METAMORFOSIS 134
En el garaje.
Victoria corría con su amiguito Reinaldo de cuatro años por aquel amplio jardín de la gran casa Arichabala, los gritos de los niños en carrera ponía en atención a la servidumbre, se agitaron de tanto correr que se acercaron a la cocina a beber jugo de frutas frescas, la empleada los atendió adecuadamente, los niños continuaron con sus carreras, la mirada de las dos señoras madres de los niños era constante, sin perder el motivo de la charla, Dionisio de dos años estaba sentado junto a su madre un poco recostado a la espalda viéndolos correr, tenía los ojos entreabiertos en señal de querer dormir, el tiempo dio para que ambas mujeres charlasen de muchos tópicos, ese diálogo arrulló al niño quedándose dormido, la madre de Victoria llamó a una empleada para que llevase al niño a una de las habitaciones, la madre del niño agradeció por el gesto y pidió disculpas, la señora le dijo que no se preocupase pues para eso son las amigas, continuaron con la charla, la empleada subía las escaleras llevando marcado al pequeño Dionisio, abrió una de las puertas que daba a la habitación de Victoria y lo acomodó delicadamente al niño en la cama, lo cubrió con una sábana y salió del lugar, durante todo el trayecto la empleada tuvo la compañía de Victoria y Reinaldo, ellos quedaron en la habitación, Victoria le mostraba sus juguetes al pequeño de cuatro años, el niño se sentó a jugar con algunos juguetes, la niña se sentó en su delante viéndolo jugar y compartiendo sus juguetes, Victoria observaba que el niño se metía la mano por la entrepierna rascándose el penecito vestido con mucha inocencia y se debía por lo ajustado de la tela de su calzoncillo, la niña de ocho años ya antes había visto ese penecito orinando en el jardín y sorprendentemente lo había visto a este niño siendo de la iniciativa con su hermanito a abrazarse de la cintura para frotarse los penecitos desnudos, sabiendo todo eso, la niña se acercó más al perfumado niño y le fue pasando la manos por el brazo luego se acercó más apegándose al niño, su mejilla rozaba el hombro, de pronto la madre de Victoria aparece y los ve con los juguetes en manos, se acerca diciéndoles que jueguen en silencio para no perturbar el sueño del otro pequeño, obedecen moviendo la cabeza afirmativamente, continuaron jugando y escucharon cerrarse la puerta, la señora había salido, Victoria no dejaba de ver la entrepierna del niño que se seguía rascando ahora sentado abierto de piernes en ese entablado, le atraía sobremanera ese movimiento de manos que hacía el niño en la entrepierna, a rato con la acción de mover sus juguetes se rozaban la cara, instintivamente aprovechando el momento Victoria le dio un beso al niño en la mejilla, Reinaldo se limitó a sonreír sonriente viéndole a los ojos como aceptándole ese gesto y posupuesto luego vinieron otros besos más en la mejilla por parte de Victoria que más hicieron sonrojar al pequeño Reinaldo, se rozaban los dedos cuando se tocaban al moverse con los juguetes, de repente lo acostó en el suelo de cara a la suya así dándole de caricias en la cara y en el pelo, él se dejaba, tenía puesto sandalias de cuero con calcetines largos, vestía de marinerito con terno de color azul oscuro, estaba bien peinado, bien oloroso ante un buen perfume que su madre le había puesto a él y a su hermanito Dionisio, Victoria seguía acostada parcialmente sobre el cuerpo del niño uniendo las frentes sin dejar ambos de sonreir, al niño le gustaba que le roce las manos por la cara, se miraban sonrientes a los ojos, Victoria se apartó del niño arrodillándose a su lado, continuaron jugando, no dejaba de ver a ese precioso nene que se sentaba a jugar acuclillado agarrando el juguete con una mano mientras la otra se la metia en el interior de s ropa y la miraba a ella mientras lo hacia, se entendía que con esos besos crecía la confianza en ambos sobretod en mostrarse más abiertos a esos tipos de movimientos de manos