METAMORFOSIS 135
Decisiones.
El viaje de retorno a casa para Gustavo Adolfo iba a ser muy largo, el gobierno al que representaba le dio licencia por un mes por su acertado trabajo más considerando el nacimiento de su hijo, arregló los documentos, tomó un avión que lo llevó seis horas recorriendo el viejo continente y otro directo al país del norte y luego al país de la canela, en su arribo estuvieron Noelia y Carlos Felipe del Olmo, en su delante estaba la esposa con el recién nacido de semanas en brazos, un fuerte beso solidificó su ánimo, sus manos abrieron el pañal que cubría la carita de aquel precioso niño de piel blanca con pelito rubio, todos con amplia sonrisa se complacían viendo al niño, la llegada de Gustavito fue aprovechada por el suegro para darle un buen recibimiento y realizar los preparativos del bautizo del niño en los próximos días, una buena parte del tiempo Gustavo Adolfo pasó dando informe a la embajada y haciendo documentos, luego a recibir a pleno sus días de vacaciones, el tiempo lo pasó jugando con su hijo y también con su hermanito Carlos Gustavo Rodolfo que el niño ya bordeaba los siete años, fue a visitar a la convaleciente Sara Guillermina, el semblante mejoró al verle, le tomaba cariñosamente las manos, el barbado Pedro Artemio que estaba con ellos miraba los gestos de ella, parecía que con la llegada de Gustavo Adolfo le había venido parte de vida y mucha esperanza, apartó los lentes de su cara refregándose los ojos con el instinto de ver mejor a Gustavito sentado junto a Sara en su lecho, la nana Dulce irrumpió abierta de brazos colmándolo de tiernas caricias maternales al militar, su sonrisa amplia no disimulaba aún el pesar que llevaba, el militar correspondió con abrazo fuerte, la escena fue impactante para los presentes, Pedro Artemio atento a la anciana de color, sabía por boca de su amiga que la anciana había cuidado a tres generaciones de la familia Buonanote, Pedro Artemio se despidió y al salir de la casa de su amiga vio acercarse a Noelia con su hijo Carlos Augusto Rodolfo, la recibió con beso en la mejilla y acarició el niño que estaba de mano con su madre, el niño respondió con una amplia sonrisa, un sentimiento de gusto le vino al eficiente asesor al estar junto a la noble dama, pensaba irse pero decidió entrar con ella, Noelia vio a su hijo abrazado de la nana Dulce y se unió al abrazo, el niño se quedó abrazado de la cintura de su hermano militar, todos rodearon la cama de Sara, su madre se acercaba a saludar y a darle unas bebidas a los presentes, las tres mujeres quedaron con Sara mientras que Gustavito y Pedro Artemio salieron a la entrada de la casa, escuchó los pormenores de lo que había pasado en aquella horrenda noche, el seguimiento de pesquisa efectuado, no había aún nombres de responsables, sin embargo se trabajaba en base a ciertos indicios, Gustavito estaba muy atento, luego de escuchar todo le dijo a Pedro Artemio que había ordenado se siga investigando militarmente de acuerdo a sus atribuciones, los dos vieron al niño saltar sobre una cuerda en la acera, lo hacía con un poco de dificultad, Pedro Artemio tomó la cuerda mostrándole al niño la forma correcta de maniobrar, el niño saltaba de gusto viéndose mover a Pedro Artemio, luego la tomó Gustavito haciendo la misma maniobra y finalmente el niño imitando lo aprendido, en una rápida acción el niño pierde el equilibro y va abrazando en su caída la suelo a Pedro Artemio, Gustavito emitía una sonrisa amplia viendo a ambos rodar por el suelo, nana Dulce y Noelia miraban la escena por la ventana, el niño había caído de pecho sobre Pedro Artemio dieron un par de roles sobre el suelo con amplia sonrisa, se levantaron con cuidado, Pedro Artemio se puso de rodillas arreglándole la ropa al niño, le pasó su mano por el pelito acomodándole su peinado de corte hongo, el militar miraba con atención y muy sonriente, el niño lo abrazó por un instante, ese abrazo significó mucho para Pedro Artemio, sintió algo especial, una atracción de hermandad no muy descifrable en su conciencia, se dejó llevar, por la sonrisa del niño que también sentía algo de lo mismo, ahora fue el hombre barbado que abrazaba cariñosamente al pequeño, fue por unos segundos pero muy significativos para el asesor, no tuvo hermanos, una pareja de malvivientes lo crió como hijo único, lejos estaba de pensar aquel hombre barbado que estaba abrazando a una personita muy significativa en su vida, se puso en pie y tomó de la mano al niño, Gustavo Adolfo hizo lo mismo a la mirada de su hermanito sumándose a agarrarle una de sus manitos, los tres iban tomados de la mano, el niño en medio, nana Dulce y Noelia miraban el caminar de los tres, llegaron a la acera y cuando se iban a despedir de Pedro Artemio se acerca un auto lujoso brilloso recién