla a su hija al pueblo, era un poco lejos la distancia recorrida al pueblo, pero para aquel hombre se consideraba necesario, al alba el hombre se subió al caballo y fue al pueblo, coincidentemente la encontró en la calle, con vehemencia le hizo ver a su hija de su falta de consideración, le reclamó su falta de responsabilidad que seguramente estaba influenciada por aquel militar que desde un principio con solo saber su nombre y del sito donde venía ya no le simpatizaba, la muchacha quiso justificarse por su falta prometiendo no hacerlo, su padre en forma prepotente seguía reclamándole, por coincidencia al pasar por el parque vieron al militar en compañía de dos subalternos, el hombre airado le reclamó al pasivo militar, que dejase en paz a su hija, Gustavo Adolfo se limitó a escucharle, la joven se puso a llorar, amaba a su padre y también al hombre que la había hecho mujer, el militar respondió diciéndole que amaba a su hija y que le permitiese cortejarla, el iracundo hombre machista no quiso seguir escuchando esa palabras y quiso lanzarse a agarrarlo a golpes pero fue interceptado por la escolta militar, Gustavo Adolfo abrazó a la muchacha y volvió a repetirle que la amaba, el hombre quería zafarse de la férrea escolta que lo sujetaba, se limitó ahora a escuchar a Gustavo Adolfo, ya para eso muchos transeúntes del pueblo presenciaban la escena que hacían más infeliz a la muchacha llenándose de vergüenza, de un impulso se zafó corriendo por las calles llegando a la casa donde vivía, esa actitud para el militar fue lamentable, el hombre fue suelto y los militares continuaron su camino, montado a caballo llegó a la casa donde residía su hija, al bajarse sacó su correa y le dio varios golpes a la muchacha, le prohibió seguir en el pueblo, la rabia de aquel hombre hizo que su hija tome sus pertenecías sencillas llevándola a la cabaña, los días pasaron y el militar no supo de la muchacha, durante esos fines de semana en sus encuentros amorosos terminaban en un sexo prolongado, la deseaba, ese cuerpo que para él era suyo se había convertido en adicto, ella le respondía de igual forma, pero no estaba, extrañaba sus caricias, sus labios, su vagina que era solo suya, aquel voluminoso trasero que satisfacía sus instintos sexuales, la extrañaba sobremanera, su candor había hecho que sea preso de su amor, el solo hecho de que se le hubiese entregado en cuerpo y alma hacía que la ame con locura, de un impulso tomó la decisión de galopar hacia la casa y esperar el momento preciso para llevársela consigo aunque le cueste esta acción su carrera militar, el amor de ella estaba sobre todo en aquel momento, ansiaba llegar cuanto antes en aquel lugar, vio al niño jugando en la arena, con amplia sonrisa y brazos abiertos el niño corrió donde estaba el militar, una sorprendida muchacha estaba impávida en la entrada de la cabaña, su madre detrás con mirada fruncida, la señora estimaba al militar considerando buen partido para su hija, Gustavo le pidió que la acompañase, la madre en sentido a la lealtad del esposo se negó a tal acción, la muchacha simplemente se sentó a llorar negándose a ir con el militar, Gustavito se montó a caballo yéndose del lugar, las manitos del niño se agitaban despidiendo la figura del jinete que se alejaba del lugar, pasaron muchas noches en las que la muchacha lloraba pensando en aquel hombre apuesto, deseaba sus caricias y su seguridad, se había entregado a él por amor, lamentaba lo ocurrido con su padre, ahora el trato era diferente, su decepcionado padre la miraba con indiferencia por culpa de aquella afrenta, los mejores tratos de su padre ahora eran para su hermanito, aquella lluviosa noche vio una figura mojada por la ventana, Gustavo Adolfo quiso llevársela a la fuerza, estaba decidido, pero ella se contuvo, no quería decepcionar más a su padre con esa acción que le llenaría de dolor y vergüenza, el ego de Gustavo Adolfo hizo que se retire del lugar, justo a tiempo pues varios disparos de aquel campesino casi impactan en su cuerpo, uno de ellos fue para el anca de la noble bestia que rengueando llegó al campamento militar, Gustavo adujo que había sido victimizado por los insurgentes, los días pasaron, la ansiedad de Gustavo por tener a ese hermosa mujer era intensa, lejos de allí el sentimiento era mutuo, luego de hacer el debido patrullaje fue llamado a la oficina de mando, leyó la orden de cambio, se le heló la sangre, pensó en ella, en no volverla a ver, por un par de días rodeó el lugar don ella vivía, de lejos Gustavo Adolfo divisaba la cabaña humilde donde su amada vivía con sus padres, aquel campesino avezado salió a su encuentro, carabina en mano apuntó al jinete militar, la discusión se incrementó, de aquel campesino salió la expresión hijo de un criminal, si, aquel hombre le decía a Gustavo Adolfo que era hijo de un criminal, el semblante del militar cambió, el campesino le dijo que no permitirá que se lleve a su hija, su orgullo, Gustavo Adolfo hizo un gesto de arrogancia lanzando su fusil al suelo quería que el campesino comprendiera que él tenía las mejores intenciones con su hija, que tenía para ella todo el amor del bueno, el necio campesino apuntó firmemente al militar y antes de que la carabina se escucharon gritos de negación entre su esposa e hija que corrían hasta llegar al campesino y hacerle bajar el arma, Gustavito se baja del caballo y trata de acercarse a ella pero es rechazado por esa hermosa mujer, se dio cuenta que valía para ella más el cariño a su padre que a él, comprendió yéndose del lugar a paso lento y muy cabizbajo, todos los demás entraron en la cabaña, la muchacha recibió injustos golpes de su padre, que en un rato de tensión en el castigo ella se desmayó, recuperándose un rato después, pero no quedaría así su estado de salud pues en las siguientes semanas después de haberse ido el militar aquellos vómitos y agriuras hacían presa de la mujer, era indicio de que esperaba un hijo, la madre de la muchacha cayó por un tiempo el secreto del estado de su hija pero el vientre crecía y llegó el momento de ya no poder seguir mintiendo al esposo, la indignación hizo presa del hombre, quiso pegarle a su hija pero se contuvo viendo el vientre materno, simplemente quiso estar solo bebiendo aguardiente llorando solitariamente la suerte de su hija, su orgullo y su esperanza, pensó que la vida de su hija se había truncado, restaba esperar el desenlace del nacimiento de aquella criatura.
FIN DEL CENTÉSIMO DÉCIMO NOVENO EPISODIO
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