METAMORFOSIS 130
Escaramuza.
La brisa del mar choca en el rostro pensativo de la mujer vestida con ligera ropa, a lo lejos divisa las embarcaciones de pesca, las sirenas de puerto suenan con su llegada, un gran hombre se acerca, la multitud lo espera, el prestante hombre desciende, es aclamado, es avivado como su legal representante, de pronto, disparos, la multitud por un instante estática en acción, luego del corto silencio hecho por las detonaciones, vuelve la algarabía, la mujer se une a la multitud en su enhorabuena, la multitud acompaña al hombre por aquellas polvosas calles testimonio del abandono gubernamental, desde lo próximo a una esquina se ve acercarse a un grupo de gente, opositores, con palos y utensilios de cocina, son más que los que caminaban con el prestante hombre, se forma el quilombo, se escuchan expresiones soeces, luego la calma tras una escaramuza considerable, la mujer se pone a buen recaudo, luego camina a su humilde casa, allí la espera su hermano asustado, aún sangrante, ella se sorprende y le da los primeros auxilios, la hamaca se mecía al viento, le vino gélido sentido de sensación al verla vacía, no estaba la niña, corrió por los alrededores, le vino la calma al verla marcada por una niña de color sentada bajo una palmera, el contraste de pieles era evidente, la niña estaba quieta escuchando el ro, la mujer se acercó y la tomó en brazos brindándole una sonrisa de agradecimiento a la niña de color, el mar estaba avivado de tanta brisa, a lo lejos se escuchaba el grito de la gente, los disparos, ese día fue marcado como una violencia considerable, la prensa visitó el apartado lugar y sus tabloides históricamente fueron testimoniados, muchos muertos, es que la necesidad era imperante en aquel humilde lugar del país, esa zona sería detonante referencial de violencia por muchos años.
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Carlos Felipe del Olmo estaba complacido con el trabajo de su par de asesores que estaban a su lado en todo momento, juntos leían las noticias económicas de la prensa y de lo que los asesores contables manifestaban vía telefónica, la empresas de comercio estaba invirtiendo en radio y también su meta de aspiración es poder tener acciones en la naciente televisión local, para ello viajaron al país del norte en varias ocasiones, Sara Guillermina y Pedro Artemio eran un gran equipo en el negocio de Carlos Felipe, la nana dulce abuela de la muchacha estaba complacida con la vertiginosa carrera, lo que a ella le llamaba la atención era la personalidad fría de Pedro Artemio, había algo en su ser que la anciana de color notaba en aquel muchacho todavía para ella, fue en una fiesta donde se pudo observar a una Sara muy elegante, deslumbraba a todas las mujeres, su piel tersa era llamativa, Gustavo Adolfo y su esposa estaban allí contentos, la barriga en la mujer se notaba ya con altas muestras testimoniales de gestación, a su lado estaba Noelia y Carlos Felipe, era una fiesta de negocios, algunos inversores europeos estaban allí atraídos por la creciente producción agrícola del país de la canela, la materia prima por esa época era muy atrayente para aquellos países que no producían esos productos agrícolas sobre todo los recientes países de Europa oriental, allí se encontraban algunos asesores y ministros, el diálogo fue fructífero, la cancillería decidió delegar a Gustavito para que visite aquellos países, fue grato escuchar eso de parte de sus padres, la más contenta fue su esposa aunque en su rostro con hipocresía denotaba tristeza por la partida de su esposo durante varias semanas, Noelia había notado cierta poca atracción de la pareja en los últimos días y no se equivocaba, pues eran discusiones lo que vivían en aquella casa en los alrededores del complejo militar capitalino, la adaptación en las costumbres entre ellos todavía no se consolidaba, los pensamientos de Noelia fueron cortados por el acercamiento de Pedro Artemio, aquel muchacho con barba de la época, rubia, bien varonil, Noelia sentía una grata impresión por el asistente económico de su esposo, se sentaron a conversar, Noelia preguntó por los padres del joven a lo que le respondió que siendo niño ya era humilde huérfano recogido y un noble hombre se constituyó en su benefactor, los ojos del joven brillaron fuerte al manifestar que por aquel hombre el era lo que ahora representa ante la sociedad, Pedro la miró fijamente y sonrió, Noelia le preguntó el motivo de aquella imprevista risa espontánea, el joven se limitó a mover la