limpiado, sale Carlos Felipe dándole un estrechón de manos a su asistente, luego un sentido abrazo, luego se arrodilló a abrazar y acariciar a su pequeño hijo, finalmente recibió un gélido gesto de saludo de Gustavo Adolfo agregado a un leve estrechón de manos, Noelia se apenó de observar la actitud de su hijo el militar, el tiempo no limaba asperezas, Pedro Artemio se despidió con la cordialidad y el respeto de siempre, Carlos Felipe ingresó con su hijo llevado de las manos, detrás el militar, Pedro Artemio se subió al auto en la dirección que proponga, su jefe y mentor le había dado órdenes al chofer, Noelia cariñosa fue a recibir a su esposo, los dos hermanos jugaban en la sala, desde hace mucho tiempo no la hacían a plenitud, gustosa de verlos estaba Sara disfrutando acostada en la cama, tenía un poco de congoja pues admiraba al militar, para ella seguía siendo su amor platónico, pese a que otra mujer más fina y elegante le había dado un precioso hijo, Sara continuaba viendo a los dos jugar de modo que parecían dos niños traviesos, la pena todavía estaba alojada en su alma al pensar y sentir la ausencia de sus hermanos asesinados, Carlos Felipe y su familia estuvieron un rato más hasta que llegó el auto por ellos, Gustavo Adolfo decidió quedarse un poco más de tiempo en casa de Sara, lo atendería nana Dulce, con ella inició una plática larga escuchando pormenores de la desgracia, además de lo orgullosa que sentía la anciana de color de verlo progresar en la carrera militar, le contaba sus travesuras cuando era niño, de eso aprovecho la anciana para referirse a la relación que Gustavito sostenía con su verdadero padre, Carlos Felipe del Olmo, al principio incómodo el militar escuchaba algo distraído las palabras de nana Dulce pero al transcurrir la plática el militar iba exponiendo sus razones para manifestar el motivo de su frialdad, no aceptaba su realidad, no aceptaba el engaño de su madre y de ella misma que sabían su verdadero origen, la anciana le dijo que desde la vez que supo oportunamente de aquello decidieron guardar el secreto con su madre para evitar represalias del esposo, tal vez hicieron mal pero decidieron hacerlo para que tuviera una infancia normal y feliz lo que consiguió en parte, la otra causa por no llevarse bien con su padre biológico se debe a la pugna que sostiene con su abuelo desde muchos años atrás, escuchaba de labios de su padre y abuelo hablar pésimamente de Carlos Felipe en el gran salón cuando siendo niño se escondía de niño en las ventanas, escuchaba que él era la causa de sus desgracias, la nana Dulce trató de disuadir el juicio del militar pero se encontró con una barrera de juicios y justificaciones un tanto inaceptables, la anciana prefirió cambiar la conversación, pero de súbito, Gustavito preguntó por Elsa Peñalba, más aún, la relación de ella con su abuelo Rodolfo, los ojos de la anciana se abrieron con amplitud casi saliéndole las pupilas del asombro al escuchar esos nombres, más, la contundencia de que Gustavito algo sabía de la relación, ahora quería saber más de boca de la anciana, en verdad ella sabía mucho acerca de aquello, no quería comentar, ante la insistencia de Gustavito dijo que en verdad tuvieron un idilio y Carlos Felipe lo sabía, pero nunca lo comentó porque era delicado, deseaba a pesar todo honrar la memoria de sus padres, la anciana de color manifestó que Rodolfo Buonanote quedó cautivado de los encantos de aquella mujer, doña Micaela supo de la relación más que afectiva, conocía los deslices de su esposo con las mujeres, no era la primera en el pueblo con la que tenía tales tipos de relaciones, pero esta fue algo especial, la mujer cuidaba de la relación ya que fue espontánea, se entregó a Rodolfo por falta de cariño, vejaciones de su esposo, irresponsabilidad en el mantenimiento de la amplia herencia dejada por sus padres, aunque se decía que a sangre y traición había adquirido tierras a muchos de sus colindantes, valiéndose del analfabetismo les timaba las tierras, valiéndose de la inocencia de los campesinos los sometía a trabajos y a ceder sus tierras, empobreciéndolos con deudas que tenían intereses impagos, Gustavito continuaba en silencio moviéndose nervioso las manos escuchando el relato de la anciana, Rodolfo hizo gran amistad con el padre de Carlos Felipe, Augusto del Olmo, descendiente de un linaje español referido a los nobles Hidalgos, los conoció a ellos siendo aún joven cuando llegó a estos lugares, se supo de aquel romance por comentarios mordaces que llegaron a oídos del esposo de Elsa, las peleas eran interminables, se cuenta que la causa de la muerte de Elsa fueron los golpes recibidos en su vientre muriendo también el hijo que esperaba, hizo una larga pausa de silencio la anciana para decir luego que aquel hijo que esperaba