METAMORFOSIS 133
En la lejanía.
Gustavo Adolfo tenía dos semanas de alojado en aquel hotel junto a la embajada de su país, estaba ahí como agregado militar gracias a las bondades políticas del senador Pérez y de su verdadero padre Carlos Felipe del Olmo, el Cáucaso, la tierra de sus ancestros maternos, las nacientes relaciones diplomáticas lo tenían de observador para que se cumplan los convenios bilaterales, era muy bien atendido, sabía que si el trabajo realizado era el adecuado estaba cerca de su ascenso militar, eso lo tenía muy motivado así como también en paralelo estaba con la expectativa de la gestación de su esposa, a regañadientes de ella salió de viaje la primera semana de enero y ya estaba por finalizar enero entrando febrero sabiendo que su esposa estaba en los días de alumbramiento, algo dentro de sí motivó a que viajase, algo indescriptible, sus pensamientos se disipaban ante al arduo trabajo estratégico militar, amaba su carrera, desde muy niño cuando Gustavo le compraba sus trajes de marinerito o los de campaña siempre le gustaba llevarlos puestos, se sentó a recordar los mimos que Gustavo Pozzo le daba al montarlo a caballo y a pasearlo con orgullo por el pueblo siendo la vista obligada de los transeúntes ante un niño tan hermoso de piel descendiente de europeos, eran hermosos los tiempos de su infancia, asimismo le venía la congoja y cierta molestia con su madre de no haberle confesado que no era hijo de Gustavo Pozzo sino de Carlos Felipe del Olmo, recordó cuando siendo niño se cortó y fue llevado de urgencia al hospital, allí vio a Carlos, lo conoció, luego más cuando tuvo la relación con su madre, recordaba los juegos con su entonces amigo Serafín y esa instintiva necesidad de compartir los juegos y tareas juntos para luego saber por qué era todo debido a ser medios hermanos, Gustavito sonreía recordando, hurgaba sus sentimientos autoanalizándose y dándose una respuesta a su actual situación emocional con su padre biológico, aún existía el recelo y parte de rencor pese a que no sabía también que era el padre, más, debería sentir rabia por su madre pero no, sus sentimientos seguían igual, quizá le perdonó el haberse entregado al verdadero amor de su vida y de esa hermosa relación nació él como fruto de una pasión y una entrega fabulosa, suspiró, calificaba la actitud de su padre biológico como de reconciliarte, pero eran tantos los años creyendo tener otro padre que tenía sentimientos encontrados, tenía un hermano maravilloso, Carlos Augusto Rodolfo, con el que compartía el tiempo, ahora casado poco lo veía, extrañaba al pequeño, se sentía realizado al tener un hermanito de padre y madre, de pronto a su mente vino la imagen de Amanda, aquella hermosa campesina, su corazón aceleró, recordó aquellas entregas, pero fueron diluidas por aquel desfile en el que la vio con un niño entre sus brazos y aquel hombre que la acariciaba, su ego de militar no perdonaba que ella lo hubiese olvidado, no entendía porque lo sincero de sus besos y caricias, así como su entrega al estar solos, creyó que lo utilizó para ser simplemente para presumir delante de los conocidos, por eso no quiso irse con él cuando quiso llevarla, ya tenía a ese, le vino el cólera, decidió tomar un trago, la imagen de aquel niño recién nacido lo incomodaba, era el fruto del amor entre esos, pensaba, desilusionado salió a tomar aire, caminó por las calles cauto en orientarse, un edecán le salió al paso, lo acompañó, era mucho el frío imperante en aquel parque, se detuvieron a beber algo caliente, un hombre de aspecto muy maduro se le acercó mostrándole credenciales, era atípico recibirlas en la calle, pero es que lo había seguido, regresaron a la embajada, era un funcionario de gobierno que se ponía a las órdenes, al paso del tiempo vinieron varias tazas de café autóctono del país de la canela, principal rubro de exportación, la conversación fue muy fluida, el visitante se puso a las órdenes del noble huésped, le serviría de guía.
