METAMORFOSIS 13
Los hilos del destino.
Todo parecía mejorar en casa del doctor Pérez, su hermana Brenda Amalia Marlene estaba complacida con el semblante de su hermano que casi todas las noches salía a divertirse, tenía más empeño en su trabajo y aumentaba su cariño por los habitantes de su casa, esta alegría la completaba la visita de Carlos Felipe que la pasaban conversando jovialmente al fragor de unos moderados tragos, en un paseo familiar en la playa Griselda se encontró con Hermógenes saludándose gratamente, la mulata había madurado y ahora veía a las personas de otra manera, es así que los recelos de Hermógenes bajaron de tono, el chico delante de Carlos le preguntó a la mulata por el paradero de su hermano diciéndole que estaba al cuidado de su abuela, Carlos Felipe entró en razón al comprender que aquel niño que jugaba con el pequeño Gustavo Adolfo de su misma edad era nada menos que Serafín el hermano de Hermógenes, el doctor Daniel Pérez cortó el diálogo para seguir con la tertulia quedando entre ceja y ceja de Carlos que Serafín volvería al lado de su hermano Hermógenes como lo había prometido y que no descansaría en su cometido.
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El mes de diciembre de aquel año de 1933 traía angustia para los terratenientes, los nuevos industriales deseaban obtener tierras les movía la necesidad de hacer consorcios, las leyes caducas del país les permitían hacer negocios turbios, en esas redes cayó un desesperado Gustavo desmejorado físicamente, recurrió a entrevistarse con un grupo de estos individuos en una elegante oficina, Gustavo les comentó que el banco lo asfixiaba en intereses clamando ayuda, sentado cabizbajo con las manos en la cabeza pudo observar que una puerta interna se abría saliendo del interior la figura de un hombre bien vestido con mirada recia como complacido con la desgracia de aquel hombre, le salió una risa con mueca de gozo, Gustavo se levantó asombrado ante la presencia de su acérrimo rival al que tiempo atrás mandó a matar y que ahora tenía al frente, abrió más los ojos para tener seguridad de la presencia de Carlos Felipe del Olmo, si, era él, se dijo interiormente, se sentaron, Carlos fue directo, estaba en condición de comprar la mitad de sus tierras con más dinero de lo acordado pues también quería al pequeño Serafín porque debería estar con su hermano Hermógenes que era su protegido, hubo un largo silencio, Gustavo sabía que la cantidad ofrecida era la solución a sus problemas, pero el niño, en fin, es sólo un recogido, sin pensar mucho firmó los documentos de traspaso, semanas después Carlos Felipe con Hermógenes recogían a Serafín en presencia de Noelia y Gustavo, una llorosa nana Dulce salía con el niño tomado de su mano, Hermógenes lo abrazó lleno de llanto, la nana los abrazó a ambos diciéndole a Carlos que lo cuide mucho, las niñas y su hermanito se acercaron a presenciar la escena se les unió su abuela, Carlos miraba con atención a ese niño hermoso entre sus hermanas, le vinieron los sentimientos de ternura, quiso hacer el intento de acercarse pero Gustavo muy seriamente insinuó que se retiren, ya lo hacían cuando el pequeño Gustavo Adolfo se soltó de las manos de su hermana Leonor lleno de rabieta llorando para que Serafín no se vaya, Noelia marcó a su hijo, Carlos marcó a su nuevo protegido, ambos niños estiraban los brazos a la distancia, no querían separarse, la puerta se cerró, Carlos entró en su auto con sus dos protegidos, desde la ventana Gustavo Adolfo en brazos de su madre miraba irse el auto llorando grandemente, por muchos días estuvo Serafín con rabietas pero al tiempo jugando con su hermano Hermógenes sumado los mimos de Sandra hicieron que no se sienta triste.