era de Rodolfo Buonanote, el militar se puso en pie, la anciana con la mirada describió los movimientos, tenía los ojos humedecidos, fue ella con un grupo de mujeres quienes por mandato de Rodolfo hicieron la mortaja de los fallecidos, el esposo de la difunta profundamente borracho con signos de culpabilidad no daba acción alguna, el niño, descuidado en alimentación y vestimenta vivió los siguientes meses mientras vivió con sus padres, el militar hizo puños escuchando la vida de aquel niño que a futuro se convertiría en su padre, con detalles la nana de color le contó los encuentros de Noelia y Carlos Felipe siendo niños, de su amor infantil y de cómo la influencia de su abuelo Rodolfo hizo que su relación sea proscrita ante la sociedad, Gustavito en parte entendió aquellas decisiones, le vino la melancolía, Griselda se acercó a ratificar lo dicho por su abuela, añadiendo que Gustavo Pozzo despreciaba a Noelia por haberle dado hijas mujeres y cuando supo lo del nacimiento de él la relación en parte cambió, hubieron años de alegría en los primeros años de Gustavito, el militar asentía aprobando lo vivido, pero conforme crecía se iba apareciendo a su madre muy distinto a sus hermanas Leonor y Josefina, las facciones físicas lo hacían al niño diferente a Gustavo Pozzo, empezaron las dudas, más cuando supo el idilio que tuvo con Carlos Felipe en la ciudad cuando se alejaron del pueblo a causa de la fiebre amarilla, el militar recordaba los desplantes de su padre y lo estoico de su madre, Gustavito ahora sabía que Noelia y Carlos Felipe tuvieron un romance siendo muy niños, amor de juventud, ahora amor de adultos, en verdad ahora veía feliz a su madre y a Carlos Felipe correspondiendo a ese amor, siempre juntos, ahora el uno para el otro en sus decisiones, felices con su hermanito y sería la dicha completa si encontrase a su hermano desaparecido que por ese tiempo ya tendría dieciocho años, el militar se acercó a la ventana, las primeras gotas de lluvia rozaban deslizándose por el cristal, las dos mujeres vieron pensativo al militar, recordó su infancia y aquellos mimos que Carlos le daba sin él saber que era su padre, Gustavito con mirada triste abrazó a las mujeres, sin articular palabra se despidió, la puerta se cerró, por el cristal vieron al militar dar pasos rápidos por aquella fuerte lluvia, al llegar a su casa lo esperaba su mujer y sus suegros, ya se acercaba el día del bautizo del niño, planificaron el evento, con satisfacción supo de voz de sus suegros que todo estaba listo, el militar asintió y fue a la cuna del niño viéndolo por largo rato sin articular palabra, unas lágrimas deslizaban sus mejillas, la esposa no supo definir el motivo de sus lágrimas, sus suegros pausadamente salieron de la habitación; llegada la mañana de la ceremonia de bautizo todo el mundo estaba a la expectativa, vieron entrar a la iglesia a la pareja de casados, el orgulloso militar vestido con su traje de gala, su esposa marcaba al pequeño de semanas de nacido, con caminar lento pasaban por los presentes brindándoles amplias venias y sonrisas, un grupo de militares estaba en la periférica de las bancas, sus amigos de estudio, y su familia encabezaban las bancas del ala principal de la suntuosa catedral, el padrino, su suegro, quiso que fuese en ese lugar, un sacerdote con un par de monaguillos presenciaban la ceremonia, los padres y padrinos se acercaron, el agua bautismal cayó por la cabeza del niño deslizándose el agua por el rostro al momento que llora desenfrenadamente la criatura, los presentes sonríen, el bebé estaba bien perfumado y con talco puesto por los cuidados de nana Dulce ante el recelo de la madre del bebé, arrimado en un pilar el primo miraba bautizar al bebé, hizo puños con mordiscones de labios, sentía impotencia, quería hablar, quería decir que al que bautizaban era a su hijo, si, aquel bebé era realmente su hijo, fruto del amor clandestino, fruto de la traición de la esposa de aquel militar con su primo, agitándose un pañuelo por su cara y deslizándolo por el cuello denotaba impaciencia, fue notoria ante los ojos de Sara que se encontraba junto a su madre en una de las bancas detrás de la columna donde estaba arrimado aquel hombre, prefirió salir, no quiso continuar viendo aquello, las miradas de Sara lo siguieron hasta que su figura desaparezca, Gustavo Adolfo estaba feliz bautizando a su supuesto hijo, la expresión en el rostro de su esposa no era tan complaciente, temblaba de nervios, seguramente de emoción, padres y padrinos, así como testigos de la ceremonia escucharon las palabras del sacerdote decir los nombres de Jairo Gustavo Rodolfo en aquella tarde de febrero de 1953, hubo complacencia entre el padre de la esposa no así tanto en la familia de Gustavo Adolfo, especialmente Noelia viendo