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Valentín estaba pensativo recordando aquella forma sutil de ahora ser tratado por Oliver el dueño de casa donde estaba de posante, la cordialidad en aquel prestante hombre de negocios no se hacía esperar ante lo que le solicitaba, pero en su mente estaba aquel cuerpo desnudo de ese empresario, no podía quitarse de la mente ese pene tan bien derecho, tanto así que de sólo pensar en ese tronco de carne su ano se contraía, no había más dudas, Valentín deseaba ese pene, sí, lo deseaba… y mucho, pero, lamentablemente no podía disfrutarle, tenía esa barrera de cariño y respeto paternal, Oliver significaba mucho en su vida como un padre ideal, no como su amante, de eso estaba claro, sí, muy claro, sólo Jonathan el hijo de Oliver sería su amante, suspiraba sentado en la banca del jardín, de lejos vio aproximarse el auto brilloso en el que iba manejando Oliver, al bajarse Valentin lo recibe con un abarzo, Oliver le da un sentido beso en el pelo acariciándole las mejilas de forma paternal como siempre, no se podía negar que Oliver quería más a Valentían que a su propio hijo Jonathan, juntos entraron en la casa, se sentaron en a sala, el semblante acogedor de Oliver era muy amplio, tanto que lo contagiaba al muchacho, le propuso ir de paseo al dia siguiente, al mar, a pescar, muy complacido aceptó, Oliver le dijo que su hijo Jonathan no podía acompañarlos pues tenía otras actividades con sus amigos los scouts, fueron a comer y a divertirse en los juegos populares de moda en la gran ciudad, la noche la pasaron muy bien, a recostrase en su cama el muchacho meditaba todo lo que había sucedido, emitía suspiros en señal de complacencia y se dibujaba su amplia sonrisa en su rostro juvenil, entreabría los ojos pensando lo que sucedió hace poco, aquellos momentos vividos con su nuevo protector, suspiraba levemente, a su mente le viene la sonrisa dibujada en el perfilado rostro de su protector, suspiraba de nuevo, cerraba os ojos pensando en cuando se tocaban las manos en el manubrio de la montaña rusa, de los abrazos en el carrito ante tanta adrenalina, de tomar helados viéndose mutuamente felices, así como al beber las gaseosas, ambos estaban bien, sonríe hasta que el sueo lo vence, luego abre sus ojos, era una fresca mañana, se acerca a la ventana, Oliver ya está despierto puesta su ropa de campaña, levanta la cara y ve al muchacho asomado a la ventana, ambos se saludan sonrientes agitando las manos, le hace un gesto para que esté preparado, desayunan juntos, luego era el momento de partir, viajaban sólo los dos, hizo un alto, lo sentó en el volante, en esa pista recta le enseñaba a conducir, luego de un rato llegaron a aquel lugar donde otros amigos de Oliver los esperaban, estaban listos con sus cañas de pescar, los tres yates surcaban las aguas y los peces empeaban a picar, uno de los más grandes para Oliver, ambos se tomaron la foto, sería evidencia del grato momento vivido en ese día, Valentín siempre estaba al lado de su protector aniandole a seguir adelante, su mirada en disimulo era para la entrepierna del pescador, miraba ese bulto de pene vestido, tragaba saliva sin dejar de sonreír, Oliver no daba cuenta de las sonrisas y mirada fija de su protegido en su cuerpo, pescaron algunos buenos ejemplares, ya complacidos con la pesca llegaron a tierra, Valentín festejaba airosamente lo logrado por el adulto prestante, fue una reunión de amigos en las que intercambiaban anedotas y ciertos tips de negocios, Valentín el único joven presente ponía atención a aquello, de evez en cuando Oliver acariciaba el cuello y el pelo del muchacho, eso le satisfacía mucho y le acrcaba a él mucho más respondiéndole con sinceros abrazos, el camino de retorno fue en los autos en caravana de los amigos, al despedirse prometieron un nuevo encuentro a finales del mes siguiente, al llegar a casa Jonathan aún no estaba, Valentín fue a ducharse, al cuarto algo distante también se escuchaba la ducha, Oliver al igual que Valentín se estaba duchando, la noche estaba presente, Valentín salió desnudo del baño en dirección a la ventana, la luz de la habitación estaba apagada, así mejor se decía, podía caminar libremente por su cuarto así de desnudo, en lo que estaba sentado suspirando en el filo de la cama lentamente se miraba su pene erecto, empezaba a masturbarse cerrando los oos pensando en ese bulto vestido de Oliver, lentamente se recostaba en la cama, con poco de luz venida de afuera se miraba como mástil su pene erecto que lo acariciaba con las manos, seguía suspirando, lentamente se fue poniendo la ropa, era su pijama favorito, regalo de su protector, le pareció algo raro ver la puerta entreabierta y el cuarto oscuro de Oliver donde antes se escchaba la ducha, en ese instante