cabeza sin dejar de reír, Noelia correspondió a su sonrisa, el joven quiso explicar el motivo de la risa pero fue interrumpido por el brazo extendido de Carlos Felipe llevándolo a donde se encontraban un grupo de empresarios, el diálogo y aseveración del muchacho en temas de finanzas convenció a los interlocutores, la mirada de Noelia era tan fija en el joven que de eso se daba cuenta su hijo Gustavo Adolfo vestido con uniforme militar de gala junto a su orgullosa esposa, de la misma forma era visto por Sara Guillermina, aún lo amaba a Gustavo Adolfo, en secreto, las amigas absorbían su actividad en la fiesta, el baile seguía y toca circunstancialmente bailar Gustavo Adolfo y Sara Guillermina, los dos sonrientes, notó las manos frías de la joven, ella en su hombro sentía la mano posando de Gustavo Adolfo, acercaron sus caras a distancia prudente, intercambiaron sus miradas, quiso hablarle, pero contuvo, Gustavito si lo hizo preguntándole por el trabajo, ella vio la presencia de la esposa de Gustavo, el vientre, su mirada cabizbaja al piso, la mano de Gustavito levantó su cara para verse, le sonrió diciéndole que nunca le gusta verla triste preguntándole el motivo de su tristeza para poder aliviarlo, ella simplemente se limitó a seguir bailando movindo a la vez negativamente la cara, sus manos entrelazadas daban seguridad mutua, la música hizo que unan su mejillas por unos instantes para luego agradecer la pieza, Sara gustosa respondió sonriente, se unió al grupo de amigas que le comentaban lo bonito de pareja que se les veía bailando, la joven ante tanta ocurrencia sonrojó de lo que Gustavo Adolfo se dio cuenta, a unos cuantos pasos Emilio y Josefina se encontraban bailando pero no tan gratamente, habían tenido una fuerte discusión minutos antes, Noelia notó aquello, le preocupaba la relación de aquella pareja, para todos fue gratifícate ver el ingreso del senador Luis Daniel Pérez con su despampanante hija Justin Daniela quien por influencia de su padre había logrado conseguirle un puesto en las oficinas de la cancillería, aquella hermosa mujer de veinticuatro años fue la atracción de la fiesta por su hermoso vestido traído de Paris con absoluta exclusividad, las joyas y accesorios complementaban su belleza, parecía una princesa, Gustavo Adolfo era el indicado para bailar con la joven, los presentes quedaron maravillados por el baile de pareja con tanta formalidad y donaire, los celos se mostraban en el rostro de la esposa de Gustavo Adolfo, Sara sintió también algo de celos, luego de aquella pieza muchos caballeros se disputaban el honor de bailar con ella, Pedro Artemio estaba conversando con un industrial cuando a sus espaldas se acerca Justin, hizo un breve charla de presentación y comentario de la fiesta hasta que se los vio bailar, las miradas de ambos era electrizante por decirlo de alguna manera, bailaron muchas piezas en aquella fiesta, Noelia sentía una atracción indescriptible por aquel muchacho que pese a visitar constantemente el despacho de su esposo lo notaba algo enigmático, Pedro Artemio era un joven atractivo, deportista musculoso, atrayente para las mujeres, Justin se había convertido en el centro de la atención en esa noche de fiesta, al despedirse quedaron para entrevistarse en otro momento de los temas que amablemente y de forma grata habían coincidido, ya minutos antes la primera pareja en salir de la fiesta de mal modo fue Josefina y su esposo Emilio, el hombre de negro, aquel hombre contra la voluntad de su esposa mayormente pasaba en el negocio del pueblo y se descuidaba de los negocios de la capital en donde mayormente se necesitaba de su presencia, pero lo hacía para estar cerca de su socia y amante Lucrecia, gustaba de estar en la oficina en donde llevaba a su hija, ambos en discreción absoluta se encerraban en su oficina para colmar de mimos a su hija, allí también la mesa servía para que ambos hicieran el amor terminando de hacerlo en el suelo, la fogosidad entre los dos iba en aumento, se deseaban entre sí, tanto así que deseaban tener otros hijos, en muchas ocasiones era llamado Dagoberto quien sacaba a la niña del lugar quedándose a prudente distancia a buen recaudo con la niña, pues era el que sonriente cuidaba del idilio de ambos amantes no permitiendo el paso de gente en aquella oficina, Dagoberto era consiente de que aquella niña no era hija de su cuñado el campesino a quien escasamente consideraba, más, sin embrago, aquel engañado esposo, aquel campesino humilde de poca monta creía que esa niña era su hija.