el rostro de su esposo, tenía una mirada al infinito, desencajado mostrado una decepción en su rostro, dio una mirada al piso con una sonrisa desencajada, luego su mirada se centró en los movimientos del pequeño dentro de su fino traje cubierto por su fina bata, tenía una cadenita puesta obsequio de sus abuelos maternos, luego de la ceremonia vino la recepción en la estancia ubicada a cercanos kilómetros de la capital, hubieron varios invitados que formaban parte del gobierno, Noelia no dejó por un instante a su esposo comprendía su congoja, Carlos Felipe del Olmo esperaba que Gustavo Adolfo le pusiera uno de sus nombres a su hijo, no fue así, ni Carlos, ni Felipe, ni Eduardo, lamentable, el militar a fin de cuentas no aceptaba la real paternidad de aquel hombre descendiente de nobles hidalgos españoles, lejos de los esposos había una cantidad de niños en los que estaba Carlos Augusto Rodolfo, el hermano menor de Gustavo Adolfo, el niño jugaba con unos globos, Noelia lo cuidaba con su mirada viendo el recorrido que daba el niño, se acercó estirando un globo con amplia sonrisa, a quien le entregaba el globo era a Pedro Artemio que vestía un traje blanco, el joven agradeció el gesto del niño frotándole el pelo con su mano, el pequeño espontáneamente abrió sus brazos buscando el abrazo del joven que fue correspondido haciéndolo acuclillar, ambos fundidos en un abrazo ante la mirada atenta de Noelia quien le hizo partícipe del momento a su apenado esposo, le vino la sonrisa, los dos tenían mucha química de empatía, el joven tomó al niño de la mano llevándolo a donde estaba el grupo de niños y se puso a jugar con ellos, a cierta distancia Gustavito presenciaba la escena igual que muchos invitados, a cierta distancia estaba el primo viendo a la mujer con el niño en brazos que era acompañada por la empleada para que lo llevase al cuarto a hacerlo dormir, el hombre esperó un rato para ver salir del cuarto a la empleada, ingresó y se paró junto a la cuna, por largo rato vio al bebé dormido, sus cejas y mentón eran parecidos, pasó sus dedos por las manitos del niño luego acariciando su carita, estaba un poco mareado, lloraba delante del niño, la angustia de no poder decir su paternidad a los cuatro vientos lo hacía poner mal en su estado emocional, acarició el poco pelito lacio rubio que tenía y le dio un prolongado beso en la frente, salió con pasos lentos de la habitación, se encontró con Gustavo Adolfo a quien con irónica sonrisa felicitó por su paternidad, sacó las llaves de su bolsillo y prendió marcha en su auto alejándose del lugar ante las insistentes suplicas de sus tíos para que continuase en la fiesta, el hombre iba a acelerado movimiento, casi al pasar curva a centenas de metros de la capital roza con un pequeño que venía con unos sacos en sus hombros, afortunado fue en esquivar a tiempo al vehículo salido de la carretera, metros adelante logró dominar la situación, en la fiesta había algarabía en especial de los abuelos maternos del niño, Gustavito le pidió a su madre que el próximo fin de semana lo acompañase a la estancia de su abuelo Rodolfo para que conozca a su bisnieto primogénito Jairo Gustavo Rodolfo, sepa el anciano con orgullo que lleva su nombre y la perpetuidad, esas palabras escuchó Carlos Felipe que se encontraba junto a su esposa, se limitó a ver el rosto del joven militar, su hijo, su primogénito, aunque lleva el apellido Pozzo, pero lleva verdaderamente en su sangre el apellido Del Olmo, una leve sonrisa cordial se brindaron, el militar siguió atendiendo a los invitados luego de la aceptación de su madre por acompañarlo, Josefina y sus dos hijos estaban en la fiesta, de igual modo que Luis, aquella soleada tarde fue de gran baile, no se diga ya entrada la noche.
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La mañana aparecía con calor, una leve brisa se deslizaba por la ventana entreabierta que hacía mover la fina tela de la ventana, unos ojos se abrían, las manos se movían lentamente, al igual que los pies descalzos que rozban las sábanas, se abrieron mas viendo a su lado aquel cuerpo femenino, era la madre de su hija, sonrió de pensarlo así, bosteaba, giró la cara, levantaba a cabeza bostezando y viendo la hora en su reloj, sonrió nuevamente al saber que había dormido bastante en aquella noche del primer sábado de febrero del 1953, estiraba sus brazos y bostezaba, sus pies tocaban descalzos el piso algo fresco en contratsae con la calurosa mañana que se aproximaba, se arrimó a la ventana tras la tela que la cubría, vio hacia la cama el cuerpo aún dormido de su esposa que estaba medio cubierto de finas sábanas, con sus dedos alargados delicadamente deslizó la cortina cubriendo su cuerpo, vio a lo lejos a su hija jugando con los pequeños vecinos Dionisio y Reinaldo, sonreía, lentamente