METAMORFOSIS 126
Jugando en el jardín.
Las boconadas de humo eran constantes en el ambiente, la mecedora de principios de siglo activaba un chirriar sobre el piso entablado, era Luis, con su peso hacía ese sonido recurrente al movimiento, en los bajos de la gran casa se escuchaba el ruido de los niños Josefina y Noelia junto con Andrés Teodomiro habían salido al pueblo, Luis había llegado a visitarlas pero se les habían adelantado a la fábrica que tenían en sociedad, Luis Izaguirre se resignó a fumar un habano extraído de fina caja, se mecía meditando, cerraba los ojos, recordaba lo que había visto tiempo atrás, aquel idilio de Lucrecia y Emilio, aquella fornicación, aquellos besos prodigados, aquel pene y aquella vagina lubricándose al momento de penetrar y sentir dentro de sus entrañas aquella porción sexual de carne, Luis de solo pensarlo apretó los dientes fijándose los labios, hasta suavemente morderlos, los ruidos ocasionados por los juegos de los niños habían hecho volatizar sus pensamientos en aquella pareja de infieles, se fijó por la ventana en los movimientos del correteo de aquellos niños, entre ellos sobresalía la presencia del pequeño Emilio José hijo de Josefina y Emilio al que le decían el hombre negro por su vestimenta de aquella estampa, aquel hijo del hombre infiel al que le había visto hacer sexo con Lucrecia, al rato vio asomado a la ventana la llegada de Emilio montado a caballo, el niño salió a su encuentro con los brazos abiertos, el padre lo alzó abrazándolo colmándolo de mimos, como flashback le vio a la mente de Luis aquellos mimos que recibía de aquel peón siendo niño, cuando a escondidas de su madre este peón lo llevaba a pasear, Luis volvió a la realidad con sentimiento de nostalgia, ahí estaba el pequeño Emilio José junto a su padre Emilio el hombre de negro y otros niños dirigiéndose a la caballeriza, al poco rato salió con otra silla de montar acomodándola a su caballo, Emilio se subió, su hijo quiso ir con él pero con gestos negativos logró que se apartase el niño, se limitó a despedirse de su padre que se alejaba agitando sus manitos, continuó jugando con otros niños dentro de la estancia, Luis se fijó de aquellos movimientos del niño en cuclillas jugando con sus autitos y soldaditos de hojalata, ya pronto se acercaba la hora del almuerzo, uno de los criados preguntó a Luis si deseaba servicio y él asintiendo respondió sentado en el amplio sofá, ya pronto se servían los cubiertos, Luis fue a lavarse las manos, de pronto junto a él estaba el pequeño Emilio José, los dos sonrieron, Luis fue de la iniciativa de ponerse detrás del niño para pasarle suavemente el jabón por las manitos, logró colocar su cara sobre el pelito lacio de Emilio José, olía a típico niño sudoroso luego de intensos juegos infantiles, los dedos de Luis recorrían suavemente los bracitos de Emilio, en ese instante una de las criadas se acerca con la intención de lavar al niño pero se retira sonriente al ver que Luis ya lo estaba haciendo, apegó la puerta con seguro, continuó con los manoseos, el niño sintió las caricias de Luis por su rostro, vio a través del amplio espejo cómo Luis se inclinaba y sentía algo duro que le rozaba por detrás, el hombre le dijo al pequeño que no se moviese, que se quede quietito, recordó aquel idilio de su Lucrecia con el padre de Emilio José, su pensamiento estimuló a que sus manos deslicen lentamente la cremallera del niño, lo volteó viendo el pantaloncito corto abierto de cremallera, bajó su interior un poquito liberando el penecito agitándolo con sus dedos hasta algo verlo erecto, se inclinó más y lo chupó con lamidas constantes, el niño estaba sorprendido, era la primera vez que le pasaba esto en ese lugar, tuvo recelo de que alguien podría venir, eso le hizo saber a su tío, pero Luis le preguntó si sentía rico, Emilio le respondía asintiendo, sonrieron ante aquello, Luis le dijo que era un jueguito, que seguirían si él quería, el niño indiferente ahora miraba a la puerta en forma instintiva, Luis se percató de aquello, parecía que aquel niño algo ya sabía de lo que estaba haciendo, rápidamente le acomodó la ropa saliendo del baño, se sentaron en la mesa, hubo