se escucha un ruido estruendoso, Valentín presuroso ingresa al cuarto, enciende la luz y ve tendido en el suelo a Oliver junto a una lámpara que seguramente por prenderla en el altillo se cayó, para Valentín fue una sorpresa ver el cuerpo de su prtector tendido en el suelo sobre una toalla mostrándose los genitales, la mirada fija de Valentin en ellos era constante viendo con detenimiento cada uno de los movimientos del cuerpo desnudo en su delante, fue a ayudarle a ponerse en pie, en eso que el pene le roza levemente las caderas, Oliver sonreía, mostraba recelo el que aquel muchacho lo viese en ese estado, de inmediato se puso la toalla, Valentin salió pensativo de la habitación el agradecimiento del adulto en forma sincera, bjaba las escaleras cuando escucha el sonido del motor de un vehículo estacioado en la entrada, de él salía Jonathan muy alegre portodo lo vivido en ese día, se saludaron cordialmente, le preguntó que cómo había estado la pesca respondiendo que muy bien, se miraron fijamente, las manos de Jonathan se deslizaban por los brazos de Valentín que manoseaba el pene vestido en señal de deseo, de ello lo sabía Jonathan por lo que reía, le dijo algo al oído y subió a su habitación, lo ve bajar a Oliver con su bata de dormir de tela fina brillosa, intercambian sonrisas, Oliver entra a la biblioteca mientras que Valentín recorre los jardines exteriores de lagran mansión, miraba desde lejos la habitación de Oliver que estaba encendida de luces, se escuchaba la música de moda salida desde el lugar, al ingresar pasa por la biblioteca que desde su interior es llamado por voz de Oliver, el muchacho se acerca, el protector se levanta de su cómodo sillón acercándose al muchacho,lo abraza, luego le da un beso en cada mejilla, unen sus frentes para luego besarle la frente, le palmotea los hombros, sonríen, le dice mirándole fijamente a los ojos que lo quiere mucho, Oliver se emociona, estaba esperando aquello, pero la frase no termina, le dice que lo quiere mucho, sí, pero como si fuese su segundo hijo, la intensidad de la sonrisa de Valentín bajó de modo especial en su rostro juvenil, se dieron otro abrazo, Oliver volvió a sentarse, por unos instantes Valentín quedó parado viendo al adulto moviendo unos papeles, leventó su mirada aún al verle allí, le agradeció por los momentos vividos en la pesca y le prometió llevarle de nuevo próximamente, el muchacho asintió muy feliz y complacido, sonriente salió de la habitación con una venia, al salir hizo puños de felicidad con las manos, corría a su habitación y es interceptado en el pasillo sujeto por detrás de brazos de Jonathan, que de inmediato le ingresa en la habitación, lo lleva sueto abrazado por detrás hacia la cama, allí le hace acostar lentamente, el roce del pene vestido muy erecto se hacía sentir en el trasero de Valentin vestido por al suave tela de su pijama, siente que las manos de Jonathan desliza el pijama, se deja meter los dedos ensalivados en su culito, siente la saliva en la entrada de su ano, siente el glande entrando en su ano a la vez que siente los besos en el cuello de labios de Jonathan, siente las embestidas, se limita a jadear, pujar y gemir, siente que Jonatan se aparta de su cuerpo para luego volterase y verse sonrientes mutuamente, levanta sus pies descalzos viéndose el pene desnudo, las piernas la ve apoyadas en los hombros de Jonatan que se toma el pene erecto enslivado metiendo en el culo de Valentín, de nuevo se vienen las embestidas de ese pene en el potito, amos cuerpos moviéndose en la cama, con determinación le hacia sexo a Valentín, el muchacho cerraba los ojos pensando que quien lo penetraba era Oliver, así que con fuerza se aferraron sus manos alos brazos de Jonathan quien entendió la muestra de deseo y complacencia de Valentin por se rpenetrado, así que los movimiento del pene con las caderas fueron más intensos, Valentín seguía pensando que ese pene era de Oliver, de su amor en silencio, aquel hombre con el que se sentía bien, muy bien, Jonathan se esfozaba de quedar plenamente satisfecho así que suavemente ahora lo penetraba, le decía que se lo estaba hacien con amor, que no lo olvide, que era su amor, su único amor, pero para la mente de Valentín existía otro, el padre de Jonathan, abría la boca con satisfacción sintiendo ese pene entrar en sus entrañas, de pronto que Jonathan lo saca, así con su respiración acelerada y tomando el tron del pene con su mano derecha ve que de su glande sale semen que se dposita en parte en el ombligo del muchacho y la otra queda sobre el pene lampiño al deslizarse el glande por esa área, unen sus frentes y sonríen, quedan acostados, al poco tiempo Jonathan se levanta, se pone la ropa y sale de la habitación, allí queda acostado pensativo un Valentín lleno de esperanza.