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Tendido sobre el césped del parque recostado sobre un árbol alejado de las estructuras metálicas de los juegos infantiles estaba Sebastián desde hace mucho tiempo, solitario viendo pocas nubes moverse en el cielo de esa tarde medio nublada decembrina, el lugar donde estaba acostado estaba solitario, tenía las manos dentro de su interior manoseándose el pene con delicia, cerraba y abría los ojos al sentir el placer de frotarse el pene, cerraba los ojos, quería sexo, su cuerpo caliente, abierta su boca le salía pequeñas cantidades de saliva que se limpiaba con el hombro, apretaba su ano haciendo más cómplice el deseo de placer, mordía los labios, ya tenía su pene mojado, se dio cuenta al sacar sus dedos con liquido de orina llevándolo a la nariz, le gusta olérselo, vio a todos los lados en su alrededor, al sentirse solo sin miradas ajenas se corrió un poco su interior saliéndole su pene con pelitos, estaba colorado de tanto manoseo, se lo sacó a tiempo porque le vino el deseo de orinar, frotaba los dedos en el prepucio que recubrían en gran parte el glande, miraba el movimiento de sus dedos en su pene, le vino el nuevo deseo de supuestamente orinar, ya había cumplido hace un par de meses los trece años, experimentaba los cambios en su cuerpo sobre todo en la necesidad de hacer el sexo, desde que tenía seis años experimento por primera vez con su prima mayor los tocamientos sexuales que con el tiempo le enseñó algunas cosas que desde el primer momento le fue gustando conforme superaba el asombro, había aprendido con sus amigos a manosearse el pene, le gustaba verse el pene que le iba creciendo, trataba de correrse el prepucio hasta el aguante, quería tenerlo como el de su papá, algo de glande le salía por prepucio estaba rojito, le gustaba mirarlo con paciencia. De repente escuchó unos ruidos lejanos voces de niños acercándose al parque, era Luis empujando la bicicleta en la que iba montada la pequeña Josefina aprendiendo a manejar, detrás iban acompañando Leonor y Fernando haciendo bromas, Sebastián se acomodó la ropa, guardó distancia, observaba con detenimiento a Leonor, pasó un buen rato para que ella se diera cuenta de la presencia de Sebastián que a la distancia le hacía señas de ir al baño, ella lo miraba a la distancia con disimulo dándole sonrisas de complicidad, Sebastián fue al baño a esperarle pero el tiempo pasaba y no venía, estaba sentado frotándose el pene con los ojos cerrados mordiéndose los labios con placer, ansiaba la presencia de la pequeña, se angustiaba, estaba lleno de nervios por el deseo de tenerla, no esperó más y salió a verla con cuidado de no ser descubierto, ella seguía sentada viendo a los dos niños ayudando a sostener la bicicleta en la que seguía montada Josefina haciendo maniobras torpes, Sebastián le hizo señas y se volvió a esconder, volvió a pasar el tiempo y nada que se acercaba, estaba un poco angustiado y se le venía el enojo, de pronto que ella aparece, él se levanta, la toma de las manos conduciéndola al baño donde siempre entraban, con un poco de violencia le bajó el calzón quitándoselo por los pies poniéndolo a un lado en el suelo y la sentó abriéndole las piernas, Sebastián dejó caer su pantalón corto y los interiores junto al calzón de Leonor quería estar cómodo, la recostó un poco viéndole la vaginita que tanto le gustaba, Leonor miró el pene virgen de Sebastián acercarse a su vagina frotándole los labios vaginales, le dio por reírse al sentir cosquillitas del prepucio del pene en su vaginita, cambió su expresión cuando sintió el pene virgen que le frotaba el clítoris, apretó las manos al objeto donde estaba sentada, terminó por doblarse totalmente su cuerpo, empezó a lanzar gemidos al sentir que el pene de Sebastián entraba de a poquito, le dijo que le dolía, él no respondía, estaba concentrado con los ojos cerrados en el placer que tenía, los frotes eran cada vez más rápidos e intensos eso la hacía gemir más a Leonor, se detuvieron creyendo oír pasos, Sebastián le hizo gestos de que hiciera silencio, salió a ver pero no había nadie por los alrededores cercanos, caminó a donde estaban los otros niños y los vio junto a la bicicleta, regresó a donde estaba Leonor, su cremallera estaba abierta viéndose el calzoncillo humedecido, le llamó la atención aquello, su pene estaba medio erecto, entró donde Leonor seguía sentada ya se había puesto el calzón y se lo volvió a bajar, a la