se fue deslizando las manos en el pijama, viendo jugar a los niños se daba placer en su pene vestido, sobre todo viendo al más grandecito de cuatro años, sonreía mientras se agarraba con fuerza de mano el tronco de su ereto pene, la lengua rozaba los labios, volvió a ver el cuerpo de su mujer que seguía acostada muy dormida, vio a lo lejos a su abuela y padre sentados conversando con la vecina que tenía un semblante de preocupación, eso se notaba en la mujer por el agitar de sus manos, Mateo sonreía arrimado desde la ventana viendo los movimientos de los niños, tomó su bata de dormir, se puso las pantuflas y salió al jardín donde estaba la visita con sus familiares, su padre estaba a punto de salir, valió despedirse, Valeria, la madre de los dos pequeños lo acompañaba entrando al lujoso auto cuya carrocería brillaba ante el intenso sol de temporada, detrás de chófer iba Fulgencio Arichabala con Valeria, a vista distante doña Matilde Arichabal los veía partir, iban a hacer algo, lo mostraba en su gesto de rostro que percibió su nieto Mateo con quien se sentaba a conversar y a verle tomar el desayuno tardío en aquella soleada mañana de febrero de 1953, de pronto que Victoria y los dos nenes se acercan a los adultos, la hija se sienta en las rodillas de su apdre que le daba tostadas y jalea en la boca, los otros niños observaban, de pronto la empleada se acerca a la señora de la casa, le recuerda sus actividades, ella se despide de su nieto y bisnieta así como de los nenes, pero al escuchar de la deliciosa actividad de hacer pasteles con ron los nenes entusiastas piden acompañar a Matilde quien acepta con agrado, los pequeños van felices brincando, Mateo queda solo en el jardín bajo la cubierta hecha sobre un árbol frondoso, desde allí los ve entrar en casa, se quedaba pensativo en sus ideas, vio hacia abajo mstrandose su pene erecto amoldado a la tela del pijama que llevaba puesto, abrió más su bata de dormir para contemplar su grueso pene estirado, sonreía viéndole, dirigió su mirada a la habitación donde seguramente continuaba bien dormida su esposa Fernanda, la madre de su hija Victoria, sonreía recordando lo que había pasado aquella noche, la mueca de ironía se reflejaba en su rostro viendo a aquella ventana, volvió a fijarse en su pene erecto, disimuladamente por unos instantes cerró los ojos metiéndose la mano dentro del pijama acariciándose el pene, el tiempo pasaba disfrutando el desayuno, se aprestaba a leer el diario sobre la mesa pero decidió levantarse y caminar por el jardín tomando aire fresco, de lejos podía ver esa amplia ventana que daba a la cocina donde la abuela le hacía gesto para que se acerque, fue presuroso a recibir la orden de que fuese a ver el ron de cava en la bodega, Matilde estiró la mano a su nieto mayor dejándole caer unas llaves antiguas sacadas de un cubo de madera puesto empotrado en la pared, Victoria y los niños vieron con detenimiento esa ánfora pegada a la mampostería desde donde salen esas llaves antiguas, las tomó viendo fijamente al pequeño de cuatro años, como insinuándole que lo acompañase, se toma unos instantes en mirarle, giraba las llaves en el dedo, vio a su abuela y asintió obedeciendo la orden muy sonriente, le dijo que muy pronto le traería el ron fino de cava d ela bodega, mientras abría la puerta de la bodega, siente que alguien se apega a su pierna, se trataba del entusiasta nene de cuatro años, le había seguido hasta ese lugar, le preguntó por los demás niños y le dijo que estaban con la abuela amasando, sonrieron, el pequeño aminaba pausado por el lugar viendo detenidamente cada pieza, Mateo estaba arrimado a un tonel viéndole caminar, tenía las manos metidas en el pijama, de lo que dio cuenta el pequeño, discretamente Mateo caminaba a la puerta a ponerle seguro sin dejar de sonreírle, la mirada del nene seguía en ese movimiento d emanos dentro del pijama que se hacía Mateo, en lo que el pequeño estaba distraído viendo a un bulto forrado de terciopelo rojo Mateo lo abarzó por detrás haiendole caminar hacia atrás, la espalda se su pijama se arrimaba a la pared, lo tenía sujeto abrazado por detrás, tanto así que el pequeño sintió el roe de ese bulto en su trasero, el mentón de Mateo se apoyaba en el pelo del nene, golpeaba la respiración, le daba de besos ortos en el pelo, el nene sonreía, las anos de Mateo se deslizaban a las costillas del pequeño, una de las manitos se estiraba señalando ese bulto, tenía inquietud de saber aquello, Mateo se limitó a decirle que eso era una sorpresa que algún día la descubrirá, el nene sintió que el pantaloncito corto se desabotonaba, luego vio que la remallera se deslizaba a la vez que el pantalonito caía a sus tobillos, sintió el manoseo por dentro de su calzoncillo en su traserito y en su pene que se