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Aquella mesa espléndida de potajes era de gran significación para los alegres comensales, cubierto en mano iban degustando, en el centro de la mesa estaba Griselda la orgullosa madre de su hija Sara Guillermina, sus hermanos y la nana Dulce que se había dado un descanso en las atenciones en la rehabilitación de Josefina degustaba la comida, a su lado estaba Pedro Artemio que como siempre era invitado a comer de las delicias que allí se preparaban los sábados en la noche, luego la invitaba a salir a pasear en el parque o de entrada al teatro, ambas mujeres estaban contentas con la relación de amistad ente los jóvenes, aquella noche fueron acompañados por los hermanos de Sara, sorpresivamente un par de hombres se acercan, desde hace muchas cuadras atrás y a buen rato los venían siguiendo, sacan las armas, disparan a quemarropa, uno de los hermanos de Sara cae abatido interponiendo su cuerpo a aquella ruta de la bala dirigida a la humanidad de su hermana dando instantáneamente la vida, Pedro Artemio logra hacer esquivo el disparo hacia él pero la bala impacta en el rostro del otro muchacho cayendo arrodillado con mano en la cara desfallecido, Sara grita airada, recibe un impacto en su vientre cayendo de rodillas al piso, Pedro Artemio logra quitarle el arma a uno de los delincuentes, pero al espesura del lugar sumado a la oscuridad logran escapar tras el intercambio de balas, los curiosos se acercaron, las ambulancias llegaron muy tarde para ambos muchachos que yacían desfallecidos en las camillas improvisadas, la expectativa estaba en si Sara sobrevive a la herida mortal recibida en su vientre, sangraba mucho, eso preocupó a Pedro que angustiado airadamente daba órdenes de llegar al hospital capitalino militar, el más próximo, fue desgarrador la escena de Griselda que histérica lloraba por la muerte de sus hijos y la gravedad de su hija, nana Dulce también con menos acción pero afligida no daba crédito a lo que estaba pasando, horas antes cuatro jóvenes sanos salieron a divertirse de la mejor manera para ahora estar muertos, la morocha agitaba la cabeza negando lo ocurrido, buscando con sus lágrimas una respuesta a lo que estaba pasando injustamente, recibió el consuelo de los visitantes, un afligido Carlos Felipe estaba sentado cabizbajo en un rincón, no daba crédito a lo sucedido, sintió una angustia grande al principio conociendo que Pedro Artemio y Sara Guillermina habían sufrido un atentado, le vino la calma al tocar al joven barbado, lo abrazó con una felicidad al sentirlo sano, su ropa estaba ensangrentada, Carlos Felipe ordenó de inmediato le ordenó al chófer para que le trajera ropa, lo tenía abrazado, el chico instintivamente sentía calma ante el apoyo de su jefe y mentor, Griselda estaba inconsolable y tuvieron que calmarla con liquido de anestesia, Emilio llegó a consolarlas, Carlos Felipe lamentaba que Noelia no estuviera en este momento nefasto, ella le daba fuerzas a la nana Dulce y a Griselda, los cuerpos fueron llevados a las velaciones en la gran casa del Olmo, allí acudió el apesadumbrado padre de los muchachos otrora chófer, Griselda repartía su tiempo atendiendo las velaciones a la vez que iba al hospital a conocer el estado de su hija, fueron muchos los curiosos que estuvieron en el velatorio, una nana Dulce acongojada viviendo otra vez la desgracia, Pedro Artemio con vendas tras sus heridas, el camino al cementerio fue tortuoso, a lo lejos la figura de Guillermo Izaguirre aun tosiendo presenciando las honras fúnebres, recién había llegado del interior del país al cuando se enteró de la noticia, no decidió acercarse a Griselda, era mucho el recelo que sentía, fue ella quien le entregó la virginidad siendo una niña de catorce años, durante todos estos años se había alejado de la vida de ella, la volvía a ver desde aquel último encuentro allá en la estancia, Pedro Artemio estaba con él, se acercaban las figuras de Carlos Felipe y Noelia hacia el muchacho, Guillermo con excusa repentina prefirió apartarse guardando prudencia, lo mejor es que la pareja de esposos ignorase su presencia, Guillermo al saber de la relación laboral de su protegido Pedro Artemio decidió alejarse de la escena que los pudiera reencontrar, Guillermo era dueño de la verdad de la existencia y nacimiento de Pedro Artemio, desde lejos Guillermo observaba la plática de los esposos con el muchacho, lejos estaban de suponer que eran padres e hijo los que platicaban, solo Guillermo sabía aquello y lo guardaba, luego de un rato cuando las personas iban saliendo, Guillermo vio a lo lejos a la apesadumbrada Griselda, aún sentía algo por ella al sentir el deseo atrayente de estar a su lado, oculto entre la rosaleda la vio pasar, le vino un sentimiento de angustia, decidió no acercarse, detrás vio caminar cabizbajo a Luis, el hijo que lo hizo pasar por suyo su difunta esposa Andreina aduciendo ser su primogénito pero en verdad sólo tuvo con ella al pequeño Maximiliano que murió siendo niño a causa de la fiebre amarilla, ya cuando casi no quedaba mucha gente salió de la rosaleda caminando con cautela, vio a un hombre de edad adulta que no disimulaba su sonrisa de aceptación, iba rodeado por gente de seguridad, todos vestidos de negro absoluto, lo conocía, hace años deseaba obtener tierras, era Fulgencio Arichabala.
