METAMORFOSIS 125
Ternura y esperanza.
Las manos de la mujer agitaban fuerte la ropa gruesa, al mismo tiempo no dejaba de observar a su hijo de semanas de nacido que en lapso de tiempo lo mecía en una amplia hamaca amarrada entre dos frondosos árboles, los rayos de sol daban parcialmente en el rostro haciendo rozagante su piel y no podía ser de otra manera tal desenvolvimiento corporal infantil pues aquel niño descendía de genética caucásica, su piel blanca y sus ojos claros lo hacían hermoso, su madre lo idolatraba colmándolo de mimos y al sonido del ro lo iba arrullando de mejor manera, su boquita rozagante a veces de intensos rojizos labios bostezaban cayendo en la tranquilidad, a ratos el recién nacido emitía sonrisas entrecortadas a punto de sueño recurrente, sus manitos hacían puños leves en los dedos de la madre mientras hacía leves constipaciones después de mamar, volvían los bostezos, la madre lo miraba con satisfacción, estaba orgullosa de haberlo tenido, era el fruto de su amor con aquel militar que desconocía el nacimiento de su hijo, le vino la nostalgia, tenía sentimientos encontrados entre su alegría y a la vez la angustia de no saber de la vida de aquel hombre que marcó su existencia dejándole ese hermoso recuerdo tras tantas apasionados encuentros de amor, la mujer escuchó unos pasos, en su hombro sintió la mano que la acariciaba, recibió un beso en la mejilla que lo aceptó de la mejor forma, sus mejillas se unieron, escuchó de su compañero sentimental decir lo precioso que era ese niño, los dos miraban con mucha atención los movimientos que el niño daba en la amplia hamaca, sus manitos rozaban su nariz haciendo unos movimientos muy enternecedores, más, si emitía sonrisas entrecortadas con sus ojos ya cerrados, la pareja esperó a que el niño se duerma para dialogar a tono bajo, como siempre el motivo del diálogo era la economía y el futuro que tendrían bajo la responsabilidad de cuidar a ese precioso niño, la mujer vio la seriedad del hombre y su ira expresada en la mano sosteniendo con firmeza un arrugado diario enrollado, ella tuvo un sobresalto en el momento en que extiende el diario, su emisión era ya de mucho tiempo atrás, días pasados, la mujer estupefacta vio la foto del militar, tembló viendo que estaba vestido de gala junto a él una preciosa mujer muy apreciada y considerada en la alta alcurnia capitalina, el hombre fijamente miraba las expresiones faciales y los movimientos de la mujer, le vino la tristeza a la mujer, parecía no creerlo, hacía movimientos negativos con la cabeza, estaa muy sorprendida con lo que leía, lentamente se fue sentando sobre un humilde taburete, se había casado, por la iglesia, le pertenecía a otra, no pudo contener la expresión de sorpresa y sus ojos se cristalizaron con intención de llorar, el hombre la abrazó y con fuerza la apretó en su pecho, allí desfogó su desamor femenino, sintió que lo había perdido, si alguna leve esperanza tendría, ahora la realidad le decía que no, quiso engañarse en instintivamente rechazarlo, de ya no amarlo, pero se mentía, pese a todo, lo seguía amando, el hombre la sentó con calidez trayéndole un vaso con agua, la mujer fue al lugar donde estaba su hijo meciéndolo con una expresión de tristeza, en sus adentros se decía que su hijo había perdido a su padre, el hombre la abrazó por detrás, en el suelo quedó tirado el diario, la luz del sol aclaraba de mejor forma las gruesas letras impresas que anunciaban la unión religiosa de la pareja, rato después ya entrada la noche unos zapatos se detuvieron junto al diario que estaba en el suelo, unas manos lo levantaron y la mujer se lo llevó a su pecho sin dejar de llorar, entró a la casa y a la luz de la habitación leía con detenimiento la noticia social de dos páginas a ocho columnas, las fotografías adornaban la emotiva noticia de enhorabuena, la mujer se fijó con calma en el rostro conocido, de aquel prestante hombre que semanas atrás por coincidencia la hizo caer tras tropezar fortuitamente, aquel visitante, aquel hombre que tenía deferencias con ella, Carlos Felipe del