pequeña le gustaba eso, así como también verle bajarse el calzoncillo a él mostrándole el pene virgen que le daba gusto a su vagina virgen, siguieron frotándose los genitales, siempre Sebastián encima de Leonor. Lo que ellos no sabían es que tiempo atrás mientras estaban encerrados Fernando fue a orinar por las cercanías, le llamó la atención escuchar los gemidos de Leonor pensó que algo le pasaba, se arrodilló a ver por debajo de la puerta vio el calzón de Leonor en el suelo también la ropa de un chico, le vino el deseo de reír al ver el movimiento de las piernas, corrió para informarle a Luis lo que había visto, ya se disponían a ver en el baño lo que estaba pasando cuando vieron de reojo salir a Sebastián y de nuevo regresarse donde estaba Leonor acomodándose la ropa, Luis le dijo a Fernando que le indicara el lugar en silencio, llegaron allí Luis puso un tronco encima clavado con tabla por el que se subió a ver por el tragaluz del baño a Sebastián que seguía frotándole el pene en la vagina de Leonor que quietecita se dejaba, Fernando vio que Luis sonreía metiéndose las manos en su interior manoseándose el pene, con dificultad se subió junto a Luis para también ser testigo de esa escena sexual de dos genitales vírgenes, Luis y Fernando se miraron las caras intercambiando sonrisas con sus manos metidas en los interiores manoseándose el pene, vieron que Sebastián se levantaba de Leonor, tomó su calzoncillo, Luis y Fernando pensaron que Sebastián y Leonor ya iban a salir y optaron por alejarse del lugar con cuidado de ser vistos y en silencio, pero se equivocaron, Sebastián tomó su calzoncillo para limpiarse su pene mojado, hizo que Leonor se recueste de pecho sobre el inodoro empinando su culo, ella sintió por primera vez el pene de un chico frotando sus nalgas metiéndola por la rajita en dirección al ano, Sebastián puso su pene entre las dos nalgas le gustó esa sensación aumentando el movimiento de las frotadas, le vino un hormigueo a su cerebro, sintió una extraña sensación que recorría sus espina dorsal, sintió un ligero calambre en las piernas pero eso no quitaba el deseo rico que estaba experimentando por primera vez su pene trigueño en las nalgas blancas de Leonor, el roce de piel con piel, los gemidos viriles, el gusto de satisfacer lo que estaba pensando cuando estaba acostado en el césped minutos antes, todo esos recuerdos hicieron que Sebastián cierre los ojos y le sale por primera vez semen, un fluido aguado transparente, el pene le palpita, su cerebro experimenta hormigueo, sus ojos se abren, la boca exhala el placer contenido, se detuvo por un momento con respiración pausada, vio su pene entre las nalgas de Leonor que seguía quietecita experimentando por primera vez esa sensación de un pene entre sus nalgas, Sebastián veía la punta del glande de su pene con semen que recorría la espalda de Leonor recorriendo por un costado de las costillas mojando por debajo la barriga de la niña, el pene seguía latiéndole, había cumplido en parte su deseo sexual, levantó a la niña limpiándola del semen con su calzoncillo, ella tomó un poco de ese líquido de su barriga oliéndolo, no se dijeron palabras solo actuaban sus miradas, ella un tanto seria, él complacido sonriente aunque algo agotado por la posición en la que le había hecho sexo a la pequeña, dejó que Leonor salga primero en dirección a donde estaban los demás niños, Sebastián esperó un poco para salir, se sentó a mirarse con detenimiento su pene, todavía tenía algo de semen en el glande, deslizó lo que pudo su prepucio para limpiarse del semen, escondido desde la pared del baño vio a Leonor irse con los demás, en el camino a casa Luis y Fernando se miraban en forma cómplice disimulaban reírse delante de Leonor para que no sospechen que había sido vista por ellos.
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Estando más cerca de la puerta, oía gemidos muy queditos, Luis fue asomando su cabeza muy lento, antes ya había visto ese baño y sabía que si se asomaba iba a ver directo su cara, aun así lo hizo, atisbó y vio a Fernando con una mano jalándose el penecito, de solo verle Luis sentía una sensación intensa que invadía todo su cuerpo, era la misma sensación que ahora estaba sintiendo cuando él se lo hacía en el baño o a solas, a su edad ya se le notaba cierta conducta amanerada Luis cada vez que veía a un chico u hombre tocarse la entrepierna, sus ojos le delataban y su imaginación ya no era tan inocente como antes.