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Las gotas de lluvia caían sobre la capital haciendo surcos en la tierra de aquella lotización periférica a la ciudad, sobrevenía rayos y truenos, unos deditos de seis años estaban deslizándose por el vidrio de la ventana, la noche estaba en su inicio, su madre aún no llegaba del trabajo, estaba de rodillas sobre un sofá apoyado su pecho en el espaldar del mueble, sus bracitos estirados se movían con los dedos haciendo círculos en el vidrio, de pronto escucha el abrir y cerrar de la puerta del cuarto donde estaba, ve la figura de Wilson que rápidamente ingresa a la cocina dejando dos bultos, la madre de Wilson le ayuda a colocarlos, la alegría del niño es grande cuando ve entrar a su madre acompañada detrás por un señor bien elegante con el traje poco mojado llevando otro par de bultos, Ana le agradeció a la mamá de Wilson por el cuidado en la tarde de su hijo Daniel Eduardo, el niño tenía abrazada a su mamá de las piernas vio que algo en secreto le decía Ana a la señora al oído, marcó al niño llevándolo a su cuarto contiguo, el elegante hombre los acompañó, el niño estaba un poco intrigado por la presencia de aquel hombre por vez primera, vio a su madre vestirse de mejor forma así como de pintarse, para eso ya la lluvia había parado, Ana se despidió de su hijo y justo al llegar Wilson para que lo cuide en su ausencia, Wilson y el niño vieron a Ana subirse al auto con el hombre galante, cerraron la puerta y se pusieron a jugar barajas, pasó un buen rato cuando escucharon golpes en la puerta, el niño abrió encontrándose con la sonrisa de tres amigos de Wilson que lo invitaban a salir, le preguntó al niño si deseaba acompañarlos y éste aceptó, Wilson los hizo esperar invitándoles a sentarse en las sillas humildes del lugar mientras llevaba al niño a cambiarlo de ropa, ya que tenía puesto un pijama de dormir, lo vio desvestirse rápidamente, ya desnudo a plenitud Wilson lo miraba fijamente, su mirada centrada en aquellas líneas de curvatura de piernas infantiles, aquellos dedos alargados bien formados descritos sobre la sábana de esa amplia cama en la que dormía con su madre, subió su marcada a través de esas hermosas piernas blancas rozagantes hasta concentrarse en ese penecito lampiño flácido colgado entre esos lindos testículos, las manitos estaban frotándose los glúteos, se notaban los ojos entreabiertos del niño, el tiempo transcurría, el niño seguía parado en la cama, lo hizo que se siente sobre la cama, ahí sus piecitos rozaban el piso, vio que Wilson se deslizó la cremallera sacándose el pene que fue a rozar sus labios infantiles de seis años, le dijo que abriera la boca, dócilmente el niño lo hizo de una manera tímida, probaba de nuevo ese glande dentro de su paladar y lengua que tanto le gustaba aquella sensación a Wilson, lentamente lo fue sacando y lo fue rozando por las mejillas y frente del niño, de nuevo le hizo rozar por aquellos hermosos labios bien formados, ahora chupaba el glande, Wilson se encontraba en una etapa de éxtasis, en un instante botó semen en la cara del niño, el líquido escurría por la piel, Wilson agitaba su pene, tomó papel y se lo limpió, de igual manera hizo con la cara del niño, lo fue acostando lentamente en la cama, el niño estando acostado boca arriba vio acercarse el pene de Wilson que se frotaba con su penecito, luego de varios movimientos, le hizo acostarse boca abajo, sintió molestias en su traserito, el pene de Wilson con su glande brilloso rozaba la entrada del ano del Daniel Eduardo aquel precioso niño de seis años, Wilson estaba complacido haciendo un alto y viendo su pene grueso bien erecto deslizándose entre los glúteos blancos del niño, así, así, le decía, siente como te gusta, así, así, delicioso, Wilson cerraba los ojos mordiéndose los labios en señal de placer, mientras que Daniel Eduardo quietecito recibía aquellos movimientos de pene en su traserito, muy relajado, muy quietecito, la cara de Wilson descendió hasta posarse con su cuerpo encorvado en la cabeza del niño las mejillas de Wilson rozaban aquel pelo lacio, le dio muchos besos en el cuello y en la espalda desnuda deslizando sus labios por la espalda hermosa, de nuevo muchas veces pasó el glande por aquel traserito ahora con leves intentos de penetración hrgados por le glande que le hacían gemir estoicamente a ese precioso niño y que de a poco recibía los cortos deslices, se detuvo para continuar con