silencio y miradas entre ambos con sonrisas complacientes, en ese instante un muchacho se acerca a la cocina, Luis observa que las viandas eran el almuerzo que llevaba a Josefina, Emilio y Noelia, no regresarían sino hasta acercarse el ocaso, entendió de la ausencia de su prima Josefina, el esposo de ella, Emilio y su tía Noelia durante todo ese tiempo, hizo una mueca de sonrisa sarcástica viendo fijamente al niño, por debajo del mantel deslizó su mano llegando a la entrepierna dándole placer, lo hacía sin dejar de mirar al precioso niño blanco, al terminar de almorzar condujo al niño al baño a asearlo, con manos jabonosas le limpió las manitos y carita besándole el pelo y las mejillas con mimos constantes, de nuevo le bajó la cremallera liberando el deslizamiento del penecito, de nuevo lo lamió, le gustaba ese olor característico de niño, Emilio José gustaba de aquello, sorpresa era que el primo de su madre se lo estaba haciendo, el tierno niño de seis años sentía sensaciones agradables al movimiento de la lengua de Luis que con mucha entrega gustaba de aquello, fue rápido todo aquello que ya los dos salían del baño, mientras caminaban Luis le dijo al pequeño Emilio José que luego de un rato suba a la terraza para mostrarle algo, la inocencia del niño le hizo responder sonriente con asentimiento, Luis recalcó que guarde silencio de aquello vivido en el baño, el pequeño Emilio José mirándole a los ojos volvió a asentir, no pasaron muchos minutos que Luis ya estaba asomado en el pasamano que daba a la terraza de aquella casa construida en la década de los treinta, desde aquel lugar miraba jugar al pequeño Emilio José con sus amiguitos hijos de peones y campesinos, el niño vio los gestos de Luis insinuándole que ya suba, el niño sonrió corriendo desde el gran amplio césped entrando por la puerta principal de la gran casona de la estancia subiendo las escaleras haciendo chirriar las escaleras de madera, sus manitos se iban agarrando y a la vez deslizándose por el pasamano de hierro, Luis escuchaba los pasos del niño acercase, al llegar lo recibió con amplio abrazo, lo marcó, no era dificultad para Luis siendo tan pequeño el pequeño Emilio José, las piernas del niño rodearon las caderas de Luis agarrándose de sus hombros poniendo su carita sobre el pecho de Luis que empezó a caminar lentamente por aquel pasillo a la vez que le daba de besos en su pelo y mejillas, las manitos del niño seguían aferradas a los hombros de Luis y sus piecitos ajustados a la cadera de Luis que abrió la puerta que daba a la habitación del niño y de su hermano, el niño giró a medias su cuello viendo el cuarto y la cama donde sería acostado lentamente, pero no se soltaba de la humanidad de Luis, al contrario su cuerpito estaba aferrado al cuerpo de Luis así que ambos cayeron en la cama, ahí pudo Luis soltarse, dejando acostado al precioso Emilio José que vio el gesto de Luis en manosearse el pene vestido, el niño sonreía dando vueltas sobre la cama producto de las cosquillas que le hacía Luis, luego lo detuvo para preguntarle si deseaba seguir jugando como en el baño, el niño con mucha confianza infantil asentía así que vio las manos de Luis que deslizaban la cremallera de su pantaloncito corto esta vez fue deslizado por sus piernas hasta salir igual que su trusa puestos a un extremo de la cama en el piso, el niño manoseaba su pene, vio que las manos de Luis hacían apartar sus manitos de su penecito lampiño para proceder la lengua de Luis a lamer y chupar ese penecito de piel suave, ahora lo ensalivaba, ahora lo chupaba repetidamente, sintió el gemir prematuro sexual, la punta de la lengua de Luis se deslizaba por los testículos pequeñitos del niño, luego lo hizo voltear, la carita del niño posaba sobre la suave sábana, sus manitos y bracitos estirados, sentía ahora la lengua por sus glúteos, Luis se maravillaba viendo ese cuerpito de tierno niño a su disposición, aquellas bien formaditas y gruesitas piernitas, aquellas voluminosas pompis, esa espaldita bien desarrolladita con un corte de pelo a la época ahora alborotado tras largas caricias recibidas, por unos segundos lo contemplaba, el niño estoicamente seguía acostado, Luis no