estaba haiendo erecto por el tocamiento y el estiramiento de dedos, lentamente ls jitos del nene vieron caer el calzoncillo junto al nivel del pantaloncito corto, así se mostraba el penecito desnudo que era manseado, Mateo era la otra persona en particular con la que el nene experimentaba el sexo, le dijo para jugar y él asentía algo temeroso, le acariió el pelo y los hombros para darle confianza, Mateo fue a sentarse en la silla llevando de la mano al pequeño que caminaba con difiultad pues algo arrastraba la ropa, Mateo dio cuenta de eso y le hizo sacar quedando desnudo del ombligo a los pies, se sentó en la silla e hizo que la carita del pequeño se acerque a la altura de su entrepierna para que roce su pene vestido, las mejillas del pequeño al rozarle hacían que el pene se ponga erecto, él lo sentía en su carita, lo apartó luego de tanto roce, vieron el pene lampiño desnudo, Mateo sonreía, le abarazó por detrás haciendo que su traserito roce con el pene de Mateo uniendo su espaldita al pecho del adulto, le arió lo más que pudo el culito para que el pene pueda rozar y en algo penetrar, mientras le hacía eso en el culito con la otra mano le estiraba el pene lampiño que ya estaba erecto, el nene con mirada cómplie y cierta admiración se limitaba a ver ese movimiento de mano en su penecito sintiendo esa rara sensación de gustito, como que sentía el deseo de micciar, pero era leve aún, sentía en su pelito el mentón adulto y el golpe de la respiración, sentía el roce de ese pene en su culito, lentamente se levantó de la silla llevándole marcado al extremo de la mesa donde lo encorva empinandole el culito y haciendo que el pene erecto se deslice ente la separación de los glúteos, así lo tuvo unos instates en el se podía escuchar leves gemidos salidos de la boca del pequeño Reinaldo, la mesa se movía al movimiento de los cuerpos, de pronto que le da vuelta mirándose a la cara, le dijo que mire hacia su entrepierna, el pene de Mateo se rozaba con el de Reinaldo, el pequeño miraba esos frotes, de pronto que sale un liquido del pene del adulto, era semen que salía en fuerza a impactarse en el abdomen de Reinaldo, esas gotas se deslizaban sobre la piel, el pene adulto quedaba latente sobre el pene infantil, los miraban a esos penes, le dijo al nene que el “jueguito” había terminado, le limpió sacándole el semen, mientras lo vestía le preguntaba si le había gustado el “jueguito” el pensativo Reinaldo respondía asintiendo con temor, Mateo le acariciaba el pelito acomodándole en lo posible el peinado, le pedí al nene que guarde discresión en lo que habían hecho, le acarició la s mejillas, el nene se dedicó a ver el interior del lugar, Mateo limpiaba la botella de ron, se la entregó para que la lleve a la abuela Matilde, el nene salió presuroso, Mteo sonreía viéndose el pene vestido, se había deleitado de su accionar anterior con el pequeño, se puso a ordenar algunas botellas, entre ellas vio una en especial, le traía recuerdos de su infancia, la tomó con vehemencia, quiso arrojarla al piso, se contuvo, era una evidencia de su sentir infantil, la muestra de una verdad irrefutable, la muestra del desencanto por la vida, la muesra de muchas cosas malas la miraba tembloroso, de pronto su estado de ánimo cambió al ver la presencia de Reinaldo, ambos sonrieron, Mateo se acercó para abrazare y marcarle, le dijo que lo quería mucho, que era un ben niño y que le regalaría chocolates, al bajarle al piso el nene no paraba de brincar de gusto, le gustaban mucho los chocolates y sabía que el Mateo tenía unos deliciosos chocolates en su oficina de la gran casona, ya antes los había probado en visitas con su hermanito Dionisio, el nene le dijo a Mateo que de parte de su abuela llevase un mont blanc para el pollo, Mateo con gusto asentía, le acarició el pelo, la mirada viva del pequeño le cautivaba, le dijo qu le ayude a buscar la botella, el nene obediente observaba entre repisas, mateo aprovechó en cerrar la puerta con seguro, sabía que debía aprovechar del tiempo, el nene estaba doblad de la cadera con sus manitos apoyadas en los muslos buscando la botella, en eso que Mateo lo toma por detrás moviendo las caderas empujando su pene vestido ya erecto en el culito vestido de Reinaldo, el nene siente ese bulto por detrás, sonríe, eso ve Mateo que lo toma de la cintura marcándole al pequeño, gira como carrusel por la habitación lo que eso le gusta a Reinaldo, le dice al oído para enseñarle otro “jueguito” y que si estaba dispuesto a hacerlo a cambio d echocoates a lo que el nene asiente con gusto, le dijo al pequeño que le iba a enseñar algo nuevo que le iba a gustar mucho, eso lo hacían las personas que se quieren le dijo, el nene atento miraba sentarse en la silla a Mateo luego se deslizaba el pijama mostrándose ese pene erecto