el roce del pene en el los glúteos y en la espalda, a Wilson le gustaba mucho hacerle crecer el deseo al precioso Daniel Eduardo, de pronto sus deseos fueron interrumpidos por los gritos de sus amigos, Wilson le tapó la boca la nene, presurosame en algo se acomodó la ropa oyendo la insistente llamada de sus amigos, tomó al pequeño aún besándole repetidamente, luego desde allí les gritó que ya salía, se apartó del nene quien dio vuelta viendo el pene erecto aún de Wilson que lo terminaba de limpiar a Daniel Eduardo y luego lo vistió saliendo del cuarto como si nada hubiese pasado, los amigos se unieron para salir a la calle, caminaron mucho viendo como siempre las jocosidades de los transeúntes, se detuvieron a beber algo, al pequeño le regalaron un refresco, al paso del tiempo vieron pasar a un lujoso auto, Wilson identificó que era el mismo en el que andaba la madre del niño, a unas cuantas cuadras de aquel apartado lugar se detuvo el auto frente a una casa de citas, de ahí Wilson vio bajarse a la madre del niño y aquel hombre elegante, el idilio lo iban a sustentar entrando en aquel lugar, Wilson sonreía irónicamente, conocía a aquel hombre al que Ana la madre de Daniel Eduardo se entregaba, calculó que la pareja pasarían horas allí, Wilson trató de que el pequeño Daniel Eduardo viese aquel acto de cita de su madre con el amante, le insinuaba irónicamente que él sería su papá y que ibana a hacer un hermanito, esos comentarios mordacs venidos de labios de Wilson enfadaban al pequeño Daniel Eduardo dándoe cual si fuese golpes de martillo en su cabeza, las palabras de Wilson se hacían los aguijones en el espíritu del niño, pasaron por la entrada de aquel lugar, cabizbajo fueron al parque más cercano poco iluminado, le decía lo bien que lo pasarían ambos adultos en aquella cama de hotel, le decía que erean fabulosas en comodidad y que tenían un baño elegante donde poder cogerse, al decir eso sonreía mientras el pequeño cada vez se mortificaba, todo ello lo recibía de aquellos labios en sus oídos, los amigos estaban en silencio, Daniel Eduardo notaba como sus miradas de burla eran cruzadas entre sí, le acariciaban jocosamente, uno e ellos le tocaba el traserito, era aquel al que tenía abrazado Wilson, se dedicaron a fumar y a beber, el niño aprendía a fumar, tosía, los amigos se le burlaban al decirle que con eso se hacía hombre macho y le daban una copa de ron la cual escupía o tosía, las risas no paraban, y ya muy al rato Wilson se despide de los amigos con pretexto de que era tarde para el pequeño que deseaba llevarlo a dormir, se despidieron y Wilson tomó camino con el niño de regreso a casa, pasaron por aquel motel, el niño lo vio y caminaba cabizbajo, Wilson lo llevaba abrazado, quiso llorar y le tranquilizó, era muy fuerte para Daniel Eduardo saber la situación de su madre, estab muy triste, sí, muy triste, se dejaba levar de brazos de Wilson, durante el trayecto miles de cosas se imaginaba Wilson en la mente de lo que estarían haciendo aquella pareja en la casa de citas y se lo decía al pqueño que se limitaba a aasentir y a escuchar, Wilson decidió caminar por un lugar muy apartado con escasa luz que daba a un bosque tupido por los alrededores de la ciudad cerca de la humilde lotización donde vivían, era un lugar apartado donde frecuentaban las parejas para hacer sus necesidades sexuales, así se le consideraba a este lugar, Wilson le dijo que lo acompañe porque deseaba orinar, el niño asintió obediente, ya antes el niño le había visto manosearse el pene vestido de Wilson, entraron por un camino angosto de piedras entre la maleza donde la luz se iba apagando, el niño estaba parado a pocos pasos y vio a Wilson sacarse el pene pero no vio las intenciones de orinar en aquel hombre de treinta y dos años, sino que vio al hombre que agitaba el pene, Wilson le hizo gestos para que se acerque, el niño obediente dio pasos cortos agarrándose con sus manitos a la tupida maleza, bajó lentamente a ese apartado lugar con escasa luz, Wilson le hizo acuclillar sobre la gran piedra donde estaba parado en su delante y le ordenó que abriera la boca como hace rato, para Wilsn era muy agradable ver su pene entrando en esa cavidad bucal de Daniel Eduardo, el niño chupó y lamió por largo rato ese pene erecto, Wilson se imaginaba que eso mismo ahora lo estaría haciendo la madre del niño con aquel hombre y en verdad que no se equivocaba, pues precisamente ella lamía el pene de