METAMORFOSIS 122
Buenos momentos.
La puerta se abre en aquella fría madrugada, los dos amantes abrazados a pasos lentos y torpes han ingresado al cuarto de arriendos, la mujer cae desfallecida sobre la cama por la jornada de alegres momentos vividos en la ciudad, el hombre, lentamente se saca su ropa hasta quedar en su habitual trusa, sirve una copa de ron a medio consumo y se lo da a la mujer, ella bebe con calma, ya estaba borracha, las manos torpes pasaban por el pene vestido del hombre, ella como pudo se arrodilló, le bajó la trusa hasta las rodillas viéndose salir un erecto pene con movimiento como de resorte, ella lo vio pausadamente pasando suavemente los dedos, lo miraba y sonreía, al rato de acariciarlo se lo llevó a la boca, lo lamió y chupó hasta el cansancio mientras el hombre parado sentía el placer de sexo oral acariciándole el pelo a su amante, ella se alejó del pene recostándose sobre el extremo de la cama, hasta quedar en posición de piernas bien abiertas con una vagina descubierta y con las manos haciéndole gestos que se acerque y que la penetre, el hombre con amplia sonrisa irónica lentamente se acercaba con su pene erecto que lo puso a frotar por los labios vaginales, ella de un impulso tomó el pene y sin esperar a más vountariamente se lo introdujo un poco lo cual completaría su amante borracho con empujones de caderas, ella gemía deseosa de sexo, ese pene la enloquecía, deseaba más, fue muy duro para ella el quedar viuda muy joven con dos hijos pequeños y sin un hombre ahora a su lado que la hiciera sentir mujer formalmente, ahora que tenía a su amante se rsignaba a esa su situación actual y así era que para tenerle lo deseaba a cada momento, el hombre correspondía, por efecto del alcohol él no eyaculaba no tanto así ella que tenía plenamente mojada su vagina, hicieron pausa abrazándose acostados en la cama amplia que él le había obsequiado y que de vez en cuando le daba alguna cantidad pequeña de dinero, tiempo después el hombre notó que ella estaba dormida profundamente, sonrió, había disimulado su borrachera, lentamente se sentó en la cama, la miró a su lado que ella estaba completamente desnuda sobre las sábanas y luego sonrió, arregló su trusa, se levantó en búsqueda de un cigarrillo acostándose junto a ella, cerró los ojos viniéndole en su estado etílico aquella fresca imagen, vio su pene erecto siendo definido por la tela que lo cubría, pensó que ese sería el momento, se cercioró de que su amante esté completamente dormida, fue caminando hacia correr una cortina que separaba el cuarto, en su interior dos camas, el “niño” y la “niña” en su respectiva cama, el hombre vio a la “niña” acostada con su sabana cubriendo a medio cuerpo, vio una pierna salida así como un brazo, se inclinó a besarlos con sutileza en forma repetitiva, deslizó la sábana, contempló a la pequeña que estaba profundamente dormida, los dedos recorrían aquellas suaves piernas de diez años, muy cerca estaba su hermanito de seis años profundamente dormido con su carita tapada por la sábana, la yema de los dedos recorrían esa suave tez infantil, se deslizó la trusa sacándose el pene mostrándose muy erecto, pasándolo con cuidado ese glande por los labios de aquella hermosa niña, el glande humedecido por el sexo anterior seguía recorriendo la fina piel, el hombre estaba complacido viendo a luz de luna los movimientos de su glande, de pronto la “niña” se despierta en forma súbita, ambos estáticos observándose, la mirada fija de la “niña” en aquel pene, la mirada del hombre tratando de descubrir aquel cuerpo dentro de ese camisón de dormir, él lentamente se sentó en la cama de la niña, empezó a manosearla, a pedirle que no hiciera ruido ni crease sospecha, tomo las manitos de ella haciéndola pasar por su pene, la “niña” se dejó llevar, su nariz olía aquel pene, abrió su boca y se lo introdujo de a poco, sacándolo y metiéndolo ensalivándolo, aquel hombre en aquella noche había recibido sexo oral de madre e hija, se complacía viendo aquellos labios infantiles rozagantes pegados a la piel de su pene, la saliva fluía, la punta de la lengua de la “niña” recorría los testículos hasta llegar al glande, la levantó del lugar donde estaba arrodillada, la marcó rodenadola entre sus brazos y la besó apasionadamente, así la acostó lentamente en el extremo