Olmo, era uno de los grandes invitados, estaba junto a la madre del novio, era su actual esposo, tuvo sorpresa, aquel prestante hombre era muy amigo del senador Luis Daniel Pérez quien había sido padrino de la boda, la madrina, la mejor amiga de la novia, la mujer con detenimiento iba apreciando cada detalle fotográfico, las lágrimas vertían al ver el rostro feliz de aquel militar, pasó el dedo por la foto impresa del diario donde se notaba el rostro de aquel militar, la mujer no lo pudo negar, le vino los celos al verlo a través de las fotos aquel vals de Gustavo Adolfo con su reciente esposa y las mejillas juntas al momento de partir del pastel, sus pensamientos fueron interrumpidos por el llanto del niño, era nuevamente la hora del seno, el hombre se lo traía en sus brazos golpeándole la espalda con palmaditas de posibles gases, se sentó en la humilde silla, ambos se miraban, él la apreciaba, ella le correspondía con las atenciones de ama de casa, él vio lactarse al pequeño de los senos, la escena era muy tierna, comprendió que los debía dejar solos, pero ella impidió su salida pidiéndole que estuviera a su lado, le dijo que estuviera siempre a su lado, el hombre gustoso quedó junto a ella, le pasó sus manos por el escaso pelito rubio del niño, ella miró con mucha satisfacción aquella actitud del hombre, se entrelazaron las manos; a unos cuantos kilómetros de ahí en un cuarto con luz tenue Sara Guillermina lloraba viendo las fotografías del tabloide acerca de la boda de Gustavo Adolfo, su amor platónico, lo amaba tanto que se resistía a creer la existencia de aquellas fotos, aquellos momentos de la boda que la había presenciado de un prudente lugar alejado, lo amaba con todas sus fuerzas, desde mucho tiempo atrás, se recostó en la cama entre sus almohadas, recordaba la cara de Gustavo Adolfo pidiéndole que sea una de las damas de boda, vio que salía en una foto de la boda, estaba detrás de la pareja, se la veía hermosa, de pronto sintió el roce de unas manos suaves sobre su pelo, eran los de su madre, había visto desde hace rato a su hija viendo detenidamente el diario, con calidez la madre le decía que se lo tome con calma, que se resigne al hecho de que Gustavito está socialmente distante de su condición, la muchacha se concentró en su nostalgia y en su angustia de haberlo perdido, las dos mujeres se abrazaron , su madre en los adentros de su alma entendía el desamor de su hija, ironía, lo mismo sintió cuando se entregó al amor de su vida, Guillermo Izaguirre, aquel hombre que aún amaba pese a todo lo vivido, cómo no olvidarlo si aquel hombre le había desvirgado y también le dejó un precioso recuerdo del amor vivido, Sara Guillermina, ella no sabía que realmente Guillermo Izaguirre era su padre, las dos mujeres seguían abrazándose, el hermano menor de Sara llegó uniéndose en el abrazo, la luz mostraba las sombras de aquellas tres personas pensando en su futuro inmediato, el dialogo continuó con expectativas de los nuevos trabajos y medios de obtener superior beneficio a lo presente.
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Las piernas desnudas de aquella niña puestas junto a la pared rozaban hacia arriba y hacia abajo el papel puesto forrando el biombo que recientemente el amante de su madre lo había puesto, ella miraba sus pies deslizarse, sus dedos bien formados, a su lado su hermanito le seguía la acción con sus piecitos, sólo tenía puesta una trusa remendada, estaba presto y atento para ir al baño, ambos niños esperaban que su madre y el amante salgan de la ducha del traspatio, la niña salió con la idea de saber si la pareja ya había terminado de ducharse, vio que todavía la gran tolda estaba cubriendo la ducha, hizo un regreso sobre el giro de sus talones, vio a su alrededor tras escuchar un silbido familiar que venía de la ventana del cuarto donde vivía el cuarentón quien sacó de su rostro aquella atenta expresión facial en forma jocosa, la niña lo saludó con una sonrisa agitando su manito, las manos del cuarentón se agitaron en señal de llamarla, la niña caminaba alegremente, de