lo pensó y se bajó el pantalón y el calzoncillo puesto agarrándose el tibio y bien erecto pene poniéndolo a deslizar por los glúteos del tierno Emilio José, el niño quiso por reacción voltearse a ver pero el pecho de Luis y luego sus órdenes con su mano apoyada en su espaldita no le permitieron, Luis se complacía aún más desarrolado su anhelo, deseo y pensamiento de fantasía sexual ahora cristalizado en realidad viendo su pene que se deslizaba sobre la separación de los glúteos del niño, su cara llegó a las mejillas del niño acariciándolo mientras seguían con su movimiento de pene, le preguntó al oído si le gusta, el niño se limitaba a mirar y a sentir, no estaba para respuesta, estaba experimentando eso que para él era nuevo en esa cama, su primera vez seguramente ene se cuarto con él, aunque en el baño Luis notó de Emilio José que algo de esto ya sabía, el niño pujaba, Luis se apartó, de inmediato se arrodilló en el piso poniendo su cara a la altura de la cama, el niño se volteó ahora si viendo el pene erecto de su tío Luis como le decía al primo de su mamá Josefina, ese pene peludo estaba siendo agitado repetidamente hasta ponerlo bien erecto, las manos de Luis hicieron que se ponga al niño boca abajo y se dedicase a estar quieto, estoicamente obedecía las ordenes de su tío, pensaba en aquel pene que había visto, le vino algo de seriedad pensando en aquel pene que ahora lo sentía pasar por su espalda y hacía furor entre su glúteos, el pequeño descubría una sensación que antes le era extraña, estaba experimentando significativamente la deseada penetración de ese glande de a poco en poco, Luis mordía sus labios con placer, estaba con sus dos rodillas apoyadas en la cama pasándole el pene por el trasero, luego se apartó pero para deslizarlo al niño sobre la cama llevándolo al extremo, allí le hizo recostar besándole la espalda y el trasero tan repetidamente que el niño se relajaba, pero duró poco pues el glande empezaba de nuevo con saliva a introducirse lentamente en el ano, Emilio José gimió fuerte, el glande trataba de perforar ese anito virgen, el niño apretaba sus labios, Luis reaccionó en soltarlo, se apartó, hizo pausa, la manito del niño trataba de deslizarse por su traserito, Luis le dijo que se estuviera quieto que el jueguito ya pronto iba a terminar, el niño le decía a su tío que le dolía, Luis le dijo que esta vez no le iba a doler, le pasó suavemente la lengua por la piel de su traserito luego el ensalivado pene se deslizaba entre la salida de los glúteos por la rajita del culo, hasta que del glande Luis salió semen sobre la espalda del niño, la cara de Luis se dirigió al pelo lacio del niño precioso, allí sus mejillas y nariz se deslizaban dándole repetidos besos en su cuello, le pidió al niño que no se mueva, los dedos pasaban por la piel humedecida de semen hasta quitárselo en parte luego con resto de papel logró la limpieza definitiva, el niño quedó sentado sobre la cama viéndose su pene sobre la suave sábana ahora arrugada de tanto movimiento sexual y efecto de agarre de las manitos del tierno Emilio José cuando sentía el roce del glande en el ano infantil, el niño se sentó en el extremo de la cama, sus piecitos apenas alcanzaban el roce del piso, lo puso en pie, alzó su piernita y luego la otra para ponerle la trusa luego lo mismo con su pantaloncito corto, se acostaron en la cama ambos de perfil, Luis abrazándolo por detrás haciéndole mimos y caricias en el rostro infantil, al rato que Luis le dice que guarde el secreto de su jueguito, le preguntó que le gustaría que le traiga de regalo, el niño muy contento indicó con sus deditos aquellos soldaditos de hojalata, quería más de aquellos, le trajo una muestra, rió Luis asintiendo, le dijo al pequeño Emilio que pronto los tendría a cambio de su silencio y que seguirían con el jueguito, el niño asentía gustoso saliendo luego de la habitación brincando de gusto, Luis salió a la terraza a ver jugar al pequeño Emilio con sus amiguitos, sonriente con sarcasmo había consumado otra vez su anhelo de fantasía sexual, a la vez se vengaba irónicamente del padre del niño que era amante de Lucrecia la mujer del campesino verdadero padre de Luis.