de la cama dejándola en la misma posición con la que antes le había hecho el amor a la madre de la niña, el hombre se tomó el pene viendo las piernas bien abiertas de la “niña”, sorpresivamente para él ella lo ayudaba a ponérselo bien en su vaginita diciéndole que el gusanito quería meterse en la cuevita, ella sonreía, esa actitud gustó al hombre que con frenético movimiento de caderas le metía el pene haciéndola gemir y cuyo sonido se confundia haciendo sonar los resortes de la cama, ese poderoso movimiento le hizo gemir mucho a la niña, más e lo acostumbrado, el hombre la siguió con el sonido, de improviso se detuvo, le tapó la boca a la niña haciéndole gestos de silencio, retornó donde estaba su amante y comprobó que seguía profundamente dormida roncando plácidamente, sonrió malévolamente, fue a donde estaba la niña que lo esperaba con las piernas abiertas, dos de sus dedos rozaban su clítoris y sus labios vaginales hasta tal punto que aquellos movimientos al hombre lo hacían ponerse de mejor forma, manoseó aquel cuerpo infantil para luego penetrarla con firmeza, ese roce de piel entre vagina y pene fue prolongado, ella sentía firme ese pene dentro de sus entrañas, ante todo, le gustaba lo que le estaba haciendo el amante de su madre, la “niña” se había acostumbrado a ese cuerpo que la manoseaba en circunstancias de estar a solas, las caricias de ambos no se quedaron atrás, la “niña” lo sentía diferente a ese hombre como se siente un olor diferente en cada probada de comida, pese a la edad aún tenía un rostro bien parecido, ella se dejaba llevar por los embates de aquel erecto pene que al entrar con firmeza la hacía gemir, no se dieron cuenta que desde la otra cama aquel niño de seis años deslizaba su sábana descubriéndose su carita a medias, inclinó un poco su carita apoyada en uno de sus brazos extendidos, vio entre la luz de luna y lo oscuro del ambiente el resto del movimiento de alzada y bajada de caderas de aquel hombre acostado sobre el cuerpo de su hermana, vio como el hombre le hacía gestos a su hermana para que se pusiera boca abajo y tomándose el pene trataba de introducírselo en el ano, poco a poco aun ritmo pausado que solo era interrumpido por el fuerte gemido de su hermana de diez años, el hermnito miraba el rostro de l “niña”, era angustiante, el hombre le había dicho que ya era el momento para que lo pruebe por ahí por detrás, que sería más rico que por ahora se lo hacía por delante, pero ela sentía dolor en ese duro pne que le sometía su potito, la “niña” estaba bien agarrada la hombre que tenía fijo esa noche sodomizarla, ella suplicaba que no más, su hermanito estuvo a punto actuar cuando vio detenerse a aquel hombre que se alejó del cuerpo de la “niña”, vio que ella se daba masajes en su ano con los dedos, el hombre amante de su madre sonrió y se acercó a ella, la acarició y le besó la cara diciéndole al oído que se acueste, ella lentamente se acostó muy lentamente y pensativa sobre el extremo de la cama, el hombre puso los pies de la niña sobre sus hombros, acercando la vagina a su pene que lo agitaba rozando las labios vaginales, le introdujo de un solo movimiento todo su pene, ella gimió por el contacto, los ojos del pequeño se fijamben en esa postura sexual escuchando los gemidos de su hermanita, luego vendrían los movimientos de cadera cada vez más acelerados a los que el niño los miraba con mcha fijación, el niño miraba a su hermanita cuyo cuerpito se movía por la cama, hasta que se detuvo, eso era señal que había eyaculado dejando semen dentro de la vagina de la niña, lentamente las piernitas de ella se posaban en la cama no sin dejar de estra bien abiertas, el nene vio ese pene separado saliendo de la vaginita de su hermana, el hombre de a poco se alejó de ella un tanto cabizbajo viéndose el gitado pene con semen, ese semen que no se lo dio a la madre y lo tenía guardado para la hija, lentamente fue alejándose del lugar yéndose a acostar junto a la madre de aquella niña, el “niño” temblaba de sorpresa, tenía sentimientos encontrados, prefirió continuar durmiendo tapándose la carita con la sábana, no pudo ver que su hermanita quedaba acostada en su cama meditando a lo profundo lo sucedido a la vez que con los dedos se daba placer en los labios vaginales, otra vez se había entregado a su padrastro.