ello dio vista su hermanito que estaba arrimado al marco de la puerta metiéndose sus dos manos dentro de la trusa estirándose el penecito, lentamente su espaldita se deslizó sobre el marco de la puerta hasta que su traserito se posó sobre el suelo aun teniendo metidas las manos dentro de la trusa, abrió sus piernitas arqueándolas un poquito para seguir manoseándose el pene de mejor forma, el cuarentón vio esos movimientos, la niña conversaba con el cuarentón a través de la ventana, el hombre le insinuó que ingrese a su vivienda pero ella le decía que no pues ya pronto entraría al baño y dentro de la ducha estaba su madre con aquel hombre, el cuarentón asintió en señal de aprobación, en eso que sale la madre de la niña con el amante, sus cuerpos cubiertos por toallas, caminaban rápido, entraron cabizbajos al cuarto, no dieron cuenta del vecino ni de la nena, la niña ingresó con su hermanito al baño, desde la ventana el cuarentón los vio entrar, la tolda se desliza a medias, se podía observar al niño inclinarse sacándose la trusa, ya estaba desnudo saltando mientras recibía el chorro de agua salido del balde sujeto por la niña que estaba puesta sólo con su calzoncito, los brincos del niño hacían que su penecito se moviese, su pelito lacio mojado hacia figuras peculiares, se podía apreciar el deslizamiento del agua a través de aquellas pieles infantiles, el cuarentón se daba modos de observarlos, se estiraba el pene salido de su calzoncillo largo de época, sentado desde la ventana a prudente distancia contemplaba la escena del baño infantil, la vida en el lugar apartado de la capital era tranquila, el cuarentón miró con detenimiento aquellos movimientos infantiles, las risa entre hermanitos no se hacía esperar, ambos brincaban alrededor, la tolda se corre totalmente, la mano de su madre hizo eso, les informa que saldría con su amante, que esperasen a su retorno en contadas horas, los niños cuyos rostros denotaban el escurrimiento del agua asentían ante la orden de su madre pasándose las manitos por la cara escurriendo el agua para poder mirarle de mejor manera, la madre los enjabonó y lavó con agua sus cuerpitos, los encaminó dentro del cuarto, el amante ya bien arreglado entró y les acarició el pelo, la niña lo miraba con cierto interés como de pura necesidad en ir a la calle con los adultos, aquel hombre vio con detenimiento a la preciosa niña acariciándole el pelo sin dejarle de mirar a los ojos con cierta seguridad y autoridad, la mujer se quedó dentro del cuarto a terminar de vestir al niño, el adulto y la niña salieron ya vestidos, de improviso fue agarrada del brazo y conducida a un rincón apartado en donde no podría ser vistos, la niña vio ese pene vestido hecho bulto, la cremallera que se desliza saliendo del calzoncillo una prominente erección de en donde ya se podría apreciar en la punta del glande el líquido pre seminal, la niña vio acercarse las manos de aquel hombre, aquellas manos que alzaban su faldita y agarraban su calzoncito quedando a la altura de sus rodillas bien formaditas en curvatura, los manoseos del hombre en los muslos infantiles fueron cortos, se deleitaba con el tacto cerrando sus ojos, de pronto, toma su pene, sabía que había poco tiempo para hacerle el amor, así que lo resbala sobe los labios vaginales en frote constante, le dijo que para ella también había leche, así que el hombre rápidamente se inclinó un poco arqueándole el cuerpo a la niña que sintió el penetrar de aquel glande adulto en su vagina infantil, le hizo movimiento de cadera seguidos en su penetración, la apartó y en ese movimiento de agitación de manos en el tronco del pene ve la niña que del glande del hombre salía semen pegándose en la pared, la cara del hombre estaba llena de satisfacción con algo de respiración acelerada, sonríe al verla, de un brusco movimiento se arregló la ropa igual lo hizo la niña que seguía mirando el cuerpo de su padrastro mientras se subía el calzón, ya lo habían hecho en ese lugar en días anteriores, no tardó mucho en salir la madre con su niñito puesto una remerita remendada algo