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La niña estaba sentada en la silla que daba a un jardín de variadas flores, tenía un vestidito rosa con su pelito lacio agarrado por una diadema de tela, de lejos ve que su tío Nicolás se acerca, el encuentro fue de cordialidad, las manos de su tío recorrían cariñosamente las mejillas de esa preciosa niña, al rato su abuelo se une a los halagos, entablaron padre e hijo una conversación larga en temas que la niña no entendía, grande fue su aburrimiento de escucharlos que se retiró dándoles besos en la mejillas a su familiares, caminó por unos momentos por el amplio jardín, se arrimó al cerco de hierro que separaba de los vecinos, vio un camión que descargaba enseres y línea blanca de electrodomésticos, los obreros de la mudanza entraban las pertenencias, de la puerta vio salir a un niño de cuatro años y otro de dos que iba de la mano del niño mayor aprisa, la niña quedó atenta viendo a los dos niños que jugaban sobre el jardín de la casa que habían arrendado, alzó su mirada al piso superior donde la señora y el señor se asomaban por las ventanas indicando a lo lejos con su manos estiradas, se dieron un apasionado beso manoseándose y luego entraron, no vieron a la niña, pero a ellos sí, al rato que los niños estaban jugando, el de dos años trataba con dificultad de hacer micción en un apartado lugar del jardín con plantas tupidas lejos de la vista de los adultos, pero el pantaloncito corto de marinerito se lo impedía, el niño mayor acudió a su ayuda bajándole la cremallera y del interior liberaba el penecito que empezó a lanzar orina, la niña muy atenta entre las tupidas plantas del jardín miraba a esos niños, el mayor al ver al pequeño orinar le siguió en su cometido, se deslizó la cremallera bajándose el pantalón corto a las rodillas igual su trusa liberando un erecto penecito lampiño que lanzaba orina, ambos niños se miraban manoseándose los penecitos desproporcionados por la edad, tuvieron la pausada acción de manosearse viéndolos agitarse, al terminar, el más grande lo agarra de la cintura llevándoselo al pequeño a su cintura frotándose los penes, le tomó las manos al pequeño para que lo agarrase de las caderas, las manos del niño grande llegaron a los glúteos del pequeño haciéndolo a pegarse más a sus penes rozándolos, en un movimiento algo torpe de lo que se estaban haciendo cayeron al suelo, la niña vio alzando los glúteos del niño grande en posición sexual activa mientras el otro niño se dejaba a causa de su inocencia, luego se levantaron subiéndose la ropa y siguieron jugando, luego la voz de la señora los llamaba: Reinaldo y Dionisio, esos eran sus nombres se dijo para así la niña en deseo d recordarles, caminó alejándose prudente del lugar, instintivamente se llevó sus manitos a la vaginita vestida, el roce de sus dedos los hacía parecer como si fuera aquel penecito del niño grande, siguió pensativa en su caminar, por un instante se detuvo cerrando los ojos, a su mente le vino la imagen de su amiguito, aquel con el que hacía travesuras, caminó decidida a donde se encontraba, al verlo sonrió ampliamente abrazándolo por detrás, el muchacho consideró como un juego más allá de lo esperado, le dio un corto abrazo, ella lo tenía agarrado de los hombros haciéndolo inclinar, vieron a todos los lados, ella estaba insinuante, el muchacho entedió aquel deseo infantil de estar a solas, la toma de la mano y fueron al cuartucho apartado de sus encuentros, el muchacho vio lo emotiva de lo que estaba la niña hija de los patrones, lentamente la fue acostando sobre aquella mesa quedando algo doblado su cuerpito, la subió hasta quedar acostada plenamente sobre a mesa, luego le deslizó un poquito haciendo que abra las piernas, al verse ella así fue que voluntariamente se deslizó el calzoncito abriéndose aún más de piernas mientras miraba al muchacho deslizarse su pantalón sacando ese pene que la emocionaba, el glande salido a medias del prepucio comenzó a rozar aquella vaginita de piel blanca