su amante, y de esa manera Daniel Eduardo siguió con el sexo oral, ahora le hacía más seguido en movimiento de pene y boca cerrando sus ojos, Wilson pensó que ahora en ese hotel de citas seguramente Ana estaría complaciente acostada recibiendo embestidas de su amante, así que decidió quitarle rápidamente la ropa al niño colocándola sobre otra piedra húmeda junto a su ropa, Daniel Eduardo sentía recelo al verse desnudo en aquel apartado lugar, le dijo que tenía miedo de ser visto, Wilson lo abarzó manosenadole la espalda y el cuell y le dijo al pequeño que ese lugar era muy apartado propio para hacerle el amor, le hizo dar vuelatas para contemplarle ese infantil cuerpo desnudo, le abarzaba y le daba caricias, lo marcaba haciéndole que sus piernitas le rodeeen las caderas y le daba giros haciéndole sonreír, sus pechos unidos igual que sus frentes a amplia sonrisa dabana cuenta de sus cuerpos que rotaban, se detuvieron, lentamente e cuerpo de Daniel Eduardo se desliza por el de Wilson, se abrazan, le dice para “jugar” en ese lugar, tímidamente el niño con su cabeza recorre el lugar, lo mira detenidamente, Wilson le pregunta si desea “jugar”, Daniel Eduardo cabizbajo asiente, Wilson sonríe, le daba muchos besos en el cuello y pecho, ahora bailan por uns instantes, capegados con esos cuerpos desnudos, después le abarza al niño por detrás besándole la espalda y el traserito, le decía que era el mejor del mundo, Daniel Eduardo escuchaba cabizbajo, le hizo girar en su delante, se miraron, le hizo sacar una leve sonrisa al pequeño, Daniel Eduardo de mucha satisfacción abrió la boca y cerró los ojos al sentir que su pene era ensalivado por la lengua del adulto de treinta dos años, luego sentía que su pene estaba dentro de aquella boca adulta cuya punta de lengua rozaba la punta del glande de ese pene lampiño, después lentamente le hizo acostar en la roca, su carita se apoyaba en las manitos, la lengua de Wilson pasaba por entre la separación de los glúteos, animado como estaba le rozaba el pene por esos glúteos voluminosos, de nuevo su pene estaba entre los glúteos, sus cuerpos desnudos estaban algo mojados de los restos de lluvia alojada sobre la roca que pese a desalojar aún quedaban restos, pero la calentura de Wilson era más que pensar en aquel detalle, las ideas minaban el cerebro de Wilson pensando lo que ahora la madre del niño estaría haciendo ahora con sus amante en aquel lugar, el nño sintió humedad en la entrada de su culito, ahora ensalivado el pene de Wilson empujaba y empujaba milímetro a milímetro abriéndose campo en ese anito infantil cerradito, de nuevo le puso saliva y siguió introduciendo de a poco, el niño no aguantaba más el dolor y empezó a gemir con sollozo intermitente, sus manos se aferraban en la gran roca, de su boca salía saliva, sus lagrimas chocaban con la gran roca, el dolor parecía no terminar, le suplicaba que ya no, más, yano, ya no, ya, ya, ya, pero Wilson estaba enloquecido, entontecido de gusto, estaba pensando en lo que esa pareja estaría haciendo, cerraba los ojos pensando en que seguramente aquel amante d ela mujer le estaba dando pene por el culo y paradójicamente Wilson no se equivocaba pues a kilómetros de distancia aquella mujer ufaba sintiendo las embestidas del pene en su trasero, aquel hombre le decía que no lo olvid por lo que le estaba haciendo y Ana correspondía asintiendo, Wilson cerraba los ojos, estaba ensimismado con su mente a ojo cerrados, su pene estaba donde deseaba estar, estaba muy alocado, muy enloquecido de tanto placer que no se percató que su pene entraba desaforadamente en el ano del niño, su mente turbada reaccionó al escuchar los gritos desgarradores del niño, reaccionó sacando el pene lentamente, pero ya era tarde, lo había desvirgado, por pensar en lo que la madre del niño desnudo debajo de su cuerpo estaría haciendo en ese hotel de citas, ahí estaba Daniel Eduardo postrado sobre aquella roca rodeadad de tupida maleza junto con ese apartado parquecito que servía a otras parejas para hacer el amor clandestino, el hombre asustado lo primero que hizo fue caminar sobre los alrededores para constatar que no pasaban transeúntes por si acaso habían escuchado los gritos desgarradores del pequeño Daniel Eduardo, caminó por unos instantes, se notaba preocupado, no era para menos, le había desvirgado, luego volvió y vio entre penumbras el cuerpo de Daniel Eduardo que yacía aún allí sobre aquella amplia roca, preocupado