ajada y un short con orificio pequeño en la entrepierna viéndose la tela de la trusa por detrás de la tela del short, el niño había crecido y su short estaba ajustado a la piel, se podía notar los filos de la trusa, la tela ajustada describía las líneas de glúteos y penecito, al poco rato los niños se despidieron esperando pronto ver a su madre cargada de alimentos, rato después un grupo de amiguitas jugaba con la niña en la puerta de entrada al cuarto de arriendo, su hermanito descalzo fue al traspatio a jugar con el balón que el cuarentón le había obsequiado, desde la ventana aquel dueño de la abacería miraba atentamente los movimientos del niño, le excitaba los movimientos de piernas y ese ajustado short, la pelota pegó debajo de la ventana que da a la casa del cuarentón, el niño se acuclilla a sujetar el balón y se encuentra con la mirada sonriente del cuarentón, el niño devuelve el saludo con una sonrisa, ve que en la mano del cuarentón había un balero que le gustaba mucho al pequeño, el niño dejó el balón e ingresó por el balero que le era obsequiado, al poco rato era llevado de la mano al cuarto del cuarentón, así parado se dejó deslizar el short y la trusa, fue lentamente acostado boca abajo sobre la cama con su cadera en el extremo, sus pies polvosos quedaron alzados en la cama, de pronto el niño sintió algo duro tratando de entrar por su anito, le dolía, sentía molestia, apretaba los labios y pujaba, el cuarentón tenía sometido a ese cuerpito infantil, el glande se deslizaba ahora entre la separación de los glúteos, de pronto el niño sintió un líquido que se deslizaba por sus glúteos y en parte de sus muslos, sintió ligereza en su cuerpo tras sentir el alejarse del cuerpo de aquel cuarentón, el niño se levantó como pudo, dio un par de pasos viéndose el líquido seminal recorriendo sus piernitas llegando a los talones, el cuarentón contempló por un instante a aquel niño con su penecito algo erecto, las manos del cuarentón tomaba papel para limpiarle al niño, el cuarentón estaba complacido por aquel hecho, aquel hermanito de la niñita era quien ayudaba en la abacería al cuarentón, sonriente y complacido el niño salió con su balero a sentarse en el marco de la puerta que da al patio, a su lado el balón, el cuarentón desde la ventana miraba al niño sentado que se ladeaba acomodándose la ajustada trusa dentro del short, el adulto sonreía, aquel niño había sido siempre suyo sexualmente de manera seguida.
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En aquel paraje llenó de aire fresco contrastado con un sol en todo su apogeo de luz daba cabida a una mujer que a pasos lentos deambulaba por el lugar, en sus manos llevaba las sandalias, caminaba descalza con un traje jean ajustado a sus medidas que la hacían ver señorial, se sentó sobre una gran roca saliente al arroyo que pasaba por la propiedad de sus padres, se recostó de cara al sol como lo hacía desde niña que le servía como escondite puesto que el lugar era apartado, de súbito sintió el impacto de una piedra sobre sus piernas, se levantó con preocupación, miró a todos lados, inquieta se puso las sandalias para el efecto de caminar por el campo, de entre la espesura del monte sale un hombre con amplia sonrisa jugueteando con una piedra en sus manos, la mujer se tranquilizó y sentó sobre la roca, el hombre se sentó junto a ella, no pasó el tiempo de charlar que las manos del hombre se deslizaban sobre los hombros femeninos, pasando por las costillas, coxis, haciéndole allí uno roces con la yema de los dedos, la mujer se dejaba, aunque denotaba algo de inquietud, el hombre besaba aquellos labios, la mujer se dejaba colmar de aquellas caricias, es que ese hombre la hacía sentir verdaderamente como hembra, lentamente se fue acostando sobre la gran roca y el hombre encima la colmaba de manoseos, besos y caricias, lentamente fue deslizándole la ropa, ella ayudaba en su cometido, la risa mutua no se hizo esperar, al poco tiempo ya los dos estaban completamente desnudos, la mujer le hizo unas cosquillas al hombre corriendo por los alrededores, ambos