en los que ella se sentaba y rozaba la muñeqca por su vestidito de la entrepierna, la pierna de hule de la muñeca se la metía en la boca y la rozaba en los labios, ella insinuante, él se limitaba a ver y sonreir sin dejar de manosearse el pen vestido, él sabía de lo que ella pretendía hacerle, así que sonreía constantemente con picara mirada complie y se manoseaba constantemente su penecito, luego se ladeaba un poco y se metía la mano dentro de la ropa, así también le miraba y le sonreía a ella contestándole los manoseaos que ella se hacía en su calzoncito acostada mirandole, más le gustaba a él cuando ella reía al pasar su manito por el traserito vestido, fue entonces que cuando él se sentó abierto de piernas y sobándose su pene vestido fue que Victoria vio un bultito de tela que se le hacía al pequeño en la tela, de inmediato se acercó a verle esos movimientos, ambos sonrieron, las manitos femeninas infantiles deslizaron la cremallera del pantaloncito corto de marinerito a vista del nene, hurgó por la tela hasta sacar el penecito, lo vio rozagante, el niño miraba detenidamente aquellos movimientos de manos de Victoria, le frotó el pene hasta dejarlo algo más erecto de lo que a estaba, se estaba haciendo rosáceo, lo estiraba sutilemente con sus manitos y ellos sonreían viendo ese movimiento, la manito de él se posó sobre el de ella y juntos lo estiraban sin dejar de sonreír, se habían declarado sus inteciones y así habían dado riendas sueltas a lo que pensaban dejando atrás el recelo mutuo, Reinaldo vio las manos de Victoria que le deslizaban el pantaloncito corto llegando a las rodillas, luego su calzoncillo ajustado llegaba también a ese lugar de su cuerpo, al penecito lo olía y le pasaba las mejillas, era la primera vez que una niña le hacía eso, se dejaba tocar el pene, puso su carita junto a él y le vio al rostro no parando de sonreír, él también emitía una sonrisa de complicidad, el calzoncito, se alzó el vestidito y vio esa vagina descubierta que se posaba sobre su penecito y empezaba a realizar movimientos de cadera, para el niño era la primera vez que una niña le hacía aquello, para su edad aquello no era de mucho análisis, ya lo había visto varias veces curiosamente cuando escuchaba del cuarto de la lado donde dormía con su hermanito a sus padres haciendo gemidos, iba a ver lo que ellos hacían en la cama, la primera vez que los vio fue de una inocencia plena, sus padres fueron sorprendidos en el acto, pero su mirada fija en ese movimiento de pene de su padre sobre la vagina de su madre quedará en su mente más ese movimiento de caderas de subir y bajar, de subir y bajar constantemente, sus padres le decían que era un acto de amor entre dos personas, así, algunas veces que ellos gemían ´l trataba de verles pero ya la puerta se cerraba salvo quella noche en que su padre llegó borracho y le hizo el amor a la mujer el niño vio que hasta ese acto de amor le era activo a la mujer por el culo, pues el pene de su padre se intrducía en el ano de su madre, eso lo cautivó más a seguir viendo, en aquellas noches en las que escuchaba el gemido él se imaginaba de cómo su padre a su madre le estaría dando pene, sí por la vagina o por el culo, con el tiempo a su hermnito más pequeño lo cogía en la cuna o lo marcaba llevándole a su cama y allí le hacía lo que su padre le hacía a su madre, porque como le habían dicho que era un acto de amor ahora se lo quería mostrara asu pequeo hermanito, ahora, con Victoria ese acto de amor de dos personas que se quieren lo aplicaba el pequeño inocentemente dejándose llevar por es niña de ocho años, cuatro años mayor que él, solo era dejarse llevar por el instinto de atracción, así fue que ella estuvo sobre el niño, luego ella se acostó boca arriba y se lo puso al niño encima deslizándole más el pantaloncito corto llegándole a los tobillos, acomodó el penecito del niño haciendo que sea de agrado al sentir el roce de pieles, la cara del niño llegaba en