contrastada con la piel trigueña de aquel muchacho, ella emocionada recordaba a aquellos niños, no podía olvidar ese penecito de Reinaldo, mordió los labios, se aferró a los brazos del muchacho viendo ese glande rozar sus labios vaginales, le salió un líquido a ella como de orina, al rato ese muchacho que tenía los ojos cerrados con mucha complacencia en el pacer comenzó a expulsar ese líquido blanco en la barriga de la niña, como pudieron se limpiaron y se vistieron saliendo cautelosamente de aquel apartado lugar de la gran casa capitalina, pasaron unas horas, al atardecer la niña acompaño a su madre a visitar a los nuevos vecinos, como tradición, se saludaron dándole un obsequio de bienvenida, típico de aquellas clases altas de mediados de siglo XX, la niña vio más de cerca a Reinaldo y no dejaba de mirarle la entrepierna, ella sentía un no sé qué de atracción hacia ese pene de Reinaldo, entablaron una plática acorde a su edad con juegos en el jardín, el muchacho desde lejos con machete en mano muy sudoroso sacaba monte, los separaba el cerco de hierro, allí vio a la niña gustosa jugando con Reinaldo, el muchacho frunció la cara en señal de molestia, toda esa tarde para la niña sería de juegos con su nuevo amiguito que no se parecía físicamente a Dionisio el niño más pequeño.
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Aquel niño ya emitía sonidos fuertes que eran colmados de cariño por parte de su madre, ella lo sacaba al parque a primeras horas de la mañana para que el sol mañanero lo revitalice, sus manitos las alzaba al estar sentadito, con amplia boquita llena de gozo, en verdad que era precioso el morito como le decía al no estar aún bautizado, ya iba para sus tres primeros meses de vida y su piel rozagante y su pelito rubio brillaban ante el sol que cada vez se hacía más fuerte aquella mañana que sería seguramente calurosa, extendió la manta debajo de un árbol frondoso, se recostó sobre el amplio tronco llevándoselo a su hijito a su pecho para darle el seno, poniéndole un trapito sobre su carita y su seno, de pronto la mujer ve detenerse un lujoso auto muy cerca donde estaba ella a la calle de aquel amplio parque, del auto se baja un hombre bien elegante, era Carlos Felipe del Olmo que se acuclilla extendiéndole la mano para saludarla bajo la atenta mirada del chófer sentado en el auto, el prestante hombre recibe el estrechón ligero de manos por parte de la mujer que para ese instante se dibujaba seriedad en su cara, el diálogo fue corto, hubieron preguntas y cortas respuestas, el hombre estiró los brazos pidiéndole a la mujer que le permitiera cargar al niño, ella con recelo lo hizo estirando con cuidado sus brazos poniendo al niño en brazos de aquel prestante hombre que había sido bueno con ella, Carlos Felipe del Olmo sintió alegría al ver aquel precioso angelito, su inocencia y su ternura innata lo cautivaron paternalmente, no era para menos, Carlos Felipe del Olmo ignoraba igual que aquella mujer que estaba cargando a su nieto, lo tuvo por mucho tiempo cargado haciéndole mimos y cantándole viejas canciones de ro, el niñito agitaba sus manitos y piernitas con su boquita sonriente, instintivamente se sentía cómodo en aquellos brazos, eso enterneció más a Carlos Felipe, y cuando se lo devolvió a su madre el niño empezó a chillar, Carlos lo pidió de nuevo y en asombro para ambos el niño se complacía sintiendo instintivamente el pecho de Carlos Felipe, la mujer sorprendida esperó a que el señor prestante le cantase hasta quedarse dormido, para ello Carlos ya estaba sentado arrimado al árbol cantándole al precioso niño, no se había perdido detalle el chófer desde el auto, Carlos se limpió su ropa no despidiéndose de la mujer no sin antes darle un beso en la frente del niño, dentro del auto Carlos iba pensativo, sentía un a sensación que desde hace muchos años atrás no la había sentido, estiró un papel en donde había anotado la dirección de aquella mujer, muy pronto haría una visita que sería de mucha significación.