corrieron desnudos cayendo en el arroyo, la acomodó abriéndole de piernas sin dejarse de besar, ella vio ese delicioso pene dentro del agua que se introducía en su vagina, los movimientos de cadera muy acelerados no se dejaron esperar, se amaban alocadamente con pasión desenfrenada, los movimientos eran rápidos alocados, ella pedía más y él la complacía, tenía derecho a más, se pertenecían, aunque aquella entrega era clandestina y seguramente proscrita por la moral familiar, si, en verdad, entre primos se estaban haciendo el amor, aquel amor que lo habían descubierto siendo muy niños, quisieron estar juntos por siempre pero los estereotipos, y el complejo social familiar ocasionó inhibiciones en la pareja que ahora desenfrenadamente se hacían el amor clandestinamente, el pene se introducía en la vagina, ella abierta su boca pregonaba su amor a su amante, con los ojos cerrado sentía transportarse al éxtasis a causa de ser penetrada el hombre también con los ojos cerrados pregonaba su amor, y la dicha de tenerla así, así, siendo suya, deleitándose de ese manjar vaginal, sus pechos y labios unidos mordiéndoselos, lengua introducida rozando paladar, dedos rozando separación de glúteos, manoseos en los pezones ya un poco más voluminosos, gemidos, pujes y todo al constante del placer de la delicia estar así, unidos pregonándose el deseo y satisfacción, él soltero, ella recientemente casada hace pocas semanas, esposa del militar de brillante carrera que ahora estaba en el extranjero, su casamiento, conveniencia, al que realmente amaba era a su primo, ahora hacía el amor con él sin escrúpulos al instinto de hembra con el macho dominante, se dejaba llevar, se acostó sobre la orilla mostrando el trasero al roce del nivel de la cristalina agua, el pene de su primo rozaba entre la separación de los glúteos, la mujer abrió la boca más de lo normal, fue por un instante nomás, el glande iba entrando lentamente por aquel ano rozagante femenino desvirgado años atrás, la mujer sentía molestia al principio pero luego caía en un placer indescriptible al sentir el roce de piel a piel dentro de sus entrañas, mordiendo los labios y apretando las manos con puños sobre la arena se dejaba llevar por el impulso de las caderas de su macho dominante, la tenía así, así, así, dándole pene, diciéndole que sólo era de él pese a todo, ella correspondía con afirmativos movimientos de cadera, el hombre la volteó, tomó su pene y se lo introdujo en la vagina, los cuerpos desnudos ante el sol brillante reflejado en las cristalinas aguas que permitían ver el movimiento apasionados de cuerpos desnudos, la turbulencia del agua era poca ante aquellos movimientos sexuales de los amantes, los movimientos de caderas eran rápidos y seguidos, ella que tenía medio cuerpo salido del agua recostado sobre la orilla hizo un movimiento de mejor posición sexual, las piernas sobre las caderas de su amante, fue mejor la cogida así, tanto que el placer fue mayor, se detuvo el hombre, se detuvo para dejarle el semen dentro de la vagina, mientras el traslado de esperma pasaba de glande a cavidad vaginal ambos se besaban, ella sintió de buena gana recibir esa dosis de esperma, aunque ya lo había recibido antes cuidándose en aquel tiempo, ahora no, dentro del agua orinó, el hombre se levantó en presencia de ella viendo su pene del que salía orina, se acostaron abrazados viendo el correr del agua, ella le dijo que su esposo estaría por regresar del extranjero en próximos días, con sonrisa sarcástica manifestó que lo recibiría con una grata sorpresa, esperaba un hijo, el primo con sobresalto salió del agua, la abrazó tiernamente acariciándole el abdomen, la mujer reía, la alzó haciéndola girar, ella reía, los gritos de algarabía del primo eran constantes de ser un hombre dichoso, ella con sonrisa irónica le dijo a su primo con sentencia que esperaba un hijo del teniente Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote, el primo asentía con amplia sonrisa de burla, el camino de retorno a casa fue para ellos lleno de caricias, abrazos y besos apasionados.