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Los golpes incesantes del hacha sobre el tronco irrumpían la tranquilidad sonora de aquel lugar de selva, algunos animales como la ardilla y las aves del lugar de lejos contemplaban a aquel fornido hombre cumplir la tarea encomendada por su padres, cada vez en cuando Rolando hacía alguna pausa, pasaba su antebrazo por la frente yendo a beber un poco de agua de su pomo, pensaba en ella, en Amanda, lamentaba lo que le había sucedido, le vino la rabia al pensar que ese militar se le había adelantado haciendo suya a la mujer que amaba desde la infancia, ella esperaba un hijo de aquel militar, los padres de Amanda poco le permitían visitas por vergüenza, comprendía la situación de su amiga de la infancia, pero quería estar con ella, pese a todo, pese a que sabía que ella esperaba un hijo de otro la seguía amando, tanto así que días anteriores le propuso reconocer al niño que esperaba, ella simplemente le agradeció negando en absoluto aquella ayuda, pero aquel muchacho de diecinueve años estaba decidido a continuar con el deseo de que estuviera con él, los padres de Amanda estaban gustosos pero ella era quien se negaba, pese a todo, dejaba constancia de que Gustavo Adolfo era el padre del hijo que esperaba, el iracundo padre la golpeaba por su desobediencia pero ella se mantenía firme, la madre defendió a su hija en aquella ocasión manifestando que esos golpes podrían tener repercusiones en el nacimiento del bebé, de ahí salieron iracundas palabras del padre de Amanda, preferible muerto a ver al hijo de padre asesino refiriéndose al militar, madre e hija se abrazaron asombradas por la actitud irracional del decepcionado padre, iracundo salió a revitalizar sus pulmones con fresco aire, al regresar las mujeres estaban en sus actividades de manualidades, Amanda quedó con el pesar de que su padre sería capaz de todo con tal de que su hijo no naciera, también pensó en que podría regalarlo a los más pudientes de la zona; pasado un buen tiempo de la faena logra ver que una muchacha recorre el lugar, iba acompañada de su hermanito, de súbito el muchacho dejó el hacha, se acercó viendo el rostro de Amanda lleno de lágrimas, no pudo más y se desfalleció en sus brazos, con pausa y firme convicción la entró en su humilde cabaña, la asistió hasta recuperarse, el niño presenciaba y ayudaba en lo que podía, había pensado ya, decidió pedirle ayuda a su amigo, aceptaba hacer vida con él, alejarse de su padre y de sus insanas formas era lo mejor si tenía el apoyo de Rolando, el muchacho muy complacido limpiaba las lágrimas de la mejillas, era lo mejor que le había ocurrido en mucho tiempo, prometió a Amanda cuidarla garantizándole el nacimiento de su hijo que pese a ser de otro Rolando lo querría como tal, al enterarse el padre de Amanda se resignó al hecho, a fin de cuentas se taparía el engaño, se armó de valor y fue a donde ahora vivía su hija dándole una cantidad de dinero al muchacho para manutención, vio lo avanzado del estado de gestación de su hija, a regañadientes pensó que pronto nacería su nieto primogénito, mordió sus labios por dentro en señal de cólera contenida y de aquello dio cuenta su hija, las manos de su padre hecho puños, ella con pesar sentirá que lo que hizo con aquel militar su padre no se lo perdonaría nunca..