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La mujer tendida en un amplio sofá comía chocolates revisando una revista de época, sus pies los deslizaba por sus piernas como ladina felina, de pronto vio que una pepa de durazno caía sobre la revista, instintivamente alzó su mirada furiosa viendo en su delante la jocosa presencia de su primo arrimado al marco de la puerta que daba a su habitación, con amplia sonrisa la saluda pasándole la lengua por su mejilla y hombro derecho en forma lasciva, morbosa, candente, tanto así que de la ira se dibujó la sonrisa en el rostro de la mujer, más, cuando le tendió la mano haciéndolo sentar a su lado, el hombre le preguntó si estaban solos en casa, ella asintió con cordialidad, de un impulso el hombre a saberse a solas con ella la besó intimidante, apasionado, fogoso, ella correspondía de igual forma, vinieron los manoseos sobre todo en el vientre, ella y él vieron sus manos en el vientre femenino pasar al unísono, se estaba formando una criaturita en ese vientre de piel blanca, entrelazaron sus manos y siguieron con el movimiento circular, sintieron la tibieza de sus manos, les vino el deseo de poseerse como antes, como siempre, como desde niños, como aquella entrega mutua, como aquella ocasión, sin esperar a más, la marcó dando varios pasos llevándola a la cama, sentían empatía y mucha química, despacio la acostó, le deslizó en parte de la ropa por las piernas y el resto por los brazos estirados, allí quedaba ella, desnuda, con su vagina afeitada, su vientre no muy crecido en la gestación, los dedos del hombre recorrían la piel descubierta de la mujer, ambos primos unieron sus cuerpos y sus aparatos reproductores, sintieron la tibieza de su piel y el golpeteo recurrente de sus respiraciones golpeando la piel de gallina puesta por el deseo, se amaban, a besos, a caricias, delicioso la entrada y salida del pene por esa vagina, se miraron, ella había lanzado su orgasmo y él correspondía dejando el semen dentro de la vagina, el beso fue prolongado, quedaron acostados unidos al desnudo piel a piel, mejilla con mejilla, acostados de perfil, sintiéndose con los ojos cerrados, solo que, al mismo instante, sin que ellos lo notasen, una mano lentamente apegaba la puerta que antes lentamente se había abierto.
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Era el quinto día del mes de junio de 1952, jueves, muy significativo para la vida de Valentín, aquella tarde como siempre lo esperaba llegar a Jonathan, estaba sentado en el amplio sofá de la gran sala, vio el reloj de pared, se dijo que ya pronto vendría, el clima lo había excitado, se estiró sacndose las perezas, ehaló fuertemente levantándose del asiento yendo a la ventana, de nuevo miraba el reloj, fue a la cocina por un vaso con agua, luego subió por las escaleras muy lentamente, se asoma al balcón viendo ese so fuerte de temporada en la gran manzana como se le conoce a esta ciudad cosmopolita en aquella época a mediados del siglo XX, estaba muy animado, esa tarde sería para los dos, en su habitación, Jonathan ya le había insinuado, lo amaba mucho, deseaba pertenecerle como siempre, respiró hondo, aquel muchacho de 12 años entraba a su habitación, lo esperaría al muchacho de 16 años, quedó acostado en su cama puesto tan solo una trusa, Valentín suspiraba a la espera, entreabría los ojos, le vino la pereza de esperar, los recuerdos también le vinieron, lo de aquella masacre, eso lo perturbaba, el no saber del resto de su familia, de sentirse solo en el mundo, no sabía sobre la vida de su benefactor el militar Robinson, estaba muy triste, abrió repentinamente los ojos al escuchar voces, sí, era él, le vino la angustia y a la ve la alegría, pronto subiría como simpre a su habitación y lo recibiría atento a sus deseos, era la hora precisa para hacerlo, ya antes lo habían hecho muchas veces, escucho que se acercaban pasos, se puso junto a la puerta, estaba como él quería en sus encuentros, solo puesta la trusa del color que le gustaba, roja, escuchó tocar la puerta, al abrirla se encontró