parte con su pelito a la cara de Victoria que lo tenía agarrado de la cintura haciéndolo mover de las caderas hacia arriba y hacia abajo, el niño con los ojos cerrados recordaba haber visto a sus padres en muchas ocasiones como estas en la habitación, de igual manera sintió gusto de rozar su penecito de cuatro años aquella vaginita de ocho años, el niño recordaba que alguien en especial también le hacía esto recientemente hace pocas semanas lo que incrementaba por el gusto d elo que etsaba haciendo, aquella persona le decía que era un “jueguito”, al pasar los minutos de tanto roce, la niña apenas sentía el roce del penecito por su vagina por se ún muy chiquito, así que al rato se apartaron, la niña sacó la bacinilla que estaba debajo de la cama, y se sentó a orinar, Reinaldo se puso en pie viendo salir orina por la vaginita, la niña miraba con suma atención ese penecito ahora erecto que se lo estaba estirando el niño, la causa era que también deseaba ir a orinar, la niña se apartó de la bacinilla para verlo orinar al niño, el dedo medio de su mano derecha lo pasaba por los labios vaginales simulando que era el penecito del niño, ella por su edad tenía la iniciativa así que llamó a Reinaldo, se acostó liberándose la braga de su cuerpo sacándola por los pies, el niño se acercaba dónde estaba acostada encorvado su cuerpito femenino, le hizo gestos de que se acerque más, así lo hizo, vio que la niña se acomodaba en el suelo acostándose algo encorvada bien con las piernas abiertas, su penecito erecto estuvo rozando por breves instantes la vaginita hasta que los dedos de Victoria tomaron el pene poniéndolo entre los labios vaginales así al niño le hizo alzar y bajar la cadera, Victoria gozaba con ese roce de ese pene chiquito de cuatro años, se podía ver el traserito descubierto del niño alzándose y bajándose topándose las caderas infantiles, Victoria miraba sus muslos y piernas pegadas a las del niño así como el movimiento de caderas del niño obediente en lo que ella le decía, se abrazaron muy fuerte, el penecito bien recubierto del prepucio se deslizaba por la piel de Victoria, apenas aprecía el glande en esos roces, el niño algo de cansancio y se apartó de ella, sentándose en el piso con sus piernas abiertas viéndose el penecito muy rozagante de tanto roce, miraba su penecito y miraba a la vez el rostro complaciente de la pequeña e inquieta Victoria aún acostada en el piso, sentía queel penecito roagante le latía, para ese momento ya estaba despierto el pequeño Dionisio de dos años, había visto a su hermano encima del cuerpo de la niña, aún tenía rastros de dormido en los permanentes bostezos que daba acostado en la cama con su barbilla descansando en el colchón a un extremo d ela cama, no despertaba del todo pues aún el sueño tenía levemente, como es natural en los niños no tuvo un sueño agradable y comenzó a molestarse malhumorado con intenciones de llorar, los niños salieron de la habitación luego de arreglarse la ropa, Dionisio los siguió ahora llorando, de aquello se percató la madre tomando al niño en brazos, mientras los otros dos niños salieron a jugar al jardín con las típicas carreras, sorpresa para ellos fue la llegada de Reinaldo de siete años, el hijo del ministro que tenía el mismo nombre del amiguito vecino de Victoria, los dos Reinaldos y Victoria jugaron en el jardín, los niños vieron salir a las tres mujeres una de ellas llevaba a su hijo en brazos, el pequeño Dionisio se liberó de su madre para unirse al juego de los niños, el pequeño de dos años era el centro de atención de los otros niños, un auto último modelo se estaciona junto al jardín en la acera, un hombre bien vestido se deja ver con su presencia ante las damas, Reinaldo corre a abrazar a su padre el prominente ministro que también lleva su nombre y aprovecha para saludar cordialmente a las damas, había venido por su esposa e hijo pero jugó un rato con los niños y conversó brevemente, se podía notar lo