como mástil, el nene miraba esos movimientos de manos en el pene venoso y peludo, le dijo al pequeño que se acerque, Reinaldo se acuclilla, el glande agitado rozaba las mejillas de Reinaldo, pasaba por esos labios rozagantes con saliva, le pasó el glande por las cejas y orejas, le dio unos golpecitos en la frente, le dijo que abriese la boca, el glande roaba los labios abiertos y fue entrando de a poco, al topar el paladar Reinaldo tuvo un sobresalto que le hizo toser, Mateo sonreía diciéndole que abriese más la boca, le estaba enseñando sexo oral al pequeño, el glande rozaba los labios y de a poco lentamente entraba en la boca, Reinald sentía raro esa pieza d ecarne en su cavidad bucal pero de a poco se iba acostumbrando con las caricias que le daba Mateo incrementando su confianza en ese nuevo “jueguito” que le estaba enseñando, vieron el tronco erecto de pene, ahora la punta de la lengua se deslizaba por lo largo del tronco del pene llegando al glande, allí le dijo que se detuviese, Mateo complaciente miraba por unos instantes esa punta de lengua con la punta del glande de su pene, respiraba hondo y suspiraba de placer, el pene le latía, no había semen que botar más sentía placer, le pasó el glande ensalivado por las mejillas, le hizo poner en pie deslizandole el pantaloncito corto y el calzonillo abotonado que llevaba puesto, Reinaldo quedó detrás de él con su culito descubierto que era manoseado, el nene fue llevado a la mesa y como antes se encorvó empinando el culito por donde ya se deslizaba el pene de Mateo , al pasar el tiempo el nene sentía el glande entrando en su anito, pujaba, Mateo le decía que no se olvide de lo que ahora le estaba haciendo que al defecar a soas en el baño se acuerde de este jueguito, que cuando estuviese a solas en el baño que se metiese el dedo al culo imaginándose este pene que ahora le hacía sentir jugar, el pene trataba de penetrarle más, el nene le decía que ya no más con eso porque le dolía, Mateo disfrutaba del momento y le hizo caso al nene en luego apartarse, se fue a sentar a la silla y el nene lentamente se apartaba de la mesa tocándose el traserito, pasándose el dedo por el culito llevándose a la nariz para olerlo, le hizo gestos al nene para que se acerque, vio el pene descubierto, le hizo acuclillar y le pasó el glande por los labios, los hizo cerrar apoyando el pene en los labos infantiles, el glande rozaba la nariz del pequeño, le dijo que oliese el pene, le dijo que sabe a su culito, ahora le dijo que abriese la boca para que pruebe los ratros de su culito que habían quedado en el pene, así lo hio intimidado y con recelo, la mitad del glande entraba en la boca, le dijo que estaba proando se su culito, de inmediato, lo aparta, le acaricia el rostro y le ayuda a vestirse, el nene sale con la botella gustoso de que al rato recibirá los chocolates con la condición de no avisar lo que había pasado allí, luego sale mateo aver cmo está el avance la torta, ve a los niños en el living que estaban jugando, aparece Fernanda su esposa bajando las escaleras aún adormitada, se saludan tibiamente como simpre, Matilde con aire de prepotencia ordena a la mujer que cuide a su hija y a los niños, abuela y nieto se encierran en la biblioteca, la mujer observa a Reinaldo que se rasca el traserito vestido y que se estira el penecito, ella sonríe irónicamente.
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La mujer refregaba la ropa, ya en las próximas horas vendría el apenado Ramón con mucho alcohol en el cerebro, su pena continuaba al saber de la muerte de sus hijos que él los había abandonado: Juan Asdrúbal de dieciséis y Manuelito de catorce a manos de unos asesinos callejeros, el niño le ayudaba a su madre a enjuagar la ropa mientras que la niña tendía la ropa, se acercó la tía de los niños a decirle a su hermana que había trabajo en una casa próxima a muchas cuadras de aquí en lo que se refiere a lavado de ropa y limpieza de casa, el rostro de alegría de la mujer se transmitió a sus hijos, pagaban bien allá, habría buen dinero, la mujer acompañó a su hermana para hablar sobre el trabajo, desde luego que aceptaría, era en una casa de gente prestante, pudientes en economía, los niños quedaron con su primito arreglando la ropa recién lavada, en eso ven a lo lejos la figura de Ramón, el padrastro de los niños, tenía cara triste, se sentó en un taburete viendo a los niños en el arreglo de la ropa, la mirada del hombre se centró en la entrepierna de la niña, cuando se ladeaba para arreglar la ropa, cuando se paraba sobre un banco a tender ropa mientras el viento movía lazando su faldita corta dejándose ver su calzoncito interior, el hombre se refregaba el pene vestido con mucho placer, se deleitaba viendo el traserito de la “niña” de casi doce años, había desarrollado