con una gran sorpresa sobrecogedora, se trataba de don Oliver, el padre de Jonathan, su benefactor de 37 años, tímidamente y sonrojado no le quedó de otra que sonreir al verse vestido así, el patrón lo vio de pies a cabeza, una sonrisa hecho mueca salió de su rostro, luego el saludo, se mostraba sorprendido, le dijo que vaya a la sala pues le tenía una sorpresa, tímidamente le agradeció el mensaje diciéndole que ya pronto se vestía estaba con él, y así fue, ya en la sala Valentín recibía su obsequio por haber sido el mejor de clase, como si don Oliver ubiese sido su verdadro padre le obsequiaba regalos por sus triunfos académicos, los que su verdadero hijo no los obtenía, aquel hombre le tenía mucho afecto al muchacho, se dieron un abarzo y rápidamente abrió el regalo, se trataba de una chompa de cuero deportiva del club de sus amores, desde hace mucho tiempo la deseaba ahora la tenía ya por fin, le abrazó de nuevo agradeciéndole por el gesto, Oliver sacó dinero de su bolsillo dándoselo para que de inmediato fuese a divertirse al parque con sus amigos, Valentin vio resignado el reloj de pared, don Oliver había aprovechado la salida de casa de su hijo para darle el obsequio a Valentín evitando así algo de recelo de su hijo con el muchacho, Valentín miraba el reloj, extraado estaba por la no presencia de Jonathan, de pronto suena el teléfono, Oliver extrañado toma el auricular, del otro lado de la bocina estaba su hijo diciendo que llegaría tarde a casa, el hombre asintió preguntándole la hora en que llegaría, de nuevo asintió, colgó, su mirada fue para el muchacho, sonrió, le tomó del hombro y le dijo que lo acompañase a pasear y que luego comerían por allí pues su hijo legaría tarde en el noche, eran asuntos de estudio con sus compañeros, Valentín asintió y salieron en dirección al auto que se perdía en la arboleda, la pasaron formidable esa tarde, como nunca en la vida, fueron de compras, se divirtiron en los juegos recreativos, comieron en fino restaurant, Oliver estaba muy contento con la presencia de Valentin, lo levaba siempre abrazado cual si fuese padre e hijo, el muchacho se sentía bien, estaba completamente protegido, para un huérfano eso era algo sorprendente, cada vez se solidificaba la amistad y el cariño paternal entre ellos, se les veía reir y disfrutar de su compañía en las calles, la confianza crecía, vinieron los roces de caricias por parte de Oliver a lo que respondía Valentín, para ambos ese día fue especial, Oliver prometió que serían muchos más a futuro, al llegar a casa se dieron un ferte abrazo, Oliver le agardeció al muchacho de 12 años por los momentos vividos, para Valentín era muy grato recibir esos elogios, el abrazo fue muy prolongado, se miraron a los ojos mostrándose el cariño paternal mutuo, se sentaron a ver televisión, se sentaron juntos, la cara de Valentin se apoyaba en e peho de Oliver, la confianza crecía así como el afecto pues Oliver le acariciaba el pelo, comentaban gratamente lo chistosa de la película, se hacían bromas y cosquillas, Oliver volvia a ser padre cariñoso con más amplio afecto que el que tenía con su hijo Jonathan, este muchacho le daba más confianza sin ese rigido protocolo de crianza, era un recogido, un muchacho que por ser pobre se esforzaba en estudiar y ser mejor persona, todo ello valoraba Oliver mostrándole su cariño de padre, ya avanzada la noche tocaba ir al dormitorio, Valentín se dio una ducha, solo tenia puesto ese pijama recién puesto bsequio de Oliver, bajó las escaleras, en la sala aún estaba Oliver viendo televisión, Valentín mostró el pijama puesto a su benefactor, al verle se puso en pie abarazandole en señal de aprobación diciéndole lo bien que le quedaba, en ese instante la puerta gira con el seguro mostrándose la llegada de Jonathan, ve a Valentín, sonríe y halaga su pijama puesto, juntos los tres ven televisión, Jonathan notaba lo alegre de su padre y el protegido, era el momento de dormir, el primero en irse fue Valentín, se mete entre las sábanas, tenía una sonrisa ampia recordando los momentos