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Agripina a sus diecinueve años había madurado mucho en el sentido de su vida, lamentablemente se sentía seca, marchita, sin futuro, vivía tras el correr de los días sin un aliciente, lloraba en las noches y durante el día la mayor parte la dedicaba a la melancolía y parte a la rutina del cuidado de la estancia Pérez, su hermano de padre y madre, Arnulfo, había muerto en condiciones extrañas en aquella cabaña abandonada, así lo dijeron los cazadores que pasaron por aquel lugar, más extraña la muerte de su madre, asesinada, por un supuesto grupo de insurrectos ante lo cual hasta la fecha se sabe de sus autores, su madre murió con su amante, en sus entrañas estaba gestando un hijo, muchos opinaban que ese futuro bebe hubiese sido de Ricardo el capataz amante, no tuvieron compasión con ella, su padrastro ante la comidilla de la gente pensó que le había sido infiel, y cuando ella se enteró de que esperaba un hijo de Tiburcio su padrastro esperó aquel día del parto para luego separarla de su hijo, Agripina no supo del sexo de su hijo, parió en un lugar muy lejano a la estancia, lejos de los comentarios mordaces, lejos de la comidila, lejos de la vergüenza, lejos de lesionar la carrera política del ahora senador Pérez, parío lejos de la estancia, alejada de días de camino, allá en un lugar donde vivían amigos de su padrastro, por qué el doctor Pérez hizo eso, pues porque no deseaba otro escándalo más, porque estaba en campaña política, porque a fin de cuentas logró captar una curul en el senado, siempre imperaba el interés de los prestantes hombres sobre la vida de los más débiles, lo que más lesionó su vida, ocurrió cuando Tiburcio negó su paternidad, es que ella había dejado una duda en él, ella lo sabía, ella lo sentía, ella comprendería que así iba a hacer, así ella quedó debilitada emocionalmente y moralmente, se dejó llevar de las órdenes prepotentes de su padrastro, sus pensamientos se disiparon, exclamó viendo al cielo, extrañaba a Arnulfo su hermano y Clemencia su madre , pese a tener a Luis Alfonso, su medio hermano en esta vida, deseaba ver a su hijo o hija, dónde estaría, lo sentía así pese a que le dijeron que había nacido muerto no le dejaron ver siquiera su cuerpecito, así, en tres años, su instinto de madre le decía que estaba vivo o viva, giró en dirección a las actividades de la estancia, mientras barría le vino el pensar en su padre aquel hombre que los abandonó siendo ella muy pequeña, asociar a su padre y padrastro junto con aquel joven llamado Wilson que la desvirgó siendo muy niña en aquella fiesta dlante de su hermanito Arnulfo, así como también la traición de Tiburcio, todo esto creó en ella una aberración por el cariño de los hombres, se volvió incrédula en el cariño de los seudo machos viriles, por eso a su medio hermano Luis Alfonso lo trataba con frialdad pues lo consideraba como el hijo del hombre al que le había arrebatado su hijo o hija, nada que ver con su hermano Arnulfo al único que recordaba con cariño durante aquellas caminatas por el monte y aquellos sanos juegos infantiles, de su hermano tendría siempre el mejor recuerdo de su infancia porque a cuidaba, Agripina trataba a los peones con autoritarismo que en parte a su padrastro le gustaba pues ella se había convertido en cabeza visible de templanza y orden en las propiedades rurales en contraste con la forma de ser del amaneramiento y debilidad de poder de su medio hermano Luis Alfonso que ya contaba con doce años y aquel amaneramiento salido se hacía notorio en los peones y empleados de la estancia que hacían irónicos comentarios de virilidad, fue en aquella tarde