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Un muchacho jovial atendía el negocio de su apoderado, en los últimos meses la venta había crecido, tal cual había sucedido por efecto del buen trato a los clientes y en lo humildemente solícito que era Pedro Artemio con su trabajo y el trato sobre todo al sector femenino pues tenía buen porte atractivo, más con ese fino bigote que a su edad se había preocupado mantenerlo a la moda, Guillermo Izaguirre estaba feliz de los dividendos, meses atrás el descuido de tratarse las gripas de temporada habían menguado su estado de salud, ahora padecía de una tos recurrente, la relación entre ambos era la cordial, pronto abrirían una sucursal de negocios, los proveedores llegaban a ofertar los productos, bajo un serio escogimiento del muchacho se optaba por lo mejor, ya en el ambiente de los negocios se hablaba de la gran fama de Pedro Artemio, un joven con visión empresarial y de comercio integral, los meses hicieron que amplíen su radio de negocios siendo así invitado a reuniones, sus puntos de vista eran boyantes y actualizados, fascinaba escucharlo, poco a poco durante ese tiempo fue escalando posición, su mentor lo miraba escalando con satisfacción y primaba siempre un consejo de Guillermo antes de tomar decisiones, un buen día estando en la atención al cliente le llegó una invitación a una reunión consulta, el lugar, la sede de la panacea de comercio de la época en el país de la canela, Guillermo Izaguirre ve el nombre de quien lo invita, el muchacho chico maravilla de los negocios tiene una cita con el destino, el muchacho toma un taxi, mira ansioso las calles, quiere llegar, pero a la vez como todo hombre ante lo desconocido siente temor, se baja del transporte, da unos pasos quedando frente a una amplia y muy elegante entrada, alza su mirada viendo el edificio imponente, se pregunta cómo es posible que todo esto pertenezca a un solo hombre el cual lo había invitado, abre la puerta grande, siente ansiedad y un poco de temor, se aferra con fuerza a su maletín y continua su camino, una secretaria solicita sale a su encuentro, le informa que lo están esperando, sonriente pero con algo de timidez se para frente a otra puerta de dos hojas muy amplia, la secretaria abre la puerta, para su sorpresa Pedro Artemio ve una junta de ocho notables, uno en el centro de la mesa, todos se levantan en señal de bienvenida, el hombre del centro extiende su mano indicándole el lugar donde se siente, Pedro Artemio asiente con obediencia, hace una venía a los presentes en señal de saludo y respeto y se sienta, le dicen que el motivo de su llamado se debe a que es bien visto en su modo de comercio, sus políticas y estrategias de comercio son adecuadas a los tiempos modernos, el muchacho tiene un espacio donde explica todo, el hombre del centro asiente en cada aseveración del muchacho que conforme pasa el tiempo tiene seguridad en su dialecto, la reunión continúa con deliberaciones, le piden cordialmente que salga de la reunión, el muchacho con maletín en mano espera pasivo en el gran salón de espera, ve a los siete miembros salir unos con cara desencajada y otros pasivos de gesto, la secretaria sonriente le pide que ingrese al salón de conferencias, allí lo esperaba el hombre sentado en el centro de la mesa, se miraron fijamente, con algo de recelo Pedro Artemio fue sentándose despacio abrazado a su maletín, el hombre con amplia sonrisa extendió su mano, le da la bienvenida a formar parte de la corporación, la cadena de comercio más grande del país, el muchacho con amplia sonrisa apretó fuerte la mano de aquel adulto diciéndole que ese era su sueño más preciado, ahora lo tenía, prometió no defraudarlo, y así fue, con el tiempo Pedro Artemio adquirió una experiencia que lo puso en la vanguardia del buen comercio, fue meteórico su accionar, su jefe, era el prototipo de admiración, si, Carlos Felipe del Olmo aquel personaje recio, as en el negocio comercial e industrial, significó ejemplo de superación para Pedro Artemio, mientras tanto que Guillermo Izaguirre disfrutaba el triunfo de su apoderado sentía también angustia y preocupación, manteniéndose a la sombra de los éxitos de su apoderado, temía que pronto se descubriese la verdad guardada por tantos años, la verdadera identidad de aquel joven y que se había convertido en cierta forma en un silencio, lejos estaría de pensar Guillermo que una señorita muy inteligente recién graduada formaría parte del equipo de trabajo de su apoderado, aquella jovencita que había cambiado el estar enamorada de un amor imposible, avocándose ahora por el trabajo y la superación profesional, ese sería su desfogue a su amor irrealizado durante esos años, se trataba de Sara Guillermina, la nieta de nana Dulce, con Pedro Artemio formaban un gran equipo bajo la tutela y supervisión de su jefe corporativo Carlos Felipe del Olmo, la empresa aumentaba en capital y servicio haciendo potenciar el mercado bursátil subiendo las acciones a records históricos, ambos elementos eran el referente en pocos meses, así la vida de ambos cambio a un bienestar no solo económico sino de referencia social, tanto fue el caso que en las reuniones de negocios eran el centro de atención y referentes de consejos ante la toma de decisiones, inclusive, las oportunidades de viajar a exponer criterios y experiencias estaban cerca, los viajes juntos que hacían confirmaban la empatía, la gracia de anécdotas vividas hacían que su relación laboral sea firme, Carlos Felipe complacido con su staff, sentía orgullo por el accionar de aquel joven a que en los bajos de voz le consideraban como chico maravilla, el futuro era prometedor para ambos.
FIN DEL CENTÉSIMO VIGÉSIMO QUINTO EPISODIO
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