Luis considero que eso era normal lo de su amigo pues antes habían visto lo de su prima y aquel muchacho, Fernando seguía con una mano jalándose el pene, estaba curvado y su piel sudaba y brillada igual que su frente mantenía gotitas de sudor, lo vio y enseguida se guardó su pene erecto dentro del pantalón mostrándole a Luis una sonrisa cómplice.
Suena el picaporte del cubículo del baño del parque para hacerlo entrar presuroso a Luis, de pie se miraron fijamente, les vino por sonreír, el recelo y el temor se diluía, Fernando fue el primero en ver la entrepierna de Luis, se manoseaba el pene vestido, Luis miraba esos movimientos y sonreía, casi al mismo tiempo fueron a la rejilla de tragaluz cerciorándose de que alguien se acerque, sabían que deberían estar allí por poco tiempo, Luis sintió un empujón de parte de Fernando, al oído le dijo que lo iban a hacer, o sea, lo del jueguito, Fernando estaba muy animado, le deslizó la ropa a Luis quedando en los tobillos, luego él hizo lo mismo con su ropa, así parados vieron estirarse sus penecitos erectos lampiños, Fernando se inclinó delante Luis, la nariz pasaba por el penecito, la lengua rozaba esa piel lampiña, Luis empezaba a suspirar hondo, la respiración aumentaba en cada chupada, en cada lamida por sus testículo, sus manitos se aferraban con fuerza en el pelo lacio de su amiguito Fernando, allí quedó el penecito ensalivado de Luis, aún le venía un temor que se concentraba en la parte baja de su abdomen, la piernas le temblaban, pero aun así Luis se mantenía de pie, tenía su cuerpo un poco encorvado, echado hacía atrás sobre la pared las piernas abiertas tantito, la cara de Fernando estaba atrapada en la entrepierna de Luis, mientras sus manos se sujetaban para no poder caer desfallecido ante tan suculenta mamada que estaba recibiendo.
El pene de Luis roza la nariz de Fernando, coloca una mano en su cabeza y agarra de nuevo los cabellos aleja un poco la cabeza hacía atrás, Luis sonriente de lo que estaba sintiendo ve su ensalivado pene, de nuevo lo coge y apunta a la boca de Fernando, su glande apenas aparecido por el prepucio deja un pegote especie parecida a un precum en la nariz, al salir, el olor de su pene ya lo tenía embriagado y ensimismado. Fernando tenía la boca abierta, Luis con su pene lampiño en la mano, la utiliza como un pincel, dibuja sus labios, así, despacio la va metiendo hasta el fondo de la garganta. Fernando mamaba como chiquillo hambriento por la mamila, su cara estaba envuelta de su aroma y sudor, posteriormente su tierna lengua golosa saboreaba el amargor de los testículos de Luis, la nariz esnifaba el olor de sus piel sedosa, Luis sentía que su amiguito quería estar siempre así, esto por la forma en que tan delicada y animosamente le estaba haciendo el sexo oral, Luis recordaba a ojos cerrados lo vivido con su tío René y con Lastenio, segundos después Luis se encorvaba más y más y sujetando la cabeza de su amiguito con ambas manos, le estaba cogiendo por la boca, su gemir era apretado, daba la impresión como si estuviera atragantado, Luis lo apretaba más y más encorvándose soltando bufidos, se sujetó a sus piernas, Fernando sentía que Luis estaba acabando, se venía algo supuso, Luis soltó un quejido medio ruidoso, le apretó fuerte mientras movía las caderas mientras Fernando respiraba, se apartó del pene, Fernando terminó sentado delante de Luis que seguía agitándose el pene ensalivado, despacio se sentó delante de su amiguito Fernando viéndose los penes.