su físico, un cuerpo bien hermoso para su edad, la niña les ordeno a los niños en quitarse la ropa y quedarse en trusa, contentos saltaban viendo a su hermana llenar con agua una tina grande donde gustosos se bañaban, la niña iba entrando la ropa de a poco, Ramón le ayudó con otro poco de ropa, le preguntó por su mamá contestándole que recientemente le había salido un trabajo y fue a conversar al respecto, Ramón vio por la ventana al patio que los niños seguían jugando en la tina, tomó del brazo a la niña conduciéndola al cuarto, ella en ese momento estaba recelosa pero fue cambiando de actitud cuando recibía las caricias por su cuello y espalda a ser desabrochada por las manos de aquel hombre que fungía como su padrastro, la piel se les puso de gallina, la temperatura se incrementaba, rápidamente se fueron quitando la ropa, Ramón complacido con lo espontáneo de su hijastra de acostarse y recibir su cuerpo, continuaron los besos, ambos totalmente desnudos daban vueltas por la cama cayendo al suelo y allí no paraban de reír, se sentó y ella se arrodilló acariciándole el pene, dándole de lamidas hasta metérselo todo en la boca, el desliz de la piel del pene por aquellos labios ensalivados daban placer, sin esperar a más se levantó abrazando a la niña, con un gesto le indicó la cama, ella se acostó abriendo las piernas, el hombre se iba a costando sobre ella sujetándose el pene hasta ponérselo en la entrada de los labios vaginales que rozaban el glande, empujó con bravura, parecía que su impotencia de tristeza lo desfogaba con ella haciéndola gemir, haciéndola pujar, sus sonidos se iban incrementando en cada embestida, el hombre como un desaforado seguía penetrando, la cama de resortes sonaba con fuerza, el pene entraba y salía por esa vagina, la “niña”a no paraba de gemir mientras su padrastro con tono de acelerada respiración insistentemente le preguntaba si le gustaba como la estaba penetrando, le decía que era suya, le pertenecía y las embestidas eran repetitivas, hizo un alto para besarla, su cuerpo sobre el de ella, sus manos recorrían la fina figura infantil femenina, lamía los pezones ya en proceso de crecimiento, le gustó sentir su pene humedecido, ahora la puso más cerca de su cuerpo poniéndola a filo de cama, las piernas de la niña daban al pecho del hombre, los talones llegando a los hombros de Ramón, la agarró fuerte de la cintura llevándosela aún más a su cuerpo y allí comenzó a penetrarla con las piernas que se movían ante el par de intensos movimientos de cadera, el glande quedó expuesto sobre la vaginita de la “niña” que miraba el líquido seminal salido deslizándose por su piel en su ombligo, la “niña” miraba el movimiento del líquido que llegaba a la sábana, la mirada se puso sobre el Ramón que estaba con los ojos cerrados complaciente con lo que había hecho, lentamente bajó las piernas de la niña, se apartó de ella dando lentos pasos sin dejarse de agitar el pene, hizo señales de hacer silencio, de no decir lo ocurrido, ahí quedó la niña acostada en la cama de resortes donde dormía, los niños vieron salir a Ramón su caminar arreglándose su pantalón y se estiraba el pene acomodándoselo en lo vestido que estaba, era rápido hasta meterse en la letrina, luego salió algo pasivo, su hijastro lo miraba detenidamente en aquellos manoseos de pene que se daba acomodándose el pantalón, aquel pequeño se imaginaba lo que habría ocurrido, luego de un rato de estar sentado viendo a los niños salió la niña, caminaba despacio, llevaba una bacinilla a medio llenar, entró a la letrina con la sábana en el hombro, fue al fregadero a lavar la sábana, Ramón se acercó para ayudarle, los dos no se dieron cuenta de que el niño escuchó cuando Ramón le dijo a la niña que no dijera lo ocurrido, el primito de ambos niños seguía lanzando agua muy alegre sentado sobre la tina, a sus nueve años todavía gozaba de una inocencia muy infantil, muchos que lo conocían pensaban que tenía un retraso pero en realidad era que su madre lo tenía muy engreído, aquel niño gustoso seguía jugando con el agua viendo a sus primos y Ramón enjuagando y estirando a la sábana, al rato una mujer muy feliz llegaba, abrazó a Ramón diciendo que le había dado trabajo de empleada de aseo en aquella casa de gente prestante y aún más le había conseguido a Ramón una cita para que se presente para aspirar el puesto de chófer, el hombre agradeció y abrazó a su compañera sentimental, la hermana de la mujer se despidió llevando de la mano a su hijito, aquella tarde había jugado mucho con el agua y ya tenía síntomas de toser, Ramón entró al cuarto, la madre preguntó a los niños alguna novedad, ambos se vieron, respondieron a su madre que ninguna en absoluto.
FIN DEL CENTÉSIMO TRIGÉSIMO QUINTO EPISODIO
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