se acercó al niño que no dejaba de llorar, poco a poco lo fue reanimando y aseando la sangre salida de su ano, le limpió con la trusa suya, en la tela quedaba la evidencia de haber sido desvirgado en aquella fresca noche luego de aquella lluvia en ese apartado lugar, le pasó la tela por largo rato, hasta que paró de manar sangre, lentamente lo vistió y le puso su trusa de adulto con su pañuelo en el ano para que chupe la sangre por si volvía a salir, Daniel Eduardo ya no lloraba pero tenía una mirada triste con miedo hacia aquel hombre, su piel estaba muy rojiza, el niño con dificultad daba pasos lentos, caminó de regreso con el niño tomado de su mano, se acercó a comprarle un dulce que era de su predilección a lo que el niño lo tomó sin ocultar su tristeza, ahora lo miraba con recelo a Wilson mientras sentía el ardor del latir de su culito desvirgado, no había dudas que le dolía fuertemente su trasero, lo demostraba con gestos llevándose la mano a la separación de los glúteos vestidos, giró la llave del cuarto donde vivía la madre del niño, a distancia la mamá de Wilson salió a su encuentro, vio al niño adormitado aún con los ojos llorosos, Wilson le dijo a su madre que el niño estaba así porque extrañaba a su madre, que tenía un poco de hambre, le preparaía algo y estaría aun acompañando al niño dentro de su cuarto hasta hacerlo dormir, la madre aceptó dándole palamadas en los hombros a su hijo y luego se fue ingresando a su cuarto, Wilson entró con el niño, lo acostó sacándole la ropa, le abrió las piernas, vio que su pañuelo no estaba ensangrentado, afortunadamente la hemorragia había cesado, parecía que no lo había desflorado por completo, le acarició el pelo, prometiéndole que le iba a hacer muchos regalos de los que él quería, pero que no dijese de lo ocurrido a los adultos, el niño no hablaba, aún sollozaba de solo recordarlo, tenía miedo de Wilson por lo que le había hecho, estaba sentado en su cama con las piernas dobladas, sus manitos estaban sobre las rodillas dobladas y su carita apoyadas en ellas, Wilson insistía en acariciarle el pelo, se acostó junto a él sin dejar de acariciarlo, con tanto trabajo le convenció para que se deje curar, le puso crema para escaldadura en el traserito y le dio de tomar antibióticos de la época, nuevamente le pidió al niño que no diga lo ocurrido, Daniel Eduardo se limitaba a escuchar y a pasarse su dedo por el trasero instintivamente, poco a poco se quedó dormido, duró mucho para aquello, fue en aquel viernes de enero de 1953 en que le terminaba de curar, se quedó acostado junto aél, de apoco, quedaron los dos abrazados, Wison le besaba el pelo a Daniel Eduardo, le dijo que su entrega del culito fue un maravillos acto de amor que nunca lo olvidará y que siempre lo cuidará de todos los que quieran lesionarle, le dijo a Daniel Eduardo que ahora él era su “mujer”, le acariciaba los brazos y con los pies le rozaba las piernitas, acostado de lado como estaba Daniel Eduardo tenía su mirada en el infinito, no pestañeba normalmente, leves suspiros salían de sus labios, sentía el latir de su potito, así, lejos de ahí a unos cuantos kilómetros Ana hacía a un lado sus prejuicios de madre soltera y se entregaba por amor a aquel hombre que pese a estar casado lo amaba, desde meses la había convencido de aquel hermoso idilio vivido, ese forndo hombre de calle la hizo sentir mujer a plenitud, distinto a aquel sutil modo de amar del padre de su hijo hoy un prestante hombre de negocios y político de buena monta, pero aquel hombre con el que ahora estaba tenía ese pene grueso y largo que le hacía vibrar las entrañas, la hacía gemir, desde casi siete años no había hecho el amor con hombre alguno, la entrega fue total, las posturas sexuales no se hicieron esperar, ni tampoco las embestidas de pene en la vagina, decidieron hacerlo todo ese tiempo aprovechándolo al máximo, ese pene de aquel hombre hizo furor en la vagina de Ana y le dio hasta el amanecer, hasta la salida del sol, y mucho más pues ese hombre se encontraba maravillado con ese hermoso cuerpo de mujer soltera con hijo de padre desconocido como ella se presentaba, había pleno deseo de entrega en el ambiente, se abría una nueva vida para Ana, aquella entrega sería el inicio de una cadena más de encuentros terminados en mutua pasión, se estaba haciendo adicta a ese cuerpo.
FIN DEL CENTÉSIMO TRIGÉSIMO TERCER EPISODIO
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