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La hamaca se movía al ritmo de la mano, el niño poco a poco iba cerrando los ojos al canto del ro, daba su sonrisa de beneplácito de sentir, los sonidos de los animales de la montaña lo arrullaban, a lo lejos se ve llegar un caminante, la mujer sonriente se levanta, su expresión denota preocupación en la visita, el niño queda arrullado dormido mientras las dos mujeres ingresan a la sala de la estancia, Noelia y Josefina entablan un largo dialogo, su hija es presa de la desesperación y sobre todo de los celos pues le informa a su madre que la camisa de su esposo contenía lápiz labial y perfume de otra mujer, sumado a aquello que el comportamiento de Emilio, su esposo, el hombre de negro, ya no era el atento de antes, ahora se manifestaba irascible y descontento, sólo deseaba estar en el trabajo, y lo peor que hace semanas que no la toca sexualmente hablando, Noelia agachó su cara vista al suelo, entrelazó los dedos llevándoselos a la boca, se acercó a su hija abrazándola y consolándola, le pedía calma y prudencia, su hija le manifestó que lo más dolida estaba porque Emilio por primera vez le reprochaba situaciones que no venían al caso analizarlas referente a la relación que tuvo con su difunto hermano Teodomiro quien al hijo que ambos tuvieron ahora lo mira con desprecio, también era muy parco con su hijo Emilio José, a su hijastro y a la vez sobrino Gustavo Andrés Teodomiro de diez años le hablaba con dureza y a su hijo Emilio José de seis años le exigia mas de lo que su ead y físico podían realizar en las tareas de la estancia, los niños buscaban el acostumbrado cariño atento pero eran rechazados por el hombre e negro, Josefina le dijo a su madre que el más sentido era Emilio José y lo había visto llorar desconsoladamente en un rincón ante el desplante minutos antes hecho por su padre tras haber ensillado torpemente el caballo, Noelia prometió hablar con su yerno para conocer con detalle, él la respetaba mucho y existía plena consideración, a la tarde llegó a la fábrica y se sentó a esperar por largo rato en la oficina de su yerno, apareció agestado, con saludo frío, se sentía contrariado con la presencia de su suegra pues y se imaginaba el motivo de la visita, Noelia lejos estaba de suponer que minutos antes de su llegada, en un cuarto alejado estaba Emilio con Lucrecia en toda la manifestación posible de pasión, deseo y entrega corporal, ambos desnudos dando roles sobre el piso haciéndose el amor, ella desde la ventana vio el auto de la suegra de Emilio que se estacionaba en el negocio, ahí quedó el acto sexual, a medias, eso indignaba a Emilio, en la entrevista con su suegra era poco cordial, Noelia habló sobre la situación de su hija, el irascible yerno no quiso hablar más y de corte inmediato quedó el diálogo, Noelia asombrada y contrariada increpó sobre la actitud de su yerno, entre ellos se abriría una gran brecha careciente de empatía, sólo restaba vigilar el comportamiento de aquel hombre y que no lesione los intereses familiares.
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La vida en la capital transcurría aún con sobresaltos pese a la vorágine los estamentos públicos funcionaban con sigilo, en las oficinas se podía notar el correteo de asalariados, una pareja de ellos fue llamada a la oficina del jefe, estuvieron por unos minutos conversando, luego que la puerta se abre y de inmediato al cerrarla viene los abrazos, Luisiana y Amadeo salían sonrientes, Amadeo era el más feliz, no podía contener la alegría de aquel buen momento, eran ascendidos de puesto con salario superior, con más calma Luisiana tomaba aquella noticia, tanto así como que ya lo sabría, la pareja caminaba abrazada alegre por los pasillos, era el momento de un refresco para celebrar tan enaltecedora noticia.
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Primer día de diciembre de 1951, día frío, gélido, mostraba un paisaje desolador en las calles de la ciudad, desde la ventana unos ojos miraban la caída de nieve, se encontraba abrigado, su carita apoyada en el cristal, meditaba profundamente con mirada al infinito, sentía frío, la respiración se notaba en el cristal com halo de humedad, tenía las manos metidas en el pijama rascándose los glúteos, se pasaba el dedo medio por la entrada de su ano gimiendo pasivamente al cerrar sus ojos sintiendo ese placer, sus labios rozan el cristal y de adentro de su ser le sale el nombre: Jonathan, suspiraba, para ese momento los dedos de una de sus manos estaban estirando su pene y la otra seguía rozando el ano, seguía suspirando apoyada su carita en el cristal, de pronto vio a Jonathan bajarse del auto y entrar presuroso en la mansión, escuchaba