jovial de su personalidad de hombre bien parecido, los dos niños Reinaldos jugaban más con aquel prestante hombre, las mujeres miraban la espontaneidad de la personalidad de aquel hombre, al pasar el tiempo decidió que era el momento de retornar a casa, juntos entraron al auto tras la despedida, cuando el auto se alejó los comentarios de las dos mujeres no se hizo esperar, las tres mujeres eran muy buenas amigas, pero una de ellas guardaba un sentimiento especial hacia aquel hombre, vio a su hijo Reinaldo y lo llamó dando muestras de mimos y acariciándolo por unos instantes, su otra amiga la madre de Victoria vio que su amiga tenía ganas de llorar, se levantó de la silla para abrazarla a ella y a su pequeño, Victoria que estaba parada viendo aquello no dejaba de ver el rostro de la señora no explicándose el porqué de la repentina congoja en la madre de aquellos niños, por su lado pasa el sonriente jardinero saludando a los presentes, detrás suyo iba Agustín de 14 años las miradas entre él y Victoria eran constantes, los niños curiosos miraban el trabajo del jardinero, Fernanda la madre de Victoria consolaba a Valeria la madre de los niños, decidieron ingresar al gran salón, amabas habían sido amigas desde la infancia, la venida de Valeria reconfortaba la existencia de Fernanda, eran como hermanas, se llevaban muy bien, lo más importante es que compartían sus secretos y este era una de ellos, mientras tanto cerca de ahí los niños continuaban viendo los trabajos del jardinero, Agustín fue a ver la manguera para regar las plantas, los dos niños tomaron la manguera para hacerlo, Agustín les permitió, así los niños estaba entretenidos, con un leve gesto Agustín hizo que Victoria lo acompañase aprovechando que el jardinero seguía muy atento a su trabajo, a espaldas del jardinero los dos fueron hacia la apartada bodega lugar de sus encuentros, allí el lugar era un poco oscuro, ella sin perder tiempo se deslizó la braga mientras él se deslizaba el pantalón y la trusa que llevaba puesta en su interior, ya el pene de catorce años estaba erecto listo para rozar los labios vaginales de ocho años y que tanto le gustaba a Victoria sentir el pase de ese tibio pene, los movimientos de cadera fueron rápidos y constantes, ellos temían estar por mucho tiempo allí ya que si se quedaban por mucho más del tiempo previsto podrían ser vistos, ella complaciente y él de la misma forma, continuaban con esos movimientos sexuales de roce de pene en la vagina, Victoria a sus ochos años ya le gustaba estar con un chico como Agustín quien la había iniciado en esos roces atractivos de carácter sexual, se dieron un prolongado beso en señal de gustarse, la punta del glande de Agustín entró en la entrada de la vagina de Victoria que abría asombrada los ojos y la boca, el muchacho algo encorvado su cuerpo pudo ver algo así como un pequeño trozo de glande metido entre los labios vaginales, empujó más haciéndola gemir a la niña de ocho años, otro poco más, ambos sentían la tibieza de sus pieles, otro poquito más de empujón, Victoria agarrada de sus manos con fuerza en los brazos extendidos del muchacho de catorce años quien seguía empujando despacio el glande, Victoria sentía más agradable aquella forma de roce de gland con casi señal de penetración, de nuevo los besos vinieron para calentarla, ella instintivamente se aflojaba de cuerpo del muchacho de catorce años, sentía algo de molestia pero le estaba a la vez gustando aquello, pero pudo más el instinto de conservación ante esa moestia así que se iba zafando, la sostuvo con fuerza, unieron las frentes, la saliva puesta sobre la vagina se deslizaba, el glande brilloso de catorce años se deslizaba de mejor forma, ambos miraron al alzar las caderas Agustín aquel tronco de pene con pelitos que ahora se deslizaba por los labios vaginales, lo tomó con su mano haciéndolo entrar un poquito en la vagina a lo que Victoria gimió aguantando la entrada, sintió sus labios vaginales