vividos con el dueño de la casa, también sentía de gusto de verlo a él, al hijo, a Jonathan, al rato escucha venir unos pasos, la puerta se abre entrando un halo de luz exterior proveniente del pasillo, la puerta se apega, valentin siente alguien acercarse, cómodamente acostado entreabre los ojos y ve la figura de alguien que cariñosamente le pasa la mano por frente diciéndole: descansa hijo, escuchar eso lo complació mucho, las caricias paternales recibidas lo recofortaban, lo sentía su padre, una leve sonrisa salió de su rostro, sus ojos palpitaban, el adulto sale de la habitación tras un chirrido de la puerta al cerrase, Valentín suspiraba, rato después que la puerta se abre y se cierra, se escucha el sonido del seguro, unos pasos se acercana al cama, siente un bulto sobre su cuerpo, siente la respiración salida impactándose en la oreja, luego el deslizamiento d elengua con unas frases dulces en su oído aerca de lo bien que le quedaba el pijama, era Jonathan, encima de su cuerpo, le acariciaba los brazos mientars el mentón descansaba en su pelo, sentía aquellas manos que se metían sobre el pijama, le hacía sentir su necesidad de poseerle, lentamente se dejó bajar el pijama y empezaron los besos y lamidas en su trasero, acostado de cara en sus almohadas Valentín estaba quedito, se abrían los glúteos ensalivados en la entrada del ano, el glande del pene entraba lubricado, vinieron las embestidas, Valentín complaciente con aquellos movimientos, la cama sonaba fuerte a medida que crecían los movimientos de cadera, las embestidas eran más fuertes, ambos gemían de placer, al oído le decía que su pene era suyo, suyo, suyo, sólo suyo, dejó el pene bien adentro del culo a la vez que le besaba el cuello apasionadamente, Valentín sintió el semen dentro de su culo, el pene salía lentamente del culo, respiraban hondo, quedó el glande descansando en el glúteo derecho, las ultimas gotas se posaban en la piel de ese glúteo voluminoso, siguió besándole le cuello, lentamente salieron de la cama yendo al baño, dejó la ropa cogada en el perchero, en el inodoro se acuclillaba pujando, Jonathan arrimado al marco se agitaba el pene complacido insinuándole volver a la cama, se pasó el papel por le culo y salió del baño, Jonatnan estaba sentado en la cama a piernas abiertas sosteniéndose el pene erecto, se acullilló tomándole el pene y abriendo su boca se lo introdujo así mamandole y chupándole le pene, se miraban y sonreían, después se acostó lentamente sobre el cuerpo de Jonathan dándose besos sentidos, el cuerpo desnudo de Valentín acostado sobre Jonathan se deslizaba, las manos de Jonathan masajeaban los glúteos al momento de besarse, se escucharon pasos por fuera, de inmediato Jonathan se mete debajo de la cama, esperaron un rato al escuchar los pasos alejarse, Jonathan sale de la cama, sentados quedaron por unos instantes, de súbito Jonathan se acuesta al extemo de la cama, baja el pijama mostrándose el culo, el pene de Valentín roza la separación d elos glúteos haciéndole pujar, lo movia así rápidamente hasta sentir que su pene deseaba micciar, se apartó yendo al baño, Jonatahna aún de cara sobre las almohadas sonreía, lentamente se subió el pijama, se escuchaba el ruido de laorina sobre el inodoro, Jonathan rápidamente se puso en pie recibiendo de vuelta a Valentín que lo marcó a la vez que le daba besos, el muchacho de 12 años rodeaba con sus brazos el cuello del de 16 años, se fundán en fuertes besos apasionados, llegó el momento de irse, Valentín se acostaba viendo salir de su cuarto la figura del hijo del dueño de casa, Valentín quedó allí pensativo, suspiraba lentamente, recordaba todo lo vivido maravillosamente en ese día.
FIN DEL CENTÉSIMO VIGÉSIMO SEXTO EPISODIO
Estupenda historia. Ojalá no demoren mucho sus próximos relatos . Saludos
Gracias por preferirnos. Es un gran estimulo sus comentarios. Fuerte abrazo.
WOW AMIGO ESTUPENDA HISTORIA Y ESPERANDO LAS DEMAS SALUDOS ….:) 😉 🙂 😉 🙂
Si, con mucho gusto continuaremos con esta interesante zaga histórica ocurrida en el siglo pasado. Saludos.