que recibió la visita de su padrastro el senador Luis Daniel Pérez junto con su hija Justin Daniela, fueron de vista al cementerio junto a los restos de Amalia que hasta la fecha se desconocía los autores del asesinato de la hermana del senador, decidió reabrir el caso atando cabos, pero todo era infructuoso ante el silencio de la población, la noticia que dio el senador era que su hijo Luis Alfonso sería pasado a un internado en los próximos meses, internado de una congregación en el que también estuvo su media hermana Justin Daniela, en aquel internado para mujeres, enérgica con autoridad Agripina le reprochaba a su padrastro que a su medio hermano le diera el mismo trato que a su hija Justin Daniela, el político sin inmutarse se limitó a dar órdenes y a ser cumplidas, típica actitud de la época a mediados de siglo XX, Luis Alfonso representaba para el senador un pasado rural que debía por el momento estar a buen recaudo de la ignorancia de la prensa, así el muchacho cabizbajo recibió las reiteradas enérgicas instrucciones de su padre de viajar en las próximas semanas al internado de la capital, desde hace mucho tiempo el cariño paterno había bajado de intensidad hacia el muchacho, sobre todo, cuando el doctor Pérez se enteró según el reportaje en borrador de un periodista que le fue comprado su reportaje y silencio acerca de las condiciones en cómo había muerto su esposa Clemencia junto a su amante el capataz Ricardo y ella esperando supuestamente un hijo de él, para el doctor Pérez esto causó injusto repudio a todo lo que representaba como recuerdo de ella, sin embargo dejó que su hijo e hijastra siguieran viviendo con él en el campo, Luis Alfonso a sus ya doce años sentía con indignación el poco amor prodigado por su padre, recurriendo a una faceta de su personalidad, la rebeldía, lejos había quedado aquel alegre niño, más desde que fue desvirgado por Dagoberto, aquel hombre al que le seguía entregando su cuerpo, su intensidad por el sexo se iba en aumento, le había despertado el deseo sexual con posturas muy sentidas en sus entrañas, también Luis Alfonso le hacía sexo a los niños hijos de peones y campesinos de los alrededores de la estancia, muchos niños comentaban inocentemente de los juegos que hacían con el hijo del amo patrón en el granero cuando se dejaban bajar la ropa interior y sentían el roce del pene entre los glúteos y las lamidas que le daban a sus penecitos, aquellos humildes padres se resignaban a reclamar pues conocían del alto poder en el gobierno que tenía el senador Pérez, así que se limitaban a guardar con secreto aquellas declaraciones de los niños, a pesar que era visible el amaneramiento del Luis Alfonso, tanto así que había llegado a presenciarlo su media hermana Agripina, pero que por prudencia se reservaba comentarios, muchos niños eran alejados de la presencia de Luis Alfonso, su descredito iba en aumento también por comentario mordaz de sus propios compañeritos de juegos en la escuela cuando en los baños se encerraba a que le bajasen el pantalón y le pasen el pene por su trasero, pese a todo, la relación de Luis Alfonso con Dagoberto era poco conocida pues era muy discreta, se encontraban en lugares apartados él niño yendo en bicicleta y el hombre llegando en su moto, aquellos lugares eran de gran significación en su relación sexual, los encuentros fogosos eran prolongados, pasaban horas juntos en una tarde o mañana, ambos cuerpos se necesitaban, Luis Alfonso sentía sexo a plenitud con Dagoberto, no importaba edad, a fin de cuentas fue su iniciador.
FIN DEL CENTÉSIMO TRIGÉSIMO EPISODIO
Siempre pensé que faltó algo más de Justin. Ahora tristemente, ha envejecido.