abrirse un poco más de lo acostumbrado, se abrazaron piel a piel, ella sintió el semen del muchacho que se deslizaba por una de las caderas, no había sido desvirgada pero el muchacho estuvo ahí quieto viendo ese movimiento, su pene mojado de semen lo pasó por la vagina para que la niña sintiera ese líquido, luego le dio la vuelta poniéndola boca abajo y pasándole el pene por el traserito, le besó toda la espalda, el pelo, el cuello y las mejillas, luego la puso en pie limpiándole la vaginita y el traserito quitándole los restos de semen que habían quedado impregnados en su piel, se abrazaron, el muchacho inclinó un poco su cuerpo para que su pene roce la vaginita, la niña correspondía al abrazo y a los besos que se daban, se apartó un poco el muchacho sin dejar de agitar su pene, le hizo acuclillar a ella y le pasó el pene por los labios, la niña se dejaba pasar por las mejillas y pecho, sonreían, el deseo de seguir era mutuo, lentamente la acostó de nuevo sobre el suelo y le hizo abrir las piernas, su glande entraba lentamente en esa vaginita, los labios se abrían al grosor de ese pedazo de carne sexual humana, la acostó boca abajo y le puso el pene en la entrada del ano, lo hundió hasta el aguante de la niña, ahí lo dejó por unos instantes, la niña gustaba mucho de ese movimiento, le gustaba sentir el olor y el peso del cuerpo del jardinero Serafín sobre el suyo, el muchacho estaba complacido al tener ese lindo cuerpo de piel blanca delante suyo, la niña hija de los patrones dejó que el muchacho la vistiese, Agustín se iba vistiendo con rapidez, fue el primero en salir del lugar, Victoria al sentir el alejamiento de Agustín ya sentía una sensación naciente de extrañarlo, lo estaba desenado otra vez y no quería que se vaya, la forma de manifestarlo era cerra los ojos y manosearse la vaginita vestida y rascarse el culito humedecido, el muchacho satisfecho sexualmente ya distaba de prudente distancia, a lo lejos entre la rosaleda que cubría el lugar vio al pequeño Reinaldo haciéndole gestos para que se acerque, lo metió en el lugar y ella mismo se encargó de bajarle el pantaloncito y la trusa hasta el tobillo, ella se acostó y sobre su cuerpo puso el cuerpito del niño haciéndole que el penecito le roce en la vaginita, tomó el penecito y se lo metió en los labios vaginales haciendo que se mueva el niño, sintió algo de placer con el roce de ese penecito en su vaginita, arrimado a la puerta estaba el pequeño Dionisio de dos años viéndolos hacer eso, la niña se acercó al niño y de igual manera que a su hermanito le quitó la ropa, lo acostó sobre su cuerpo y empezó a hacerle mover las caderas sujetándolas para arriba y para abajo, mientras el otro niño sentado en un rincón se manoseaba el penecito, la niña apartó al pequeño Dionisio y le hizo acostar al pequeño Reinaldo, se dieron de besos cortos, el penecito lo puso a rozar su vaginita, le hizo apartar al niño, Victoria se acostó boca abajo diciéndole que le pase el penecito por el traserito, el niño gustoso agitó su penecito y se puso a rozarle los glúteos femeninos infantiles, se sentía los movimientos de cadera, luego Reinaldo puso a su hermanito acostado sobre el cuerpo de Victoria, asimismo el penecito rozaba sobre el traserito, Victoria pidió a Reinaldo que continuase, el niño lo hizo, se dio vuelta y ahora el penecito de Reinaldo rozaba la vaginita, Victoria volvió a tomar con sus manos el penecito de Reinaldo metiéndoselo en su vaginita, sintió la misma sensación de lo que le había hecho antes Agustín aunque no con tanta intensidad, la niña le dio por orinar en un rincón de aquel apartado lugar de la gran casa, los otros niños también orinaron cerca de ella, se vistieron y salieron a jugar, a cierta distancia Agustín miraba a Reinaldo agarrase el pene vestido a causa de los roces en la vagina de Victoria, se suponía el muchacho lo que Victoria había hecho, también, distante desde una ventana unos ojos muy fijos contemplaban.