Era el turno de Fernando, se pusieron en pie en esa área estrecha, Luis quedó delante de Fernando que lo encorvó sobre el inodoro pestilente, Luis reclamó de estar allí por el olor, Fernando prometió que pronto terminaría, Luis asintió resignado, su cara apoyada en esa cerámica, su traserito alzado mostraba la separación e los glúteos, Luis
en ese momento sintió que su amiguito Fernando comenzó a chupar sus glúteos y empezó a meter la lengua entre ellas con movimientos que a Luis le encantaban, se sentía algo delicioso y él no paraba, pasaba su lengua desde los testículos hasta el ano y en él la intentaba meter, luego a sorpresa de Luis le metió un dedo en el ano a lo que Luis responde reaccionando con un sobresalto y un gemido ahogado de satisfacción, el dedo entró sin dificultad igual que un segundo, Fernando sonreía diciéndole que lo tenía como cajón, Luis intentó levantarse pero Fernando lo tranquilizó diciendo que todo está bien, solo sonrió y siguió metiendo su dedo en el ano, Luis ya para ese tiempo su trasero le daba una sensación placentera, le dijo que ahora iba a ver que tanto se quiere, entonces Fernando metió su pene ensalivado por primera vez en el traserito de Luis, así estuvo intentando meter todo su tierno pene hasta que presionó algo leve que entró el pene hasta la mitad, en ese momento se apartó, había acabado, rápidamente Luis se apartó de ese inodoro pestilente, esa postura le gustaba a Fernando y se lo había hecho el jueguito en su traserito..
Ahora era el turno de Luis, de igual forma lamió y ensalivó el trasero de su amiguito, a diferencia que su ano estaba desvirgado, el ano de Fernando era virgen, Luis se sentó en el piso sin dejarse de agitar el penecito, le dijo a Fernando que se siente sobre él, el traserito se calzaba con su entrada del ano en el pene de Luis, entalló su pene en la entrada del ano, el traserito iba de a poco descendiendo, Lis iba sintiendo la tibieza de ese ano, de pronto instantes después se escuchó un grito desgarrador tanto de Luis como de Fernando, Fernando asombrado comenzó a llorar y a rogarle a Luis que se levante y que saque su pene, le ardía, le dolía, Luis también sintió algo de molestia de ardor y dolor ya que el prepucio se había deslizado dentro del a entrad del ano de Fernando, casi fue un desvirgue mutuo de no ser por la forma apresurada de alejamiento de un asustado Fernando, en ese momento no podía ni hablar del dolor y Luis siguió agitando su enrojecido pene.
De pronto como un flashback Luis cerró los ojos, a través de sus pensamientos recordaba los tiempos idos, Luis sentía claramente como Los testículos d su tío René se pegaban en sus glúteos y también sentía algo enorme dentro de sus entrañas, era algo caliente y un ardor insoportable, así se quedó su tío dentro de él, mientras susurraba suplicante a su tío que por favor le saque su pipi de su popó, que le estaba doliendo mucho, pese a sus súplica el pene de su tío daba por hecho el meter y sacar poco a poco y poco a poco, tiempo después en cada encuentro seguido en la estancia y en la ciudad fue disminuyendo el ardor en su traserito, tanto así que ya su pene adulto se le iba como agua, subía y bajaba y ya de a poco le era fácil cargarle y moverle de un lado a otro, así siempre su tío estaba dentro de Luis por minutos cortos, con el tiempo eran adecuadas las estocadas fuertes con las cuales sentía que se pegaba con su pene en su estómago, Luis cada vez gemía más de placer hasta que en lo mejor de todo siempre su tío le decía que allí iba u obsequio y se venía dentro de él, Luis siempre sentía ese líquido caliente entrando en sus entrañas, el pene de su tío se hacía resbalar más, siempre después de unos segundos el tío se detenía dejándole dentro el pene hasta que el pene se ponía flácido y su pene de apoco iba saliendo, junto con el pene iban varios mililitros de semen revuelto con la excremento que le sacaba cuando metió el pene, siempre le preguntaba al pequeño Luis si le gustaba y él se limitaba a asentir ante la insistente pregunta, Luis le decía que le dolía, el tío solo sonreía pidiéndole perdón asegurándole que siempre la próxima vez ya no le va a doler, hubo una vez en que el semen se deslizaba entre sus glúteos y bajando por mis piernas le preguntó a su tío qué era eso y tiernamente le respondía que era la suerte del juego.
Luis abrió los ojos, ya su amiguito estaba en pie limpiándose el traserito, sonrieron d manera cómplice ante a todo lo hecho, Fernando fue el primero en salir, desde el tragaluz vio a su amanerado amiguito con sus caderas moviéndose, se dibujaba una pequeña mancha en su traserito vestido, emitió una mueca socarrona, suspiró aferrándose con fuerza a los barrotes, vio hacia su pene, aún latía.
FINAL DEL DÉCIMO TERCER EPISODIO
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