sus pasos, de inmediato toca a la puerta, Valentín le abre, se miran fijamente saliendo sonrisas mutuas de complicidad, se abrazan y se besan, Jonathan lo acaricia en el rostro mientras Valentín lo abraza cálidamente insinuando con su mirada hacia donde estaba la cama, sonríen, Jonathan va a poner seguro a la puerta mientras Valentín se va sacano la ropa y completamente desnudo se acuesta de cara al colchón abriéndose el ano insinuándole que con el pene se lo meta por allí, Jonathan se quita la ropa, ambos cuerpos desnudos se unen en el plcer, el frío imperante pasaba a segundo plano pues primba el calor corporal deseosos esos cuerpos de gran sexo, el culo de Valentín era lubricado por crema dada por el dedo del muchacho, los gemidos se daban por parte de Valentín que mordía la sábana, de pronto sintió ese trozo de carne erecta entrando en sus entrañas, más pujaba y más gemía, el pene entraba y salía por ese ano delicioso, al mismo tiempo que besaba el pelo diciéndole lo tan lindo nene que era, luego de varos embistes se apartaron, Jonathan quedó acostado de cara al techo, Valentín se sentaba sobre el pene del muchacho sosteniéndole e introduciéndoselo en el culito, así como estaba sentado luego con sus manos apoyadas en los muslos de Jonathan empezó a cabalgar alzando y bajando su cuerpo de tal forma que el pene entraba y salía por ese ano lubricado, los gemidos fueron más fuertes para ambos, estaban en la gloria, Valentín mordía sus labios, estaba satisfecho con ese pene, a sus espalda sentía los roces de los dedos, los labios besándole, y el golpe de la respiración recorriendo su piel, eso lo excitaba más haciendo que alce y baje más rápido su cuerpo aumentando el roce el pene con el ano en ese mete y saca prolongado, le decía que era un niño precioso, sin igual, maravilloso e inconmensurable, le sacó el pene ladeandole y acostandole en la cama, él se puso encima del cuerpo de Valentín, le dijo que ahora pruebe en su pene el sabro de su culo y de inmediato su pene entraba y salía de la boca del pequeño Valentín, le dijo que era su mujer, que no lo olvide nunca, pese a no haber sido él aquel que le desvirgó el ano sin embargo era su marido, que no lo olvide, así la metida del pene era profunda, Jonathan se delitaba viendo esos ojos cerrados del pequeño, esos labios carnudos rozagantes deslizando la piel venosa y peluda de su pene, de pronto sintió que se eyaculaba, sacó el pene en el mismo instante en que del glande salía semen cayendo impactado en la cara de Valentín, le decía que esa leche era el producto resultado de su amor por él, que lo “empreñaba” por la boca, así con risas se apartaba del pequeño, salió desnudo tomando su ropa yendo presuroso a su cuarto, debía salir hacia una velada donde su padre lo esperaba, all´quedó tendido en la cama Valentín lleno de pensamientos, aún recordaba vagamente el momento en que fue mareado acostanos en su cama, sus ojos entreabiertos vieron al chófer llevándolo a su cuarto, luego al despertar sentía un dolor en el interior de su ano, se asustó de ver sangre saliendo de su potito, luego la llegada de personas, desfalleció, luego al despertar en le hospital había sido enterado de lo sucedido, el chófer lo había violado y alguien seguramente los descubrió matándole de contado, de sólo recordar a Valentín eso le causaba repugnancia, ese hombre lo había marcado de por vida, lo malquería con frases fuertes, ese chófer le había creado esa metamorfosis que ahora la estaba desarrollando únicamente con Jonathan, fue desnudo en dirección al baño a limpiarse, de pronto escucha el encendido del motor del auto en la calle, sale presuroso arrimando su carita en el cristal, lo ve salir, agita sus manitos, Jonathan no se da por enterado la despedida del niño, sus oitos miran el recorrido del auto perderse por la gran avenida, suspira, se confiesa que lo ama, lo desea y lo venera pero él no le responde de la misma manera, hace buen tiempo ya que la novia de su protector Robinson se hizo de compromiso, ella quiso llevárselo a vivir juntos pero el pare de Jonathan solicitó que lo deje a su cuidado, que sería de gran compañía para su hijo como si fuese ese hermano menor que no tenía, la mujer accedió completando Vlentín la decisión pues por lo gustoso que sería vivir no padeciendo de necesidades, así que desde ese día el padre de Jonathan lo colmaba de atenciones aumentando aquello tras la muerte de sus esposa, Valentín había creado mucha empatía con el dueño de casa, se podría decir que era más afectivo con Valentín que con sus hijo, se tenían más confianza y admiración, parecía un verdadero hijo ante su padre.
FIN DEL CENTÉSIMO VIGÉSIMO SEGUNDO EPISODIO
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