* * * * * * *
El fuerte viento golpeaba el rostro de Valentín, iba abarzado de Oliver, sus cabelleras se agitaban al viento, iban navegando el yate junto a dos de los amigos prestantes, la pesca era buena en volumen pero no en la calidad prevista de ejemplares, ante la ausencia de su hio Jonthan, Valentín era el que ocupaba el lugar, la amistad era cada vez más sólida, habáin pasado muy bien la navidad y el año nuevo, este momento de pescar, de estar juntos fortalecía esa relación maravillosa de amistad y apego, transcurría el tiempo, se acercaba el ocaso, era hora de partir, de llegar al refugio hotel que los esperaba para cenar, Oliver estaba muy contento, había sido el afortunado en la faena con los más grandes ejemplares, la suerte se la debía a Valentín, orgulloso decía eso haciéndole muy importante al muchacho, bebían copiosamente, Oliver el más entusiasta en la bebida. Estaba muy contento tanto así que sus compañeros le brindaban a su salud y felicitaciones, Valentin bebía ponche y refresco, las horas pasaban y era momento de ir a las habitaciones, Valentín fue el primero en descansar, se estaba arrllando con la música de baile de fondo, pensaba en los momentos vividos en aquel día maravillos, se complacía que Oliver lo tome en cuenta en sus triunfos de pesca, tiempo después se escucha unas voces, luego el sonar del seguro de la puerta, allí en la entrada de la habitación dos de los amigos d Oliver lo dejaban, el muchacho salió descalzo vestido con pijama al encuentro de los visitantes, dejaron a su amigo sentado en el sillón profundamente mareado con seales de abrírsele un sueño profundo, Valentín agradeció y tomándole de un brazo sobre su hombro lo llevó a la habitación, lo acostó lentamente dejandoe de cara al techo, lentamente le fue sacando los zapatos y los calcetines, se notaba en el rostro de Oliver que estaba profundamente mareado con sus ojos desorbitados por el efecto del alcohol, le abrió la camisa mostrándose el pecho velludo y pectorales desarrollados, los dedos hacían círculos en los vellos, tragaba saliva, lo tenía tan cerca, su piel se acaloraba, cerraba los ojos, movía su cabeza negativamente antes sus libidinosos pensamientos que lo acometían, era el momento de desabotonar el pantalón sacándole la correa, lentamente suspirando le fue deslizando, con mucha dificultad alzando el pesado cuerpo por el colchón le fue scando el pantalón, ahora quedaba en su delante aquel calzoncillo, ragó saliva, sus dedos alargados afeminados desabotonaban el calzoncillo, para ese entonces Oliver roncaba fuertemente, Valentín no djaba de mirarle fijamente el rostro, estaba por conocer ese pene, abrió la costura de botones del calzonillo mostrándose ese pene flácido, su nariz lo rozaba, a la vez que volvía a mirarle a Oliver que roncaba, estaba bien perdido de borracho que no sentía el deslizamiento sutil de lsos dedos de Valentín, lo olía de nuevo, sehabía enamorado ese miembro viril, ahora que lo tenía más cerca era mucho mayor su apego, pensó que era su oportunidad de sentirle en su boca, el glande lo pasó por sus mejillas luego lo sostuvo metiendoselo en la boca, lo chupaba, lo lamía con deseo, sus piel se calentaba más, sintió su pene erecto, así que lentamente se estiraba el pene a la vez que lamía los testículos del pene de Oliver, de forma pausada se iba quitando el pijama, se subió acuclillado en la cama y le lamía el pene y así también con sus manos se manoseaba el culito, era su deseo de sentir y sentirle, así que sin miramientos y abierto de calentura excesiva en su cuerpo se sentó abriendo su culito sobándolo por el pene flácido de Oliver, lo movia cerrando los ojos y mordiéndose los labios, se había pasado la línea del respeto y del recelo, no le importaba, era su momento de sentir en algo aquel flácido pene, sentado con su culito desnudo sobre el pene de Oliver se masturbaba su pene y vio salir disparadao un poco de semen sobre las sabanas de aquella cama, su respiración se aceleraba, de inmediato reacciona a la realidad y se aparta del cuerpo de Oliver que aun seguía roncando perdido su conocimeinto por efeto del alcohol, toma papel y lo pasa por la mancha de semen en la tela de la sabana y luego le pasa perfume, se arregla la ropa, se acuesta en su cama y de llí ve a Oliver que dormía profundamente, su carita estaba apoyada en la almohada, sonreía por lo que había hecho, complaciente se quedó dormido, al dia siguiente en el desayuno Oliver le pedía detalles a Valentín de cómo había llegado a su habitación pues él no recordaba nada en absoluto, a lo que el muchacho se limitó a contestarle con detalles lo sucedido, de regreso en auto a la mansión pasaron el resto del día conversando de la pesca, Valentín había dado un paso en la relación.
* * * * * * *
Las contracciones eran cada vez más fuertes para la mujer que en la cama daba vueltas, la empleada llegó a vestirla, urge llevarla al hospital, su padre estaba de viaje, igual su esposo Gustavo Adolfo, va a nacer el bebé decía, el parto se adelantaba, su primo llegó a su auxilio, así que tiempo después rápidamente el auto llegó al hospital, ahí la esperaba con cierta ansiedad Noelia y Carlos Felipe, los suegros de la mujer, fue llevada con cuidado a una habitación, el médico se percató de lo avanzado y fue conducida a la sala de partos, aquella calurosa tarde se prestaba para el parto, ya casi llegado el mediodía se escuchaba a través del corto pasillo los llantos del recién nacido, de un impulso los esposos se levantaron del asiento, preciso instante en que llegaba el padre de la parturienta, se saludaron y mientras eso sucedía una enfermera con pasos lentos teniendo sumo cuidado marcando a la criatura preguntó por el padre del precioso niño, en su lugar se acerca el padre de la parturienta y ve al precioso bebé de piel blanca como sus padres, como sus ancestros, agitaba sus piecitos y manitos, Noelia y Carlos Felipe lo vieron con ternura a prudente distancia, unieron sus sienes tomándose de las manos viendo al pequeño, su primer nieto, la alegría llegó a los presentes, la enfermera llevó al recién nacido, los presentes lamentaban la no presencia de Gustavo Adolfo en ese momento crucial en el nacimiento de su hijo, en realidad, ese niño era su segundo hijo, el otro era hijo de aquella humilde campesina, los curiosos y resto de la familia a través del cristal miraban al bebé, tiempo después se quedó solo el primo de la parturienta, las lágrimas le salieron espontáneamente a través del cristal, había nacido un precioso heredero de la familia, decía, luego llegaron amigos militares de Gustavo Adolfo, la noticia también llegó a oídos de nana Dulce, su pena en algo menguaba, era muy difícil olvidar la muerte de sus bisnietos a manos de esos criminales, la venida del niño a la luz fue la comidilla de la sociedad, a oídos de Amanda llegó la noticia, sintió un poco de recelo, vio a su hijo que lo tenía en sus brazos meciéndose, lo acarició prolongadamente con sus ojitos entreabiertos, diciéndole al pequeño que ya tenía un hermanito de padre, Amanda suspiró, resignada a lo que había pasado, continuó meciéndose, la situación del clima estaba cambiando, muchos kilómetros de ahí Gustavo Adolfo a través del cable se enteraba del nacimiento de su hijo, los gritos del algarabía del militar se confundían con el abrazo de los ahí presentes, entre ellos su auxiliar en el extranjero, aquel hombre maduro que con sonrisa amplia abrazaba gustoso a Gustavo Adolfo, mucho se hablaba de la vida de aquel asesor, no tenía descendencia, ni tampoco relación amorosa, su vida consagrada al trabajo militar, eficiente y leal a quien asesoraba, bebieron mucho aquella noche, el gusto no era para menos, Gustavito muy feliz por el nacimiento de su hijo, contaba las semanas y días para estar con él, la embajada le envió un presente al recién nacido como gesto de buena voluntad, la familia esperaba la llegada de Gustavito para bautizar al niño con los nombres que el padre decida como estipulaba la tradición familiar en aquellos tiempos de enero de 1953.
FIN DEL CENTÉSIMO TRIGÉSIMO CUARTO EPISODIO
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!